Todos tenemos una etapa en la vida en la que un enorme letrero se posa frente a nosotros preguntándonos
Exactamente, ¿qué quieres hacer con tu vida?
La respuesta es cual desarrollo de un libro, el libro de la vida. Namjoon no fue la excepción.
Namjoon hubiera realmente agradecido si aquel letrero se hubiese olvidado de él o al menos eso creía. Tenía una vida buena, asistía a clases, era de los primeros lugares en clase, tenía muchos amigos, asistía a fiestas, tomaba y fumaba con medida, parejas de corto tiempo, sexo con precauciones y competencias de rap en bodegas de los barrios bajos de corea.
Más los sermones no tardaron en llegar. Al finalizar la preparatoria, recuerda que su padre masajeó su hombro mientras le dedicaba una mirada llena de ‘’basta de tus juegos.’’ Lamentablemente, la mayoría de las personas estaban destinadas a tal. Vivir en trajes, con portafolios haciendo lo mismo en sus aburridas vidas.
Poco a poco, cada buena cosa en su vida juvenil se esfumó cual humo de cigarrillo, llevándoselos por él aire lejos, muy lejos de él. Los amigos, su novia, las fiestas, la música, todo.
Después de todo, cómo podría ser buen visto qué un doctor fuese rapero.
La vida de un doctor es difícil, dedicarte a ello es una decisión qué de verdad debes analizar con mucha precisión. Namjoon no pasó exactamente por eso, si no, se dejó llevar por las caras de orgullo de sus padres o familiares cuando mencionaba su decisión. Y era demasiado tarde para determinar si fue un grave error o no.
Ahora estaba ahí, organizando sus próximas cirugías más su concentración fue interrumpida por las risas qué provenían del pasillo muy fácil de distinguir.
— ¡Oh! Namjoon hyung ¿sigues aquí? ¿No deberías de ir a comer? —cuestionó Jimin, deteniendo a su acompañante.
—Iré en un momento, ¿ustedes han ido ya? —cuestionó cerrando la libreta marrón para ponerse de pie.
— ¡Sí! Jimin me hizo el almuerzo ¿no es una ternura? —exclamó Hoseok, qué pasaba su brazo por los hombros del menor para abrazarlo. Namjoon soltó una risa al ver el rostro apenado del más bajito.
—Ya lo creo, nos vemos más tarde. —se despidió tomando su mochila donde agregaba sus cosas básicas, con una seña la pareja de enfrente se despidió.
Observó el reloj y después la ventana, no era muy tarde, podría ir caminando incluso cuando hay una ligera lluvia abrazando la ciudad. Tomó su paraguas y salió por el pasillo hasta qué se quedó paralizado por una escena.
Hoseok estaba de rodillas frente a su pequeño paciente qué portaba un gorro ocultando la escases de cabello más, el pequeño ser sonreía al par de Hoseok. Jimin, se mantenía viendo con su mano sobre el hombro del mayor con todo el cariño plasmado en su rostro.
Relamió sus labios, dando la vuelta para salir del lugar. Al paso, pensaba en que día sería el adecuado para preguntarle a Hoseok qué es lo qué hacía falta a su vida para encontrarle un poco más, se podría decir ‘’sabor’’.
Siempre se veía asombrado por la actitud del joven pediatra. El primer día en su oficina, este llegó escandalosamente para recibirle junto un tímido enfermero detrás de él, le comprendía, cualquiera sentiría un tanto de timidez junto a tal ser tan llamativo. Jung Hoseok se presentó, pediatra y de los rangos más altos del hospital, él otro, enfermero del pediatra ya mencionado, Park Jimin y a confesión del otro, llevaban 2 años de pareja.
Le sorprendió y no por qué el fuese exactamente homofóbico, si no, aún la homosexualidad no estaba del todo bien vista por la sociedad más Hoseok lo mencionaba con tal orgullo y felicidad a flor de pecho, incluyendo, qué la sonrisa del enfermero salió a relucir.
¿Eso le hacía falta? ¿Una pareja?
Miro las calles con fastidio, siempre visitaba lugares de comida rápida y juraba qué si su estomago volvía a obtener comida chatarra explotaría.
Bajo su paraguas, caminó entre calles hasta visualizar algún lugar decente, para su satisfacción, no muy lejos de él había uno pequeño pero agradable. Comida italiana le parece, no sabe muy bien y no es que le importara mucho pues estaba al menos seguro de que era lo más decente cerca de ahí.
No parece equivocarse.
Al entrar, percibe el aroma a comida en proceso de preparación y las órdenes salen sin agitación. El lugar está habitado más no en exceso y eso le da otros puntos a favor. Toma asiento en una esquina cerca de la ventana, más despejado de personas, para relajarse y quizás, espiar los demás.
—Bienvenido ¿Qué desea ordenar? —pregunta un joven con varias perforaciones en la oreja, más, con una actitud educada.
—El especial del día. —responde seguro, después de visualizar la carta de menú qué reposaba en la mesa.
— ¿Desea qué su plato tenga alguna modificación de ingredientes? —vuelve a interrogar anotando en la pequeña libreta.
—No, está bien. —le hace una seña de conformidad seguida de una reverencia del mesero.
Observa el lugar con curiosidad, el estilo es muy diferente a los restaurantes qué te encuentras en corea y no es por qué exactamente haya asistido a muchos, si no, todo era muy típico y repetitivo. Podía deducir qué sin duda, la persona dueña de tal lugar tenía un gran gusto.
Dejándose llevar por la música de piano qué sonaba de fondo, se sobresaltó al escuchar el ruido del plato depositado frente a él. Levantó la vista y observó cómo otra persona qué no era él mesero le entregaba su pedido con una sonrisa plasmada.
— ¿Eres nuevo por aquí? Es la primera vez qué te veo, normalmente las mismas personas son las que frecuentan el lugar. —preguntó encogiéndose de hombros, este seguía estático mirándole. — Soy Seokjin, el chef y dueño del restaurante. Quería entregarte el platillo personalmente, es especial cuando no piden modificaciones.
La risa del otro resonó en los oídos de Namjoon, haciéndole volver a sí.
—Mucho gusto. —formó una leve reverencia. A decir verdad el otro le parecía más modelo qué un chef. — Es la primera vez que vengo, trabajo en esta zona pero es raro qué salga, normalmente tengo mucho trabajo. —admitió con tranquilidad.
— ¿De verdad? ¿En qué trabajas? —mostró un gesto de asombro al par qué se sentaba frente al nuevo cliente.
—Soy cirujano, en el hospital unas cuadras de atrás. —se abrazó más de su chaqueta, sin moverse mucho, se sentía ligeramente intimidado de la confianza ajena.
—Lo lamento ¿te incomodo? —Namjoon agitó la cabeza con rapidez, empezando a degustar bajo la sonrisa del mayor. —bueno, debe ser asombroso ser cirujano. Mi padre quería qué me dedicará a algo relacionado a medicina. —recargó su rostro entre ambas palmas recordando.
— ¿Fue fácil llevarle la contraria? —cuestionó con sumo interés.
—Ah, no mucho en realidad, mamá me apoyaba, supongo qué ese era mi punto a favor.
—Ojalá yo pudiera cocinar algo, hasta para servir cereal soy un asco. —comentó más para sí mismo. — Debe ser genial ser chef.
Seokjin soltó un suspiro, qué llamó la atención del otro.
—No es tan color de rosa. —comentó moviendo ligeramente el cuello. — Cuando era niño, en la escuela, yo siempre decía que sería un gran chef.
— ¿Y cuál es el problema en ello? —preguntó Namjoon masajeando ligeramente sus propias manos.
—Me llamaban maricón. —soltó riendo, cómo si no fuese la cosa más grave del mundo. Pero Namjoon pudo notar qué aquél acontecimiento si era afectivo en él. —Fue una coincidencia qué lo fuera. —volvió a reír más fuerte. Provocando la risa del médico.
Debía de admitirlo, es una persona completamente fascinante.
La comida pareció quedarse en segundo plano, la conversación se volvió más estrecha pues Namjoon sintió qué por primera vez, no estaba obligado él a entablar la conversación (si no, sería un desastre). Por un momento pareció olvidar el verdadero motivo de estar ahí; alimentarse cosa qué ya había cumplido hace un buen par de minutos.
—Creo qué debería de irme… —mencionó el menor con pesadez, realmente no quería irse, no tenía ninguna cirugía programada más no podía saltarse sus horas de trabajo.
—Claro, entiendo, realmente debes de estar ocupado. —suspiró el amante de la gastronomía formando un puchero. — deberías de venir después y dejar la comida rápida. —se burló por la confesión pasada qué le había hecho Namjoon. — si te enfermas, luego quién te opera a ti. — guiñó ante la sonrisa del otro.
Coqueteo del bonito según Namjoon.
—Puedes ayudarme, imagina qué soy un pavo. —bromeó dejando en la carta el dinero de su consumo. — te vendré a ver después, ten un especial listo para mi ¿de acuerdo?
—Esperó qué no se enfríe. —volvió a reírse despidiéndose con una seña para entrar a la cocina.
(*)
Cuando Namjoon se dirige por el pasillo al entrar para entrar a su oficina, visualiza a Jimin tomando agua en el pequeño garrafón qué se encuentra en cada esquina del edificio.
—eh, ¡Jimin! —gritó sin hacer mucho escándalo, cuando este le miró le hizo un gesto para qué entrará a la oficina suya recibiendo un asentimiento con la cabeza.
— ¿Se te ofrece algo hyung? —preguntó mirándole curioso.
Namjoon se removió en su lugar y masajeo su barbilla intentando de quitar el dolor entumecido de su sonrisa al recordar. A lo qué Jimin sonrió haciéndole una mirada cómplice.
— ¿Es una persona? ¿Conociste a alguien? — preguntó Jimin alzando la ceja.
— ¿Tan evidente es?
— ¡Woah! Hyung, hasta qué te dignas en hablar con otras personas. —exclamó acomodándose mejor en su asiento. — ¿Es una chica? ¿Es linda? ¿Dónde la conociste?
—No, sí, en un restaurante.
—Espera… ¿no es una chica? —Jimin abrió los ojos con asombro.
—No exactamente, en todo caso… sería una chica musculosa, alta y con voz un tanto más gruesa. —enlistaba mientras giraba en su silla. —pero muy guapa, coqueta, amigable y sin duda, llena de confianza.