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BELIGERANCIA por desire nemesis

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Estaban sentados tomando un desayuno bastante tardío cuando sin siquiera llamar Tristán entró en la casa.

 

¿Y tú que haces aquí?—le preguntó Seto.

 

¿Por qué entras sin llamar?—le reclamó Joseph.

 

¿Huh? ¿Y es que yo tengo que llamar para ver a un amigo? ¡Que descorteces!—les dijo el de ojos marrones--¿Ya no recuerdas que gracias a mí tienes esta casa? ¡Que olvidadizo eres Seto!—reclamó después logrando lo que se proponía con el ojiazulado.

 

¡No vengas con eso! Sabemos muy bien que a este pueblo le vino de maravillas un hombre como Seto para que les ayudara con la medicina de la población—recalcó el rubio.

 

¡Vaya Seto! Te has buscado un buen abogado para tus intereses—dijo el otro castaño con los ojos como platos—Su defensa es muy… enérgica—dijo risueño Taylor apenando a su amigo por lo que sugería. Tristán percibiéndolo decidió cambiar de tema y miró el desayuno de ambos con curiosidad--¿Y ustedes que comen?—preguntó.

 

¡Nada que te importe!—respondió de inmediato el rubio.

 

¡Ay, que malo! Pero si me muero de hambre—le dijo el castaño de ojos marrones.

 

¡Pues muérete!—le dijo el otro con voz abrasiva.

 

 

 

 

 

 

 

Al rato Tristán desayunaba junto a Seto que ya había terminado y que solo lo soportaba en sus divagues de anécdotas mientras el rubio, que estaba hecho una furia, limpiaba las cosas usadas en la comida.

 

Tienes una buena esposa—le susurró Taylor a Kaiba para que Joseph que les daba la espalda no los oyera.

 

El ojos azules se puso colorado y después hizo como si no le hubiera ido—A mi no me engañas—le dijo calmo—Algo viniste a decir—

 

El otro sonrió atrapado y luego puso una mirada seria—Algo raro está pasando—dijo y Joseph que lo oyó aguzó el oído mientras terminaba su faena—Apareció un habitante de “Brightlake”—

 

El pueblo vecino—dijo Kaiba y el otro asintió.

 

Dice que se fue a otro pueblo a comprar unas mercancías y que recién volvió ayer de tarde. Seto…--Taylor le miró de hito en hito—el pueblo entero fue arrasado. No quedó nada—

 

Llegados a ese punto al ojos mieles no le importó mostrar su curiosidad volteando.

 

Estoy preocupado—admitió el comisario del pueblo.

 

Los ojos de todos se adentraron en si mismos, buscando en su interior una respuesta que no encontrarían.

 

¡Joseph!—llamó el ojos marrones y este le miró con expresión preocupada--¿Me das más café?—preguntó extendiendo su taza al otro.

 

Joey estaba que bufaba. ¿Lo trataba como a una camarera?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era uno de los protectores claves de su ciudad, su nombre infundía respeto como el de sus pares entre los otros protectores que aspiraban a ser como ellos. Heroi estaba sentado en la cabina de uno de los desert tanks de su división. Por el visor de imágenes de dicha cabina podía verse el cercano pueblo que tanto ese tanque liviano como los demás asediaban formando una cuña.

 

Ya saben cual es nuestro objetivo—dijo por el micrófono a todos los demás protectores.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Todos estaban parados en la boca calle principal en la linde del pueblo. Seto y Joey se acercaron al tumulto para lograr ver ellos también lo que llamaba tanto su atención. Eran al menos 5 tanques livianos dispuestos a unos doscientos metros de distancia de la periferia del pueblo. Formaban un grupo reducido pero nadie se engañaba. Su poderío era muy superior a todo el que podía contener Amityville.

 

¿Qué quieren?—preguntó el ojiazul.

 

No lo sabemos—dijo Tris agarrando una bandera blanca del grupo—Iré a averiguarlo—añadió y una mano impidió que partiera, al correr su cara al origen de esta se encontró con el melado.

 

¡Déjame ir a mi!—dijo sorprendiendo a Seto y Tristán.

 

¿Por qué quieres ir?—preguntó el ojos marrones.

 

¿Quieres solucionar esto?—preguntó el ojos mieles y después de un momento el otro le dio la bandera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Joseph se acercó al grupo de protectores que frente a los tanques permanecían protegidos con escudos. Uno de ellos miró al joven que se acercaba y le dijo—Pierdes tu tiempo muchacho—

 

Y ustedes su oportunidad—le contestó Joey.


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