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Preescolar por mishula

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Notas del capitulo:

Hola!! gracias a todas ustedes por leer, no pensé que le iba a ir tan bien a este fanfic. dije que actualizaba cada quince pero entré a trabajar y a estudiar y no me ha quedado tiempo, de hecho, estoy en el trabajo subiendo esto y lo he escrito todo el día de hoy... kekekeke asi que está lo mejor posible.

 

Gracias por su apoyo.

 

Besos de conejo 

 

Edit: Listo, editado y arreglado, por favor si notan algun erro haganmelo saber.

Preescolar

Segunda Lección

 

Cuando volví a enseñar, había pasado un mes y realmente estaba atrasado, obviamente pusieron una suplente – que era Shizune, sentí algo de pena por ella – sin embargo habían muchas cosas que hacer. Por tanto me levanté bañé y vestí como si fuera el primer día, decidí comprar una bicicleta y me fui montado en ella, no más tranvía después de estar en el hospital y ver a ese muchacho. Supe que el “galán de pueblo” había sido expulsado y se levantaron cargos contra él por lesiones… no debo decirlo pero se lo merece ese desgraciado, por otro lado el doctor sangrón no volvió a atenderme, lo hizo otro chico, un interno, sumamente dulce, amable y sobre todo como dicen coloquialmente “se pudría de lo bueno que estaba”, me dio su número telefónico y me invitó a salir, en fin,  fue una gran recuperación.

Entre en el salón y vi a todos los niños mirándome con sus grandes ojitos expectantes, con miles de preguntas rondando sus cabecitas, todos me sonreían complacidos, les sonreí de vuelta y todos corrieron a abrazarme, fue enternecedor ver aquello, más aun cuando solo había compartido un día  con ellos, ahí fue cuando noté que había hecho algo bien en mi primer día y por eso era que me jugueteaban tanto, les sonreí y nos sentamos todos. Empezamos el día colocándonos al corriente, muchos chicos preguntaban y movían sus manitas para que les prestara mi atención, claro, todos menos la imperturbable pelinegra, ella parecía que sabía todo lo que me había sucedido, asentía con su cabecita y miraba a todos como si ella fuera la reina del lugar, esa pequeña mirada altiva me parecía  muy curiosa en una niña tan pequeña, también se me antojaba conocida, sabía que había visto esos ojos negros soberbios y prepotentes en algún lado. La hora del recreo fue comparada con el paraíso, siempre me han gustado los niños y su vitalidad, todos jugaban felices, de nuevo la pequeña niña pelinegra estaba sentada sin siquiera ver al niño con el que estaba “hablando” solo asentía y negaba, no sonreía y parecía algo hastiada, pensé en lo triste que debía ser así, ser un niño y no reír con la naturalidad y alegría que caracterizaba esa tierna edad, me removí un poco incómodo en mi lugar. Así fue como se pasó toda la tarde.

Lo interesante empezó a ocurrir cuando salí del salón en la tarde para recibir a los padres, les contare: todos y cada uno de esos adultos tomaba a su pequeño, me daba una fruta o un dulce o cualquier cosa de comer – una me dio un pie de 30 cm de diámetro – y se despedía con una sonrisa. Estaba encantado, no tenía que comprar cena en el futuro cercano, podría vivir solamente de las atenciones de los adultos de ese extraño lugar, pensaba en lo buena que se estaba tornando mi vida cuando vi que a la pequeña Yuuki nadie la había venido a recoger, estaba sentada en su asiento con sus bracitos cruzados y me miraba fijamente, sentí una pequeña punzada de dolor, recordaba que muchas veces me toco a mi quedarme hasta tarde porque mi madre o mi padre olvidaban que yo existía y no enviaban al chofer, muchas veces le toco a los profesores enviarme con el conductor del instituto o llevarme ellos mismos a casa. Sonreí débilmente, esos días eran muy lejanos y ahora era yo el que me estaba acercando a la pequeña para ofrecerle mi ayuda y compañía.

-          Hay, Yuuki ¿dónde están tus padres?

La niña me miro con la cabeza agachada, tenía largas pestañas.

-          Quién sabe. Papá no tiene tiempo jamás para mí.

Eso me dolió hasta el alma, papa tampoco se esforzaba mucho por pasar tiempo a mi lado, supe entonces que la pequeña era muy seria como señal de protesta, estaba triste y permanecía con una coraza porque temía que la lastimaran “tan pequeña y ya sabe sobre la horrible naturaleza humana”, me senté en el puesto de al lado y partí un pedazo de pie. Se lo ofrecí.

-          No me gustan las cosas dulces.

Eso sí era una sorpresa.

-          ¡ala! ¡debe ser una mentira! A los niños les encanta los dulces.

-          A mí no – dijo simple.

-          Tengo mil cosas aquí ¿Cuál quieres?

Vio las frutas y su pequeño dedito señaló la maracuyá… una fruta jodidamente acida ¿Qué clase de niño elige una fruta acida por encima de un delicioso pie de manzana y cereza? Ella, eso estaba seguro, le ayudé con la maracuyá y ella me sonrió… una exclamación de alegría cruzo mi cabeza pero no salió de mis labios, la sonrisa de esa preciosa niña era sincera en esos momentos, le sonreí de vuelta y comí pie con un vaso de leche que me habían dado y hablamos un buen rato, no dijimos cosas muy serias, terminé enterándome que el Yuuki era huérfana, que su madre había muerto cuando le dio a luz, que su padre era un hombre frio y algo amargado ¿Quién no? Tener que cuidar a una niña pequeña que tal vez se parece a su madre y esposa muerta debe ser algo terrible de soportar, entendía al desgraciado que había dejado a una niña tan frágil sola en el colegio. Cuando se hizo de noche y el susodicho no llegó hice esa pregunta que había escuchado infinidad de veces:

-          ¿te acompaño a casa?

Ella se encogió de hombros, lo que para mí fue un sí total.

-          Mejor llévame al trabajo de papá.

Y tomo mi mano para guiarme. Cerré el salón y me encargue que todo quedara perfecto y tomé camino con ella, iba al parqueadero de las bicicletas cuando noté que ya estaba anocheciendo y ella solamente había comido una maracuyá de almuerzo.

-          ¿quieres ir por algo de comer primero? Me sentiría mal si te llegaras a enfermar por no comer nada ahora.

Ella me miro y vi que sus ojos eran brillantes, ¿emoción? Tal vez, además, siempre que a un niño se le ofrece comida se alegra. Asintió y tomo mi mano de nuevo, estaba un poco fría.

-          ¡Hay! Belleza, móntate en mis piernas y te doy un aventón

¡Era el colmo! ¿Qué no veía ese “petardo” que yo traía una niña conmigo? Me voltee para enseñarle cuidadosamente mi dedo del medio cuando Yuuki le gritó:

-          ¡Vete al carajo, pervertido!

Supongo que el rostro del estúpido y el mío eran el mismo: ojos y bocas abiertas, que se ensancharon aún más cuando la preciosa niña con su vestidito blanco levantó su bella manita derecha y dejo en alto el dedo del medio, mostrando sus uñitas pulidas – que tenían esmalte rosa -  y luego la pequeña se volteó y se alejó caminando, yo seguí detrás y le mostré el dedo medio también, estaba aterrado ¿Quién diablos era el responsable de este “angelito”? le había formado una personalidad de una chica de, al menos 16 años,  no 5, el papá de esa niña estaba loco y debía hablar seriamente con él, no solamente educa a su niña en lenguaje soez, sino la abandona en el colegio y como si nada, definitivamente tenía que hablar con ese desgraciado.

Llegamos donde estaba mi bicicleta, la ayudé a subirse y empecé a pedalear: sabía perfectamente a donde la llevaría, había un restaurante de pizza cerca al edificio del alcalde y ahí era todo simplemente delicioso, pasábamos rápidamente por los edificios, tranquilos; ella puso sus bracitos en mis hombros para sostenerse y yo pedaleaba con cuidado, con rapidez pero siempre con el pensamiento de que la niña detrás mío era tan frágil como un bello vaso de cristal. Cuando llegamos a la fachada de “pizzarini” Yuuki se hallaba algo despeinada pero evidentemente complacida y con una sonrisa encantadora en su bello rostro pálido, yo estaba cansado, no había hecho tanto ejercicio en mi vida, pero también estaba contento, después de todo, ver a una niña dejar la puerta abierta a su mundo no era algo de todos los días. Entramos a la pizzería y nos sentamos en una de esas sillas tipo campestre, la pequeña tenia modos, se sentaba con propiedad y cruzaba sus manos sobre el regazo ahora sí, era oficial, deseaba conocer al padre de ese interesante representante de la niñez.

-          Anda, puedes pedir lo que quieras.

-          Acá comemos con papá, hoy voy a pedir lo que él pide siempre… me dice que no puedo comer eso porque es para grandes ¿puedo pedirlo hoy?

Era una pregunta peligrosa, yo – más que nadie – debía proteger la integridad de esa pequeña, no solo porque era una estudiante mía  sino por el hecho de que yo estaba a cargo. Mientras yo pensaba todo aquello un timbre infantil llegó a mis oídos, un celular, no era el mío. Observo que de su pequeña mochila sale un aparato de última generación “genial, llena el vacío sentimental con cosas, viejo estúpido” pensé cuando vi que ella tecleaba con sus deditos sobre la pantalla.

-          ¿tu papá?

-          Nop–  dijo sin mirarme a la cara – es Tsunade, quiere saber si estoy con vida.

¿Tsunade? ¿Qué tenía que ver la directora Tsunade con esta pequeña? ¿Tan acostumbrados están a que el padre de Yuuki no se presentara por ella? Fruncí el ceño inconscientemente, ahora también quería reventarle la cara al tipo, no puede simplemente dejar a su hija así, como si fuera un paquete y luego irse y regresar por ella cuando le viniera en gana ¡era inaceptable!

-          Entonces  profesor Uzumaki …- dijo ladeando la cabeza - ¿si puedo pedir eso que papá pide siempre?

-          Cariño, dime Naruto; en segunda, tienes que decirme que es lo que pide, porque tal vez si sea algo para adultos y los niños no puedan consumirlo.

-          Pizza napolitana y jugo de mora.

¡Ese hombre era un malnacido! No podía negarle a la niña algo tan inofensivo como una pizza napolitana y un jugo de mora. Una mueca burlona de mi parte, le arruinaría su despótico mandato, al menos en ese aspecto, asentí y llamé al mesero

-          Deme por favor una pasta carbonara, una pizza napolitana, una Coca-Cola y un jugo de mora.

El muchacho asintió de vuelta y se marchó, voltee a ver a la pequeña y ella sonreía, era – de nuevo – esa sonrisa bella y sincera que me había dedicado algunos minutos atrás.

-          Le dije a Tsunade que estaba con usted, profesor.

-          Háblame de “tu” no de “usted”.

-          Le dije a Tsunade que estaba contigo ¿está eso bien?

-          Claro que sí, me haré cargo de ti hasta que te lleve a casa.

-          Ya le dije, quiero ir al trabajo de papá.

-          Bien, al trabajo de tu papá será.

Comimos animadamente y hablamos de cosas triviales, resulta que a ella le gustan los documentales sobre el cerebro… no cosas como “historias de dragones” si es que todavía lo pasan por televisión; además supe que ellos vinieron de Inglaterra cuando ella era una pequeña bebé y que su padre la había estado cuidando, que no podía ver a su familia nunca porque no querían verlos “al parecer fue una relación prohibida” fue lo que me dijo. Pasó la cena rápidamente y corrimos de vuelta a la bicicleta, entonces lo noté: no le había preguntado a Yuuki donde trabajaba su papá, o que hacía, nada. Me dijo que fuéramos al hospital, que ahí trabajaba su papá y pensé que era tal vez enfermero, pero no recordaba a nadie que se pareciera un poco a la pequeña Yuuki así que solo me encogí de hombros y tomé camino al hospital. Aquel imponente edificio blanco que yo ya conocía muy bien, lucia algo terrorífico, aún no habían prendido las luces y el cielo estaba muy oscuro, me recorrió un pequeño escalofrió pero a Yuuki no le afecto en lo más mínimo, si su papá trabajaba en el hospital ¿Cómo era que no nos habíamos visto? Solía recorrerme todo el hospital mientras estaba aburrido, lo hacía con la silla de ruedas así que no entendía como no había podido ver algo tan notorio como una niña pequeña andando sola por ahí. Mientras pensaba habíamos entrado y estábamos en la recepción, vi que una de las chicas vio a Yuuki y marcó una extensión, dijo algo incomprensible y le sonrió a la pequeña.

-          Señor Uzumaki, hoy no tiene control, es la próxima semana.

-          Oh no, no vengo por eso, soy el maestro de Yuuki, ella me exigió que la trajera aquí.

La mujer miró largo rato a la pequeña niña, luego le sonrió.

-          Querida, tu papá está ocupado, hoy hay una extraña cantidad de personas que lo necesitan.

Vi como los ojos de muñeca de Yuuki se iban apagando, desaparecía su jovialidad y volvía a tomar esa seriedad que tanto me disgustaba. Entonces entre en un estado de shock ¿no podía al menos tratar de contactarlo? ¿Porque tanta indolencia con la pequeña? Y grité con todas mis fuerzas

-          ¡quiero ver al padre de esta niña ahora! Me cortare las venas aquí mismo si no lo veo

-          ¿pero qué demonios hace esta princesita aquí? Saquen a esa reina del drama, hay cosas que hacer.

Voltee y ahí estaba ese imbécil mr. Sangrón, con el cabello algo revuelto, lentes sobre esos bellos ojos… negros y…

-          Oh, por Dios.

Mis temores se confirmaron cuando la pequeña Yuuki se arrojó a sus brazos mientras gritaba de alegría y emoción. Ese cretino era el padre de Yuuki.

 

*****CONTINUARÁ... ALGÚN DÍA *****

Notas finales:

Bien, eso es todo.

 

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