En un día de junio, en un hotel llamado “Raven”, en una habitación que estaba helada, con sus ventanas cerradas impidiendo que cualquier rayo de sol pudiera llegar al interior, había una persona que estaba de un humor incluso más frio y contundente. En ese cuarto de poco mobiliario estaba Fran, el ilusionista de varia, de un humor menos que agradable debido a un estúpido príncipe que lo había dejado esperando a que terminara su misión, a pesar de que Fran ya había terminado la suya hacia una hora.
Sin embargo, mientras las horas pasaban Fran había comenzado a preocuparse por Bel. El príncipe falso, seguramente se está tomando su tiempo para molestarme.- pensaba- en cualquier momento entrara por esa puerta y se reirá en mi cara por incluso haber pensado que él estaba en problemas.
Pero al no ocurrir nada, durante algunas horas, el ilusionista llamo por teléfono a Squalo, él debía saber dónde estaba Bel.
-¿¡HOLA!? Se escuchó una fuerte voz por el teléfono.
-Squalo, es Fran. Dijo el peliverde con su voz monótona, aunque por dentro estuviera muy preocupado. -¿sabes dónde está Bel?
-VOIII, Fran, Belphegor llego hace hora y media a la mansión, ¿Dónde estás tú?
Pero Fran ya había cortado, y el siempre calmado chico rana tuvo en claro exactamente qué era lo que había pasado, ese estúpido príncipe le había jugado una broma pesada, haciéndolo quedar como un idiota por haberlo esperado y haberse muerto de preocupación por él, pero eso no quedaría así.
En la mansión, Bel reía, le había dicho a la rana que esperara por él, y había escuchado la llamada que Fran había hecho a Squalo, ya que el espadachín no hacía más que gritar cada vez que habría su boca, y con el pensamiento del chico rana quien sabe dónde esperando por él todo el día, no pudo más que reír con su peculiar risa
-shishishi, eso le enseñara a esa rana a no volver a llamarme falso, por mi deberá esperar hasta que yo disponga, por eso después de todo soy el príncipe que se convertirá en rey.
Horas más tarde Fran se hallaba en las puertas de la mansión de varia con un aura asesina rodeándolo que asustaría a cualquiera, pero el peliverde había decidido que no golpearía directamente a ese príncipe caído, lo haría pagar por todo el tiempo que había esperado. Tomó una profunda respiración y entro.
-Fran~ CHAN.-dijo lussuria, mientras realizaba piruetas de bailarina por el salón.-que bueno que volviste, ya me estaba preocupando por ti.
-estoy bien, iré a mi habitación. Dijo el peliverde, con su usual voz monótona. Ya era de madrugada y todos dormían. Luego de ver como lussuria, quien había estado esperándolo se iba a dormir, Fran se dirigió a la habitación de Bel, con un plan ya claro en su mente.
Fran entro silenciosamente en la habitación de Bel y vio como el príncipe dormía tranquilo en su cama, quien lo viera así no pensaría que era un sádico asesino, pero él no se dejaría engañar, ya conocía la sed de sangre de ese individuo, y no se dejaría atrapar por él, y así muy despacio se sentó detrás de un armario que tenía Bel en una esquina de su habitación y mediante una ilusión Fran se hizo a si mismo desaparecer para que el otro no pudiera verlo allí.
Volvió a concentrarse y creo otra versión de sí mismo parado frente a la puerta de Belphegor y comenzó a llamarlo
-Bel, Bel, Bel.- con una voz muy dulce
Y de esa forma el príncipe se despertó, viendo ante sí a un muy sonrojado Fran, que no dejaba de decir su nombre, si no fuera por el cabello que tapaba los ojos de este, Fran se hubiera dado cuenta de cómo este abría los ojos de una manera exagerada por la sorpresa.
Fran hizo que la ilusión de sí mismo se acercara a la cama de Bel y se sentara en la punta de esta, siempre mirándolo.
-sempai. Decía seductoramente la ilusión.- ¿puedo sentarme aquí contigo?, no me gusta estar solo y menos si mi príncipe podría hacerme compañía.
Muy lentamente la ilusión de Fran se fue acercando a un muy confundido Belphegor, hasta quedar frente a él, mirándolo directamente a la cara y tan cerca que casi se tocaban.
Bel realmente no sabía que pensar, si antes estaba confundido y sorprendido, ahora estaba avergonzado, ruborizado y próximo a tener un desmayo, su corazón había comenzado a latir de forma frenética y ya no podía ni pensar.
Fran había entrado en su cuarto, se había sentado en su cama y ahora lo miraba con esos ojos brillosos, esos labios suaves y esas mejillas rosadas, tanta belleza lo estaba cegando y la situación en la que estaba lo estaba confundiendo, tanto era así, que cuando Fran comenzó a acercarse aún más, Bel hizo algo de lo más indigno, se desmayó.
El verdadero Fran, sonreía, no era una sonrisa muy grande que digamos, pero en comparación con sus expresiones normales era un gran cambio, había usado toda su fuerza y había podido tirarle al confundido príncipe un dardo para dormir, que había conseguido antes de ir a la mansión de varia para que pudiera usarla en su plan para vengarse. Bel había quedado definitivamente noqueado.
Con un movimiento de la mano, hizo desaparecer a su otro yo y se acercó a la cama del príncipe para llevarse el dardo y que no quedaran pruebas de que él había estado allí, luego de sacar el dardo del cuello de Bel se lo quedo mirando un rato hasta que su pecho comenzó a doler de forma extraña y tuvo que apartar la mirada del rubio que dormía tranquilamente.
Finalmente se fue a su habitación para dormir un rato, al día siguiente tendría que continuar con el plan que había ideado y debía estar descansado y concentrado.