Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Flor de Plata por HarukaChan

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

*Es un one shot. 
 
*Los personajes y la historia son originales.
 
*Es un presente para una personita a la que quiero mucho y aprecio como no se da una idea <3
 
*Espero que les guste –es la primera vez que escribe yuri- 
 

 

Allystar caminaba distraídamente por la avenida principal que la llevaba a su instituto. Sus cabellos rubios ondeaban en la suave brisa que soplaba en esos momentos, y ella no podía más que sonreír ante la fresca sensación. La belleza natural que la joven nórdica poseía era notada por todas las personas a su alrededor que la veían con cierto asombro. Un cabello ondulado perfectamente bien arreglado que caía hasta la cintura de la chica, su sonrisa cálida y el aura de tranquilidad que parecía rodeaba. Ella poseía una belleza poco común en el mundo actual: inocencia. Dirigió su mirada hacia el cielo por unos momentos y cuando se dio cuenta ya se encontraba dentro de la academia donde veía clases.

La chica de cabellos rubios cenizos se dirigió hacia uno de los estudios privados sin dudarlo, y se introdujo dentro de uno. Había una gran colección de cuadros en las paredes, la gran mayoría paisajes llenos de flores. Se dirigió con pasos alegres hacia una silla frente a un lienzo no terminado. Se podía ver un prado cubierto de lirios y entre ellos podían verse cortos mechones plateados bailar.

–Cuando esté terminado será la obra que marque mi primera exposición –sí, la joven prodigio iba a tener su primera exposición pronto y quería que el cuadro que se encontraba pintando estuviese en el centro de todo. Tomó sus pinturas y sus pinceles y se sentó sobre la silla, para dedicarse a terminar los detalles de aquel hermoso cuadro, que llevaba los sentimientos de ella hacia su persona amada.

 

Helmi estaba aburrida, se encontraba sentada frente a su computadora tecleando rápidamente. Normalmente no estaría levantada tan temprano 10 am, definitivamente era demasiado temprano para su gusto, pero tenía trabajo y ese día era un día especial. Sus delicados dedos tecleaban rápida y eficazmente mientras sus orbes turquesa se mantenían fijos en el monitor. –Vaya trabajo más aburrido me ha tocado hoy... La publicidad no es lo mío. –aseguró, siento eso una falsedad enorme. Tenía talento para el diseño y le iba bien por ello.

Era evidente que la mente de Hel no estaba allí en esos momentos, sino planificando un montón de cosas con su novia que no se encontraba. Ya quería verla. Habían empezado a salir desde hacía unas dos semanas, pero llevaban una amistad de cinco años y era eso lo que se celebraba aquel día. –Haber... La recogeré a las 11:30, iremos a almorzar en nuestro restaurante favorito, luego vendremos, descansaremos y le prepararé una cena romántica que hará que caiga rendida a mis pies~ -una suave risa escapó de los labios de la joven ante aquella idea.

 

Entre tanto la joven rubia ignorante de los planes de su novia se encontraba pensando cuál sería un buen regalo para Hel. Después de todo, ya habían pasado cinco años desde su primer encuentro. Suspiró lentamente, volviendo a centrar su atención en los retoques del rostro de la peliplata. Sí, la chica que observaba las flores en aquel retrato era Helmi, su novia. Volvió a revisar el lienzo, sí, era una pintura hermosa. “Primer amor” se titularía ese cuadro. Pues la de  orbes turquesa siempre le comentaba que la primera vez que la vio pensó que estaba viendo la flor más bonita. Ante aquel pensamiento sus mejillas enrojecieron de inmediato.

–Ah... Hel debe venir en camino, será mejor que terminé de acomodar esto... Será la primera persona que vea esta obra... –Los minutos pasaron volando y las 11:30 llegaron. El cuadro estaba listo, y ella estaba lista para mostrárselo a la peliplata en cuanto entrara, definitivamente quería lograr sacarle una de esas sonrisas que tanto amaba. –Seguramente si le pregunto qué quiere me va a responder algo como: “Te quiero a ti, sin ropa en la cama”. Ella es ese tipo de persona –rió ante aquella idea, pero fue interrumpida por Hel que entró serenamente.

–Parece que no tienes que pensar demasiado en mi regalo entonces... –anunció, provocando que la menor se sonrojara de inmediato. –Así como una flor de plata, cuya belleza vivirá por la eternidad –sonrió con lentitud e hizo una reverencia para tomar la mano de su novia con lentitud, entrelazando sus dedos con suma ternura.

–Tu flor de plata, más bien... Nadie más me dice así –declaró con voz suave mientras sonreía tontamente. Le era imposible no responder a la sonrisa de la mayor. Aquel hermoso cabello plateado, ningún tono podía comparársele, pero lo había intentado. –Te tengo un regalo mejor –soltó la mano ajena para señalarle la pintura.

Helmi no contuvo su emoción al ver la pintura, realmente era una obra que captaba la emoción que sintió la primera vez que vio a Allys. Un leve sonrojo en sus mejillas apareció, y no tardó en tomar con sus manos las mejillas ajenas para poder unir sus labios con los de su novia, fundiéndolos en un beso intenso. Sí, era un regalo que le había encantado. Pocos segundos después separó sus labios de los ajenos y pegó su frente a la de la rubia. –Es en verdad precioso, gracias, Allys.

Las mejillas de la ojiverde estaban cubiertas por un intenso sonrojo, aún no se acostumbraba a ser besada de esa manera por su novia. Pero ¿Qué importaba? Ya se adaptaría. –Me alegro... Realmente me hace feliz que te haya gustado –todo lo que necesitaba en esos momentos estaba allí: la peliplata a la que tanto adoraba.

–Claro que sí, es perfecto. Captaste un lado tierno de mí, felicidades~ -bromeó con tranquilidad, volviendo a sujetar la mano de su rubia. Ella era suya, de eso no había ninguna duda. La manera en que Allystar se sonrojaba le parecía demasiado tiempo y lograba captar toda su atención. –Iremos a comer en nuestro restaurante favorito. Y luego tontearemos en casa hasta tarde. ¿Le parece suficiente, mi flor?

–Me parece una idea estupenda –aseguró mientras le daba un pequeño beso en l mejilla a la ojiazul. –Moo... Deja de actuar como si fuese una princesa, sabes que no me gusta –se quejó haciendo un pequeño puchero, a sabiendas de que nada lograría quejándose. Hel siempre hacía cosas que podían hacerla “molestar”.

–Lo hago sin darme cuenta –se burló la joven antes de empezar a caminar fuera del estudio. Dejó que la menor cerrara la puerta con llave y la haló suavemente hacia la salida. –Este lugar siempre está muy vacío. ¿No te aburres? –preguntó la chica de cabellos plata.

–¿Lo dice la chica que se la pasa todo el día en su pc trabajando y habla rara vez por teléfono con sus clientes? –vio como la contraria se reía, y no pudo evitar soltar una suave risa también. –No creo que sea aburrido. Cuando estoy pintando es mejor si nadie anda por allí para interrumpirme –anunció con seguridad.

–Eso es entendible, totalmente –sonrió la peliplata mientras guiaba a la rubia hacia su auto. Un deportivo plateado estacionado justamente fuera del instituto. De inmediato la rubia hizo un puchero, provocando que Hel riera con suavidad. –Ya sé que prefieres que te recoja en el otro, pero hoy es un día especial ¿Por qué no llamar la atención del mundo?

–Eres demasiado caprichosa, Hel –la rubia suspiró. Su novia era como un niño pequeño: malcriada, impulsiva y caprichosa. Siempre debía tener la razón y no aceptaba un no por respuesta. Pero así era ella, y así la adoraba como a nadie.

–Y tú te  cohíbes demasiado, Allys –declaró la peliplata mientras daba la vuelta al auto para poder subirse al asiento del copiloto. Había notado las miradas de los peatones, pero poco le importaban.

 

Pronto ambas estuvieron dentro del vehículo y Hel lo encendió para ponerse en camino al restaurante. Tardaron unos 30 minutos en llegar al lugar. Era un local grande, elegante, con paredes blancas y ventanas de cristal. La terraza del segundo piso estaba techada, pero dejaba ver el paisaje que enseñaba el mar a lo lejos. Definitivamente era un lugar bastante hermoso. Ambas bajaron del auto después de estacionar y la peliplata entró guiando a la rubia hacia el segundo piso, después al tercero que era un piso más pequeño con paredes llenas peceras. Una mesa adornada con manteles de color plata estaba en el centro de la habitación.

–El último trabajo importante que hice fue para ellos, y pues me dejaron escoger la forma de pago. Sé cuánto te gustó este piso, así que lo reservé este día para nosotras –anunció, mostrándole una sonrisa llena de sinceridad a su adorada Allys.

–Mira que eres una tonta... –estaba segura de que todo su rostro estaba sonrojado, pero no le importó. Se abrazó a su novia con algo de fuerza, ocultando el rostro avergonzado en el pecho ajeno. “Suave”... Pensó, avergonzándose aún más. –Muchas gracias... Muchas, muchas gracias.... Estoy muy feliz... –y así era, estaba tan feliz que unas lágrimas resbalaron de sus orbes.

–Vamos, no llores... –una sonrisa llena de ternura apareció en los labios de la ojiazul mientras abrazaba a su novia con suavidad. La tomó del mentón para elevarle el rostro y poder besar con suavidad los labios ajenos. Le limpió las lágrimas con el pulgar y sonrió con serenidad. –Ahora, vamos a sentarnos antes de que el mesero suba... –le anunció con voz suave, y prosiguió a sentarse.

La rubia también se sentó y con suavidad tomó la mano de la peliplata por encima de la mesa. El sonrojo aún no parecía tener intenciones de desaparecer. –Piensas demasiado en mí... Estoy segura que hubieses preferido ir a comer pizza cerca de casa... Te amo Hel....

–Quiero que esta noche repitas mucho esa frase –sonrió ladinamente y le guiñó el orbe derecho mientras le besaba el dorso de la mano con suavidad. El sonrojo que casi había desaparecido de las mejillas de la rubia, ahora relucía nuevamente con intensidad.

–Tonta... –desvió suavemente la mirada. Claro que sabía de los planes de su peliplata para aquella noche. Era un día especial para ambas y había que celebrar como se debía. Pero aquello sólo la ponía más ansiosa.

 

El mesero anunció su entrada con un suave carraspeo, se sentía avergonzado de cortar tan linda escena, pero  le pareció que ambas chicas tendrían hambre. La joven de orbes verdosos le recordó a la ricitos de oro, pero con un tono de rubio cenizo; la chica de cabello plateado le recordaba a Blanca nieves por otra parte.  

Allystar terminó pidiendo una ensalada de mariscos, uno de sus platos favoritos de aquel lugar. En cambio, Helmi  se decidió por su platillo favorito: pasta con salsa de pollo agridulce. El mesero se retiró y en unos 20 minutos regresó con sus platos. La peliplata había pedido una botella de vino para acompañar aquella especial ocasión. 

–Por nosotras y por un nuevo año de amistad –el sonido de la copa de la peliplata chocando con la copa ajena resonó con suavidad. Y ambas bebieron  sus copas hasta el fondo.

–Ya verás que todo nos irá bien –aseguró la rubia con total tranquilidad y una sonrisa alegre.

–Todo irá perfectamente, lo sé –reafirmó la ojiazul con una sonrisa tranquila.

Ambas empezaron a degustar sus platillos con calma, disfrutando de cada mordida que le daban. El postre le siguió a la comida: tarta de manzana.  Estuvieron dentro del restaurante una o dos horas, hablando/conversando sobre cosas triviales. Después se retiraron, y fueron camino a casa. Allys miraba por la ventana como siempre, y Hel la miraba de reojo, con atención. A veces pensaba que la rubia estaba muy lejos, en un lugar inalcanzable para ella. Pero había comprendido con el tiempo de que era su imaginación más que nada.

Llegaron a casa en poco tiempo, y el sol empezaba a ponerse. Entraron al departamento y como siempre Hel se quitó la gabardina arrojándola sobre el sillón de la sala.  Al recostarse se quitó los zapatos, dejándolos descuidadamente allí. Cerró sus orbes y no los abrió hasta que sintió un peso sobre su cuerpo.

–Ah... Estás un poco más pesada... –le sonrió ampliamente y con suavidad le rodeó la cintura con los brazos. Le acarició con suavidad la espalda por encima de la blusa y sin pensarlo mucho le presionó los glúteos, provocando que la rubia diera un pequeño salto.

–¡Eh! No hagas eso, Hel... –sonrojada ocultó el rostro sobre los senos de su adorada peliplata. Realmente la ojiazul era demasiado impulsiva.

–Compré un conjunto de lencería, quiero que lo uses para mí ¿Está bien? –sus manos continuaron acariciando los glúteos ajenos, presionándolos con suavidad. Le era imposible no hacerlo, ya habían pasado 24 horas desde que su piel no había sentido la calidez directa de la ajena.

–M...Me lo pondré... Ah...~ -se estremeció suavemente ante el tacto ajeno, que provocó que suaves gemidos escaparan de sus labios. Le era inevitable... Su corazón se exaltaba con el solo roce de las manos de la peliplata. Ante la señal que le hacía Hel, se levantó con cuidado y fue caminando hacia la habitación, seguida de su novia.

–Esa es mi chica –anunció con calma y caminó tras ella. Su vista bajó hacia las caderas de la rubia, sus preciosas curvas y su caminar elegante que las hacía resaltar. Todo en la ojiverde era hermoso, y eso lo sabía Helmi. Sabía que la persona frente a ella era un tesoro, y debía cuidarlo. Debía regar su amor a diario, tal plata para que creciera con raíces fuertes y resistiera el huracán más fuerte.

Allys observó a su novia sacar una bolsa del closet de su habitación y se la dio con cuidado. La tomó con suavidad y se sonrojó al ver el contenido. –Ya regreso... Espérame, iré a cambiarme... –y diciendo aquello se dirigió hacia el baño.

La peliplata sonrió complacida y asintió. No podía esperar a ver a su adorada rubia con tan poca ropa. Sus orbes turquesa se abrieron cuando la rubia salió. El conjunto consistía en unos cacheteros rosas con ligueros que unían medias del mismo color. La parte de arriba  era una camisa corta transparente de tirantes. Y en su cuello un collar de encaje. Sí, definitivamente había escogido un conjunto perfecto. –Te ves preciosa.

Las mejillas de la joven parecían unas manzanas en su estado de madurez. Estaban sumamente rojas y su corazón latía aceleradamente, bombeando sangre hacia todo su cuerpo. Repentinamente se sintió nerviosa, ansiosa, quería seguir viendo el rostro embelesado de su novia. –Qué bueno... –la menor se hizo para atrás y se dejó caer de espalda sobre la cama. Sus cabellos rubios cenizos bañaron la sábana como un río ondeante. Su pálida piel contrastaba con el rojo de las sábanas.

Hel no tardó en ir tras su novia y se ensimismo sobre ella, poniendo las manos a ambos lados de las caderas ajenas. –Tan predispuesta como siempre, mi flor de plata... –murmuró la peliplata mientras agachaba el rostro y besaba entre los senos de su novia. Con su diestra soltó los ligueros para poder acariciar la piel de los muslos con total libertad.

 Los gemidos empezaron a brotar nuevamente de sus labios, uno tras otro ante las sublimes caricias de su adorada novia. Sintió las uñas ajenas acariciar su entrepiernas, haciéndolas estremecer mientras aquella traviesa mano subía hasta sus pechos y retiraba sin problemas la prenda superior. –Ah~ n...No es justo, tú todavía tienes toda la ropa encima... –murmuró la rubia.

–Oh... Ya comenzó la preciosa princesa a exigir –se burló la joven mientras se incorporaba para quitarse la camisa de botones. Dejó caer la prenda y con cuidado también se retiró el pantalón, dejando ver su conjunto de ropa interior de color negro.  Con suavidad volvió a ponerse sobre su novia y agachó el rostro para rozar sus labios con los ajenos. Lentamente mordió el labio inferior de la rubia, estirándolo con levedad mientras sus orbes azules se fijaban en las esmeraldas ajenas. –¿Satisfecha?

–Sí... Mmh~ Sumamente satisfecha, en realidad... –sus orbes inmediatamente se dirigieron hacia los senos de su novia, los cuales eran un poco más grande que los  suyos. Estiró sus manos y desabrochó el sostén, retirándolo con lentitud. Sus mejillas estaban sonrojadas, y sentía que su corazón iba a salirse. Quería acostumbrarse.

–Entonces todo bien... –murmuró con voz suave mientras lamía lentamente el labio inferior de su novia, presionándolo con los suyos posteriormente. Con su cuerpo presionó el ajeno, pegando su pecho suavemente al de Allys. Era una sensación cálida, excitante, que solo la hacía querer aumentar el roce. Empezó a mover su torso con lentitud, sintiendo los pezones de la menor contra los suyos.

–Ah... Ahm~ -sus gemidos empezaron a volverse un poco más alto y sus manos empezaron a recorrer la espalda ajena. Aquella piel suave, blanca, libre de marcas y cicatrices... Quería más de ella, quería todo y más de su peliplata querida. Buscó los labios ajenos con los suyos, uniéndolos en un húmedo beso. Intentaba devorar, no ser devorada, pero pronto los la ojiazul le tomó la delantera.

Sus labios forzaron a los ajenos a abrirse e introdujo su lengua en la boca ajena. Su lengua rozó la ajena, y Hel pudo sentir como la rubia se removía bajo ella. Las manos ajenas bajaban y subían por su espalda, lo que provocó que esta presionara un poco más el beso. Succionó el músculo bucal de su novia,  y separó lentamente sus bocas, dejando un hilo de saliva entre ambas.

Allys inconscientemente entreabrió sus piernas al sentir que la mayor se separaba. Se avergonzó de sí misma por haberse excitado con unos besos y algunas caricias. Pero en realidad no había nada de que sentir pena. Era normal, estaba enamorada, y deseaba a esa peliplata tanto física como sentimentalmente. –Ah.. Helmi...

Hel sonrió complacida ante los jadeos de su novia y lo dispuesta que parecía esa noche a saciar sus deseos más profundos. Se sentó con suavidad para retirar las prendas inferiores de su novia y bajó el rostro a su pecho. Con su diestra empezó a acariciar alrededor de uno de los senos, delineando su contorno y de vez en cuanto rozando el pezón. Por el contrario sus labios atendían el otro pezón, presionándolo, succionando e incluso su lengua participaba.

La rubia empezó a moverse un poco, reaccionando ante las atenciones de la ojiazul en sus senos. –Ah... Ahm~ –los gemidos fueron subiendo de tono, al igual que las lamidas y succiones que la contraria le proporcionaba. Sabía que su piel terminaría con marcas de aquella noche, pero poco le importaba, pues su cuerpo era visto de aquella manera únicamente por la joven de cabellos plata.

Los gemidos de la ojiverde eran música para sus oídos, con cada nuevo jadeo que escapaba de aquellos rosados labios sus acciones aumentaban de intensidad. Era inevitable desear a alguien que pareciera estar lejos de tu alcance. Sus lentamente dejó de atender los senos ajenos y con suavidad retiró la prenda inferior. Al mismo tiempo la rubia con sus manos la despojaba de la misma prenda. Ahora eran dos seres que se mostraban en cuerpo y alma entre ellos. Nada había oculto entre sus sentimientos y deseos. –Creo que incluso la flor de plata estaría envidiosa de tu belleza...

–Exageras... –murmuró Allys con la respiración agitada e irregular. Sus manos buscaban acariciar las caderas ajenas y la espalda, pero terminó dándose por vencida y acariciando el rostro de su amada. Una caricia en su intimidad la hizo estremecer, y dejar escapar un sonoro gemido. No podía contener la ardiente sensación que le ocasionaba el tacto ajeno.

 –Claro que no, para mí esa es la verdad –anunció con seguridad la chica de orbes  turquesa mientras con sus dedos acariciaba la intimidad ajena. Con suavidad introdujo un dedo, provocando que el cuerpo ajeno se arqueara. Empezó a moverlo y bajó su rostro para besar el de la rubia mientras proseguía. Mordió la zona del costado, y succionó; sin dejar de mover su dedo.

–Ahh~ Ah~ -sus labios dejaban escapar un gemido tras otro, sin poder ser ahogados. Su cuerpo anhelaba más de la contraria, por lo que cuando insertó un segundo dedo, empezó a mover un poco sus caderas. Aquel tacto, aquellos dedos que provocaban el despertar de la lujuria en ella. Sólo la peliplata era capaz de causarlo.

Su propia humedad empezaba a molestarle, se sentía caliente, ansiosa, deseosa de rozarse con su adorada rubia. Hel no podía quedarse con solo eso, necesitaba complacerse a sí misma. Sacó los dedos con suavidad y se agachó para dar suaves lamidas en aquel punto tan sensible de la intimidad de la menor, provocando que nuevas ondas de placer recorrieran el cuerpo ajeno.

La de los orbes esmeraldas se estremecía con fuerza ante las lamidas de la mayor. Buscó el rostro ajeno con las manos para hacer que se separara un poco. –Ahh~ Ahh~  Hel~   –la peliplata atendió a su llamado, y se acomodó entre sus piernas; provocándole un intenso sonrojo. Sentía un intenso calor en su vientre, y podía sentir la piel de su novia arder también.

La ojiazul por su parte estaba que hervía de deseo, empezó a frotarse su entrepierna con la ajena, dando suaves roces que fueron aumentando de intensidad. Su excitación era enorme, y se hacía evidente en sus acciones que se volvía cada vez más intensas.

Los gemidos de Allys también se volvieron más sonoros debido a la intensidad de los roces. Sus manos subieron por las caderas de su amada ojiazul hasta llegar a sus senos, los cuales empezó a masajear suavemente. Los presionó un poco mientras se estremecía. –Ahh~  Ahh~ –sus caderas reaccionaron por inercia, empezando a moverse al ritmo ajeno.

Hel resoplaba levemente mientras aumentaba el contacto de sus intimidades, sentía que cada vez su corazón bombeaba con más fuerza. Los gemidos de su novia junto con sus movimientos la entusiasmaban a aumentar la fuerza de sus movimientos. Un escalofrío recorrió su cuerpo, al igual que el de la ojiverde. Ambas habían alcanzado el clímax del placer.

La rubia recibió gustosa a la mayor que se recargó sobre su pecho, estando aún entre sus piernas. Le acarició el cabello y la espalda con suma gentileza. Aquella joven de cabello corto y plateado era todo lo que quería y mucho más.  Jadeante buscó los labios ajenos, depositó un beso corto, suave, pero lleno de cariño. –Te amo...

–Y yo te amo a ti... –murmuró con voz pesada mientras se retiraba de encima de  su flor, posándose a su lado para poder abrazarla y acurrucarla. –“La flor de plata. La más bella y codiciada entre todas las flores. Era tan, pero tan hermosa que todos los hombres y mujeres del mundo debatían por su amor. La flor se sintió triste, pues su belleza causó un gran caos entre los habitantes del pueblo. Ella misma, sola y triste se maldijo. Maldijo ese cuerpo que tanto odio había causado. La flor de plata se marchitó, pero en vez de volverse polvo se volvió plata. La gente del pueblo lloró a la flor noche y día; pero un hombre sabio que había conocido personalmente a la flor la llevó al centro de la ciudad y la dejó allí, en una hermosa plaza llena de otras flores vivas. En ese lugar la hermosura de la flor ya no resaltaba. La flor de plata fue olvidada, pero seguramente era feliz”.

–Es una bonita historia... –sonrió con tranquilidad. Su respiración ahora estaba más calmada.

–Sí, tú me recuerdas a la flor de plata. Tan bella, e inalcanzable...  A veces siento que tu mente se aleja demasiado de tu cuerpo –comentó, entrelazando uno de sus dedos con uno de los mechones ondeantes de su novia.

–Moo... ¿Me estás diciendo que vivo en la luna? –hizo un pequeño puchero mientras la veía.

–Pues algo así –rió con suavidad. Unió su frente con la ajena y rozó con suavidad sus narices. –Recuerdo que por culpa de esa historia nos chocamos...

–Sí, tú estabas muy interesada en la pintura que había hecho... Fue la primera vez que pinté una flor... Una flor plateada que desde lo alto parecía envidiar a las flores de colores. –cerró los ojos y un bostezo escapó de sus labios.

La flor de plata. Es un cuadro precioso... –Lentamente empezó a acariciar el cabello ajeno, sonriendo con levedad. –Descansa...

 

Hel besó la frente de su adorada novia por última vez esa noche, pues pocos minutos después ya se encontraba totalmente rendida ante los brazos de Morfeo. Y ella misma acabó por dormirse también.

 

Desde lo alto

Puedo observar

A las flores

Que ríen sin cesar.

 

Desde el centro

Puedo escuchar

Sus risas sin igual.

 

Alguna vez

Pude yo amar

Justo así

Como las demás.

 

Pero la tristeza

No pude soportar

Y me maldije

Hasta plata quedar. 

Notas finales:

*Gracias por leer~ 

 

*Espero que les haya gustado~ 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).