Capitulo Uno
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SENTIA sus garras clavándose en el tierra humedecida del lugar a causa de la nieve. El viento frio meneaba su pelaje blanco como un experto dominaba a su pareja de baile. Su corazón palpitaba como solo en momentos como ese solía palpitar y sus músculos se contraían y se estiraban en una armoniosa danza digna de solo los de su especie. La sensación era maravillosa.
El blanco Leopardo de las nieves corría entre el bosque nevado que pertenecía a la manada, su manada. La sensación de libertad era algo que solo en su estado animal podía sentir. Como un shifter* felino, no, como todo shifter solía sentirlo, la libertad corría como la más dulce de las sensaciones cada vez que liberaban a su animal. Naruto no era la excepción.
Llego hasta un claro nevado y su Leopardo se hecho como cual dueño y señor en su propia casa, revolcándose en la nieve. Enterró la felina nariz en la frialdad blanca puesto que a su animal le gustaba hacer eso. Observo a su alrededor mientras meneaba majestuosamente la cola. Le relajaba enormemente estar en ese lugar y a su animal le gustaba ver como su pelaje se confundía con la nieve a excepción de sus oscuras manchas.
De pronto sintió el pelaje de su cuello erizarse por lo tanto se puso sobre sus cuatro patas es cuestión de segundos, manteniendo su forma animal puesto que le sería más fácil luchar o huir así que hacerlo como humano. Olfateo el aire para captar cualquier olor y entonces uno muy peculiar se incrusto en su nariz. Era un aroma suave, delicioso, atrayente… floral.
Intruso.
Descubrió sus colmillos con un gruñido los cuales aumentaron de tamaño, sus garras arañaron la nieve, listas para atacar. Olfateo el aire nuevamente para saber de donde provenía aquel extraño aroma y este se mesclo con el olor a agua dulce. El intruso estaba en el lago.
Afilo la mirada zafiro y comenzó a caminar con cautela hacia el lago. El ser un animal depredador le había enseñado a ser silencioso a la hora de cazar. Sonrió internamente. El hijo de puta que se había atrevido a entrar a las tierras de su manada ni siquiera sabría que lo cazo. No por nada era un patea-culos preparándose para tomar el lugar del Alfa una vez que su padre se retirara.
Llego hasta donde estaba el lago. El Leopardo como el depredador que era agacho mas su cuerpo, casi arrastrándose hacia uno de los arbustos. La experiencia le había enseñado a analizar a su presa antes de atacar. Llego hasta un arbusto que lo mantenía oculto y fue cuando lo vio. De pie, junto al rio, desnudándose.
Sin siquiera proponérselo su animal se escondió invocando a su cuerpo humano. Siseo levemente al verse expuesto por el cobarde de su animal quien huyo a esconderse en cuanto vio al chico. Su cuerpo reacciono cuando lo vio desprenderse de su última prenda quedando completamente desnudo y Naruto le echo la culpa al clima frio por su reciente erección.
Observo con cautela al chico y no parecía mayor a los 18 años. El tono de piel parecía blanco puro, lucia más puro que la nieve que se ya hacia abajo sus pies. Su cabello negro podía ser comparado con la noche y seguramente el oscuro cabello del chico ganaría si compitiese con la negrura de la noche. Su cuerpo bien podría pasar por el de una mujer ya que sus caderas eran pronunciadas, sus piernas largas y contorneadas, su espalda se veía fina estrechándose en la cintura pequeña y… ¡oh por la luna! Su culo era firme, redondo y se veía suave. Definitivamente tenía el mejor culo que había visto. ¡Joder que el chico era más hermoso que su novia!
Miro al chico caminar hacia el lago y para asombro del shifter, donde ponía un pie el chico, el agua se convertía en hielo, permitiéndole llegar hasta el centro del lago por medio de un camino de hielo que desaparecía en cuanto el joven retiraba el pie. El pelinegro miro hacia el cielo y por inercia Naruto también lo hizo, la luna se posaba sobre el lago en su máximo esplendor, sus rayos lunares bañando el cuerpo del chico, haciendo que su cuerpo brillara dándole un aspecto divino.
Fae.
Solo un Fae podría tener esa belleza etérea.
Ah, Y los vampiros pero eran diferentes.
Sin poder evitarlo, Naruto salió del escondite que lo cubría, su desnudes expuesta ya que los shifter solían quitarse sus prendas antes del cambio. Aun que no era como si se hubiese percatado de ello de todos modos puesto que su cerebro en ese momento estaba bloqueado por el hermoso ser que estaba frente a él. Siguió caminando idiotizado hasta que hizo un leve sonido al pisar unas rocas y esto solo alerto al pelinegro, quien no dudo en voltearlo a ver.
Santa María purísima de todos los seres mágicos de la tierra.
Sus ojos, los ojos del chico eran algo que él nunca había visto en su vida y eso que se había topado hasta con demonios. Los globos oculares eran totalmente negros y los irises eran completamente rojos sangre y algunas fisuras caían dirigidas a las mejillas del chico… era algo extrañamente único. Nunca había visto algo igual, era tétrico pero a la vez hermoso.
Los rosados labios del chico se curvearon en una cálida sonrisa y entonces extendió sus manos, invitando a Naruto a unirse a él. Naruto vio con duda el lago oscuro y luego miro nuevamente al chico. Dio un paso para atrás y la expresión hermosa del pelinegro se lleno de tristeza.
-Suntasacha Eile*…- le escucho susurrar y todo se volvió negro para Naruto.
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El grito que debió de haber dado se quedo atorado en su garganta. Pestaño varias veces para poder ver mejor y puta madre, podía escuchar los latidos de su corazón como tambores resonando cerca de sus oídos. Trato de regular su respiración.
Con ese ya era la tercera vez que tenia el mismo sueño, el en su forma animal corriendo por el bosque de su manada, la intromisión de un individuo, seguir su aroma, llegar hasta el lago y quedarse como un idiota empalmado viendo la belleza del tipo. Siempre terminaba duro y joder, el no era gay, su hermano mayor y sus tíos lo eran no él, él era Naruto Namikaze, futuro Alfa de la manada Namikaze y el cambia forma más deseado de todas las hembras de su manada y del pueblo de Konoha.
Se levanto y le arrojo el edredón a Hinata, su novia, encima, para cubrirle la desnudes. En momentos como esos lo que menos quería el rubio era ver a la pelinegra desnuda. Su novia era una chica hermosa con grandes proporciones. Una chica para presumirla ante todos, pero por alguna razón desconocida, razón por la cual estaba a punto de ir al loquero, era porque cada vez que soñaba con el chico pelinegro y luego veía a su novia, no podía evitar compararlos en cuerpo y belleza y joder, sabia que eran totalmente diferentes, ¡eran hombre y mujer! Así de diferentes eran, pero el siempre terminaba comparándolos y el pelinegro terminaba ganando.
Camino hasta la ventana asonándose por esta y se percato de que ya era de día, dijo una maldición por lo bajo y comenzó a vestirse rápidamente. No necesito colocarse la ropa interior puesto que cada vez que iba a la casa de Hinata, iba sin esta puesta, no la necesitarían de todos modos. Haciendo acróbatas para ponerse la camisa y los zapatos al mismo tiempo salió de la pequeña casa sin ni siquiera decirle a su novia que ya se iba. No le importaba de igual manera.
-¡Padre va a matarme!- grito.
Corrió a todo los que sus piernas le permitían, dando saludos de buenos días a los habitantes del pueblo ya que estos por ser el hijo del Alfa le tenían mucho respeto. Siguió corriendo el resto del camino y daba gracias al cielo por ser un shifter ya que tenia mas resistencia que un humano normal aunque debía de admitir que de nada le serviría si llegaba tarde a la oficina de su padre, en el GQ* ya que su padre, como el aguafiestas que era últimamente le había advertido que si se iba nuevamente de juerga un día de la semana y llegaba tarde para el entrenamiento, le iba a patear el culo hasta quedar irreconocible. Y debía de decir que por muy patea-culos que fuera él, su padre le ganaba el doble puesto que aun no había desarrollado completamente toda su fuerza, poniéndole que su padre había vivido ya muchos años.
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Minato tamborileaba con los dedos el escritorio de su oficina mientras veía fijamente la puerta. Miro el reloj digital que colgaba a un costado del mueble de madera y soltó un gruñido, faltaban diez segundos para las siete y su irresponsable hijo seguía brillando por su ausencia. Le había advertido al chico que le daría la paliza de su vida si volvía a llegar tarde todo por irse con la mosca muerta de su novia y estaba a punto de hacerlo. Kushina, su esposa, sonto una risilla cuando volvió a gruñir.
-Relaja querido, ya llegara.- le dijo ella, masajeándole los hombros.
-No mujer. De esta no se salva.- miro nuevamente el reloj, las siete en punto.
Se puso de pie y comenzó a caminar a la salida de la oficina, una nerviosa Kushina detrás de él. Su marido, Minato Namikase, Alfa de la manada Namikase y alcalde del pueblo de Konoha era un hombre de paciencia y muy comprensivo pero su irresponsable hijo menor le había colmado la paciencia y esta vez ni ella podría salvarlo de la zurra que le daría su padre. Ella había hecho todo lo que había estado en sus manos para evitarlo pero Naruto y su irresponsabilidad había mandado esa ayuda por el caño. Ella se lavaba las manos.
El rubio llego hasta la puerta y cuando la abrió, su hijo mayor, Deidara pego un chillido por la acción tan repentina pues estaba a punto de tocar la puerta.
-¿Llego el irresponsable de tu hermano?- le pregunto molesto su padre.
-Aun no.- respondió con pesar el rubio menor. –Pero estoy seguro de que ya llegara.
-Cuando lo veas dile que lo espero en la arena.- Deidara abrió los ojos sorprendidos y Kushina ahogo un gemino.
-Minato, no me vayas a matar al chico que te quedas sin Alfa.- dijo la pelirroja preocupada.
-Sería mejor Alfa Deidara que él y eso que Deidara no nació con los genes Alfa.- suspiro al ver los ojos abatidos de su compañera destinada. –Descuida, solo le daré unas cuantas nalgadas para ubicarlo.- dicho esto se fue hacia uno de los pasillos.
-Busca a tu hermano.- dijo ida la Uzumaki.
-Estoy en ello.- respondió el rubio para comenzar a correr.
Naruto la había cagado en grande. Desde que se había juntado con la pelinegra todo lo que hacía era meter las cuatro hasta el fondo. Si no estaba perdido, estaba peleando, sino estaba peleando, estaba causando algún inconveniente en el pueblo y todo por esa pelinegra de espíritu chocarrero. La muy mojigata esa le meneaba las pestañas y el baboso ya estaba haciendo una estupidez y lo peor es que la mosquita muerta esa se creía ya la dueña y señora del pueblo solo por andar con Naruto. De todo corazón Deidara deseaba que apareciera la pareja destinada de Naruto, así mandaría a la tipeja esa a volar y ahí vería si seguía creyéndose la muy muy.
Llego hasta la puerta principal y miro a lo lejos a Naruto correr en su dirección. Su hermano se veía desalineado y su cabello era un desastre, como se notaba que ni siquiera se había lavado el rostro para llegar al GQ, y lo peor de todo era que tenía planeado presentarse ante su padre así.
-¿Ya llego padre?- pregunto dando bocanadas de aire.
-Llego hace cuarenta minutos.- Deidara le recrimino cruzándose de brazos. –Ya deberías saberlo. Llega a esa hora desde que yo tenía seis y tu aun eras un leopardo bebe.
-¡Tks! ¿Y está molesto?- pregunto con molestia. Deidara quiso golpearlo hasta sacarle la mierda.
-¿Tu qué crees? Te quiere en la arena. Ya.
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Naruto resoplo y dio un manotazo a la pared haciéndole una leve fisura. Su padre iba a hacer que no saliera en una semana con la paliza que le iba a dar. Deidara caminaba frente a él si dirigirle la palabra y más que su hermano mayor, Naruto lo sentía como el custodio que lo llevaba directo a pagar por sus crímenes. Eso era sencillamente genial, y si, nótese el sarcasmo. El había querido llegar temprano, lo juraba ante la luna, pero su Hinata se había puesto cachonda a altas horas de la madrugada y pues ni modo que le hubiese dejado caliente a la pobre. Esos eran los sacrificios que él debía de hacer por la chica más candente de Konoha.
Llego hasta la arena, lugar en donde los shifter guerreros entrenaban a diario para poder defender a la manada. Su padre ya estaba ahí y ni siquiera se había molestado en quitarse la ropa que traía puesto, lo que significaba que lo haría rápido y doloroso para él. Eso no podía ser peor.
Y como si esa frase quisiera burlarse de él, vio a todos los shifter guerreros de la manada entrar detrás de su tío Sasori, hermano de su madre. El muy hijo de su difunta abuela quería joderlo y lo haría después de la zurra que le daría su padre. Daba gracias que su otro tío, Gaara, no hubiera salió como Sasori puesto que solo con un pelirrojo jodiendolo hasta el cansancio tenía suficiente.
-Padre, yo lo sie- no termino la oración cuando un puñetazo le hizo caer al suelo. La arena rugió en alaridos de victoria hacia el Alfa.
-No te he dado permiso de hablar.- le dijo su padre seriamente, limpiándose con tranquilidad la sangre que se había pegado a sus nudillos.
Naruto se puso de pie y ataco a su padre. El rubio mayor lo esquivó con destreza, le sujeto el brazo y lo derribo, dislocándole el hombro en el proceso. El grito de Naruto no se hizo esperar. Su padre iba en serio.
-¡Me dislocaste el jodido Hombro!- le acuso adolorido.
-¿Que esperabas? ¿Qué pelearíamos de manitas?- el Alfa le propino otro golpe. –Eres un jodido shifter, el futuro Alfa de esta manada.- le pateo en el abdomen quebrándole tres costillas. -Sanaras cuando cambies a tu forma animal.
La paliza no se hizo esperar, todos en el área gritoneaban cada que el Alfa le daba un golpe al rubio menor. Ellos tenían en estima al pequeño Namikase pero debían de aceptar que desde que este andaba con la pelinegra había cambiado completamente hasta el punto de tratar como basura al resto de la manada. Últimamente ya no saludaban al chico por agrado sino que lo hacían por compromiso a su Alfa.
Minato termino con lo suyo y pidió a Deidara que se ocupara de su hermano, quien por dicha paliza había resultado con la nariz rota, un hombro dislocado, tres costillas rotas y una fisura en el tobillo. Si, Minato se hacía desquitado toda la rabia acumulada que había tenido con su hijo los últimos seis meses mientras que Sasori había acabado con 1050 dólar de ganancia en apuestas.
Naruto se quedo quito por unos momentos, tratando de reguilar su respiración puesto que se sentía hecho mierda. Abrió los ojos y miro a Gaara y Deidara mirándolo fijamente mientras cruzaban los brazos.
-Eres un pendejo.- dijo el pelirrojo mientras se negaba decepcionado, yéndose y dejando a los hermanos solos.
-¿T-tu también lo dirás?- le pregunto al rubio pelilargo.
-¿Para que si ya lo sabes?- Deidara se encogió de hombros y lo levanto sin delicadeza alguna, el también se desquitaría por los desplantes del menor cuando estaba con la babosa esa. Lo llevo hasta la habitación del menor y una vez ahí le empezó a curar las heridas.
-Lo siento.- susurro el rubio menor.
-¿Eso a que viene?- Deidara le reacomodo el hombro sin aviso.
-¡¡HIJO DE PUTA!!- Naruto se retorció de dolor. -¿Lo estas disfrutando verdad?- pregunto colérico.
-Como no tienes idea.- Deidara boto todo lo desechable al basurero y se dirigió a la salida. –Descansa por hoy e intenta cambiar mañana, tus heridas sanaran sin ningún problema.- el rubio apago la luz dejando a Naruto solo en la habitación.
Suspiro con pesar y algo de dolor. Aceptaba que últimamente había estado actuando como un patán incluso con su madre, pero es que le molestaba de gran manera que le echaran la culpa de todo lo que hacía a Hinata. Si era cierto de que era algo presumida pero no era mala y nadie de su manada había hecho un intento de conocer a la shifter lobo. Aunque pensándolo bien no es que él conociera mucho sobre la pelinegra, él había comenzado follandola y luego comenzaron con algo más que solo joder, el se sentía poderoso cuando estaba con ella pero no es como si esa relación pudiera durar.
Como todo shifter, Naruto sabía que tenía una pareja destinada y sabia que en cuanto encontrara a la chica que el destino le había preparado, Hinata pasaría a valer mierda, porque un shifter solo tiene una alma gemela y la Hyuga no era la suya. El día que encontrara a su pareja destinada el resto del mundo pasaría a valer mierda… ya podía imaginarla, cabellera larga, lindas curvas, bondadosa como su madre y digna de la pareja de una Alfa.
Bufo. Mejor se iba a dormir, la paliza lo había dejado agotado. Eso haría, dormiría aunque fueran las… diez de la mañana.
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Suntasacha Eile…
Abrió los ojos asustado…miro a su alrededor y ya estaba completamente oscuro. El reloj digital en su buro marcaba las 2:45 am. Se llevo la mano al puente de su nariz y lo masajeo. Joder con ese chico de su sueño llamándolo así, el sabía que Suntasacha Eile significaba pareja destinada para los Faes, pero ¿Por qué ese chico le había llamado así?
Un trueno ilumino toda la habitación, sus heridas habían empezado a sanar pero aun no era suficiente. Inhaló oxigeno y un aroma muy conocido invadió sus fosas nasales… ¡era el aroma de sus sueños!
Se sentó con dificultad y comenzó a olfatear el aire, esto indicándole que algo no estaba bien, alguien había invadido sus tierras. Escucho el rugido de su padre y entonces con dificultad se asomo por la ventana de vidrio. Ese rugido solo podía ser un llamado a los leopardos guerreros y el por sus heridas no podía acudir. Miro hacia el patio trasero de su casa y ahí apareció su padre junto a su madre, ambos acompañados del tío Kakashi, Sasori y Gaara. Todos se despojaron de sus ropas y cambiaron a sus formas animales, su padre y Kakashi a Leopardos y su madre y sus otros dos tíos a Zorros. Todos comenzaron a correr en dirección al bosque, el grupo siendo alcanzados por otro grupo de Leopardos que se les unían.
Agudizo su azulina mirada invocando los ojos de su animal para ver que estaba pasando y un escalofrío le recorrió el cuerpo. Justo en medio del bosque una luz azul se mostraba destellante. ¿Qué rayos estaba pasando? Se pregunto Naruto, molesto consigo mismo por no poder acompañar a su familia a ver el suceso que se llevaba a cabo en medio del bosque Namikase.
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