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Disease Beautiful por Dunklen Geist

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Notas del fanfic:

Hace tiempo que no escribo y bueno... aquí me tienen.

Notas del capitulo:

No es mucho pero así comienzo.

Kibum sufre de varios problemas tanto psicológicos como emocionales, familiares, escolares, externos y de salud, entre ellos la Apodyopsis, ¿el culpable? Choi Minho; un muchacho del equipo de futbol en la preparatoria. La primera vez que lo vio le pareció un bruto más que llegaba a la escuela solo por ser bueno en una cosa, tener el balón en las piernas. Desde luego le habían dado una beca para que mantuviera los trofeos dentro de la vitrina que se encontraba en el corredor principal, donde toda persona que pasara por ahí se diera cuenta de que si en algo destacaba esa instalación de mierda —a su parecer—era en el futbol. La escuela era grande, poseía canchas de basquetbol, voleibol, futbol, una explanada donde cabían los novecientos alumnos, dos laboratorios de química y de computación, una biblioteca de cincuenta metros de ancho por treinta de largo y su propio jardín botánico. Demasiado grande en sí, pero lo que no entendía era como carajo cada cambio de hora mínimo se topaba con él una vez al día, era algo que no tenía sentido, por más que lo pensara y analizara no llegaba a ninguna conclusión.

—No lo soporto… —dijo Key recargado sobre un árbol.

—¿A quién?            

—Ese estúpido de Choi Minho.

—¿El futbolista?

—Sí, es tan… tan imbécil…

—A mí me parece guapo  —Key resopló.  

—Taemin, a ti todos te parecen guapos.

—No es cierto… tú estás feo —habló mientras hojeaba su libro de Matemáticas.

—¡Ja! Ya quisieras tener mi rostro.

—Solo cuando Jin Ki esté presente —el menor lo miro con una gran sonrisa en el rostro y parpadeando rápido.

—¿Te sigue gustando?

—Sí, solo que quién le interesa eres tú —Lee hizo un puchero y desvió la mirada, él y sus expresiones tan bobas

—¿Has hecho ya lo que te dije?

—Cada cosa, le tiré el refresco encima, me agache justo cuando el pasaba, ¡incluso fingí que me había tropezado para que me sostuviera!

—¿Y…?

—Nada… —se acostó en el pasto observando las nubes –solo fue amable otra vez, a esté paso nunca voy a tener nada que ver con él… Kibum, estoy desesperado.

—Se te nota.

—Quiero que ese chico sea mío.

—Y hablando del rey de roma… ahí viene —el castaño se puso de pie lo más rápido que pudo y se sacudió las ropas un poco tratando de lucir bien.

—Hola Key  —dijo Jin Ki sonriendo, esa típica sonrisa tan característica de él le enfermaba a Key.

—Hola —le contesto levantando una ceja y cruzando los brazos mientras buscaba con la vista algo en que entretenerse.

—Hola Jin Ki —Taemin se metió en la plática, quería hacerse notar a los ojos de su mayor.

—Hola Tae… —el rubio se dirigió al pelinegro— estaba pensando que tal vez te gustaría salir el sábado a ver una película conmigo… ¿Qué dices?...

—No tengo tiempo.

—Bueno otro día pues.

—También estoy ocupado.

—¿Estas ocupado todos los días?

—Si es contigo, sí.

—Creo que es mejor que seas directo y no me ilusiones.

—Yo he sido directo contigo desde el principio, no es mi culpa que tú no lo quieras entender. Jin Ki, no eres mi tipo.

—¿Entonces cómo te gustan los chicos?

—No sé, de toda clase… —barrió al muchacho con la mirada. —pero tu clase no. —después de esa pequeña aclaración se fue del lugar dejando a los otros dos solos.

No tenía nada en contra de él, pero luego de haber pasado la primera noche con alguna persona, el día siguiente y el resto, ya no le interesaban; simplemente eran una probada, diversión por un rato, placer por instantes y sexo un fin de semana. La maravillosa vida de Kim Kibum, la prostituta más deseada de la preparatoria, envidiado por varias chicas; tentación de alumnos y profesores, una completa diva al andar, con sentido natural de la moda, experto en el inglés  y con el glamour siempre presente. Él mismo sabía lo que hacía y por ende todo lo que hablaban de él, no le importaban los comentarios de las otras personas; es más, le gustaba que lo hicieran ya fueran cosas buenas o malas, le gustaba andar en boca de todos, popularidad al alcance de su mano cada vez que lo deseara. Todo era perfecto en su vida, solo existía una cosa, mejor dicho persona que le incomodaba; Minho, que para su mala suerte venía en su dirección.

—Vaya mierda de vida… —en ese momento Choi choco con Kim empujándolo por el hombro solo un poco a lo cual el pelinegro se alteró— ¡¿Acaso eres idiota?! ¡Fíjate por donde caminas pendejo!

—¿Hm?... —solo lo observo por un instante, no le dio importancia y siguió con su curso.

Key se enfadó más de lo que ya estaba, en primer lugar lo empujo y en segundo lo había ignorado, le dedico su hermosa mirada de furia tan filosa como una navaja y fue a su casillero, tomo sus libros y corrió directamente a casa. Cuando llego, su madre preparaba la comida, tal vez ramen por lo que olía; él saludó, subió las escaleras y se encerró en su cuarto. Arrojo su mochila al escritorio y los libros salieron tirando el bote de basura, se aventó a su cama quitándose los zapatos, la habitación estaba a obscuras puesto que la ventana era cubierta por la pequeña persiana que tenía, a Kibum no le gustaba mucho la luz del sol y de cierto modo quiso sacar lo que guardo por un tiempo.

—Estúpido Jin Ki… Estúpido Taemin… Estúpido Choi Minho —una lagrima corrió por su mejilla –eres un estúpido Minho… un completo imbécil —sus ojos ya se encontraban todos acuosos esperando derramar un poco del delineador que tenía puesto —otra vez no me viste… —y arranco a llorar.

Era cierto que lo odiaba, pero si lo odiaba era porque en todo lo que hizo durante  la mitad del ciclo escolar para que se diera cuenta de su existencia, siempre lo terminaba ignorando, pensó que era algo distraído en un momento, pero una vez le hablo a Taemin cuando los dos andaban juntos y lo vio; pero no paso de eso, simplemente Key no existía para Minho, por alguna extraña razón.

—Otra vez se siguió derecho… —dijo mientras se revolcaba en la cama abrazado de su almohada —¿habrá sido porque le grite? —en eso su celular sonó, era una llamada de Lee.

—Bueno…

—¿Kibum dónde estás? ¿Qué te paso? De un momento a otro te perdí de vista.

—Estoy en mi casa…

—¿Estás bien?

—Sí… estoy bien…

—No te muevas de ahí que ahora mismo voy.

—No Taemin, no quiero que vengas.

—¿Por qué?

—Necesito estar un tiempo a solas…

—¿Tu mamá está en casa?

—Mjmm… —se escuchó un suspiro por el otro lado de la línea.

—De acuerdo, solo no hagas ninguna locura por favor.

—Descuida, no voy a hacer nada.

—Duerme un poco, ya hablaremos de esto.

—Lo que digas…

—Bye bye.

—Adiós… —y colgó aventando el aparato al piso.

Se quedó boca arriba mirando el techo mientras secaba sus lágrimas, lloraba de coraje más que nada, pero por suerte ese coraje pasaba rápido. Minho lo volvía loco cada vez más, desde el principio le consideraba una persona cualquiera, pero esa perspectiva termino un día que la profesora de química faltó a la escuela y les dieron la hora libre, fue recién empezando y como buen muchacho corrió a espiar como entrenaban los jugadores, ahí fue donde se dio cuenta de lo magnifico que era. Corría con euforia tras el balón, concentrado solo en lograr una anotación, manteniendo fuerza todo el tiempo y aunque estuviera ya cansado; seguía.

—Siempre con una sonrisa…

—Key ¿tienes hambre? —hablo su madre detrás de la puerta.

—¡No, comí antes de llegar!

—Ok, si quieres algo dejé el ramen en la estufa, saldré a casa de la abuela por unas cosas que olvidamos la semana pasada, tal vez me quede a dormir con ella.

—¡Si mamá!… seré un buen hijo.

—Ese es mi Bummie, te amo cariño —y sin decir más la señora se fue de la casa.

Aquí empezó un problema de Key, si es que se le podría llamar problema.

Recordó aquella vez que en partido de inauguración del año, por alguna extraña razón empezó a llover, solo fueron unas cuantas gotas, pero eso logró mojarlos al grado de que la ropa se les pegaba, algo que fue estupendo porque a los jugadores se les marcaba el cuerpo y entre ellos, el cuerpo de Minho. Vio sus pantorrillas, abdomen, brazos, y su trasero bien definido; aunque eso era solo por encima de la tela, dentro de su mente imaginaba como sería completamente desnudo, en su perfección total, iba poco a poco. Primero pensó en su cabello, un poco rizado y largo a la altura de sus ojos, esos ojos enormes y de color café que eran como el otoño; su cuello, largo con una manzana de adán hermosa e inconfundible, una nariz bien recta y con buena terminación, labios gruesos y un poco rozados, labios que quería probar.

—M-Minho… —la respiración se le aceleró.

Con su mente, le quito la camisa y se encontró con sus hombros grandes junto con una espalda capaz de aguantar cualquier peso, brazos musculosos a los que se les marcaban las venas, brazos que deseaba lo estrecharan, una clavícula perceptible cuando respiraba, sus pectorales… ahí donde estaban sus pezones, el los “veía” de color marrón. 

—Ahh… —no lo pudo resistir y soltó un gemido apenas audible, un pequeño espasmo le recorrió el cuerpo; cerró los ojos y continuó.

Fue bajando encontrándose con su abdomen definido, delicioso… pensaba como podría pasar las manos por ese lugar delineando cada rincón, llegando a su ombligo; hondo y ansioso por meter su lengua en él, probando su alrededor, principio y final.

—Mmnn… ahhh… Dios… —se revolcaba entre las sábanas y observo como su miembro comenzaba a despertar, la sensación era exquisita y ardía demasiado, desabrocho el botón de su pantalón acariciándose un poco.

Llegando al borde del short de Minho, no dudó ni un instante y lo quitó de un jalón, el bóxer le quedaba muy pegado parecía que pene pedía a gritos que lo sacaran de esa prisión y lo ayudó, ahora ya sin nada lo contemplaba. En su mente el miembro de Minho era grueso, largo, sus testículos colgándole de la entrepierna era algo tan jodidamente apetecible, necesitaba conocerlo, verlo, saborearlo… chuparlo…

—Ahh… mnn… Minho… —llevó una de sus manos directo a sus genitales y comenzó a masturbarse —M-Minho… ahh… ahh… Minho… —el vaivén que había creado aumentaba de rapidez a cada momento de pensar en el muchacho —por favor… te ves hermoso… ahhh… —su desesperación aumentó y llevó la otra mano a masturbarse. 

Y siguió así hasta que finalmente se corrió por Minho… Choi Minho, era un deseo inevitable; ahora esas manos eran más que simples instrumentos del cuerpo; eran sus amigas.

 

 

       “Apodyopsis: el acto de desvestir mentalmente a una persona”

 

Notas finales:

Nos vemos *-*/


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