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Te he mentido. por Niikeh

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Notas del fanfic:

Como el resumen de la historia lo maneja, es una historia AU.

Conservará ciertos puntos "verdaderos".

Los "personajes" no son míos, sólo hago uso de estos guapos chicos para mis historias perversas.

Notas del capitulo:

¡Hola, hola! Les traigo aquí mi primer fic sobre k-pop. Debo decir que no es mi primer fic, ya que llevo casi siete años en esto del mundo de la escritura por hobby, aunque claro, empecé con historias sobre personajes de anime; en fin, eso no importa.

Me animo a traer esta historia debido a la falta de las mismas sobre ésta pareja (al menos al español). ¿Por qué de ellos? Porque desde la parodia de "The Heirs", no he parado de shippearlos y bueno, mi corazón y mente pedía a gritos que lo hiciera(?).

Es el primer capítulo; espero que les agrade.

Apuestas erradas.

 

“AND here” cumplía con todos los requisitos necesarios para permanecer durante mucho tiempo en el gusto de la gente. Es un establecimiento dedicado a la rama de alimentos y bebidas; vamos, que es un café.

La palabra innovación está escrita en letras mayúsculas en el diccionario sur coreano. Así que si no innovas, mueren tu negocio y tú en el intento de conseguir el dulce sabor del éxito; éste obviamente no era el caso de aquel imponente local. Puntualicemos uno a uno los detalles que hacían de aquel lugar algo excepcional:

  1. Un ambiente ameno: cuando acudes a un café, ya sea solo o acompañado, lo que buscas es pasar un momento agradable y tranquilo. Conversar, leer o simplemente degustar una bebida y/o alimento en compañía de buena música es lo mejor de lo mejor.

  2. Excelente presentación: la imagen es importante. Para atraer es necesario tener un establecimiento impecable y llamativo.

  3. Buen sabor: tú no quieres gastar tu dinero en algo que no te gusta ¿verdad?

  4. Buen servicio: ya la imagen te atrapó, ahora la atención que se te brinde dentro de éste debe amarrarte por completo. Usemos chicos y chicas bien parecidos para ello, ¿quién no querría ser atendido por un joven guapo que todo el tiempo te sonríe con aquella maravillosa y blanca dentadura?

  5. El propietario: SeungRi de Big Bang.

Omite los cuatro puntos anteriores y tendrás éxito asegurado. ¡Oh, lástima! Tú no eres Lee SeungHyun, así que aplícate o desiste de aquellos sueños tuyos.

Los fines de semana siempre han sido los días más socorridos. Son días donde inclusive hay una lista de espera para gran cantidad de clientes, de forma que el servicio debía ser lo más rápido posible, aunque claro, no podía hacerse nada con aquellos comensales que iban para lo que era: conversar y pasar el rato. En el lapso de las 6:30 p.m. y las 7 de la noche el establecimiento se encontraba a reventar; personas entraban y salían de forma simultánea, no daban instante alguno de descanso a los trabajadores quienes se esforzaban por brindar la mejor atención.

—¡Muchas gracias por su visita! Espero que disfrute de su café—expresó el joven a la señora frente a él, dedicándole a su vez la mejor de sus sonrisas, recibiendo una más sutil a cambio.

—Un cappuccino y un frappé de oreo—pidió el chico a su lado, quien se encargaba a su vez de realizar otra de las órdenes pendientes.

 

—¡Por supuesto! —exclamó, dirigiéndose a la máquina correspondiente para realizar el pedido.

—Hey, JinWoo hyung—llamó el más joven, atrayendo la atención del aludido—. Hagamos esto más interesante. Apostemos—agregó, esbozando una sonrisa que denotaba por demás la diversión que aquello le producía.

 

—No lo sé, SeungHoon-ah—respondió a las palabras del opuesto—. Ya sabes…

 

—¡Anda! JinWoo hyung, sólo es una pequeña apuesta—insistió el menor, percibiendo como el contrario tomaba su labio inferior entre sus incisivos; estaba dudando—. Anda, anda, anda—canturreó, llevando su mano zurda al cuerpo ajeno. Haciendo uso de su dedo índice, picó el abdomen de éste.

 

—¡No hagas eso, SeungHoon-ah!—se quejó el castaño, emitiendo a su vez una pequeña risa—. Está bien, está bien. Apostemos—cedió ante aquel juego que su compañero sugería.

 

El muchacho sólo atinó a sonreír de nueva cuenta al obtener el éxito buscado. Explicó con tranquilidad a su mayor que quien se ocupase del mayor número de comandas sería el ganador de la apuesta y el perdedor cumpliría con el castigo correspondiente; éste sería secreto hasta el final. Era sencillo o al menos por primera vez JinWoo se sentía confiado. Su estancia en aquel recinto era un tanto más prolongada que la de su amigo, por ende contaba con más experiencia en el campo; lamentablemente tenía en contra que solía perder algo de tiempo con los clientes, sobre todo con las jovencitas que se acercaban a él intentando conseguir su atención.

Kim JinWoo era la clase de hombre que las chicas encontraban “lindo”. No contaba con el típico porte lleno de masculinidad que a algunas las volvía locas, pero tenía algo mucho mejor; un rostro envidiable y es que para estar recién entrado en sus veintes, lo cual en realidad es poco, sus facciones le brindaban una apariencia mucho más joven. Rasgos finos y perfectos, labios rosados y bien delineados, cutis perfecto y ojos grandes llenos de una extraña dulzura. Aún con su 1.75 de estatura y su complexión delgada, pareciendo frágil, lo cual no era en absoluto, llamaba la atención de muchas jovencitas.


La realidad es que no sólo era una “cara bonita”, contaba con una serie de factores en su forma de ser que hacían caer a cualquiera rendido. La inocencia que poseía era uno de sus puntos clave y es que a pesar de ser ya un adulto, él carecía de aquella malicia que un joven de su edad podría llegar a cultivar a lo largo de su adolescencia. La fuerza de voluntad con la que contaba era algo realmente admirable; su paciencia podía dejar a más de uno con la boca abierta y su sentido del humor que en algún punto podía llegar a caer en lo absurdo, era encantador. Gentil y solidario; siempre fiel, cual perro. Él a veces se sentía como uno, bueno, refiriéndose a aquellas características que el notaba en sí mismo.

 

Y es que él venía de un lugar muy lejano dispuesto a cumplir sus sueños. Había abandonado la isla Imja años atrás dispuesto a llegar hasta donde se lo había propuesto en aquel entonces. El proceso inicial fue difícil y sobre todo largo, encontrar un trabajo que le permitiese solventar todos y cada uno de los gastos que tenía era un reto, sobre todo cuando tenía planeado ingresar a una escuela donde pudiese desarrollar y mejorar sus habilidades. Conocer “Joy Dance – Plug In Music Academy” y a Lee SeungHyun fue definitivamente una de las bendiciones más grandes en su vida, o al menos así lo consideraba él. El nombrado, miembro de Big Bang, una de las bandas sur coreanas más reconocidas a nivel mundial, contaba con aquellas escuelas, donde muchos jóvenes como JinWoo ingresaban en busca de conseguir adentrarse de a poco en alguna empresa de entretenimiento; él no, él buscaba en primera instancia estar satisfecho consigo mismo y eso, indudablemente captó la atención de SeungRi, quien comenzó a acercarse a él, apoyándole, animándole y tiempo más tarde, brindándole trabajo en “AND here”. Más que jefe/empleado, sunbae/hoobae , hyung/dongsaeng, eran amigos y el joven Kim lo atesoraba por completo.

 

Asimismo, atesoraba la amistad que había creado con el chico que se encontraba a su lado en aquel momento. Lee SeungHoon era la persona más divertida que él hubiera podido conocer en su vida, constantemente le contaba chistes o gastaba bromas que por más que quisiese evitarlo, le hacían reír. A pesar de ser un año menor que él,  JinWoo le admiraba por completo, no sólo por la seguridad que poseía en todo momento, sino por la cantidad de talentos con los cuales contaba. El joven constantemente alegaba y decía que lo alababa de más, que él contaba con muchos puntos a favor y que estaba seguro que no tardaría en alcanzar sus sueños; él no podía ser más feliz ante esos comentarios.

 

SeungHoon o “baby lion”, como él solía autonombrarse, era todo lo opuesto al castaño. Contaba con una apariencia mucho más masculina, sin dejar de lado rasgos bastante bien parecidos; tenía un cuerpo marcado y firme, que probablemente se debía a las constantes horas de baile o a las rutinas de ejercicio que debía realizar seguidamente. Y es que, así como el joven de la isla Imja, contaba con el sueño de algún día llegar a ser un reconocido cantante.

 

JinWoo había tenido muchísima suerte al encontrarse con personas como ellos en Seúl.

 

Desgraciadamente no podía decirse lo mismo de su suerte en las apuestas.

—Cuarenta y siete contra cincuenta y dos, ¡gané!—exclamó con emoción el de hebras oscuras—. ¡JinWoo hyung, tienes que pagarme!—el nombrado suspiró.

 

—Lo sé…—contestó sin ganas. Debía esperarse lo peor y lo sabía—. ¿Qué es lo que debo hacer?—cuestionó dispuesto a escuchar cualquier cosa. SeungHoon era cosa seria cuando se trataba de aquellas situaciones.

 

—Ah…—soltó el menor, abriendo la boca dispuesto a dar una contestación. Segundos después la cerró—. No he pensado en ello—admitió.

 

—¿Cómo es que incitas a una apuesta y no sabes siquiera que pondrás de castigo?—inquirió el de menor estatura.

 

—¿Tú tenías ya pensado con respecto a ello?

 

—No.

 

—¿Entonces qué críticas?—preguntó el joven Lee con fingida indignación, haciendo reír al mayor.

 

—Es agradable ver como mis empleados tras un arduo día de trabajo aún tienen el ánimo suficiente para reír—mencionó una voz tras ellos, provocando que ambos dirigiesen su vista y atención a aquella persona.

 

—¡SeungRi hyung!—exclamó con felicidad JinWoo.

 

—¿Desde cuándo somos tus empleados?—cuestionó con diversión el contrario, ganándose una sonrisa por parte del aludido.

 

—Debo dejar de darles tantas consideraciones, ¡están pasando por encima de mí!—dijo el tercero, haciendo reír a ambos jóvenes—. Buen trabajo, chicos—agregó, haciendo una ligera reverencia a los de menor edad, quienes no tardaron en corresponder a aquel acto, imitándolo—. ¡Oh! Pensé que mis palabras iban a ser lo suficientemente buenas para que me dijeran el porqué de tanta diversión, pero creo que he fallado totalmente.

 

—¿Quieres saber?—cuestionó el joven Kim, no muy seguro de dar respuesta a aquello.

 

—Por supuesto, ¿qué podría ser tan malo como para que yo no pudiese saberlo?—respondió seguro, acercándose a su dongsaeng. Pasó su brazo derecho por los hombros de éste, mirándole fijamente en espera de una explicación; se adelantó SeungHoon.

 

—JinWoo hyung y yo hicimos una apuesta. Quien realizase la mayor cantidad de pedidos, ganaría—dijo con simpleza, recibiendo un asentimiento por parte del que había preguntado.

 

—Y como era de esperarse JinWoo perdió ¿no?—inquirió. El aludido asintió—. ¿Cuántas veces te he dicho que no apuestes? Tu suerte es mala, ¡mala!—exclamó, haciendo reír a baby lion. Obteniendo una mueca más que parecida a un puchero por parte del otro chico—. ¿Y cuál es el castigo?

 

—Aún no lo sé—admitió de nueva cuenta el menor de aquel trío.

 

Lee SeungHyun miró durante algunos instantes al chico cerca de él, desviando seguidamente su vista al contrario. Le dedicó una sonrisa cómplice y éste no necesitó más para comprender.

 

~~~~~

El lápiz se movía ágilmente por la hoja de papel. Trazos eran marcados en diversas direcciones, todos con un mismo fin; algunos eran borrados y repetidos, otros permanecían intactos hasta ser remarcados, añadiéndole más presencia y claridad. La mano creadora se detuvo por algunos instantes.

 

—Créeme que si no te apuras la pizza que estás viendo en este preciso momento, desaparecerá—se escuchó una voz tras él.

 

—Sólo un poco más y termino—mencionó, retomando con maestría su dibujo—. ¡No se acaben la pizza!—exclamó tras escuchar aquel ligero cuchicheo entre el dúo que se encontraba cercano. Ellos rieron tras sus palabras.

 

—No te aseguramos nada—respondió la misma voz de momentos atrás.

 

—Uno no puede confiar nunca en ustedes—dijo el chico, soltando un largo suspiro a la par que abandonaba el lápiz con el cual dibujaba a un lado de la hoja de papel donde se hallaba su “obra de arte”. Abandonando asimismo el cómodo asiento sobre el cual se encontraba

 

—Mientras se trate de comida, no. No puedes confiar en nosotros—aseguró ante aquellas palabras, haciéndole sonreír inevitablemente.

 

—Lo sé, lo sé—continuó mientras tomaba asiento en uno de los bancos altos de la barra, encarando al par de chicos que se encontraban del lado opuesto.

 

—Y entonces… ¿Cuál es el rumor que corre ahora sobre ti?—se animó a cuestionar el tercer hombre antes de brindar una mordida a su rebanada de pizza. Él una vez más suspiro. Era imposible que le conocieran tanto.

 

—Lo mismo de siempre, ya saben—respondió sin ganas; abrió la caja donde se encontraba aquel delicioso alimento y extrajo una pieza del mismo, comenzando a comerlo sin esperar ni un instante.

 

—Una chica y tú se besaron, ella asegura que hubo mucho más que eso y que cual desgraciado la botaste, ¿no?—más que una cuestión o suposición, era la respuesta a lo que ya sabía.

 

—Y bueno, la misma historia de siempre—agregó él.

 

—Por eso te hemos dicho muchas veces que no te metas con cualquier chica, Mino.

 

—¿Cualquier chica? Pregúntale a JiHoon quien me las presenta—contraatacó, haciendo sonreír al recién nombrado.

 

—¿Si ya lo conoces para qué sigues dejando que te presente chicas?

 

—¡Eh! Que yo sólo lo hago para que pase un buen rato con ellas, de eso de trata. Pero al final sólo termina en habladurías, ¡él no aprovecha las oportunidades que la vida le brinda!—se excusó el joven Pyo—. Lo irónico del asunto es que, en lugar de que eso manche su reputación con las chicas, hace que su popularidad entre ellas incremente.

 

—Lo irónico es que tú te quejes de él cuando eres igual o peor—defendió el tercero, ganándose una risa como agradecimiento por parte de Mino.

 

—Woo JiHo, uno tiene su corazón. No sólo busca una chica fácil con quien acostarse—dijo JiHoon al no tener con que defenderse. Era más que cierto, él llegaba a ser demasiado tímido con las chicas.

 

—Pero te encuentras con muchas de ellas al parecer.

 

—Soy guapo, rico y un gran rapero, ¿qué esperabas?—se alagó a si mismo con soberbia.

 

—Eres un asco—finalizó JiHo, provocando que tanto él como Mino estallasen en risas.

 

—¡Pero es verdad! ¿Tú crees que tantas chicas nos seguirían a Mino y a mí si no fuese por eso?

—Yo no soy rico—puntualizó el de hebras azabaches.

 

—Pero eres bien parecido.

 

—¿Insinúas que yo no lo soy?—preguntó el mayor de ellos, obteniendo un silencio como respuesta. No tardó mucho en tomar uno de los sobres de cátsup que venía dentro de la caja de pizza; lo abrió y sin perder ni un solo instante, echó un chorro de aquel espeso y rojizo líquido sobre su amigo, atinando en el punto exacto: su rostro.

 

Para Song MinHo aquellas noches sabatinas en compañía de sus amigos de vida, eran lo mejor de lo mejor. Escuchar sus tonterías, sus “peleas” por situaciones o cuestiones banales era lo máximo, lo hacían olvidar cualquier clase de problema que tuviese en su día a día y no, él afortunadamente contaba con una muy buena vida, exceptuando aquellas desagradables situaciones por las cuales tenía que pasar al ser un joven “bien parecido”, como lo llamaba JiHoon. Era gracioso, años atrás ninguna chica le hubiese prestado ni la más mínima atención; y es que con el paso del tiempo, él había dejado de ser el chico gordito y bufón que siempre hacía comentarios fuera de lugar para convertirse en el chico guapo, de cuerpo bien formado y divertido que encantaba a cualquier chica.

 

Realmente era gracioso si lo pensaba con detenimiento. Él seguía siendo el joven de los comentarios fuera de lugar, de los chistes que le llevaba tiempo idear si no quería quedar a mal y que aunque careciesen de un verdadero humor, al menos para la mayoría, hacían reír a las chicas. Claramente de forma forzada, y él lo sabía. Su 1.81 centímetros de estatura, el rostro de rasgos finos pero masculinos y el cuerpo de ensueño, para cualquier chica, que se mostraba cuando usaba ropa pegada o playeras sin mangas, eran su carta de presentación.

 

No iba a mentir y decir que no le gustaba ser el centro de atención de chicas guapas, que no le gustaba sentir los suaves labios contra los propios y degustar su sabor, ¡era un chico de dieciocho años, por amor de Dios! Y aunque no lo quisiese admitir o no quisiese aceptarlo, quería experimentar aquello que todos llaman: “amor”. No es que buscase una historia de cuento, ni que quisiera un amor eterno; sólo quería una chica con quien pasársela bien, alguien con quien pudiese compartir sus malos chistes y que ésta se riese sin forzarse o por pretender llamar más su atención. Quería ir al cine, jugar videojuegos y caminar por las calles de la ciudad a altas horas de la noche; quería que apreciase su talento y no sólo lo “bueno” que era en el rap. Probablemente sonara más cursi de lo que figuraba para sí, pero ése era el caso. Eso era lo que él quería. Lamentablemente su apariencia, su presencia y una que otra acción brindaban una idea equivoca sobre su persona.

 

Él para muchos podía ser considerado un rompe corazones. Y algo más…

 

—¿Mañana estarás disponible?—cuestionó JiHoon a Mino. Éste vaciló antes de responder.

 

—No, SeungHoon me pidió que lo acompañase a Busan. Parece que quiere ir a buscar algo—explicó con tranquilidad.

 

—¿Te das cuenta, JiHo? ¡Nos cambia por el amigo que conoció hace algunos meses!—exclamó ofendido y herido el joven.

 

Dirás: “te cambia”. Conmigo no lo hace. A mí siempre me ha amado más que a ti—dijo el aludido con desinterés.

 

Escenas como aquellas nunca podían faltar tratándose de sus mejores amigos.

 

~~~~~

Desde cuarto año de primaria el rap se había convertido en el “todo” de Song MinHo; a pesar de su corta edad, él sabía que en un futuro no muy lejano quería ser reconocido por las habilidades que había obtenido tras vario tiempo de práctica. Todo aquello por sí mismo, aunque claro, también había contado con la ayuda de JiHo y JiHoon. El underground se había vuelto su mundo, uno que atesoraba como loco; claramente no podía vivir de eso y sus padres se lo advirtieron desde un inicio. Así que, o continuaba con los estudios, como era debido, o abandonaba aquello. No era una prohibición o que estuviesen en contra, ellos mismos le animaban muchas veces a seguir esforzándose en ello; pero definitivamente no permitirían que él dejase cualquier futuro estable por ello. Si quería dedicarse al entretenimiento, que lo hiciera de forma formal y correcta. Fue por ello que aplicó en la “Universidad Nacional de Seúl”, escogiendo la rama de música.

 

El tiempo con el que contaba dentro de su vida universitaria era corto, centrándose en tan sólo poco más de un año.  Lo cierto es que en aquel lapso de tiempo, él ya había aprendido y desarrollado nuevas habilidades. Había mejorado ciertos puntos que aún eran impedimento para seguir adelante; su decisión fue la correcta, definitivamente.

Por otra parte, también podía presumir que en aquella corta estancia en el enorme campus, había conseguido crear buenas amistades. Un claro ejemplo de ello eran: Lee SeungHoon, un hyung loco, tanto o incluso más que él. Un chico que gustaba bastante del baile y que era realmente bueno en ello; contaba con otras tantas habilidades como lo era el rap y la composición, quizá y si mal no recuerda, fue eso lo que los unió y desde aquel día, era imposible separarles; al menos durante su permanencia en la universidad y es que fuera de ésta, el mayor tenía un trabajo de medio tiempo en una cafetería de bastante renombre. Y bueno, verse era un tanto más complejo.
Otro ejemplo era Kang SeungYoon. Él era un joven bastante centrado e inteligente como para ser un año menor; sus primeros acercamientos no habían sido los más agradables, ya que el de menor edad constantemente hacía mención de la forma desmedida en la que Mino comía, y a nadie le gustaba que le criticasen eso. Bastante bueno en el canto y tocando guitarra, así como componiendo; tan joven y genial, ¿cómo no envidiarlo?
Por otro lado se encontraba Nam TaeHyun. Dios, ese chico era el más cool que hubiese visto en su vida, así de simple y sencillo. Tenía clase y seguridad, puntos bastante importantes para contrarrestar la clase de comentarios que se hacían escuchar sobre él; además, bueno, contaba con un carácter bastante fuerte y eso era más que suficiente en algunos casos. Él y SeungYoon compartían clase, ambos se entendían a la perfección gracias a ser vocales fuertes; incluso si no lo pareciese, estos dos tenían una gran química y estaba por demás decir que se llevaban de maravilla.

Se llevaba bien con varios de sus compañeros de salón y grado. Pero por alguna extraña razón, había terminado por convertirse en un gran amigo de aquel trío; sus marcadas diferencias eran probablemente la clave de ello.

 

—¿Están seguros de que era hoy?—cuestionó TaeHyun tras divisar su reloj por décima quinta ocasión—. ¿No suele trabajar él los fines de semana?

 

—Dijo que había cubierto el horario de un compañero en la semana, así que le pediría que le pagase hoy el favor para ir a Busan—explicó Mino, dedicándole una pequeña sonrisa al menor, quien sólo suspiró pesadamente—. No desesperes.

 

—¡Lleva quince minutos de retraso! ¡Quince!—puntualizó el joven.

—TaeHyun odia la impuntualidad, eso es algo que todos sabemos—intervino espontáneamente SeungYoon.

 

—Gracias—dijo el mencionado. Al parecer sólo el contrario le entendía.

 

—Quince minutos no son nada—aseguró el pelinegro.

 

—Song MinHo, no sé si lo sepas o si no lo consideres importante, pero, ¡son cinco horas de viaje hasta Busan!—exclamó una vez más. SeungYoon y el aludido rieron, era increíble como el más joven de ellos llegaba a perder de vez en vez la paciencia.

 

—Ya, lo sé—respondió aún con la diversión plasmada en su rostro.

 

La civilizada discusión pudo haber seguido durante un largo tiempo si no fuese porque el coche que se estacionó frente a la acera donde ellos se encontraban llamó su atención tras el sonar de su claxon. El vidrio del copiloto descendió rápidamente, permitiéndoles observar el interior del vehículo, encontrándose prontamente con su impuntual amigo, quien les dedicaba una apenada sonrisa por su retraso.

El trío de jóvenes no tardó mucho en abandonar el cómodo asiento que habían encontrado en una de las jardineras del lugar donde se encontraban, avanzando a paso seguro hasta el transporte que el mayor de ellos había escogido para dirigirse a Busan. Mino como era costumbre, ocupó el asiento continuo al del chofer, siendo que los menores ocuparían el asiento trasero.

 

—Cinco minutos más y no la contabas, SeungHoon—dijo instantáneamente el de cabellos castaños, en cuanto se vio dentro del carro.

 

—¡Lo lamento mucho! Mi madre me pidió que hiciese un mandado antes de salir—se excusó con nada más que la verdad.

 

—No importa, hyung—dijo SeungYoon, quien se dedicaba en aquel instante a colocarse el cinturón de seguridad—. Sólo debiste avisarnos. Al menos así TaeHyun estaría más tranquilo.

 

—Lo siento, realmente se me pasó por completo—insistió en disculparse.

 

Las primeras horas de trayecto en dirección a su destino se perdieron en medio de conversaciones con temas banales, cosas que habían hecho durante el viernes y sábado, así como anécdotas que surgían de vez en vez. Hablaron asimismo sobre algunas interrogantes en ciertas materias; cómo mejorar algunas técnicas y obviaron puntos que fallaban o mejoraban en ellos mismos. Incluso con todas sus diferencias, estaban ahí para apoyarse y darse críticas constructivas.

 

—Una chica del colegio de Bellas Artes me invitó a la fiesta que harán la primera semana de abril—compartió SeungYoon al resto de los chicos.

 

—¿Te invitó a ir con ella?—preguntó TaeHyun, mirándole expectante de la respuesta.

 

—No, no. Me invitó a ir simplemente—se explicó. El contrario sólo asintió, desviando nuevamente su vista al vidrio.

 

—Las fiestas que se realizan en el campus siempre son a cargo de los estudiantes de Bellas Artes—mencionó SeungHoon. Hizo una pequeña pausa antes de proseguir—. Siempre buscan darle una temática interesante, algo que no se haya visto en años anteriores.

 

—Es por el aniversario de la institución, ¿no?—inquirió el más joven del cuarteto.

 

—Sí—respondió su mayor—. SeungYoon-ssi, ¿sabes cuál será la temática de este año?

 

—Dijo que se basarían en el teatro y la expresión muda de éste. Su idea es hacer una mascarada; claramente no será como aquellos bailes de la época del Renacimiento, pero el punto principal es el uso de la máscara. Pretenden que la celebración sea en completo silencio.

—¿No es eso demasiado aburrido? Digo, si vas a una fiesta lo que quieres es desenfrenarte por completo—expresó TaeHyun.

 

—En realidad no. Si lo ves por el lado que ellos quieren, es divertido—dijo el joven Kang—. Ellos quieren que las emociones permanezcan dentro tuyo, que fluyan por tu cuerpo y enloquezcas por dentro. Venga, que si vas a una discoteca con qué te encuentras: gritos por aquí, por allá. Todos enloquecen gracias a la ingesta de alcohol; aquí ellos te harán enloquecer ante la falta de palabras.

 

—Suena bastante interesante—expresó Mino, quien desde hacía algún rato se mantenía callado—. ¿Piensan asistir?

 

SeungHoon se mantuvo en silencio, escuchando a sus dongsaeng, quienes compartían sus opiniones sobre la próxima fiesta. La mirada fija en el camino que recorría. Éste de pronto parecía absorberle.

 

Fue entonces que una idea acudió a su cabeza.

 

~~~~~

¿Cuántos días?... No, corrección. ¿Cuántas semanas habían pasado desde que SeungHoon le había hecho la propuesta de la apuesta? ¿Dos? ¿Tres? La realidad es que ya había perdido la cuenta. No estaba muy seguro de lo que aquello significaba; ¿había olvidado el asunto? ¿Estaba pensándolo todavía? Era muy improbable esto último, ¿debía preguntar? No. Ir con el menor y cuestionarle sería darle cabida. Lo cierto es que, prefería acabar con aquel suplicio de una vez por todas.

 

Emitió un largo y sonoro suspiro; quizá ir y preguntarle al chico era la única solución a sus angustiantes días. Vale, quizá estaba siendo por demás exagerado, pero él estaba por demás seguro que no podía esperar algo leve en aquel castigo. Apoyó el codo derecho sobre la barra, acomodando a su vez su barbilla sobre la palma de su mano, suspiró una vez más e intentó relajarse; seguir preocupándose por algo tan verdaderamente simple como una apuesta con su amigo y compañero de trabajo era por demás tonto. Un pequeño objeto dio contra su mejilla izquierda.

 

—¿Hum?—su vista se desvió de forma instantánea en busca de lo que lo había “golpeado”, encontrándose con un avión de papel al lado continuo de su brazo zurdo. No tardó en sentir una presencia ajena, motivo por el cual alzó la mirada.

 

—Ábrelo—pidió el joven. JinWoo dirigió su mano libre al avioncito, cogiéndolo para admirarlo con detenimiento por algunos segundos. Colores sobrios pero llamativos; abandonó la posición que mantenía para poder hacer uso de su extremidad opuesta, deshaciendo sin problema alguno la figura que mantenía la hoja.

 

—¿Una mascarada?—cuestionó antes de siquiera pensárselo. Volteó a mirar a su dongsaeng quien le sonreía con amplitud, como era costumbre—. Hoy en la noche hay una mascarada en tu escuela—mencionó, correspondiendo al gesto ajeno, sonriéndole de igual forma—. ¿Irás?

 

—Iremos—corrigió el menor.

 

—¿Cómo?—inquirió confuso.

 

—Me debes el castigo de la apuesta, ¿recuerdas?

 

—Sí…—¿Realmente ése era el castigo? ¿Algo tan simple y normal como aquello?—. Sinceramente me sentía asustado. Pensé que vendrías a decirme que tenía que aventarme de un puente o algo parecido—el contrario rio.

 

—¡Eso se llama suicidio, hyung!—exclamó con diversión.

 

—Lo sé, pero ya no sabía qué pensar. Han pasado semanas desde aquel día y no habías hecho mención alguna sobre ello, pensé que incluso lo habías olvidado, luego recordé que no eras ese tipo de persona.

 

—Bueno, SeungRi hyung me dio una muy buena idea, sólo que no sabía cómo aplicarla—admitió. La expresión relajada del joven castaño se endureció ligeramente.

 

—¿No sabías cómo aplicarla?—repitió, cuestionándole a su vez.

 

—Hyung, no piensas que sólo iremos a la fiesta y ya, ¿cierto?

 

—Entonces…

 

—¡Por supuesto que hay más! Y ahí reside la parte clave del castigo—el joven Kim entreabrió la boca buscando cuestionar o hacer algún comentario con respecto a ello; sólo consiguió seguir mudo—. Debes vestirte de chica—sentenció el menor dejando a su mayor en blanco por varios segundos.

 

—¿Q… Qué?—soltó aún en shock.

 

—Si lees una vez más la invitación al evento y pones atención a las letras pequeñitas, puedes ver que será una reunión silenciosa, no podrás hablar con nadie. Por otro lado está el uso de la máscara, así que es algo totalmente seguro; sólo serán un par de horas—mencionó baby lion, ignorando la situación del de menor estatura.

 

—SeungHoon-ah… Mi… Mira, yo sé que apostamos, pero…—el chico de la isla Imja intentó hacer la mejor selección de palabras para intentar convencer a su amigo que aquello era mucho, pero su mente era un caos.

 

—¡Vamos, hyung! Ya te dije que es algo seguro. Nadie de ahí te conoce, nadie hablará contigo, no notarán que eres un chico—expresó con total seguridad y calma—. Además debes ser un hombre de palabra.

 

—Pe… Pero…

—Si lo que te preocupa es la ropa y el arreglo no te preocupes, ¡ahora mismo le marco a SeungRi hyung!—JinWoo sabía que ya no había marcha atrás.

 

~~~~~

Nunca, nunca en su vida había sentido tantos deseos de estar en cualquier lugar que no fuese su casa. El nerviosismo que le causaba saber que en cualquier momento llegaría una maquillista, no se comparaba en nada con lo que sintió no sólo al ver no sólo a la mujer, sino también a SeungHyun hyung acompañado de la hermosa Sandara Park, quien al verlo le dedicó la más grande se sus sonrisas.

 

—¡JinWoo-ssi!—exclamó la fémina, acortando aún más la distancia entre ellos.

 

—¡Dara noona!—saludó él, intentando darle la mejor sonrisa que pudiese. No se sentía incómodo con ella, en absoluto. Era más bien la situación.

 

—Yo sé que les alegra mucho verse, pero si me permiten. Tenemos mucho trabajo que hacer y no contamos con mucho tiempo—mencionó SeungRi, abriéndose espacio al interior del apartamento del menor, siendo seguido de la chica que venía acompañándole; la maquillista.

 

—Con permiso—mencionó la joven, generando una pequeña reverencia mientras se adentraba en el lugar.

 

—JinWoo-ssi, JinWoo-ssi—canturreó con emoción la mayor de las mujeres mientras de igual forma ingresaba a la morada del chico, cerrando la puerta tras ella—. Cuando SeungRi me dijo lo que tenían planeado con SeungHoon me quedé en blanco, sin embargo después de pensarlo por unos segundos me di cuenta de que no podía perderme esto, ¿sabes?—explicó con emoción, segura de que el más alto se preguntaba que hacía ella ahí.

 

Sandara Park, mejor conocida como Dara, era la integrante del grupo femenino 2NE1. Grupo que al igual que Big Bang, se encontraba bajo el sello discográfico YG. El motivo por el cual se habían conocido era bastante simple; ella al igual que otros miembros de la compañía acudían de manera esporádica al café de su compañero. En una de aquellas visitas al joven Kim le había tocado atenderla a ella y a una amiga; la mayor quedó encantada con el rostro dulce e inocente del menor, así que, sin dudarlo mucho se lo hizo saber. Intercambiaron algunos comentarios, luego sus números y bueno, comenzaron a tener una relación amistosa bastante grata. Ella era sin duda la noona más linda que hubiese conocido en su corta existencia; no sólo de forma física, sino también emocional. Ella era realmente preciosa.

 

—Yo aún me siento asustado con la idea—admitió, ganándose una nueva sonrisa por parte de la más grande.

 

—¡No pasa nada!—aseguró ella—. ¿Alguna vez has pensado en la posibilidad de que pudieras hacer esto cuando seas famoso?—él negó—. Bueno, cuando eres un idol tienes que tener la capacidad para esto, para enfrentar nuevos retos.

 

—Sí, pero…

 

—Sí, ya lo sé. Esto poco tiene que ver con aquello, pero velo así, estás enfrentando algo poco común, algo que te causa incomodidad y miedo. ¡Debes sentirte orgulloso de ti!—agregó con entusiasmo, haciendo que el muchacho sonriese.

 

—¡JinWoo, ven acá!—gritó SeungRi desde la recámara del joven.

 

—Vamos, JinWoo-ssi—se adelantó Dara, cogiendo de la mano diestra al recién nombrado, halándolo de forma sutil para que caminase junto con ella hasta la pieza de éste.

 

Más tardaron su mayor y él en llegar a su habitación, que él en ser sentado en una de las sillas ahí disponibles, comenzando a ser “trabajado” por la maquillista. Sus mayores por otro lado sus mayores tomaron lugar en la cama del joven, manteniendo atención total en cada acción; sugerían o aprobaban detalles; se mantuvo en silencio, no sabiendo más que sentirse nervioso por el resultado.


Percibía de manera obvia los largos mechones de cabello que caían por sus hombros; sentía las pestañas ligeramente distintas a como comúnmente estaba acostumbrado, al igual que sus labios. Él era un amante de los bálsamos labiales, pero el uso de tintas y un labial como tal, era raro. Todo en él se sentía raro; además, la incomodidad que le provocaban las miradas fijas de sus mayores no ayudaban del todo.

 

—¿Puedo verme?—se animó a cuestionar, curioso y ansioso.

 

—No, no hasta que estés vestido—respondió su hyung. Éste se paró del asiento que había estado ocupando hasta ese instante, tomando una gran bolsa de papel que había mantenido con él de manera contigua; se acercó a él para entregársela—. Dara noona me ayudó a escogerlo, así que si no te gusta, reclámale a ella.

 

—¡Hey! Es un vestido hermoso. Imposible que no le guste—aseguró la mujer.

 

Se mantuvo mirando a sus acompañantes por varios segundos, ellos hablaban como si nada mientras él se moría de la incomodidad. Recordó las palabras que su noona había dicho hacía un rato y suspiró, dándose valor. Abandonó su silla y sin más se dirigió al baño; no le daría un espectáculo al trío que se encontraba en su cuarto.

 

Colocó el seguro de la puerta por mero capricho y se dispuso a sacar lo que había dentro de la bolsa que le había sido brindada por SeungHyun; su mayor no había mentido, el vestido realmente era bonito. Se sintió mal al saber que era él quien lo usaría y no una verdadera chica. Tomándose su tiempo, se vistió, peleándose durante un buen rato con el cierre de la prenda; tendría que pedir ayuda. Volvió a la habitación percatándose demasiado tarde que no había aprovechado la oportunidad de mirarse en el espejo existente en el W.C.

 

—Por Dios…—soltó Sandara en cuanto divisó a su menor.

 

—Dara noona, ¿podrías ayudarme con el cierre del vestido? —cuestionó sin haber sido capaz de escuchar las palabras de la chica.

 

—¡Dios mío, JinWoo-ssi!—exclamó, pegando un salto fuera de la cama, corriendo hasta el muchacho, deteniéndose frente a él para admirarlo más de cerca—. Dios… Creo que estoy a punto de morirme.

 

—¿Ah?—inquirió con confusión.

 

—¡Estás precioso! Bueno, preciosa… Pero eso no es el caso, ¡mírate! ¡Eres hermosa! Digo, hermoso—dijo totalmente eufórica, dejando mayormente perdido al chico—. Bueno, espera, deja te ayudo con el cierre—agregó, posicionándose tras el chico para ayudarle tal y como lo había mencionado anteriormente—. ¡SeungRi-ssi, di algo!

 

—¿Podrías quedarte así eternamente?—cuestionó él, ocasionando la risa de las dos mujeres que ahí se encontraban. JinWoo se sintió altamente apenado.

 

—¡Anda! Ve a verte—mencionó nuevamente Sandara.

 

Ni tardo ni perezoso se acercó al largo espejo en su habitación. La ansiedad y la extrañeza que habían comenzado a formar parte de él tras los comentarios de los más grandes le estaban comiendo vivo. Simplemente no tenía palabras para describir la sensación que experimentó al ver su reflejo; ése no era él. Pero se sentía y sabía que sí.

Las largas y lacias hebras castañas con puntas más claras y rojizas, caían perfectamente en sus hombros; el fleco acomodado hacia el lado izquierdo. La cinta salmón amarrada de manera exacta en su cabeza. El vestido de color similar; la zona de los hombros y clavícula era lisa y ligeramente transparente, mientras lo demás era tela un tanto más oscura y con encaje. Se ajustaba como era debido, resaltando incluso la cintura del joven. La parte de abajo era de igual forma, terminando poco antes de las rodillas; estando notoriamente más suelto para evitar “problemas”. El maquillaje era algo realmente sutil; sombra café y clara en los párpados. Un rubor rosado casi imperceptible y labios de igual tono. Viéndose de aquella forma no se sentía tan mal.

 

—Has hecho un gran trabajo, noona. Lo has dejado sin palabras—mencionó SeungRi a la maquillista que había llevado con él.

 

—Y creo que no es el único a quien ha dejado sin palabras—aseguró la fémina al mirar al chico que ingresaba a la habitación junto con la chica Park.

 

—¿JinWoo hyung?—cuestionó SeungHoon, quien recientemente había llegado al lugar.

 

—¿Verdad que quedó increíble, SeungHoon-ssi?—preguntó Dara, con aquella sonrisa que no podía borrar desde que vio a su menor—¡Oh! Aún faltan los zapatos, JinWoo-ssi—recordó, dejando de lado al recién ingresado para buscar el calzado.

 

~~~~~

JinWoo confiaba plenamente que su noona sería una gran madre, hasta el momento en que habían abandonado el edificio donde él vive no había dejado de cuidar “pequeños detalles”. Le había colocado una cadena de plata bastante bonita y sutil que hacía juego bastante bien con lo que llevaba puesto; además, le había conseguido unos zapatos cómodos, que incluso al tener tacón, no eran inseguros, al menos no para él.

 

—¿Estás listo, hyung?—cuestionó su amigo tras haber detenido el carro en uno de los cajones de estacionamiento del lugar.

 

—Sí…—susurró él, inhalando de forma profunda. Recordó una vez más las palabras que le habían sido dichas horas atrás y abrió su puerta, descendiendo del coche.

 

SeungHoon iba hablándole sobre el camino que recorría usualmente para acudir a sus clases, y es que el campus era gigantesco, él fácilmente podría perderse ahí y lo sabía. Le explicaba cómo estaban distribuidas las secciones y qué se impartía en cada una de ellas; le mencionó varios factores de la institución, entre otras cosas. Prestó atención a todas y cada una de sus palabras, relajándose de a poco, sintiendo como si volviese a ser él y como si todo aquello fuese normal.

 

En cuanto dieron con el anfiteatro donde se llevaría a cabo el evento, se encontraron con dos chicas, quienes eran las encargadas de distribuir las máscaras a los asistentes. Una de ellas se tomó la molestia de buscar la indicada para el chico Kim, haciéndole un comentario halagador: “tu vestido es precioso. Te queda increíble.”; él sólo sonrió y agradeció generando una pequeña reverencia. Tras aquello, se colocó el objeto como era indicado; el color era claro, podía decir que era casi salmón e iba a juego con su prenda. Cubría hasta su nariz y parte de sus mejillas; el contorno contaba con un encaje negro que acompañaba unas piedritas del mismo color que contorneaban la zona de los ojos.

—Bien, la situación es sencilla. Entramos, la pasamos bien y no hablamos con nadie, ¿vale?

 

—SeungHoon-ah, ni se te ocurra dejarme solo—dijo el mayor.

 

—Es una promesa, hyung.

 

SeungHoon no sabía cumplir promesas. SeungHoon le abandonó a la primera oportunidad, pero no podría criticarlo, ¿quién no abandonaría a su amigo cuando la chica que le gusta le pide que baile con ella? Nadie, y eso era algo que él entendía; incluso si lo admitía, era él quien le había permitido que se fuese.

 

Había dejado hacía un buen rato la pista de baile, dedicándose a divisar a la multitud que se encontraba en ella, divirtiéndose, cuchicheándose y gracias a la música que retumbaba por el lugar, se perdía, como si todos realmente cumpliesen la regla primordial. Todos se divertían, menos él.  Suspiró, esbozando una pequeña sonrisa; por lo menos se alegraba de que su amigo la estuviese pasando bien.

 

Cerró momentáneamente los ojos, entregando todos sus sentidos a las notas musicales que invadían el espacio; al abrirlos se encontró con un chico frente a él quien le miraba fijamente. Le sonrió cuando sus vistas se encontraron, y JinWoo se congeló. Era un gesto gentil, amigable y atento; él siempre había creído que la mejor carta de presentación de un ser humano, era su sonrisa. Y ahí estaba aquel joven, brindándosela.

 

Deseó corresponder, pero su mente parecía haberse desconectado por completo de sí; no consiguió más que formular una pequeña mueca en sus labios, la cual hizo que la sonrisa ajena se volviese aún mayor. Seguramente estaba luciendo “lindo” sin pretenderlo. El más alto desvió su mirada de él, dirigiéndola a la pista de baile, para momentos más tarde devolverla su persona, extendiéndole seguidamente la mano, incitándole con mayor claridad.

No podía apreciar claramente al muchacho, no sólo estorbaba la máscara que traía consigo, sino también la luz que ambientaba el lugar era escaza; pero podía apreciar que su rostro era fino y su piel era ligeramente más oscura que la de la mayoría de la población sur coreana, pero por ello dejaba de ser perfecta. Ojos cafés que se quedaron prendados de los propios; y antes de que pudiese tomar una decisión, su mano ya se encontrada siendo tomada firmemente por la ajena. No había sido obligado, fue un movimiento propio involuntario.

 

El de mayor estatura fue abriéndoles paso entre el bullicio de gente que bailaba sin parar, obligando a éste a reafirmar su agarre, entrelazando los dedos con los ajenos. Probablemente lo más correcto hubiese sido retirar su mano, pero lo cierto es que en absoluto le molestaba e incluso podía llamarlo algo “normal” para él; habiendo encontrado el lugar indicado, el muchacho detuvo su paso, provocando que JinWoo también lo hiciese de forma un tanto abrupta, quedando a una distancia considerablemente corta, lo cual nuevamente le hizo tener esa sensación de abandono sobre sí mismo.


El pelinegro se giró y le encaró, sonriéndole por tercera vez consecutiva aquella noche; sin soltar el agarre de su mano, comenzó a moverse al ritmo de la música, invitándole de forma indirecta a que siguiese su paso. El de hebras castañas vaciló por algunos segundos, terminando por ceder con notoria vergüenza y es que, era la primera vez que bailaba con alguien por simplemente disfrutarlo. Aclaremos, él bailaba constantemente, lo disfrutaba y gustaba de ello, pero, aquello era totalmente distinto; además, estaba bailando con un chico que creía firmemente que él era una “bella señorita”.

 

Era imposible no darse cuenta de lo cohibido que se encontraba ante la situación, su mismo acompañante lo notó en cuestión de segundos y sin dar permiso a que aquello muriera, se esforzó en brindar sus mejores pasos de baile, haciéndole reír silenciosamente; éste sonrió a cambio. No fue mucho el tiempo que aquella timidez permaneció en su cuerpo, ésta sutilmente fue desapareciendo, todo gracias a su compañero de baile, quien le brindaba a cada instante, seguridad y confianza.

 

Bailar y sólo bailar; eso era lo que importaba. El veinteañero Kim en determinado momento olvidó absolutamente todo, dejó ir de su mente el motivo por el cual se encontraba ahí; abandonó el miedo y la ansiedad que sentía de lo que pudiese pasar de llegar a ser descubierto, lo cual, había comprobado era prácticamente imposible. Dejó de igual forma en el olvido que él era un chico que estaba disfrutando ahora mismo en compañía de otro y que éste, creía que él era una joven. Lo olvido todo y simplemente se divirtió.

Sus manos se perdieron más de una vez en las opuestas. Sus dedos se entrelazaron más de una vez y sus cuerpos quedaron en muchas más ocasiones de las que pudiesen ser recordadas, lo suficientemente cerca como para poder percibir el calor ajeno; sí, estaban en medio de un mar de cuerpos que se movían de manera desenfrenada, pero para ellos, el más perceptible y encantador, era el que estaba ahí, de manera continua. JinWoo deseó detenerse por un momento, su respiración comenzaba a escasear en mayor medida, y necesitaba recuperarla a como diese lugar, sin embargo las personas cercanas a él no pensaban lo mismo y continuaban moviéndose, obligándole a pegarse en gran medida al nuevo conocido.

 

Sus ojos se encontraron de nueva cuenta por una fracción de segundo antes de que el de hebras azabaches le tomase entre sus brazos con fuerza, acortando cualquier distancia que pudiese haber quedado existente entre ellos; el rostro del de menor estatura quedó escondido en el pecho contrario, ocultando su reacción de total sorpresa, ¿aquello era normal? No, pero a su mente no pareció importarle eso en aquel momento, sus brazos se cerraron de igual forma en el cuerpo impropio con firmeza pero suavidad.

 

Se quedaron así por algunos instantes, perdiendo la noción de todo lo que existía a su alrededor, de la gente divirtiéndose, moviéndose, pasándolo bien; sólo estaban ellos dos, compartiendo ése pequeño instante en medio de un escenario ajeno a lo que ellos vivían. Fue entonces que un recuerdo asaltó al de cabellos largos, quien se separó rápidamente de su opuesto; le soltó y en un rápido movimiento le indicó que deseaba que le mostrase el reloj, quería ver la hora. El otro sin entender realmente, cumplió con la petición. Las 2:30 a.m.


Alarmado le dio a entender por medio de señas que debía irse en ese preciso instante, realizando segundamente una pequeña y rápida reverencia, intentando hacerle saber que había sido todo un placer conocerle y pasar tiempo con él; sin más, se perdió entre los demás jóvenes que se encontraban aun bailando. Éste no hizo nada por ir tras él en aquel momento, pero poco después reaccionó, siguiendo el camino que la “chica” había recorrido. Demasiado tarde, no le encontró.


—¡SeungHoon-ah!—exclamó el isleño cuando divisó la figura de su amigo esperándole en un jardín cercano al anfiteatro.

 

—Pensé que te habías ido. Te marqué pero no me respondiste—mencionó el recién nombrado.

 

—Dejé el celular en casa, no consideré que fuese seguro traerlo a aquí—explicó, emanando un suspiro. El menor se quedó observándole por un largo rato—. ¿Pasa algo?—él negó.

 

El de cabellos oscuros deseó decirle que sabía que seguía ahí y que sabía con quién estaba; que lo conocía. Pero guardó silencio y comenzó a caminar, siendo seguido por su amigo.

 

~~~~~

A la mañana siguiente todo parecía volver a ser normal en la “Universidad Nacional de Seúl”, exceptuando a aquellos alumnos que no podían ocultar su rostro lleno de cansancio, ¿a quién se le ocurría hacer una fiesta a mitad de semana? ¡Sólo a los de Bellas Artes! Sin embargo, no podían negar que lo habían disfrutado y habían pasado un muy grato momento.

 

Kang SeungYoon y Nam TaeHyun se encontraban sentados en una de las bancas de uno de los tantos jardines de la institución cuando apareció Mino, saludándoles como siempre; estos correspondieron a su saludo y siguieron con su conversación como si nada.

 

—Anoche no los volví a ver después de que entramos al anfiteatro—mencionó el mayor, buscando adentrarse en la plática.

 

—Pasamos varias veces a tu lado, pero como estabas tan ocupado—respondió TaeHyun, recalcando la última palabra, ocasionando la risa de su compañero de clase.

 

—¿Quién era?—se animó a preguntar éste a su hyung.

 

—No lo sé—admitió—. Sólo… La vi y sentí esa necesidad de invitarla a bailar. Era preciosa…—agregó, emitiendo un suspiro como punto final.

 

—¿Por lo menos le preguntaste su nombre?—cuestionó nuevamente el Kang, ganándose una mirada por parte del más chico del trío; la respuesta era obvia.

—¡Chicos!—exclamó una de las jóvenes que había contribuido a la fiesta de la noche anterior y con quien mantenían una relación bastante buena—. ¿Qué tal les pareció la fiesta de ayer? Bastante buena, ¡eh!—dijo, riéndose poco después, haciendo a los menores reír.

 

—Yo creo que lo disfrutaron bastante, sobre todo Mino-ssi. Lo vi totalmente entretenido con la chica del vestido bonito—mencionó la chica que le acompañaba.

 

—¡Oh! ¿La chica de aspecto dulce? ¿La que venía con SeungHoon-ssi?—inquirió la primera.

 

—¿Venía con SeungHoon hyung?—cuestionó Mino con sorpresa, recibiendo un asentimiento como respuesta.

 

—Llegaron juntos. Pensé que era su compañera de baile, pero luego lo vi a él por otro lado y a ella contigo—explicó la joven—. Sinceramente la chica era hermosa, ¿a que sí, Mino-ssi?

 

—¡Buenos días, gente que madrugó y no durmió anoche!—dijo con alegría SeungHoon, quien llegaba hasta ellos, posicionándose en medio del par de chicas, pasando sus brazos por los hombros de éstas, quienes sólo sonrieron.

 

—Hyung, la chica que venía ayer contigo…—a cualquier respuesta o saludo se adelantó el chico Song.

 

—¿Qué chica?—preguntó él.

 

—Tú llegaste ayer con una chica muy bonita, SeungHoon-ssi, no pretendas hacer creer lo contrario—se quejó una de las féminas.

 

—Acabo de recordar que tenía algo que hacer a primera hora… Nos vemos más tarde chicos—finalizó baby lion, echándose a andar tan rápido como le fuese posible.

Mino no tardó en ir tras él.

 

~~~~~

—¡¿Que hiciste qué?!—cuestionó sulfurado el de menor estatura.

 

—JinWoo hyung… Si hubieses visto como estaba, tú tampoco te hubieses resistido—aseguró su dongsaeng buscando excusarse. Sabía que había hecho mal, pero ya no había vuelta atrás.

 

—¡Eso no es una disculpa, SeungHoon-ah! ¡Él cree que soy una chica! ¿Te das cuenta de lo que hiciste?

 

—Sólo le di tu número. Él rogaba porque le consiguiera una salida contigo—explicó, tratando de calmar a su compañero de trabajo y amigo.

 

—¡SeungHoon-ah!

 

Estaba seguro de que aquella “conversación” podría haber seguido durante horas, pero el sonido de un mensaje vía Kakaotalk dejó por demás en blanco al par de jóvenes. El de menor estatura observó al ajeno, luego a su teléfono móvil que se encontraba sobre la barra del local y de nueva cuenta al chico. Con un tacto inseguro, cogió el aparato y abrió el mensaje:

 

“Hola. Sé que esto es un tanto repentino para ti… Espero que SeungHoon te haya dicho sobre esto antes…

Me disculpo por estar enviando un mensaje. Bueno no… Ah… Soy el chico de la fiesta de anoche, ¿me recuerdas? “

 

~~~~~

Leyó aquellas líneas por quién sabe qué ocasión durante aquel día. Por más que sentía que todo se volvía complicado, aquellas torpes palabras le hicieron sonreír más de una vez. Le resultaban agradables, le gustaban. Y aquello le hacía sentir terriblemente culpable al no haber dado una respuesta hasta aquel entonces; pero también sabía que hacer aquello lo haría sentirse con un peso aún más grande encima.

 

“Hola chico de la fiesta de anoche. Te recuerdo. Lamento responder hasta estas horas de la noche, pero me encontraba ocupada con ciertos asuntos escolares, ¿me perdonas? ^^’”

 

Dio un último vistazo a lo recientemente escrito y una mueca se formó en sus labios al releer la palabra “ocupada”; ¿borrarlo o enviarlo?

 

Enviado”, se leía en la pantalla.

 

Algunas apuestas podían llegar a ser erradas y dolorosas, pero Kim JinWoo no lo sabía hasta ese entonces.

Notas finales:

Ojalá hayan disfrutado de la lectura. Espero sus opiniones, sugerencias y/o comentarios.

¡Nos vemos pronto!


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