Prologo.
Yo jamás me había considerado lo que se diría hermoso, ni siquiera antes del accidente pero ahora… me levanto en las mañanas y con cierto esfuerzo – o mejor dicho, fuerza de voluntad – me miro al espejo.
Mis amigos decían que no era la gran cosa, que solo es una cicatriz, y lo es, pero me ha dejado marcado de por vida, esa estría rosada que cruza toda mi mejilla derecha hasta perderse en el labio superior, siempre he creído que es una enorme carretera.
Me he dejado crecer el cabello de manera que logre cubrirme parcialmente la cara, pero aquella cosa es aún demasiado evidente como para lograr hacerlo. Cada vez que alguien me ve rezo porque mis ojos le distraigan lo suficiente como para que no la note. (No siempre resulta).
Neji dice que mis ojos son como dos pozos negros, demasiado atrayentes como para no mirarlos, o más bien, lo decía, cuando todo iba bien. Después del accidente, ya no me mira a los ojos, al contrario evita que mi mirada y la suya congenien de algún modo. A veces, cuando lo hace, siento que mira mi cicatriz como si tuviera que protegerse de ella, otra como si estuviera enojado, pero yo no me detengo a preguntar, de todas formas lo nuestro está a punto de llegar al final, pero yo no le pregunto si así es. Su trabajo tampoco ayuda mucho, se la pasa viajando, de estado a estado, nación a nación, creo que en estos momentos está en Inglaterra. Total, las llamadas entre nosotros han disminuido de una manera drástica, aunque no le tomo mucha importancia ya que no estamos comprometidos o algo por el estilo, de hecho bien para mí. Supongo.
He hablado con varios médicos, los cuales terminan diciéndome lo mismo: “Es demasiado pronto”. Dicen que debo esperar para que los tejidos de la piel se recuperen a un cien por ciento, blah, blah, blah. Por lo que tengo que sobrevivir con esta con este cosa en mi cara durante un buen rato. No si lo que siento cuando me dicen eso es rabia o simplemente estoy cansado de las mismas palabras. Solo se una cosa, aun me es difícil sonreír.
El accidente aun es un recuerdo borroso en mi cabeza, solo sé que yo iba manejando y de repente un automóvil le dio de lleno al mío. El sujeto que iba en el coche no pensó llamar a una ambulancia, al contrario salió huyendo y aun no lo han encontrado.
El siguiente recuerdo que tengo después de aquel es: yo en una habitación completamente blanca y mis padres con unas sonrisas en su rostro, tratando por medio de ellas demostrar que estaban felices de verme despierto pero en esas sonrisas podía notar que algo estaba tratando de ocultar. Y así fue, pero ellos no fueron los que me explicaron lo sucedido, fue Itachi, mi hermano mayor, después de ver aquellas sonrisas no los quise ver más, solo a Itachi.
Ya han pasado tres meses desde aquel incidente, sé que le he hecho mucho daño todo este tiempo, y que están preocupados por mí y por mi humor de perros. No es que mi humor fuera el mejor antes del accidente, porque no lo era. Pero esta vez ha ido de mal en peor, incluso deje de salir con mis mejores amigos Juugo y Suigetsu, también renuncie a mi trabajo.
Jamás necesite trabajar, mi papas son lo suficientemente adinerados como para mantenerme de por vida pero aquello no me importo en lo absoluto, yo quería demostrar que a pesar de eso yo podría mantenerme solo, pero al final… bueno.
Pero ahora, después de meses sin hacer nada más que leer – por suerte mi vista no sufrió ningún daño, si no ya habría sucumbido completa y totalmente – pero ahora voy rumbo a lo que – si hago bien – se podría considerar mi nuevo trabajo, cortesía de mis padres. Si ellos metieron mi solicitud no yo, triste ¿Cierto?
Podría continuar leyendo por el resto de mis días in la necesidad de dirigirle la palabra a alguien más que a Itachi y a mi madre y en unas pocas ocasiones a mi padre, también siendo todo lo huraño que quisiese ser, pero no.
Lo que no sabía es que más o menos aquí iniciaría mi vida de veinteañero.