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Disease Beautiful por Dunklen Geist

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Notas del capitulo:

¡¡¡Feliz 2015!!!

—M-Maldición…—dijo al darse cuenta del líquido blanco en sus manos.

Siendo sincero esa experiencia le agradaba, sentirse así de único y especial era exquisito. Esa no fue la primera vez que lo hizo, dos semanas atrás había comenzado el delirio pero cuando trataba de olvidar el hecho de ver el rostro del muchacho, hacia que su imaginación se echara a volar nuevamente. Descansó un poco antes de levantarse e ir al baño para enjuagarse las manos, se miraba al espejo tratando de encontrar algún defecto en su rostro, cualquiera, el más pequeño de todos; pero nada, no lo entendía ¿Qué tenía que era la razón por la que Choi no lo miraba? Un misterio sin resolver, probablemente llamaría a Scooby Doo y su pandilla para que lo averiguaran.

—Tsk… pero que mierda pienso…

En ese momento sonó el timbre; con su madre fuera y su padre en Japón, él estaba solo. Le agradaba esa idea, tener la casa para sí mismo, poder dormir a la hora que quisiera, invitar a sus amigos para una pequeña “reunión”, poner música a todo volumen, ir desnudo por la casa sin sentir pena, lo que desearía cualquier adolescente. Se seco con una toalla y bajó las escaleras, de seguro era el imbécil de Taemin que no entendió lo que le dijo por teléfono.

—¡Taemin te he dicho que estaría bien! ¡No necesito de…! —fue inesperado, igual que cuando sacas el premio mayor en la lotería y excitante, casi como ver un video porno a las dos de la mañana —¿Q-Que haces aquí?...

— Vengo a entregarte esto —extendió su mano para darle una libreta.

El pelinegro la tomó y no le dio importancia, es más, en cuanto la tuvo en las manos lo primero que hizo fue aventarla sobre la mesa que estaba junto a la puerta. No lo creía, era difícil captarlo en el momento, frente a sus ojos se encontraba nada más y nada menos que el chico por el cual se imaginaba de todo, quien lo hacía suspirar, cometer locuras, decir estupideces, Choi Minho; su amor platónico.

—La encontré en un bote de basura, supongo que la debieron haber visto tirada y lo mejor que pudieron hacer fue ponerla en los contenedores.

—Oh amm… g-gracias —le dirigía la palabra, ¡Dios santo! ¡Le estaba dirigiendo la palabra!

—Creo que eso es todo —suspiró. –Ya tengo que irme —No, no, espera, aun no te vayas…  —¿Quieres pasar?

—¿Qué dices? —le respondió con un gesto de duda mientras ladeaba un poco la cabeza.

—Por favor entra a mi casa a tomar algo… es lo menos que puedo hacer luego de que me trajeras mi libreta…

—Mmm —el moreno lo pensaba, y Kim rezaba a cualquier ser mágico que hiciera que el alto aceptara —quiero agua… —dijo cuando ponía el primer pie dentro de la vivienda.

—Siéntate donde quieras, ahora mismo te la traigo —cerró la puerta y se dirigió a la cocina.

Agarro un vaso transparente, de los que utilizaba cuando comía junto con su madre y corriendo fue al garrafón de agua llenándolo casi por completo, tomó un servilleta  justo cuando ya iba a cruzar la habitación sus sentidos reaccionaron ¿de verdad le daría de tomar así? No, merecía de lo mejor, Minho debía tener lo mejor que Kibum poseyera y sin dudarlo abrió la vitrina y saco un vaso de vidrio, de la vajilla sin estrenar de su madre, esa que prometió nunca tocar por lo valiosa que era; pero al carajo la promesa, igual algún día la utilizarían.

—Aquí tienes —le dio su bebida.

—Gracias… tu casa es bonita Kibum.

—Acogedora yo diría… —un momento ¿sabía su nombre? Si eso era cierto significaba que… ¡sí existía! —Amm… ¿tú… conoces mi nombre?...

—Sí, la libreta lo tiene escrito en todas partes —vaya desilusión. —y que bueno que seas de las pocas personas que llenan los datos de la parte de atrás de la carátula, sino igual la dejaba por ahí.

—Por eso llegaste hasta aquí ¿cierto?

—Mjmm… o tal vez ya sabía dónde vivías —en ese momento se levantó del sillón donde estaba sentado y fue directo a la puerta, por su lado el pelinegro lo siguió.

—¡Hey! ¡Oye! ¡Espera, explica eso! —justo cuando le gritaba, Choi se dio la vuelta y lo acorralo contra la pared, se miraban a los ojos, podían escuchar claramente la respiración del otro, estaban juntos.

—Explicar ¿qué?... —Key sentía como se le aceleraba el corazón por la posición en la que lo tenía, pero igual le gustaba.

—L-Lo último que dijiste… ¿Cómo que ya sabias dónde vivía?

—Esperaba que tú mismo respondieras esa pregunta.

—¿Qué dices?

—Tal vez me gustaste desde que te vi… tal vez mostraba mi cuerpo ante tus ojos, tal vez fingí ignorarte para captar tu atención… tal vez te vigilaba sin que me notaras, tal vez; solo tal vez en este instante quiera besarte... —el pelinegro se sonrojo.

—Y-Yo… te gusto…

—Dije tal vez, no te ilusiones mucho —se hizo a un lado y abrió la puerta —por cierto, cuida mejor en donde dejas tu diario o lo que sea esa libreta. Mejor cómprale un candado si no quieres que vuelva a leer lo que escribes de mí. —se fue de la casa dejándolo ahí, incrédulo de todo.

Ese fue uno de los momentos que más pudo haber deseado, estar así de cerca del rostro perfecto de un jugador estrella, sentir su aliento, percibir su aroma, el calor que desprendía su cuerpo, y ver la profundidad de su mirada era un buen sabor. Bajando de la nube en donde andaba, Key capto lo final que escucho. “Mejor cómprale un candado si no quieres que vuelva a leer lo que escribes de mí”   

—Carajo… —agarró la libreta de la mesa y se dio de topes al notar cual era.

Encontró su cuaderno de matemáticas que no era precisamente en donde tenía ejercicios, una mitad era para la clase y la otra para su mente. De la hoja cincuenta a la cien, plasmaba toda su creatividad, lo que iba desde poemas, dibujos, pensamientos, hasta un pequeño cuento que hizo el jueves pasado mientras veían Analítica; lo vergonzoso de ahí es que todo estaba dirigido a Minho. En varias páginas tenia escrito su nombre, su rostro pintado, los sueños que le provocaba, si le pudiera dar un título seria “Conociendo a Choi Minho” nada extravagante.

Toda una inundación pasó por su casa y apenas eran siete con trece, no tuvo más opción que llamar a su mejor amigo; si se le podía llamar así. Fue a su habitación a busco su celular tirado en el piso, lo desbloqueo y marcó.

—¿Hola?

—Taemin, necesito verte ahora.

—Pero me acabas de decir que querías estar solo.

—Cambie de opinión, además tengo algo que contarte.

—¡Uy! ¿Qué es? ¿Qué es? Dime que quiero saber.

—Si vienes a mi casa te cuento.

—¡Ah! Que malo…

—Solo debes caminar una cuadra y ya, por favor no seas marica.

—Sí, pero tú no me vas a dejar hasta mi casa ¿Qué tal si en el camino me violan?

—Mejor para ti.

—Cállate estúpido —Lee resoplo del otro lado.

—A que no adivinas que sexy futbolista vino a mi casa —se contoneaba de la felicidad.

—¿Kyuhyun?

—Nop es otro.

—Mmm… ¿Donghae?

—Nop, ¡vamos! hablamos de él hoy en la mañana.

—En la mañana… ¡¡No!!

—Oh Sí.

—¡No te creo! ¿Me lo juras? Cuéntame todo.

—Bueno pues…

—Olvídalo, quiero escucharlo de frente; ahora mismo voy a tu casa —el castaño colgó a lo que Key solo se echó a reír.

Era bueno contar con él cuando se tratara de confiarle a alguien sus secretos, inquietudes y perturbaciones, puede que a veces era malo con su menor pero lo quería como si fuera el hermano que no tuvo. Pasaron tal vez unos veinte minutos en lo que por fin llegó, le abrió la puerta y no había necesidad de indicarle el camino puesto que ya se lo sabía; cuando llegaron al cuarto de Key cada uno se acomodó en donde quiso. El dueño de la casa sentado en el piso y recargado en la cama mientras el castaño recargado en el escritorio.

—Te tardaste mucho

—Pase a comprar papas fritas y refresco —abrió la bolsa y se la extendió para que tomara un poco —ahora si ya, cuéntame lo que te pasó —Lee se veía muchísimo más emocionado que lo que estaba su Hyung.

—Pues primero, creí que eras tú el que tocaba y baje rápido pero cuando abrí era él.

—¿Y qué quería?

—Vino a entregarme una libreta —momento de empezar a alardear –aunque solo fue una excusa para verme.

—Pero según tú lo odiabas, además de que dijiste  te ignoraba ¿O me equivoco?

—Pues si me hace caso, además... ya no lo odio —dijo mientras comía frituras.

—No imagine que te llegara a pasar, si eso es contigo entonces a mi…  ¡me va a besar Jin Ki! —se emocionaba de solo creer que sucediera de tener la misma suerte que su amigo.  

—Tampoco son milagros, niño, lo mío fue especial; Minho me dijo que le gustaba.

—¿Tú, gustarle?

—Eso mismo, bueno en realidad fue “Tal vez me gustaste desde que te vi”

—Entonces no es nada seguro.

—Sí y no… es eso lo que me inquieta.

—Por Dios Key, tranquilo; contigo caen todos. Hasta el gran Choi Minho lo iba a hacer, no me sorprendería que pronto estuvieran los dos aquí en tu cama —le guiño el ojo.

—No lo sé, es quien más trabajo me ha costado.

—Bueno pues si tú no piensas hacer nada, supongo que me puedo divertir un rato con él —el pelinegro reacciono veloz a sus palabras y le miro con autoridad.

—Ni se te ocurra —Taemin rió.

—¡Te gusta!

—Tal vez… solo un poco…

Las mentiras salían nuevamente de su boca, andaba completamente enamorado de Minho solo que no lo confesaría tan apresurado. Sin duda deseaba al moreno, ambos jóvenes continuaron hablando y hablando hasta quedar dormidos y a la mañana los dos apresurados en cambiarse corrieron para no llegar tarde a la escuela. Lo bueno es que su primera clase era del taller de pintura y no hubo problema en ingresar; el profesor Ji Yong siempre tardaba quince minutos más en llegar.

—Muchachos tengo una buena y una mala noticia ¿Cuál quieren primero?

—¡La mala!  -le contesto todo el grupo-

—La mala es que debido a que el entrenador Siwon se fue de vacaciones no hay quien entrene al equipo de futbol y el director ha decidido repartir a los jugadores entre los demás talleres, la buena es que les presento a su nuevo compañero el capitán Choi Minho

—No… puede… ser…

Como sus oídos lo escucharon, al león le ponían enfrente una oveja.

 

 

                         “Desideratum: constante deseo”

 

Notas finales:

Nos vemos *-*/


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