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BELIGERANCIA por desire nemesis

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De improviso llegaron dos tipos mal encarados al bar. Buscaban pelea  y la encontraron con uno de los parroquianos al rato. Seto los miraba deliberando consigo mismo si intervenir a favor de los pueblerinos o no.

 

Joey habló sin mirarlo, mientras mantenía la vista fija en el muro del otro lado de la barra y sostenía el vaso junto a sus labios--¡No te entrometas! ¡Nada de eso puede beneficiarte!—

 

¿Cómo puedes decir eso?—Seto estaba francamente indignado.

 

¿Qué te pasa, varón? ¿Te molestamos?—preguntó uno de los tipos a Kaiba al ver que levantaba la voz. Ambos se acercaron, uno después de dejar al tipo que molestaba.

 

Se acercaron a Seto amenazantes mientras con cansancio el ojos mieles dejaba su trago.

 

¡Oye niño bonito! ¿No te enseñaron tus padres gilipollas a cerrar el pico?—preguntó el que parecía tener la voz cantante.

 

¡Déjenlo en paz!—dijo con voz cansada el rubio sorprendiendo a los tres.

 

¿Qué? ¿Tú también quieres? Porque tenemos para ambos—dijo sobándose las manos el primero.

 

El ojos mieles le miró de soslayo con desdén y les dijo--¿Por qué no se van? No quiero problemas en verdad.

 

Pues para tu mala suerte te los has ganado—replicó el otro y trató de asestarle un golpe que Joey evadió sin problemas para luego quedar parado a mitad del salón dándole la espalda.

 

Es mejor que se vayan sin causar más problemas—dijo el rubio.

 

Idiota, yo…--dijo el pelirrojo que lo atacaba.

 

Entonces Joseph agarró su brazo en el aire y lo dio vuelta mientras lo hacía golpeó a su atacante en las costillas. El otro también se le venía encima. Joseph bajó sus piernas y colocó una estirada perpendicular al piso que hizo girar en torno a su cuerpo y así logró derribar a su otro oponente que cayó al ser golpeado por esta.

 

El primero recuperó el aliento y aventó un vaso a la cabeza del ojos mieles que lo atrapó en el aire para luego golpearlo con él. El caído se levantó y agarró una pierna de Joey, este le pegó en el pecho y luego con el otro pie le dio en la cara.

 

Seto observó la salvaje escena sorprendido y horrorizado. ¿Ese era el chico que había sido tan amable unos minutos antes? Lo que peor le sentó es que al ver su cara no vio emoción alguna recorrerla. Era como si viera crecer el pasto. El otro lo miró a los ojos y de pronto Kaiba comprendió cuan diferentes eran.

 

¿Qué te sorprende tanto? Este es el mundo de los beligerants—le dijo el rubio con una pizca de desdén, pensó el otro, pero en realidad era tristeza porque veía en los ojos del otro que no lo aprobaba, que no lo entendía. Por desgracia su nuevo amigo era muy diferente a él. En todo el tiempo que le había conocido se había dado cuenta que no era una persona dada a expresar ira, frialdad o crueldad alguna. El otro pertenecía a un mundo distinto al suyo y por primera vez el castaño se daba cuenta de cuan diferentes eran.

 

Tristán entró al bar preguntando que pasaba y es el momento en el que el ojos mieles decidió irse.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Se sentía confundido por la conmoción y los golpes. Seto en verdad jamás había visto una muestra de violencia además de la suya y aunque intelectualmente sabía que esa clase de comportamiento existía jamás se imaginó al chico ejerciéndolo. Además sus ojos… esos ojos ya habían visto comportamientos similares.

 

Seto se dio de cuenta pronto de que el rubio se había ido y mientras Tristán pedía orden a los asistentes pues él era el encargado de restablecer el orden se dirigió tras el ojos mieles.

 

Lo vio al final de la calle, caminando y se dirigió hacia él.

 

¡Joey!—le gritó. El otro volteó en el acto y le observó acercarse con una mirada de nada--¡Gracias! Si no hubieras intervenido—

 

¡Tienes que aprender a callarte! En este lugar destacar así puede ser tu muerte. Tipos como esos sobran en la tierra indómita—le aconsejó el ojos mieles.

 

Sé que tienes razón pero…--el castaño dejó la frase sin terminar.

 

Hay muchos como tu en los alrededores. Pero tienes que aprender. Es algo vital. Nunca te enfrentes a nadie si no estás preparado para responder su ataque—le dijo el melado. Parecía preocupado por el futuro del doctor.

 

Responder como tú lo hiciste—aseveró Seto y el otro simplemente asintió—No sé si estoy preparado para lastimar a alguien. En la ciudad…--

 

¡No me interesa tu pasado!—dijo de pronto el otro volteando para irse pero el castaño lo detuvo agarrando su brazo.

 

Pero yo quiero contarte—le dijo el ojos azules y se miraron directamente por un rato, por un momento el otro  estuvo tenso pero después de un minuto aflojó. Ninguno de los dos sabía bien porque tenía necesidad de hablar con el otro--¡Vamos a mi casa a tomar un té!—

 

Después de un momento el otro decidió seguirlo.


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