Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La parte que apesta de ser policía por Error404notFound

[Reviews - 100]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

HOLA A TODOS. 

He decidido traerles un mini capítulo cuya función sólo será conectar el capítulo anterior con el que viene. Es pequeño, pero me esforcé como no tienen idea. 

Disfrútenlo.

 

 

Nada más despertar, con el pitido estridente del despertador, Sousuke soltó un suspiro de cansancio. Sus ojos vagaron por el techo sin poder enfocar ni la bombilla apagada, sumidos todavía en la nebulosa del sueño. El calor lo hizo aventar la cobija donde no pudiera sentirla, pensando que apenas era lunes por la mañana y ya le daban ganas meterse un balazo por el calor infernal que estaba haciendo.

Pese a que había esperado el inicio de semana para separarse de sus pensamientos —conscientes e inconscientes — sobre Rin, la idea de ir a trabajar con ese calor no le agradaba nada.; sólo terminarían juntándose cosas que odiaba, como por ejemplo el calor, Kisumi con sus estúpidas donas —o sin ellas, pero Kisumi de todas formas —, el sol, delincuentes, la vida misma....

—Dios, quiero morirme.

Respirando hondo y esperando que de la nada una nube de gas venenoso le asfixiara hasta la muerte, se incorporó en la cama. Viendo el lado bueno, podría dejar de pensar en la mierda que le había hecho a Rin —como querer besarlo, arrepentirse y encima despedirse por completo de él, todo en la misma maldita noche — y centrarse en cosas de mayor peso en el mundo frío y gris de los adultos.

Pensando en que el rojo y todas sus variantes estaba excluido de su rutina desde ese momento —pero haciéndolo con un extraño dolor en el pecho —, se levantó por completo y apagó el despertador, que insistiendo sin preocuparse por resultar irritante, seguía gritándole que despertara de una buena vez. Pues logró su cometido, porque una vez estando de pie, Sousuke sólo pudo concebir meterse a bañar —aprovechando que no había sido atacado por una erección salvaje — y alistarse para el trabajo antes de que cualquier estupidez se le cruzara en el camino.

Y como si hubiera invocado a un demonio con sólo esos pensamientos, escuchó que su teléfono sonaba. Era el de su casa, así que no tuvo que tirarse al suelo y alargar el brazo por debajo de la cama para recuperar su celular, sino quedarse allí y esperar al contestador automático.

El aparato emitió un pitido al no ser atendido por nadie y pasó directo al buzón de voz.  Sousuke escuchó la voz que salía de la pequeña bocina mientras se quitaba por el cuello su camisa para dormir.

—Ah, ¿Sousuke? Espero no haberte despertado, pero ... —era el jefe Mikoshiba, con la voz alegre de siempre pero con un deje de pesadez que el moreno no pudo descifrar, ni del que pudo imaginar la razón — bueno, ha habido un incendio en Curban Street que necesita ser documentado y eso así que... me pareció que deberías ir para allá de una vez en lugar de llegar aquí y luego tener que dar la vuelta. Sólo... escucha lo que tienen que decir los involucrados y anota un par de cosas. Luego llenas los papeles, ¿te parece? Ah... —ruido de papeleo de fondo —. Pues ya está. Te lo encargo.

Después de eso, la habitación se quedó en silencio.

Curban Street era la calle donde había conocido a Rin. Bueno, esa coincidencia fue como una cachetada para él, pero resistió el impulso de reconocer su propio dolor y en su lugar se mordió el labio inferior.

Sousuke miró por la ventana y vio el cielo apenas despertando de la noche pero ya haciéndolo sudar como cerdo. El moreno suspiró. Al menos tendría un poco de acción desde temprano, algo en qué pensar.

Sin darle más vueltas al asunto, se apresuró a desvestirse y a meterse en la ducha. El agua helada lo recibió tan sólo abrir la llave.

— ¡Agh, maldición!

 

Desde la entrada de la calle, Sousuke podía ver el tumulto de gente y de camiones de bomberos que rodeaban la casa en cuestión, de la que salía humo negro pero que sorprendentemente se mantenía en pie todavía.

Ya vestido y con toda la mentalidad de un policía dispuesto a hacer su trabajo y sin distracciones, se bajó de la patrulla y evaluó el terreno con las manos en la cintura. No pudo evitar soltar un gruñido cuando vio a tanta gente reunida, seguro husmeando entorno a la desgracia. Había gente que no sentía empatía por los demás y que con tal de distraerse un poco de sus rutinas eran capaz de echarle leña al fuego. Casi literalmente en este caso.

Sousuke se permitió tomarse su tiempo en ver si algún bombero se acercaba a alguno de los camiones alejados del tumulto de gente. Tener que meterse entre la multitud a empujones y codazos no le parecía la manera correcta de terminar de arruinar su mañana, así que recorrió con la vista el lugar, a ver si alguien le ahorraba el disgusto.

Entonces, por suerte y casi como si hubiese sido invocado de la nada, un muchacho castaño con el uniforme de bombero se escabulló entre las personas apretujadas y, suspirando de alivio y llevándose una mano al pecho, se dirigió a un camión con la parte de atrás abierta.

Sousuke no tuvo que pensarlo dos veces antes de acercarse a él, con la intención de hacer las preguntas pertinentes y largarse cuanto antes, pero al estar cada vez más cerca de la casa empezó a preocuparle de verdad lo que había pasado. ¿Se habría lastimado alguien? ¿Había muertos? Esperó sinceramente que no.

—Buenos días —saludó el oficial al llegar a un lado del bombero.

El aludido dio un brinquito de sorpresa y se volvió hacia él como si estuviese harto de que  nadie le diese un respiro.

— ¡No me asuste así, por favor! —se quejó graciosamente, algo infantil para la edad que pintaba.

Sousuke no se disculpó —no sintió que debiese hacerlo —, sino que en su lugar se permitió observar con más atención al otro muchacho. Tenía los ojos verdes más amables que había visto en su vida. Pese a que su personalidad parecía ser blanda y de lo más tranquila tenía la espalda ancha y la anatomía de alguien capacitado para ser bombero. Otra cosa que llamó la atención de Sousuke fue la venda que el castaño tenía en la parte derecha del cuello y que le cubría la nuca.

— ¿Está bien? —inquirió el oficial, preguntándose si se habría herido durante el incendio de la casa.

El bombero hizo una mueca de confusión, pero después de un momento pareció comprender hacia dónde iba la mirada de Sousuke y se llevó una mano a la venda mientras reía nerviosamente.

—Ah, esto. Me quemé un poco hace unos días en otro incendio —se encogió de hombros, restándole importancia —. No fue grave, pero todavía está sensible y me arde si le da el aire.

—Oh.

Sousuke no pudo imaginarse un escenario en que el fuego le alcanzase sólo el cuello y no le lastimase el rostro o la parte superior del cuerpo, pero no le interesó lo suficiente como para preguntar al respecto.

Pasándose una mano por la nuca, clavó sus ojos azules en los verdes del bombero.

—Necesito que me dé un resumen de lo ocurrido —dijo, suave pero firme.

El otro muchacho se le quedó mirando un rato antes de responder, su mirada verde recorriendo a Sousuke de pies a cabeza con toda la inocencia del mundo. Además de un leve sonrojo que el moreno no pudo interpretar.

Tuvo que carraspear para que el bombero regresara a la Tierra.

—Ahh —titubeó éste, poniéndose más rojo todavía y desviando la mirada, pero recobrando la compostura poco a poco hasta ser capaz de sostener los orbes azules de Sousuke sin demasiado problema. Pero el rosado de sus mejillas no se fue en ningún momento —. Recibimos la llamada de uno de los vecinos cerca de las cuatro de la mañana. Llegamos, y el edificio entero ya estaba ardiendo — Sousuke asintió. Algo parecido a una partícula de ceniza negra que volaba por ahí decidió ir a dar al labio inferior del moreno. Éste se llevó un dedo a los labios y se los lamió. El sabor cargado de amargura le impidió ver al bombero sonrojándose y emitir un sonidito de sorpresa.

Hubo un silencio, en el que ninguno hizo intento de hablar; Sousuke por estar distraído desde que se había levantado de la cama y el muchacho castaño por parecer estar prestándole atención a algo en la figura del oficial de policía.

Finalmente, Sousuke se dio cuenta de el relato se había detenido, así que carraspeó de nuevo.

— ¡M-mi nombre es Makoto, por cierto! —soltó el muchacho de ojos verdes sin venir a cuento, pero ahora al menos tenía nombre.

Sousuke se le quedó viendo sin saber si hacer una mueca de extrañeza o si dejar su cara de póker. Prefirió la segunda, pero se permitió mirar a otra parte con los ojos y después regresar a Makoto.

—Vale —dijo lentamente, sin tener mucha idea de si debía presentarse o ignorar lo sucedido.

Cuando el bombero levantó la mirada de su cintura —creyó estar imaginándoselo —, parpadeó arrepentido y continuó, como intentando enterrar su error con información crucial:

—A-al parecer, el incendio empezó en la sala. Creemos que fue provocado, oficial.

Sousuke frunció el ceño, extrañado y saliendo de su ensimismamiento de golpe. ¿Es que no podía haber accidentes en Sídney por una puta vez? ¿Siempre tenía que haber algo más grande detrás? Vaya manera de iniciar el día.

— ¿Cómo pueden saberlo?

El bombero castaño negó con la cabeza, una expresión parecida a la tristeza. Sousuke pensó que el chico frente a él parecía más sensible a su trabajo que otros bomberos con los que había hablado antes. Se parecía algo a él, que si los crímenes tenían que ver con chicos jóvenes o con familias siendo destrozadas, el asunto automáticamente adquiría un toque personal e ineludiblemente triste para él.

—Hay patrones de fuego típicos que se pueden ver mirando las cosas que se han quemado. Por ejemplo, se pueden r03;r03;obtener patrones en forma de V en una pared que muestran la dirección del fuego al iniciar. Entonces haces un seguimiento posterior — explicó, retorciéndose los dedos  mientras pensaba en una explicación que alguien ajeno al tema pudiese entender —. En muchos incendios provocados en los que se desparrama intencionalmente combustible desde un lugar a otro, pueden quedar visibles marcas alargadas, así que ese es un factor plausible. Otra cosa es que haya más de un punto de origen, que es donde se asume que empezó el fuego. Si hay más de uno, es un claro indicio de que el incendio no empezó por accidente. —Hizo una pausa, como para tantear el terreno antes de decir —: Encontramos diez.

Sousuke tuvo que dejar salir el aire que estaba conteniendo entonces. Alguien quería ese edificio ardiendo, eso era seguro. ¿Pero quién y por qué? Obviamente era su trabajo averiguarlo, y encima no hallaba la hora de empezar, pero todo el asunto le revolvía el estómago.

Miró por encima del hombro de Makoto, a la casa en llamas que escupía columnas de humo negruzco por las ventanas. El aire estaba impregnado del olor a quemado.

— ¿Hubo algún herido?

—Ahhh... bueno... —murmuró el muchacho castaño, tomándose el codo de un brazo con la mano libre y mirando a otra parte. Se mordió el labio inferior.

Sousuke frunció el ceño. Su actitud de chico tímido se había esfumado por completo. Lo que se venía seguro era importante.

— ¿Pasa algo? —preguntó, dejando claro con su tono de voz que quería respuestas ahora.

El bombero dudó un momento antes de hablar, pero cuando finalmente o hizo, no pareció muy feliz de dejarlo salir.

—Eran... —suspiró antes de mirarlo a los ojos —. Eran dos policías.

Sousuke sintió que el alma se le cayó a los pies en cuanto escuchó eso.

— ¿Cómo dices?

Makoto metió las manos en el bolsillo interior de su uniforme.

—Véalo por usted mismo —le tendió lo que parecía ser un par de fotografías.

Sousuke las tomó con dedos temblorosos, pero casi enseguida se llevó una mano a la boca y maldijo en voz baja.

—Carajo.

No vio a Makoto sonrojarse por la palabrota ni aunque quitó la vista de las imágenes nada más reconocer los cadáveres y las letras pintadas en la pared, ennegrecidas por el fuego pero que seguro habían sido rojas en algún momento.

Nile de nuevo. Nile había matado a dos policías. Sousuke no había tratado con ellos personalmente, pero los había visto una que otra vez en alguna operación. Estaba casi seguro de que uno de ellos era francotirador, pero no estaba seguro.

Eso no cambiaba que lo habían matado junto a otro oficial y los habían marcado de traidores. Había un significado detrás de ello, pero ahí parado como idiota no encontraría respuestas. Tenía que ir a reportarse con Mikoshiba y pedirle a Kisumi una mano para investigar.

El día iba de mal en peor, con eso de levantarse pensando en un pelirrojo que no podía tener, no poder dormir en consecuencia, encontrarse con dos buenos oficiales muertos y quién sabía cuánto más. Y eso que no era ni medio día.

Tragándose el nudo que tenía en la garganta y con cuidado de no volver a ver los cuerpos calcinados en las imágenes por accidente, le dirigió una mirada a Makoto y levantó las fotos.

—Tengo que llevarme esto —dijo —. Llamaré a un par de forenses para que vengan y revisen los cuerpos. Por lo pronto, yo me voy. Buen trabajo, Makoto.

Intentó darle una sonrisa, pero el mismo Makoto pareció no creérsela. En su lugar, él le dedicó una sonrisa triste.

—Lo siento, oficial —sonaba sincero, pero eso no cambiaba lo que había pasado.

—Hasta otra.

Sin esperar una respuesta por parte del castaño, Sousuke no se molestó en mirar a la casa en llamas e imaginar a los dos policías quemados hasta los huesos dentro, con la piel achicharrada cayéndose poco a poco.

Pero resultó que no había ni abierto la portezuela de su patrulla cuando su teléfono sonó en su bolsillo. El tono era el de Kisumi, así que suspiró antes de contestar, pensando que seguramente sería alguna estupidez como siempre.

— ¿Qué quieres? —le dijo al aparato —. Ya voy para allá, así que no estés jodien...

—Sousuke.

Oh, mierda.

La voz de Kisumi no era la misma de siempre, y eso sólo significaba una cosa.

Sousuke se llevó una mano al puente de la nariz.

— ¿Qué ha pasado?

El otro chico tardó un momento en responder. En su lugar, la débil estática del teléfono le hizo compañía a Sousuke mientras esperaba, con el corazón palpitando fuerte contra sus costillas.

—Es Nile otra vez. Ha matado a dos chicos y los ha colgado de la pared.

Sousuke se encontró cerrando la mano libre en un puño. Le puso tanta fuerza que sus propias uñas se clavaron dolorosamente en su palma.

—Pero no es todo —No era una pregunta.

—No. —Escuchó a Kisumi suspirar del otro lado de la línea —. Ojalá fuera todo.

Hubo un silencio entre ellos. El ruido de la gente hablando y de los bomberos trabajando hacían de banda sonora, pero Sousuke apenas les prestó atención. Sentía que su maldito mundo se estaba hundiendo poco a poco. Ya no sabía si era de estrés, de impotencia o si de ambos. Y el único que podría hacerle sentir un poco mejor estaba prohibido totalmente y lejos por su culpa.

—Dilo de una vez —se escuchó pedir.

Kisumi dudó un momento, pero después lo soltó.

—Eran los amigos de Cyle. Los que íbamos a interrogar para saber más sobre su muerte.

Mierda, mierda, mierda.

— ¿Sousuke?

Ya estoy harto. Hoy por hoy, todo al carajo.

Sin decirle nada a su compañero, ni preocuparse por lo que podría pensar, terminó la llamada. Apagó el teléfono antes de que Kisumi pudiera hacer intento de llamarle de nuevo. O cualquier persona. Ya daba igual. Ese día, era su día de mandar todo a la mierda. Mañana podría volver a preocuparse. Hoy, podría quitarse su uniforme y, con algo de ayuda, su propia piel para olvidar sus problemas. Mañana podría volver a ser él mismo. Mañana podría hacerle cara a la realidad.

Pero hoy no.

Dándose la vuelta al tumulto de gente que no parecía tener nada mejor que hacer que estorbarles a los bomberos, Sousuke caminó hacia el camión donde Makoto estaba ordenando cosas. Daba la impresión de que recogía sus cosas para marcharse.

Pues por él perfecto.

Cuando llegó a su lado, puso la mejor sonrisa falsa que encontró en su arsenal, pero la moldeó para que pareciese coqueta sin llegar a pasarse. Inconfundible pero no tan obvia.

—Makoto —lo llamó, con cuidado de pasear el nombre por su boca antes de dejarlo salir.

El muchacho castaño dio un salto en su lugar y pegó un gritito. Cuando se volteó, seguro listo para reclamar el susto, reconoció al guapo oficial moreno de hacía un rato y se sonrojó.

—Ah, oficial...

—Sousuke —corrigió el moreno, sin dejar de sonreír ligeramente.

Makoto tragó saliva intentando hacerlo discretamente, pero Sousuke se dio cuenta. Se había dado cuenta de cómo lo miraba, y quería aprovecharse. Iba a hacerlo.

— ¿A qué hora sales de trabajar, si no es indiscreción? — Recargó el antebrazo en el camión, inclinando la cabeza hacia el chico. Makoto se puso más rojo todavía.

—Ah... pues...

—No te molestará si te robo un momento, ¿o sí?

Makoto puso cara de alarma, pero no retrocedió cuando Sousuke le miró la boca deliberadamente y se lamió los labios. Ah, esa boca...

—Pe-pero si nos acabamos de conocer... —intentó el castaño, a sabiendas de que eso le daba igual a ambos, y más a él, que había pensando que ese oficial de policía era demasiado guapo como para ser real.

—Pues habrá que arreglar eso, ¿no?  —dijo Sousuke, insinuante. Esta parte suya, oculta y raramente utilizada, le hizo pensar que no estaba tan mal. Se estaba saliendo con la suya por completo —. Almorcemos juntos. En mi casa.

Makoto soltó un ruidito mezcla de sorpresa y otra cosa que Sousuke no se molestó en identificar, pero por lo que sabía, la cosa iba bien.

—B-bueno... debería ir a mi casa a cambiarme primero...

Sousuke se irguió.

—Por mí no hay problema.

Y diciendo esto, extrajo la pluma que tenía en el bolsillo delantero de la camisa, reservada para anotar en su libretita de notas. Que también llevaba, pero no se molestó en sacar.

Acercándose aún más a Makoto, le tomó la mano, bajo la mirada sorprendida de éste último, y le garabateó su dirección en la palma. Podría haber agregado su teléfono, pero no le apeteció arriesgarse a que Kisumi —o peor, su jefe —le llamase cuando no convenía que lo hiciese.

Cuando terminó de anotar, no se separó del castaño, sino que sólo levantó la mirada de su mano y le sonrió. Se permitió volver a mirarle la boca, a sabiendas de que el otro chico hacía lo mismo con la suya. Makoto tenía los labios entreabiertos, respiraba con dificultad y podía sentir su mano temblando, pero no le tuvo piedad y se quedó un momento más así.

—Te veo en un rato.

Makoto pensó que añadiría algo porque no se movió por lo que pareció una eternidad, pero justo cuando creyó que debería decir algo, Sousuke le soltó la mano y se guardó la pluma de nuevo. Le dedicó otra de sus sonrisas que combinaban a la perfección con sus ojazos azules y se dio la vuelta. Y se marchó. No miró atrás ni se detuvo a dedicarle una mirada cuando se subió a la patrulla.

Desapareció calle abajo, bajo los ojos verdes de Makoto que no podían apartarse de su espalda, ancha y fuerte. El castaño imaginó los músculos que habría debajo y tragó saliva.

La verdad es que se le hacía agua la boca.

 

 

Notas finales:

¿Qué tal ha ido? 

Pues, dos cosas:

Una, AMO EL SOUMAKO. Es hermoso XD Ojo, que el fanfic no cambiará de pareja ni nada. Estén tranquilas, porque entre estos dos no habrá nada demasiado profundo. 

Y dos: me estoy muriendo. Entré al bachillerato de físico-matemático y pues... es horrible XD Bueno no. Me gustan las matemáticas y la física y todo eso, pero es demasiado trabajo. La semana antepasada me dejaron unos 200 ejercicios para entregar en cinco días. Me desverlé hasta las dos de la mañana desde el lunes, y el día que lo entregué el profesor de mate lo recibió y nos dejó 90 más. Y el de física nos dió sus propios ejercicios el viernes. No sé cuántos sean, pero son cuatro hojas, así que imagínense. 

Les digo esto para que puedan entender lo siguiente: no tengo tiempo para nada XD Ni para ver anime ni para escribir. Para nada de nada. Por ende, los próximos caps se retrasarán bastante. Pásense una vez por semana a ver si actualicé (que lo haré, pero no sé cuándo pueda tener tiempo aunque sea para dormir XD). 

No se preocupen, que habrá próximo cap, pero mínimo en dos semanas. Tengo exámenes ya, y entre tarea y estudiar no doy abasto. 

Serán recompensandos, lo prometo. Muuuy bien *carita pervertida* *guiño, guiño*

En fin. Díganme qué les pareció. Espero sus reviews con ansias. 

¡Esperen el próximo con muchas ansias!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).