Capítulo 1.
Parallel
Mis ojos van de un lado a otro, captando cada palabra escrita en aquel libro. Mis oídos se encuentran obstruidos por unos audífonos para nada sutiles, aunque realmente no este escuchado nada.
Llevo veinte minutos metido en el subterráneo y ya tengo unas ganas inmensas de salir pero para mí mala suerte aún faltan… Separo mi vista del libro y retiro los lentes de armazón negro para poder ver el letrero que se encuentra arriba de mi asiento; cinco, cinco estaciones para poder bajar de este suplicio, probablemente sueno un poco exagerado pero para una persona que se pasó toda su vida – o casi toda – detrás de un volante es una verdad proeza pasarse sentado en un asiento sin hacer nada. La ventaja aquí es que puedo leer y no me preocupo por si llegara a arrollar a alguien. La desventaja es que es… complicado con todo el bullicio que hacen las personas. Niños riendo a carcajadas, señoras discutiendo por el teléfono. Cuando estaba en mi auto solo era solo yo, oh bueno, Arctic Monkeys o Maroon 5 estaban ahí para acompañarme.
Cierro mis ojos y suspiro tratando de relajarme, aunque sin éxito alguno. Abro mis ojos y me doy cuenta que solo falta una estación para poder bajar. Suspiro una vez y me levanto.
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Bajo y miro mi reloj, aún faltan cuarenta y cinco minutos para qué abra la biblioteca, miro a mí alrededor tratando de pensar que are durante aquellos cuarenta y cinco minutos cuando mi estómago gruñe en respuesta. Comienzo a caminar con la esperanza de encontrar algún lugar donde pueda comprar algo de comida y lo encuentro.
Al entrar el olor a semillas de café inunda mis fosas nasales, el ambiente se siente cálido y eso me reconforta, “Buen lugar para leer” Pienso al instante. Me siento en una de las mesas del fondo, suspiro y cierro mis ojos. Tengo cierta manía con los suspiros, si lo he notado.
Cuando vuelvo a abrir mis ojos, ya hay alguien para atenderme. Por sus facciones deduzco que es un doncel – al igual que yo – su cabello es rubio y lo tiene sujeto en una coleta, sus ojos azules me miran expectantes.
-¿Qué desea tomar?-. Me pregunta.
-Mmm…-.Tomo el pequeño menú que se encuentra sobre la mesa-. Un capuchino y un pedazo de pay de queso y zarzamora.
-Buena elección-. Me sonreí, no sé si lo hace por obligación o porque realmente lo es. Anota es su pequeña libreta y sale directo a la barra.
Regresa al cabo de unos minutos y deja la taza humeante de capuchino junto con un plato con el pedazo de pay.
Comienzo a comer, el pay está delicioso y el capuchino a la temperatura perfecta.
-¿Desea algo más?-. Yo niego con la cabeza y le extiendo el dinero junto con la propina-. Gracias vuelva pronto.
Salgo de aquel lugar, definitivamente volveré más de una vez al día.
Miro nuevamente mi reloj y apenas han pasado veinte minutos, camino y me encuentro con un pequeño parque. Decido sentarme en una de las bancas verdes que se encuentran ahí. Cierro los ojos dejando que el tiempo pase a su antojo.
Siento que alguien toca mi pierna y me sentido de alerta se despierta pero al abrir los ojos descubro que solo es un pequeño niño de cabello oscuro y ojos azules, me mira como esperando algo.
-Te duele-. Susurra.
-¿Qué?-. Pregunto pero se a lo que se refiere.
-Tu cicatriz-. Su pequeña manita señala mi rostro.
-No, no duele-. Intenta sentarse en la banca pero es demasiado alta para él, con una sonrisa en el rostro lo tomo en brazos y lo siento a mi lado.
-¿Qué te paso?-. Pregunta con demasiada curiosidad.
-Pero eres un extraño, no puedo hablar con extraños.
El pequeño niño de ojos azules sonríe-. Yo tampoco puedo, me lo han dicho mis hermanos.
-Bueno, hay que hacer un trato, yo te digo mi nombre y tú me dices el tuyo para poder dejar de ser extraños ¿Te parece?-. El asiente-. Mi nombre es Sasuke.
-Me llamo Menma, ¿Qué te paso?
-Bueno, Menma, tuve un pequeño accidente.
-¿Puedo tocarla?-. En cierto sentido aquel niño ya me había caído demasiado bien, no me miraba como la hacían los demás, con repulsión, me miraba con curiosidad y eso me agradaba, me gustaban los niños en ese sentido, eran demasiado inocentes como para saber que ocurría realmente.
-Mmm… está bien-. Él acerca su mano y toca mi mejilla.
-Se siente bonito-. Sonríe. Antes de que pueda responderle un grito suena por el lugar.
-¡Menma! ¡¿Dónde estás?!
Su cara se contrae a una mueca de terror puro y se esconde detrás de mí.
-¿Qué ocurre Menma?
-¡Con que ahí estas!-. Enfrente de mí se encuentra un… varón de ojos azules idénticos a los de Menma, su pelo es rubio, su piel esta un tanto tostada y en sus mejillas se encuentran ciertas marquitas.
-¡No quiero ir!-. Su mano toma la de Menma y lo jala-. ¡Sasuke!
Su grito me saco de mi estupor, y es cuando mi cerebro procesa lo que está ocurriendo. Me levanto y tomo al pequeño Menma en brazos.
-¡Que…
-¡¿Quién te crees que eres para tratar al pequeño de esta manera?!-. Grito, una sonrisa socarrona abarca su rostro-. Debería ir y denunciarte.
-Soy su hermano-. Mis ojos se abren como platos.
-No te creo-. Le señalo con mi “dedo acusador”. Según Sakura, larga historia.
-Si lo es-. Susurra Menma.
-Ves, ahora si no te molesta-. Intenta arrebatar a Menma de mis brazos pero el pequeño azabache se aferra a mí.
-No dejes que me lleve Sasuke.
-¿A dónde lo vas a llevar?-. Pregunto.
-A la escuela-. Dice con el ceño fruncido-. Menma se nos va hacer tarde, por favor puedes soltar a… Sasuke.
-No quiero ir-. Se aferra aún más a mí, si es que podía.
-Menma, entiéndelo por favor, a mí y a Deidara nos costó mucho trabajo para que te aceptaran en esa escuela.
Se quedó pensado unos momentos y después me sonrió-. Solo iré si Sasuke me lleva y recoge.
-Yo…-. Sus ojitos me rogaban por aquello.
-Sasuke no puede, yo te llevare-. Sonríe.
-Contigo es aburrido. Yo quiero ir con Sasuke-. Genial, en que lio me había venido a meter. Mire mi reloj y note que faltaban diez minutos para que la biblioteca abriera.
-¿Dónde queda su escuela?-. Pregunte, el mayor me miro con esperanza en los ojos y el más pequeño con una sonrisa en el rostro.
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Me encontraba caminando con el pequeño Menma en frente mío, y Naruto (por fin sabia su nombre) a mi lado.
Quien se imaginaria que me encontraría en aquella situación, faltaban menos de dos minutos para que abrieran la biblioteca y yo aun seguía caminando rumbo a la escuela del pequeño.
Cuando por fin llegamos, me encontré dándole indicaciones a Menma.
-Si ves que no llego espérame a dentro, yo tratare de llegar lo más pronto posible-. Menma asintió y se acero a su hermano el cual le dio una caricia en el cabello, yo me agache a su altura y le di un pequeño beso en la frente.
-¡Nos vemos!-. Grito para después entrar a la escuela.
-¿Por qué le mentiste así?-. Frunzo el ceño-. De que vendrías por él.
-No le mentí, lo voy hacer-. Comencé a caminar, alejándome de él. Pero me tomo del brazo-. ¿Ahora qué?-. Dije con el tono jocoso que me caracterizaba.
-Gracias-. Me sonrió pero no era la sonrisa socarrona de hace un rato esta era diferente, me sonroje.
-D-de nada-. Balbuce, para después salir corriendo rumbo a la biblioteca.