ÿþEn el patio de una gran mansión se encontraba un niño jugando con una pelota. El niño no pasaba de la edad de 9 años tenía el cabello negro con reflejos azules, unos ojos de color zafiro (envidiados por muchos), piel blanca que parecía porcelana. Vestía de unos shorts negros que le llegaba hasta las rodillas, una camisa blanca, un saco igual de negro y una corbata.
-¡Ciel!-grito una joven dama de cabellera rubia y ojos igual zafiros.
-Voy mamá-corrió hacia ella y le sujeto la mano.
-Ciel te eh dicho que no corras te podrás caer-regaño de forma amable la mujer.
-Lo siento mamá.
Desde un espejo el rey demonio admiraba ala bella criatura de ojos zafiros. Una sonrisa ladina apareció al imaginar a ese niño en sus pies.
-Ciel.
El joven conde comía alegremente con sus padres en el comedor:
-Cuando sea grande quiero ser como tú, papá-prometió lleno de emoción sacando sonrisas de felicidad a los progenitores.
-Así será-dijo el padre.
-Ciel tu papa y yo saldremos a un baile que nos han invitado esta noche-hablo con delicadeza la mujer. Su hijo creció con un miedo de quedarse solo mucho tiempo y más en una casa tan grande y fría.
Ciel comenzó a ponerse pálido y sus mejillas se tiñeron de rojo, sus ojos se dilataron debido a las lágrimas que querían salir. El padre como la madre notaron la preocupación de su hijo a si que Vicent camino hacia él y lo abrazo para poder susurrarle:
-Ciel tú nunca me has visto llorar cuando tú mama y tú se van a un lado sin mi ¿Verdad?
-Snif no.
-Si quieres ser como yo no tienes que llorar cada vez que yo y tu mama saliéramos a una parte sin ti-limpiaba con sus pulgares las lágrimas de su hijo.
-Pero tengo snif miedo que mama y papa me abandonen-paso su bracitos alrededor del cuello de su padre aspirando la colonia que hoy el usaba.
-Eso nunca pasara-lo separo de el-.porque yo y tu mama siempre vamos a estar aquí-con su dedo índice apunto hacia el pecho de Ciel en donde está su corazón.
-En mi corazón.
-Y nada malo te podrá pasar.
Desde la oscuridad se reía por la fe de los mortales.
-Amo creo que a un no es momento de ir por el niño-hablo una segunda voz a un lado de él.
-Mi compañero tiene razón-era la voz de una mujer.
-¿Por qué?-pregunto molesto haciendo titiritar de miedo a sus consejeros.
-El niño le tendrá miedo y asi nunca podrá traérselo.
-Para eso tiene que ganarse su confianza, amo.
El rey demonio se puso a pensar sobre lo dicho y empezó un plan que daría en marcha esa noche.
Después de cenar, los padres tuvieron que irse prometiéndole a Ciel que no tardarían en volver. El conde se quedó a protección de los sirvientes. En su habitación jugaba con sus muñecos pero eso no lograba quitarle en aburrimiento.
-Es aburrido estar solo-susurro.
Su ventana fue abierta rápidamente dejando pasar a una ráfaga helada provocando que cerrara sus ojos. Al abrirlos la ventana se encontraba cerrada pero otro ambiente se sentía en su cuarto.
-Hola-sintió una voz helada hablarle atrás de su cuello.
Intento gritar pero el desconocido tapo su boca con la mano.
-Tranquilo niño, no vengo acerté daño-cuando vio que Ciel ya no oponía resistencia lo soltó.
Rápidamente se dio la vuelta y encontró a un joven de unos 21 años cabello negro azabache, ojos de un extraño color escarlata, una piel blanca. Vestía de un pantalón negro, zapatos negros, una camisa blanca con los primeros tres botones desabrochados y una capa negra.
Por una extraña razón no sintió miedo si no un sentimiento que a su corta edad a un no conocía.
-¿Quién eres?
-Tu admirador secreto-vio la cara confundida del niño-.creo que en el mundo humano lo llaman: un enamorado.
-¿Enamorado?-había escuchado solo una vez esa palabra y fue cuando su papa le dijo a su mama cuan enamorado estaba de ella.
-Eres a un más hermoso en persona-susurro con deseo. Por suerte Ciel no lo había escuchado.
-¿Usted viene a jugar conmigo?
El demonio lo pensó por un momento.
-Claro.
La cara de Ciel se ilumino al saber la respuesta.
-No me ha dicho su nombre.
-Mi nombre es Sebastián.
-El mío es Ciel Phantomhive.
A partir de allí nació una gran amistad entre el rey demonio y un niño humano. Todas las noches en la madrugada, Sebastián tocaba la ventana de Ciel y este abría para poder convivir juntos.
Al paso de los 2 meses el corazón del demonio comenzó a latir por el niño olvidando su verdadero propósito: tomar el cuerpo y alma del niño. Pero, al ver la sonrisa de Ciel cada madrugada hacia que su meta se olvidara poco a poco.
-Es nuestro secreto, Ciel-le susurro Sebastián que estaba acostado a un lado de él.
-Sí.
El año pasó y Ciel cumplió los 10 años. Una gran fiesta se dio en la mansión, gente de la alta alcurnia asistía. Ciel era felicitado a montones, los regalos llenaban dos mesas pero a pesar de todo eso él no se sentía feliz ¿Por qué? No estaba el.
A lo lejos de allí un encapuchado no dejaba de mirar a Ciel y a la gente que lo rodeaba. Veía con celos como las personas lo abrazaban e incluso lo besaban en la mejilla haciéndolo sonrojar.
-Ciel es mío mortales-dijo con odio antes de desaparecer.
En ese mismo día un acontecimiento cambio la vida de Ciel. Su padre toco con un tenedor la copa de vino llamando toda la atención de los invitados. Su esposa junto con otra señora más estaban alado de el:
-Quiero anunciar el compromiso de mi hijo Ciel Phantomhive con la hija de la duquesa Elizabeth Maifrod.
Los invitados celebraban la noticia incluso algunos felicitaban a la futura esposa del conde mientras que a él no lo podían encontrar.
Corría tan rápido como sus pies le permitían. Doblo la esquina de la cuadra y resbalo por el tacón del zapato y por la ligera lluvia que ya se presentaba. Se raspo la rodilla y se torció su mano derecha que comenzaba inflamarse.
Apoyo su espalda con la pared y comenzó a llorar.
-No& no quiero ¡No! Me quiero casar-gritaba.
Con desesperación se desabrochaba la camisa y se quitaba el saco que lo aventó a un metro de él.
-No seré el conde Phantomhive-tapaba su cara con sus dos manos.
Dejo de sentir las frías gotas de lluvia. Levanto la mirada y se encontró con esos ojos escarlatas que tanto le gustaban.
-¡Sebastián!-se abalanzo a abrazarlo.
-¿Por qué estas asi?
-Me comprometieron, Sebastián, me obligaran a casarme con una niña que no conozco-lloraba en su hombro.
Sebastián se mantenía serio.
-¡No! Tu solo eres mío que no lo pueden entender ¿Qué tengo que hacer para que todo el mundo sepa que tú eres propiedad de Sebastián Michael el rey demonio-no pensó en lo último.
Ciel lo miraba sorprendido para después cambiar su gesto a uno de odio pero sobre todo dolor. Como pudo se separó de Sebastián ya que este lo tenía cargando.
-Todo este tiempo era un objeto, solo era una víctima más verdad-ya no media su voz. Sus sentimientos comenzaron a salir-¿Cuántos más te has tirado? ¡Eh! Pensabas en violarme, pensabas en robarte mi alma maldito demonio pedófilo.
Lo miraba sorprendido nunca antes había escuchado hablar así a Ciel un niño de 10 años ¿De dónde aprendió todo eso?
-¡No quiero volver a verte!-salido corriendo de allí dejando a un dolido demonio.
- Los demonios si sienten -pensó.
Dos años después la mansión Phantomhive sufrió un incendio en donde el señor y la señora Phantom murieron. El conde Ciel se encuentra desaparecido.
-Por favor agh déjenme-era sujetado por cuatro personas en cada uno de sus extremidades mientras que un quinto lo marcaba como cual ganado-¡Aaaaahhh!
Cayó inconsciente. Cuando despertó se encontraba en una jaula. Quería llorar, sus padres se encontraban muertos y su primer amor no lo ha visto en dos años.
-Supongo que cumplió con lo que le dije aquella vez.
-Ciel-una voz lo llamaba desde la oscuridad. Unos ojos escarlata aparecieron.
-¡Sebastián!
Se abrazaron con fuerza.
-Sebastián perdón, perdón.
-Ssshhh-lo cayo con un beso.
-Prométeme que nunca te alejaras de mí.
-Yes, My lord.
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