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La apuesta por Hatsu Kojima

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Notas del fanfic:

Es el primer FanFic que escribo y estoy aterrada(?)

Notas del capitulo:

¡Gracias por leer!

Uno...
Dos...
Tres...
Cuatro....
Los pasos resonaron en el desierto corredor, cortando la quietud que se había adueñado de la casa mientras la noche caía. Los conté mientras permanecía tendido de espalda sobre mi cama, mirando distraidamente el techo y la extraña mancha de humedad que había comenzado a nacer en una de las esquinas de este, arruinando el inmaculado paisaje blanco que mis ojos conocían tan bien, mientras trataba de ignorar lo que -sabia bien- sucedería a continuación.
Trece...
Catorce...
Quince...
Dieciséis...
Los tacones se detuvieron frente a la puerta cerrada de mi habitación, devolviendo el silencio durante un segundo antes de que la pálida y llorosa criatura ingresase sin golpear, tomando carrera y aventándose encima de mi antes de que sus berreos comenzasen a ser perfectamente audibles.
Ahí estábamos otra vez, de nuevo a lo mismo.
No necesitaba saber que era lo que le había pasado, no necesitaba hacer tan siquiera una sola pregunta a la niña que ahora envolvía los brazos al rededor de mi torso desnudo y enterraba el rostro en mi pecho, mojando mi piel levemente caliente con el agua que goteaba de sus verdes ojos, porque ya lo sabia, ya había pasado por la misma escena más de una docena de veces y, de cierto modo, la sentía ya como parte de una rutina.
Mis ojos se cerraron casi por voluntad propia antes de que un pequeño suspiro escapase de mis labios. El modo en que mi hermana estaba llorando me hacia desear con todas mis fuerzas el tener puesto los auriculares con la música a todo volumen para no oírla, pero aquel día en particular no había tenido la suerte de llevarlos puestos, así que solo me quedaba el escuchar sus palabras mientras se desahogaba, prácticamente gritando mientras me ceñía más cerca.
-¡Todos los hombres son iguales! ¡Todos están cortados por la misma tijera... Solo han venido al mundo para hacerle daño a las chicas! ¡Les odio! ¡Les odio a todos!
Por un breve instante pensé en contradecirla, explicarle que no todos eramos iguales y que era su culpa por ser tan cria como para enamorarse mil y una veces de idiotas y patanes que solo la querían por lo que había más allá de su cinturón en lugar de prestar atención a quienes en realidad la valorarían, pero sabia bien que no tenia sentido alguno el discutir con ella cuando estaba en aquel estado, así que solo desvié la mirada de regreso hacia el techo, tratando de distraerme una vez más con la mancha oscura que había comenzado a asomar en la pintura, cuestionándome a mi mismo desde cuando estaría ahí y como era posible que la hubiese pasado por alto siendo yo tan perfeccionista como lo era, pero mis pensamientos no duraron demasiado ya que prontamente me vi arrastrado de regreso a la realidad por los continuos quejidos y sollozos que sacudían el pecho de Hanna y sus continuas y molestas palabras en contra del genero masculino.
El torrente verbal que escapaba de sus labios coloreados de un color rosa pálido se volvía cada vez más ofensivo y la escena comenzaba a molestarme, cosa que se translucía en la pequeña arruga que -Intuía- estaba comenzando a marcar mi entrecejo, así como en mis manos crispadas que se habían cerrado sobre las suaves sabanas de la cama, apretándolas con fuerza en el centro de mis puños. ¿Que me importaba a mi que las personas jugasen con su corazón? ¿Porque venia a contarme sus problemas, cuando era más que evidente que no me importaba en lo más minimo lo que pasase con ella? ¿Porque sigue viniendo aquí en busca de consuelo, en lugar de recurrir a madre, o a sus amigas, como las crias normales? Nunca he podido encontrar las respuestas a ello a pesar de que he analizado cada una de las posibilidades... Puede que sea mi hermana, mi melliza, pero eso no quiere decir que realmente seamos uno, ni mucho menos, que pensemos igual.
Me moví un poco en la cama, girando mi cuerpo hasta que sus brazos dejaron de sostenerme y pude escaparme de la presión que su anatomía infligía a la mía, incorporándome rápidamente hasta quedar de pie a uno de los lados de la cama donde ella aun yacía boca abajo, reemplazando mi figura con la suavidad de mi almohada, a la que se abrazo como si fuese la ultima tabla de un naufragio. Esto comenzaba a salirse de control; sus berreos habían pasado ya a ser sonidos histéricos que retumbaban en la habitación y enfermaban mis nervios, de modo que solo me vi con una opción: Tras sentarme a su lado en el lecho, lleve ambas manos a sus hombros y comencé a sacudirla con más fuerza de la pretendida, consiguiendo que ella abriese sus ojos como si fuesen platos y me observase con pánico, enmudeciendo sus palabras de repente, cosa que me alivio lo suficiente como para que los bruscos movimientos cesasen.
-Escucha -Pedí, aunque mi voz sonó más dura de lo normal, haciendo que aquella única palabra se volviese una orden mas que una sugerencia- No todos los hombres son unos imbéciles, así como no todas las mujeres son unas santas, que tú tengas mal gusto y tomes decisiones erróneas no es culpa de nadie más que de ti, así que deja de culpar a los demás y asume las consecuencias de lo que elegiste. Así es como funcionan las cosas, ya no eres una niña pequeña, no puedes estar haciendo escenas cada vez que algo no salga como tú quieres.
Mi hermana guardo completo silencio durante algunos cuantos segundos, mirándome con evidente enojo reflejado en sus ojos tan verdes como los míos propios. A pesar de que solo somos mellizos y no gemelos, Hanna y yo somos idénticos: Los mismos orbes atipicamente brillantes, el mismo cabello rubio, compartimos estatura y complexión física, así como también un timbre similar de voz; en lo único que somos realmente diferentes -Ademas de en el genero, por supuesto- es en nuestra personalidad, allí donde ella es toda sonrisas y llanto, yo soy una mascara vacía, allí donde ella es ternura y suavidad, yo soy una roca insensible, incapaz de sentir algo real.
-Y tú... ¿Que sabes de como son las cosas? -Me cuestiono mientras que se incorporaba un poco, quedando de rodillas sobre el colchón, a pocos centímetros de donde yo me encontraba sentado- ¿Que sabes de lo que es estar allá afuera, lejos de la mirada de mami y papi? O, peor aun, ¿Que sabes de las cosas por las que las mujeres tenemos que pasar?
Reflexione durante un corto lapso de tiempo sobre aquello que me era inquirido.
Yo sabia de como era el mundo, conocía bien lo que había más allá de las paredes que en esos momentos nos rodeaban y encerraban, así que me parecía absurdo que mi hermana me lo plantease de aquella manera, como si yo fuese un completo ingenuo de la vida, así que sin detenerme en aquello por mucho tiempo, pase a la siguiente cuestión:
¿Que sabia yo de ser una mujer?
Si debía de ser honesto conmigo mismo, en ese momento no sabia demasiado lo que era, ya que siempre fui un chico y jamás pensé o sentí de otra manera más que esa, de modo que solo tenia la vista exterior de lo que eran las muchachas, esos seres superficiales que se movían de un lado al otro luciendo siempre ropa de ultima moda, con sus jeans ajustados y faldas cortas, retocándose el maquillaje cada pocos instantes para tratar de lograr la perfección estética mientras discutían con sus amigas tan frívolas y vaciás como ellas mismas sobre que chico era mejor candidato para novio, esposo o amante.
-Sé lo suficiente como para saber que estas haciendo un melodrama por puro capricho. Ser una chica es fácil, solo debes de verte bonita y todas las puertas estarán abiertas, en cambio, si fueses un chico y tuvieses que trabajar de verdad para conseguir tus metas...
-No tienes ni la menor idea de lo que se siente, Noiz, solo asúmelo. -Continuo mi hermana, con la mirada aun clavada en mis facciones y los claros orbes echando chispazos de pura rabia -Ser mujer no es sencillo, el ser infravalorada, rechazada, el que jueguen con una por que si, que crean que somos tontas por el simple hecho de haber nacido con el sexo equivocado... Nunca podrías entenderlo, a menos que... -Hanna interrumpió sus palabras durante unos instantes y a sus labios asomo una leve sonrisa que trato de ocultar mordiéndose el labio inferior con dureza.
-A menos, ¿Que? -Inqueri sin dar a mi voz ninguna inflexión en particular, ya que aquello no me interesaba demasiado.
-Apostemos, hermanito.
Una de mis cejas se alzo levemente mientras trataba de decidir si había escuchado correctamente aquello que acababa de decir la chica que continuaba arrodillada en mi cama desarmada. Realmente no comprendía de que iba ella o a que quería llegar con aquello, de modo que me limite a observarla con atención, evitando hacer sonido o gesto alguno hasta que ella se inclino un poco más hacia mi, casi como si planease contarme un secreto, y tras permitir que una sonrisa maliciosa se apoderase sin reparos de sus labios, volvió a tomar la palabra:
-¿Recuerdas cuando eramos niños y cambiamos de lugar para que me ayudases con el examen de mate...? -Preguntó antes de hacer una pausa, esperando el tiempo justo para verme asentir antes de terminar su frase- Volvamos a hacer eso, Noiz. Se una chica y yo seré un chico, el primero en llorar pierde.
No puede evitar el que las comisuras de mis labios se elevasen rápidamente al escuchar lo planteado por mi hermana. ¿Ella hablaba en serio? ¿Quería que fuese una chica? A mis diecinueve años yo no era un chico pequeño ni menudo, sumado aquello al hecho de que mi rostro estaba cubierto de perforaciones de aspecto algo rudo, no daba ni por asomo a la imagen que se espera de una chica, así que aquello sin lugar a dudas era una locura, aunque... Si me detenía a pensarlo, aquella era una buena oportunidad para librarme de una vez por todas de Hanna y sus berrinches, así que me encontré a mi mismo asintiendo y preguntando con absoluta curiosidad.
-¿Y que gano yo con eso?
-Te daré la razón en todo lo que has dicho sobre las mujeres y eso.
-No es suficiente, ¿Sabes la humillación que seria que alguien me viese vestido de chica? Tienes que ofrecer algo mejor.
-Mh... -Ella se llevo un dedo a la boca mientras pensaba, presionando suavemente la yema del indice sobre el labio inferior- ¿Que te gustaría de premio?
-Si yo gano -Y vaya que estaba seguro de que así seria- Tú nunca más vas a venir aquí llorando cuando tengas un problema.
Ella asintió con la cabeza un par de veces, consiguiendo que los largos mechones de su rubio cabello bailase en torno a su rostro durante algunos cuantos segundos, agitándose en todas las direcciones antes de volver a quedarse quieto.- Acepto... Pero lo haremos un poco más difícil, podremos una lista de metas y ninguno de los dos podrá volver a ser quien es hasta cumplirlas todas, si el otro llora en algún momento, automáticamente sera el ganador.
Estuve completamente de acuerdo con los términos y condiciones impuestos por mi hermana, aunque aun no sabia lo que ella planeaba poner como metas, y es que al fin y al cabo solo debía de ser una chica hasta que Hanna llorase... ¿Que podía salir mal?
Notas finales:

No puedo creer que de verdad alguien llego hasta aqui... ¡Nuevamente gracias! ¿Que tal si me dejas un RW con lo que te gusto o no te gusto? ¡Eso me ayudaria mucho a mejorar mi escritura!


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