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FAVORITO (Jo Twincest) por Monnyca16

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Notas del capitulo:

Leí todos los comentarios. No pude contestarlos, pero los tengo presentes. 

Aquí les dejo el cap 1 y veremos un poco a Kwangmin. 

Waaaahh estoy emocionada.

Capítulo 1

 

“Su presencia”

 

El aspecto de Kwangmin era muy diferente al del gemelo mayor. El chiquillo traía el cabello absolutamente negro, era delgaducho y su expresión fenomenológica se conservaba sensible. Su aroma parecía ser una combinación de bombones con dulces de fresa, y aunque su altura fuera tres centímetros más baja que la de Youngmin, ambos seguían viéndose idénticos.

 

Youngmin se había convertido en una persona diferente. Se había teñido el cabello de rubio oscuro y su cuerpo estaba con la musculatura ideal, era más alto por poco y su mirada era imponente. La presencia de Youngmin no era absolutamente nada parecida a la de su hermano a pesar de que eran gemelos idénticos. Quizá el rostro era igual, tal vez los gestos… algunos actos que desde niños poseían y eran semejantes, pero los gustos  parecían ser distintos.

 

Sin decir nada, Kwangmin divisó por completo a su gemelo, percibiendo que ladeaba la cara y le cerraba la puerta en las narices, dejándolo al  otro lado.  Las temblorosas manos de Kwangmin volvieron a dirigirse al timbre, pero Youngmin no le volvió a abrir.

 

Las capacidades del azabache le hicieron  asimilar en esos momentos que su gemelo le había pedido, sin palabras, que se marchara. Lo había corrido sin siquiera escucharlo hablar y aunque le dolía, lo aceptó. Por tal motivo se quedó sentado en el piso con la espalda recargada en la pared más cercana para esperar a que su hermano saliera y de ese modo volverlo a intentar.

 

Kwangmin había buscado como loco a su hermano después de la muerte de su madre y no le había sido fácil llegar hasta él, pero ahí estaba, queriendo volver a tener la conexión de antes. Necesitaba recuperar a su hermano y pedirle disculpas porque sabía que como hermano menor había fallado. Pero en aquel entonces no podía hacer nada, no podía perder a su madre porque  estaba seguro que no soportaría no ser el favorito. Pero ahora que su madre estaba muerta se daba cuenta que necesitaba a su hermano y que debió hacer muchas cosas para incluirlo en la pequeña familia. Quizá era demasiado tarde y complicado, pero quería intentarlo. Quería luchar por Youngmin y no sentirse tan solo. Quería dejar de tener pesadillas todas las noches y ansiaba con todo su corazón crear una excelente relación fraterna.

 

Cuando Kwangmin tenían trece años sufrió mucho al darse cuenta que su hermano se había ido sin dejar rastro. Desde ese momento no supo nada de él y su madre ni siquiera lo había resentido, Kwangmin sí, pero no decía nada. Nunca dijo cómo se sentía realmente, tenía  miedo. Tenía miedo de que su madre dejara de tenerlo como hijo preferido, pero ahora lo entendía todo y quería compensarlo.

 

No estaba bien el favoritismo en los hijos, lo sabía. Su madre debió incluir a Youngmin en todo momento, y aunque pareciera demasiado tarde para comprenderlo, lo hizo, y ahora estaba rogando por al menos un abrazo.

 

¿Qué había sido de Youngmin en esos cinco años? Todo daba a indicar que incluso vivía mejor que Kwangmin.

 

Youngmin estaba muy cambiado. Su semblante era serio y capaz, y su departamento estaba muy bonito, su cuerpo fuerte y sano. Luego, Kwangmin se miró a sí mismo y se comparó. Incluso aunque había tenido mejores oportunidades  que su hermano, no se veía  calificado como él. 

 

Kwangmin era frágil y llorón, le gustaba que lo consintieran y que le tallaran la espalda cuando tomara una ducha. También adoraba dormir abrazado de alguien y comer almendras con chocolate a las cuatro de la mañana. No tenía novia porque era muy inseguro para entablar una conversación con el  sexo opuesto, incluso tampoco tenía amigos porque su madre no quería que se juntara con cualquiera.

 

Kwangmin era simplemente una persona patética a comparación con Youngmin, el que se suponía debía ser ‘el patético’. Sin lugar a dudas, Youngmin parecía estable y seguro de sí mismo a pesar de haber estado sin el vínculo familiar sanguíneo.

 

Youngmin era muy sorprendente para Kwangmin. Era su sueño, su ídolo, y ahora que lo había visto su amor fraternal creció más. Por tal motivo persistió. Ya no quería estar lejos de su hermano y lucharía para quedarse en su casa y darle todo el amor que antes no le dio. Kwangmin se encargaría de decirle diariamente que lo quería y compensaría todo lo que no había hecho en el pasado.

 

Después de tres horas esperando, Kwangmin se percató de que un hombre se acuclillaba y lo veía calmadamente.

 

—¿Kwangmin? —Dong Hyun alzó ambas cejas, asombrado. Si la memoria no le fallaba, recordaba que Youngmin le había comentado que tenía un hermano gemelo, y podía corroborarlo al darse cuenta que esa personita que estaba sentada en el suelo era idéntica a Youngmin, y muy frágil a comparación con él, además.

 

—¿Cómo…?

 

—¿Qué haces aquí? —El más grande lo cortó, frunciendo el ceño.

 

—Yo he venido a recuperar a Youngmin, nuestra madre murió hace un mes y…, quiero volver a comenzar con él. Quiero que las cosas sean como nunca pudieron ser. —Finalizó con un suspiro. El aliento de Kwangmin olía a bombones y  aquello  impactó a Dong Hyun. Ese pequeñito, que debía tener dieciocho años, era más delicado que un cristal y podía ser quebrado con un cortés grito de Youngmin.

 

—¿Ya te ha visto Youngmin? —El chiquillo asintió, encogiéndose más, haciéndose lo suficientemente pequeño para que Dong Hyun entendiera que Youngmin le había cerrado la puerta en la cara.

 

—Creo que está enojado —añadió Kwangmin, mordiéndose el labio inferior. Luego agitó la cabeza, negándose a pensar mal. No quería aceptar que había sido rechazado por su gemelo, y le costaba trabajo asimilarlo.

 

—¡Por supuesto que lo está! —Alzó la voz el otro, apretando la quijada —. ¿Quién te crees que eres para venir aquí después de cinco años? ¿Quién te crees que eres para decir que quieres que todo sea como debió ser, si tú también lo rechazaste desde niños?

 

Los ojos del pequeño se entornaron varias veces, llenándose de lágrimas, que salieron sin ningún aviso. Luego de varios sollozos, la puerta se abrió y se ahí salió Youngmin.

 

—Lárgate —espetó, mirando seriamente a su hermano.

 

Kwangmin aupó la cabeza y se puso de pie, torpemente, lanzándose a su gemelo, abrazándolo casi sin fuerza  y dejando infinidad de lágrimas en la camiseta de éste, que por supuesto, lo empujó con furia, haciéndolo caer al suelo.

 

—He dicho que te largues. —Dicho eso, giró sobre sus talones y cerró la puerta con llave.

 

Dong Hyun ayudó al chiquillo a levantarse del suelo. Kwangmin se había lastimado la pierna y raspado el codo, pero estaba en blanco, buscando asimilar lo acontecido.

 

Preocupado, Dong lo llevó a su casa. Lo cargó hasta el sillón y fue por el botiquín de emergencias, que estaba decorado llamativamente con una cruz roja en la caja. Con calma, comenzó a curarle la poca sangre que salía, hasta dejarlo casi como nuevo.

 

—Deberías irte, Youngmin no te quiere aquí —se sinceró, dirigiéndose a la cocina para preparar un chocolate caliente.

 

—Él debería quererme…

 

—¿Debería? ¿Por qué debería? —Dong se burló, dejándolo perplejo.

 

Kwangmin se recostó en el sillón y se puso a pensar. La verdad era que su hermano tenía todo el derecho a odiarlo, pero aun así necesitaba darle confianza y verlo…, porque si no lo hacía se sentiría más culpable. Y Kwangmin no quería sentirse culpable, no quería volverse a equivocar, simplemente deseaba hacer sentir a su hermano como en familia.

 

—Yo trabajaré duro para recuperarlo —musitó, ronroneando, hasta cansarse y quedarse dormido luego de sentirse débil.

 

 

 

*

 

*

 

Al día siguiente por la tarde, Dong Hyun recibió una visita a su departamento. Youngmin entró en pausas y detectó a su hermano.

 

—¿Qué hace aquí?

 

—Lo lastimaste, se puso a llorar mucho y luego se quedó dormido —contó eficazmente, dándole un codazo al rubio.

 

—Dile que se largue, no quiero tenerlo cerca.

 

—Él dice que ha venido para recuperarte y parece muy decidido. Es muy flaco y parece quebrarse rápido, ¿no te da ‘costita’?

 

—¿Cosita? —Abrió mucho los ojos, negándose.

 

—Lo empujaste, e incluso con ese simple golpe le sacaste sangre y lo dejaste adolorido. Es muy debilucho, no sería bueno que le hicieras lo mismo que él te hizo a ti —comentó, pensando a fondo las cosas, viendo que Youngmin se tensaba.

 

—¿De qué estás hablando? —Cuestionó pálido, estático, frío. Se comenzaba a sentir raro al hablar de su pasado con su hermano a unos metros de distancia. No tenía problemas para hablar sobre temas dolorosos, pero le parecía estúpido hacerlo con Kwangmin ahí.

 

—No te conviertas en algo que no eres. Si tu hermano te abandonó cuando eran niños, ¿tú también lo harás? No crees que es injusto que seas igual que ellos. Tú no eres así, así que deberías… dejarlo al menos dormir en tu casa por una semana para que no se sienta tan culpable. Dijo que su madre murió, y parece triste.

 

Cargado de ironía, Youngmin torció los labios en una media sonrisa. —No, gracias.

 

—Es por una semana, Youngmin. Déjalo que se quede en tu departamento por una semana y después si quieres le dices que no quieres saber nada de él, pero por el momento no lo desampares. El chiquillo no lleva nada consigo y te apuesto a que ni siquiera ha comido. ¿No te hace sentir triste eso?

 

Youngmin sabía que Dong estaba preocupado, pero Kwangmin había sido parte de su vida desgraciada y no podía tenerlo cerca, no lo soportaba, no lo quería. Youngmin sabía que sería difícil convivir con su hermano después de lo ocurrido, porque nada podía ser como antes, nada podía olvidarse tan fácilmente. Youngmin no era nadie para juzgar, pero simplemente era difícil y ridículo al mismo tiempo.

 

—No. Si come o deja de comer no es de mi incumbencia. No es mi problema, Dong. —Echó una miradilla a Kwangmin y volvió a negarse para sí mismo. No podía, aunque quisiera no podría soportar tenerlo cerca. Al final de cuentas guardaba mucho rencor.

 

—Es tu hermano. Es tu hermano gemelo y al parecer está muy mal criado. Creo que vivir con su madre le afectó porque no es fuerte y es muy niño. Joder, Youngmin… huele a dulces. ¿Quién huele a dulces a los dieciocho años? No tiene fuerza y se comporta como un bebé. Sólo míralo dormido y verás. —Señaló el cuerpecillo del tercer muchacho. Kwangmin tenía la boca media abierta y sacaba de entre sus labios suspiros tranquilos. Estaba durmiendo como un bebé.

 

Youngmin arrugó la frente y volvió a negarse.

 

—No lo soporto —dictaminó, cruzándose de brazos —. No me gusta su presencia.

 

—Sólo por una semana, no puedes abandonar a la gente así. Eso yo no te lo he enseñado —agregó con firmeza—. Mi abuela no nos ha enseñado eso —suspiró, y por un instante se dio por vencido, dejando a Youngmin cavilar un poco.

 

Y era malditamente cierto. Dong Hyun y la abuela no le habían enseñado a ser así, aquellas personas lo había acogido y ayudado a pasar hasta la preparatoria. Youngmin no tenía el corazón para abandonar a las personas tal y como lo habían abandonado a él. Sabía lo que se sentía ser un cero a la izquierda para la propia familia,  pero tampoco significaba que lo recibiría de buenas a primeras. Se propuso entonces a sólo darle hogar hasta que consiguiera algo y se fuera para siempre. 

 

—De acuerdo, sólo por una semana y luego que se largue —declaró más relajado, exhausto.

 

Dong aplaudió por lo bajo y comenzó a hacer la cena. No dejaría que Youngmin cenara a solas con su hermano; quizá discutirían, por ello era mejor cenar juntos.

 

Cuando la cena estuvo lista, Kwangmin se levantó como por arte de magia. El olor había entrado por sus fosas nasales, y eso obligó a que las tripas le rugieran.

 

Youngmin lo vio pararse como un niño, tallándose los ojos con los puños y tambaleándose a cada paso que daba, hasta  mecerse varias veces y volver a caer sentado en el sillón. Abrió la boca para bostezar y se recostó nuevamente, esta vez suspirando calmadamente y gimiendo  a cada segundo, deleitándose con el aroma que yacía de la cocina y que se esparcía por toda la sala.

 

—La cena está lista —musitó el más grande, dirigiéndose a la sala para levantar a Kwangmin. Éste sonrió y se acurrucó en el pecho de Dong, olfateándolo y disfrutando el olor impregnado de la cocina, hasta abrir los ojos y mirar a su alrededor, encontrándose con Youngmin que lo miraba fijamente, sin emitir parpadeos. Fácilmente se separó de Dong Hyun y corrió hasta su hermano mayor, abrazándolo cálidamente, plantándole  un beso en la mejilla y sonriendo, deteniéndose sólo hasta que Youngmin le sujetó fuerte y lo alejó bruscamente.

 

—Lo lamento —dijo, agachando la cabeza y jugando con sus torpes manos, nervioso —. Hueles muy bien —añadió, acurrucándose de nuevo en el pecho de su hermano.

 

Dong observó todo y se rió quedito, no creyendo que Youngmin tuviera a un hermano tan adorable. Kwangmin era muy dulce e ingenuo. Se abrazaba a la gente con facilidad y olía a dulces, quizá Youngmin batallaría mucho con él al transcurrir la semana.

 

Sin más, los tres se fueron a la mesa, comenzando a comer  lo que había en sus platos. Kwangmin hacía muchos ruiditos jadeantes por lo buena que estaba la comida, se manchaba las comisuras de los labios y luego las apartaba lamiéndose lentamente, como todo niño hambriento entusiasmado con la cena. Por otro lado estaban los otros dos que lo miraban expectantes, dándose cuenta que Kwangmin en verdad sería un problema si llegara, por alguna extraña razón, a conocer a los amigos de Youngmin.

 

Nadie se comportaba como él a los dieciocho años, pero al parecer para el pequeño era lo más normal del mundo, incluso se chupaba los dedos con los que tocaba la comida, todo de una manera inocente y fugaz.

 

—¿Entonces me dejarás dormir en tu casa? —Inquirió,  acurrucándose en el hombro de su hermano. Youngmin se alejó un poco, quitándoselo  de encima —. ¿En tu cama?

 

—¿Qué? ¡No!

 

Dong Hyun abrió mucho los ojos, viendo  que Youngmin estaba muy confundido por el último cuestionamiento, pero esperó a que al menos le contestara algo  reconfortante.

 

—Pero…tengo miedo cuando me duermo solo —comentó entristecido —. Yo quiero dormir contigo, en tu cama, como antes ¿te acuerdas?

 

Los ojos de Youngmin se oscurecieron tras recordar. Cuando eran muy pequeños y la familia estaba en equilibrio compartían la cama, pero actualmente Youngmin odiaba compartir la cama con alguien, ni siquiera con Dong Hyun la compartía, pero Kwangmin pensaba que a su edad era lo más natural del mundo y más si era con su hermano mayor. Pero ¿Estaba consciente de que tenía dieciocho años y no cinco? Kwangmin parecía estar estancado en la etapa de la niñez.

 

—En mi cama no —refutó, parándose de la mesa y alejándose cruelmente del chiquillo que caminaba sigilosamente para volver a colgarse de su cuello, como en toda la cena. Youngmin respiró hondo, quedándose estático al sentir el escuálido cuerpo de su gemelo recargarse en el suyo.

 

—Por favor, Youngminnie —canturreó, besándolo en la mejilla hasta quedar con la cabeza reposando en el hueco entre su cuello y hombro.

 

Youngmin cerró los ojos con molestia y de un empujón lo volvió a apartar.

 

—¡Qué no, he dicho que no! —Vociferó colérico, causando que  los ojos de Kwangmin se llenaran de  lágrimas, como antes, reflejando lo sensible que era.  

 

—¡Oh no! —Dong Hyun se fue inmediatamente de su propio departamento, sordeándose y dejando al gemelo mayor con toda la carga.

 

 Cuando Kwangmin se ponía sentimental dramatizaba demasiado y hacía berrinche, así que mejor prefería irse, puesto que horas antes lo vivió y le costó mucho trabajo lograr que dejara de lagrimear

 

Percatándose de la privacidad  en un departamento que no le correspondía, Youngmin dejó a Kwangmin  tirado en el suelo y se fue a sentar a un sofá, ignorándolo totalmente, incluso leyendo una revista de moda que Dong Hyun compraba cada mes.

 

Al ver que no recibía atención, Kwangmin se levantó y se fue a sentar en las piernas de su hermano, arrebatándole la revista y lanzándola al suelo hasta acurrucándose en su pecho y quedarse dormido automáticamente al sentir la piel tibia.

 

Parecía irreal para Youngmin, pero su hermano se dormía muy fácilmente. Quiso apartárselo, pero Kwangmin era demasiado frágil, y si lo tumbaba al suelo lo más probable era que se rompiera un brazo o una pierna, y no quería sentirse culpable de nada,  por eso mejor dejó que hiciera lo que deseaba.

 

*

 

Después de una hora soportando el menudo cuerpo de su hermano, Youngmin bufó, aleteando sus fosas nasales y resistiéndose a tumbarlo al piso. Tuvo que recurrir a su fuerza mental para arriesgarse a tomar a Kwangmin y hacerlo a un lado.

 

El aroma que despedía su gemelo era mayormente dulce y le estresaba olerlo estando tan cerca. Odiaba que se comportara tan débil a pesar de tener la mayoría de edad. Odiaba la ingenuidad con la que estaba hecho. Odiaba todo de él, incluso los besos que le dejaba en la mejilla y los abrazos que le daba. No lo soportaba.

 

Luego de librarse del chiquillo, se puso de pie y se dirigió a la puerta, encontrándose con Dong Hyun.

 

—¿Cómo está? —Interrogó apenas entrando a su departamento.

 

Youngmin señaló el sillón, notando que su hermano se despertaba y se ponía de pie  para correr de nuevo a sus brazos. Eso le irritaba mucho. Odiaba a la gente infantil y Kwangmin era jodidamente aniñado y delicado. ¿Cómo se suponía que lo dejaría dormir en su departamento si se comportaba como un niño de cinco años? Para Youngmin, su gemelo menor era inservible. Totalmente patético.

 

Para cuando Dong Hyun abrió la boca en total asombro, Kwangmin ya estaba abrazando de nuevo a Youngmin.

 

—¡Esto! —Explayó el rubio, señalando el empalagoso abrazo que le daba Kwangmin —. ¡Está molestándome!

 

—Oye, tranquilo, Youngmin… Enojarte no llevará a nada bueno —espetó Dong, defendiendo al pequeño. Kwangmin asintió rápido, ronroneando, pero le duró poco el cariño al sentir que era alejado bruscamente, como siempre.

 

De nuevo Youngmin pintaba su raya y era muy frío cuando algo así pasaba. Kwangmin no estaba acostumbrado a que la gente lo rechazara y le dolía mucho. Como consecuencia, Kwangmin comenzó a llorar de nuevo, silenciosamente y absolutamente acobardado, logrando que el límite de Youngmin llegara.

 

Era totalmente inaudito que Kwangmin fuera tan chiflado, no sería nada bueno que se pusiera a llorar cuando alguien le levantara la voz, eso era para perdedores, y no se suponía que su gemelo fuese un perdedor.

 

—Primero, te callas —Youngmin demandó, mirando directamente al azabache, sintiendo un escalofrío al verlo muy encogido—. Y segunda, si no te callas y dejas de comportarte como un bebé, te largas ahora mismo.

 

Al oír, automáticamente, Kwangmin se limpió las lágrimas y se calmó. Al menos era fácil para Youngmin ya que su hermano entendía al primer o segundo regaño, pero, ¿quién demonios era Youngmin para reprenderlo? ¿Qué derecho tenía? Quizá los unía un lazo fraternal, pero eso con el tiempo había desaparecido y sinceramente Youngmin lo miraba como un desconocido y no como un familiar.

 

—Yo…—Kwangmin trató de opinar, no obstante, su hermano levantó una mano para callarlo. Escucharle la voz le frustraba más; sonaba tan fina que lo hacía pensar que lo trataba de preocupar para que cuidara de él. Se notaba que Youngmin pensaba que todo el drama y los lloriqueos de Kwangmin eran pura farsa sólo para salirse con la suya, pero eso con el tiempo se descubriría mejor.

 

—No hables. No quiero que hables —dijo, casi rogándole para que hiciera lo que deseaba—. ¿Tienes a dónde ir? —El azabache negó, apuradísimo —. Supongo que quieres  que te deje dormir en mi casa por un tiempo estimado ¿o no? —Kwangmin asintió rápido, sonriendo y abriendo los ojos con bastante ilusión —. De acuerdo. Una semana y te largas para siempre. ¿Reglas? —Inquirió, pensando un poco. Kwangmin abrió la boca, callado todavía —. No dormirás en mi cama ni conmigo, no te me acercarás y no hablarás; no te quiero escuchar. Piensa de una vez en qué lugar te vas a quedar después de que pase una semana.

 

El rostro de Dong Hyun se paralizó.

 

Kwangmin rodó los ojos, pero logró asentir, diciendo de ese modo que estaba de acuerdo.

 

Desde esos momentos Kwangmin no habló y ni siquiera se acercó a su hermano. Mantuvo distancia de dos metros y eso lo hacía sentir triste. Pero a pesar de todo, sabía que su hermano lo odiaría después de lo acontecido. Y lo respetaba.

 

La misión de Kwangmin simplemente era lograr que ambos volvieran a llevarse mejor, sin importar que fuesen totalmente diferentes, sin importar los malos momentos. Deseaba vivir el presente y entre los dos superar el negativo pasado que hasta el momento los seguía persiguiendo.  

Notas finales:

Siempre había querido escribir a alguien muy infantil y adorable, ya verá cuán adorable es Kwangmin. Tengo pensados los siguientes caps y me encantan, son muy divertidos. 

Dejen su amor si les gustó. Los amo. Gracias por leer.


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