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BELIGERANCIA por desire nemesis

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Seto dejó ir a la muchacha con ciertos problemas de debilidad y náuseas con la noticia de su embarazo que la dejó entre preocupada y feliz y cerró la puerta de su casa-consultorio con una mezcla de alegría y anticipación.

 

Buscó a Joseph pero no le halló dentro de la casa y preguntándose a donde había ido con su corazón un poco más acelerado de lo normal salió por la puerta trasera.

 

Lo encontró sentado frente a la puerta trasera de su casa. Este lo miró y después de un momento, entendiendo a que se debía la cara atormentada del otro le preguntó--¿Creíste que me había ido, cierto?—

 

¡Deja ya de estupideces!—dijo Seto avergonzado y lo haló a través de la puerta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dentro del dormitorio el ojos azules le dijo—No me gustan esos juegos—

 

¿Qué juegos? Yo solo salí a tomar aire. No es para que te asustes así—le contestó Joseph y el otro se dio cuenta un tanto de su error.

 

Es normal que me preocupe por ti. Este lugar, tu mismo lo has dicho, es un lugar salvaje donde muchas cosas malas pasan—dijo el castaño.

 

¿Estarías más feliz allí dentro?—preguntó el rubio.

 

¡Tal vez! ¡No sé! Es que…--dijo Seto con la mirada baja antes de elevarla para verlo directamente a los ojos--…me preocupo por ti—

 

Eso era nuevo para Joseph y lo tomó tan desprevenido, si bien no era insólito ya que él mismo había sentido eso mismo cuando el otro fue raptado.

 

¿Eso era lo que normalmente las personas llamaban amor?

 

Se preguntó de pronto demasiado tranquilo el melado.

 

Cuando el beso llegó si fue inesperado pero de ninguna manera inoportuno, haciendo vibrar cuerdas muy hondas en el ser del ojos mieles y lo correspondió con la misma pasión que estaba recibiendo mientras era albergado en los recintos de la cama.

 

Se separaron y despacio se desvistieron cada uno por su lado. Joey fue el primero en abrir el lecho para sentarse entre las sábanas esperando a Kaiba, tendido muy despacio y con un cuidado inverosímil en un momento tan agitado. Los labios de Seto sabían a algo extraño que jamás probara y que sin embargo caía en la categoría de las cosas más sabrosas del mundo sin sospecharlo se halló explorando ese cuerpo atlético con sus manos mientras sus ojos se mantenían ciegos a tanta belleza por permanecer cerrados.

 

Invocó su fuerza física para hacer ceder al otro y tenderlo a su lado en la cama mientras sus labios no se separaban de los suyos y sus manos le ansiaban de sobremanera.

 

Mientras  sus cuerpos se frotaban en todos los lugares mientras la temperatura de sus cuerpos aumentaba y ya casi sin aliento el rubio dijo esas palabras sobre el oído de aquel que hasta el momento no había ido más allá de tocarle en el lecho  esperando paciente el día en que pudiera poseerlo por el propio deseo del melado.

 

Ya no quiero estar así. No podemos seguir así—dijo.

 

¿Significa lo que creo?—preguntó Seto y vio en la penumbra de su cuarto como el otro asentía.

 

Ya no puedo… solo quiero estar contigo de verdad—dijo el rubio mientras sus ojos brillantes se encontraban en medio de la oscuridad.

 

¿Estás seguro?—preguntó el médico.

 

¿Por qué no iba a estarlo?—preguntó Joseph mientras cargaba con todo sobre los labios del otro que lo recibía feliz al ser liberado de la opresión de estar en la cama con el otro sin llegar a tener verdadero sexo. No era que despreciara esos momentos íntimos vividos con el otro era que siempre le había urgido la necesidad de tenerlo pero se había contenido sabiendo que el otro era nuevo en todo eso. Por alguna extraña razón no se perdonaría el perderlo.

 

¿Sería eso amor?

 

Su dedo anular se introdujo despacio en la entrada de Joey que estaba con sus piernas a los lados de su cuerpo sentado. Con sus labios a milímetros de los del otro el rubio le dijo—Sé cuidadoso—no era solo miedo a una experiencia totalmente desconocida y que marcaría un antes y un después en su vida sino que también sentía la expectativa propia de alguien que se acerca a un descubrimiento que anhela.

 

Por eso las sensaciones que le produjo Seto fueron más vivas, por eso sus besos fueron más intensos y por eso esas tremendas palabras escaparon poco antes de ser tomado por primera vez.

 

¡Te… a…mo!—

 

Sentir esas palabras de su boca… A Kaiba casi le explota el corazón. Lo apretó fuerte contra su pecho como si temiera que alguien se lo fuera a quitar. Lo volteó con toda la potencia de su sexo llamando a sus instintos a poseer a la criatura que poblaba sus sueños y  que erotizaban sus sentidos.

 

Lo poseyó con toda la fuerza de su ser pero con la amabilidad de un caballero que frenaba sus impulsos en aras del profundo sentimiento que le embargaba aunque cada embate que marcaba con el paso de los minutos se descontrolaba más y todo eso era por los sonidos guturales y gemidos que la boca del ser amado imprecaba en los asaltos de la oscuridad.

 

Iba a enloquecer, lo sabía. Joseph sentía que el mundo daba vueltas, se derramaba y volvía a girar mientras sentía dentro suyo un ariete que con sus embates pretendía derribar las puertas de su castillo y que lo lograrían de un momento a otro, llevándose consigo todos sus tesoros.

 

Mientras se besaban con pasión el ojos azules le dijo al otro—No dejes que ningún otro hombre te toque—

 

El deseo superaba los límites de la conciencia, Joseph le respondió—Yo nunca… dejaría que alguien más me tocara—

 

No sé que me pasa, siento que si otro hombre te tocara lo mataría. Te quiero solo mío. Nunca me había sentido tan posesivo—dijo el castaño empezando a entrar de nuevo en él.

 

No tienes de que preocuparte—dijo entre gemidos el ojos mieles mientras sentía de nuevo esas sensaciones—Yo nunca… no quiero… estar con otro—

 

Mientras besaba esa parte del cuello bajo la oreja el castaño sentía que esa posesividad lo llenaba y se volvía de nuevo tan intensa. Era la primer persona que lo tenía y quería también ser la última, cuan grande era su anhelo, se dijo disfrutando del perfume del otro y de las sensaciones que el cuerpo bajo él le brindaba.

 

Después de otro colapso el rubio y el ojos azules se quedaron tendidos, Joey con la cabeza sobre el firme y agitado pecho de Seto mientras disfrutaba de esa mezcla de cansancio y felicidad que surge después de haberse tenido el uno al otro.

 

No te preocupes—le dijo durmiéndose al otro—No te dejaré y tampoco quiero que tú me dejes—lo admitió sin problemas, con los ojos cerrados y arrollándose a su lado como un cachorro buscando refugio, Seto atisbó la cara adormilada adornada de dorados cabellos con una sensación de paz.

 

De pronto, al mesar la cabellera el deseo se hizo intenso de nuevo en su interior y lo besó despertándolo y arrastrándolo hacia él de nuevo. Joey sintió que era succionado por una presencia más poderosa que él. Ser sumiso era nuevo para él también y lo sorprendía como lo había aceptado todo así de fácil.

 

Seto, tienes que dormir. Mañana tienes consulta y…--dijo el ojos mieles pero el otro le cortó.

 

¡No importa! Me tomaré el día para amarte como corresponde—fue la sencilla respuesta de Seto mientras lo llevaba de nuevo al placer con sus manos y su cuerpo mientras el rubio se aferraba a él como lo haría a una tabla de salvamento en un mar agitado.


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