Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

FAVORITO (Jo Twincest) por Monnyca16

[Reviews - 102]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

CAPÍTULO 6


“Lluvia”


Las piernas de Kwangmin temblaban como gelatinas andantes, su cabello despeinado le daba un aire de chico desaliñado y  los pantalones de pijama de Youngmin, que traía puestos, se arrastraban cada vez que caminaba de izquierda a derecha.


Youngmin suspiró al verlo, metiéndose una galleta a la boca. Era viernes y había pasado más de una semana desde que Kwangmin apareció en su vida. Y se suponía que ya no estaría con él, pero al parecer Kwangmin no recordaba si quiera el acuerdo principal.


—¿También le temes a la lluvia? —Youngmin rechinó los dientes al ver que la cabeza de Kwangmin se movía positivamente.


—Los relámpagos, los odio, Youngminie. Son tan horribles, ruidosos…—Movió las manos y miró hacia el techo del departamento, luego salió disparado hacia una de las ventanas de la sala —. ¡Ruidosos! —Gritó apenas un trueno resonó tenebrosamente.


Youngmin tragó saliva. No entendía cómo todavía soportaba a Kwangmin ahí. Debió correrlo a patadas luego de que la semana estimada pasara, pero no, todo daba a indicar que para Kwangmin sólo había sido una primera semana de prueba.


—¿Compraste las almendras que te pedí? —Inquirió, dirigiéndose hasta Youngmin, que lo examinó con cuidado.


Youngmin asintió y volteó la cara, indignado.


Sí, de nuevo estaba consintiendo a ese malcriado. Estaba harto de eso, pero simplemente no podía dejarlo sin las almendras.


—¿Sí? ¿En serio? ¿Síp? —Preguntó, inquieto, una vez más, buscando una repetida respuesta positiva por parte de Youngmin, quien volvió a mover la cabeza de arriba abajo.


Tensó los músculos de sus brazos, sorprendido, al sentir el abrazo que Kwangmin le regalaba. Siempre era así. Kwangmin siempre le agradecía de esa forma, o con besos en las mejillas, jadeos melosos y sonrisas inmensas. Y de cierto modo le parecía lindo, mas no lo adecuado.


Su convivencia con Kwangmin era extraña. Dormían en la misma cama, veían la televisión, comían, jugaban a cosas estúpidas, y casi siempre Youngmin le hacía ver sus temores e inseguridades, consiguiendo que su relación se hiciera íntima en poco tiempo.


Kwangmin confiaba en Youngmin y éste…esperaba que algún día Kwangmin se comportara como una persona madura e independiente.


—¿Sabes que ya ha pasado más de una semana, verdad? —Esta vez Youngmin cuestionó, quitándoselo de encima.


Kwangmin ladeó la cabeza y siguió a Youngmin hasta los sillones de la sala.


Youngmin se sentó, plácido, observando que Kwangmin ya se había puesto frente a él, parado  y con los brazos a los lados.


—Ya deberías estar en otro lugar y no aquí.


—Me gusta estar aquí —comentó el chiquillo, parpadeando.


Youngmin chasqueó la lengua un par de veces y negó.


—Youngminie…—alargó, inclinando el cuerpo hacia él.


—En esta casa no caben miedosos —añadió Youngmin, cruzándose de brazos.


Kwangmin abrió la boca y se quedó en silencio, sin saber qué decir.


—Yo no soy un miedoso —se defendió, parándose recto y  sacando el pecho.


Entonces un trueno retumbó y Kwangmin se agachó, con las manos en la cabeza, escondiéndose en su sitio.


—Le temes a los truenos —atacó el mayor, sonriente. Sí, era hora de molestar a Kwangmin.


Ese era su pasatiempo favorito hoy día. Ver la extraña gesticulación de Kwangmin era entretenido. Mucho.


—No, no, no. No le temo, es sólo…


Un nuevo trueno sacudió su cuerpo por completo.


—¿Me decías?


Kwangmin frunció el entrecejo y se sentó a su lado, con los brazos cruzados. Youngmin sabía que ahora estaba enfadado por algo tonto. Sus berrinches eran sorprendentes.


—¿Kwangmin, sabes qué edad tienes, cierto? —interrogó, en esta ocasión cargado de paciencia, viéndolo a los ojos.


El nombrado se encogió de hombros y tardó para responder, pero lo hizo:


—Dieciocho.


—¿Y sabías que los chicos de dieciocho años no hacen berrinches?


—¿Tú sabías que hay que respetar los miedos de los demás? —Kwangmin contratacó, furioso, yendo directo a la recámara.


Le gustaba esa actitud tan propia de Kwangmin, eso sólo significaba algo. Y le hacía sentir bien que Kwangmin tuviera carácter y fuera listo para discutir pese a su infantil comportamiento.


Youngmin lo vio perderse y se recostó en el sillón, oyendo la lluvia golpetear contra el techo. Olía a tierra mojada. Amaba ese aroma.


Kwangmin estaba cambiando, sólo un poco, pero se comportaba diferente. Seguía teniendo miedos, inseguridades, sin embargo, ya no lloraba por cualquier situación, inclusive ayer había dormido solo, sin Youngmin, y eso era un logro.


—¡Te estoy viendo! —Youngmin espetó, con los ojos cerrados. Sabía que Kwangmin lo observaba en esos instantes. No tenía dos minutos de haberse marchado, enrabietado, y ya estaba de vuelta en la sala.


—Tienes los ojos cerrados, nadie puede ver así.


—Yo sí —aseguró con una ceja alzada, con los ojos cerrados aún.


—No soy un miedoso —reiteró, caminando directo a Youngmin. Éste asintió, sonriente, dándole seguridad a Kwangmin.


En pocos segundos Kwangmin ya estaba sentado junto a él, recostado con los ojos cerrados, imitándolo.


—También le temía a los truenos —confesó el rubio, tranquilo. Kwangmin se movió y entreabrió los ojos, viendo a Youngmin de cerca, capturando con su vista el movimiento de sus labios y oyendo de cerca su aguda voz—. Me escondía entre las sábanas.


—¿De verdad?


Youngmin jadeó, diciendo que sí.


—Pero ya no tienes miedo —dijo Kwangmin, como si no fuera bastante obvio.


—Exacto —confirmó—. Sólo cierra los ojos y relájate.  Huele la tierra mojada, amabas ese aroma cuando tenías cuatro. Siempre salías desnudo al patio, y sin importar la lluvia dabas vueltas en el jardín.


Kwangmin no lo recordaba. ¿Por qué Youngmin sí? No lo entendía. Apresurado se recostó a un lado de Youngmin y cerró los ojos, concentrado, olfateando de repente un especial perfume.


—Mm, es…


—Es tierra mojada —completó el mayor, oyendo la risa nerviosa de su acompañante y unos truenos escandalosos muy en el fondo.


Kwangmin parecía estar recordando y eso en cierto modo lo hizo sentir tranquilo. Si Kwangmin se portaba así de apacible en casa, entonces no tendría problema si se quedaba una semana más. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).