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Until you fall por Marion_SxN

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por todos las hermosas palabras que me dejaron. Me alegra que les haya gustado el capítulo anterior y espero que este les deje un dulce sabor.

Antes de escribir el capítulo yo ya tenía pensada cierta parte y por suerte pude hacer que se entendiera.

Espero que lo disfruten.

Besos.

-Jo... Joey- escuchó que alguien lo llamaba a lo lejos, trató de abrir los ojos pero los sentía pesados. Acomodó su saco más sobre sus hombros y volvió a hundirse en el sopor del sueño- Joey... Ya casi llegamos al aeropuerto.

-Noooo...- susurró el rubio subiendo el saco sobre su cabeza. Recordó que estaba en el vuelo con Hiro y más importante con su jefe. Se enderezó totalmente despegando sus ojos- ¿Ya llegamos?

-Ya casi- aclaró Hideki sonriendo suavemente.

El melado hizo un exagerado gesto cuando abrió los ojos elevando sus cejas acompañando el movimiento, paladeó y sintió la boca pastosa mientras se frotaba una considerable acumulación de lagañas en los lagrimales y en los extremos de los ojos. Joey jamás había viajado en avión y un vuelo de dieciséis horas directo no era una excelente iniciación, creyó que cuando se subiera el temor iba a hacer acopio del sueño pero sorprendentemente había quedado prácticamente inconsciente en cuanto apoyó la espalda en el asiento. Por fortuna su butaca no fue del lado donde estaba la ventana, de lo contrario su mente solo iba a imaginarse las enormes turbinas en llamas o que un animal de otra dimensión iba a estar en las alas desarmándolas.

Observó a su lado y encontró a Hiro mirándolo con una sonrisa. Joey correspondió al gesto y lo empujó con un hombro haciéndolo reír. Se notaba a kilómetros que su reciente manager estaba ilusionado con su nuevo puesto y con el viaje, él también estaba feliz ya que era la primera vez que iba a otro país y encima era el continente americano.

Volvió la vista al libro que estaba leyendo y se encontró pensando en Kaiba. No iba a ver a su amante por unos días, ya sentía que su cuerpo lo extrañaba, Joey no era promiscuo ni mucho menos, los únicos dos sujetos con los que había tenido sexo eran su ex y el CEO. Desde el momento en que empezaron a acostar no podía calentarse a menos que pensara en las manos grandes y fuertes del castaño acariciándolo.

Desvió sus ojos a su jefe, notando la sonrisa relajada y feliz, pero lo que más llamó su atención fue el anillo plateado en su dedo anular. Ayer había peleado con su novio y parecía que la reconciliación había traído más que eso. No entendía como Ryuji lo dejaba salir tan despreocupadamente, no porque pensara que Hideki lo vaya a engañar, pero Estados Unidos era un lugar muy diferente de Japón los hombre se arrojarían sobre el ex modelo sin vacilar.

Por la expresión llena de confianza de su jefe no era la primera vez que iba al país. Joey levantó la vista cuando la señal de los cinturones apareció sobre la puerta de servicio.

-Buenos días, pasajeros. Estamos a punto de aterrizar, por favor abróchense los cinturones hasta que el avión se detenga. All Nippon Airways se disculpa por cualquier inconveniente.

Luego de que la voz de la azafata terminara el anunció la cabina se llenó de murmullos. Joey pasó el cinturón por su cintura para ajuntarlo a un lado enderezándose correctamente en el asiento. Hiro pronunció un suave rezo y suspiró largamente, una leve turbulencia sacudió el avión y el manager se aferró a la mano de Joey asustado.

Él estaba sorpresivamente tranquilo mientras el aparato se sacudía de un lado a otro. Cuando el aeroplano iba descendiendo Joey sintió el estómago lleno de mariposas asociándolo a la emoción de pisar suelo extranjero por primera vez en su vida. Aspiró y soltó el aire tratando de relajarse. Casi al instante el movimiento cesó y los tripulantes anunciaron la llegada. Unos golpeteos y un sonido particular parecían darle la bienvenida a las ruedas de aterrizaje al igual que los alerones de las alas que se alineaban.

El rubio alcanzó a ver ligeramente el aeropuerto y descubrió que estaba completamente cubierto de nieve, su manager giró el rostro con una sonrisa nerviosa y tragó el nudo que de seguro tenía en la garganta. Joey lo tranquilizó sonriendo relajado y tomando su mano. Por la vista periférica observó a una azafata pararse en el centro del pasillo con un micrófono de radio en su mano.

-Señores pasajeros, pueden desabrocharse los cinturones. El acceso ya está disponible para descender- la aeromoza parecía satisfecha- Muchas gracias por viajar con All Nippon Airways.   

Los pasajeros rápidamente se levantaron para tomar sus bolsos que estaban sobre los asiento. El de ojos topacio miró alrededor y encontró que la mayoría eran asiáticos, los viajes de negocio eran bastantes recurrente y muchos de ellos parecían acostumbrados a Estados Unidos. Se enderezó en el asiento y su descubrió que él y Hideki eran los únicos que eran casi tan altos como el techo del avión por lo que se ganaron dos vistazos de cada persona que pasaba a su lado.

Los tres esperaron que todos salieran para poder salir tranquilamente. El largo conducto que los conducía al interior del edificio tenía un sintético alfombrado azul que cubría el suelo por donde ellos salían. Joey una vez que llegó a la puerta descubrió el brutal frío que hacía, se sujetó abrigadoramente de sus antebrazos temblando suave. Se felicitó mentalmente por haber escuchado a Hideki cuando le advirtió el clima del país. El más perturbado por la temperatura parecía Hiro que dejó que sus dientes castañearan hasta alejarse del túnel de hielo.

Una vez en la gran terminal la mirada de Joey viajó en todas direcciones, sus ojos estaban abiertos de la impresión debido a la cantidad de cristal que tenía el edificio. Miró en torno y descubrió que estaba lleno de escaleras automáticas que subían y bajaban. Un gigantesco patio en el centro donde había una pequeña fuente rodeada de vegetación. En las partes superiores había locales de todo tipo, desde tiendas de comida hasta la más insólita tienda de spa. Más que un aeropuerto parecía un shopping e incluso el más variado que había visto.

Había tantas personas en el lugar, el rubio jamás había visto tantas etnias y nacionalidades en un mismo lugar. Cuando pasaban por su lado algunos desviaban su vista hacia él cuando fue consciente de que representaba una distracción se movió hacia un lado, lejos del camino de los demás. 

Vio a Hideki adelantarse y mirar hacia un lado de la salida. Un hombre occidental estaba parado con un cartel con el nombre de la agencia. Joey se acercó detrás del ex modelo y los escuchó hablar en otro idioma, afortunadamente su inglés era excelente, la secundaria a la que había asistido tenía un curso avanzado del idioma anglosajón dictado por una profesora británica.

Su manager tenía una ligera cara de concentración mientras trataba de interpretar profesionalmente el acelerado hablar de ambos hombres. El rubio frunció los labios intentado con mucha voluntad no reír hasta que su jefe giró la cabeza en su dirección.

 -Joey, Hiro- el gilvo sonrió extensamente- Debemos pasar por nuestro equipaje y subir al auto que envió la empresa.

Ambos muchachos simplemente afirmaron y caminaron hacia la cinta transportadora por donde salían las valijas de los pasajeros. Los tres se pararon junto a esta y tomaron sus equipajes, cuando giraron algunas personas los veían distraídamente, en realidad no era reflexivo con su propio atractivo hasta que las personas lo veían de la misma manera que en esos momentos. El conductor se acercó a los tres y susurró con un claro acento sureño.

-¿Tienen todo su equipaje?- preguntó el hombre castaño. Una simple afirmación fue bastante argumento- El auto ya los está esperando afuera.

-Sí, ya está todo listo- estiró la manija de su maleta y afirmó- Y correcto.

-Excelente- el hombre sonrió- Los voy a llevar a su hotel para que dejen su equipaje y luego a la central de Jean Paul Gaultier.

Los tres se dispusieron a caminar hacia las enormes puertas que daban al exterior, en la puerta las personas se cruzaban entre ellas ajetreadas. Joey y el resto caminaron delante de la enorme cola de personas en la parada de taxis, se movió a un lado cuando alguien lo empujó ligeramente, asustado dejó la valija a su lado y metió la mano en sus bolsillos revisando sus documentos al igual que su móvil. Dio un paso hacia atrás para apartarse del tránsito de personas cuando sintió un pie mojado y bajó la vista para notar que lo había metido en un montón de nieve casi derretida.

-Genial- comentó frustrado cuando levantó su pantalón con ligereza para ver la humedad en sus medias blancas.

Bufando giró la cabeza y buscó a sus acompañantes. Y confirmó su mala suerte cuando no los encontró a la vista, las personas no dejaban de caminar y parecía que cada vez se multiplicaban. Tragó saliva y sacó del bolsillo su celular entrando en pánico cuando la pantalla decía con palabras blancas “SOLO LLAMADA DE EMERGENCIAS” y en la barra de señal aparecía una cruz roja.

-¿Smartphone?- frunció el seño hablándole al móvil con furia- ¡Y una mierda de coeficiente tienes!

Lo metió nuevamente en el bolsillo mirando hacia todos lados, tratando de encontrar las únicas dos caras conocidas para él. Llevó sus manos a sus caderas y suspiró:

-¿Ahora qué?

 

 

.                              .                              .

 

 

Kaiba estaba en su oficina mirando al exterior del edificio de la compañía. Estaba parado frente al enorme ventanal con las manos en su espalda, se había despertado con la noticia de que Joey se había ido por un viaje de negocios al extranjero.

El día anterior había sido bastante revelador, finalmente sus días de preocupación por los problemas a futuro de su empresa se habían acabado, no solo iba a conseguir al topo sino que finalmente la información que fue robada iba a volver a su poder. Enderezó su espalda relajadamente sonriendo con verdadero alivio.

Unos ligeros golpes en la puerta lo hicieron girar.

-Adelante- el castaño se sentó en su sillón presidencial. Cuando la puerta se abrió dio paso a su secretaria que ingresó con una sutil disculpa y una carpeta en la mano.

-Vine a entregarle su agenda laboral del día de hoy- la muchacha se enderezó y carraspeó antes de elevar su voz- A las diez de la mañana tiene una reunión con sus acreedores, a las trece horas la mesa directiva se reúne en el salón principal- levantó la vista a su jefe que la observaba fijamente escuchando el relato- la cita de las dieciséis se cambió a las dieciocho y... La señorita Valentine dijo que tenían una reunión pero no especificó la hora ¿Sabes algo señor?

-Sí, no te preocupes- se reclinó en la silla- ¿Esa es la última reunión?

-Sí, señor Kaiba- afirmó la secretaria acomodándose los lentes.

-Excelente. Cuando salgas, comunícame con Valentine- comentó girando la silla hacia la ventana.

-De acuerdo, señor.

El sonido de las puertas cerrándose avisó al albo azul que su empleada se había retirado. Juntó sus manos sobre su vientre concentrándose en el exterior. Bajó sus orbes nuevamente a sus manos y suspirando abrió la derecha, en ella se encontraba una diminuta medalla con forma de niño.

El teléfono de la oficina sonó. Estiró una mano hacia el teléfono, presionó un botón azul e inmediatamente la voz de su secretaria hizo eco en la oficina.

-Señor, la señorita Valentine por la línea dos- parecía que la muchacha tenía la garganta ronca.

-Gracias- presionó un botón pequeño negro y resopló- Valentine.

-Kaiba- contestó jocosa- ¿Recuerdas nuestra reunión de ayer? Bueno, tu benefactor quiere una reunión para entregarte los documentos.

-Creí haberte dicho que no tenía urgencia para que me los entregaran- el CEO se cruzó de brazos y frunció el seño. Realmente no tenía ninguna urgencia, mucho menos durante este tiempo, se frotó la frente y suspiró.

-Sé lo que me dijiste pero digamos que el chico estaba quedándose por otros motivos pero sus planes se fueron al infinito así que quiere terminar con los proyectos y marcharse unos días de vacaciones.

-De acuerdo- el castaño se acomodó en el asiento- ¿A las ocho está bien? En el Paris Je te aime.

-De acuerdo. Y podrás agradecérselo como corresponde. Adiós.

El pitido del tono continuo se oyó a través de la bocina del altavoz. Kaiba volvió hacia el teléfono y cortó.

Miró hacia la enorme ventana y susurró:

-¿Acaso estás detrás de esto?- sus ojos se fijaron en la amplitud del cielo.

 

 

                                                               .                              .                              .

                 

 

Joey estaba en el vehículo que había enviado la compañía con la cabeza agacha recibiendo una dura reprimenda de Hideki. Estaba enojado porque sabía que no debió distraerse en un lugar que no conocía pero sobre todo porque no tenía diez años.

Después de que se había perdido, ingresó nuevamente al aeropuerto y caminó hasta un teléfono público y marco el número de la agencia.

Luego de que la secretaria se riera un buen rato, lo comunicó con Ryuji aumentando su humillación cuando éste también se había burlado de él. Le dijo que se quedara donde estaba y que iba a hablar con Hideki para decirle donde estaba. Una vez que cortó solo pasaron dos minutos para que su jefe se acercara a él con una expresión de enojo solo comparable con el de un Oni* pero fue el único que no se había reído ya que Hiro se había partido de la risa mientras Joey lo veía indignado por el poco tacto.

Cuando Hideki se cansó de sermonearlo se apoyó del todo en el asiento mirando hacia el frente. Joey estaba junto a la ventana y se limitó a mirar el exterior. A través de la ventana del automóvil observaba los grandes rascacielos de la ciudad, edificios tan grandes como los que se encontraban en Tokio. El conductor avanzaba rápidamente entre los demás vehículos mientras se acercaba al túnel que los conducía a Manhattan.

El largo túnel era espacioso y de apariencia segura. El conductor parecía relajado, había encendido la radio y escuchaba una frecuencia del lugar, ya que por encima capturaba noticias típicas del lugar y el anuncio del clima. Espero que con el retraso que les había ocasionado no le causaran mayor problema a su jefe.

Una vez salieron del conducto los ojos de Joey se salieron de sus cuencas. Los enormes edificios se erguían frente a ellos como enormes titanes, la avenida doble estaba llena de taxis en colores blancos y amarillos. Las personas caminaban en grandes caravanas vestidos formal e informalmente, con sus ojos de distintos colores centrados en el camino.

Los carteles de distintas marcas se hallaban sobresaliendo en la luz del día. Bvlgari, Armani, D&G, Tiffany, etc. eran algunas de las que alcanzó a ver. Joey no era fanático de vestir de marca pero inevitablemente se hallaba rodeado de algunas de ellas, ya desde antes de convertirse en modelo, su ex le compraba ropa suntuosa asegurando que esas piezas de tela conseguían aumentar su belleza.

Joey había investigado lugares interesantes para visitar y sin duda pretendía sacarse fotos en el camino de cerezo en Central Park, la estatua de la libertad y sin duda ansiaba sacarse una foto junto al rio Hudson. Esos lugares habían sido cede de inspiración para artistas nativos de Estados Unidos, esperaba poder recobrar algo de la emoción perdida por culpa de Duke.

Un súbito nudo apretó su estómago, su boca se llenó de picor entusiasta y tragó con fuerza mientras sus ojos le escocieron de entusiasmo. Sonriendo, giró el rostro hacia Hideki que estaba mirando al frente, al notar que los orbes topacio lo estaban observando rotó sus atractivas facciones a éste.

-Gracias, Hideki- verdaderos hoyuelos hundieron sus mejillas- Por esta oportunidad.

-Solo te di un impulso, Joey- comentó enseñando un genuino gesto paternal haciéndolo ver más atractivo- Solo debes agradecerte a ti mismo.

Volvió la mirada al frente y notó que habían llegado a Park Avenue. Era increíble, más de lo que había imaginado tanto como la arquitectura, las tiendas, absolutamente todo era desconcertante. Sabía antes de llegar que la Quinta Avenida y Madison eran los lugares donde las personas acaudaladas se ataviaban de ropas y joyas, estaban dirigiéndose a un hotel situado en la afamada Avenida. Jean Paul Gaultier se había encargado se situarlos en un lugar central debido a que la producción de la publicidad iba a tardar unos días les daría la oportunidad de recorrer N.Y.

Sin apartar de vista de la calle, el auto giró en una esquina para luego detenerse frente a una barrera de transito. Un hombre de escaza cabellera y ojos celestes se acercó al conductor cruzando un par de palabras, observó detrás de él dándoles una larga mirada a los asiáticos y se acercó a un tablero desde donde subió la barrera. Dentro del estacionamiento el conductor detuvo el auto a un lado del ascensor que conectaba con el edificio y los tres bajaron, el norteamericano abrió el portaequipaje entregándoselos a los recaderos del hotel que comenzaron su marcha hacia el elevador. Los dos muchachos estaban vestidos con un uniforme color bordo con detalles en color oro y sonreían gentilmente, uno de los chicos le daba unas continuas y disimuladas miraditas risueñas. Joey simplemente las devolvía casi con timidez, prefería mantenerse fuera del coqueteo y sobre todo lejos del sexo mientras estuviera fuera.

Una vez que llegaron al lobby del enorme hotel un oficinista de la edad de Hideki se acercó a ellos:

-Embassador Hotel les da la bienvenida, gracias por hospedarse con nosotros- sonrió tan encantadoramente como le fue posible.

El sueco se acercó al muchacho y dio los datos necesarios para que el trabajador no tuviera ninguna confusión. El chico sonrió y le indicó el número de habitación, junto con un nuevo agradecimiento.

Joey se tomó el tiempo de deslizar los ojos por la construcción haciendo un gesto con los labios disfrutando de la arquitectura. Ordenes altos estilo Jónico con capiteles renacentistas, techo abovedado y un precioso fresco que lo adornaba desde el principio hasta el final, granito pulido color blanco y pared de color manteca. Escaleras de madera con talladas barandas de pino, una elegante alfombra con sobrios detalles tejidos estirado en el centro de los escalones que hacían un camino en dirección al primer piso. Pinturas enormes como murales adornaban algunas de las paredes del hall, los muebles lustrosos y de maderas distintas así como sillones de tapizados delicados. El rubio silbó suavemente mientras caminaba detrás de su jefe hacia el elevador.

-La mierda que es un lindo lugar- comentó Joey sin dejar de mirar la opulencia a su alrededor.

-Joey- advirtió su jefe mirándolo desaprobatoriamente.

-Relájate, Hideki- defendió Hiro sonriendo- Nadie va a saber si los estamos insultando o los estamos alabando.

Aun sin dejar de fruncir el ceño el ex modelo ingresó a la habitación seguido de los dos más jóvenes. Los jóvenes botones entraron detrás de ellos y dejaron las valijas en el centro de la sala. No era una habitación presidencial pero para Joey definitivamente tenía lujo, sala con una alfombra en el centro, sillones estilo victorianos, flores frescas, cortinas de tejido grueso y ventanales con balcón que daban a la calle principal.

Los chicos del hotel se detuvieron junto a la puerta y esperaron que Hideki se acercara a despedirse. El ex modelo les entregó algunos dólares de propina por haber traído las maletas, los recaderos sonrieron agradecidos y se despidieron.

Mientras los tres estaban dirigiéndose a la habitación el celular de Hideki comenzó a sonar. Joey elevó una ceja al reconocer el tema de una serie norteamericana llamada “The Big Bang theory”, su jefe simplemente le dio una sonrisa tímida y contestó. Aprovechando el tiempo que le daba la conversación de su jefe abrió su valija y sacó algunas cosas antes de que nuevamente Hideki apareciera:

-Bueno, vamos a tener que guardar las cosas cuando volvamos- comentó mientras se colocaba otra vez su largo saco- Enviaron un auto, quieren tener la reunión ahora ya que aparentemente se acerca una seria tormenta de nieve.

Hiro bufó y se colocó la bufanda, mientras Joey se abrigaba con la campera que le había obsequiado Mokuba. Sus orbes ambarinas se dirigieron a las ventanas abiertas y pudo ver una masa de nubes grises que se acercaban rápidamente.

                                                                                             

 

.                              .                              .

 

 

Yugi estaba saliendo por el portón de la universidad, caminando torpemente trataba de abrir su mochila para sacar la tarjeta del autobús. Bufó mientras rebuscaba con más ahincó se detuvo ya que encontraba inútil seguir caminando sin tener como viajar, cuando alcanza su cartera en el revoltijo se cae la cartuchera y continua su camino sin notarlo.

-Yugi...

<<¡Mierda!>>  Pensó rápidamente el de orbes malva al reconocer la ronca voz. No es como si se hubiera estado escondiendo como Joey pero había estado tranquilo al no verlo aparecer en la universidad. Desde que había llegado parecía que Yami nunca iba a ir a encontrarse con él.

-¿Qué quieres?- preguntó el de cabello tricolor mientras le daba la cara. Yami estaba parado cerca de él con la cartuchera en su mano mirándola distraídamente. La boca del más bajo quedó seca como el Sahara, estaba tan maravilloso como siempre, su ropa, la postura, todo representaba un sueño húmedo.

-Solo... Quería hablar contigo- estiró su mano devolviéndole la cartera con útiles.

Con el ceño fruncido y desconfianza Yugi se la arrebató de la mano con rudeza. Iba a guardarlo pero continúo hablando.

-No hay nada de qué hablar- se acomodó la mochila en el hombro y comenzó a caminar por la vereda alejándose de la tentación.

-Supe que tu novio se fue a trabajar fuera- esas simples palabras detuvieron la marcha del universitario ¿Acaso estaba acosando a Joey? ¿Se había metido el rubio en un lio cuando lo ayudó? Los pasos a su espalda lo distrajeron especialmente cuando Yami volvió a monologar- ¿Ya que él no está no podemos hablar? ¿No puedes hablar si no tienes a tu perro guardián?

Eso hizo enfurecer al más bajo, se giró de golpe y le arrojó la cartuchera contra la cara del asalariado acercándose con duras pisadas. Hundió un dedo en el pecho de su ex llevándolo con cada paso contra el auto a espalda de éste.

-¡Por más que Joey estuviera en mi bolsillo de todas maneras no hablaría contigo!- una vez que lo tuvo arrinconado acercó su cara a un palmo- Perdiste, Yami, ya no tienes oportunidad porque no pienso de ninguna manera dejar a Joey para salir nuevamente contigo solo para que me patees el culo en cuanto se te canten las pelotas.

Yami bufó como un toro embravecido y agarró la muñeca de Yugi tirando con fuerza hacia él. Sus ojos desenfocados de ira se relajaron cuando el miedo opacó la mirada malva del chico frente a él, frunció los labios suspirando con desesperación y aflojó el agarre.

-Ya tuve suficiente tiempo para arrepentirme por la estúpida decisión- sus ojos reflejaron los sentimientos reprimidos- Pero sigo sosteniéndolo. Te amo, Yugi, lo hago aún hoy como la primera vez.

Las dulces palabras era miel sobre un campo de Ruda, hechizaban a Yugi como el canto de las sirenas y parecían conducirlo a un abismo de atontamiento. Joey tenía razón, él era débil, sobre todo a las pequeñas muestra de cariño. Debía seguir el plan del rubio si quería recuperar a Yami, recuperarlo y que sufra un poco en el proceso.

-Puedo considerarlo- Yami sonrió resplandeciente pero sus ojos se oscurecieron cuando el más bajo continuó- Si mi relación con Joey fracasa.

-¿Enserio?- cuestionó Yami con un tono cargado de celos- ¿Vas enserio? ¿Con él?

-Si- contestó Yugi sin despegar los ojos del asalariado- Después de todo no tiene nada de malo, es agradable, inteligente y caliente como un gigoló.

-De acuerdo- se separó un gesto de desprecio ignorando las últimas palabras de Yugi- Pero no me voy a rendir... Voy a seguir acercándome a ti, te guste o no.

El muchacho más alto se giró y caminó hacia un BMW estacionado en la calle. Abrió la puerta resuelto y encendió el motor alejándose no sin antes darle una última mirada a Yugi.

Las piernas de éste se debilitaron y cayó al suelo totalmente derrotado por el stress. Llevó ambas manos a sus rodillas rogando que Joey no se haya equivocado en sus planes y que Yami no se canse de seguirle los pasos.

 

                                                              

.                              .                              .

 

 

-¿Están totalmente de acuerdo con los términos?- preguntó uno de los hombres frente a él.

Joey babeó unos segundos cuando escuchó el acento francés del hombre, era ciertamente atractivo quizás lo había sido incluso más hace veinte años atrás pero ciertamente tenía algo George Clooneynesco. Se acomodó en el asiento donde estaba sentado desde hacía unos cuarenta minutos cuando sus nalgas le dolieron, miró disimuladamente el reloj en su muñeca y se sorprendió al darse cuenta que en Japón deberían ser las tres de la madrugada. Debería adecuar el reloj de su muñeca al horario de Estados Unidos y sobre todo del celular.

Hideki estaba sentado junto a él al igual que Hiro que escuchaba e interpretaba rápidamente lo que decían. Joey no quería avergonzar a Hiro por eso nunca lo corrigió cuando algunas veces se  había confundido con los verbos. Sonrió sutilmente y nuevamente clavó la mirada en el  representante de la empresa francesa, el hombre estaba sentado junto a un hombre que había dicho un par de oraciones en lo que iba la reunión.

-Bueno, ya que acordamos todo, pueden retirarse- pronunció el hombre con el delicioso acento francés. Se enderezó y atrapó bajo su brazo una carpeta de color caqui- Es un gusto trabajar con “Starlight Company”.

Estiró su mano a cada uno de los asiáticos con una gentil sonrisa. El otro hombre hizo una exagerada reverencia y los dos caminaron el exterior de la oficina, en el pasillo volvieron a despedirse y los hombres se introdujeron nuevamente en su interior.

Tanto Hideki como Hiro suspiraron relajadamente y comenzaron a caminar al elevador siendo seguidos por Joey. En silencio se introdujeron y se apoyaron con las paredes de este, Joey notó a los dos nerviosos o ansioso pero aún no se atrevía a preguntarles sobre eso.

Cuando finalmente llegaron a planta baja, Hideki tomó de golpe la muñeca de Joey y susurrarle mientras atravesaban la puerta giratoria:

-Jean Paul Gaultier va a enviar un auto por nosotros mañana a las diez para comenzar con la grabación del clip- el ex modelo aspiró y soltó el aire con fuerza- Y a las ocho de la noche de hoy nos va a pasar a buscar una limosina, quieren que vallamos a una recepción que organizaron para que conozcamos a algunas personas.

-¿Por qué me huele a algo más?- Hideki asintió suavemente.

-La recepción es en el Hilton pero debes tener cuidado Joey, la primera vez que fui a una de esas fiestas un sujeto trató de llevarme a una habitación- los orbes plateados de Hideki brillaron con incertidumbre.

-No te preocupes, Hideki- puso una mano en el hombro del otro y sonrió- Fui a bares gays desde que tenía quince y aunque la mayoría de las veces estaba acompañado sabía que no tenía que aceptar una bebida de nadie y exigir que abrieran la cerveza o el agua en mi presencia.

-Veo que te enseñaron bien- suspiró relajado.

-Mi ex era muy sobreprotector- los tres se introdujeron en el taxi mientras se acomodaban en los asientos- Siempre que salíamos me decía que quería arrancarle los ojos a los que me miraban.

-Me suena a algo familiar- comentó Hideki riéndose suavemente.

-¿Para mí no hay advertencias?- preguntó Hiro súbitamente al notar que nadie parecía prestarle atención.

-Sobre todo para ti- acotó el jefe mientras se giraba hacia el asiático- No aceptes caramelos de nadie, no hables con extraños y sobre todo no digas la dirección de tu casa.

Tanto Hiro como Joey se mantuvieron en silencio procesando las palabras de Hideki cuando la carcajada más tosca y enérgica salió de la garganta del modelo rubio. Joey continuó riéndose hasta que llegaron al hotel provocándole más cuando Hiro se sonrojó hasta el punto de ponerse bordo.

El ex modelo salió del auto mientras el rubio se reía ya suavemente y su manager no pronunció ni una palabra solo se dedicaba a darle la mirada más acida que podía. Caminaron hacia el elevador cuando finalmente Joey dejó de reír.

-Ufff- suspiró el rubio limpiándose las lágrimas que se habían derramado mientras reía- Nunca me había reído tanto ¿Ahora qué vamos a hacer?

-Primero y principal debemos ir a Madison Square y vamos a comprar en algunas tiendas. Debemos comprar ropa para hoy a la noche- comenzó a relatar Hideki mientras entraban en su habitación seguido de Joey y Hiro.

Se acercó a la mesita de luz y comenzó a dejar las cosas que llevaba en el bolsillo. Se retiró el blazer y lo dejó sobre la cama, se quitó los zapatos colocándose las pantuflas con el nombre del hotel y se acercó al baño. Los chicos esperaron pacientemente las órdenes de su jefe.

-Voy a ducharme un segundo, ya salgo- antes de terminar de introducirse- Coman algo sano, cuando terminen entren ustedes que mientras tanto voy a hacer otros trámites.

Joey se sentó en un sillón de la sala que estaba junto a un teléfono. Hiro había estado extrañamente silencioso y parecía avergonzado. Finalmente el blondo hizo un gesto de pesadumbre y se acercó al arisnegro:

-¿Te molestó el chiste, Hiro?- apretó la rodilla del otro para transmitirle su pesar- Tu conoces a Hideki mejor que yo... Sabes que...

Cuando levantó la mirada topacio de la rodilla notó que Hiro estaba sacando la lengua y se reía. Le había tomado el pelo y sabía que se lo merecía. Rió suave mientras le daba un fuerte manotazo en la espalda del otro sacándole un pequeño grito de dolor.

-Voy a pedir servicio a la habitación- agregó el rubio inclinándose sobre el teléfono levantando el tubo. Siguió con la mirada al moreno mientras caminaba a la habitación y quedaba a la vista del rubio mientras hablaba- ¿Quieres algo?

El manager estaba metido casi dentro de la enorme vajilla que había traído por lo que su voz salió ahogada.

-Gyoza o gachas de arroz.

-¿Puedes pedir algo que tengan en el hotel?- Joey reprochó elevando la voz para que el otro lo escuchara.

-Una ensalada Cesar entonces- bufó suave mientras se enterraba nuevamente en su maleta.

 -Bien- tecleó el número de servicio y acercó el tubo a su oreja.

-Hola, servicio a la habitación- contestó una voz de mujer desde el otro lado de la línea.

 -¿Quería saber si nos podrían traer una ensalada Cesar y una sopa de Arvejas a la habitación número ciento cincuenta?

-Enseguida, señor en cuanto sus órdenes estén preparadas se las enviaremos.

-De acuerdo, muchas gracias y buenas tardes- contestó cortés el rubio.

-Que tenga buenas tardes.

El rubio cortó el teléfono y levantó la vista hacia su manager que lo miró con un claro gesto de indignación.

<<¡Ups!>> Joey acabada de desenvolverse en un perfecto inglés , revelándose frente a su compañero. Hiro se acercó a él con los brazos a sus caderas y un cambio de ropa en su mano. Tenía el ceño completamente fruncido y debido a eso una considerable arruga se instaló entre sus cejas.

-¿Me hiciste traducirte fingiendo que no sabías nada?- Joey se estremeció, Hiro estaba casi literalmente ardiendo en llamas por el enojo.

-Basta de pelear, chicos- Hideki había salido del baño. Llevaba una bata de tela abrigada y el cabello mojado- Joey, ve al baño. Necesito que Hiro firme algunos documentos para mí.

-De acuerdo- aceptó de inmediato el blondo mientras se introducía rápidamente en el cuarto de baño.

                                                               .                              .                              .

 

 

-Yoko- pronunció la profunda y masculina voz del CEO- Ya me retiro. Solo transfiere las llamadas que consideres más importante.

Kaiba había salido tan rápidamente que no le dio tiempo a su secretaria de tragar la porción de sándwich en su boca. Sus mejillas se tornaron bordo y tratando de deglutir mantuvo la mirada en su jefe.

-De acuerdo, señor- se paró e inclinó la cabeza con un respetuoso saludo- Hasta mañana, señor.

La saludó con una pequeña curva en los labios y caminó hasta el elevador. Acomodó el cuello de su largo tapado y observó el reloj en su muñeca, lo tranquilizó notar que aun era temprano, siempre prefería llegar antes, quizás tendría la oportunidad de comer algo y evitar que una de sus cocineras haga una cena innecesaria solo para él.

Bajó hasta el estacionamiento, subió a su Mercedez y se despidió del guardia de seguridad cuando salió por la entrada. El lugar quedaba relativamente cerca, solo condujo unos dos minutos y llegó hasta el elegante restaurante. Detuvo el motor en la puerta y descendió mientras el muchacho del parking se acercaba a él, le cedió las llaves del vehículo e ingresó. Inmediatamente el administrador lo saludó respetuosamente mientras tomaba el abrigo del castaño.

-Buenas noches, Mizuki- saludó el CEO observando alrededor- Mesa para tres en esta ocasión.

-Muy bien, señor- comentó agradable el muchacho. Caminaron hacia una mesa en un lugar apartado como acostumbraba, normalmente visitaba a ese restaurante con Mokuba pero también lo usaba para cenas de negocio- ¿Menú normal o empresarial?

-Por el momento normal- sus orbes cerúleas se clavaron en los del encargado mientras éste le entregaba una carta- Los acompañantes que estoy esperando son dos. Una mujer y un hombre.

-Mientras espera ¿Desea algo más?- preguntó el arisnegro mientras anotaba en una pequeña libreta dentro de su bolsillo delantero.

-Si- observó los platillos y luego se lo entregó- Me gustaría probar el Mentaiko* de Pierre y de beber Daiginjo-shu*.

-Enseguida, señor- hizo una leve reverencia y marchó hacia la cocina.

Kaiba se recargó en la mesa apoyándose en una mano mientras esperaba a sus acompañantes. Mai le había asegurado que era un buen sujeto, no podía desconfiar de ella, no tenía una base para hacerlo. Un mesero bastante atractivo se acercó a la mesa y en silencio colocó la botella de color cerámica con los pequeños vasos tradicionales, cuando la mirada del CEO cruzó con la del camarero éste último le dio una sonrisa coqueta.

<<Solo si eres rubio y te llamas Joseph Wheeler>> el castaño se llevó un poco del exquisito brebaje a sus labios para degustarlo. Era un delicioso Sake.

Cuando la franqueza lo golpeó notó que sus pensamientos habían viajado con tanta velocidad al blondo lo desconcertó, había recibido invitaciones de otros hombres en otras ocasiones e incluso suaves insinuaciones pero ni siquiera consideró a alguno de ellos y ahora cada hombre que trataba de coquetearlo solo era comparado con Joey. Observó perdido el contenido del recipiente sin saber cuánto tiempo se había hallado ensimismado. Le dio otro sorbo al licor notando que había picado suavemente pero el alcohol se había deslizado como un suave almíbar por su garganta. Luego de un tiempo el mismo camarero trajo una bandeja con su plato y un pequeño condimento, Kaiba separó los palillos y se disponía para llevar un poco de alimento a su vacio estómago cuando el chico deslizó un papel por la mesa dejándolo a la vista cerúlea. El castaño elevó una ceja y volvió la mirada al otro.

-Es mi número- sonrió seductor acariciando con su índice el dorso de la mano derecha del CEO- Te puedo asegurar que después de tenerme no vas a querer a ninguno más.

El chico se giró y caminó devuelta a la cocina. Algunas de las mujeres del restaurante detuvieron su mirada en el mesero, Kaiba podía aceptar que era atractivo y sobre todo joven. Si hubiera sido otro tipo de persona no habría tenido ningún problema en llevárselo a la cama pero algo en él le decía que Joey había arruinado a cualquier hombre en su futuro. Estaba completamente seguro que nadie iba a complacerlo como lo hacía el rubio.

Para evitar pensar en tener sexo con Joey le dio un bocado a su plato y lo encontró delicioso, iba a enviarle sus sinceras felicitaciones al chef que a pesar de ser francés hacía unos excelentes platos tradicionales.

Había conseguido terminar con la mitad de su plato y observó por la ventana que Mai bajaba de su auto, llevaba un conjunto de falda y saco, sobre su traje un largo saco de poliéster. Una vez que la vio ingresar en el local notó que no estaba sola sino que la acompañaba alguien de cabello color carbón, no consiguió darle una mejor vista solo hasta que comenzaron a acercarse y fue ahí que lo reconoció.

-Hola, Kaiba- saludó la rubia mientras se inclinaba y se sentaba en la silla frente a él. Kaiba nunca dejó de observar al otro acompañante- Él es de quien te hablé.

-Gusto en conocerlo, Kaiba- estrechó la mano que ofrecía el arisnegro- Cuando supe de quien era la información no lo pensé dos veces, después de todo a mí también me gustaría que alguien me ayude si me encontrara en la misma situación.

-Duke Devlin- comentó tan casualmente como le fue posible <<Vaya que era una sorpresa>> encontrarse al ex de Joey y que éste sea su salvador era una situación sumamente bizarra- No lo hubiera imaginado sobre todo porque nuestras empresas compiten en el mercado.

-Como le dije a Mai, prefiero ganarte legalmente- sentándose junto a la rubia le permitió darle a Kaiba una mejor evaluación. Ojos verdes, cabello negro y largo, rasgos europeos y voz grave. No lo suficientemente atractivo para alguien como Joey- Traje los documentos y el nombre del sujeto.

-Excelente- agregó el castaño se acomodó en el asiento y elevó la mano para llamar al camarero que lo había estado atendiendo.

El chico se acercó sonriendo quizás emocionado con la esperanza de que lo llamara por otros motivos pero se decepcionó cuando notó que tenía la compañía de una chica en la mesa y nuevamente sus ojos se iluminaron cuando vio al otro hombre. Duke levantó la vista hacia el moreno y éste se inclinó a su lado:

-Les dejo la carta- le dio una larga admiración al empresario para luego entregarle preguntarle a la rubia evitando la sospecha- En un minuto vendré a recoger su pedido.

Kaiba notó que no parecía ni aludido a la atención que le prestaba el joven mesero ¿Cómo podía ser que alguien que fue capaz de engañar a su novio no se dé cuenta cuando alguien está tan disponible?

Que es lo que llevó a engañarlo. Recordaba la última vez que había visto a los dos juntos, Joey sonreía feliz, como no sonreía ahora. Tragó la espesa saliva proveniente de los celos, le molestaba que Devlin y el rubio hayan tenido una relación tan cercana, tan intima. Seguro había visto lo mismo que él, sus piernas extendidas y blancas, sus nalgas apretadas, sus pezones sensibles y erectos, sus ojos ardientes como caramelo derretido y aquella sugestiva y candente vaina que no hacía más que provocarle enormes deseos de mancillar. Seguramente su lengua había tocado su abertura fruncida haciendo que se abriera y se cerrara con cada caricia para luego humedecerla dejando que su pene entrara y saliera con una libertad enloquecedora.

Recordaba el día que habían tenido sexo la primera vez, hacía frío pero él se sentía caliente, sospechaba que caliente como el mismo blondo se sentía.

¿Cuántas veces lo habrá besado? ¿Cuántas veces habrán hecho el amor?

¿Joey se calentaba con Devlin tanto como se calentaba con él? ¿Se mojaba de igual manera? ¿Gritaba por más como con él?

-Kaiba- la voz de Mai lo sacó de su nube de reflexiones, la rubia chasqueó los dedos frente a él. Eso hizo que levante sus ojos del plato- ¿Escuchaste lo que dije?

Casi se sonroja cuando tuvo que reconocer que no había escuchado ni una palabra. El rubio se convertía en una distracción cuando no estaba cerca e incluso cuando lo estaba. Mai simplemente gesticulo con sus labios pintados de rubí y volvió a relatar. El camarero se acercó a recibir su pedido para luego retirarse en silencio:

-Cuando estuve investigando la desaparición de los documentos encontré que también había una fuga de información que data de hace años- se inclinó sobre sus codo mirando sigilosamente a los lados- ¿No tuviste problemas hace años?

-¿Qué clase de problemas?- una vez captada la atención del castaño demostró que estaba más que interesado en la conversación.

-¿No tuviste problemas con accionistas? ¿No habían bajado el precio de las acciones y por eso casi perdiste a algunos?

-Sí, recuerdo- miró de reojo a Devlin que parecía interesado ¿Acaso Mai no sabía el significado de momento y lugar?

-Entendí tu mirada- la rubia rió suavemente- Este no es el momento para hablar sobre esto.

-Exacto- contestó sonriendo libremente.

-La reunión no era para hablar sobre otros asuntos- la rubia detuvo su conversación cuando el mesero trajo los pedidos que se retiró visiblemente decepcionado de que los dos únicos hombres atractivos y solteros ni siquiera le dieran una mirada coqueta- Duke...

-Hace unos tres meses recibí una llamada de un sujeto que me aseguraba documentos importantes para conseguir superarte en el mercado. No solo estaba la fecha del anunció de tus próximos proyectos también el nombre de tus accionistas y las empresas con las que planeabas extender convenios mercantiles. Comentó que había tratado de venderlos pero ansiosamente había llegado a él con todos los documentos disponibles ya que era al que más favorecía tu caída. Yo sabía que si rechazaba el negocio alguien más iba a tener esa información y la iba a usar para hundir a KaibaCorp- dio un bocado a su cena y continuó- Y así es como terminé con los documentos.

-¿Por qué retuviste la información durante tres meses?- a Kaiba eso le olía extraño pero sabía que iba a haber un motivo, llevó un poco de sake para humedecer su boca seca sin quitar la mirada del arisnegro.

-No podía simplemente llegar y decirte que alguien me trajo información. Nunca me hubieras creído, menos siendo tu rival corporativo. Durante tres meses dejé pequeñas pistas para que notaras que alguien había estado robando documentos- se recargó en su brazo y tomó un poco del champagne que había pedido- Solo así se me ocurrió hacerte llegar los archivos.

Por primera vez en mucho tiempo el CEO se sorprendió de la agudeza de alguien más. Duke era totalmente distinto de cómo se lo imaginaba, consideró que el muchacho era un inepto pero por lo visto no era así. La inteligencia también venía en paquetes atractivos.

<<Como Joey>>  Sí, definitivamente entendía algo. Joey y él se habían unido por distintos motivos pero ambos compartían la agudeza como una de sus características.

Los tres continuaron cenando, hablando de negocios, movimientos bancarios y acciones en el mercado. Mai era una gran investigadora y había encontrado que el topo era soltero, había sido despedido y antes de irse se había llevado toda la información que pudo. Trabajaba solo por lo cual no había más amenazas en cuanto lo ajusticiara.

A lo largo de la velada descubrió que Devlin era un gran conversador, gracioso e intuitivo. Los platos habían quedado vacios entre conversación y conversación. Los comensales empezaron a desaparecer del restaurante junto con el movimiento en las calles, el chico que había estado coqueteándole se había acercado para preguntar por más pedidos a lo cual ellos negaron si dejar de hablar.

Le dio una rápida mirada a su Rolex y se sorprendió al notar que eran más de las tres de la madrugada, cuando volvió la mirada a sus acompañantes advirtió al moreno mirar su reloj con nostalgia. Sus orbes se encontraron cuando éste último guardó el celular:

-¿Esperas una llamada?- quizás estaba ansioso por marcharse y no quería retenerlos ya que sus asuntos ya estaban resueltos.

-No, solo que... Hoy estaría festejando mi aniversario y es difícil darme cuenta que estoy solo- sus ojos verdes bajaron hasta su copa de champagne.

Mai tocó su hombro y lo frotó tratando de confortarlo. Se la veía preocupada y simultáneamente afligida. El sonido del celular de Duke rompió con el silencio, metió las manos en su bolsillo rápidamente y observó la pantalla:

-¿Sí?- respondió con desencanto, quizás la persona que esperaba que lo llamara no lo hizo- Si... Mañana a las tres de las tarde... Seh... De acuerdo, nos vemos.

Guardó el teléfono mientras se levantaba, tomó el saco detrás de él sonriendo suavemente. Suspiró y peinó su cabello hacia atrás con un claro gesto de frustración, Mai elevó la vista hacia su acompañante.

-Tengo que irme- aclaró el moreno mientras apuraba lo último del champagne- Fue bueno hacer negocios con usted señor Kaiba- sonrió quedo- Me gustaría volver a encontrarme y poder hacer alguna alianza en el futuro.

-Supongo que eso se podrá conversar- no afirmó ni negó la intención de negociación, después de muchos años sabía que nunca debía dar nada por sentado cuando se trataba de actividades comerciales.

Kaiba se levantó también y antes de salir por la puerta comentó al encargado que lo pusiera todo a su cuenta, abrieron las puertas y encontraron que fuera estaba haciendo un frío atroz. Mai se estremeció y se tomó los antebrazos mientras que Devlin suspiró provocando que vapor saliera de su boca. Los tres caminaron y encontraron sus autos estacionados muy cerca, uno de los valet parking se acercó al CEO y le entregó las llaves de su Mercedez. Con el mando de distancia quitó el seguro del auto para luego trasladarse dentro:

-Bueno, Kaiba- comentó Duke mientras se inclinaba en la ventanilla del conductor y Mai hacía lo mismo- Nos despedimos aquí y cuídate de los sujetos que despides.

-Lo haré- afirmó mientras encendía el motor haciéndolo ronronear.

-Felicitaciones por cierto- agregó Mai mientras elevaba las cejas de manera atrevida- Me han dicho que te llevaste un gatito extranjero de la fiesta de Minekazu ¿Era un angora o un siamés?

-No era ningún gatito sino más bien un precioso cachorro Labrador.

La satisfacción se deslizó a través de él como un tsunami estrujándole el estómago de emoción cuando los ojos de Devlin se abrieron aturdidos mientras su sonrisa resbalaba de su cara y Mai dejaba escapar un jadeo de sorpresa. No les dio tiempo de responder o hacer algún movimiento ya que una vez terminó la frase se había lanzado a la calle. El regocijo fue tan arrebatador que supo que decir esas simples palabras solo le provocó más deseo, un deseo intenso y profundo por Joey que nunca había sentido por nadie.      

 

  

Notas finales:

Bueno... Espero que les haya gustado.

Estoy escribiendo un oneshot que hace bastante que tenía estancado pero decidí terminarlo para las amantes de una pareja que amo pero de otras serie. Sin más que decirles las dejo.

Las quiero mis queridas lectoras.

Cuando nombre Mentaiko a parte de ser un plato típico japonés también es el seudónimo de una de mis dibujantes yaoi favoritas.

Aclaraciones:

Oni: Los oni (鬼?) son criaturas del folclore japonés, similares a los demonios u ogros occidentales. Son personajes populares en elarteliteratura y teatro japoneses.

Mentaiko   Mentaiko.

Se llama mentaiko (明太子?) a las huevas marinadas del abadejo, que son un ingrediente frecuente en la cocina japonesa.

El mentaiko se elabora en diversos sabores y colores y está disponible en aeropuertos y estaciones de trenes importantes. Suele comerse con onigiri, pero también puede disfrutarse solo, acompañado de sake. Una variedad especial es el mentaikoespeciado (辛子明太子 karashi mentaiko). Es un producto famoso del barrio Hakata de Fukuoka.

 

Junmai Daiginjo-shu

Esta categoría se reserva para los mejores sakes. Los procesos son mucho más precisos y se le da mucho cuidado a cada paso. El arroz tiene que estar pulido a 50% de su peso original. Es generalmente complejo, aromático y agradable al tomar. Los sakes de esta categoría son también los más caros.

 

Enebro: Afecto duradero


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