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La parte que apesta de ser policía por Error404notFound

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Notas del capitulo:

¡HOLA! Sí, es de noche, pero aquí está el capítulo.

Me gustó mucho escribir el final de este cap,así que espero sus impresiones >///>

¡Lean!

 

 

El camino en coche fue tan incómodo como Sousuke esperaba. Él estaba molesto, mucho a decir verdad, y Rin se comportaba como si estuviese indignado. Sousuke no podía creerlo, pero tampoco le reprochó nada. Sabía que si le dirigía la palabra terminaría por gritarle, por reclamarle que hubiese mentido tan deliberadamente y por haber arriesgado su vida de la manera más estúpida posible.

Todos sabían que Nile no tenía hombres imprescindibles. Te equivocabas una vez y adiós. Se suponía que Rin tenía que saberlo, pero al parecer no se tomaba enserio el peligro en el que se estaba poniendo. ¿Era de verdad eso o que no le importaba lo suficiente? Pues por lo menos, a Sousuke le importaba. Más de lo que debería.

En la comisaría, cuando el pelirrojo estuvo en la sala de interrogatorios con él, Kisumi y una mesa entre ellos, seguía con los brazos cruzados y con cara de pocos amigos. Parecía casi ofendido por el trato que se le estaba dando.

El silencio se vio apenas perturbado por el zumbido de un mosquito zumbando alrededor del foco desnudo en el techo. Rin no despegó la mirada de sus converse ni aún siendo consciente de los ojos azules de Sousuke sobre él.

—A ver, Rin —Kisumi fue el primero en hablar, a sabiendas de lo que significaba para Sousuke tener al muchacho pelirrojo de regreso en la comisaría con un cargo algo más grave que grafitear una casa abandonada. El chico levantó la cabeza, sus ojos rojos apagados —. Creo que no entiendes realmente por qué estás aquí.

Hizo una pausa, esperando que le contestara o que hiciera un comentario ingenioso. No lo hizo.

Kisumi tomó aire y deslizó sobre la mesa el acta que había levantado en cuanto Sousuke se había aparecido por la puerta. Señaló los cargos con el dedo.

—Esto no es cualquier cosa, Rin —se aseguró de mirarlo a los ojos. Eso servía para infundir miedo en los chicos que se hacían los duros —. No es como garabatear con espray . Si termino esta acta y la archivo, pasarás directamente al tutelar de menores hasta que cumplas los dieciocho.

Algo se movió en el rostro de Rin, algo que delató su miedo.

—Y después —intervino Sousuke, sin piedad —, te juzgarán en un tribunal como mayor de edad.

Kisumi asintió.

—La pena va de dos años hasta cadena perpetua, dependiendo de cómo lo vea el juez.

Ambos policías se quedaron mirando a Rin, que estaba mordiéndose el labio inferior y aferrando con fuerza los dedos a sus brazos. La pregunta estaba implícita en el silencio:

 ¿Qué vas a hacer?

Después de un momento, en el que casi le pareció a Sousuke ver un escalofrío por parte del pelirrojo, Rin cerró los ojos con el sentimiento de derrota reflejado en cómo caían sus hombros.

—No me importa —murmuró, su voz ronca y sus ojos ahora evasivos en el suelo —. Igual terminaré muerto.

Sousuke sintió una punzada en el corazón al escuchar eso. Imaginar a alguien intentando lastimar a Rin no le hizo gracia alguna.

—Nadie va a hacerte daño en mi guardia.

Rin levantó la mirada hasta trabarla con la suya. Era la primera vez que se miraban a los ojos, pero Sousuke no sintió el aleteo en el estómago. Los ojos de Rin se veían fríos, temerosos.

—Que estés aquí o no da lo mismo —le contestó el pelirrojo, ni una pizca de duda en la voz.

—Rin...

—Van a matarme, y lo sabes —lo interrumpió, luego bajó la mirada de nuevo —. Lo han hecho antes, lo harán otra vez.

Kisumi se quedó observando un rato a ambos chicos. No tenía muy claro si debía intervenir, pero pensando en que estaban hablando de un delito y no de lo que fuera que hubiese entre ellos, hizo intento de llamar la atención de Rin de nuevo.

—Escucha, Rin. Podemos mandarte al tutelar mañana mismo y nos quitamos de problemas. O puedes colaborar con nosotros dándonos algo de dónde agarrarnos y hacer algo con Nile. Podríamos incluso trabajar en tu sentencia más adelante, reducirla un poco. O mucho.

Rin tragó saliva. Sousuke no supo si era por la parte de ser un soplón o si era por alguna pequeña esperanza recobrada.

—De ser la segunda opción —continuó Kisumi —, entrarías a un programa de protección de testigos. Te llevamos a tu casa, la rodeamos de patrullas y te asignamos a un par de oficiales para que estén contigo en todo momento. ¿Qué tal suena eso?

El muchacho negó con la cabeza.

—No tiene caso.

Kisumi intercambió una mirada con Sousuke. El moreno sabía bien que su compañero podría interrogar a Rin con más dureza pero que estaba conteniéndose por él. La prueba de que no podía manejar ese interrogatorio era que no había hecho intento alguno de presionar al chico pelirrojo. No quería hacerle daño, y eso Kisumi lo entendía perfectamente. Pero es que la situación no era tan fácil...

Pero para su sorpresa, esta vez Sousuke tomó la batuta.

— ¿Y qué piensas hacer entonces? — se alejó de la puerta y fue a ponerse a un lado de Rin, donde el muchacho se sintió obligado a levantar la mirada hasta los ojos azules del moreno —. ¿Vas a dejar que te enviemos a prisión así sin más? ¿Piensas que estarás más seguro ahí? —hizo una pausa tan minúscula que no alcanzó para que Rin reaccionara —. Sabes que van a buscar una forma para eliminarte de todas formas, ¿verdad?

Kisumi no esperó las palabras que, ciertas pero igual duras, parecieron clavársele a Rin en el corazón. El muchacho miró a Sousuke como si no se lo creyera. Tal vez nadie ahí hubiese pensado que Sousuke llegaría a decir en voz alta lo que todos pensaban: Rin no estaría a salvo en ninguna parte. Era de Nile de quien estaban hablando. La banda tenía recursos y personal de sobra para encargarse del chico y hacerlo parecer un accidente, aún dentro de la correccional de menores.

— ¿No te parece que podrías hacer algo útil antes de morir y ayudarnos a darles un golpe bajo? —el rostro Sousuke no filtró lo mal que se sentía diciendo eso, pero lo agradeció un poco. Rin pareció herido, pero daba la impresión de estar convenciéndose.

El pelirrojo se quedó en silencio un buen rato, seguro sopesando sus opciones. Si igual iban a darle caza, ¿por qué no cooperar mientras pudiese? ¿Por qué no mantenerse vivo unos días más?

— ¿Qué obtengo yo de esto? —se escuchó preguntando en voz alta.

Kisumi se adelantó a lo que fuera que Sousuke tuviese que decir y explicó, con la voz algo ronca:

— Si lo que nos dices sirve de algo, y dependiendo de cuánto lo haga, podría incluso dejar todo este horrible problema en trabajo comunitario. ¿Qué tal suena eso? Contra años de tu preciosa juventud en prisión, yo diría que mucho mejor.

Rin se mordió el labio inferior. Tardó un momento en pensárselo. Cuando levantó los ojos, lo hizo tímidamente y con un dejo de desconfianza.

— ¿Y se supone que... van a protegerme?

Kisumi tragó saliva e intercambió una mirada con Sousuke. Ambos sabían perfectamente que con Nile nunca se podía estar seguro de nada. Lo mejor que podían hacer era probar.

Sousuke buscó los ojos de Rin y se aseguró de transmitirle todo el peso de sus palabras cuando trabaron miradas.

—Lo intentaremos.

 

Ninguna orden de cateo fue requerida por Rin para que le permitiera a la policía registrar su casa en busca de pruebas. Es decir, sabía que no iban a encontrar nada de droga allí —había hecho bien en dejar temporalmente el negocio desde el pequeño incidente con el niño y todo el malentendido siguiente —, así que además de evitar que su madre se enterara del asunto, había logrado que un montón de policías fueran testigos de su inocencia. O al menos de que sólo uno de los cargos que tenía encima había sido presenciado por alguien. Eso podría ayudar a su sentencia si al final Kisumi y Sousuke decidían no cumplir con su palabra.

Ahora, el muchacho pelirrojo iba en la parte de atrás de la patrulla de dichos oficiales rumbo a su casa. Según palabras de Kisumi, iban a supervisar el trabajo de los otros miembros del cuerpo que estaban ahí. Rin les había dicho que quería estar presente, y como el retiro de cargos no pasaría inadvertido por los policías en la comisaría si lo dejaban en la celda toda una noche, prefirieron llevárselo a fin de cuentas.

El auto se estacionó justo frente a la casa de ladrillo rojo de Rin. Los tres chicos esperaron encontrarse con las camionetas de los forenses y demás patrullas en el área, pero no vieron más que la calle muriendo de soledad.

Los tres salieron del coche y subieron la escalerilla hasta la puerta de la casa. Escucharon ruido dentro, así que lo atribuyeron a los oficiales de turno. Sousuke empujó suavemente la puerta y cuando ésta se abrió sin resistencia, una muchacha vestida con una chaqueta azul con siglas amarillas en la espalda pasó por la sala y le saludó alegremente.

Un par de forenses en la cocina y otros dos más cerca del sillón le hicieron a Rin preguntarse si de verdad saldría totalmente limpio de todo aquello.

Kisumi se acercó a la muchacha que los había saludado y le preguntó por qué no había gente fuera de la casa. La falta de patrullas y demás miembros del equipo hacía creer que no había un registro llevándose acabo dentro de la vivienda.

—Ah, eso es porque la mayoría fueron llamados a otro caso más grande —se explicó la chica —. Sólo nos dejaron a los necesarios aquí y los demás se marcharon.

Kisumi asintió con una mueca, pero se dio por bien servido.

—Pues ahí lo tienen —les dijo a los otros chicos cuando la muchacha se hubo ido a hacer su trabajo —. Ahora, Rin,  busca una esquina donde no estorbes y deja a los adultos trabajar, ¿vale? —le dedicó un gesto con la mano en plan “vete, chucho”.

Rin frunció el ceño sin prestarle atención a la sonrisita contenida de Kisumi y desapareció resoplando escaleras arriba, seguro rumbo a su habitación. Sousuke le dio a su compañero una mirada de reproche, pero tampoco hizo intento de regañarle. A estas alturas ya sabía que todo lo que le dijera a Kisumi que no consiguiera la etiqueta de “importante” o “remotamente interesante” le entraba por una oreja y le salía por la otra.

Suspirando, el oficial moreno se apresuró a ir escaleras arriba. La idea de entrar al cuarto de Rin no le pareció tan tentadora ahora que las cosas no estaban precisamente bien entre ellos, pero era de manual el no dejar solo a un sospechoso de cualquier cargo, y menos en su propia casa. Se suponía que para entonces el equipo forense ya habría revisado el lugar lo suficiente como para un estudio preliminar y habría encontrado lo que fuera que Rin pudiese llegar a tener escondido en su habitación, pero de nuevo, el manual estaba primero.

Las piernas le pesaron más de lo que esperó cuando subió los escalones alfombrados hacia el segundo piso. Estar a solas con Rin en su habitación no parecía lo que se dice una buena idea, estaba consciente de eso, y sus piernas seguro que también.

— ¿Rin?

Lo primero que vio cuando las escaleras llegaron a su fin fue el minúsculo pasillo que separaba tres habitaciones.

Abrió la puerta más cercana a la derecha, y se encontró con un cuarto lleno de bolsas negras y muebles cubiertos por mantas polvorientas. Bueno, estaba claramente en desuso.

La segunda puerta estaba justo frente a la escalera. En cuanto la abrió, vio a Rin dar un salto en su lugar y ponerse recto como un poste. A saber qué habría estado haciendo a solas.

El pelirrojo cruzó los brazos.

— ¿Qué quieres?

La cama de Rin, se fijó Sousuke, estaba entre ellos. No pudo mantener la mirada en ella por mucho tiempo, así que la desvió al resto de la habitación con esperanza de distraer sus mal encaminados pensamientos.

Todas las paredes tenían un montón de pósters pegados, sin orden e incluso agolpándose en una especie de collage de bandas de rock y películas que Sousuke nunca había visto.

—No puedo dejarte solo —se escuchó diciendo —. Son las reglas.

Cuando se volvió hacia él vio que la ventana cerrada tras el muchacho mostraba que el sol ya se estaba poniendo.

Rin puso los ojos en blanco, e hizo la mueca de asco típica de los adolescentes de su edad. Eso fue suficiente para que Sousuke se pusiese de malas también.

—Pareces molesto —apuntó, como no queriendo la cosa pero igual dejando que algo de mala leche se filtrara en su voz.

Rin no se dignó a mirarlo, sino que posó los ojos en el espejo de cuerpo completo junto a su cama, más cerca de él que de Sousuke.

—Están revolviendo mis cosas —contestó, como si fuese lo más obvio del mundo y Sousuke un idiota por no habérselo imaginado—. Seguro que cuando se vayan voy a tener que poner en orden todo lo que estén haciendo y deshaciendo allá abajo.

Sousuke se llevó las manos a la cintura, frunciendo el ceño.

— ¿Y te acuerdas por qué sucedió esto en primer lugar?

Rin se encogió casi imperceptiblemente. Casi.

—No les da derecho a...

—Sí —le cortó el otro —, de hecho sí nos da derecho. Violaste la ley, Rin, y no fue por un estúpido grafiti. Con esas drogas que vendiste, con todas las drogas que hayas vendido, has ayudado a destruir vidas, e incluso familias. ¿Crees que eso no nos da derecho a cerciorarnos que no tienes más por aquí?

Rin lo volteó a ver como si no se creyera lo que le estaba diciendo. En la sala de interrogatorios había sido Kisumi quien se había encargado de dejar las cosas en claro. Sousuke sólo se había limitado a guardar silencio y a intervenir cuando fuese necesario, pero probablemente Rin no había pensado en que realmente era Sousuke quien quería decirle todo lo que estaba pensando en ese momento pero que igual había callado.

Pero en lugar de aguantar el regaño, adoptó una actitud a la defensiva.

—Métete en tus asuntos.

— ¡Esto entra en mis asuntos, por si no lo sabías! Las drogas, el daño que les causa a otras personas... —Su voz perdió fuerza, y casi lo agradeció cuando estuvo a punto de añadir “y tú también”. Se aclaró la garganta, pero su tono siguió siendo duro—. Soy policía, y es mi trabajo.

Los dos se quedaron callados por un buen rato, mirándose.

Es que simplemente Sousuke no podía creer la actitud de Rin ante todo eso, como si estuviese ofendido cuando todo era consecuencia de sus propias acciones. ¿De verdad  se creía ajeno al asunto?

Sin que alguno llegase a darse cuenta, fuera de la ventana el sol se rindió y dio paso a la oscuridad sin oponer más resistencia. La calle se tornó oscura en un abrir y cerrar de ojos.

El muchacho pelirrojo tragó saliva y murmuró:

—Por Dios, ¿qué vas a saber tú?

Sousuke se le quedó mirando un momento, casi incitándolo a que lo repitiera de nuevo.

— ¿Que qué voy a saber yo? ¿Es enserio, Rin? —dio un paso al frente, levantando la voz un poco más pero todavía sin pasarse —. Sé más de lo que te imaginas. O al menos más que tú, eso seguro. Yo no nací ayer.

Rin recibió eso como una bofetada, y se le notó. Pareció plantearse alguna respuesta, pero al final negó con la cabeza.

—Estoy harto. Me voy de aquí —levantó las manos, en señal de que no podía intentar razonar con él —. Eres un cabrón, Sousuke.

Comenzó a rodear la cama, seguro con la intención de salir de la habitación, pero Sousuke no se lo permitió.

—Ah, no. No, no, no, no. Todavía no he terminado —no le importó levantar la voz esta vez. Tal vez incluso pudiesen escucharles abajo, pero ahora esa era la última de sus preocupaciones.

Sousuke le bloqueó el paso e intentó tomarle del brazo, pero Rin se lo sacudió de encima y retrocedió.

— ¡Déjame en paz, maldición! —le gritó el chico.

Sousuke no se movió de su lugar.

 — ¿Pues qué te crees, eh? ¿Que porque eres un maldito mocoso las cosas no tienen consecuencias o qué? ¡Haz el favor de crecer, Rin! ¡Madura!

Rin apretó los dientes y retrocedió hasta la ventana, evadiendo los ojos azules del otro muchacho. Sousuke pudo ver que los ojos se le humedecían.

—Y-ya basta... —murmuró Rin, abrazándose a sí mismo para disimular el temblor de sus manos —. Sólo... deja de gritarme...

Sousuke se sintió enseguida culpable por haberle hecho llorar. Bueno, casi. Daba igual, porque lo que menos quería era herirlo. Sólo quería que tomara la responsabilidad por sus actos. Eso significaba crecer a fin de cuentas.

Extendió un brazo en su dirección.

—Rin...

Pero no pudo decir nada más porque en ese instante, el vidrio de la ventana se rompió en mil pedazos con un gran estruendo. Rin profirió un grito y se apartó, cubriéndose la cabeza con ambos brazos.

Sousuke no se detuvo a mirar el ladrillo que descansaba en el suelo rodeado de fragmentos de vidrio, sino que se apresuró a correr a mirar por la ventana en busca de un culpable. Los vidrios no hacían nada contra la suela de sus botas de combate, pero su rapidez igual no sirvió de mucho.

La noche no le ayudó nada, porque la única silueta humana en los alrededores, de por sí desdibujada y encima encapuchada, no se distinguió entre toda la negrura. Desapareció calle abajo a la carrera sin voltear atrás.

— ¡Carajo! —masculló Sousuke por lo bajo. Tal vez si se apuraba podría alcanzarlo. Quizá si...

Los sollozos de Rin lo trajeron a la realidad incluso aunque el chico pelirrojo hiciera su mejor esfuerzo para cubrirse la boca y ahogarlos.

Enseguida el mayor se apartó de la ventana y se acercó al otro chico. Lo tomó por los brazos. Estaba temblando.

—Rin, ¿estás bien? ¿Te lastimaste?

El muchacho negó con la cabeza, deslizando las manos alrededor de la cintura del oficial y aferrando la tela de su ropa, en busca de soporte. Sousuke no hizo más que atraerlo más hacia sí. Apoyó la barbilla en la cabellera roja y aferró al muchacho con fuerza, como había querido hacer desde hacía ya tanto tiempo.

—Dios, Sousuke —escuchó a Rin murmurar contra su pecho, sus dedos crispándose en la tela del uniforme —. Van matarme. V-van a matarme.

Sousuke negó con la cabeza. No habían tardado nada en hacer su primer intento, o lo que sea que hubiese sido aquello. Nile ya estaba moviéndose para atar cabos sueltos.

—No voy a permitir que se te acerquen —le aseguró en voz baja, intentando imprimir en sus palabras la confianza necesaria —. No van a llegar a ti. Yo voy a protegerte.

Los débiles hombros de Rin se sacudieron en un sollozo. El chico moreno le acarició el cabello con suavidad.

—Shhh... Ya, Rin. No pasa nada. Estoy aquí.

Probablemente no habría estado tan tranquilo de haber visto el mensaje en el ladrillo.

Rin sí que lo había visto.

“Traidor”

 

 

Notas finales:

¿Qué tal ha ido? 

DIOOOOS ya todo esto se acerca al final. Espero que estén tan emocionados como yo. FALTAN DOS CAPS ADJLASILADJA

Ejem.

Nos vemos en el siguiente.

¡Esperen el próximo con ansias! 


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