Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Todo comenzó con una Orgía por aoishii_natsumishiroyama

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen en lo absoluto, son de completa propiedad del Mangaka Masashi Kishimoto, yo sólo los utilicé para la elaboración de la historia que leerán a continuación, la cual es cien por ciento original creada por mí, por lo que prohibe el plagio


Ooc

Notas del capitulo:

¡Hola a todos! 


¿Cómo están? Pues espero que bien


Aquí les traigo un nuevo One-Shot NaruSasu. ¿Recuerdan que les había dicho que me retiraría? Pues después de mucho tiempo y algunas circunstancias la inspiración volvió, y fue lo suficiente para decir: Continuaré. Ustedes tenían razón, y se lo agradezco, al mismo tiempo gracias por el apoyo :)


Bueno, estoy en proceso de varios One-Shot, por ahora ningún FanFic largo. Asi que espero que sean de su agrado, y en poco tiempo tal vez vuelva a publicar algo :D


> Aoi-Shii <


Los invito a darle MG a mi página de Facebook, donde estaré publicando todos mis FF, algunos extractos y haré distintas actividades, como también informar sobre actualizaciones o posibles publicaciones :)


Sin más les dejo leer :)


Disfruten de la lectura y nos leemos en las notas finales

Todo comenzó con una Orgía

One-Shot

NaruSasu

 

 

 

El incontrolable llanto de mi pequeño me hizo despertar esa mañana de sábado, estaba agotado, y no era para más, estudiaba, trabajaba y era madre soltera de un pequeño doncel de tres meses de vida. Era mi razón de vivir, o eso pienso ahora que por fin he madurado después de vivir la vida loca… se preguntarán ¿qué fue lo que me hizo cambiar de parecer? Pues… todo comenzó en una noche de verano en esa fiesta que fui invitado, y que en el interior de la tarjeta decía estas no tan simples palabras:

“ORGY PARTY”

Tentado por mi exceso de promiscuidad, porque sí, a la altura de diecinueve años y cursando mi segundo año de enfermería, me había convertido en el doncel más fácil de la universidad, me gustaba pasar de cama en cama, o traer distintos hombres cada día al piso que habito. Aclaro, no era un puto, sólo era un adicto al sexo duro.

El anfitrión, o mejor dicho anfitriona de aquella fiesta era nada más ni nada menos que mi mejor amiga de la universidad Karin, una muchacha de cuerpo esbelto y bien dotado, de rojizos cabellos al igual que sus bellos y atrayentes ojos, los cuales tenía camuflados bajo unos lentes de negros marcos. Karin pertenecía a la conocida familia Uzumaki, sobrina de Kushina Uzumaki, la esposa del presidente del país.

Ambos pertenecíamos a grandes élites. Sus familiares eran políticos, empresarios y algunos especializados en el área de la medicina, mientras que mi familia era del área de la medicina, política y militar. Mi padre es el General del Ejército Terrestre, los cuales protegían al presidente Minato, y al mismo tiempo, era el vicepresidente de la república.

Apenas recibí la invitación a la fiesta que realizaría Karin en su casa, donde vive sola, me animé bastante, ansiando con ganas que llegara el maldito día donde podría disfrutar del sexo desenfrenado, duro y sin compromiso, por lo que me preparé para aquella fiesta, cuidando mi físico, deshaciéndome de todos los vellos que llegaba a encontrar por algún lado, detestaba tenerlos, por lo que apenas veía uno luchando por salir, lo retiraba sin piedad. También miraba el calendario, calculando cuando seria mi último periodo ¡sería espantoso estar en mis días en esa fecha! No podría participar ni asistir, pero al ver que no calzaba me relajé, estaría en mis días la semana anterior a la junta, por lo que luciría con un cuerpo de infarto.

La invitación detallaba que cada asistente debía ir con un antifaz, ya que sería netamente anónimo, cosa de no cohibirse ¡qué magnífica idea! Así yo después no sabría con quienes tuve sexo. Otra regla era que los hombres se pasearan por la casa en bóxers, los donceles en camisones cortos y las mujeres en lencería sexy.

Los días pasaban con lentitud, y yo sólo deseaba que el día llegara.

Abril

Mayo

Junio

¡POR FIN EL GRAN DÍA HABIA LLEGADO!

Karin el día de hoy cumplía sus diecinueve años y no encontró mejor manera de celebrarlos que con una fiesta de orgías, y yo como su mejor amigo estaba invitado, además de muchos otros, los cuales fueron escogidos con cautela, cosa de tener presente a los hombres, donceles y mujeres más sexy.

Esa tarde, antes de la hora en que estaba programada la fiesta, me dirigí a un spa, donde me dieron unos magníficos masajes, pintaron mis uñas y prepararon mi cabello, quería verme de muerte, cosa de tener a todos los hombres babeando apenas me vieran pasear por allí.

Apenas acabé en el spa me fui al apartamento, donde me vestí con unos shorts diminutos y ajustados blancos, los cuales con suerte lograba tapar los pliegues inferiores de mis glúteos, en la zona superior tenía puesto un top azul eléctrico que me llegaba hasta la mitad de la cintura, dejando el resto de mi abdomen a la intemperie, para terminar, me calcé unas cómodas zapatillas negras. Me miré con detalle al espejo, no quería que nada estuviera fuera de lugar, cuando me cercioré de estar perfecto recogí mis pertenencias y salí, decidí irme en auto, así que bajé al subterráneo y saqué mi lujoso auto para dirigirme a la casa de Karin.

Al llegar noté la gran cantidad de vehículos y motocicletas que había, al parecer ya había llegado gente. Antes de bajarme me coloqué el antifaz para no ser reconocido. Apenas me bajé del auto me encaminé a la casa de la cumpleañera, donde había un mastodonte custodiando la entrada, le mostré la invitación y me dejó entrar sin miramientos. En el interior el olor a alcohol, tabaco y sexo eran notables, al parecer ya había gente divirtiéndose y los gritos de placer los delataba.

En la pared a mano derecha que hay al momento de entrar colgaba un cartel negro con letras de llamativos colores, el cual daba la bienvenida y dejaba indicaciones sobre a donde había que dejar nuestras pertenencias. Siguiendo las indicaciones al pie de la letra me dirigí a la segunda planta, yendo al cuarto señalado en dicho cartel, conocía a la perfección donde quedaba, ya que se trataba del dormitorio de Karin. Supuse que ella no deseaba que fuera utilizado para que los invitados tuvieran sexo, por lo que decidió dejarlo como la estancia en donde uno podía dejar sus ropas y pertenencias para luego entretenerse sin preocupaciones. Dentro estaba algo oscuro, sólo una lámpara de lava iluminaba la estancia, dándole un aire erótico. En el suelo y sobre la cama había varios bolsos y carteras con identificaciones para que nadie más aparte del dueño se las llevara.

Me acerqué al escritorio de Karin, dejando sobre éste el bolso que colgaba de uno de mis hombros, lo abrí para comenzar a guardar las ropas que portaba en esos instantes quedando desnudo, pero antes de cerrarla y salir del dormitorio me coloqué el camisón que había escogido para esta circunstancia, el cual era de color blanco bastante transparente, me quedaba algo grande, por lo que se deslizaba por uno de mis hombros, las mangas me cubrían las manos y el largo lograba cubrir mis glúteos, pero nada más.

Salí de allí con toda la intención de encontrar a algún varón disponible para divertirme. Las luces de la casa estaban apagadas, y todo era iluminado con tiras de luces led, las cuales habían sido colocadas en los bordes del techo y piso. La ornamentación estaba espectacular, Karin se había lucido.

El resto de los dormitorios estaban abiertos, y dentro había gente teniendo sexo, me detuve en una, allí se podía ver apenas a unos donceles siendo penetrados con salvajismo, mientras estos gritaban del placer, también habían unas mujeres besándose y teniendo relaciones con el mismo hombre. De verdad estaba candente todo esto. Cuando iba a darme la media vuelta para ir a ver a otro lado fui acorralado con salvajismo contra una pared, no luché contra el desconocido, simplemente me dejé llevar por sus habilidosas manos que comenzaban a quitarme el camisón, dejándome desnudo. El desconocido me giró, quedando los dos de frente, era muy alto, no lograba ver el color de sus ojos, pero sí su oscuro cabello. Mis piernas fueron tomadas por sus grandes manos, elevándome lo suficiente para que él pudiera penetrarme sin problemas, y así lo hizo, sin preparación alguna me penetró, sacándome un gemido de sorpresa y placer. Enrosqué mis piernas en sus caderas para hacer más profundas las embestidas, ante el placer que sentía no pude evitar posar mis manos sobre sus anchos y fuertes hombros para comenzar a enterrar mis uñas en ellos. Nuestros gemidos se unían al del resto, por lo que no sobresalíamos entre los demás.

Entre embestidas y embestidas ambos llegamos al orgasmo, al no sentir la viscosa esperma en mi interior supuse de que el desconocido llevaba puesto un condón. Mi amante del momento sacó su flácido pene, dejándome libre para ir en busca de otro que pudiera complacerme ahora. Le acaricié el torso con uno de mis dedos antes de alejarme y perderme en el interior de otro cuarto. Allí visualicé un rojizo cabello sobresalir por sobre las demás mujeres, pensé que podría ser Karin, pero en la universidad habían varias pelirrojas, así que no quise pensar cosas que no eran. Allí pude ver a un hombre dejando exhausta a una muchacha rubia, la cual comenzó a besarse con otro, el varón se acercó a mí con picardía, sonreí con prepotencia y le hice un gesto con la mano. Sin dudarlo se acercó hasta quedar a escasos centímetros de mí, con todas mis fuerzas lo empujé, haciéndole caer sobre un colchón que reposaba en el suelo, me le acerqué con todo el erotismo que pude, quedando a horcajadas sobre su pelvis, me restregué sin pudor por un rato, logrando despertar a su soldado, quien me apuntaba con todo su esplendor.

—   Nh

Volví a sonreír con altanería, lo había hecho jadear, lo tenía comiendo de mi mano. Continúe así por varios segundos, haciéndome de rogar y excitándolo de paso. Mi nuevo y desconocido amante se agitaba desesperado bajo mí, entre tanto juego mío pude ver el color de su cabello, el cual era platinado, un color bastante llamativo.

—   ¡Vamos! Métete mi polla hasta el fondo

Lancé una burlesca carcajada antes de sentarme sobre la protuberante hombría que luchaba por obtener atención. Gemí cuando pude meterla entera, no era la gran cosa, pero estaba con mucho deseo sexual, por lo que me importaba poco el tamaño en estos instantes, sólo deseaba follar.

El obsceno sonido producía el choque de mis glúteos con sus testículos me prendía a mil, haciendo mayor presión al momento de saltar una y otra vez sobre el erecto pene que entraba y salía de mí, de verdad me tenía loco todo esto, sumándole al fetichismo de ver y escuchar al resto de los asistentes.

Por un corto lapso de tiempo miré hacia la puerta, notando a alguien parado en el umbral de ésta. Volví a mirar hacia allí, mi oscura mirada se posó sobre un adonis que estaba apoyado en el umbral viendo al interior, vestía unos pantalones de cuero negro y muy ajustados, los cuales hacían resaltar su excitada entrepierna, me mordí el labio inferior al ver aquel tremendo bulto ¡era impresionante! Acaso la tenía como un caballo, quería averiguar. Seguí subiendo, admirando cada rincón de aquel cuerpazo. En la zona superior vestía una camisa anaranjada, la cual tenía arremangada hasta los codos y desabotonado, dejando ver su espectacular torso y abdomen con unos pronunciados músculos ¡Dios! Ya soñaba con tocar ese six pack. Seguí subiendo por su fornido torso pasando por el cuello que se me hacía muy apetecible, tenía un rostro muy varonil, el cual estaba cubierto por un antifaz, por lo que no podía apreciar sus ojos, pero sí su dorado cabello ¡qué guapo!

Un golpe en unas de mis nalgas me sacó de mi letargo, desvíe la mirada hasta el desconocido que estaba debajo de mí. Me mira con enojo, puedo sentirlo, al parecer había notado como miraba a otra persona.

Volví a poner todo mi empeño en aquella follada, pero ya no sentía placer, aun así gemía como una perra en celo con el fin de subirle el ego y que pensara que podía complacer a un doncel.

Con unas cuantas embestidas más pude saber que él había llegado al orgasmo, así que me incorporé y salí de allí, dejándolo tirado disfrutando aún de las corrientes de éxtasis que se paseaban por su cuerpo.

Miré por todos lados buscando al adonis de rubios cabellos, supuse que habría llegado recién así que me dirigí al dormitorio de Karin, pero antes de poder tomar el tomo de la puerta con mis manos, ésta se abrió dejando ver al rubio en bóxers. No pude evitar comérmelo con los ojos ¡qué cuerpo! Le escuché lanzar una risa algo contenida, al parecer notó mi excitación con sólo verlo. Levanté la mirada para fijarla en la de él, pero por culpa de la poca luminosidad no pude ver el color, pero si notaba su intensa mirada.

El rubial me agarró del brazo con fuerzas para luego arrastrarme escaleras abajo, en la primera planta habían personas teniendo sexo en el salón, sobre los sofás, de verdad Karin tenía una increíble fiesta ¡todos disfrutaban! Fui sacado de mis pensamiento cuando sentí una puerta cerrarse a mis espaldas, cuando quise ver donde nos hallábamos fui tirado sobre un sofá, siendo después aplastado por el fornido cuerpo del rubio, quien me abrió las piernas y me penetró sin cuidado alguno. Ambos gemimos con placer ¡Oh madre santa! ¡La tenía enorme! Me llenaba por completo, tanto en longitud como altura ¡era un caballo!

No pude evitar gritar, gemir y retorcerme del placer ¡sabía cómo complacer a un doncel! Podía oír sus gruñidos, jadeos y gemidos sin problemas, dándome cuenta de que estábamos solos en aquella estancia, la cual era iluminada a duras penas por una pequeña lámpara, haciéndome imposible verle los ojos, pero poco me importó en esos instantes ¡estaba disfrutando!

—   JODER

No pude evitar gritar cuando él me dio en un punto sensible. De verdad me tenía vuelto loco, podría fácilmente repetir varias rondas con él esa noche, y no pensaba dejarlo ir hasta que estuviera saciado.

—   Nh… que culo, estás bien estrecho, oh mierda… mi polla

Sus palabras me encendían más y más, me gustaba que hablara de esa forma tan obscena con esa ronca y varonil voz que se cargaba ¡este tipo de hombres me ponen!

—   ¡Ah! Más… métela duro… ah joder… mmmh

—   Estás exquisito… ah… te daría por todos lados

—   ¡PÁRTEME EN DOS JODER!

Había perdido la cordura. Hoy me transformaría en una puta con él. Con todas mis fuerzas lo quité de encima, quedando sentado sobre el suave sillón, me acomodé sobre sus piernas para luego meterme de lleno su pene en mi interior ¡es tan jodidamente grande!

Me moví con todas mis fuerzas sobre él, saltando con brusquedad sintiendo como su eréctil hombría se abría paso por mis paredes anales. Me costaba respirar, el latir de mi corazón era desenfrenado, sentía que en cualquier momento me daría un infarto.

En un rápido movimiento él volvió a invertir las posiciones, dejándome de boca en el acolchado piso, con las caderas elevadas, dejando mi entrada desprotegida, la cual fue penetrada de lleno nuevamente. Volví a gritar del placer. Sus dedos se incrustaban en mis caderas haciendo una tremenda presión en cada embestida.

Sus testículos chocaban contra mis glúteos haciendo un vulgar sonido. Con una de sus grandes manos me dio una fuerte nalgada, a la cual le siguieron varias más, sentía mi nalga arder ¡dejaría marcas! Pero ¡qué importa!

Unas fuertes estocadas dieron culminación al orgasmo, siendo llenado por su esperma. A esta ronda le siguieron varias más, terminando ambos agotados y sin más fuerzas para continuar.

Con las piernas temblando me dirigí al cuarto de Karin, donde me alisté para irme. Durante el camino al apartamento no podía dejar de pensar en el rubio que me hizo tocar el cielo con las puntas de los dedos ¡nunca nadie había logrado complacerme de esa forma! Estaba feliz, pero al mismo tiempo decepcionado, ya que no sabía nada de él y no lo volvería a ver.

*

Julio

Había pasado un mes y tres días desde el cumpleaños de Karin, hoy cumplía mis diecinueve años, los cuales pensaba celebrarlos con una buena follada, pero todas mis ganas se fueron al infierno cuando el muchacho al cual había llevado a mi apartamento esa noche lanzó un suspiro sobre mi rostro, su aliento tenía olor a cerveza, cosa que me produjo unas tremendas arcadas.

Sin pensarlo ni dos veces lo empujé, botándolo en el intertanto. Corrí hasta el baño, lugar donde devolví todo lo que había ingerido ese día ¡me sentía fatal!

Apenas eliminé todo de mi interior me incorporé para luego cepillarme los dientes, en el umbral se encontraba él mirándome con enojo, supuse que estaría así por cortarle el rollo, y yo no andaba con los ánimos para soportar una infantil rabieta de su parte. Lancé un gruñido.

—   Sabes, Kimimaro… ¡vete de mi casa ahora! No estoy para soportar tus pendejadas

Kimimaro me miró con enojo para luego darse la media vuelta e irse, dejándome solo. No sabía que era lo que me pasaba. Yo no era así. Enfadado conmigo mismo me fui al dormitorio para poder dormir, estaba cansado y con un humor de perros.

A la mañana siguiente apenas me incorporé de la cama el mundo dio miles de vueltas, lo que provocó que terminara abrazado al piso. Tardé varios minutos en mejorarme, así que apenas todas mis cosas se dejaron de mover pude parame. Con pasos lentos e inseguros me encaminé a la cocina con el fin de prepararme algo para desayunar, pero nuevamente unas tremendas arcadas arruinaron mi día, fui corriendo al baño, devolviendo todo lo que no había consumido.

Luego de eso me duché a duras penas. Me sentía débil, me quedaría descansando, pero tenía clases de anatomía esa mañana, así que faltar no era una opción.

Mientras me vestía fijé mi vista en el calendario viendo algo que me dejó en shock. Con pasos temblorosos me acerqué, viendo con detalle lo que estaba señalado allí… oh dios, esto no puede ser verdad…

—   ¡Uchiha Sasuke!

Mi nombre fue pronunciado por una mujer de rubios cabellos y proporcionado cuerpo. Con temor me incorporé de la silla en la cual reposaba y me acerqué a ella.

—   Adelante — asentí en completo silencio entretanto me adentraba a la oficina de aquella mujer, estaba todo muy ordenado y tenía el característico olor a medicamento — toma asiento, por favor — hice lo que me ordenó sin rechistar. Ella hizo lo mismo, sentándose frente a mí, me miró en silencio con sus castaños ojos por unos segundos — cuénteme que le trae aquí, joven Uchiha

—   Yo…

No sabía por dónde comenzar. Y tampoco quería saber lo que me temía…

—   Estoy con atraso…

—   Oh. Ya veo, ¿cuánto tiene de atraso?

—   Casi dos s-semanas

—   Entiendo. Joven Uchiha, recuéstese en la camilla de allá

Asentí de nueva cuenta y me dirigí al lugar que ella me señaló. Me acosté boca arriba en la camilla, a los pocos segundos la doctora me levantó la playera, echando sobre mí un helado gel que me puso la piel de gallina, era muy desagradable. Después de unos segundos sentí que algo hacia presión sobre mi plano abdomen, pero no miraba nada de lo que la rubia hacía, yo sólo admiraba el blanco techo.

—   Joven Uchiha, quiero que mire esto

Inhalé y exhalé dos veces antes de dirigir mi mirada a lo que ella señalaba. Allí, frente a mí, había una pantalla, en la cual se proyectaba una forma parecida a la de un cono abierto, y en éste un punto negro… o no…

—   Le felicito, joven, usted está embarazado

Sentí que mi mundo se derrumbaba ante tal noticia ¡estaba embarazado! Y no sabía quién era el padre. Me he acostado con tantas personas en las últimas semanas que no sabría identificar quien de ellos es el padre de la criatura que crecía en mi interior.

—   Usted está de un mes exacto. Felicidades

¡¿Por qué me felicitaba?! Era una maldita desgracia ¡yo no quería tener un bebé ahora! Quería seguir viviendo la vida como si no hubiera un mañana, disfrutar de mi juventud, y un bebé no estaba dentro de mis planes en estos momentos. Aparte ¿quién me apoyaría con la crianza y el periodo de gestación? ¡Estaba solo por todos los santos! No sabía quién era el padre para decirle que se haga responsable y ojalá se quedé con el bebé para así yo poder seguir disfrutando de mi juventud.

Algo deprimido salí de la consulta ¿qué haría ahora? Esperaba un bebé y no estaba preparado para una responsabilidad tan enorme como esa… qué hacer ¿darlo en adopción? No había mejor opción, digo, no sé quién es el que aportó con los otros genes y dudo mucho que vaya a aparecer.

Ese día no asistí a la universidad. No tenía ganas de ver a mis compañeros, quería estar solo y desahogar toda mi pena.

Esa misma tarde el sonido de continuos golpes en la puerta me dio a entender que alguien quería verme. De mala gana fui a abrir, encontrándome con Karin, quien se veía preocupada, y no era para más, yo tenía una asistencia intachable. Le dejé entrar, y ella sin dudarlo se adentró para luego sentarse en el sofá de la sala y hacerme todo un interrogatorio sobre por qué había faltado… no me quedó de otra que contarle la verdad.

—   De verdad no sabes quién es el padre

Negué por enésima vez. Llevaba rato insistiendo en la misma pregunta, sabiendo que la respuesta sería negativa de mi parte ¡qué parte no entiende de que me he acostado con medio mundo en las fechas en que pude haber quedado en estado!

Jamás llegué a creer que algo como esto me ocurriría a mí, soy un doncel con experiencia de sobra, y de las miles de veces que he tenido sexo en ninguna he salido embarazado, ni con atraso. Si un día alguien hubiese pedido que me definiera en una sola palabra yo habría escogido lujuria, uno de los siete pecados capitales que es definido como aquel pecado que incluye pensamientos y deseos obsesivos de naturaleza sexual… pero venme aquí, estoy esperando un bebé de un completo desconocido en estos instantes y sin saber qué diablos hacer.

*

Con el tiempo mi barriga fue creciendo cada vez más y más, hasta el punto de parecer una sandía, pero lo mejor de ser doncel es que los embarazos sólo duraban seis meses, por lo que en el mes de noviembre yo ya estaba dando a luz a mi primogénito, un pequeño doncel de piel blanca, azabaches cabellos y unos maravillosos ojos azules. Aquello me impresionó. No recordaba haber tenido relaciones sexuales con un hombre de ojos azules, por lo que se me hacía más difícil pensar quién podría ser el padre.

Mi pequeño doncel era toda una monada, me había enamorado a primera vista de él, y ahora me arrepentía de haberlo puesto en adopción, sabía que sus padres adoptivos nos esperaban en el cuarto donde me quedaría por unos días. Tendría que entregarlo, y yo no deseaba deshacerme de él ¿por qué lo hice? ¿Por qué tomé una decisión tan precipitada? Ahora perdería a mi hijo.

Unas lágrimas rondaron por mis ojos en el momento en que me lo entregaron envuelto en una manta y aún con sangre en su cuerpecito, era hermoso, el bebé más precioso que podía existir en el mundo, y yo tendría que despedirme de él. Había sido un completo estúpido al haberme contactado con aquella pareja para entregarle al bebé, lo quería, pero ya era demasiado tarde para haberme dado cuenta, ya no había vuelta atrás…

Casi una hora después de haber dado a luz nos trasladaron a la habitación donde los padres adoptivos de mi hijo nos esperaban. Ellos al ver cruzar la camilla donde reposaba por el umbral de la puerta se les iluminaron los ojos, estaban emocionados de ver al bebé sano, y yo sólo podía contener las lágrimas y lamentarme por tan errónea decisión. Me quitarían a una parte de mí, un trocito de mi vida que amaba con todo mi corazón.

—   Dios. Es bellísimo

La muchacha estaba maravillada. Al parecer por fin ella podría formar la familia con la que tanto había soñado, pero que no pudo lograr, hasta ahora, porque su marido era infértil.

—   Oh, Sasuke, cariño, muchas gracias por darnos esta bella oportunidad

Ella sin preguntar me arrebató al bebé, acunándolo entre sus brazos. Ese acto me hizo sentir un gran vacío, al mismo tiempo en que mi corazón se quebraba en miles de pedazos. Una traicionera lágrima descendió de mis ojos captando toda la atención del padre adoptivo.

—   Sasuke. ¿Estás seguro de querer entregarnos el bebé?

Su mujer le lanzó una mirada de enfado. Al parecer no le había agradado para nada la pregunta que me había realizado, ya que con eso podría perder a mi hijo, y me negaba a dárselo.

—   No. Me arrepiento de haberlos contactado… lo siento, pero quiero quedarme con él

Rompí en llanto al ver como ella se negaba a entregármelo. El marido se mostraba comprensivo ante mis palabras, y parecía tener toda la intensión de devolvérmelo, pero la castaña mujer se negaba rotundamente.

—   ¡Me niego a devolvértelo! Respondí con todos los gastos médicos para poder quedarme con él. Que te vengas a arrepentir a estas alturas es problema tuyo, pero él ahora es mi hijo

—   Mujer, no puedes ser así con el muchacho. Sasuke es tan sólo un adolescente, y tiene derecho a arrepentirse. Y yo creo que no hay nada mejor de que el bebé crezca con su verdadera madre

—   ¡Por qué le apoyas! Él ya había tomado la decisión de darnos el bebé ¡por qué piensas devolvérselo!

—   Sabes… siempre creí que Sasuke cambiaría de opinión con respecto a la adopción del bebé, y yo estaba preparado para el momento de que eso ocurriera. Además… cariño, quiero el divorcio, me he aburrido de esta relación en la cual siempre me culpas por no poder darte un hijo, y por eso me he refugiado en los brazos de una mujer que realmente me aprecia con infertilidad incluida. Sin matrimonio de por medio, la adopción queda anulada por la ley…

En ese momento sentí que el mundo estaba a mi favor. No perdería a mi bebé, le vería crecer, dar sus primeros pasos, balbuceos ¡era feliz! No pude evitar llorar de la alegría, Sora estaba de vuelta en mis brazos… sí, mi pequeño se llamaría Sora, y sería mi razón de vivir, por él maduraría, dejaría atrás al antiguo Sasuke que le gustaba pasar de cama en cama, ahora sería un doncel responsable y conservador, que se dedicaría al cuidado de su hijo.

Apenas me dieron el alta mi hermano mayor me vino a recoger para llevarme al departamento, él estaba feliz por haber tomado la decisión de quedarme con Sora, me felicitó, él estaba feliz con su sobrino. Algo me decía que Itachi, mi hermano, sería el tío consentido, quien malcriaría a mi hijo. Itachi me sacaría más de una cana llevándome la contraria cuando Sora creciera.

Al entrar al departamento me llevé la grata sorpresa de que mi familia lo había ambientado para Sora. En mi cuarto, a un lado de la cama, estaba la cunita donde dormiría Sora. Había ropita de bebé por montones, aparte de muchos juguetes y demás cosas necesarias para él. Estaba feliz ante esta bienvenida, al parecer sospechaban que me iba a arrepentir, y lo agradecía, ahora Sora estaría cómodo y no le faltaría nada.

Sora Uchiha

Algo cansado acuné a Sora entre mis brazos, buscando calmar su llanto. Cuidar solo de un bebé no era fácil, pero a estas alturas no puedo arrepentirme por mi inapropiado comportamiento, lo que causó mi prematuro embarazo. De todas formas, amo a mi hijo, es lo mejor que me pudo haber pasado en la vida.

Luego de pasearme por el apartamento por varios minutos logré que se calmara, sus brillantes y enormes ojos me observaban con sigilo, detallando cada parte de mi rostro. Sonreí ante su inocencia.

Con pasos lentos volví al cuarto para ordenarlo un poco antes de alistarme. Me ducharía junto a Sora como siempre lo hacía, me gustaba tenerlo entre mis brazos mientras el agua cae sobre nuestros desnudos cuerpos, ver sus ojos iluminarse y balbucear de la felicidad al ser empapado. Adoraba sus sonrisas.

Con suma delicadeza pasé el jabón por su pequeño cuerpecito, lavando cada rincón de éste y dejándolo impregnado de la fragancia lavanda.

Apenas terminé de bañarnos nos dirigimos de nueva cuenta al dormitorio, donde me dediqué a vestir a Sora con sus más bellas ropas, dejándolo hermoso como sólo él puede ser. Cuando iba a ponerle su pañal me llevé la sorpresa de que sólo quedaba uno, espantado ante la idea de no tener con qué mudarlo más adelante pensé en la posibilidad de ir al almacén a comprar, pero estando en pleno invierno aquella idea se esfumó por completo. No podía exponer a Sora al frío del exterior, donde nevaba y corría un espantoso viento ¡mi pequeño angelito podía pescar una neumonía! Jamás sería así de irresponsable con él.

Lo vestí con sus ropitas más abrigadoras, con el fin de que no se me enfriara estando en casa. Luego me vestí yo con lo primero que encontré. Poco me importaba ahora mi imagen, antes era todo un sex simbol y ahora sólo una madre a tiempo completo.

Miré la hora en el reloj digital que reposaba a un lado de la cama, éste marcaba el mediodía del sábado, era una buena hora como para realizar una llamada a mi amiga Karin para que comprara pañales, de esa forma evitaba exponer a Sora.

Tomé el móvil y marqué su número. Esperé unos cuantos segundos antes de que descolgara la llamada.

—   Karin

—   ¡Oh! Sasuke, ¿cómo están?

—   Nosotros bien. Cariño, quería pedirte un tremendo favor si es posible

—   Claro, claro. Dime

—   A Sora se le han acabado los pañales, afuera hay una tormenta espantosa y exponerlo no es una opción ¿podrías comprarlos por mí y yo después de devuelvo el dinero gastado?

—   ¡Por supuesto! Cuenta conmigo, Sasuke. En estos momentos estoy con mi primo, pero apenas termine iré al almacén y luego a tu casa

—   ¡Gracias! Te lo agradezco tanto, Karin

Luego de hablar con mi pelirroja amiga me dediqué a preparar la comida, aprovechando que Sora estaba durmiendo su siesta del mediodía.

Si me ponía a pensar en el antiguo Sasuke, en estos minutos estaría alistándome para salir y pasar la noche de cama en cama, pero venme aquí, un día sábado en casa cuidando de mi hijo y haciendo los deberes de ama de casa. No me quejo, no era desagradable, o tal vez pienso así porque por fin he madurado como hace mucho tendría que haber hecho.

Luego de cocinar, comer y tener todo limpio fui a descansar. Sora continuaba durmiendo, y se me hizo atractivo acostarme. Sin pensarlo más hice lo que mi cuerpo tanto exigía: tomarme un descanso.

Sin darme cuenta terminé dormido sobre la cama. La exigencia que recaía sobre mi cuerpo estaba pasándome las cuentas, me cansaba con más facilidad y mi ánimo decaía un poco. Ya no deseaba salir o pasar tiempos con mis amigos, sólo quería estar en casa durmiendo a un lado de Sora.

Sasuke

¡Sasuke!

¡SASUKE!

El grito de Karin me hizo abrir los ojos de golpe ¡me había quedado dormido! Tanto así que no la había sentido llegar.

Di un salto sobre la cama, quedando sentado en ésta. Tallé mis ojos. Parada frente a mí estaba Karin con una radiante sonrisa en los labios. En una de sus manos había una bolsa con el paquete de pañal que le había pedido. Sonreí agradecido.

—   Lamento haberme quedado dormido, pero ya sabes

—   Claro. Sora, la universidad y el trabajo. Lo entiendo completamente

Rió ante mi desgracia. Bueno, todo menos Sora. Le tiré una almohada que logró esquivar sin problemas, maldita puntería. Volvió a reírse y yo me levanté sin ponerle ni la más mínima atención.

En la cuna Sora seguía durmiendo plácidamente. No pude ocultar la sonrisa que surcó entre mis labios de forma involuntaria ¡cómo amaba a mi hijo! Giré un poco la cabeza para ver a Karin, pero en el intertanto me di cuenta de otra presencia que se hallaba parado en el umbral de la puerta.

Mis ojos se fijaron en el desconocido que estaba allí de pie, mirándome con unos espectaculares ojos azules, tan idénticos a los de Sora, sólo que estos no reflejaban inocencia, sino picardía y sensualidad. Lo escanee de pie a cabezas, era un varón muy alto, con rubios cabellos y trigueña piel. Era guapísimo.

Miré nuevamente a mi amiga, exigiéndole con la mirada que me explicara quien era él.

—   ¡Oh! Que falta de educación la mía — Karin se excusó — Sasuke, te presento a mi primo Naruto. Naruto, él es mi mejor amigo Sasuke

—   Un gusto

Ambos hablamos al mismo tiempo. Un tremendo calor invadió mis pálidas mejillas ¡tenía una erótica y ronca voz! Me recordaba al rubio con el cual… dios. Sasuke deja de pensar cosas indecorosas.

Los tres nos dirigimos al salón del apartamento. Les ofrecí un café que aceptaron gustosos. Estuvimos hablando por un buen rato entretenidos, y era allí cuando notaba que me hacía falta vida social, pero ser madre joven no me daba la posibilidad de pasar tiempos con mis amistades.

En un momento fuimos interrumpidos por el desgarrador llanto de Sora. Yo salí corriendo a buscarlo. Él se movía inquieto sobre la cuna, moviendo sus extremidades mientras lloraba, con delicadeza lo tomé en brazos y me dirigí de nueva cuenta a la sala, donde Karin y su primo nos esperaban. Sora en el camino se calmó, dejando de llorar para mirarme con sus expresivos ojos. Sonreí.

—   Mira, Sora, tía Karin te vino a visitar

—   ¡Aw! Está tan hermoso

Karin sin preguntar me lo arrebató de los brazos, acunándolo en los suyos y paseándose por toda la estancia con mi hijo. Lancé un cansino suspiro, ella no cambiaba por nada del mundo. Naruto, el primo de Karin, se incorporó para mirar de cerca a Sora, quedando ambos maravillados con el otro, era una escena enternecedora, como si ambos hubiesen deseado verse desde hace mucho.

—   Es un bello bebé

Dijo el rubial con una magnífica sonrisa en sus labios.

—   ¿Y el padre?

Tanto Karin y yo nos miramos en completo silencio, sin saber que decir ante aquella pregunta, digo, no es fácil decirle a un extraño que eras un promiscuo de primera por lo que no tenía ni la más remota idea de quién era el padre varón de mi hijo. Era vergonzoso, y a estas alturas me venía a arrepentir por tan espantoso comportamiento.

Inhalé y exhalé con calma antes de responderle con firmeza la verdad.

—   No sé quién es el padre. Fui un doncel promiscuo que no supo medir su comportamiento hasta la llegada de su primogénito

—   Ya veo. Es algo muy admirable el ser madre soltera, y siendo tan joven. Le admiro mucho, joven Sasuke

—   G-gracias

Karin me miró con picardía. Fruncí el ceño ante su pensamiento. Negué en reiteradas ocasiones.

—   ¡Oh! Acabo de recordar. Tengo que hacer algo sumamente importante. Perdónenme

Karin antes de que alcanzáramos a reaccionar se había ido del apartamento dejándonos solos junto a Sora. Naruto cargaba con él, ya que su pelirroja prima se lo había tirado como si se tratase de un saco de papas. Enfadado por el apoyo de mi gran amiga me acerqué el rubial y tomé a Sora.

—   Qué pésima excusa. Karin nunca cambiará

Y eso que no lo dije yo. Quedé maravillado ante aquello ¡Naruto pensaba igual que yo! Me magnífico, no es soy el único que considera a la Uzumaki como una demente. No pude evitar reír a carcajadas, dios, su propio primo hablando improperios de ella.

—   Veo que no soy el único que piensa así. Eso me hace sentir mejor

—   ¡Por supuesto que no! Mi prima es una loca de primera, mira que sólo a ella se le ocurre celebrar su cumpleaños con una orgía. Menos mal que este año no hará lo mismo, o eso espero yo

—   ¿Tú también asististe?

—   Claro. Me obligo a ir, aunque tengo que reconocer de que soy todo un casanovas, así que valió la pena asistir. Me la pasé de maravillas

Su risa me pareció de lo más atractiva. Era tan ronca y a la vez suave ¡dios me tiene babeando!

—   Ya veo ¿te revolcaste con muchas personas?

—   No, no. Tenía pensado hacerlo, pero me terminé revolcando con un doncel por toda la noche. Ese doncel sí que sabía mover las caderas, me traía loco. Yo no suelo repetir el mismo plato, pero por él… fiuuuu, repetiría el resto de mi vida

No supe que responder. Digo… yo pasé toda la noche con el mismo varón, repetimos miles de rondas hasta quedar exhaustos ¿podría ser posible que Naruto fuera el varón con el cual tuve sexo hasta quedar disfónico? Si ese fuera el caso… Naruto podría ser el padre de Sora, ya que es el único que coincide con el color de ojos de mi hijo.

Tenía que averiguarlo. Y lo haría en estos mismos momentos.

—   N-Naruto… ¿hay alguna posibilidad de que te realices un examen de paternidad?

—   ¿Paternidad?

Asentí. Los azulados ojos de Naruto se posaron en mis brazos, donde se encontraba Sora acunado y medio adormilado. Ese era uno de los beneficios de ser bebé: Dormir todo el día.

Naruto se quedó pensando por unos largos segundos mientras continuaba observando a Sora. Su mutismo me ponía nervioso ¿tan malo fue preguntar aquello? Sólo quiero saber quién es el otro padre de Sora, no pienso exigir paternidad ni ayuda económica.

—   P-paternidad…

—   Escucha. Es mera curiosidad, por eso te lo pedí, no pienso exigirte nada, tanto como paternidad activa o ayuda económica. Yo he podido hacer todo solo, lo único que quiero es saber quien aportó con la otra parte de los genes. Lo juro

*

Había pasado una semana desde que Naruto y yo habíamos fijado una hora con los médicos para realizar el examen de ADN.

Era de mañana y nevaba con fuerza. Naruto me pasaría a buscar para ir al hospital, donde nos esperaban los doctores para realizar la prueba de paternidad, pero jamás creí lo que ocurriría ese día cuando los tres estuviéramos sólo a pasos de entrar al hospital.

El vehículo donde nos transportamos era conducido por un hombre de castaños cabellos de aspecto jovial. Se veía que ambos tenían una tremenda confianza, ya que no se trataban con tanta formalidad, sino más bien como si fueran grandes amigos. Al llegar al hospital Iruka (el conductor de Naruto) nos dejó en la entrada del establecimiento, siendo Naruto quien me ayudó a bajar, pero apenas puse un pie en el frío asfalto una avalancha de periodistas nos rodeó.

Naruto se veía alterado ante la presencia de esos reporteros, quienes no nos dejaban avanzar. El rubial se quitó su abrigo para taparnos a Sora y a mí, con el fin de que los camarógrafos no pudiesen captar alguna imagen de nosotros. Los murmullos y miles de preguntas que realizaban me tenían impactados, jamás creí que Naruto pudiera ser tan importante.

—   Joven Naruto ¿es cierto que usted es padre?

—   Por favor. Déjenme pasar

Él rehuía de las preguntas y las cámaras, arrastrándome con él de paso.

—   ¿Su padre está al tanto de que es abuelo?

—   Por favor, he dicho que me dejen pasar. Y lo que yo haga o deje de hacer no es de su maldita incumbencia. Déjenme hacer mi vida con libertad

—   Naruto, como hijo del presidente ¿cree que este bebé sea sólo parte de una forma de exigir una parte de su fortuna?

No contestó aquella pregunta, sólo continuó avanzando manteniéndome apegado a él, como si tuviese miedo de que los periodistas me alejaran de él. En un momento los flashes y los murmullos se dejaron de escuchar, y en reemplazo pude sentir un fuerte olor a medicamentos. Estábamos dentro del hospital. Continué siendo trasladado por Naruto hasta alguna oficina donde se dio la libertad de quitarme el abrigo de encima. La decoración del cuarto se me era familiar. Miré a Naruto, esperando a que me explicara alguna cosa.

—   Veo que quieres explicación — asentí en silencio — bien. Soy primo de Karin, mi madre es su tía, pero yo porto con el apellido Namikaze, el cual es de mi padre, el presidente del país…

Mi mandíbula de desencajó. Ahora entendía el tremendo parecido que tenía con el presidente, pero aun así no podía dejar de sorprenderme ante aquella noticia.

—   ¿E-eres el hijo de Namikaze Minato…?

—   Sí. Mi padre está casado con una de las herederas de la familia Uzumaki, mi madre Kushina

—   ¿E-enserio?

—   Sí, Sasuke. Como ahora sabes que soy el hijo del presidente, tendrás claro que tampoco estoy tan mal informado sobre tu procedencia. Eres el segundo hijo del General del Ejército Terrestre de Autodefensa, Fugaku Uchiha. Y tu abuelo Madara fue el fundador del ejército japonés luego de la caída del ejército imperial que tuvo poder durante la segunda guerra mundial, y tu hermano Itachi es General de Brigada del Ejército Terrestre. Al mismo tiempo, Fugaku Uchiha es vicepresidente de la república

—   C-cómo…

—   Sé que no tienes malas intenciones con todo esto de la paternidad, tienes un buen status económico, pero al quedar en estado decidiste trabajar para criar a tu hijo de forma independiente, y sin necesitar del dinero de tus padres. Aunque en un principio quisiste dar en adopción a Sora

—   Uchiha Sasuke. Me da gusto verte

Miré hacia la puerta, allí de pie estaba Tsunade, la doctora que me había atendido durante todo mi embarazo.

—   Y ella, Sasuke, es mi abuela

No podía creerlo, Naruto era el hijo del presidente y yo ni idea tenía. Miré a Tsunade, quien me sonreía con ternura mientras se acercaba a mí y tomaba a Sora entre sus brazos.

—   Realizaremos en este mismo instante los exámenes. Los tendré listos en unas horas, así que pueden quedarse aquí y esperar a los resultados

—   Lo haremos

Naruto respondió por mí. Yo seguía en trance sin saber con exactitud lo que ocurría a mí alrededor. Luego de varias horas de espera Tsunade llegó con los resultados entre sus manos. Con temor tomé el sobre. Lo miré por varios segundos antes de rasgarlo. Desdoblé el examen, en medio de éste estaba el resultado con grandes letras.

99,9%

Positivo

Naruto era el padre de Sora. Sora era un Namikaze. Nieto del presidente Minato. Heredero de las familias Namikaze-Uzumaki Uchiha.

—   Felicidades, Naru. Eres el padre de Sora. Me has dado un hermoso bisnieto, hijo de un maravilloso doncel

Tsunade estaba feliz con las buenas nuevas, pero yo seguía en trance. El varón con el cual me había acostado en la fiesta de Karin era Naruto, su primo ¡me había revolcado con el primo de mi mejor amiga!

Sentía que todo daba vueltas. De un segundo a otro todo se volvió negro.

La cabeza me dolía a horrores. Sentía mi cuerpo pesado y un pésimo sentido de la orientación. El cuarto en donde me hallaba estaba oscuro, no sabía dónde estaba. Tambaleante me incorporé de la cómoda cama en la cual reposaba, por su tamaño y olor supe que no se trataba de la mía. A pasos lentos recorrí toda la estancia tanteando las paredes con mis manos, buscando el bendito interruptor. Una vez lo hallé encendí la luz, dejándome algo atontado y con poca visibilidad, pero luego de unos segundos pude enfocar bien la vista, el cuarto era enorme, ordenado y muy masculino, era el dormitorio de un varón.

Caminé a la puerta que estaba a pasos míos. Salí del cuarto y observé el largo pasillo que había frente a mí. No sabía dónde diablos estaba, pero tenía que encontrar a alguna persona. Caminé con sigilo, a medida que iba avanzando una escalera apareció. Observé el largo de ésta, estaba decidido a bajar, necesitaba saber dónde estaba. Paso a paso llegué a la primera planta, todo estaba apagado, menos un cuarto de donde salía una cálida luz, lo más probable de una chimenea.

Me acerqué a dicho lugar, quedándome de pie y en silencio en el umbral de la puerta que parecía ser de un despacho. Miré el interior, estaba todo muy ordenado, repletos de libros y un gran escritorio, a un lado había un sillón frente a una chimenea. No lograba ver quién se encontraba allí, pero sabía que había alguien sentado en el sillón. Callado me encaminé a dicho mueble, topándome con una rubia cabellera ¡Naruto!

—   ¿N-Naruto?

Mi voz salió con un leve murmullo. Estaba atemorizado, y no era para más, me encontraba en un lugar desconocido.

El rubial se giró al oírme hablar. Sus azulados ojos estaban fijos en mi delgado cuerpo. Sonrió.

—   Qué bien que hallas despertado. Nos preocupaste mucho, te habías desmayado. Ven toma asiento

Él se puso en pie para darme su lugar. Fue allí cuando noté que Naruto cargaba a Sora, quien dormía plácidamente. Sonreí con timidez mientras me acercaba y tomaba asiento en el lugar indicado. Naruto me entregó a Sora mientras él iba por algo en donde sentarse. Volvió con la silla de su escritorio, tomando asiento a mi lado.

—   Al parecer sufriste muchas emociones el día de hoy. Tuviste un colapso emocional que provocó tu desmayo, luego de eso te traje a mi casa

—   Gracias. Y lamento los inconvenientes

—   No hay problema. Lo importante es que te encuentras bien

Estuvimos en silencio por largos minutos observando la perfecta danza que realizaba el fuego. Naruto lanzó un fuerte suspiro, llamando mi atención por completo.

—   Quiero hablar sobre Sora… ahora que sé que tengo un hijo, me es importante participar activamente de su crianza

—   Pero… recuerda que…

—   Sé que no quieres exigirme paternidad. Lo hago por voluntad propia, porque yo quiero

—   ¿E-estás seguro? ¿Qué dirá tu padre cuando se entere? Digo, eres una persona muy importante

—   Y tu igual. Lo más probable es que Minato quiera que me case… yo no tendría ningún problema, siempre y cuando tú no te opongas — los zafiros de Naruto se fijaron en mí al mismo tiempo en que una sonrisa me era regalada

Acaso… ¿Naruto me estaba pidiendo matrimonio así nada más?

—   ¿Estás…?

—   Sí. Te estoy pidiendo matrimonio. Sé que es muy repentino, poco romántico y una locura tomando en cuenta que nos acabamos de conocer, pero creo que resultará. Sasuke, me tienes vuelto loco desde esa noche, no pudo dejar pasar esta oportunidad. No me puedo permitir perderte

No supe con exactitud por qué hice eso. Mi cuerpo había reaccionado de forma involuntaria besándolo. Naruto con delicadeza me tomó de las caderas, posicionándome sobre su regazo y correspondiendo con la misma intensidad el beso que había iniciado. Intentaba por todos los medios de no perder la cordura, ya que tenía a Sora entre mis brazos, y Naruto pareció darse cuenta.

Separándonos unos escasos milímetros supimos que esto no podía quedarse así. Llevaba un poco más de nueve meses sin tener relaciones sexuales, y ya estaba vuelto loco. En completo silencio nos dirigimos al cuarto donde anteriormente había despertado, supuse que se trataba del dormitorio de Naruto.

La cama era lo suficientemente grande como para dejar a Sora durmiendo a un lado y nosotros poder usar el otro lado. Sé que no es bueno lo que vamos a hacer, pero de verdad lo necesitábamos, por lo que no pensábamos con nuestras cabezas.

Con lentitud y sensualidad nos fuimos deshaciendo de las ropas del otro, quedando ambos desnudos frente al otro. Entre besos y besos nuestra temperatura corporal fue en ascenso, llegando a límites insospechados. Una fina capa de sudor nos cubría de pies a cabezas.

Jadeos y gemidos escapaban de entre nuestros labios. Cada rincón de nosotros encajaba con suma exactitud al igual que piezas de puzle.

Mis caderas se movían con sensualidad, ocasionando diversas y magníficas corrientes que provocaban placer en ambos. Llevaba varios minutos cabalgando a Naruto, quien mantenía sus manos en mis caderas para ayudarme con los impulsos. Hubo un momento en que no pude continuar reprimiendo los gemidos, sabía que podía despertar a Sora, pero ¡diablos! Naruto sí que sabía hacerme delirar.

Unas pocas estocadas más fueron suficientes para que ambos culmináramos en el tan deseado orgasmo. Agotado caí sobre el sudoroso y musculoso cuerpo de Naruto, quien me envolvió con sus grandes brazos.

*

—   ¡FELICIDADES A LOS RECIÉN CASADOS!

Exactamente a los dos meses de enterarnos sobre la paternidad de Naruto ambos estábamos parados frente el altar. Acabábamos de dar el sí, y ahora todos gritaban de la felicidad por nuestra unión. La prensa estaba presente sacándonos fotografías y siendo inoportunos como siempre. Ellos estaban al tanto de todo, tanto sobre la paternidad de Naruto como cuando él me pidió matrimonio en una noche durante una romántica cena en un costoso restaurante. Esa fue la propuesta formal que realizó, y yo encantado acepté.

Al día siguiente todas las portadas de los periódicos serían ocupadas por nosotros, primeras planas y la gran parte de las páginas, y no era para más, el presidente de la república estaba presente en la boda de su primogénito.

Tantos años comportándome como un doncel promiscuo… y ahora estaba casado con un magnífico hombre que tenía el reconocimiento de casanova y ambos con una belleza de hijo.

*

—   ¡MAMÁ! ¡MAMÁ!

Los incontrolables gritos que se dejaban escuchar por toda la casa me preocuparon. Dejando los utensilios de la cocina a un lado salí de allí para ver lo que ocurría. Unos pequeños pasitos se dejaron escuchar seguido de otros dos pares de pies. Sonreí. No había forma de que ellos dos no dejaran de pelear.

En unos pocos segundos después frente a mí se presentaron dos pequeñitos de azules ojos agitados con la maratón. Uno de ellos lloraba mientras el otro estaba a segundo de romper a llanto. Agotado me puse encuclillas frente a ellos para abrazarlos.

—   ¿Qué ocurrió, mis amores?

—   Menma rompió papel…

Un puchero hizo aparición en los labios de Ryû. Menma rompió en llanto ¡dios! Esos dos eran terribles. A los pocos segundos otros pasitos se acercaron quedando a unos pasos detrás de los dos pequeños que lloraban. Sora me miraba con tristeza ¡fantástico! Los tres habían peleado.

—   Ryû y Menma, dejen de llorar en este mismo instante

La prepotente voz de Naruto resonó en toda la casa. Su majestuoso porte se levantó frente a nosotros cargando un maletín negro.

—   Salgo del trabajo y lo primero que me encuentro es a ustedes dos peleando

Ryû era nuestro segundo hijo, el mayor de los mellizos, era una copia exacta de Naruto, mientras que Menma era el menor, el cual era idéntico a Ryû sólo que sus cabellos eran de un fuerte color negro. Ambos menores que Sora por un año, y varones.

Ni hablar. Luego de la boda y durante nuestra luna de miel quedé en cinta de mellizos. Tiempo después llegaron Ryû y Menma. Quienes actualmente tenían dos años de edad. Pero, esto no termina aquí… el día de hoy le diría una nueva noticia a Naruto durante la cena, mientras los niños duerman.

—   Naruto…

—   Dime, Sasuke

—   Estoy embarazado…

Si… estaba por tercera vez en estado. Y a estas alturas ya estaba informado de que se trataban otra vez de mellizos… la familia había crecido muy rápido.

Y pensar que todo esto había comenzado con una orgía...

Notas finales:

¿Qué tal les pareció? Espero que haya sido de su agrado :)


Si han llegado hasta aquí les quiero decir: MUCHA GRACIAS POR LEER :D 


¿Me merezco algún Review? Lo dejo a su criterio ;)


Bueno, muchas gracias por leer y espero que nos veamos pronto con algún otro One-Shot, ya que tengo muchas ideas que ya están siendo planteadas, algunas demás que las tengo listas para la próxima semana o dos semanas más :D


Arriba les dejé la página de Facebook que crée con mi seudónimo y ahora les dejo también mi Facebook personal: 


Facebook Personal


Si desean agregar háganlo libremente, pero POR FAVOR, DEJEN UN MENSAJE POR INTERNO PARA SABER QUE ON DE AQUÍ Y ASÍ YO ACEPTAR SU SOLICITUD


Nos vemos pronto y muchas gracias


Besos y abrazos 


Cuídente 


Adiós~ 


Aoi-Shii ~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).