Prologo.
Sus dedos se mueven rápidamente sobre el teclado, plasmando fugazmente todas esas ideas que nacían en su cabeza como por arte de magia. Ni siquiera se percata de cómo el día avanza a su alrededor ni mucho menos del reciente silencio de los murmullos de su madre que aún estaba al teléfono con quien sabe qué. No se percata de su presencia ni mucho menos de que de su boca salen suaves sollozos que imploran por su atención, pero TaeMin no cede y continúa tecleando, absorto y sumergido en su propio mundo hasta que termina el epilogo de la historia que había comenzado hace apenas cinco meses atrás desde que terminó su carrera de literatura.
— TaeMin…
La voz de su madre suena quebrada, captando de inmediato su atención, volteándose para encarar a su madre, encontrándose con la mujer hecha un mar de lágrimas incontrolables. Su maquillaje se encontraba corrido y su expresión era mucho más triste de lo usual, las arrugas de sus ojos parecían haberse marcado de sobremanera cuando él se levantó y estrechó el cuerpo de su madre como nunca había hecho.
Sabía que algo había pasado.
Sabía que tenía que ver con su padre.
Cáncer. Ese era el diagnóstico del mayor Lee, un ex servidor de la milicia que había jubilado antes de tiempo producto de un cáncer pulmonar que terminó por acabar con su vida meses después del diagnostico. Una noticia que devastó a la familia, que sin pensarlo la separó un poco.
***
Una semana fue suficiente para que la familia Lee considerara leer el testamento dejado por el hombre que sostuvo la casa por largos años.
Todos seguían igual de tristes, se notaba en el ambiente y en los incontrolables sollozos de la viuda que era sostenida por su hijo menor, TaeMin mientras el hermano de este arrugaba el papel entre sus manos intentando ser calmado por su reciente esposa.
El cáncer había acabado con el padre de los Lee de una manera súbita e inesperada, como si él se hubiese cansado de luchar contra lo inevitable. Nadie se lo esperaba, no tan pronto.
— ¿Hay que esperar a alguien más? —El abogado se colocó a lado de TaeMin a la espera de una respuesta, ya que la mujer aún se encontraba demasiado dañada como para responder.
— No, estamos todos.
En la pequeña sala se encontraba la familia Lee y el hermano menor del difunto que había sido citado exclusivamente por el abogado. Al parecer era el único que se encontraba en el testamento aparte de la familia completa de los Lee.
La repartición de bienes no demoró ni tuvo complicaciones. Las partes fueron divididas como se tenía previsto. La casa principal para la conyugue, la restante para TaeSung, el hijo mayor, debido a su reciente boda, la cabaña de playa para TaeMin y el auto deportivo de colección, para el hermano menor del difunto. El dinero fue dispuesto para ambos hijos en partes iguales y un porcentaje a la mujer que incluso contenía la pensión de la misma por los años servidos a la milicia.
El patrimonio de los Lee estaba bien constituido y por eso mismo, bien dividido, pero eso no evitó que se hiciera un pequeño cambio en los papeles.
— Nosotros no queremos la casa —La voz de TaeSung se hizo presente mientras sostenía la pequeña mano de su mujer entre las suyas.
— ¿Hay algún problema? Es la voluntad de su padre —Comentó el abogado.
— Yo… no quería aceptar la idea de que papá estaba enfermo y podía morir, por eso compré una casa hace unos meses pensando en que él seguiría vivo. Es mejor que TaeMin se la quede, estará más cerca de la capital y podrá conseguir mejores contactos para su trabajo como escritor.
El aludido alzó la mirada un tanto desorbitado. Entre tanta cosa en la cabeza, preocupado de su madre, de la muerte de su padre y su hermano pensando en él y en sus proyectos.
— Pero…. —Su voz suena suave, pero audible, recibiendo un apretón en su mano derecha, aquella que aún era sujetado por su madre.
— Recíbela, no piensas quedarte siempre con mamá, ¿o sí? —La mujer al fin sonrió, mostrando aquellos dientes amarillentos arruinados por el tabaco.
El negó.
—Perfecto, firme aquí joven Lee —Añadió el hombre que se encontraba al centro de la habitación.
TaeMin asintió y se acercó a la mesa central, firmando un par de papeles que luego fue firmado por su hermano.
Ahora tenía casa propia y eso ni siquiera estaba en sus planes.
***