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Tras mi verdadero amor por Shuneii

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Notas del capitulo:

Hola, hola!!!! Los saludo con un nuevo capitulo, en lo personal disfruté mucho escribiéndolo, así que espero les guste c;

POV Camus


¿Qué dices Camus? ¿Me aceptas?


     << No puedo creerlo. El que Milo hiciera algo así por mi... >> Milo toma mis manos, acariciándolas con delicadeza. 


¡Por supuesto que si! -  Salto dándole un abrazo. 


     Paso mis brazos por detrás de su cuello, posando mi rostro en la curvatura de su cuello. Siento sus manos adaptarse a la forma de mi cintura. Mis lágrimas fluyen sin restricción, mojando mis mejillas, y deslizándose de mi mentón a los hombros de Milo. Me siento tan pleno, tan feliz. Todo ha valido la pena. Al fin mis súplicas al cielo han sido escuchadas.


     Tras mi respuesta, todas las personas se ponen de pie, aplaudiendo y gritando sus buenos deseos.


     Es cierto que desde siempre había querido ir a un circo. Sin embargo, nunca imaginé que esa experiencia se volvería en uno de los recuerdos que almacenaré en mi corazón hasta el día que muera. Cuando vi que la tercera entrada era para Aioria me sentí muy desanimado, deseaba tanto que fuese de Milo, y a su vez no por razones obvias. Luego, cuando me llamaron al frente; todo fue tan confuso. No imaginaba el porqué, sólo accedí tras los alientos de Aioria, tía Sindy y casi el resto del público. Tenia la corazonada de que que algo bueno ocurriría; para ser sincero pensé que era alguna clase de regalo de parte de mi tía. Un regalo para olvidar la amargura de los últimos días, o algo por el estilo. 


     Mi corazón se contrajo con el espectáculo final. Estaba muy alto, no podía distinguir bien desde mi posición pero, por alguna razón me encontraba muy preocupado. Sostuve mis manos frente a mi pecho al ver como ese chico rubio caminaba lentamente por la cuerda floja. Su cabello me era tan familiar. Finalmente, esa persona se quitó el antifaz. Mi curiosidad de saber de quién se trataba creció. Ya no tenía arnés, ha aproximadamente quince metros sobre el suelo. Lo que hacía era sin duda, bastante peligroso. Cuando saltó de espalda su rostro fue visible para todos. ¡Era Milo! La persona que amo. << ¿Hizo todo eso por mi? ¡Claro que sí! >> Cuando veo que Milo cae a salvo en la malla bajo la estructura que sostenía ambas cuerdas, veo lo escrito en la pancarta. "Camus te amo, ¿quieres ser mi novio, por la eternidad? " Cómo decir que no...


 


     Al salir del circo espero a Milo quien tenía que ir a cambiarse de vestuario y despedirse de la gente del circo. Ya les habíamos agradecido juntos pero, él deseaba darles unas palabras por aparte. Tía Sindy y Aioria me acompañan.


      Esa sonrisa aun sigue en mi rostro como si de un retrato se tratase, inmutable. Siento algo en mi interior, distinto, como si hubiese cambiado. << ¿Es esto lo que siente al tener novio? ¿O se debe porque los nuestro con Milo es amor verdadero, muto, único, inigualable? >> Seguramente es eso. Nuestro amor es algo que durará por la eternidad. Un amor inmortal.


- ¡Felicidades! Te miras muy feliz, ¿era lo que esperabas? - Aioria me toma por sorpresa en un abrazo.


Gracias. - Sonrío aun más, exteriorizando lo que sucede en mi interior. Expresándome, algo inusual para mi. - Siendo sincero, nunca imagine algo así. No tengo palabras para explicar como me siento. 


     Las lágrimas vuelven a brotar de mis ojos. Me separo de Aioria y miro al suelo. No sé lo que sucede, me encuentro tan sensible. Aun no sé manejar mis sentimientos. Cierro los ojos y me dejo llevar por lo que siento, dejando las lágrimas salir. Con el reverso de mis mangas, trato de limpiarlas. Así, poco a poco logro tranquilizarme. Unas manos muy familiares acarician mi rostro, limpiando una lágrima que se había quedado perdida en mi mentón.


Sé que te sientes muy emocionado, pero tu pareja saldrá muy pronto y se preocupará si te ve así. - Tía Sindy tiene razón.


     Sonrío, moviendo mi cabeza en una afirmación. Fue una gran sorpresa enterarme que tanto Aioria como tía Sindy, ya estaban al tanto de todo. Aunque no imaginaban a que nivel llegaría Milo con tal de declarar su amor. 


     Al cabo de cinco minutos más de de espera, Milo sale de los camerinos del circo. Se ha quitado el traje de la presentación y ahora viste entre formal y casual. Sumamente guapo. Me saluda con un " Hola, cariño. ", al llegar a donde los tres nos encontramos. Mi corazón late fuerte. Mi rostro se tiñe de rosa. Es la primera vez que escucho esa frase de sus labios y dirigiéndose a mi, me parece adorable.


 


     Todos vamos en el auto de mi tía hasta un vecindario cercano al nuestro. Milo baja del auto, tendiéndome una mano para que baje con él. Es todo un caballero. Nos despedimos de tía Sindy y Aioria, Milo aprovecha para agradecerles por su ayuda. Al parecer las sorpresas no han acabado. Tengo que estar en casa antes de las once. Nos quedan alrededor de dos horas para charlar y divertirnos.


     Caminamos por la acera, parece un vecindario muy tranquilo. A penas unos cuantos carros transitan sobre el asfalto. El cantar de los grillos es el único que lucha contra el absoluto silencio. No puedo evitar sentirme incómodo. Miro disimuladamente a Milo tratando de no llamar su atención pero, él logra percatarse de eso. Me abraza atrapándome entre el muro de una casa y su cuerpo. Su mano derecha me atrae hacia él mientras la otra se apoya en el muro de ladrillos, a un lado de mi rostro. Busco su mirada, pero él se encuentra viendo algo más. << ¿Es un buen momento para decir que mis labios son vírgenes? >>


     Pasa su lengua por sus labios, sensualmente, y su cabeza comienza a ponerse en movimiento; acortando la distancia entre nuestros rostros. Mi respiración se acelera. Cierro mis ojos, estoy tan nervioso.


Joder... - Su teléfono celular suena, interrumpiendo el momento. Era un mensaje de texto.


     Milo se yergue, arreglando algunos mechones de cabello que cubren su rostro.


¡Perfecto! Estamos a media cuadra de nuestro destino. Y ya me han informado que todo está listo.


     Al igual que Milo, acomodo mi cabello. Estamos cerca de llegar al lugar que aguarda la última sorpresa de Milo. Así, nuevamente, caminamos hacia aquel lugar.


 


     Una casa de un solo nivel, algunas mesas afuera dan a entender que se trata de un pequeño restaurante. Entramos a la acogedora edificación. La calefacción se siente tan agradable. Solo eso me hace notar que realmente hace un frío salvaje afuera. Una señora de avanzada edad sale a nuestro encuentro de lo que creo, es la cocina.


- ¡Milo! - Abraza a Milo quien me mira con una sonrisa divertida.


Hola nana. - Le da un rápido beso a la mujer en su frente. Nunca supe que Milo tuviera una nana pero, recuerdo haberla visto en un par de fotografías. - Él es Camus, el chico del que te hablé, ¿verdad que es muy lindo? - Sonríe tiernamente al presentarme. El rubor en mi rostro no tarda en aparecer. Tomo su mano, es muy cálida.


Gusto en conocerte, Camus. - Me sonríe gentilmente.- Milo tenía razón, eres muy guapo. - Le sonrío de vuelta y luego le doy un vistazo a Milo. Él se hace el desentendido. - ¡Y tu sonrisa es hermosa!


     Con ese cumplido se retira a la cocina, dejándonos a Milo y a mi solos. Aprovecho para ver mejor el lugar. Las lámparas colgantes alumbran por sobre cada una de las mesas ubicadas en los bordes del salón. En el fondo una chimenea artificial se encuentra encendida. Me acerco a uno de los cuadros en la pared. Una pintura en acuarelas. Es la Torre Eiffel, me trae recuerdos de mi vida en Francia.


     Milo me abraza por detrás. Sus brazos rodean mi cintura y deposita un suave beso en mi nuca. Siento como inhala mi aroma, causándome un escalofrío.


Sé que durante el tiempo que viviste en Francia, visitabas la Torre Eiffel ya que no quedaba lejos de tu pueblo natal, pero te prometo que un día la veremos juntos. - Coloca su mentón sobre mi hombro, para dar un largo suspiro.


¡La cena está lista! - La nana de Milo regresa al salón con una cesta de picnic en su mano. - Tomen, y tengan una linda velada.


     Nos despedimos con un abrazo.


     Una vez fuera, cuidadosamente cruzamos la calle y dirigimos nuestros pasos hacia un gran parque. Está muy silencioso, solo escucho a lo lejos los sonidos de la naturaleza. Grillos, ranas, los arbustos rozando sus ramas con el soplar del viento. Nos adentramos por un sendero de adoquines.


¿Qué hay en esa cesta? - Rompo el silencio entre nosotros.


Lasagna, mi nana prepara la mejor. - Adorna su respuesta con una sonrisa infantil.- Antes de ir al circo pasé comprando los ingredientes. Quería asegurarme yo mismo que serían los de más alta calidad.


- Ya veo. Tenias todo planeado, ¿cierto? - Lo empujo un poco con mi cuerpo, de forma juguetona.- ¿Qué hubiera pasado si mi respuesta hubiera sido un no?


- Tenía la corazonada de que me aceptarías. Mejor dicho, recibí una señal divina. Por cierto, que lindo el poema que me escribiste. - Voltea su rostro al decir eso último para que no pueda notar su sonrojo.


- Creí que no lo habías leído. - Recuerdo el día en el que salté desde el segundo nivel de su casa. La culpabilidad y pena invaden mi interior.


Hasta hoy pude leerla. Fue un amuleto de buena suerte. - Sonríe y luego su semblante cambia a uno serio, dirigiendo su vista al frente. - El día que la enviaste fui al hospital. A nana la llevaron de emergencia y estuvo internada una semana. La visitaba por las tardes, allí fue donde le conté de ti y de lo que despertabas en mí. - Vuelve a mirarme tiernamente. - Pero ya está bien, no fue tan grave; después de todo. Luego, estuve ocupado estudiando para los exámenes. Olvidé leerlas. Y ese día, cuando ocurrió... Ya sabes. Después de ese incidente trabaje durante las mañanas para comprar los boletos, materiales para la pancarta y los ingredientes para la cena. Quería darte lo mejor de lo mejor, tal como mereces.


     Mi rostro palidece tras esas palabras. Fui un completo idiota y un egoísta. Miro al cielo, realmente luce hermoso. Las estrellas resplandecen en lo alto.


- Camus... - Llama mi atención. 


     Me sorprendo al ver que su vista se dirige a mi mano, sé lo que piensa.


     Me quito mis guantes y los guardo en la bolsa interna de mi abrigo. Hace frío. Poco a poco acerco mi mano a la de Milo. Él hace lo mismo. Entrelazamos nuestros dedos. Su mano me transmite calor y seguridad.


     Caminamos un poco más por el sendero, adentrándonos más profundo en el parque, tomados de la mano. Siento como roza mi piel con su dedo pulgar. Mis nervios han disminuido. Milo ha logrado tranquilizarme. Llegamos a un pequeño lugar, rodeado por árboles; frente a un pequeño lago artificial. Únicamente nos ilumina la luna.


     Milo saca una manta de la canasta, lo ayudo a desenrollarla sobre el pasto, a la orilla del lago. Posteriormente saca una bandeja que contenía la lasagna. El olor que emite hace agua mi boca. También prepara dos platos, cubiertos, servilletas, pan con ajo, una botella de vino y dos copas. Abre delicadamente la botella de vino, tratando de no derramar nada. Me apresuro a servir la lasagna para ambos. 


 


     Entre risas y sonrojos terminamos la deliciosa cena. Realmente es la mejor lasagna que he probado en mi vida. << ¿Podría esto ser más perfecto? >>


     Mi corazón vuelve a inquietarse, presiente que algo va a suceder. Miro a Milo atentamente. Se acerca gateando hacia mi, pícaro y sensual. Aun tiene algo de salsa en la comisura izquierda de su boca. Cojo una servilleta y lo tomo del mentón, limpiándolo con delicadeza mientras hago un gesto inconsciente lamiendo mi labio superior.


Listo. - Digo luego de corroborar que no quedara nada.


Gracias. - Acompaña su agradecimiento besándome en el mismo lugar que limpie.- Tú también tenías un poco de salsa. -  Bromea.


     Veo como Milo toma ambas copas ofreciéndome una de ellas y no dudo en tomarla. Nuestros dedos rozan haciendo que me sobresalte, acción que le causa gracia. Vuelve a servirnos un poco de vino.


- Brindemos... Por nuestro noviazgo. Por el veintitrés de junio. Por nuestro amor.


- ¡Salud! - Exclamamos al unísono y luego bebemos el contenido de las copas. Lentamente, viendo el uno al otro. 


Ven, cariño. - Me invita a acercarme más a la orilla del lago. 


     Dejo mi copa y le sigo. Ambos nos arrodillamos uno al lado del otro, justo en el sitio donde el agua está al ras de los azulejos. 


¿Ves eso? Somos nosotros. -  Señala alegremente nuestros reflejos en el agua. - Nos vemos bien juntos...  - Sonrío y vuelvo a sonrojarme. Él aprovecha para tomar un mechón de mi cabello y juego con él por un rato.


     Mi, ahora y espero para siempre, novio se sienta hacia atrás; abriendo un poco las piernas, mirándome divertido. Roto un poco mi cuerpo, sobre mis rodillas y me inclino. Coloco mi mentón en su rodilla.


¿Que te divierte tanto, cariño? - Me siento libre tras decirle así. Mi vergüenza para con él se ha ido y ojalá nunca vuelva.


Es algo que pensaba.


- ¿Ah, si? ¿Qué cosa? - Rápidamente se acerca a mi rostro. Nuestros labios se unen fugazmente. 


     << ¿¡Un beso robado!? ¡Nuestro primer beso! Oh no... vergüenza, creo haberte dicho que nunca volvieras. >> No creo haberme sonrojado a este nivel antes. Mis mejillas arden y mis ojos se abren a más no poder.


En tu reacción después de eso. - << Así que era eso... >> Con su mano acaricia mi rostro. Se siente tan bien su tacto sobre mi piel.- Sabes este es mi primer beso.... 


     << ¿¡En serio!? >> Mi interior salta de alegría. ¡Es el primer beso para ambos!


E... El mío también. - Le sonrío de lado. - Quiero decirte algo pero luego de, "eso", me da mucha vergüenza. Así que cerrare mis ojos para decirlo, ¿si? 


     Quiero decirle que lo amo, pero sé que viéndolo directamente me sonrojaré y terminaré diciendo algo totalmente distinto a lo que tengo en mente.


Okay. - Tras concederme su permiso, cierro mis ojos.


Milo, yo... Yo te amo. Eres la única persona que he amado, y que amaré hasta el día en que muera. Si llegásemos a reencarnar, seguro que te volvería a amar. Tengo que admitir que, me gustaste desde la primera vez que te vi. - Muerdo mi labio inferior tratando de no reír. - Ese día en la fuente, cuando te vi y luego me topé contigo en el salón; nunca imaginé que acabaríamos acá. Te amo con todo mi corazón. - Abro mis ojos y me topo con un Milo poseedor de una sonrisa de completo enamorado. Siento un peso menos sobre mí. Es tan bueno sincerarse si puedo obtener estas reacciones en él.


Es mi turno. - Me imita, cerrando sus ojos. - Camus, Te amo. Te amo tanto. Desde que te vi en esa fuente me gustaste. Eres el único en mi mente. Mi Camus hermoso. Mi novio. - Antes de que abra sus ojos me acerco a él, haciendo que nuestros labios se junten.


     Nuevamente nuestras bocas están unidas. Esta vez no es algo rápido. Es lo opuesto, profundo y pasional. Me toma por la cintura haciendo que mi cuerpo se acerque a él por el espacio de sus piernas abiertas. Nos separamos para poder respirar. Se acomoda sentándose en la posición de loto. Vuelve a atraerme a él. Paso mis piernas a un lado de las suyas. Rodeándolo, tomando asiento sobre sus piernas. Nuestros labios vuelven a fundirse en un beso. Paso mis manos alrededor de su cuello. Acaricio su cabello mientras él se dedica a  acariciar mi espalda. Muerde un poco mi labio inferior, haciendo que abra un poco la boca; acto que aprovecha para que su lengua invada mi interior. Logra que emita un leve gemido. Nuestros cuerpos se mueven en armonía provocando que ciertas partes rocen, causando una nueva sensación en mi. No le presto importancia; lo importante ahora es que Milo disfrute nuestro primer beso apasionado, tanto como yo.


     Nuestro acto se refleja en el agua. La luz de la luna nos ilumina siendo la única testigo. Seguimos un rato así hasta que el momento de despedirnos llegue. Mañana será otro día y le agradeceré a Dios y a mis padres en el paraíso por permitirme estar a tu lado. << ¿Podría esto ser más perfecto? Claro que sí podía. >>

Notas finales:

No se emocionen.... Aun falta para el lemon cx 

 

Los quiero! 


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