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What friendship? I like you por Ms Ohorat

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Notas del fanfic:

Otro especial no vendría mal :3

Notas del capitulo:

Ni idea lo que será ésto, si un three-shot, o un mini fic de cuatro cap, no sé ._. Pero bah. Es lo que menos importa, ¿no? :P

Ms Ohorat.

— 'Soo, ¿quieres tener una doble cita?

 

Kyungsoo levantó la vista de su taza de café y miró a su amigo sin entender, esperando que le explicase a qué se refería.

 

— ¿Doble cita?

— ¡Si! —exclamó sonriente—. Channie ha sido el de la idea. Dice que le gustaría conocer al novio de nuestro amigo —canturreó, dando suaves codazos al brazo del mas bajo—. Ya sabes como es él. Cree que necesitas de su aprobación y opinión para todo, y quiere asegurarse de que Jongin sea un buen partido.

 

El chico a su lado lo miró sorprendido ante la semejante ocurrencia, pero no tardó en mostrarse indiferente y llevar la taza a sus labios.

 

— Jongin no es mi novio.

 

Ese era su pequeño secreto.

 

Hace unos años atrás, cuando ambos tenían entre diecisiete y diecinueve, habían decidido que ya eran lo suficientemente cercanos como para experimentar actitudes afectuosas entre ellos. Y es que parecía tan normal, a sus ojos, el mimarse y besarse, o tener relaciones a escondidas, aún siendo mejores amigos. Como un modo algo especial de apoyarse el uno al otro.

 

Por lo que no podía entender por qué siempre obtenían la misma reacción en cuanto lo contaban.

 

— ¿Es... en serio? —soltó un atónito Baekhyun.

 

El aludido asintió sin preocupaciones.

 

— Solo somos amigos.

— Pero... —dijo—. Los he visto besándose, y diciéndose cosas lindas —parpadeó varias veces, y se volvió a su amigo rápidamente—. Además, ¡he visto cómo lo mirabas! El brillo en tus ojos no puedes fingirlo, Kyungsoo. Ese chico te gusta.

 

Y ese era otro de sus pequeños secretos.

 

Con el correr de los años, las caricias de Jongin habían generado en él no solo comodidad y protección, sino también algo más, y no pudo evitar sentir algo de miedo.

 

Aquello lo había tomado desprevenido.

 

Y es que el enamorarse de su mejor amigo no estaba en sus planes, ni siquiera era una posibilidad. Pero allí estaba, suspirando por el sujeto que le proporcionaba cariño, y algún tipo de amor, pero que jamás sería del que él estaba esperando; jamás lo vería como algo más que su amigo.

 

Su amigo con derecho a roce.

 

Por un momento, aquello llegó a molestarle en demasía, pero luego terminó por acostumbrarse. Mientras veía cómo Jongin iba y venía con una chica diferente a cada segundo, él soportaba el dolor y las ganas de arrancarle los cabellos a esas mujeres, y reclamarlo como suyo. En cambio, y cuándo el menor lo necesitara, lo esperaría con los brazos abiertos, y dejaría que hiciera lo que quisiera. Después de todo, ninguna de ellas lo conocía tanto como él.

 

Sin compromisos, ni ataduras. Sin reclamos, ni palabras falsas. Ellos lo harían, y punto.

 

Era la única forma en que su dongsaeng volviera a sus brazos, y a él le iba perfectamente bien.

 

Después de todo, sabía que no lo lastimaría. Ambos eran mejores amigos, y se querían como tal. Aún si, algunas veces, la sinceridad de sus palabras provocaran alguna que otra pelea, ellos lo arreglarían con besos y caricias, y terminarían riéndose mas tarde.

 

No había pelea tan fuerte que los separara, por lo que sus sentimientos tampoco serían los encargados de hacerlo.

 

— No me gusta —respondió finalmente, y no estaba mintiéndole. Él amaba al chico.

— Lo que digas, 'Soo —contestó sarcástico.

 

El teléfono de Kyungsoo vibró sobre la mesa de la cafetería, anunciándole la llegada de un mensaje, y aprovechó aquello para evitar los futuros reclamos de su amigo.

 

De: Jongin.

22/12/14  13:25.

 

Hyung~ 

Me encuentro solo en casa, y es aburrido. ¿Te molestaría venir y hacerme compañía?

 

El chico sonrió al terminar de leer, y se ajustó la bufanda antes de ponerse de pie.

 

— Lo siento, Baek. Debo irme.

— Si, me lo imaginé. Logré ver ese meloso “Hyung~” —soltó con voz chillona cual colegiala enamorada—. Es demasiado infantil.

— Claro, y Chanyeol y su colección de muñecos de acción es muy maduro.

— Vete, que se te hace tarde.

 

-

 

Kyungsoo caminaba por las calles cubiertas de nieve tranquilamente, viendo tiendas de vez en cuando, tratando de encontrar algo bueno, creativo y significativo para el nuevo tatuaje de Jongin.

 

Ese niño debería dejar esa obsesión. Lo único que veo en su cuerpo es pura pintura”

 

No es que le desagradara, de todas formas.

 

En su opinión, aquello lo hacía verse mas excitante. Al igual que Jongin, él amaba los tatuajes, pero no tenía una razón lo suficientemente importante como para marcar su cuerpo, por lo que estaba limpio en ese sentido. Además, el sonido de la máquina tatuadora y la piel inflamada y sangrienta que había tenido la oportunidad de ver en uno de los tatuajes del menor —que ya había cicatrizado, por cierto—, lo hacían tirarse para atrás. Él no era muy fanático de las agujas y el dolor, y el rostro de Jongin en los primeros tatuajes le habían dejado en claro cuan insoportable se sentía aquello.

 

El dolor sólo se siente las primeras veces que te tatúas. Mientras te los hagas seguido, lo único que sentirás serán cosquillas”, le había dicho una vez el moreno, pero eso no había servido para tranquilizarle ni de broma. Se había decidido a dejarse la piel intacta, y contemplar el arte en el cuerpo de su dongsaeng.

 

Eso también le gustaba mucho, por lo que no se quejaba.

 

Una vez hubo recorrido prácticamente todo con la mirada y no encontrar nada, continuó su camino a un paso un poco mas apresurado, llegando a los pocos minutos a la casa del moreno.

 

Ni siquiera hizo falta tocar el timbre para que le abrieran la puerta.

 

— ¡Hyung! —soltó el menor, abalanzándose sobre el pequeño cuerpo de su mejor amigo, estrujándolo en un abrazo—. Creí que no llegarías mas —besó sin previo aviso su mejilla, y tocó de manera juguetona el pompón de su gorro—. Me gusta, se te ve bien.

— Gracias, pero resulta ser que no me cubre lo suficiente del frío —dijo, enarcando una ceja.

 

El moreno sonrió apenado.

 

— Claro, lo he captado. Entra.

 

Kyungsoo pasó por su lado sin problemas, quitándose el gorro, la bufanda y el abrigo, y entregándoselo a Jongin para que lo guardara. Recorrió con la mirada el lugar, y no pudo evitar sonreír de oreja a oreja.

 

Las decoraciones en la sala eran tan sobrias que hasta tenía ganas de llorar.

 

— Por fin has hecho caso a lo que te he dicho y has dejado de exagerar, ¿verdad? —dijo, mirando a su amigo.

— Digamos que he madurado —bromeó.

— Eso nunca pasará, Jongin —rió, dejándose caer en el sofá—. ¿Y ya has hecho planes para ésta Navidad?

 

Su mejor amigo hizo una mueca y se sentó a su lado, devorando un pequeño postre de chocolate.

 

Bah. La verdad es que no. Sehun se irá a pasar la navidad con su nuevo novio, el cual no me ha querido presentar por razones desconocidas. Mi padre viajará de nuevo por negocios, ya sabes cómo es —el de ojos grandes asintió—. He tenido algunas ofertas de partes de chicas y mujeres mayores, pero nada importante. Como si quisiera perder mi tiempo en casa de personas que no conozco —finalizó con semblante despreocupado, y acercó la cuchara a la boca de su mayor, el cual no tardó en aceptar su gesto y dar un bocado al postre—. ¿Quieres pasar las fiestas conmigo? La casa del árbol aún está intacta. Podemos hacer algo allí, como en los viejos tiempos.

 

Kyungsoo sonrió ante aquello.

 

La casa del árbol había sido parte de su infancia con Jongin desde que tenía uso de memoria. Siempre se reunían allí a espaldas de sus padres, y hacían una especie de picnic con las tantas cosas robadas de sus propias heladeras, que terminaban devolviendo porque nunca llegaban a terminárselas todas.

 

La pequeña casa había sido construida por la madre de Jongin.

 

Al recordarla, simplemente se le hacía un nudo en la boca del estómago. La mujer era tan simpática, tan agradable...

 

Había sido una verdadera pena el enterarse de su muerte.

 

Jongin había estado devastado durante todo un año desde que aquello ocurrió, y se negaba rotundamente a aceptar la realidad. Kyungsoo, como buen amigo que era, siempre se había quedado a su lado, y lo había apoyado, pero también le dolía ver a su mejor amigo, cegado por la tristeza, engañarse a sí mismo.

 

Él se había encargado de abrirle los ojos.

 

Ese momento había sido tan triste para ambos, y se habían distanciado por un tiempo. Pero el moreno no tardó en correr a sus brazos nuevamente, disculpándose y lamentándose por haber lastimado al único verdadero amigo que había tenido nunca, prometiendo jamás volver a hacerlo.

 

Kyungsoo pudo ver el dolor en sus ojos, y no tardó en darle una solución.

 

Jongin tenía dieciséis en aquel entonces, por lo que ya estaba capacitado.

 

Y fue allí cuando comenzó todo. El tatuaje de su madre había marcado sus vidas, y las había vuelto de cabeza.

 

Aunque, en parte, también lo había hecho el beso de Jongin.

 

— Claro —respondió, desviando a sus labios la cuchara que se estaba llevando el moreno a la boca, y sonriendo al segundo al ver el puchero de su amigo—. Como en los viejos tiempos.

 

El mas alto rió, y pasó un brazo sobre los hombros de su hyung, atrayendolo hacia él y depositando un beso sobre su cabello en forma de honguito.

 

Jongin se recostó sobre el regazo del mas bajo cómodamente.

 

— Tengo un encuentro con una mujer en menos de dos horas, y, para serte sincero, no tengo ganas de ir —protestó.

 

Kyungsoo hizo una mueca, y acarició la frente de su interlocutor.

 

— Pues no vayas.

— No puedo hacer eso, 'Soo. Sabes cómo soy —masculló, acomodándose mejor—. Pero realmente no tengo ganas de ir. Estoy demasiado cómodo.

 

El mayor bufó y dio un pequeño golpe a la frente del moreno.

 

— Qué maleducado. Eso ha sido una indirecta para que me vaya, ¿verdad?

 

Jongin se levantó rápidamente, como si de un resorte se tratase, atónito.

 

— ¡Oye! Eso no es verdad.

— Lo sé —respondió el otro, divertido, mientras caminaba hacia el ropero y se ponía su abrigo y demás, listo para marcharse—. Pero, de todas formas, me iré.

 

El moreno cruzó la habitación dando zancadas y lo tomó de los hombros.

 

— No te vayas, Kyungsoo —dijo—. Hace un momento estábamos bien.

— Es verdad —concordó—. Pero tienes que encontrarte con una mujer en menos de dos horas, y debes arreglarte. No irás con esas pintas —lo miró de arriba a abajo, e hizo una mueca de disgusto—. De modo que me voy.

— Oh, vamos —protestó—. Hace menos de treinta minutos que llegaste, ¿y ya te vas?

— Sí —contestó.

— ¡Kyungsoo! —soltó molesto—. No quiero que te vayas. Estaba cómodo.

— No puedes ponerte en plan perezoso cuando, en poco tiempo, tienes que salir —dijo—. Luego me culparás de haberte hecho llegar tarde.

— ¡Hyung!

— No, Jongin. Debes arreglarte —finalizó Kyungsoo—. Llámame mas tarde y vendré, ¿bien?

 

Su amigo, y sin más remedio, suspiró resignado.

 

— ¿Harás la cena?

— Y compraré helado de chocolate —sonrió.

— ¡Bien! —festejó el moreno—. Pero prométeme no ponerte celoso en cuanto te cuente de la salida. Sabes que te quiero mas a ti —movió las cejas de arriba a bajo.

 

Kyungsoo puso en blanco los ojos.

 

— Por Dios, Jongin. Ya cállate —soltó, abriendo la puerta—. Soy tu mejor amigo, no tu novio.

 

-

 

La Navidad había llegado mas rápido de lo que esperaba.

 

—¿Has terminado de cocinar?

 

Atrapado entre las cuatro paredes de la cocina, Kyungsoo se encontraba haciendo, desesperadamente, comida para casi doscientos invitados. Jongin había tenido la increíble idea de hacer una fiesta a última hora, y, como no había conseguido suficientes aperitivos, había decidido que su mejor amigo, el cual, según él, cocinaba fenomenal, se podía encargar de ello mientras arreglaba su enorme casa.

 

Y el mayor había estado tan entusiasmado con la idea de pasar una Navidad con el menor, que había terminado molesto hasta los cojones cuando le había comunicado aquello, y, para rematar, obligándolo a hacerle de chef.

 

Por esa razón, ni siquiera se había molestado en responderle.

 

—Oh, vamos, Kyung —dijo el menor—. ¿No me digas que aún sigues molesto?

— ¿Por tenerme esclavizado en el infierno de tu cocina, preparando a las apuradas comida para miles de personas? No, claro que no, Jongin. Estoy feliz—espetó mas sarcástico que nunca.

 

El moreno bufó y se acercó, colocando su mentón encima de la cabeza del mas bajo.

 

— Kyungsoo, vamos —musitó—. No estés molesto.

— Claro que sí estoy molesto, maldita sea —volteó y apartó un poco a su amigo—. Se supone que pasaríamos esta Navidad en la casa del árbol, tú y yo. Pero, ¿qué estoy haciendo? Preparando comida para tu estúpida fiesta en la cual, obviamente, no me voy a quedar ni de broma.

—¿Que tú no... ? ¡Hyung! —protestó—. ¿Por qué demonios no?

— ¿Siendo sincero? No tengo ganas de ver a los malditos exhibicionistas de tus invitados teniendo relaciones en medio de la sala, y, mucho menos, a las imbéciles que se te tiran encima pidiendo un polvo. Y no, no estoy malditamente celoso —respondió antes de que el otro abriese la boca—. Es molesto verlas arrastrarse, fingiendo voz de silbato defectuoso.

 

Jongin dejó escapar una risita.

 

—Está bien, tienes razón en eso. Es molesto —concordó, plantándose en frente del mas bajo y flexionando un poco las rodillas para poder estar a su altura, y dio un corto beso a sus labios de forma cariñosa—. Te debo una disculpa.

— Y que lo digas —espetó.

— Pero, como sabes, sin ti nunca podría hacer nada bien —continuó el moreno, revolviendo el cabello de su mayor y dando otro beso—. Por lo que, también, debo agradecerte.

— Muy bien, Jongin. Hasta ahí —colocó una mano enfrente del rostro de su dongsaeng—. ¿A qué quieres llegar con ésto, eh? Conozco esa mirada tuya.

— Bueno, hyung... —dijo—. Diría que, justo ahora, te ves demasiado apetecible, sobre todo con ese delantal.

 

Kyungsoo sintió el ya conocido bombeo de su corazón contra su pecho, pero no tardó en mostrarse indiferente.

 

— Bueno, gracias. ¿Y eso es todo?

 

Jongin sonrió de lado y recorrió con la punta de su nariz el cuello del mas bajo con delicadeza, erizándole los bellos a Kyungsoo. No dudó ni un segundo en morder un poco de la piel blanquecina.

 

— Justo ahora, me gustaría de tus mimos, hyung —soltó con voz ronca.

 

El mas bajo sintió sus rodillas temblar, como siempre, pero se mantuvo firme. Él no planeaba perdonarlo tan fácilmente.

 

— ¿Ah, sí? —el moreno lo miro; sus pupilas dilatadas, y asintió. Kyungsoo sonrió, provocándolo, y se acercó peligrosamente al rostro del mas joven—... pues pídeselos a tu abuela —contestó finalmente y pasó por su lado, volviendo a la cocina y dejando estupefacto a Jongin—. Yo debo hacer comida para doscientos invitados, como ves.

 

Jongin gruñó sonoramente y salió de la habitación resoplando por la nariz de una manera exageradamente fuerte.

 

Kyungsoo negó con la cabeza, divertido.

 

Le compensaré esta noche”

 

Al momento de volver a lo que estaba, el timbre sonó, sobresaltándolo, y maldijo internamente por haberse quedado pensando en vez de haber terminado con su estúpida tarea.

 

Los invitados habían comenzado a llegar de a montones, y el chico no sabía si lanzarse por el balcón, o matar a Jongin y largarse de allí.

 

Si tuviese que elegir, diría que la segunda opción era mejor.

 

Algunas de las personas que se plantaban en la cocina, lo veían como si fuese un bicho raro por estar cubierto de harina. Otras, extrañamente, exclamaban de forma ruidosa porque creían que se veía demasiado tierno con el enorme gorro de cocinero que llevaba puesto.

 

Y Kyungsoo jamás había estado tan desesperado por acabar de una vez de cocinar.

 

Cuando por fin había terminado, la casa ya estaba a rebosar de personas. Él veía de vez en cuando por la pequeña ventana que daba hacia la sala, y se preguntaba de dónde jodidos sacaba Jongin tantos amigos. Ningún rostro le resultaba familiar, ni mucho menos.

 

Maldición. Hay tanta gente que ni siquiera hay espacio para moverse. ¿Cómo demonios me volveré a casa?

 

Mientras se sacudía la harina que había quedado en su ropa, y se arreglaba un poco el cabello, que había quedado desordenado por el gorro, miraba el reloj cada dos por tres.

 

Eran mas de las nueve.

 

—Mierda —soltó entre dientes—. Me he quedado todo el día encerrado aquí. Mataré a Jongin. Ni siquiera tendrá el regalo que le compré porque lo mataré.

— ¿A quién matarás?

 

El aludido volteó a ver a la persona que había entrado, y no tardó en fruncir el ceño.

 

— Mas te vale, Jongin, que haya espacio afuera para que pueda caminar hacia la puerta. No pienso quedarme ni medio segundo mas.

— Hyung... —se acercó con mirada suplicante—. No te vayas, por favor. No será lo mismo sin ti.

—Agradece que nadie te fastidiará la noche entonces, y así podrás tirarte a todas las chicas que quieras—espetó, pasando por su lado.

— Muy bien, tú lo pediste.

 

El mas bajo se había volteado a verlo sin entender lo que había querido decir, pero en menos de un segundo, sus pies habían dejado de tocar el suelo, y ahora sus piernas eran sostenidas por un molesto Jongin, que las había colocado a ambos lados de su cuerpo.

 

Lo había dejado inmovilizado contra la pared.

 

— ¿Qué demonios, Jongin? Bájame ahora mismo —demandó el de ojos grandes.

— No lo haré —respondió firme—. Has estado molesto todo el santo día, y ya está comenzando a fastidiarme. Ahora mismo te arreglaré ese mal humor.

 

Kyungsoo había abierto la boca para protestar, pero los labios de Jongin se habían estrellado contra los suyos inmediatamente, obligándolo a tragarse sus palabras.

 

La música parecía tan lejana en ese momento para los dos, a pesar de estar a todo volumen. Ambos estaban en su propio mundo, y ninguno planeaba dejarlo tan pronto, aún sabiendo que habían millones de personas al cruzar la puerta.

 

No fue hasta que Jongin comenzó a bajar por su cuello que Kyungsoo reaccionó.

 

— Jongin... —dijo entre besos—. Hay personas afuera.

— ¿Y qué? —soltó, totalmente despreocupado.

— Nos van a ver.

—Pues que vean —respondió, volviendo a besarlo.

 

Jongin mordió el lóbulo de la oreja izquierda del mas bajo, y éste mordió su labio inferior para no reír. Una corriente había pasado desde su oreja hasta su estómago, y no pudo evitar soltar una pequeña risita. El maldito sabía que allí era sensible.

 

— Para, idiota —rió—. Estas haciéndome cosquillas.

— Lo sé —sonrió de lado—. Te ves mejor cuando ríes.

—Cállate, estúpido bocazas.

 

El moreno había aprovechado el momento en el que el buen humor de su hyung estaba en todo su esplendor, y apretó su trasero, haciendo saltar al mas bajo.

 

Kyungsoo enarcó una ceja.

 

— ¿Acabas de pellizcarme las nalgas?

— ¿De qué hablas? Yo no he hecho nada —dijo, fingiendo inocencia.

— Eres horrible mintiendo —dijo.

— Puede —contestó y volvió a apretar la zona—, pero al menos he logrado sentirlas. Son muy redonditas, por cierto.

— De alguna manera, me siento insultado.

— No deberías, son hermosas —dijo Jongin, presionando un poco más su cuerpo contra el del mayor—. Aunque se ven mejor sin ropa.

 

El chico puso los ojos en blanco y sonrió, aproximándose nuevamente a los labios del moreno.

 

Pero justo en ese preciso momento, la puerta se había abierto de golpe, sobresaltando a ambos. Dos chicas los miraban como si fuesen lo mas raro del mundo, pero no tardaron en sonreír apenadas.

 

Jongin dejó en el suelo a Kyungsoo en cuanto creyó que ya había pasado demasiada vergüenza.

 

— Disculpen que interrumpamos. Solo veníamos a por un poco de refrescos.

— Descuiden —respondió Jongin, mirando a su hyung apenado, pidiéndole disculpas con los ojos que el mas bajo logró entender casi de inmediato.

— Muy bien, creo que ya es algo tarde —farfulló Kyungsoo, mirando el reloj en la pared y abrigándose en el proceso—. Me voy.

 

Su mejor amigo lo miró con comprensión, y no tardó en asentir.

 

— Muy bien, creo que ya han encontrado lo que querían. Volvamos a la fiesta —dijo Jongin sonriendo encantadoramente a las chicas, empujándolas hacia la salida con suavidad y mirando a Kyungsoo de vez en cuando, que aún estaba parado en donde lo había dejado.

— Disculpa, pero... —comenzó una de ellas—. ¿Ustedes son pareja?

 

El mas bajo de ellos chasqueó la lengua y caminó hacia la puerta, deteniéndose justo en el marco.

 

— Solo somos mejores amigos.

 

Y salió de allí antes de que ellas pudieran replicar nada.

 

Él odiaba la expresión que hacía la gente cada vez que se enteraban de la clase de relación que tenía con Jongin. Le parecía tan ridículamente exagerada, que cada vez que la veía, terminaba con una vena explotada.

 

Esa noche no tenía ganas de soportar aquello.

 

Mientras trataba de pasar por la multitud de personas exhibicionistas sin perder el equilibrio a causa de los empujones, maldecía internamente a esas dos mujerzuelas que habían logrado arruinarle el momento, y, para rematar, quedándose con Jongin toda la noche.

 

Todas son unas arrastradas. ¡Al diablo con ellas!”

 

Antes de siquiera llegar a la puerta, se detuvo en seco al recordar algo de suma importancia y casi se tira por la ventana por haber sido tan despistado e idiota.

 

El regalo de Jongin aún seguía en su bolso.

 

— ¡Demonios! —murmuró, dando una fuerte pisada al suelo, y volvió a caminar hacia la salida.

 

Aquella noche, sabía, no iba a terminar muy pronto. Tal vez, ni siquiera terminaría ese mismo día, por lo que se maldijo mil veces por no haberse acordado antes de darle el regalo.

 

Faltaban unas cuantas horas para Navidad, y Kyungsoo era tan terco que se rehusaba a irse a casa sin haberle dado el presente.

 

Por lo que, cuando hubo salido de aquella enorme casa, se había decidido a esperarle el tiempo que sea necesario. Si a la media noche no se aparecía, él mismo entraría de nuevo a ese calvario de gente acalorada y excitada, y se lo tiraría en el rostro.

 

Pero no se movería de allí hasta entonces.

 

Si no hubiese sido por esas idiotas, no habría olvidado entregarle el regalo. Estoy seguro”

 

Aunque, en parte, era culpa de Jongin.

 

Jongin y sus malditos labios.

 

Estúpido Jongin. Estúpido, y mil veces estúpido”

 

Kyungsoo arrugó el entrecejo y se dejó caer en uno de los escalones frente a la puerta, resoplando furioso. Ajustó su bufanda en cuanto había sentido el frío correr por todo su cuerpo, y apretó los dientes, que tiritaban a mas no poder.

 

Fue entonces cuando su teléfono vibró en su bolsillo.

 

De: Jongin.

24/12/14  21:56.

 

Hyung, discúlpame por lo sucedido, pero me gustaría que aún no te fueras. Todavía debo darte tu regalo.

 

Espérame en la casa del árbol. Allí no habrá nadie que fastidie.

 

El mas bajo sonrió ante aquello, y se puso de pie.

 

Muy bien pensado, Jongin. No se me había ocurrido eso”

 

Después de todo, al parecer sí pasaría la Navidad con Jongin a solas.

 

Notas finales:

Espero sus RW~ 


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