Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Oportunidad por Annis

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola de nuevo ^^


Este fic ya lo tenía terminado desde hace tiempo sin fecha aparente ni ánimos para ser publicado.


Demos gracias a que ando aburrida, no me dejan escribir (necesito mis 4hrs de SOLEDAD para inspirarme), y veo la laptop sin que nadie la reclame, así que, estamos en este punto.


Cómo sea... 


ENJOY!

Oportunidad

 


Otro día…

 

¿Cuánto más seguiría así?

El tiempo continúa su curso, no obstante, él se ha detenido.

Nunca antes le había pasado algo parecido, y aunque repasaba lo sucedido una y otra vez, nada fuera de lo común ocurrió.

Mira el calendario digital… oh, genial.

Ya son cuatro años, dos meses, una semana y tres días.

¿Quién lo diría? El tiempo pasa volando ¿O quizás era él quien finalmente se percataba de la temporalidad de la realidad?

Frunce el ceño molesto. Esto de ninguna manera debe ser bueno.


Mira al lado de su cama, otra chica sexy desconocida… suspira. ¿Volverían a golpearlo si la echaba de su casa en ese mismo instante?

Pensar es malo. Así que mejor deja la cama… el ambiente fresco recorre cada fibra de su piel desnuda pero ello no le importa. Camina descalzo, se inclina en el suelo a recoger solamente su ropa, su camisa y los bóxers serán sus prendas esa mañana. En lugar de ir al baño a quitarse el sudor ajeno, el perfume Coco Chanel N°5 y librarse de los fluidos femeninos como realmente le urge, no precisamente por cuestiones higiénicas (hubo una vez en que no deseaba quitarse el olor de otra persona, claro, hace mucho, pero mucho tiempo), desvía su andar marcando como destino final el segundo lugar más seguro… la cocina.

Del frigorífico extrae una cerveza bien fría. Abre cuidadosamente la lata para evitar el exceso de ruido que pueda despertar a su amante de paso (no está de humor para tolerar melosidades ni dramas, solo quiere que la tipa que ya ha cumplido su función como hembra, salga de su apartamento veloz y silenciosamente), estirará el gozo de esos momentos de silencio.

¿Por qué la trajo? Porque se sentía solo, estaba ebrio y se encontraba desesperado por saciar esa hambre.

¿Desesperado? Sí. ¿Hambre? No, realmente no sabe cómo llamar a ese agujero negro en su pecho. A ese maldito vacío que le abstrae del mundo (un día se hace monótono tras otro, aunque sucedan cosas sorprendentes, como la boda de su mejor amigo, su reciente ascenso laboral. Todo es igual de gris) como un vampiro sediento de sangre caliente que no piensa en nada más que sangre. Solo es consciente que esa “hambre” no le deja vivir, ni siquiera el sexo le interesa… pero estúpidamente guarda la esperanza de un milagro, despertar –con quien sea- a su lado de la cama y no sentir más que paz, saciedad y… si se puede, calidez.

El sonido de un trueno rompe el silencio.

Otro día más, otro Jueves lluvioso. Otra rutina más…
.

.

.

.

.
Dos horas después, el agua caliente resbala por su cuerpo, solo en esos breves momentos, se siente reconfortado. El vestigio de su amante ocasional se desvanece rápidamente así como lo ha hecho la mujer; posterior a la bofetada propinada cuando ésta al despertar, y hallarle en la cocina, en lugar de recibir un beso húmedo con un “hola, linda”, recibió un “hum, ¿Ya te vas? Tengo trabajo” con la misma frialdad con que un jefe trata a un subordinado.

La mejilla arde un poco, pero no tanto como el descubrir que esa “hambre” (vacío) continúa enterrada en sus entrañas. Cierra con fuerza los ojos, aprieta la mandíbula como un animal encabronado y entonces, cuando no puede más con su frustración… arremete un duro puñetazo a las baldosas firmemente adheridas a la pared del baño. La mano duele, pero no tanto como ese infernal vacío.

Será otra semana dura de continuar existiendo.
.
.
.
.
.
Escucha parlotear a los socios sobre su buen desempeño laboral, considera una tontería la efusividad con que su jefe le trata por el reciente éxito en el negocio, le asquea los elogios de sus subordinados y aunque lleva su sonrisa hipócrita, todos le creen. Él solo quiere encerrarse en su habitación a dormir. No quiere alcohol, no quiere ruido, no quiere música, no quiere luces, no quiere chicas ni chicos, no quiere sexo… solo, solo quiere dejar de sentir ese vacío.
.
.
.
.
¿Cómo es que terminó en ese restaurante bar de un hotel cinco estrellas? Parpadea y se recuerda que aceptó la invitación de uno de los socios para tomar un par de tragos. Ha fingido por una hora que está ebrio, bueno, sí, ha bebido unas diez copas del más fino licor pero hasta ahí. Además, tiene buena resistencia.

Escucha reír y hablar obscenamente a sus superiores. Suenan tan corrientes. Esto acrecienta sus ganas por largarse. No ha dejado de llover.
.
.
.
.
.

Conduce desganado hacia su hogar, sus ojos están por cerrarse después de pasar la luz verde. Entonces, al cruzar una avenida, el fuerte sonido de un claxon le asusta, gira apenas de milagro y evita un lúgubre funeral. El otro vehículo, ha derrapado por la calle pero también logró detenerse justo a centímetros. Alarmado, suelta una maldición como parte de una reacción libre del shock.

El parabrisas le impide observar al conductor contrario por largos minutos, la copiosa lluvia es una cortina pesada. Su corazón que estaba calmando su latir recibe un golpe de adrenalina no porque el otro conductor dejó la seguridad de su carro para tocar sorpresivamente su ventana… si no porque cuando bajó el cristal, identificó plenamente al hombre que desfiguró el semblante preocupado para marcar una sorpresa.


--Seung…


Su voz, su condenada voz otra vez. Apretó los ojos, se tensó como un felino que se prepara para atacar a una presa indefensa. Y aceleró sin pensar… solo quería ir lejos. Huir de él y su recuerdo.
.
.
.
.
.
.
.
.
Ahora son cuatro años y tres meses exactos.
Se golpea mentalmente por la estupidez que cometió hace semanas en esa madrugada de lluvia copiosa. ¡Era él! ¡¿Y qué hizo?! Huyo como el cobarde que es.

Cada mañana desde ese evento, se tortura mentalmente. Ya no puede con su vida, no le apetece trabajar más, no le interesa sus seres queridos, no ha tenido sexo.

Solo quiere dormir… dormir sin soñar ni pensar. Pensar es malo… porque piensa en él.


Ya no come bien, se salta comidas… ¿Qué sentido tiene comer si no disfrutas su sabor? Todo le sabe simple.
Ya no duerme bien… tiene insomnio.

Hasta que colapsa en el trabajo su jefe le saca tarjeta roja y le envía a su apartamento.

Así que ahora está ahí, solo… pensando.


Había sido un encuentro casual como todos sus otros encuentros. En un antro-bar, coqueteó como siempre lo hacía y nunca se le resistió más de la cuenta, tuvieron sexo casual como lo hacía con los demás… se encariñaron como suele ocurrir. Iniciaron una relación nada especial, del mismo tipo que tenía con alguien que le gustara demasiado… y terminaron antes del trimestre, como normalmente pasa. Entonces, ¿Qué hizo diferente esa relación; esa persona? No lo sabía. ¡Joder, no tenía la respuesta! Solo era consciente que su ausencia comenzó a doler, justo como las demás relaciones fracasadas anteriores, pero en lugar de que fuera atenuándose ese dolor, éste fue nutriéndose, alimentándose y arraigándose en sus entrañas.

Demasiado tarde se percató, hasta que fue contando el tiempo que iba transcurriendo. ¿Acaso se…enamoró? ¿Cuándo ocurrió eso?

La realidad solo le deprimía y tan solo le apetecía morir de una jodida vez.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Esa noche fue al mismo bar de siempre impulsado por un arrebato de coraje. ¡Cuatro malditos años con sus tres meses! ¡Y era el único imbécil que sufría por la estúpida ruptura! ¡¿Qué tenía que hacer para arrancarse esa mala hierba?!

Los amigos, si a los compañeros de juerga se le pueden llamar así, se emocionaron al verle. Casi al instante en que su trasero se pegó al asiento se hizo un brindis de júbilo por su presencia.


--Hombre, ¿Tú también aquí? Ven, ven… es como si fuera una reunión de fraternidad. –Un escalofrío recorrió su espina dorsal.

--Si no les molesta. –Su voz, su odiosa voz. Su instinto le dictaba que emprendiera la huida, su lado racional, por otra parte le recordaba que sería sospechoso si se iba sin más. El tipo tomó asiento frente a él, como una pésima broma.

El resto de los presentes, despreocupados y ajenos al pasado (nadie recordaba su relación con el sujeto) se dedicaron a beber, tragar, beber y hablar de obscenidades. ¿Por qué se juntaba con gente tan corriente? El recién llegado solo conversaba con los pocos lúcidos.

Ah, así que tres años posterior a su ruptura estuvo en Japón disfrutando de todo. ¿Y el último año con tres meses qué estuvo haciendo? ¿Contando ovejas? Su rabia crecía aunque sabía perfectamente que el individuo producto social de su clase acomodada no tenía culpa de que su estúpido corazón se enfermara de dependencia post romance. ¡Cómo jodía Cupido! Malditos fueran todos.


Cuando su lado racional le convenció de lo suficientemente ebrios de los “amigos”, y que el tipo del que parecía tener una obsesión estaba distraído, supo que su ausencia no sería recordada. Se levantó sigilosamente, dejó su cuota de la cuenta sobre la mesa indicando con señas a la linda camarera que había dinero para ella también, se fue sin volver a atrás.


--Tengo la impresión que huyes de mí. –Maldita es su suerte. El sujeto le ha seguido hasta el estacionamiento.

--Y el egocéntrico soy yo. –Soltó haciendo uso de su máscara.- ¿Qué quieres? ¿Un poco de diversión en mi cama?

--¿Tú, no? –Soltó indiferente.

--No tengo humor, Kang. Pero si regresas por el lugar donde saliste encontrarás buenas chicas y chicos. Te los recomiendo.

--¿Te refieres al bar o a Japón? Escucho cierto recelo en tu tono. –Continuó. Ya no era el mismo idiota lindo que recordaba. Ahora era un completo patán que le trataba como una puta. Dolía.

--No siempre se está uno de humor. ¿O.K? –Se volvió para enfrentarle.- Vete a metérsela a alguien más.

--Sucede que tengo ganas de ti. –Sujetó el brazo para acercarse.- ¿Por qué huiste de mí aquella noche?

--¡Suéltame! –Se agitó con violencia y se libró.- Solo no quería ver tu cara.


Soltó de manera recriminatoria.


--Esa es una verdad a medias… quiero escuchar la versión completa.

--¿Y eso a ti en qué te beneficia?


Si esperó una respuesta, ésta no llegó de manera linda. Su rostro fue empujado con torpeza (la misma torpeza que recordaba) y le empinaron unos labios carnosos, hambrientos como jamás hubiera esperado de alguien, fue dominado con un brío más semejante a la violencia que al cariño.

Intentó alejarse, los labios mordían con brusquedad. Cuanto menos se percató, una lengua se adueñaba de su aliento con la confianza de vieja conocida.

Con algo de dificultad pudo aferrarse a la espalda enemiga y al parecer esto dio una respuesta equivocada porque el ahínco del beso fue mayor. ¡Él quería alejarlo, no que continuara besándole!


--B…Bastardo. –Escupió con rencor cuando el húmedo beso fue roto. Su pecho se agitaba en un desesperado intento por recoger oxígeno. Pero si creía que el ex novio se aplacaría, al sentir la dentadura sobre su cuello fue una confirmación de que no sería así.
.
.
.
.
.
.
.
Estaba siendo torturado deliciosamente contra el colchón de la cama. Las embestidas fluían con la furia de una bestia en celo. Ni siquiera recordaba el dolor que le provocó el olvido de cuatro años, tres meses y un día.

Sus mejillas ardían como si tuviera fiebre. Demonios, ahora era consciente que el sexo era de lo mejor. El pervertido de clóset sabía cómo desestabilizar su salud mental, sabía cómo reducirle a tartamudeos incoherentes, jadeos cortados y gemidos ruidosos.

El pecaminoso vaivén se detuvo en seco cuando logró hacerle correrse. Unos segundos después salió de él y su agarre posesivo.

Agradecía el respiro que le daba, estaba intentando recuperarse del orgasmo que había tenido, aferrado a las sábanas trataba de calmar su ser.


--Después de la ruptura, desapareciste… -Habló Kang Daesung.- Te busqué pero… no podía encontrarte.

--¿C-Cuán..do…? --¡Quería ser capaz de hablar bien!

--A partir del día siguiente… hasta que tuve que ir a Tokio. –Susurró besando la espalda. Las manos más dulces repartían caricias bondadosas.

--¿P-Por qué…?

--¿No es obvio? –Besaba la espalda con ternura.- Te quiero de vuelta en mi vida. Quiero estar en la tuya.

--Pa..sa-ron… cuatro… años… tres meses… y… un día.

--Has llevado la cuenta, también. –Le sintió sonreír sobre sus hombros.

--Te extrañé. –Finalmente pudo decirlo. ¡Pudo!

--El día en que casi impactamos… yo estaba feliz de verte, pero cuando huiste… me enojé.

--¿Por qué…?

--Porque no tuve el valor para seguirte. Así que a partir de ese día, volví a ir a esa avenida durante las madrugadas, esperando volver a verte. Volví a llamar a viejos conocidos, pero ellos no me dijeron donde encontrarte porque te habías mudado nuevamente, así como también cambiaste de número telefónico… me di cuenta. Huías de mí. ¿Tan mal recuerdo dejé?

--Yo no sabía que te extrañaba…hasta después de un mes. –Confesó avergonzado.- Esto jamás me había sucedido antes. Estaba acostumbrado a las rupturas, a lo que nos pasó… no entendía por qué te recordaba, por qué extrañaba tu cuerpo, por qué pensaba tanto en ti. Demasiado tarde me di cuenta que estaba triste porque rompimos. Todo era oscuro… cuando te volví a ver, tuve… miedo.

--¿Miedo?

--Miedo de que no sintieras lo mismo que yo.

--Seung… ya sabes ahora lo que siento por ti. –En ningún momento se detuvieron las caricias y los besos gentiles.

--¿Y qué sigue ahora?

--Déjame entrar en ti y quedarme por tiempo indefinido. –Un ronco susurro deslizado por su sensible oído.

--Ya sabes que sí. –Dijo.


Antes de siquiera percatarse, el moreno literalmente ingresó en él, se enterró con ferocidad en su interior para volver a poseerlo con ímpetu.

Un gemido ronco fue lo primero que salió de su boca.


--Te… lo… tomas-te… muy… en-serio… ¡ngh!

--Era en todos los sentidos, Seunghyun. En todos. –Gruñó insatisfecho.

--E-Está… bien.


Y estaba bien, realmente bien. Esa “hambre” (vacío) con forma de agujero negro en su pecho fue colmado como debía serlo. Se desvaneció esa soledad y tristeza, pero existía la desesperación… desesperación por tener más de ese hombre.

Definitivamente la mañana siguiente despertará con “quién sea” (en ningún momento negó la oportunidad a su ahora otra vez novio), en su lado de la cama. No, no sería el primero en abrir los ojos, otra cosa que rememoraba era que el mayor le dejaba demasiado exhausto. Pero definitivamente habría paz, y calidez.

Dejó de pensar, pensar es malo para su integridad emocional… mejor se dedicó a sentir cada roce, cada palabra cursi que brotaba de esa boca que malvadamente dejaba sus firmas, sentir las manos posesivas aferradas a su ser. Se dedicó a sentir esos sentimientos correspondidos que no alcanzaban a decir con palabras pero que no se dudaba en mostrarse mutuamente. Definitivamente era amor.

Se vale otra oportunidad ¿Cierto?
.
.
.
.
.
.
FIN.

Notas finales:

¿Qué tal les pareció? ^^ 


¿Valió la pena...? Espero sus comentarios.


De lo contrario, demoraré más en actualizar mis ffics... ^^


Cuidense Mucho!


Nos leemos pronto!


Saludos!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).