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Siempre estaré a tu lado por Dynast

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Notas del capitulo:

He querido terminar el fic con un capítulo conflictivo con drama de por medio, espero que os guste (soy una lianta xD).

La vida de universitarios continuó sin mayores incidentes para los dos chicos durante una temporada. Ya había transcurrido la primera época de exámenes y habían realizado su primer largo viaje de vuelta a Iwatobi. Anteriormente habían vuelto a pasar unos días con sus amigos cuando coincidía con alguna fiesta, pero esa vez volvían por casi dos semanas. A fin de cuentas, era Navidad.

 

Tal y como había prometido Makoto, Haru se hospedó en su casa tras saludar a los nuevos inquilinos de su antiguo hogar. Éstos insistieron a más no poder sobre que no les importaba que se quedara allí unos días, pero el moreno se sentía incómodo conviviendo con extraños, por muy agradables que estos fueran.

 

Fueron unos días algo estresantes para la pareja. Debido a que no querían que ni sus amigos ni la familia de Makoto se enteraran aún de su relación, tenían que contenerse e intentar comportarse como siempre habían hecho. Por suerte, nadie iba a notar algo extraño en que siguieran estando juntos todo el día, pero por mucho que lo desearan, no podía besarse ni ponerse demasiado cariñosos cuando quisieran.

 

Tras esas pequeñas vacaciones, tuvieron que volver a Tokio. Lo cierto es que las clases no comenzaban hasta dentro de unas semanas, pero Makoto, al ser el delegado de clase, tenía trabajo que hacer. Además, había decidido ayudar con las recuperaciones a algunos amigos que había hecho.

 

Haruka volvió con él, aunque realmente no tenía demasiado que hacer y se pasaba largas horas él sólo. Entrenaba en casa, se bañaba, iba a nadar a la piscina, tal vez salía a pasear o correr un rato... No tenía nada mejor que hacer. Un día se pasó por la universidad para ver cómo le iba a Makoto y lo terminó encontrando en una clase que parecía que no se estaba usando, rodeado de gente, mientras les explicaba una asignatura con sus gafas puestas. Realmente se veía como un profesor joven y muy simpático. Sus compañeros no dejaban de hacerle preguntas y él les contestaba y no paraba de sonreír. Le vino por un momento a la mente cómo solían estudiar juntos en el instituto, sobre todo cuando había exámenes de inglés, ya que a ambos se les daba fatal. Así al menos conseguían progresar algo.

 

Se apoyó un momento contra la pared y contempló el exterior a través de la ventana del pasillo. El día estaba completamente gris. ¿Qué haría para pasar el rato? ¿Salir a pasear otra vez? Apenas eran las 12 del mediodía... pero no le apetecía ir por ahí con semejante clima. Seguramente se pondría a llover de un momento a otro. Volvió a echar un vistazo a la clase. Makoto realmente había hecho unos cuantos amigos, y él sin embargo ahí estaba, completamente solo.

 

Decidió dar una vuelta por el campus finalmente, mientras se encerraba en sus pensamientos. Sabía que había ingresado en ese lugar para aprender a nadar mejor, pero no hubiera estado de más haber podido desarrollar algún tipo de amistad con alguien. Sabía que le costaba horrores empezar una conversación con algún desconocido, pero esperaba que... tal vez... ¿alguien se acercaría a hablar con él?

 

En ese momento se paró en seco en medio de la nada. Abrió los ojos, sorprendido, y recordó perfectamente cómo a principio de curso sí que hubo alguna ocasión en que gente de su grupo se acercó para elogiar su forma de nadar. De hecho había un chico, bastante enérgico, que le había recordado a Nagisa. Se llevó la mano a su boca, confundido. Esa gente desde hacía un tiempo que no había vuelto a hablarle, y estaba seguro de que no se había portado mal con ellos. Simplemente, comenzaron a ignorarlo, y no entendía por qué. Ya se había olvidado por completo de eso. Y desde ese entonces, nadie había vuelto a entablar una conversación con él. ¿Tal vez había hecho algo malo? ¿Tal vez les había dicho algo que les molestó y luego se lo dijeron a todos? En ese momento comenzó a sentir un ligero dolor en el pecho y se sintió bastante triste. Tenía que hablar con esa gente, definitivamente. Era realmente agradable estar con ellos.

 

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Nada más comenzar el segundo cuatrimestre, tal y como se había propuesto, Haruka se aventuró una de las mañanas durante un descanso a acercarse al grupo de gente con el que recordaba haber hablado al principio de curso. Era un grupo de cuatro personas que estaban dialogando y riendo bastante entretenidos, sentados en unos bancos. Sin embargo, en cuanto vieron a Haruka acercarse, se quedaron todos en completo silencio, y comenzaron a mirarlo de forma incómoda. El moreno se dio cuenta de su reacción, pero aún así continuó con su cometido.

 

- Hola... - les saludó, algo incómodo él también. Vio que nadie respondía nada y se mostraban bastante nerviosos. - Creo que... ya hablamos alguna vez al comienzo de curso, em... - apretó su gorro de baño, mientras pensaba qué decir. - Yo sólo... quería... disculparme si dije algo que os molestó...

 

En ese momento vio cómo los chicos desviaban su mirada y se fijaban en algo que venía a su espalda. De pronto el moreno notó cómo alguien lo agarraba del hombro de una forma brusca y escuchó una amenazante y grave voz comenzar a hablar.

 

- ¿Qué pasa, Haruka? ¿Tomando un descanso? No es normal en ti que andes vagueando. Si sigues así puede que tus tiempos se queden atrás - dijo con un tono burlón, para después comenzar a reír mientras le daba unos fuertes golpes en la espalda, haciéndole algo de daño.

 

Haruka se separó un poco y comenzó a frotarse la zona lastimada mientras lo observaba con el ceño fruncido.

 

- Bueno... nosotros vamos a seguir entrenando... - dijo uno de los chicos que estaba en el banco, bastante nervioso, y parece que empezó a murmurar algo al resto mientras se levantaban.

 

- Oh, ¿os vais todos ya? - preguntó el chico que los había interrumpido, algo sorprendido por sus reacciones.

 

Apareció otro chico que acababa de salir del agua, y se acercó con un aire bastante prepotente. Era más bajito y delgado que él, haciendo contraste con ese primer chico tan bruto, que tenía una constitución similar a Makoto.

 

- ¿Qué ocurre con éste? - preguntó con bastante desdén mientras lo miraba casi con asco.

 

- Estaba hablando con ese grupo de vagos.

 

De pronto el chico que acababa de llegar comenzó a reír de forma chillona mientras se agarraba el abdomen. Cuando se le pasó un poco, se acercó a él y lo agarró de la barbilla.

 

- Mira, no eres más que un cateto, así que no pienses que alguien va a querer hacerte caso. No te creas tan guay. Tal vez seas el mejor de la clase, pero sigues siendo patético - le murmuró mientras sus ojos se cruzaban y no le transmitían más que crueldad, ira y envidia. Le soltó bruscamente de la barbilla y sonrió al otro chico. - Oye, ¿qué te parece si lo devolvemos a su preciada agua?

 

El chico de amplia constitución asintió con la cabeza y agarró a Haruka del brazo, empujándolo hacia la piscina. Se intentó resistir, pero tenía más fuerza que él.

 

- Oye, ¡suéltame! - exclamó cuando ya estaban cerca.

 

Entre los dos lo agarraron de los brazos y los pies y lo arrojaron al agua, haciendo que se diera un buen planchazo. Haruka salió mirándolos bastante enfadado, mientras estos no paraban de reírse.

 

- Teníamos que haberlo grabado - dijo el bajito.

 

- Sí, ha sido muy gracioso. ¿Pero a qué ha venido lo de antes? No me digas que vas a llegar tan lejos... - preguntó, algo preocupado, mientras se cruzaba de brazos. - ¿Qué has hecho, Hikari?

 

- ¿Yo? Nada. Si él es un asocial inepto no es mi problema.

 

- Oye, no me mientas de forma tan evidente - dijo molesto, mientras le agarraba del brazo.

 

- ¡Auch! ¡No me agarres tan fuerte! ¿Cuándo vas a aprender a controlar esa maldita fuerza? ¡Eres un bestia!

 

- Ey chicos, ¿qué ocurre?

 

- Vaya, el monitor...

 

- Vámonos, Ryusei. Tsk, qué molesto...

 

Ambos se fueron de allí intentando disimular la situación lo más posible.

 

- Sólo estábamos divirtiéndonos un poco en el descanso... - comentó el bajito al monitor mientras reía mostrando los dientes.

 

El monitor los observó bastante escéptico y quiso hablar con Haruka, pero éste ya había comenzado a nadar de nuevo en la piscina.

 

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Haruka se negaba a hablar con nadie sobre este tipo de situaciones que por desgracia siguieron dándose cada vez más a menudo. Y no sólo eran esos dos chicos. Por lo visto había un grupito de unas cinco personas que le había cogido bastante manía, y era incapaz de entender por qué. No eran violentos ni nada por el estilo, salvo el chico gigante ese que de vez en cuando le daba alguna palmada fuerte en la espalda. Sin embargo, terminó fijándose en que no lo hacía a posta, ya que también se lo hacía a sus amigos. Simplemente era un bruto que no controlaba bien su fuerza.

 

Makoto se había fijado en que esos días Haru se encontraba bastante distante con él. La verdad es que se veía decaído, y ya que parecía que el chico no terminaba de querer hablar del tema, lo sacó él una noche mientras cenaban.

 

- ¿Estás bien, Haru?

 

- ¿Mm? - el moreno lo encaró algo confundido, mientras se apresuraba a tragar para poder hablar. - ... ¿Por qué dices eso? - preguntó, desviando la mirada.

 

- Estos días te noto algo triste.

 

- ... - agachó un poco la cabeza, abrumado porque lo hubiera descubierto. - No es nada...

 

De pronto sintió cómo su novio le agarraba de la mano que tenía sobre la mesa. Lo encaró y observó esos dulces y amorosos ojos verdes que lo miraban.

 

- Me gustaría poder ayudarte con lo que sea, Haru.

 

- ...

 

Se quedó pensativo durante un instante. Realmente no quería preocupar a Makoto, pero ya que se había dado cuenta iba a tener que terminar contándoselo tarde o temprano.

 

- ... Bueno, parece que no caigo muy bien a algunos chicos de clase - comentó finalmente, volviendo a agachar la cabeza.

 

- ... - Makoto lo observó con preocupación. - ¿Te están molestando? - preguntó, algo entristecido.

 

- N-no es... - intentó explicarse entrecortadamente, algo nervioso.

 

- Si te están molestando deberías decírselo a los monitores - comentó con bastante seriedad mientras le apretaba un poco la mano.

 

- ... Voy a ir a hablar con ellos, así que está bien. No pasa nada, Makoto. De verdad que estoy bien, gracias por preocuparte.

 

- Haru... - acarició su mano con gentileza y acto seguido la llevó hacia su rostro para posarla contra su cálida mejilla mientras la besaba con dulzura - Ya sabes que estoy aquí para lo que necesites, ¿de acuerdo?

 

El moreno asintió con la cabeza, a la par que se sonrojaba levemente y sentía que una calidez lo envolvía.

 

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Tal y como se había propuesto, un día se acercó e intentó hablar con ellos, cansado de que lo molestaran todo el rato y que lo intentaran alejar del resto de la clase. Estaba convencido de que podrían dejar de lado toda esa hostilidad. Ya lo había intentado anteriormente, pero simplemente se habían limitado a reírse de él e ignorarlo. Ese día los vio sentados en una zona apartada del campus, sentados sobre la hierba. Habían aprovechado para quedarse un rato al aire libre ahora que comenzaba a hacer buen tiempo. Observaron que se acercaba, y todos se giraron a observarlo, algo sorprendidos. Estaban bebiendo unas cervezas y fumando algo que definitivamente no era tabaco. Estaba acostumbrado a verlos con los trajes de baño, pero cuando estaban con ropa de calle, la verdad es que tenían un aspecto bastante aterrador. Ropa preferentemente oscura, cadenas, piercings, incluso la mayoría llevaba tatuajes que ya había visto en la piscina, si bien no eran los únicos de su clase que tenían. Pero estaba claro que poseían un aire de pandilleros que daba un poco de miedo, sobre todo el chico bajito que parecía ser el cabecilla y llevaba el pelo medio largo engominado hacia arriba y teñido de diferentes colores que se le habían terminado deslavando debido al cloro. Fue el que decidió levantarse, mientras sonreía de forma malévola.

 

- Pero mira quién viene a saludarnos. La reina de la clase - comentó de forma despectiva.

 

- ... - Haruka se limitó a desviar la mirada, incómodo.

 

- Eh, que te estoy hablando - le dijo tras dar una calada y soltarle el humo en la cara. Aquello olía horrible.

 

Haru intentó retirar el humo removiendo el aire y volvió a encarar a ese chico y al resto que seguían sentados en el suelo.

 

- ... No deberíais hacer estas cosas. Es malo para vuestra salud, y si os pillan os pueden reprender - comentó, con toda su buena intención.

 

- ¿Ah? - el chico lo agarró del cuello de la camisa, bruscamente - ¿Quién te crees que eres para decirnos lo que podemos o no hacer? - preguntó, iracundo.

 

- No... yo no... - intentó explicarse mientras se ponía algo nervioso.

 

- Dime ya qué cojones quieres Haruka, antes de que te meta una paliza - le advirtió con tono amenazante.

 

- ... ¿Por qué... os comportáis así conmigo? - preguntó finalmente tras dudar un momento.

 

- Tsk... - el chico comenzó a reír. - Eres lento, estúpido. Creo que está bastante claro - acercó su rostro al suyo - Porque me caes mal - confesó, mientras parecía que salían chispas de sus ojos.

 

- ...

 

- ¿Qué? ¿No tienes nada que decir?

 

- ... - el moreno entrecerró un poco los ojos, mientras no dejaba de mirarlo. Realmente no entendía qué le había hecho para que le tuviera semejante manía.

 

- Serás... - de pronto lo soltó a la par que sus miradas seguían haciendo contacto y se mostraba algo desquiciado.- ¿Qué pasa con esa expresión? Ya la estás haciendo otra vez, tú maldito - dio otra calada a su porro - Odio cuando me miras de esa forma despectiva, por encima del hombro. Ya te advertí a principio de curso que no lo hicieras - siguió manteniendo la mirada, viendo que no cambiaba de expresión - ¡Que dejes de hacerlo! - y dicho eso apretó los dientes y apagó el cigarrillo contra su brazo.

 

- ¡Aah!

 

Haruka lo apartó en cuanto pudo, pero ya le había quemado la piel. Y tuvo tan mala suerte que al retirarlo sin querer le dio un manotazo al chico en la cara.

 

- ¿Pero qué... - se frotó la barbilla mientras se mostraba incluso más enfadado. - Hahaha... ahora sí que estás acabado, imbécil.

 

Se abalanzó sobre él, tirándolo sobre la hierba, mientras sus amigos se levantaban, alertados por el incipiente comienzo de la pelea.

 

- ¡Espera! No... - intentó explicarse el moreno, mientras hacía lo posible por quitárselo de encima, pero aquel joven era bastante ágil y su pequeño tamaño era engañoso.

 

Comenzó a darle algún golpe para que se estuviera quieto, mientras no paraba de reír de forma sádica.

 

- Oye Hikari... - lo llamó el fuerte joven que normalmente lo acompañaba. - Te ha golpeado por accidente, deja ya al pobre chico - le comentó mientras sonreía, intentando quitarle hielo al asunto.

 

- ¡Cállate, Ryusei! - le gritó, girándose enfurecido. - ¡Lleva mucho tiempo mereciéndose esto! Pero está bien... - volvió a girarse hacia Haruka. - Seré bueno y dejaré intacta esa bonita cara tuya - volvió a soltar otra carcajada. - Pero voy a hacer que no quieras venir a entrenar durante unos días...

 

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Makoto continuó estando bastante ocupado entre las clases y los temas que tenía que lidiar fuera del horario con los profesores como delegado de clase. La gente seguía acudiendo a él en tropel, ya que era incapaz de negarse en prestar ayuda a alguno de sus compañeros. En ocasiones hasta pensaba que se aprovechaban un poco de él, pero en el fondo se sentía agradecido al ser alguien tan importante para ellos. Pero el asunto que lo tenía preocupado es que no había podido volver a ver a Haruka en la universidad, y en casa la situación no había mejorado. Más bien lo contrario, el moreno cada vez lo ignoraba más. Cada vez que pensaba en ello se ponía realmente nervioso ya que intuía que algo estaba yendo realmente mal, y temía que fuera por esos chicos.

 

Una mañana, durante un descanso, estaba paseando por los pasillos del campus cuando vio acercarse a lo lejos a un grupito de estudiantes que llamaba bastante la atención. El resto de jóvenes que pasaban a su lado se apartaban, asustados. El que iba en cabeza parecía realmente feliz y hablaba alto y de forma bastante vulgar, como un pandillero. Cuando estuvieron lo bastante cerca, alcanzó a escuchar su conversación.

 

- Hahaha, esto está siendo realmente divertido - comentó el que iba delante.

 

- ... Insisto en que tienes que dejarlo ya. Incluso le has sacado una foto estando así. Bórrala, es demasiado cruel.

 

- ¡Ha! ¿Y lo lamentable que se veía? Eso le ocurre por no hacer caso de mi advertencia y volver a mostrar su estúpida cara por aquí. De todas formas, ¿de qué te quejas? Es por ti que he dejado de pegarle.

 

- ... Se te está yendo de las manos...

 

- ¿Quieres callarte ya? ¿Quién te crees que eres? ¿Mi padre? - soltó una risa desquiciada.

 

- ...

 

Makoto se paró en seco cuando ya habían pasado a su lado y se quedó un momento en shock. Observó el pasillo por el que había visto que venían y se dio cuenta de que por allí se iba a los vestuarios de la piscina. En cuanto fue capaz de reaccionar, comenzó a correr hacia allí como si su vida fuera en ello, intentando no atropellar a nadie. Entro totalmente fatigado por los nervios que llevaba encima más que otra cosa, y aún con las zapatillas puestas comenzó a revisar los vestuarios. Observó que había una bolsa de deporte y unas zapatillas que en seguida reconoció, pero no vio a nadie. Entonces, se apresuró hacia las duchas, y visualizó una silueta en una esquina tirada en el suelo. Se giró muy lentamente, casi entrado en pánico, y reconoció al instante que se trataba de quien temía que fuera: Haruka. Estaba atándose torpemente un jersey de botones y tenía sus piernas al descubierto, encontrándose los pantalones junto a él tirados en el suelo. Toda la ropa estaba empapada, como él.

 

- Ha-Haru... - lo llamó mientras se agachaba. Le temblaban las manos.

 

El mencionado se volteó, abrumado, al reconocer esa voz y se quedó estático, incapaz de moverse ni un milímetro. El castaño lo agarró de los hombros y echó un vistazo general a su cuerpo, descubriendo que tenía antiguas marcas de golpes. Agarró de forma algo brusca su rostro, para que lo mirara, pero el moreno evitó la mirada mientras se apretaba los labios. No tenía ninguna marca, pero juraría que no era sólo agua lo que caía por sus mejillas. Agachó la mirada y descubrió que no había absolutamente nada cubriéndolo de cintura hacia abajo.

 

- ¿Qué te han hecho, Haru? - preguntó, totalmente devastado, mientras lo abrazaba con fuerza. Ambos estaban temblando, y se dio cuenta de que Haru estaba completamente frío. - ...

 

Observó la ducha un momento y se acercó poniendo a tope el agua caliente. Acto seguido se acercó a su novio y le retiró el jersey también de forma algo brusca. Estaba realmente enfadado, y Haruka se había dado cuenta perfectamente, así que estaba asustado. Cuando Makoto se enfadaba de verdad... definitivamente nada podía salir bien de eso. Ya se había fijado en que tenía una expresión bastante aterradora, y había sentido su intensa y sombría mirada clavársele en cada centímetro de su cuerpo como agujas mientras trataba de ayudarlo.

 

- Métete aquí, ahora vuelvo - le comentó con un tono grave y amenazante, totalmente opuesto al amigable que usaba habitualmente.

 

Haru le hizo caso y en un instante apareció de nuevo con su traje de baño y una toalla. Cortó un momento el agua y volvió a abrazarlo, esta vez por la espalda. Le estaba apretando tan fuerte con sus dedos que incluso le hacía daño, y se percató de que le temblaban las manos.

 

- Makoto, vas a moj...

 

- ¿Qué te han hecho, Haru? - volvió a preguntar, bastante impaciente.

 

- ... No es...

 

- ¿N-no han hecho... nada de... verdad? - preguntó, temblándole la voz, mientras se agachaba y agarraba un momento sus nalgas.

 

- ¿Qué? - se dio cuenta de lo que estaría pensando al habérselo encontrado en esa situación. - Oh no, Makoto, no me han hecho nada... de eso...

 

- Haa... menos mal... - susurró el castaño, sintiéndose mucho más aliviado.

 

Depositó un beso sobre su muslo y volvió a levantarse para secar a Haru. Seguía con esa expresión tan poco habitual en él, pero ya se le notaba más tranquilo. Parecía como medio ido, mientras verificaba que la piel de Haru quedaba totalmente seca. A continuación le colocó la toalla alrededor del cuerpo.

 

- Vamos.

 

Lo llevó a rastras a los vestuarios y se metieron en uno de los cubiertos. Hizo que Haru se sentara en el banquillo y tras agacharse entre sus piernas comenzó a examinar su cuerpo más detenidamente, observando cada uno de los golpes que tenía. No era nada grave, pero aún así sintió cómo su ira iba creciendo poco a poco. Se acercó para besar con cariño cada uno de ellos, mientras acariciaba y abrazaba a Haruka, que agradeció profundamente los cuidados de su novio, aunque le seguía preocupando en exceso su estado emocional.

 

Le ayudó a colocarse su bañador, que había sacado de su taquilla, aunque Haru dijera que podía colocárselo él sólo. Cuando Makoto estaba en ese estado simplemente, no escuchaba, por mucho que le insistiera. Se dio cuenta de que le quedaba algo grande, pero por suerte no tanto como para caérsele.

 

- Ahora vas a ponerte tu sudadera de deporte, y cuando salgamos te pondrás por encima mi abrigo. Hoy hace algo de frío. Por suerte mi bañador hará las veces de pantalón mientras llegamos a casa. Esto... - cogió la ropa mojada de Haru. - Lo dejaré aquí colgado... por ahora...

 

- ... ¿Por ahora? - el moreno levantó la cabeza, confundido.

 

- ... Vuelvo en un rato... - comentó con la cabeza agachada, totalmente serio y aún como medio ido.

 

- ... - de pronto Haru se dio cuenta de que estaban en el vestuario de los monitores, que se cerraban con llave. - No... oye... - para cuando quiso reaccionar, Makoto ya había cerrado la puerta. - ¡Oye, Makoto!

 

Intentó tirar del pomo para abrirla, pero efectivamente la había cerrado con llave. La aporreó de forma algo desquiciada.

 

- Makoto, ¡abre la puerta! - no había respuesta. - ¡Makoto! - intentó de nuevo forzarla, en vano, y terminó sentado en el suelo, frustrado porque no podía hacer nada. - Maldita sea... - pensó para sí mientras se agarraba la frente con su mano.

 

Transcurrió un largo rato hasta que un monitor se pasó por allí y pudo marcharse, tras evitar sus preguntas de una forma bastante estúpida ya que realmente no sabía qué excusa poner. Recogió las cosas, aunque su ropa aún seguía húmeda, y fue a buscar a su novio desesperadamente por las inmediaciones. Corrió por los pasillos durante un buen rato, hasta que prácticamente se chocó con el grupito de maleantes. Se fijó en que estaban todos hechos polvo y el tal Hikari tenía un buen golpe en un pómulo. En cuanto vio a Haru, retrocedió un poco, asustado, y chasqueó los dientes.

 

- Tienes un perrito faldero bastante fuerte, ¿eh? Tampoco hacía falta que nos lo enviaras a darnos una paliza, ya te íbamos a dejar en paz, imbécil.

 

- Déjalo, Hikari, vámonos - comentó Ryusei agarrándolo de los hombros.

 

- ¿Pero en serio? ¡Ese tío estaba como loco! ¡Incluso ha roto mi móvil por la condenada foto! - se giró hacia Haruka mientras hiperventilaba un poco. - ¡Está bien! ¡Dile que te dejaremos en paz, pero que no vuelva a acercársenos ese maldito demonio!

 

Haru sintió de pronto una opresión en su pecho. Eran cinco chicos. ¿Se había enfrentado a ellos él sólo? ¿Pero cómo era posible... Totalmente abrumado, se acercó al cabecilla y lo agarró de la camiseta, asustándolo un poco.

 

- ¿Dónde está? - preguntó, con la cabeza agachada.

 

Tras recibir una dirección, partió rápidamente hacia allí. Tenía miedo por cómo lo hubieran dejado. Por desgracia no era la primera vez en su vida que ocurría aquello. Al comienzo de la secundaria también hubo un grupo de chicos que se empezaron a meter con él, y aunque por la intervención de Makoto no volvieron a tocarle un pelo, el chico terminó bastante mal por enfrentarse a ellos. Odiaba aquello con toda su alma.

 

Pasó junto a un aula y de pronto vio en el suelo una pequeña mancha de sangre. No recordaba que alguno de los pandilleros estuviera sangrando de la nariz, por lo que se puso bastante nervioso y entró. Efectivamente, ahí estaba Makoto, sentado contra la pared y con un pañuelo puesto en la nariz mientras se agarraba las costillas. Por su expresión, parecía que realmente estaba pasándolo mal. En cuanto escuchó los pasos, se giró y abrió mucho los ojos al ver quién era.

 

- Haru... ¿Cómo has conseguido...

 

- Eres un completo idiota - le dijo tajantemente.

 

- ... - Makoto puso una expresión triste. Ya había vuelto en sí, y ahora se veía devastado. - L-Lo siento, Haru - se disculpó antes de que le dijera nada, mientras escondía su cabeza entre sus piernas.

 

- ¿Acaso creías que esto iba a hacer que me sintiera mejor? Ya te lo dije la otra vez - le regañó con total seriedad, chasqueando los dientes.

 

- Lo sé, pero cuando alguien te hace daño no puedo controlarme... - el moreno comenzó a apreciar que le temblaba la voz. - ¿Por qué tienen que hacerte ese tipo de cosas horribles? No es justo... Eres una buena persona, y sólo porque a lo mejor eres más callado y solitario que otros, se ven con el derecho de meterse contigo... ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué, de todas las personas, te tiene que pasar a ti? No puedo soportarlo...

 

El moreno se dio cuenta de que, efectivamente, había comenzado a sollozar mientras se mantenía encorvado con la cabeza apoyada sobre sus rodillas. Se agachó para abrazarlo, y en cuando Makoto levantó la cabeza observó esos cálidos ojos verdes empapados en lágrimas.

 

- Lo siento, Haru - volvió a repetir.

 

- Vale, está bien - le acarició el cabello. - Vamos a casa.

 

Makoto asintió y decidieron saltarse el resto de clases que tenían ese día. Ya se encargarían de buscar una buena excusa que decirles a sus profesores. Al castaño le habían hecho daño también en una pierna, así que tuvo que ir todo el trayecto apoyándose un poco sobre Haruka.

 

- Lo siento Haru, peso mucho...

 

- ... Tú céntrate en seguir caminando.

 

Intentaron evitar las miradas de la gente, ya que al castaño le incomodaban bastante, y tras haber pasado semejante mal rato, por fin se hallaron en casa. Lo primero que hicieron fue quitarse esa ropa y Haruka le pidió a Makoto que se quedara sólo con la ropa interior.

 

- A mi no me han hecho nada, pero tú tienes unos golpes bastante fuertes... - murmuró mientras le observaba la pierna. - ¿Te han dado una patada en la espinilla?

 

- Sí, uno de ellos, a traición... - contestó, incómodo.

 

El moreno se levantó y agarró su rostro.

 

- Sólo tienes la nariz un poco hinchada. No parece rota.

 

- ...

 

El castaño desvió la mirada. Haruka aún no había dicho nada, pero sentía en el ambiente que lo iba a terminar regañando. Lo conocía demasiado bien. Y efectivamente, de pronto el moreno lo agarró de los hombros para que lo encarara y adoptó una expresión totalmente seria y enfadada.

 

- No vuelvas a hacer algo así - Makoto asintió mientras volvía a intentar esconder la cabeza. - No te han roto nada pero podría haber sido grave. Voy a ver qué hago con estos golpes.

 

- Ha-Haru... No tienes por qué... Puedo... - El moreno lo volvió a encarar totalmente serio. - Va-vale, haz lo que quieras, Haru...

 

Tras aplicarle un espray aintiinflamatorio y colocarle algún apósito, se sentaron los dos en el sofá y Haruka encendió la televisión. Makoto cogió un cojín y lo abrazó. Era un hábito que tenía desde pequeño cuando se sentía tan avergonzado que no podía ocultarlo. No paraba de mirar a Haru mientras este no apartaba la vista del televisor, y a ratos apretaba su cabeza contra el cojín. El moreno era consciente de su comportamiento, pero lo estaba ignorando a propósito como castigo.

 

- Ha-Haru... ¿sigues enfadado conmigo? - terminó preguntando el castaño.

 

- Sí - contestó tajantemente el moreno.

 

Makoto agachó la cabeza, con incertidumbre, sin saber muy bien qué hacer. Si Haru se enfadaba por algo, era capaz de estar así días. El moreno finalmente lo encaró, al percatarse de la desolada expresión que estaba haciendo. Se levantó del sofá, le retiró el cojín bruscamente, asustándolo un poco, y apoyó su cabeza sobre su regazo.

 

- Acaríciame el pelo - le ordenó, mientras cerraba los ojos.

 

Makoto dudó unos segundos y comenzó a masajearle la cabeza con delicadeza. Haru sintió que se relajaba completamente y abrió los ojos para mirar a Makoto. Extendió su mano y acarició su mejilla mientras sonreía levemente.

 

- Sé por qué lo has hecho - murmuró.

 

Sólo dijo esas palabras, pero fue más que suficiente para Makoto. Agarró su mano y le dedicó una amplia sonrisa. Sus ojos color esmeralda habían vuelto a brillar.

 

- Haru...

 

El mencionado se levantó y se acercó a su rostro para darle un tierno beso en los labios. A continuación se quedó callado y agachó la cabeza mientras se sonrojaba un poco. Makoto se sonrojó también y lo observó con atención. El moreno comenzó a tantear todo su cuerpo con su mirada. Se quedó durante un momento mirando su entrepierna y fue ascendiendo poco a poco, recorriendo todos sus músculos, hasta llegar a sus ojos. Makoto casi hasta podía sentir que acariciaba su piel desnuda con esos zafiros. Cuando sus miradas se encontraron, su corazón comenzó a latir fuertemente, y Haru continuó observándolo. Miró sus labios, su cuello, de nuevo sus pectorales... Había claramente un matiz de lujuria en sus ojos, y Makoto se estaba acalorando bastante debido a eso.

 

- O-oye Haru... deja de hacer eso... - le regañó, y agarró su rostro para que lo mirara.

 

Unió sus labios y se dejó llevar un poco más y comenzó a presionar los de Haru con su lengua. Éste respondió y disfrutó de su cálido interior, mientras sentía que su cuerpo iba calentándose. Se separó de él y se colocó la mano sobre el tórax mientras intentaba controlar su fuerte y acelerada respiración. Sólo llevaba puesta la ropa interior, pero igualmente tenía demasiado calor. Volvió a mirar a Haru y se fijó en que estaba observando de nuevo su entrepierna.

 

- Increíble - murmuró, sorprendido.

 

Makoto se dio cuenta de que se había encendido completamente y extendió sus brazos para taparse de una forma bastante torpe y tierna.

 

- E-es porque me has empe-empezado a mirarme de esa... esa forma... - intentó excusarse, apartando la vista, avergonzado.

 

Terminó volteándose de nuevo y visualizó por un instante esos zafiros que lo miraban tan intensamente, haciendo que todo su ser se estremeciera. Tragó saliva y sintió que empezaba a perder un poco la cabeza. Se acercó a Haru algo dubitativo por la timidez y se sentó, encarándolo, encima de sus muslos, separando sus piernas y apoyándolas sobre el sofá a ambos lados. Se apoyó con una mano sobre el respaldo, ya que creía que molestaría al moreno con su peso si se apoyaba por completo sobre él.

 

- Haru... - volvió a acercarse para besarlo con intensidad, y al separarse, dejó caer su cabeza sobre su hombro porque le daba demasiada vergüenza mirarlo a los ojos. - Quiero... hacerlo... - confesó en un susurro.

 

Se intentó recolocar un poco, pero se había olvidado por completo de que tenía una pierna lastimada, así que al apoyarse de más sobre ella, notó bastante dolor y se quejó mientras hacía una mueca.

 

- Cuidado Makoto - le dijo Haru mientras lo sujetaba para que se apoyara en él. - No te apoyes sobre tus piernas o te harás daño.

 

- Pero...

 

- Túmbate - le ordenó, mientras él se colocaba encima.

 

Volvió a juntar sus labios y lenguas, y se deleitó un poco dejando besos por su cuello y acariciando su tórax, teniendo cuidado con el golpe que tenía en un lateral. Hizo un amago de dirigir su mano a su entrepierna, pero Makoto lo detuvo de pronto.

 

- Espera, ¿aquí? ¿En el sofá? - preguntó, descolocado.

 

- ... Siempre lo hacemos en la cama. Por variar... estaría bien.

 

- Pero... se ensuciará... - murmuró algo abochornado.

 

- ... Ya lo limpiaré, tranquilo - comentó atajantemente.

 

- Pero Haru...

 

- Está bien.

 

- ... Entonces, voy a prepararme... - siguió diciendo en tono bajito mientras se descencía un poco los bóxers.

 

- Oh cierto... El lubricante - se dio cuenta el moreno.

 

Makoto iba a intentar decirle que no hacía falta, pero cuando quiso darse cuenta Haruka ya se había levantado y estaba yendo a la habitación.

 

- ¿Pero cómo puedo ser tan lamentable? - pensó Makoto para sí mismo mientras tanto, a la par que tanteaba su miembro totalmente duro, que estaba tan impaciente como él.

 

El moreno volvió y comenzó a desvestirse ahí mismo tras dejar el bote encima del sofá. Makoto de mientras se retiró los bóxers a la par que no se perdía ni un segundo del streaptease exprés que le estaba dedicando su novio. Se subió de nuevo encima de Makoto y tras observar un momento su cuerpo, comenzó a tantear esa erección tan llamativa que tenía ahí delante. Su propietario se estremeció y se dio cuenta de que Haru había apoyado sus piernas a ambos lados de las suyas y no podía separarlas en esa posición.

 

- Haru, no puedo mover las piernas, así no voy a poder... - le comentó mientras golpeaba sus muslos con los suyos, en señal para que se apartara.

 

El moreno lo observó durante un momento, serio, sin decir nada, hasta que decidió contestar.

 

- ... ¿Qué tal si vuelvo a intentarlo yo? - preguntó, mientras se sonrojaba levemente.

 

- ¿Eh? - Makoto abrió los ojos, algo sorprendido.

 

- ... Tú... era lo que querías al principio, ¿verdad?

 

- Ah... - el castaño al final se dio cuenta de a qué se refería y se sonrojó bastante. - Si... si tú estás bien... con ello, sí me-me gustaría... - confesó a la par que agachaba un poco la cabeza y se acaloraba más - Pero entonces... tengo una mejor idea sobre dónde podemos probar a hacerlo.

 

Haru lo miró con interés.

 

- ¿Dónde?

 

Makoto sonrió sin decir nada, le pidió que tomara el bote de lubricante y lo tomó del sofá en brazos.

 

- Oye Makoto... ¿A dónde vamos? - preguntó algo nervioso mientras se agarraba de su cuello para no caerse.

 

El castaño le dio un beso en la frente mientras seguía sonriendo, y finalmente lo desveló mientras seguía caminando con él en brazos.

 

- A la bañera.

 

Los ojos de Haruka se abrieron de par en par. No se le había pasado por la cabeza, pero ahora que lo había mencionado, definitivamente la idea le emocionaba a más no poder. Cuando llegaron a la puerta del baño de Makoto, el moreno pidió que lo bajara, algo avergonzado. Esa bañera era algo más grande que la de la habitación de Haru, así que con un poco de suerte entrarían los dos. De todas formas el castaño ya tenía planes alternativos por si eso no terminaba resultando. Se acercó para comenzar a llenarla con agua caliente, y mientras tanto se volteó hacia Haru.

 

- No la llenes de agua... demasiado caliente - murmuró el moreno, a la par que recibía un amable abrazo, juntando por completo sus cuerpos desnudos.

 

- A mí me gusta caliente - comentó Makoto tras soltar una risilla.

 

Haruka se enfurruñó un poco, pero su novio en seguida comenzó a llenarlo de besos y caricias por todas partes, así que el enfado le duró bien poco. Ambos aprovecharon para lavarse un poco mientras seguían calentándose mutuamente, y tras terminar de retirar el jabón del cuerpo de Haru, Makoto le pidió que se pusiera de rodillas sobre la alfombrilla, apoyándose en la bañera. Dejó un camino de besos sobre su espalda, dirigiéndose a sus nalgas, y comenzó a acariciarlo por delante. Ambos estaban bastante encendidos desde hacía un rato. Haru se limitó a cerrar los ojos y sentir las caricias, pero salió del placentero trance al notar algo realmente caliente y húmedo presionarse contra su entrada.

 

- Ma-Makoto, ¿qué... - se giró un poco como pudo, descubriendo que estaba usando su lengua. - No... no hagas eso... está sucio... - murmuró, abochornado.

 

El castaño se separó y sonrió al escuchar ese comentario.

 

- No está sucio, Haru. Lo acabo de lavar.

 

Y volvió a introducirla. Después continuó con sus dedos, llegando a introducir dos sin demasiado problema al cabo de un rato. Los retiraba a ratos para volver a verter lubricante sobre ellos. Estaba usando tanto que Haruka había comenzado a notar que su interior estaba realmente resbaladizo.

 

- Ma-Makoto, ya es... suficiente... - murmuró, impaciente. Aquello hasta comenzaba a ser incómodo.

 

El castaño los retiró y se puso en pie para meterse a la bañera. Haru levantó la cabeza, y por la altura a la que estaban sus ojos, visualizó de pleno la erección de Makoto, y la siguió totalmente hipnotizado. ¿Llevaba así todo ese rato? Se puso él también de pie, apoyándose un poco sobre el bordillo porque sus piernas estaban entumecidas, y observó a Makoto tumbado a lo largo de la bañera, mientras se echaba el pelo hacia atrás para que no le molestara. Le pareció que se veía realmente hermoso medio sumergido en esa cálida agua, y sus ojos comenzaron a brillar.

 

- ¿Haru?

 

Makoto se extrañó al verlo ahí de pie, mirándolo, totalmente quieto. Al final reaccionó y se quedó mirando esa erección que estaba asomando del agua de forma tan desvergonzada.

 

- Ven, Haru.

 

Le tendió una mano, tras darse cuenta de su reacción y sentirse bastante abochornado. El moreno le obedeció e intentó colocar sus piernas a ambos lados de su cuerpo. Habían tenido bastante suerte, la bañera era lo suficientemente ancha. Se acercó un poco hacia Makoto, para poder besarlo, quedándose maravillado de nuevo por lo hermoso que le parecía con todo ese agua sobre su piel y su cabello. Además, cuando se retiraba el pelo hacia atrás de esa forma, se veía incluso más atractivo.

 

- Quiero que... intentes hacerlo tú - le explicó Makoto algo avergonzado mientras lo agarraba de la cintura para ayudarlo a colocarse. - Mnn... - soltó un tenue gemido al rozarse contra sus suaves glúteos. - Te he puesto mucho... lubricante, así que no debería haber problema... - siguió explicando, totalmente colorado. - Intenta introducirlo... lentamente... Y no te fuerces. Si duele... sácalo.

 

Haruka observó la expresión de intenso deseo e impaciencia que tenía Makoto en ese momento, debido a lo que se había estado conteniendo. Cuando agarró su erección, sufrió un espasmo mientras cerraba los ojos y apretaba los dientes. Siempre reaccionaba tanto con él... y eso realmente hacia que se calentara. Descendió un momento la mirada para comprobar que con todas las caricias que le había proporcionado, estaba realmente excitado. Además, llenar la bañera de agua caliente no había sido mala idea al final. Aquel calor que los rodeaba ahora a ambos, era realmente placentero. Colocó la punta contra su entrada. Estaba realmente caliente y dura, y palpitaba de deseo. Sintió un escalofrío que le recorrió toda la columna y sintió cómo Makoto le apretaba suavemente la cintura, presa de la impaciencia. Intentó relajarse, rozando su humedecido glande con los dedos de su otra mano, y sintió cómo ese miembro empezaba a hacer presión contra sus entrañas. Siguió frotándose por delante, y dirigió la mirada al castaño. Había cerrado los ojos y con tal de no seguir apretando su carne con sus manos, las había llevado a los bordes de la bañera y ahora los estaba agarrando con fuerza. Quería estar en su interior de una forma tan demencial que debía contenerse de esa forma. Su cuerpo estaba ardiendo como el demonio. Siguió sintiendo cómo su miembro entraba poco a poco en ese cuerpo, y terminó abriendo los ojos para mirar a Haru con una total y adorable expresión de deseo.

 

- Haru... - lo llamó con un tono sofocado.

 

En cuanto escuchó su nombre con esa dulce voz, Haruka sintió que su interior vibraba, y terminó de poder introducir ese gran miembro en él. Paró un momento, para coger aire, y volvió a revisar la situación, fascinado. No sabía si era debido al agua, o porque ya se lo había hecho él a Makoto en varias ocasiones, pero esa vez había estado mucho más relajado y lo había conseguido.

 

- Estoy... - susurró, sintiendo que sus mejillas se calentaban totalmente.

 

- Haru... - volvió a mencionarlo Makoto, con los ojos entrecerrados por el placer. - ¿Estás bien? ¿Duele? - le preguntó mientras le acariciaba la mejilla con cariño.

 

- No... - le respondió éste tras negarlo con la cabeza.

 

Makoto volvió a incorporarse un poco para besarlo y acariciar su erección. Estaba realmente apretado, y temía que le doliera si empezaba a moverse en ese estado. Además, se sentía tan bien que sólo con estar así ya creía que era suficiente. Tenía miedo de descubrir cómo se sentiría cuando comenzara a moverse. Su interior estaba tan caliente...

 

Mientras Makoto continuaba tocándolo por delante, decidió apoyar sus manos sobre sus muslos y empezó a intentar moverse sobre él. No sabía exactamente cómo tenía que hacerlo, y hacerlo en la bañera era incluso más complicado, así que era bastante torpe, pero podía sentir cómo se deslizaba levemente por sus entrañas, generando cierta fricción. No dolía, pero sentía que ardía, y cerró con fuerza sus ojos porque era una sensación demasiado intensa. Sintió la mano de Makoto acariciar su cabello y los volvió a abrir tras soltar un jadeo.

 

- Se siente realmente bien, Haru. ¿Tú estás bien? - insistió en preguntarle mientras seguía masturbándolo.

 

El moreno paró y se inclinó un poco hacia delante, pero se dio cuenta de que si se acercaba demasiado a lo mejor se salía de él. Apretó los labios, molesto, a la par que fruncía el ceño y descendía la cabeza.

 

- Quiero... besarte... - murmuró, acalorado.

 

Makoto lo observó durante un momento, deleitándose con que estuviera tan excitado, y se incorporó para quedarse sentado en la bañera con las piernas estiradas y poder juntar así sus cuerpos. Rodeó a Haru con sus brazos y acercó sus labios para besarlo. El moreno aprovechó para seguir moviéndose un poco, ayudándose del bordillo, lo cual sorprendió al castaño y le hizo soltar un gemido ahogado contra su boca. Se separaron y Makoto dejó caer su acalorado rostro contra el pecho de Haruka mientras este seguía moviéndose de una forma algo torpe. Pero igualmente, sólo por el hecho de estar conectados, sintiendo el calor de sus cuerpos mutuamente, ya era suficiente para que los dos sintieran que estaban balanceándose en un exquisito éxtasis. De hecho, se habían empezado a formar pequeñas olas en la bañera, y el agua se estaba saliendo, pero estaban tan concentrados en darse placer mutuamente que no se habían dado cuenta.

 

- Te amo, Haru - murmuró Makoto entre jadeos mientras empezaba a intentar moverse él también un poco, llevado por la lujuria.

 

- ¡Mnn! ... Ma-Makoto... - susurró Haru, sintiendo que su interior se estremecía de forma insana al notar que el castaño había empezado a envestirlo desde abajo.

 

Siguieron los dos luchando por ver quién llevaba el ritmo, moviéndose de forma descoordinada, totalmente sofocados y llevados por una extrema lujuria. Realmente daba igual quien se moviera, de la misma forma sus cuerpos se estremecían y no dejaban de exhalar ambos jadeos en todo momento. Makoto no dejaba de abrazar y besar a Haru, separándose únicamente para mencionar su nombre con esa dulce voz jadeante. Haruka también comenzó a llamarlo cuando estuvo tan extasiado que pensaba que iba a derretirse en cualquier momento. Al fin había descubierto qué se sentía al ser invadido por completo por ese amable cuerpo. Se sentía tan intenso que a ratos sus piernas y su interior se entumecían y tenía que parar, aunque era imposible descansar ya que Makoto seguía moviéndose por su cuenta, haciendo que perdiera la cordura como él ya había hecho hacía un rato.

 

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- Haru, llevas ya mucho rato metido ahí dentro. ¿Seguro que estás bien?

 

Tras esa sesión de desenfrenada pasión en el agua caliente, Haru se había mareado un poco, así que Makoto le había preparado un baño de agua templada para que se le pasara. El agua caliente había tenido un efecto maravilloso en ambos, pero también traía sus consecuencias, y el moreno tenía poca tolerancia al calor. Volvió a llamarlo, y visto que no contestaba, entró al baño.

 

- Haru...

 

Vio cómo tenía media cabeza metida en el agua, y al escucharlo pasar, la sacó y lo miró.

 

- Estoy bien - dijo con un tono tranquilo. - ... - miró a Makoto y desvió la mirada, algo avergonzado.

 

- ¿Qué ocurre, Haru?

 

- ¿Es normal... seguir notando... un cosquilleo? - preguntó, con timidez.

 

Makoto sonrió y se acercó para sentarse al borde de la bañera. Le acarició un momento el cabello y le dio un beso en la frente.

 

- Sí, es normal. Aunque me haya encargado de dejarlo limpio. A mi... también... me ha pasado alguna vez... - se explicó con vergüenza mientras sonreía y se frotaba el cuello.

 

Haru volvió a meter la mitad de su rostro en el agua. Realmente había sido extasiante el haber podido disfrutar de dos de sus cosas favoritas al mismo tiempo.

 

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Al día siguiente volvieron a la universidad y tuvieron que arreglar su falta. Haru sólo recibió una pequeña charla por parte de su monitor, que siempre era muy exigente con él, y Makoto simplemente tenía que hacer por su cuenta un pequeño trabajo que habían realizado en un seminario. Al final por suerte, no fue para tanto.

 

Quedaron en un descanso que les coincidía, y se fueron al exterior a tumbarse sobre la hierba. Mientras disfrutaban de su tiempo juntos y de unos sándwiches, Makoto se fijó en que se acercaban dos personas hacia ellos. Eran, de hecho, los dos chicos que tantos dolores de cabeza les habían dado últimamente. El castaño se levantó, instintivamente, cuando estuvieron más cerca, para proteger a Haru, que acababa de darse cuenta de su presencia. Ambos se pararon a una distancia prudencial, observando que Makoto los miraba con el ceño fruncido.

 

- ¿Qué queréis? - les preguntó, a la defensiva.

 

El más alto de los dos le dio un codazo al otro para que hablara.

 

- Vamos - le ordenó.

 

- Tsk... - chasqueó los dientes y desvió la mirada, molesto, observó a Makoto con pánico, y a continuación se quedó mirando fijamente a Haruka. - ... Está bien, lo siento. Me he pasado un poco contigo. No volveré a molestarte ni a amenazar a nadie de clase para que te dejen de lado - terminó comentando, mientras adoptaba una actitud arrogante, con las manos metidas en los bolsillos. Se giró hacia su compañero - ¿Contento? - Éste sonrió, satisfecho. - Pues me vuelvo dentro. Este maldito sol me está cegando.

 

Ese chico se fue, pero el gigante permaneció sin moverse, observando cómo se alejaba. Cuando lo perdieron de vista, se sentó junto a ellos, soltando un suspiro. Makoto se tranquilizó y se volvió a sentar. Ese chico había sido el que había parado la pelea el día anterior, y el único que no le había dado ni un golpe.

 

- Espero podáis perdonar a mi... amigo - empezó a comentar, mientras dejaba la mirada perdida en la lejanía. - Sé que tiene un carácter horrible, y siempre está metiéndose en líos, pero no es su culpa. Ese es el único mundo que conoce - hizo una pausa y agachó la cabeza, pensando en cómo continuar. De pronto cambio el tono de voz, del burlón que usaba normalmente a uno totalmente serio. - Yo... lo conozco desde hace tiempo. Se crió entre violencia. Sus padres lo maltrataban y se fue de casa cuando aún era muy joven. Desde entonces nunca ha tenido a nadie que le confiriera unos valores para que aprendiera lo que estaba bien o mal. Yo le busqué cuando se marchó, pero cuando le encontré ya era demasiado tarde - se volteó hacia ellos, sonriendo levemente. - Desde siempre, el único momento en el que ese chico ha podido olvidarse de todos sus problemas era cuando se ponía a nadar. Por eso lo traje aquí - terminó relatando, con un aire nostálgico.

 

- ¿Por qué nos cuentas todo esto? - preguntó Makoto, sintiendo que su enfado disminuía poco a poco.

 

- No pretendo excusarme de sus actos. Ni siquiera era consciente de que había llevado esto tan lejos. Creía que sólo te gastaba alguna broma de vez en cuando. Te admira demasiado, Haru. Es por eso que se comporta así. Espero que de ahora en adelante nos llevemos mejor, aunque bueno... - se levantó del suelo y esta vez les sonrío plenamente. - Será mejor que no os acerquéis mucho a nosotros, o podríamos mal influenciaros. A fin de cuentas, vosotros dos sois buena gente. Conservad eso.

 

Se despidió y salió corriendo para reunirse con Hikari.

 

- Qué chico más raro... - murmuró Haruka.

 

- Sí... - susurró Makoto.

 

De alguna forma, acababa de notar un sentimiento familiar en ese chico. Daba igual lo mala persona que fuera ese tal Hikari, había sentido que ese gigante lo acompañaría a donde fuera. La forma en la que actuaba, cómo lo miraba... definitivamente era como si se estuviera viendo a sí mismo en una vida completamente diferente. Tras esa leve divagación, se volteó hacia Haru y le sonrió.

 

- Me alegra que todo esto se haya solucionado - se acercó y le dio un beso en la mejilla. - Ahora podremos volver a nuestra tranquila rutina.

 

- Sí... - respondió éste, dejando caer su cuerpo contra el de Makoto y apoyando su cabeza contra su hombro mientras sonreía.

 

 Ambos se mantuvieron abrazados bajo el cálido brillo del sol, mientras el suave viento mecía sus cabellos. Makoto comenzó a besarlo repentinamente, y volvió a abrazarlo con fuerza. Haru respondió frotando su cabeza contra su pecho. Podía notar los latidos de su corazón, y sintió que era totalmente envuelto por una cálida aura.

 

- Me gustaría permanecer así, por siempre - confesó en un tono tranquilo mientras se sonrojaba levemente.

 

El castaño acarició su pelo, depositó un beso sobre él, y le respondió con una voz dulce y amable.

 

- Yo también, Haru. Te amo - sintió cómo su novio se movía, conmovido, aunque no respondía nada. Se había sonrojado más, y Makoto sonrió, totalmente feliz - Y sé que tú también me amas, así que no tienes de qué preocuparte. Siempre estaré a tu lado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Personajes conflictivos ftw! xD


Espero que no me hayáis odiado mucho por lo de Haru, al final ha salido todo bien :D Y NECESITABA hacer algo con un Makoto Yandere xDDD es demasiado adorable (?)


Y con esto ya doy por terminado el fic con final abierto. Después de esto imagináos libremente cómo han seguido estos dos ñoños sus vidas :)


 


P.D.: He modificado la escena del lemon por algo que se me ha ocurrido a posteriori y que me parecía una idea fantástica x,D El sofá mola pero...


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