Min Yoongi yacía sentado en una de las mesas de picnic en el jardín del instituto. Su primer día de clases era potencialmente aburrido y cansado, estaba solo, ya que ninguno de sus amigos quiso asistir ese día.
Jugando con la esquina de su teléfono, sosteniendo el colgante, desvió su mirada hasta el pasillo principal. Ignorado que un par de chicas se acaban de sentar a un lado suyo.
— ¿Qué tanto miras? — Yoongi suspiró, ignorando el comentario de la chica.
Entonces vio algo que por primera vez, cautivó su mirada. Un chico; bajito y de complexión delgada, con el cabello negro azabache peinado y acomodado a modo que callera y cubriera su frente. El chico sostenía un par de libros entre sus manos.
Encantador, lindo y hermoso. Esas eran las únicas palabras que podían describir al chico en pocas palabras. Lindo y un poco bajo para la estatura de Yoongi. Pero aquello salía sobrando. Yoongi estaba encantado con lo que veía.
Dejó de escuchar los murmuros de las chas a un lado de él y se concentró en mirar al chico hasta perderlo de vista en la vuelta del pasillo. Suspirando, regresó a prestar atención al par de chicos.
— Yoongi, el profesor Kim quiere vernos en la cancha.
Tras aquellas palabras, Yoongi se levantó de un salto y se encaminó a la cancha de basketball. Siendo el jugador estrella del equipo junto a Hoseok, Yoongi ya estaba acostumbrado a las miradas coquetas de las porristas.
...
Luego de una sencilla práctica, fue libre de regresar a sus clases. Genial, qué sería de la escuela superior sin la clase de matemáticas. Se quejó internamente calentar y ver al profesor dentro.
Con una ligera reverencia se encogió y entró al salón hasta sentarse en el último asiento junto a la ventana. Mirando su libro, espero a que el profesor diera inicio a las clases. Pero sólo escuchó la puerta siendo abierta.
— Chicos, el es Park Jimin, está uniéndose a nuestro curso este año.
Yoongi levantó la mirada y se encontró con el mismo chico de cabellos color azabache. Jimin, ahora sabía el nombre del chico. Un nombre lindo, igual a su imagen.
El profesor murmuró algo para el chico y éste asintió. Pasando de la presentación, el maestro envió a Jimin a sentarse dos sillas frente a Yoongi. El chico sonrió, después de todo, matemáticas parecía que iba a ser más entretenido este año.
Ignorando la case y al maestro, Yoongi se concentró en observar los ligeros movimientos de Jimin. El peligro estaba concentrado en anotar cada ecuación del pizarrón. Perdido en ver al chico blanco y de cabellos azabache.
Vestido con unos vaqueros negros que se entallavan a la perfección en sus bienes moderadas piernas, una camisa azul, la cual era cubierta por un suéter holgado azul marino.
Aún estando de espaldas y notandose poco entre la estatura alta de los demás estudiantes, Yoongi no dejaba de pensar que el chico resaltaba por lo lindo y sencillamente llamativo a su forma de vestirse; rara pero encantadora.
— ¿Joven Min...? — Yoongi levantó su mirada del chico al maestro, quien lo miraba con un pronunciado ceño fruncido y sus brazos en jarras.
— ¿Sí?
— ¿Podría responder la sencilla ecuación? — Yoongi miró el pizarrón. La ecuación parecía estar escrita en algún idioma que le era desconocido. Con la confusión pintada en su rostro, negó al profesor.
— Demaciado complicado para mí, profesor Lee — las risas ante su comentario no se hicieron esperar.
— Pues, parece que lo tendremos en clases de recuperación este año. Otra vez, señor Min Yoongi.
— Sí, supongo que no me quejo — el maestro arqueó una ceja.
— Usted, al igual que Jung Hoseok, son unos completos ceros en esta clase.
— Hacemos lo que podemos — más risas resonaron en el salón. El maestro bufó.
— Su amigo, en lugar de estar aquí; está haciendo no sé que cosas y faltando a clases.
— Profesor Lee — lo cortó Yoongi —. Hoseok tenía una sesión de fotos hoy.
— Oh, si, claro. Los super modelos de la escuela — el sarcasmo era presente en las palabras del profesor. Aquello irritó levemente la tranquilidad de Yoongi. Salvado por el timbre. La clase había llegado a su fin. Yoongi vio a Jimin tomar de vuelta los libros entre sus brazos antes de levantarse y encaminarse a la salida. Pasando de todos los chicos populares, los cuales siempre se arrinconaban frente a sus casilleros.
Jimin pasaba de ellos y sus miradas curiosas como si no estuviesen parados a un lado de donde pasaban. Con la mirada puesta en el suelo que pisaba y sosteniendo sus libros, caminaba a un paso ligeramente lento.
Perdido en la vista de la punta de sus zapatos, Jimin ignoraba a cualquiera que se pusiera en su camino. En una escuela donde no conocía a nadie más que un par de chicos. No era nada divertida la estancia.
— Hey, cariño, ¿Cómo te llamas?
Jimin ignoró aquello y siguió caminando a paso lento. Sus amigos solían reclamarle en juego por su caminado de abuelito, así era como le decían. Aquel pensamiento lo hizo suspirar al chico y aferrarse a sus libros.
Sintió su hombro siendo movió con fuerza, haciéndolo girar bruscamente y tirar uno de sus libros. Sorprendido y confundido ante la rudeza de la persona, parpadeó un par de veces.
Había un un chico con mala cara frente a él. Junto a tres chicos más detrás, todos con ceños profundamente fruncidos. Jimin los vio sonreír aquella sonrisa no era portadora de buenas noticias para él.
— Ashh... ¿Los chicos nuevos nunca entienden? — Jimin abrió su boca un par de veces. Buscando las palabras exactas para contestar.
— ¿Disculpa? ¿A caso te he hecho algo malo? — intentó sonar amable.
— Te pregunté tu nombre y no me contestaste.
— Ah, eso... estaba un poco distraído.
— Quizá debamos enseñarte a prestar atención.
Lo siguente que Jimin supo era que estaba siendo azotado contra los casilleros. Jadeó ante el impacto del metal frío contra su espalda. Contuvo el aliento al ver el puño del chico elevado en el aire. Un golpe seguro a su cara.
Cerró los ojos y esperó y esperó a que el golpe llegara a su mejilla. Pero éste nunca llegó o lo sintió doler. Abriendo los ojos se encontró con un chico sosteniendo la mano de su agresor. Agradeció en silencio por salvarlo de una golpiza en su primer día de clases.
Miró al chico y quedó instantáneamente encantado con el chico. Blanco, aun más pálido que él; alto y delgado, su cintura era bastante delgada para su complexión alta. Parecía modelo de revista con esos pantalones negros rotos a la altura de sus piernas, y esa camisa de botones de color roja con negro.
Al instante en que lo miró, se sintió cautivado con sus ojos de color marrón oscuro. Ligeramente delineados, le daban un aspecto gatuno. Y su cabello rojo podía ser pasado como negro. Por otro lado, sus labios; parecían una maravilla con ese color rosa pálido, delgados, marcados y ligeramente carnosos.
Se miraron por unos segundos, luego simplemente liberó el brazo del chico y éste y su trío de acompañantesse fueron mirándolo mal y murmurando cosas que no lograba escuchar. Jimin fue capas de volver a respirar.
— Gracias — le dedicó una ligera sonrisa. El chico lo observó por unos momentos antes de devolverle el gesto.
— No es nada — se encogió de hombros. Restandole importancia al asunto.
— Para mí, lo es. Gracias de nuevo... — calló al no saber el nombre del chico.
— Perdón; soy Min Yoongi.
— Oh, ¿el chico que el profesor Lee estaba regañando? — Yoongi sonrió apenado.
— El mismo — Jimin rió.
Yoongi era un chico lindo y agradable con quien pasar el rato. Jimin se miró a si mismo, sintiéndose terriblemente mal vestido con esa camisa y el suéter holgado. Quiso salir corriendo de ahí mismo.
Yoongi se agachó y recogió el libro que se le había caído por el golpe. Sacudió la portada y miró el libro entrecerrando los ojos. Tampoco era como si fuera un gran admirador de leer libros todos los días. El saber que a Jimin le gustaba ese hobby , lo hizo sentirse tonto.
Echó un último vistazo al libro y leyó el nombre en la portada. Frunció el ceño al no reconocer ni el nombre, ni el nombre del escritor.
— Sherrylin Kenion... — leyó la portada con la confusión en su mirada. Jimin rió en voz baja y negó.
— ¿No tienes idea de quién es verdad?
— La verdad: no — ambos soltaron una risa entrecortada.
Jimin movió inquietamente sus pies, desviando su mirada a la salida. Quería quedarse y conversar unos minutos más con Yoongi. Pero había prometido a su madre que llegaría temprano en su primer día.
Después de todo su casa estaba hecha un desastre con el montón de cajas en su sala. Aún tenía que acomodar su habitación, quitar el plástico de los muebles, lavar algunos trastes para poder almorzar.
Si, todo era complicado ahora que se acababa de mudar. Complicado y difícil.
— Gracias, nuevamente, por salvarme, Yoongi — murmuró mientras se acomodada su mochila sobre el hombro —. Me tengo que ir.
— Está bien. Nos... nos vemos mañana — respondió. Deseando no dejar ir al chico. Jimin asintió y luego partió a la salida.
Yoongi nada más veía caminar al chico y alejarse por el pasillo con su paso lento y calmado. Aún abrazando sus libros. Soltó una risa entrecortada. Jimin era un encanto de persona. Raro, eso sí, pero extrañamente encantador.
— Hey, Suga — Yoongi dio media vuelta, encontrándose con uno de sus mejores amigos, Hoseok.
Su amigo frunció el ceño, divertido miró en la misma dirección que Yoongi, tomándose con la espalda de Jimin a lo lejos. Hoseok silvó y miró a Yoongi con una mueca brillante.
— Lindo trasero, ¿Quién es?
— Es Park Jimin, un chico nuevo — Hoseok asintió con una sonrisa. Yoongi lo miró y frunció el ceño. Hoseok pareció captar la mirada de su amigo.
— Vale, ya entendí — levantó sus manos en rendición.
Yoongi siguió mirando la figura lejana de Jimin bajo los rayos del sol. Escuchó a Hoseok suspirar a su lado.
— Tu y yo, amigo, nuca podremos tener vidas propias — Yoongi suspiró.
— No mientras esté la carrera por delante — Hoseok le dio la razón a Yoongi. Puso su mano en el hombro del pelirrojo y miró al frente.
— Algún día, conoceremos a alguien que nos acelere el corazón — murmuró el pelinegro.