Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Flores para mi gato por Zwaning

[Reviews - 25]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Es el primer SeXing que escribo. Espero le puedan dar una oportunidad♥.

Notas del capitulo:

Este fic se desarrolla en China por lo que voy a utilizar los nombres chinos. Por si acaso no sepan sus nombres por aquí los dejo:

-Can Lie = Chan Yeol

-Shi Xun = Se Hun

Si aparecen otros más ya les estaré avisando, como ahora.

Y nada, disfruten♥. 

 

Regresar a casa después de un día de trabajo siempre había sido lo mejor. Escuchar mi música preferida mientras conducía me relajaba y sobre todo, cuando atravesaba la puerta de mi casa instantáneamente aparecía una sonrisa en mi rostro; ya que me dabas la bienvenida. Aunque había veces en las que te encontraba durmiendo. Yo trataba de terminar lo más rápido posible con lo que me pedían. Daba igual, porque tenía una hora de salida específica, que era a las cinco de la tarde, aun así, no me importaba. Siempre daba lo mejor de mí en cada proyecto que se presentaba.


Pero en los últimos días ni siguiera quería volver a casa, incluso quise quedarme a horas extras. Mis compañeros, en el primer día que mis ánimos se pusieron por los suelos, se quedaron extrañados al ver que no me iba con las mismas ganas que días anteriores. Y en el momento que me preguntaron qué es lo que había sucedido, yo respondí, como siempre, con la verdad.


Fue la peor semana.


Los más cercanos a mí me dijeron que lo lamentaban, aunque no sentí que realmente fueran sinceros. Y los otros, pues bueno, me dijeron que por algo así no debía ponerme de ese modo. No los culpe, ellos no sabían nada de él. Nunca les conté y al parecer ellos pensaron que era una simple más mascota.


Mascota.


Era más que eso.


Noah era mi familia.


Mis padres murieron cuando yo tenía quince años, por lo que me quedé viviendo en la casa de mis únicos tíos. Tuve que esforzarme para poder mantener mi buen promedio en los estudios; ya que trabajaba por las tardes, yo no quería ser una carga y mis tíos aceptaron eso. Aunque no necesitaba trabajar, mis padres siempre fueron unas personas muy prevenidas, fue por eso que me dejaron con un seguro. Así pasaron los años y en el momento que ingrese a la universidad, ellos me dejaron volver a mi casa diciendo que ahí es donde debía estar. Pero, poco tiempo después, ellos también fallecieron.


Era como si la desgracia me persiguiera. Como si me dijera que iba a estar solo para siempre.


Entonces lo conocí.


Fue en mi primer año como universitario que encontré a Noah en una pequeña caja de cartón al lado de una calle, estaba nevando. Apenas tendría unos cuatro meses. No pude soportar dejarlo ahí a su suerte, así que lo lleve a casa y luego a una veterinaria, ya que yo no sabía nada sobre los cuidados que se le tienen que dar a un gato. Fue así como desde ese día Noah se convirtió en mi familia.


Al principio era difícil. Deje de trabajar para poder cuidar de Noah, total, el dinero del seguro era más que suficiente para poder vivir. Con el tiempo llegamos a una rutina que no era para nada aburrida, siempre había algo que él hacía que me sacaba una sonrisa.


Pero.


Nunca imagine que este día vendría luego de cinco años.


La mañana del dieciocho de diciembre se convirtió en una de las fechas más odiada para mí. Era día de trabajo, y yo,  como todas las mañanas, fui a llenar el plato de galletas para que Noah pudiera alimentarse. Cuando noté que no venía, pensé que había salido –últimamente hacía eso y no me agradaba mucho-. Tenía miedo de que algo le pudiera pasar.


Fue terrible enterarme que mis sospechas se hicieron realidad.


Al abrir la puerta, lo primero que vi fue a Noah tirado. Y al igual que el día en que lo encontré, estaba nevando, por lo que encima de su pequeño cuerpo se había acumulado la nieve. Las lágrimas salieron al instante de mis ojos y sin pensarlo, me arrodillé quedándome ahí por unos minutos.


Y lloré.


Lloré como cuando tuve quince años.


 


*


 


Ya habían pasado cinco días desde la muerte de Noah y cuatro del entierro. En Beijing se encontraba ¨El paraíso de los animales¨, un lugar amplio y, por así decirlo, bonito. Apenas ocurrido lo de Noah llamé a la funeraria, ya no quería ver a mi gato en ese estado.


No podía verlo así.


Hoy debí ir a trabajar pero era el aniversario de la empresa y habían realizado una fiesta. Yo no estaba con ánimos para eso, por lo que se lo comuniqué a mi jefe y me dijo que si quería podía faltar. Así que decidí no ir y en vez de eso salir, despejar mi mente.


Caminando por las calles de Haidian, solo algunas tiendas tenían uno que otro adorno por navidad. Me llamó la atención una tienda de flores llamada ¨Exo¨, tenía varios adornos navideños. Era raro ver tiendas adornadas de esa forma y menos una donde se vendían flores.


Tardé unos segundos en recordar que no había llevado flores a Noah, aparte del día del entierro. Hoy era ‘perfecto’ para ir.


Entré a la tienda y al instante sonó una campanita avisando que tenían un nuevo cliente. Quedé fascinado con el lugar, las flores estaban arregladas de una manera espectacular y acompañado de la música de fondo, hacía que no quisieras irte del lugar. Era todo un ambiente ¨familiar¨.


Un chico sonriente –más alto que yo- se acercó hacía mí y se inclinó.


-¡Bienvenido a Exo! Mi nombre es Can Lie –me dijo alegre. No recordaba haber conocido una persona tan alegre como la que estaba en frente mío.


-Gracias… -dije inclinándome sin saber que más decir.


-Hey, le puedo ayudar a escoger las flores ¿para quién están dedicadas?


Noté que le costó realizar aquella frase. Debía de ser extranjero.


El chico alto, aun con su sonrisa, no apartaba su mirada. Era un poco perturbador, no estaba acostumbrado a que las personas sonrieran de esa forma. Fue raro.


­-Sí, por favor,  quiero… flores para mi gato.


-¿Eh? Uhm… espere por un momento ¿sí?


-Esta bien.


Asentí varias veces mientras miraba al chico alejarse hacia la esquina del local. En esa parte se encontraba otro chico arreglando un ramo, me sorprendí; ya que no lo había notado. Eran igual de altos, aunque el otro era rubio.


Me acerqué a leer las tarjetas del mostrador, eran muy llamativas. Tal vez compraría algunas para este año nuevo. Cuando estaba por acabar de leer la primera tarjeta pude escuchar claramente lo que decían. Habían elevado el volumen de sus voces, supuse que pensaron que no los entendería.


Hablaban en coreano.


-Enserio, aun debo mejorar mi chino. 


-Chan Yeol, te lo dije varias veces.  


-Lo sé. Dudo que haya dicho para su gato, ¿qué opinas, Se Hun?


-Pregúntale de nuevo.


El chico alto llamado Can Lie no me había entendido. Ahí me di cuenta que cuando se alejó tenía un rostro de confusión, debí suponerlo.


Solté una suave risa.


-Claro que dije gato.


Tuve que elevar mi voz, ya que nos encontrábamos en cada esquina del local. Ellos voltearon a verme inmediatamente. Fue divertido, era como si los hubieran pillado en plena travesura.


-¿Qué les dije sobre hablar en coreano? ¡Tienen que hablar en chino aunque se encuentren solos! ¡Oh! Un cliente.


Mi vista se posó sobre el joven que acababa de entrar, que al parecer los estaba regañando. Era el más bajo de todos. Se acercó –avergonzado- a mí y se disculpó.


-Soy Xiu Min, el dueño de la florería.


-Un gusto, yo… solo, un cliente.


Se veía muy joven para ser el jefe, pero bueno, quizá solo lo aparentaba o tal vez no.


Los dos chicos también se acercaron y nos hicieron una reverencia a ambos. Supuse que con el dueño por no hacerle caso y conmigo por… ¿no atenderme? O por no haber comprendido lo que le dije. No estaba muy seguro.


­-¿Ya le atendieron?


-Están en eso. Creo.


Miré a ambos chicos y el de cabello marrón miraba para todos lados, era obvio que estaba nervioso.


-Ya veo. Shi Xun, atiende al joven. Can Lie, ven conmigo –dijo el más bajo mientras soltaba un pequeño suspiro.


El dueño de la florería y el chico que me atendió en primer momento desaparecieron por la puerta que decía ¨Solo personal autorizado¨. La culpa se hizo presente en mí. Si no hubiera hablado en coreano les hubiera ahorrado este problema a estos chicos. ¿Y si lo despiden? Yo solo quería flores y ¿qué conseguí? que despidieran al pobre chico.


-Tranquilo, no le hará nada.


Sorprendido giré un poco para ver al chico que se había quedado conmigo. Pensé que iba a estar molesto conmigo por haberles ocasionado un problema, pero en vez de eso me estaba sonriendo ligeramente, pero seguía siendo una sonrisa. Supuse que eso era bueno.


-¿Seguro? –Consulté –por si acaso-.


-Sí –dijo, al escucharlo me tranquilice. -Por cierto, mi nombre es Shi Xun. Mucho gusto.


-Yi Xing –respondí de manera inmediata, no sabía porque le dije mi nombre. Ni siquiera se lo había dado al dueño.


Caminó hacia donde estaban las flores, yo lo seguí y se hizo a un lado para que pueda verlas. -¿Cuál prefiere?


-Oh, quiero las celestes.


-¿Combinadas?


-Sí. Por favor.


El chico, Shi Xun, siguió preguntando varias cosas con respecto al tamaño, el precio y otros detalles más del ramo. Una vez que terminó de arreglarlo lo colocó encima del mostrador y se acercó hacia mí.


-¿Esta bien así?


¿Si estaba bien? ¿Era una burla?


Era el ramo más bello que había visto en mi vida. Todo estaba en sincronía, los colores, las formas de las diferentes flores. Este era un ramo que Noah merecía. En ese mismo instante me dije a mí mismo que debería volver a comprar flores para mis padres y mis tíos.


-¡Está perfecto! –exclame y sonreí ampliamente. Desde que Noah murió no había sonreído de tal forma, pero en ese momento salió naturalmente.


-Oh… Me alegro. Uh, debió ser un gato muy amado.


-Quiero creer eso.


-Yo… Lo siento mucho por su perdida.


Sus palabras hicieron que mi vista volviera a él, ya que segundos atrás estaba mirando el ramo. Aunque Shi Xun era un chico al cual recién acababa de conocer, sentí que lo dijo con toda sinceridad del mundo. Nadie me lo había dicho de tal manera, tampoco quería que alguien me lo dijera; porque ya sabía cómo iba a reaccionar. No quería eso.


Pero.


Mis lágrimas cayeron sin yo poder hacer algo para evitarlas.


-No quise… Lo siento.


El chico, asustado, trataba de tranquilizarme pero yo no podía para de llorar. Escuchar esas palabras fue mi momento de debilidad, debido a que el sentimiento de que nuevamente iba a estar solo regresó a mi memoria. Pero antes de que mi llanto se hiciera más fuerte pude escuchar unas voces.


-¡Xiu Min hyung! ¡Se Hun hizo llorar al cliente!


-¿Qué? ¡No! ¡Chan Yeol! ¡Es una confusión!


-¡Se Hun! ¡¿Pero qué?! Chan Yeol, trae un vaso con agua y unos chocolates que están en mi oficina.


-Ahora mismo, hyung.


Definitivamente este no era mi día y tampoco el de los dos chicos. 


Regresar a casa después de un día de trabajo siempre había sido lo mejor. Escuchar mi música preferida mientras conducía me relajaba y sobre todo, cuando atravesaba la puerta de mi casa instantáneamente aparecía una sonrisa en mi rostro; ya que me dabas la bienvenida. Aunque había veces en las que te encontraba durmiendo. Yo trataba de terminar lo más rápido posible con lo que me pedían. Daba igual, porque tenía una hora de salida específica, que era a las cinco de la tarde, aun así, no me importaba. Siempre daba lo mejor de mí en cada proyecto que se presentaba.


Pero en los últimos días ni siguiera quería volver a casa, incluso quise quedarme a horas extras. Mis compañeros, en el primer día que mis ánimos se pusieron por los suelos, se quedaron extrañados al ver que no me iba con las mismas ganas que días anteriores. Y en el momento que me preguntaron qué es lo que había sucedido, yo respondí, como siempre, con la verdad.


Fue la peor semana.


Los más cercanos a mí me dijeron que lo lamentaban, aunque no sentí que realmente fueran sinceros. Y los otros, pues bueno, me dijeron que por algo así no debía ponerme de ese modo. No los culpe, ellos no sabían nada de él. Nunca les conté y al parecer ellos pensaron que era una simple más mascota.


Mascota.


Era más que eso.


Noah era mi familia.


Mis padres murieron cuando yo tenía quince años, por lo que me quedé viviendo en la casa de mis únicos tíos. Tuve que esforzarme para poder mantener mi buen promedio en los estudios; ya que trabajaba por las tardes, yo no quería ser una carga y mis tíos aceptaron eso. Aunque no necesitaba trabajar, mis padres siempre fueron unas personas muy prevenidas, fue por eso que me dejaron con un seguro. Así pasaron los años y en el momento que ingrese a la universidad, ellos me dejaron volver a mi casa diciendo que ahí es donde debía estar. Pero, poco tiempo después, ellos también fallecieron.


Era como si la desgracia me persiguiera. Como si me dijera que iba a estar solo para siempre.


Entonces lo conocí.


Fue en mi primer año como universitario que encontré a Noah en una pequeña caja de cartón al lado de una calle, estaba nevando. Apenas tendría unos cuatro meses. No pude soportar dejarlo ahí a su suerte, así que lo lleve a casa y luego a una veterinaria, ya que yo no sabía nada sobre los cuidados que se le tienen que dar a un gato. Fue así como desde ese día Noah se convirtió en mi familia.


Al principio era difícil. Deje de trabajar para poder cuidar de Noah, total, el dinero del seguro era más que suficiente para poder vivir. Con el tiempo llegamos a una rutina que no era para nada aburrida, siempre había algo que él hacía que me sacaba una sonrisa.


Pero.


Nunca imagine que este día vendría luego de cinco años.


La mañana del dieciocho de diciembre se convirtió en una de las fechas más odiada para mí. Era día de trabajo, y yo,  como todas las mañanas, fui a llenar el plato de galletas para que Noah pudiera alimentarse. Cuando noté que no venía, pensé que había salido –últimamente hacía eso y no me agradaba mucho-. Tenía miedo de que algo le pudiera pasar.


Fue terrible enterarme que mis sospechas se hicieron realidad.


Al abrir la puerta, lo primero que vi fue a Noah tirado. Y al igual que el día en que lo encontré, estaba nevando, por lo que encima de su pequeño cuerpo se había acumulado la nieve. Las lágrimas salieron al instante de mis ojos y sin pensarlo, me arrodillé quedándome ahí por unos minutos.


Y lloré.


Lloré como cuando tuve quince años.


 


*


 


Ya habían pasado cinco días desde la muerte de Noah y cuatro del entierro. En Beijing se encontraba ¨El paraíso de los animales¨, un lugar amplio y, por así decirlo, bonito. Apenas ocurrido lo de Noah llamé a la funeraria, ya no quería ver a mi gato en ese estado.


No podía verlo así.


Hoy debí ir a trabajar pero era el aniversario de la empresa y habían realizado una fiesta. Yo no estaba con ánimos para eso, por lo que se lo comuniqué a mi jefe y me dijo que si quería podía faltar. Así que decidí no ir y en vez de eso salir, despejar mi mente.


Caminando por las calles de Haidian, solo algunas tiendas tenían uno que otro adorno por navidad. Me llamó la atención una tienda de flores llamada ¨Exo¨, tenía varios adornos navideños. Era raro ver tiendas adornadas de esa forma y menos una donde se vendían flores.


Tardé unos segundos en recordar que no había llevado flores a Noah, aparte del día del entierro. Hoy era ‘perfecto’ para ir.


Entré a la tienda y al instante sonó una campanita avisando que tenían un nuevo cliente. Quedé fascinado con el lugar, las flores estaban arregladas de una manera espectacular y acompañado de la música de fondo, hacía que no quisieras irte del lugar. Era todo un ambiente ¨familiar¨.


Un chico sonriente –más alto que yo- se acercó hacía mí y se inclinó.


-¡Bienvenido a Exo! Mi nombre es Can Lie –me dijo alegre. No recordaba haber conocido una persona tan alegre como la que estaba en frente mío.


-Gracias… -dije inclinándome sin saber que más decir.


-Hey, le puedo ayudar a escoger las flores ¿para quién están dedicadas?


Noté que le costó realizar aquella frase. Debía de ser extranjero.


El chico alto, aun con su sonrisa, no apartaba su mirada. Era un poco perturbador, no estaba acostumbrado a que las personas sonrieran de esa forma. Fue raro.


­-Sí, por favor,  quiero… flores para mi gato.


-¿Eh? Uhm… espere por un momento ¿sí?


-Esta bien.


Asentí varias veces mientras miraba al chico alejarse hacia la esquina del local. En esa parte se encontraba otro chico arreglando un ramo, me sorprendí; ya que no lo había notado. Eran igual de altos, aunque el otro era rubio.


Me acerqué a leer las tarjetas del mostrador, eran muy llamativas. Tal vez compraría algunas para este año nuevo. Cuando estaba por acabar de leer la primera tarjeta pude escuchar claramente lo que decían. Habían elevado el volumen de sus voces, supuse que pensaron que no los entendería.


Hablaban en coreano.


-Enserio, aun debo mejorar mi chino. 


-Chan Yeol, te lo dije varias veces.  


-Lo sé. Dudo que haya dicho para su gato, ¿qué opinas, Se Hun?


-Pregúntale de nuevo.


El chico alto llamado Can Lie no me había entendido. Ahí me di cuenta que cuando se alejó tenía un rostro de confusión, debí suponerlo.


Solté una suave risa.


-Claro que dije gato.


Tuve que elevar mi voz, ya que nos encontrábamos en cada esquina del local. Ellos voltearon a verme inmediatamente. Fue divertido, era como si los hubieran pillado en plena travesura.


-¿Qué les dije sobre hablar en coreano? ¡Tienen que hablar en chino aunque se encuentren solos! ¡Oh! Un cliente.


Mi vista se posó sobre el joven que acababa de entrar, que al parecer los estaba regañando. Era el más bajo de todos. Se acercó –avergonzado- a mí y se disculpó.


-Soy Xiu Min, el dueño de la florería.


-Un gusto, yo… solo, un cliente.


Se veía muy joven para ser el jefe, pero bueno, quizá solo lo aparentaba o tal vez no.


Los dos chicos también se acercaron y nos hicieron una reverencia a ambos. Supuse que con el dueño por no hacerle caso y conmigo por… ¿no atenderme? O por no haber comprendido lo que le dije. No estaba muy seguro.


­-¿Ya le atendieron?


-Están en eso. Creo.


Miré a ambos chicos y el de cabello marrón miraba para todos lados, era obvio que estaba nervioso.


-Ya veo. Shi Xun, atiende al joven. Can Lie, ven conmigo –dijo el más bajo mientras soltaba un pequeño suspiro.


El dueño de la florería y el chico que me atendió en primer momento desaparecieron por la puerta que decía ¨Solo personal autorizado¨. La culpa se hizo presente en mí. Si no hubiera hablado en coreano les hubiera ahorrado este problema a estos chicos. ¿Y si lo despiden? Yo solo quería flores y ¿qué conseguí? que despidieran al pobre chico.


-Tranquilo, no le hará nada.


Sorprendido giré un poco para ver al chico que se había quedado conmigo. Pensé que iba a estar molesto conmigo por haberles ocasionado un problema, pero en vez de eso me estaba sonriendo ligeramente, pero seguía siendo una sonrisa. Supuse que eso era bueno.


-¿Seguro? –Consulté –por si acaso-.


-Sí –dijo, al escucharlo me tranquilice. -Por cierto, mi nombre es Shi Xun. Mucho gusto.


-Yi Xing –respondí de manera inmediata, no sabía porque le dije mi nombre. Ni siquiera se lo había dado al dueño.


Caminó hacia donde estaban las flores, yo lo seguí y se hizo a un lado para que pueda verlas. -¿Cuál prefiere?


-Oh, quiero las celestes.


-¿Combinadas?


-Sí. Por favor.


El chico, Shi Xun, siguió preguntando varias cosas con respecto al tamaño, el precio y otros detalles más del ramo. Una vez que terminó de arreglarlo lo colocó encima del mostrador y se acercó hacia mí.


-¿Esta bien así?


¿Si estaba bien? ¿Era una burla?


Era el ramo más bello que había visto en mi vida. Todo estaba en sincronía, los colores, las formas de las diferentes flores. Este era un ramo que Noah merecía. En ese mismo instante me dije a mí mismo que debería volver a comprar flores para mis padres y mis tíos.


-¡Está perfecto! –exclame y sonreí ampliamente. Desde que Noah murió no había sonreído de tal forma, pero en ese momento salió naturalmente.


-Oh… Me alegro. Uh, debió ser un gato muy amado.


-Quiero creer eso.


-Yo… Lo siento mucho por su perdida.


Sus palabras hicieron que mi vista volviera a él, ya que segundos atrás estaba mirando el ramo. Aunque Shi Xun era un chico al cual recién acababa de conocer, sentí que lo dijo con toda sinceridad del mundo. Nadie me lo había dicho de tal manera, tampoco quería que alguien me lo dijera; porque ya sabía cómo iba a reaccionar. No quería eso.


Pero.


Mis lágrimas cayeron sin yo poder hacer algo para evitarlas.


-No quise… Lo siento.


El chico, asustado, trataba de tranquilizarme pero yo no podía para de llorar. Escuchar esas palabras fue mi momento de debilidad, debido a que el sentimiento de que nuevamente iba a estar solo regresó a mi memoria. Pero antes de que mi llanto se hiciera más fuerte pude escuchar unas voces.


-¡Xiu Min hyung! ¡Se Hun hizo llorar al cliente!


-¿Qué? ¡No! ¡Chan Yeol! ¡Es una confusión!


-¡Se Hun! ¡¿Pero qué?! Chan Yeol, trae un vaso con agua y unos chocolates que están en mi oficina.


-Ahora mismo, hyung.


Definitivamente este no era mi día y tampoco el de los dos chicos. 

Notas finales:

Gracias por leer♥.

Sus comentarios, si quieren dejar, me harían feliz xD

Por otra parte espero hayan pasado una feliz navidad con sus seres queridos, llena de todo lo positivo y así :D 

¡Saludos! ♥


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).