Yesung iba corriendo por el centro de Seúl, estaba muy angustiado y tenía miedo. Sostenía un papel en su mano y lo leía a cada rato como si fuese la cosa más importante para leer, aunque sí, era importante. Era la dirección de un restaurante nuevo que había en el centro y habían quedado con su novio, Ryeo Wook, en una cita para verse.
Desde hace tres meses enteros, Yesung había estado llegando increíblemente tarde a sus citas con Ryeo Wook. Incluso algunas veces Wookie ya se había retirado cuando Yesung llegaba. El sentido de la orientación de Yesung estaba fallando en grandes medidas, confundía las calles y se metía por vías que no eran, leía mal las direcciones y a veces no sabía para donde iba.
La noche anterior, Wookie no se le quiso acercar en toda la cena ahí en la casa de SuJu. Evitaba la mirada de Yesung y lo ignoraba al hablar. Cuando se iban a dormir, Yesung tuvo la oportunidad de detener a Ryeo Wook a la entrada de su habitación.
–Vamos, Wookie. Por favor, no hagas esto conmigo –le decía Yesung sonando como un niño pequeño.
–No, Yeye. Ya ha sido bastante tiempo. No quiero seguir pareciendo un idiota esperando hasta altas horas de la noche –respondió Ryeo Wook.
–Sabes que lo siento mucho por eso. No volverá a ocurrir. Todo va a mejorar, solo dame la oportunidad para demostrártelo.
Ryeo Wook estuvo pensativo unos momentos hasta que por fin había aceptado. Se metió rápido en su pieza y sacó un volante que anunciaba un nuevo restaurante en el centro. Ryeo Wook lo quería visitar y esa sería la oportunidad de Yesung.
Al día siguiente, Yesung se levantó temprano y se alistó, su horario estaba despejado y eso le daba tiempo. Por un momento había olvidado a donde se llevaría a cabo su cita, pero pudo volver a ver el volante en la habitación de Ryeo Wook. Al desconocer la dirección, le preguntó al líder Leeteuk que a pesar de su pronta llegada, había ido una vez de paso por el centro y lo vio. Le escribió la dirección en una hojita y Yesung, agradecido, salió corriendo del departamento.
Cogió un taxi y le indicó la dirección a donde quería que lo llevara. Llegó y estaba a punto de entrar hasta que llego una oleada de ELF’s, gritando el nombre de Yesung y pidiendo autógrafos. Cuando sus fans estuvieron satisfechas, él ya no se encontraba frente al restaurante. Y ahí lo tienen, perdido de nuevo y perdiendo a su novio.
– ¿Yesung? –escuchó una voz familiar llamándolo.
– ¿Eun Hyuk? –reconoció a su compañero de grupo y se acercó a él, curioso. – ¿Qué haces aquí?
–Venía a comprarle un detalle a Dong Hae, por aquí hay tiendas buenas. ¿Y tú?
–Tengo una cita con Ryeo Wook en un nuevo restaurante.
– ¿El nuevo? Ya sé cuál es. Queda subiendo está calle –dijo Hyuk señalando al frente por toda la vía.
La mirada de Yesung se iluminó, grito (literalmente) un gracias a su compañero y salió corriendo. Esquivo a la gente a su paso e intentaba no tropezar con ciertos baches y piedras que se aparecían. Por fin, pudo llegar. Entró al restaurante y vio a Ryeo Wook sentado en una mesa, con la mirada algo apagada y viendo la tarjeta que Yesung le había dejado en la mañana de que llegaría a tiempo, junto a un ramo de flores. Se acercó a la mesa mientras acomodaba su ropa y ponía la sonrisa más galana que tenía.
– ¿Esperas a alguien? –le preguntó, tocándole el hombro.
Ryeo Wook inmediatamente se volteó y se puso de pie, abrazando a Yesung por el cuello mientras este lo abrazaba también de la cintura.
–Pensé que no ibas a llegar –susurro Wookie, su voz denotaba emoción.
–Aquí estoy Wookie, te dije que cumpliría –le dio un beso a Ryeo Wook y se sentaron a degustar la fantástica comida.
Podría decirse que después de eso, Yesung no volvió a tener más problemas de orientación nunca más.