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Elecciones equivocadas por SunaLove51

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Notas del fanfic:

Hola a todas/os, algunas me conocerán y otras seguramente será la primera vez que me lean en este desafío en el que me acabo de embarcar con esta pareja nueva para mí (y que amo tanto como a la de Sasuke y Naru).

 Espero que les guste y no tengan miedo de preguntar lo que sea, trataré de aclarar sus dudas dentro de lo que pueda sin spoilear la trama XP, o cualquier cosa que se les ocurra.

Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen, si no a Masashi Kishimoto destructor de parejas perfectas ¬_¬

 Podía observarlo alto y gallardo caminando hacia el altar en todo su esplendor. Avanzaba con paso lento, como si se viera obligado a caminar para ponerse frente a un pelotón de fusilamiento y si su sonrisa (siempre alegre a los ojos ordinarios de la gente común), no estuviera adornando su acanelado rostro, podrían adivinar cuál era el sentimiento que experimentaba en ese preciso instante. Pero claro, él no era alguien precisamente común y podía darse cuenta de ese detalle al analizar su mirada. Sin embargo, también podía atribuir ese pensamiento a sus propios deseos que le inclinaban a pensar que el ser, que era el objeto de sus más locos anhelos, estaba a punto de desposar a alguien más por obligación y no porque en verdad así lo quería.

 Tras esa duda, la seguridad de conocer al hombre que ya se había ubicado frente al cura que llevaría a cabo la unión titubeó y su duda acrecentó aún más cuando la banda comenzó a tocar el Ave María como preámbulo a la entrada de esa exuberante pelirroja que, como leyendo sus pensamientos, le dedicó una disimulada sonrisita de suficiencia. Mitou conocía sus sentimientos al haber escuchado el enfrentamiento que había mantenido con el hermano menor de su mejor amigo y amor no correspondido, y se lo había comunicado la tarde anterior. Ese pequeño gesto le decía con claridad que se sentía vencedora por sobre él, Madara.

 Ella caminó muy orgullosa de ser el centro de los elogios y detuvo su marcha junto al que sería su esposo.

 ¿Sería capaz de soportar toda esa tortura hasta el final? Debía, pues le había prometido a Tobirama que lo haría y no es que le importara en lo más mínimo el cumplir su palabra a aquel albino que detestaba desde pequeño, pero sabía que si se retiraba antes heriría a Hashirama.

 Suficiente fue el rechazarlo cuando este le pidió ser su padrino. No obstante, en esa ocasión había podido zafar de ese compromiso alegando que no tenía una buena relación con la novia y el castaño de lacio cabello no había podido refutar su lógica.

 Los votos fueron dichos y cuando llegó la parte en que el padre preguntó si había persona en el recinto que tuviera una razón de peso para oponerse a ese matrimonio, sintió el deseo de gritar con todas sus fuerzas. Sin embargo, descendió la mirada a sus pies y se mordió los labios para refrenarlo y fue cuando oyó las palabras que lo atravesaron como una lanza.

 —Entonces los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia —Dijo el hombre con sobria expresión.

 Se obligó a sí mismo a levantar la cabeza y fijar la vista en esa escena que le partió el corazón una vez más.

 ¿Cuántas veces había presenciado una similar? No podía recordarlo, lo único que sabía es que a pesar de ser muchas no se había hecho inmune al dolor que le provocaban los labios de la Uzumaki sobre los del Senju.

 Planeó el escabullirse entre la gente que ya abandona sus lugares para acercarse a la pareja a saludarlos y desearles una vida feliz, pero su escape fue impedido por un brusco agarre en uno de sus brazos.

 —Ahora te acercaras y saludaras a mi hermano con la expresión más animada que puedas componer en ese amargado rostro tuyo  —Masculló Tobirama cerca de su oído.

 —Vete a la mierda, Senju —Dijo Madara a su vez intentando zafarse del agarre.

 —Oh, veo que sigues siendo el cretino egoísta de siempre, ¿Quieres arruinar el día más feliz de Hashirama? Estoy seguro que eso te llenaría de gozo —El pelinegro le envió una mirada de puro odio—. Sabes que si él se entera de tu asquerosa fijación por su persona te odiará —El peliblanco le sonrió con orgullo y se alejó para darle la bienvenida a la familia a su recién estrenada cuñada.

 El Uchiha se quedó temblando de impotencia. Sabía que Tobirama no mentía pues lo había escuchado de los labios de su mejor amigo. Este veía a los homosexuales como una abominación, unos desviados errores de la naturaleza.

 Esto hizo que sus ganas de salir corriendo se renovaran, pero no estaba en la genética Uchiha huir como un cobarde frente a la adversidad por lo que, luego de recomponer su porte orgulloso y erguir su postura, se dirigió hacia los recién casados.

 —Felicidades amigo... —El tono forzado, que mostraba a las claras que su frase era un mero formalismo, no pasó desapercibido para la nueva señora Senju y su cuñado— Espero que tu decisión no haya sido la equivocada... —Estos fruncieron en ceño ante esa insinuación.

 —Madara —Hashirama se apartó de los otros dos y se plantó frente al moreno—. Madara, yo...

 —Oh, no lo es Uchiha. Mi esposo es extremadamente feliz a mi lado y lo será aún más cuando lo hijos lleguen.

 —Mitou, es pronto para hablar de eso —El castaño censuró a su esposa.

 — ¿Por qué lo crees? Ya soy tu mujer oficialmente, aunque claro, en cuanto a la intimidad lo soy hace mucho tiempo —Miró con ojos entre cerrados al pelinegro como diciendo: "Aléjate"—. Por lo cual eso podría pasar en cualquier momento —Hashirama se quedó callado.

 Por su parte Madara decidió ignorar olímpicamente a esa mujer insoportable.

 —Voy a aprovechar para excusarme por no quedarme a la recepción —El castaño abrió los ojos ante la noticia.

 —No puedes faltar —Su voz sonó angustiada.

 —Lo siento, pero tengo un viaje de último momento y solo pude retrasarlo lo suficiente para asistir a la iglesia —Dijo de forma seria.

 Eso era lo mejor, pensó el moreno. Debía olvidar a ese hombre con el que había compartido las etapas más importante y felices de su vida, así como sus momento más dolorosos, ya que este se había convertido en su fuente de desdicha.

 No supo cómo pasó, pero se encontraba rodeado por los fuertes brazos del Senju mayor y pudo sentir como su cuerpo temblaba mientras hundía el rostro en su cuello. Parecía como si sus sentimientos estuvieran conectados al unísono y en un lejano y profundo resquicio de su cerebro esto lo llenó de paz. Por lo menos, antes del final definitivo en la historia de los dos, se había podido sentir uno con su amado. Aunque solo fuera en espíritu…

 Anheló abrazarlo con igual intensidad para transmitirle sin palabras que el también sentía lo mismo y más. Que lo lloraría y lo extrañaría con locura. Que ya lejos, en otro país y a pesar del tiempo su ausencia sería palpable al punto del dolor, pero sus intensiones se vieron truncadas al ser roto el contacto.

 —Querido, no seas exagerado —La Uzumaki tiró del brazo de su esposo para pegarlo a su voluminoso pecho—. Madara perderá su avión si lo retrasas, ¿Por qué me imagino que te irás fuera de Japón, no es así? —Y su expresión rezaba: "Espero que así sea y no vuelvas".

 —No te equivocas —Solo la miró superficialmente.

 No lo daría el placer a esa insignificante mujercita de verlo derrotado y dolido.

 — ¿Volverás? —Preguntó Hashirama con preocupación y esto molestó a su mujer— ¡Promete que lo harás!

 —Si las cosas van bien, quizá no lo haga en un largo tiempo —No agregó que pondría todo de su parte para que esto pasara—. Ya es tarde, debo irme —Se giró para salir de la iglesia y solo acotó sin mirarlo—. Te deseo de todo corazón que tengas una buena vida... Amigo —Y se marchó.

 Caminó sabiendo que estas últimas palabras habían sido una asquerosa mentira, porque su carácter no era tan noble para esperar que el castaño tuviera un matrimonio alegre junto a esa zorra. Esperaba que el Senju sufriera tanto como él lo haría de ahora en adelante y que arrastrara en su desdicha a su "adorable" esposa. Sí, era muy egoísta, vengativo y malicioso, en eso debía darle la razón al idiota de Tobirama. No obstante, también era muy orgulloso y por ese motivo había fingido una última vez para poder retirarse de manera altiva.

 Su dignidad y reputación era lo único que le quedaba.

 —Adiós, tonto ingenuo —Pronunció al aire con sonrisa triste.

 Frente a él se extendía un futuro oscuro e incierto.

 

 

 

~°*°~°*°~°*°~

 

 

 

 ¿Qué le estaba pasando? Tenía frente suyo a su mujer dispuesta a complacerlo como lo había hecho tantas veces antes y él no podía concentrarse. Quizá allí residía el problema, estaba tratando de utilizar su cerebro en algo que no debía. El acto que debería estar realizando era algo instintivo y que era dominado por las hormonas. Ok, ahí había otro problema, ¿Por qué no había incluido la palabra “Amor” en la ecuación de hacer el amor con Mitou? Tal vez no lo había hecho porque sus sentimientos estaban turbados por la abrupta partida de su mejor amigo, esa fue la única explicación que pudo darse.

 En la recepción pudo disimular su angustia como siempre lo hacía, pero llegados al punto en que estaba, entre cuatro paredes y a un paso de tener intimidad con la pelirroja, su máscara se derrumbo y fue en el peor momento, dejando a la Uzumaki en la cama a medio quehacer.

 — ¿Qué te pasa Hashirama? —Mitou no disimuló su irritación— Toda la fiesta estuviste ausente.

 —Lo siento, sé que no te mereces esto, pero la partida tan repentina de Madara...

 —Madara, Madara, ¡Siempre Madara! —Gritó furiosa— Siempre que estamos juntos tienes que sacar su tema a flote. Te aguante que te mostraras distante en nuestra recepción y hasta me esforcé en disculparte con lo invitados por tu aire distraído, ¡Pero ya estoy harta! —Se levantó de la cama.

 Esta reacción descolocó a Hashirama que siempre había tenido a la pelirroja por una mujer sumisa y de modales impecables.

 —Mitou, sé que nuestra noche de bodas no está yendo como lo planeaste, pero estás exagerando.

 — ¿Exagerando? —Esta levantó la bata que formaba parte de su ajuar de novia del suelo donde había sido arrojada— Desde que empezamos con esta relación he tenido que luchar con ese Uchiha por tu atención. Todo el tiempo quería acapararte y no era precisamente porque te quisiera como un amigo y aún así tuve que tolerarlo para que no me dejaras de lado.

 — ¡No entiendo lo que dices!

 — ¿Nunca te diste cuenta de cómo te miraba? Sí era más que obvio —Se paró a un metro de distancia de su esposo— Madara es gay y siempre te tuvo muchas ganas.

 — ¡Estás loca!

 — ¡No lo estoy! Creí que te estaba salvando de que ese te arrastrara a su camino torcido —Lo miró con desdén—. Pero creo que no pude evitarlo si su solo recuerdo te vuelve un impotente... ¡¡Si hasta parece que lo amaras a él y no a mí!! —Y ese fue un grave error.

 Hashirama se quedó pasmado y frente a sus ojos tuvo una epifanía: No amaba a Mitou, sino a Madara. Claro, la iluminación de esa verdad llegó demasiado tarde. Madara siempre le decía que era un estúpido ciego y en ese segundo, frente a una mujer que se veía menos atractiva con su cara deformándose por los constantes gritos y reproches, por fin lo entendió.

 Salió de la habitación de ese lujoso hotel dando un portazo.

 — ¡Hashirama no te vayas! ¡¡HASHIRAMA!! —Y luego del grito se oyó un sonido de algo estrellarse contra la puerta cerrada.

 Caminó hasta salir de allí y apretó los puños queriendo retroceder el tiempo, aunque sea solo unas cuantas horas. Las suficientes para haber podido decir un "NO ACEPTO" y escapar con Madara.

 Ya no pudo más y se dejó resbalar por la pared de ese sucio callejón al que había llegado sin darse cuenta.

 — ¡Maldito estúpido! —Gritó— ¡Soy un maldito estúpido! —Y tiró de sus cabellos con desesperación.

 —No lo dudo —Una voz ronca afirmó.

 El castaño desvió la mirada hacía el fondo del callejón. Un tipo de apariencia derruida y sucia salía de entre las sombras.

 — ¿Qué quieres? —Preguntó el Senju con rabia.

 Tenía ganas de descargar su enojo y si el sujeto buscaba pelea, se la daría.

 —Tu dinero y si te sigues portando tan altanero, quizá hasta tu vida —El hombre salió por fin hasta donde llegaba la luz.

 —Si no eres más que un mocoso —Dijo Hashirama con desgano.

 —Ese "mocoso" es más vital y fuerte que tú, viejo —Desde el lado opuesto salió otro adolescente muy parecido al primero, aunque parecía tener un poco más de edad.

 —No te metas en esto hermano —Advirtió el primero.

 —Vamos Suigetsu, yo también quiero jugar... —Pidió esté mostrando sus dientes puntiagudos.

 El Senju ya se había parado para ponerse a la defensiva. Podían ser unos mocosos, pero se veían peligrosos y que hubieran sacado unas navajas se lo confirmaban. Seguramente serían ladronzuelos.

 —Ahora danos todo lo que tienes.

—  ¡Hey, maldito devuélveme mi dinero! —Otro chico había hecho aparición y apuntaba hacia el tal Suigetsu.

 —Piérdete enano, si quieres continuar vivo —Dijo el mayor de los que, supuso Hashirama, eran hermanos.

 El mayor creyó que el pequeño niño huiría. Que equivocado estaba.

 Sin mediar palabras, el rubiecito tomó la tapa de uno de los botes de basura que se encontraban en las cercanías y se la arrojó al más chico de los ladrones, que al ser tomado por sorpresa, no la esquivó. El objeto circular atravesó el aire cual disco volador e impactó de lleno en la cara del peli lila.

 — ¡HERMANO! —Vociferó el otro, distrayéndose lo suficiente para darle la oportunidad al castaño mayor de darle un puñetazo y correr hacía la salida de ese oscuro lugar.

 Al pasar junto al bajito blondo lo tomó de la mano para arrastrarlo en su carrera.

 — ¡Corre! —Ordenó.

 — ¡Pero mi dinero!

 — ¡Te daré el que quieras, pero corre!

 Su escapatoria se extendió por varias cuadras hasta que casi se quedaron sin aliento.

 Unos minutos después de tomar largas bocanadas de aire Hashirama dijo.

 —Gracias por tu ayuda, pequeño.

 —No soy pequeño. Tengo 11 —Se ofendió el rubio—. Y de nada.

 —Perdón —Se rascó la nuca el castaño—. Es que pareces mucho menor —Le sonrió.

 En chico se resignó, no era la primera vez que le decían eso.

 —Da igual —Su hombros descendieron y su semblante se veía decaído—. Y yo que estaba feliz porque había recibido mi paga... —Susurró.

 —Te robaron —No preguntó porque era obvio y el chico afirmó con la cabeza.

 —Siempre lo hacen y no me importa mucho porque son monedas, pero esta vez fue lo que me ayudaría a pagar el lugar en el que vivo y ayudar a Iruka-sensei... —Se notaba que el pequeño quería llorar y se estaba conteniendo.

 — ¿Cuál es tu nombre?

 —Naruto...

 —Naruto, el mío es Hashirama —Se presentó y el otro lo miró— ¿Qué te parece si vamos por algo de comer y luego te acompaño a tu casa? —Le propuso el Senju.

 — ¡Ramen! —Exclamó con alegría— Aunque hoy me iba a quedar con Iruka-sensei... —Recordó de pronto.

 —  ¿Y tus padres?

 —No tengo —Solo dijo el de marquitas en la cara—. Vivo solo e Iruka-sensei me cuida cuando no está fuera de la ciudad.

 — ¿Es tu tutor?

 —Algo así... —Parecía que el menor se mostraba reacio a seguir contestando y Hashirama dijo.

 — ¿Qué te parece esto? Compraremos el ramen que tú quieras e iremos a cenar con tu sensei.

 — ¡Sí! —Alzó los brazos— Aunque Iruka-sensei me dijo que no debo abusar de las buenas intenciones de los demás... —El modo inocente de mirar hacia arriba, como planteándose esta cuestión, conmovió al mayor.

 — ¿Y si te obligo a aceptar?

 —Entonces ya no sería mi culpa —Naruto sonrió de manera zorruna.

 —No... —Hashirama sonrió con complicidad.

 

 

 No tardaron mucho en llegar a la casa de Iruka con la comida, pues el rubio le dijo que cerca de esta se encontraba el mejor puesto de ramen de la ciudad.

 Tocaron a la puerta y un joven de unos 20 a 25 años los recibió.

 — Buenas noches —Saludó el Senju.

 — Buenas noches, ¿Que desea? —Pero guardó silencio cuando vio detrás de ese alto y apuesto hombre a su querido alumno— ¡Naruto! ¿En qué lio te metiste ahora?

 — ¡Yo no hice nada! —Se defendió este para luego colgarse del moreno de cicatriz.

 —Él dice la verdad, lo acompañé hasta aquí como agradecimiento.

 —No comprendo —Iruka lo miró con duda.

 —Le contaré, pero deberían comer esto antes de que se enfríe —Levantó las bolsas para enseñarle la comida.

 —Oh, disculpe mis modales. Adelante —Y se hizo a un lado para dejarlo pasar.

 Ya adentro de la humilde casa, Hashirama le contó lo sucedido y como Naruto lo ayudó.

 —Siempre ha tenido alma de salvador —Dijo para acariciar la cabeza del más bajo y luego le dio un coscorrón— ¡Pero eso fue peligroso!

 — ¡Iruka-sensei! —Se quejó con un puchero.

 —Ve a traer unos boles para servir la comida —El rubio se paró y veloz se dirigió a la cocina.

—  ¿Puedo preguntar algo?

 —Sí.

 — ¿Ud. cuida del pequeño?

 —Sí, su madre murió en el parto y su padre dos años después de depresión —Comentó con tristeza—. Yo fui amigo de la familia y por eso trató de cuidar de él, pero por causa de clases particulares y viajes por trabajo no puedo estar todo el tiempo a su lado —El joven se sentía culpable.

 —Le pido que me escuche, pues tengo una propuesta seria que hacerle —La entonación en el pedido de aquel hombre llamó la atención de Iruka.

 Quizá estaba a punto de cometer una locura en su difícil situación actual y con un matrimonio que había fracasado sin siquiera empezar. Sin embargo, algo dentro de él le decía que el encuentro con ese llamativo y vivaz pequeño no había sido fortuito y no ignoraría su intuición como lo hizo con sus sentimientos hacia el Uchiha.

 Sentía que Naruto pasaría a ser parte importante en su vida y traería consigo la felicidad que había perdido...

 Lo que no pudo prever es hasta qué punto sus sospechas estaban en lo cierto.

 

 

 Continuará…

Notas finales:

Siempre me pareció irónico que en ambas vidas (ya sea como Hashirama o como Naruto), eligieran a otra cuando tenían a sus almas gemelas en frente y era tan obvio.

¿Ashura habrá sido igual de ciego e idiota? Quién sabe...

Espero que les haya gustado.

Un beso y hasta pronto! (^u^)/

 


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