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Deja de Lado Todo lo Demás por Mika Bennoda

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Notas del fanfic:

Cada una de las escenas y diálogos que se narraran aquí, son totalmente ficticios y de mi autoría. Además, en esta historia se presenta a Chester Bennington y a Mike Shinoda, vocalistas de la banda estadounidense Linkin Park, como una pareja homosexual.


Si esto les llega a incomodar, les aborrece o no les agrada de algún modo, le pido que se abstenga de leer.


No busco faltarle el respeto a mis ídolos, esto solo es para los fans del Bennoda.

Notas del capitulo:

Luego de un año que esta parte fue subida, decidi editarla. Agradezco a Cami que me haya insentivado a subirlo, ahora amo escribir ♥

Esta historia tambien esta publicada en Wattpad c:

(Link de Mi user: https://www.wattpad.com/user/SoldierBennoda)

Era otro día monótono, otra noche lejos de la persona que en verdad quería. Deseó más de una vez estar en una gira para al menos escuchar sus ronquidos de cansancio en la cama de hotel a su lado. Sin embargo no era así, se habían acabado los viajes con la banda para poder centrarse en el álbum de estudio que próximamente saldría a la luz.


Hasta donde recordaba estaba con su esposa, pero lo que le estaba pasando ahora era absolutamente fascinante, el momento más esperado para él tal vez. Su respiración estaba acelerada, y cualquiera diría que estuvo corriendo un maratón. Estaba loco por gritar, la situación le colmaba las emociones, hacían un vaivén juntos y acababa otra vez sintiendo lo húmedo de su boca succionando su propio cuello.


«Umh, jamás pensé que fuera tan delicioso aquí dentro...» escuchó, al tiempo que sentía su dureza masculina crecer en lujuria, tan solo por sentir esos dedos traviesos tratando de encontrar un punto específico dentro de su ser.


Si, estaba debajo de un hombre de piel pálida y lechosa, cubierta de coloridos tatuajes y ahora una leve capa de sudor, expansores negros adornando sus orejas, un cabello rizado y corto, apenas crecido; que además poseía una mano que sabía muy bien cómo utilizarla. Shinoda pensaba que se veía jodidamente hermoso y lo que hacía con él era fascinante, lo cual lo mantenía excitado. Al parecer estaba siendo dilatado por su mejor amigo, mientras que su masculinidad también recibía atención.


Sintió que Chester rozaba su miembro un par de veces cerca de la unión de sus muslos para provocarlo, y reía. Reía zancarrón al ver su estúpido intento de autocontrol, que consistía en morder su labio inferior hasta el punto de casi hacerlo sangrar.


Que patético se sentía, estaba perdidamente enamorado de aquel hombre, se perdía en sus ojos color chocolate, escucharlo cantar para él era la mismísima gloria, y estar ahora debajo de él a su total disposición, era el paraíso. Se consumía en deseo al verlo en cada concierto quitarse la remera totalmente sudada y al final de este, tomarlo en un abrazo fraternal para saludar al público. Le aceleraba la respiración con sus juegos de niño en el estudio, saltando de un lado a otro, llevando comida, comiendo juntos... Incluso la última vez que lo vio, le había dado de comer al estilo avioncito, ya que estaba sin apetito para comer el guiso que Joe había preparado.


Amaba a Bennington, pero para él su relación era totalmente diferente, solo eran amigos. Chester amaba a su esposa Talinda con la que había concebido un hijo, lo hacía con todo su ser, lo sabían todos. Sabía que esto no podía ser cierto. ¿Qué estaba pasando entonces?


 


-Mike... ¡Mike despierta! –dijeron a su lado. La que le llamaba con desesperación, era Anna.


 


Finalmente, luego de negarse a despertar, pudo hacerlo por las constantes sacudidas que ella daba a su cuerpo adormilado. Se dio cuenta de la fuerza con la que mordía su labio, y no pudo evitar ruborizarse. Todavía se encontraba excitado por aquel "sueño húmedo", tenía las manos aferradas a las sabanas y una media erección entre sus boxers. Y aunque fuera invierno, estaba totalmente bañado en sudor.


Santo cielo, solo era un maldito sueño y se encontraba así de excitado al imaginar a su mejor amigo. Si la mujer no lo hubiera despertado, tal vez, en sus sueños Chester hubiera terminado lo que empezó, y eso lo hubiera hecho feliz, al menos por un rato.


Desencajado de la realidad, se sentó en la cama al tiempo que terminaba de abrir los ojos, sin siquiera asimilar otra cosa más que estaba en el dormitorio con Anna.


 


-¡¿Ya nació el niño?! –preguntó casi en un grito Michael, con las mejillas rojas. Se había despertado muy nervioso y lo primero que logró formular fue una incoherencia. Anna solo asintió riendo falsamente, pues sabía que algo andaba mal. De hecho las cosas venían mal desde hace mucho.


 


-Está en su cuna ahora, ¿o acaso lo olvidaste? –preguntó divertida al ver la cara de su marido. –El pequeño Adam tiene ya dos meses... –respondió frunciendo un poco el ceño, confundida con la pregunta estúpida de Mike.


 


La verdad era que su pequeña familia se había expandido en el último año, ahora no tenían uno, sino dos niños. Otis y Adam, y este último era apenas un bebe de cuna, mientras el primero le llevaba dos años de diferencia. Una familia de cuatro, no tan feliz como a Mike le hubiera gustado precisamente.


 


-Lo siento... es... es que tuve, umh... ¿una pesadilla? ¡Sí!, eso... una pesadilla... –dijo, forzando una mueca que pretendía ser una sonrisa. ¡Vaya pesadilla más agradable!


 


-¿Y qué fue lo que soñaste? –preguntó en desconfianza la mujer de ojos avellanas.


 


-N-nada. Nada... im-portante, querida. –dijo muy nervioso, y apresurado tomó una toalla que estaba cerca de la cama, sosteniéndola delante de su entrepierna hasta que llegó al baño, dejando sola y confundida a la escritora.


 


Sin embargo Anna estaba sacando sus propias conclusiones, no era la primera vez que lo veía así de raro, en realidad su comportamiento cambió mucho los últimos meses.


Por otra parte, Mike no podía creer esto, sabía que algo le atraía de su amigo pero no quería asumirlo, no quería admitir que lo soñaba en las noches de la manera más sucia que haya podido hacerlo. Tenía problemas con ello. Se negaba a admitir que le atraía un hombre, que además de estar casado, sea Chester. Se veía a sí mismo como un completo hijo de puta con familia, tratando de destruir a otra solo para ser correspondido.


Se convenció (o al menos trató) una y otra vez de que era porque pasaban mucho tiempo juntos. Se dijo una y otra vez que todo esto solo era su imaginación. Pensaba una y otra vez, en la manera en que el otro lo miraba a veces, para luego sonreír o decirle alguna tontería como "te ves bien hoy", o quizá "linda camisa" le hacía cumplidos a veces, lo felicitaba por el nuevo corte de cabello, por tonterías, sin embargo quería llegar al fondo de todo y preguntarle si tan solo eran distraídas palabras las que le dedicaba o no. Mirándose al espejo y tratando de respirar con normalidad, recordó que no lo veía hace mucho, inclusive no quería llamarlo por teléfono. De hecho una vez lo llamó y le había contestado con un: "¡Amor mío, me tenías olvidado!", y él solo quedó descolocado el resto del dia, eso lo dañaba porque ¡solo era un maldito juego! ¿Y si no lo era para Chester y en realidad lo extrañaba? Entonces lo confundía aún más.


Sin embargo, ya empezaba a extrañarlo, su última larga conversación fue por teléfono el día del cumpleaños de Shinoda. Lo extrañaba tanto, tanto... y aun así se negaba a llamarlo. Todo esto terminaría enfermándolo. Todavía podía sentir sus labios finos recorriendo su cuello, descendiendo a su pecho, a su abdomen. Esas manos del cantante dándole caricias indecorosas por todo su miembro, e irrumpiendo su entrada de la manera más placentera que la imaginación le podía brindar.


Sin darse cuenta, sus propias manos, imitando a las de sus sueños empezaron un lento masaje, haciendo que su mente vuele en un mar de fantasías.


Y ese era el maldito problema. Él ya no quería que fuera solo su imaginación. Quería que fuese real. Terminó con el orgullo roto pero entendió que le gustaba aquel hombre que desde un principio lo había cautivado con su innato talento, con su carisma, sus berrinches, sus gritos y su suave voz. Se sintió el ser más idiota de la tierra al estar confundido con su sexualidad, siendo ya un adulto, pero amaba cada uno de sus defectos y de sus virtudes.


Lo quería, lo amaba, y tal vez se haya obsesionado un poco, pero ya no podía voltear el rostro y tapar el sol con el dedo, ya no quería a Chester solo como un amigo. Por años aseguró que solo era su imaginación, pero ya no más.


Si por él fuera iría a decirle todo, para que de una vez le rompa el corazón con un rotundo no. Tal vez eso lo ayudaría a sentirse menos abrumado, sin embargo, no era tan simple. Mike era un hombre casado y un padre de familia, que acababa de sorprenderse enamorado de su mejor amigo que se encontraba en una situación exactamente igual a la suya, o con más niños de por medio, si es que vamos al caso de marcar sus diferencias.


Teniendo ambos una familia, la relación que pretendía que tuvieran era inconcebible. Solo la idea resultaba patética y absurda. Pero la verdad estaba ahí a fin de cuentas.


Minutos más tarde de haber empezado con aquello, sintió como un líquido caliente manchaba sus propias manos, y no pudo evitar sentir vergüenza de que un hombre fuera el responsable de sus fantasías y fuertes sentimientos.


Todo parecía indicarle que tenía una grave obsesión por el chico. A nadie en su sano juicio le provoca celos ver a su mejor amigo y esposa besándose. No tenía nada contra Talinda, sino que ella le recordaba una y otra vez que pudo haber actuado antes, justo cuando Chaz se divorciaba él pudo haberse declarado. Los años no arreglaron su "pequeña confusión", en realidad parecía que la empeoró después de todo.


Luego de aquel acto vergonzoso, se duchó y al terminar, el timbre de su celular que aclamaba por ser atendido, lo devolvió a la realidad.


 


-¿Bueno? –dijo con su voz algo ronca.


 


–Mike, ¿se te hizo tarde, acaso? Hermano, debes venir a ver las bandas que nos presentará Jeff, ya sabes, para el cumpleaños de Chaz –escuchó una voz masculina al otro lado de la línea.


 


-Ah, sí, voy para allá. –dijo Mike, recordando de repente todo lo que olvido por aquel sueño, para luego colgar e inmediatamente vestirse para ir al estudio de la discográfica.


 


Era su amigo Brad, le estaba llamando porque, mientras los demás organizaban otros detalles, los dos se habían puesto de acuerdo en organizar todo en cuanto a música para el cumpleaños de Chester. Habían prometido música en vivo, moderna y, lo más importante: nueva. Jeff les había comentado que, como buen cazatalentos, había conseguido unos cuantos grupos que buscaban un contrato en Warner Bros. Records, así que ellos podían "alquilarlos" para la fiesta. Era un negocio redondo, ellos tenían música en vivo para Chester en su fiesta, los directivos de la discográfica podían verlos en un escenario y tal vez darles un contrato, y los chicos, quienes quieran que sean, seguramente estarían agradecidos de ir a un evento tan íntimo como era el festejo de cumpleaños de una estrella de rock y además ser retribuidos por ello.


Era un hermoso día de febrero, parecía que ante todos los negativos antecedentes históricos, nevaría en Los Ángeles, así que salió de la casa muy abrigado, luego de despedirse de su esposa y los niños, sin siquiera haber desayunado con ellos por el retraso y, en parte por la vergüenza de ver a Anna a la cara luego de todo. Llevaba una chaqueta negra y un jean del mismo color con una gorra de lana color azul marino muy elegante. Luego de conducir por un rato, llegó a destino. Brad estaba con una sonrisa enorme en la entrada, Mike suponía que era porque había encontrado a la banda adecuada, suspiro y luego le saludó.


 


-Hola Brad, ¿cómo has estado? –decía con la misma intensa sonrisa que el de afro. No lo había visto en unos cuantos días, tal vez un par de semanas.


 


-Hola Mike. Muy bien, gracias, ¿y tú? Muy bien, lo sé –contestó de la manera más apurada que pudo, no quería formalidades, su amigo tenía que entrar y ver la magnífica demostración que estaban haciendo unos jóvenes adentro. -¡Ahora ven y mira! –dijo arrastrándolo hacia dentro, hasta dejarlo frente a la ventana transparente en la que estaba un grupo de jóvenes de no más de 25 años. La sala era la cabina de un estudio de grabación. –Escucha –musitó entregándole unos auriculares, frente esa especie de mesa con cientos de botones que ni él sabía para que servían cada uno.


Mike los tomó, algo confundido por tanta emoción en Brad, se los puso en los oídos y pudo apreciar una melodía algo ruidosa, pero agradable, que provenía de la guitarra que estaba siendo manipulada por un chico de mediana estatura y cabellos negros muy alborotados. La batería lo acompañaba con un ritmo perfecto, incluso el mismo Rob podría sentir fascinación si la escuchase. Por un momento eso le llamó la atención y observó a quien la tocaba, quedando boquiabierto cuando notó a una chica tocando la batería, y seguro no pasaba de los 20 años.


 


-Maneja la batería de una manera impresionante, lleva tocando varias canciones de todo tipo y creo que hasta a Rob le costaría un poco el cambio repentino de ritmo que ella maneja sin problemas, es muy buena –dijo Brad, mientras que el otro ni siquiera lo miraba, estaba ocupado viendo a cada uno de los integrantes.


Observó al otro guitarrista, un chico bajito de rasgos finos, que se mordía sus labios sonrosados, muy concentrado en su instrumento. La púa hacía, por medio de sus manos tatuadas, el trabajo sobre las cuerdas, se escuchaba bien y se lo veía con total seguridad. Él se concentraba en pequeños gritos para los coros cuando hiciera falta en alguna canción. Por último, pudo ver a una chica de piel pálida y cabello oscuro corto que manejaba con gracia un bajo, y los acompañaba a ritmo, hacia los coros de vez en cuando, y tenía una voz suave y femenina. Los escucharon y disfrutaron de algunos de sus covers y canciones de su autoría por el periodo de un poco más de media hora, no tenía muchas críticas negativas para darle, pero sí le hubiese gustado escuchar un teclado para algunas canciones y no solo una pista con música sintética.


 


-¿Cómo se llaman? –le preguntó a Jeff, quien les indicaba a los jóvenes que toquen una canción más.


 


-Paranoia. –respondió en el acto el hombre de cabellos blancos. –los encontré en un bar, en el que juntaban una buena multitud los fines de semana, sin embargo, aún no tienen contrato. Quisiera, si es que los directivos los aprueban, hacerles producir rock experimental. Sé que podré llevarlos a lo alto con sus propias canciones, es la banda más joven y con más talento que he visto. –afirmó con una sonrisa.


Volvió a colocarse los audífonos que se había quitado para hablar con Jeff y pudo escuchar la voz del guitarrista y vocalista principal recitando con un peculiar acento la canción "Brainstorm" de Arctic Monkeys, sonrió inevitablemente al recordar a Chester parodiando al cantante de aquella banda al peinarse, aunque su amigo ni siquiera tenía suficientemente cabello en su cabeza. Ese era el tipo de letra que Chester le agradaría en su fiesta, de vez en cuando hablaban de ese tipo de banda y su amigo siempre daba buenas críticas sobre sus letras, el ritmo y el estilo indie.


 


-¿Qué te parecen los chicos? –Mike le preguntó a Delson, mientras alzaba una ceja, expectante ante su respuesta.


 


-¡Geniales! ¿Los podemos llevar? Di que sí Shinoda, sé que te agradaron –tironeó de la chaqueta ajena–. Anda vamos, ¡Son muy buenos! –. El rapero reía por las ocurrencias de su amigo, parecía un niño rogando a su padre para llevar a un motón de cachorros de perros a su casa.


Sin duda alguna era la banda correcta, Brad siempre solía ser exigente con su gusto musical, además, no era la primera vez que Jeff lo llamaba para cosas como estas. Simplemente porque eran buenos amigos, así que Brad se presentaba de vez en cuando para ayudarlo a descartar bandas, cosa que hacía muy seguido y hasta a veces perdía el tacto en decir "Son muy malos, ¿Cómo es que buscan un contrato tocando así?". Si se lo preguntan a Mike, diría que Brad no tenía corazón cuando echaba a chicos de la discográfica y no le importaba si tenían lágrimas en los ojos, sin embargo jamás se equivocó al conseguir a los mejores. Y sabía muy bien que esta no era la excepción.


 


-Ah... no sé, ¿Y tú piensas que a Chester le gustará? ¿Y a sus invitados? –preguntó distraído, él sabía que eso le gustaría a su amigo, tal vez el punto era preguntar si era adecuada para una fiesta.


 


-¿Sabes? Escuche otras de sus canciones y estarían bien para la fiesta. Pues, ya viste como pueden tocar de todo y si a la gente no le gusta, serían unos estúpidos. –dijo con su habitual odio a la humanidad. Brad era un poquito antisocial a veces. –Si algo sale mal, en el caso de que muchos de los invitados los aborrezcan, Joe puede mezclar algo y lo arreglamos, ¿no?


 


Luego de un par de minutos, pidieron que tocaran exclusivamente más temas de su autoría, hasta que terminaron por convencer al de afro y al medio nipón, que resolvieron no escuchar otra banda y quedarse un rato más para hablar personalmente con sus miembros.


Los chicos salieron uno por uno de la cabina, se podía notar lo nerviosos que estaban, no paraban de acomodar sus ropas y sus cabellos como lo hacía el cantante sin éxito alguno, no podían acomodar la enorme cantidad de cabello de una manera decente, aunque fuera algo lacio. Mike miró a Brad en un gesto para que viera al joven. Ambos rieron y el de afro le comento a Mike que era por una situación similar por la que pasaba en las mañanas.


El primero en aproximarse a ellos, fue el guitarrista de tatuajes, el de menor estatura. Traía unos jeans rasgados, una camisa abierta a cuadros que jugaba con los colores verde y negro, arremangada, y debajo de esta una playera gris con la inscripción del nombre de su banda, en brillantes letras negras. Se presentó de manera cortes, diciendo que su nombre era Frank Iero. Luego de estrechar sus manos. Brad lo felicitó brevemente por su manera de tocar la guitarra y éste se lo agradeció dedicándole una sonrisa, y cediéndole el paso a la bajista.


Mike quiso saludarla con un beso en la mejilla y Brad probó con un apretón de manos, pero ambos no tuvieron la gracia de ser correspondidos.


 


-Vanessa Anderson –dijo sin más ni más, la joven chica que el saludo les había negado.


 


-Umh... -gruñó Mike. –Un gusto, soy Mike Shinoda y él es mi amigo Brad Delson –dijo el medio nipón tratando de sonar agradable a la joven. No respondió, solo asintió una vez mirando hacia la puerta a la espera de alguien al parecer.


 


-Pero qué insolente –le dijo Brad al oído. Luego fueron a sentarse en un sofá de dos cuerpos, mientras ellos tomaban sus diferentes lugares en los sillones del estudio.


 


-Discúlpenla, solo está nerviosa, supongo –dijo esta vez la Baterista, en un vano intento por remediar las actitudes de la otra. –Me llamo Mia García, y es un gusto para mí conocerlos. –dijo con educación, y un beso en la mejilla para ambos hombres, al parecer era la líder o algo así.


 


-No, el placer es nuestro por conocer a una muchacha tan joven y con tanto talento. ¿Cuántos años tienes? –dijo Mike, a lo cual la muchacha contestó que tenía tan solo diecinueve.


 


-No eres de por aquí, ¿no? -dijo el afro notando que además de contestar, al parecer, de una manera cuidadosa, lo hacía con un acento extranjero, como su apellido.


 


-No. Soy argentina, pero llevo ya varios años viviendo por aquí.- comentó Mia, sin entender porque nunca podía pasar desapercibida. Delson lo pensó un poco y pronunció en español un cumplido a la chica, diciéndole que era realmente bonita. Mia se sonrojó un poco y luego le contestó: -Gracias Brad. Mmh... Él es mi hermano, bueno... Mi hermanastro. Alex Becker –. Mientras que el chico saludaba a los otros dos hombres, ella comentaba. -Él tampoco es de por aquí, es inglés, pero bueno eso lo habrán notado con su acento al cantar.


 


-Oh, sí, yo lo note. Pero, ¿cómo es que son hermanos? –preguntó curioso Shinoda por saber qué vínculo los unía. Después de todo eran nada más y nada menos que una argentina y un inglés viviendo en Estados Unidos.


 


-Vine aquí, cuando cumplía mis 8 años, y Mia... bueno, ella vivía aquí desde que tenía 6. Mi mamá enseñaba idioma en la escuela donde fuimos compañeros, y su padre... Oh, su padre tenía que ir cada dos por tres a la escuela porque Mia no entendía lo que explicaba mi mamá –. Todos reían divertidos por las anécdotas de los hermanos, mientras que Vanessa salía a fumar un cigarrillo, tan distante e indiferente que a Mike no le causó mucha confianza como los demás.


 


-Sabes es difícil manejar el inglés y además aprender alemán. –dijo la chica de cabellos como la noche y mirada como el cielo, pretendiendo mostrarse dolida por lo que Alex decía.


 


-Bueno en fin, a mí me gustaba ir a casa de Mia a estudiar, jugar o simplemente... no lo sé, hablar. Jamás pensamos que entre nuestras visitas y reprimendas, nuestros padres terminarían juntos. -siguió el chico.


 


-No caímos en cuenta de que nosotros mismos les programamos sus citas –reía Mia recordando que cada vez que no hacia la tarea y su papá debía ir a hablar con la mamá de Alex, terminaban tomando un café frente al colegio dando a ellos el tiempo que quisieran para jugar en el parque o hacer lo quisieran.


 


Mike reía y Brad también. Los chicos estaban hablando con ellos de una manera muy cálida, y respondían cada una de sus estúpidas preguntas. También ellos lo hacían de la misma forma ya que los chicos eran admiradores de Linkin Park, pero no parecían los típicos fans que los conocen y se quedan tiesos o lloran, ellos parecían más bien disfrutar cada segundo con risas alegres.


Pronto, las horas pasaron con ellos en el pequeño living del estudio, siendo de alguna manera entrevistados por Mike y Brad, que se enteraron de muchas cosas sobre los chicos; por ejemplo, que Mia era la hija de un importante diseñador de indumentaria femenina. Y que era viudo antes de conocer a la profesora, madre de Alex, que estaba separada del padre del cantante. Ambos tenían constantes viajes a sus países de origen y conservaban sus acentos y culturas. Tenían la misma edad y eran amigos de la infancia de Frank.


El de tatuajes era un chico de tan solo 20 años que desbordaba talento, ya que además de la guitarra, tocaba la batería y el piano; y sus conocimientos con "Pansy", –como él llamaba a su guitarra de color blanco ártico electroacústica– se remontaban a los 10 años cuando la recibió como regalo de su abuelo. Un año más tarde, ya formaba parte de una banda, y actualmente había desarrollado su habilidad para el canto, aunque, cabe destacar, todavía tenía mucho por aprender.


Sus padres murieron cuando él era pequeño y se crio con su abuelo, quien le enseñó, según él, todo sobre la música y la vida. Aunque falleció hace unos años atrás.


Por parte de Vanessa lo único que les dijo fue que era una ex-modelo aficionada a la música y a sus amigos. Tenía 24 y era la mayor de ellos, y última en unirse al grupo gracias a Mia que la conoció en un desfile para la línea de ropa de su padre.


 


-Bueno chicos, tienen exactamente un mes para practicar sus canciones los esperamos en... umh... –dijo Delson tomando una libreta y apuntando la dirección. –Aquí. –le pasó el papel a Mia. –los esperamos, el 20 de marzo a las nueve de la noche para arreglar sonido y demás cosas. La fiesta empieza como a las diez de todas formas, sólo que deberían llegar temprano para arreglar detalles –culminó con sus indicaciones, observando las expresiones de cada uno. Parecían estar asustados pero felices a la vez.


 


-No es una fiesta muy grande, solo los más cercanos a Chaz. –comentó Mike, tan sonriente porque su idea de la fiesta iba bien.


 


-Ah... -dijo Frank, meditando un poco sus palabras. -¿Y de cuantas personas hablamos?


 


-Unas 200, 300 tal vez, es una fiesta sorpresa. –entusiasmado Shinoda contó. Frank abrió la boca pero las palabras no salían, ellos solían juntar unas cien o ciento cincuenta personas con suerte, en un local de la familia del cantante y la baterista los fines de semana. Y el bar donde Jeff los encontró tenia espacio para quinientas personas y ellos habían llenado un poco menos de la mitad por falta de popularidad. Aunque esas ciento ochenta y tres personas, debían admitir que eran una de las mejores bandas que ese Bar contrató para animar el día de San Valentín.


 


-Eso es genial, gracias de verdad por la oportunidad Sr. Shinoda. –agradeció Alex, entusiasta por una oportunidad única.


 


-Ustedes se lo ganaron. –explicó el nipón. –Bueno, fue un placer, ahora debo irme. –se despidió Mike, para almorzar con su familia, pues él dijo que llegaría temprano hoy. Y si llegar temprano lo salvaba de una pelea más con Anna, entonces estaba dispuesto a ir con su auto y no respetar ni una norma de tránsito.


 


-¡Llévame! Mi auto está en el taller, Elisa me trajo. -dijo Delson, refiriéndose a su esposa y corriendo detrás de Shinoda que estaba ya cruzando la puerta. Mike asintió con una afirmativa respuesta, y se dirigieron al auto.


 


Estando ya frente al vehículo Mike volteo al escuchar "Psst, ¡Shinoda!" y vio a Vanessa en el umbral de la puerta.


 


-Dile a Bennington que tendrá una gran sorpresa para su cumpleaños. –dijo de manera seductora, alzando las cejas. Al parecer, por la forma en que reía estaba bajo los efectos de alguna droga, se sostenía de un pequeño barandal y reía como si hubiese escuchado el mejor chiste de la historia. Además de perderse casi hora y media de charla, Mike, por experiencia con Chester, sabía que esas pupilas dilatadas no las causaba el tabaco. Shinoda, largó una especie de gruñido y subió a arrancar su auto, totalmente enojado por el comentario, sin responder nada en lo absoluto.


 


-Oh, claro. –dijo Brad y se apresuró también a entrar en el auto con Mike.


 


-¿Quién diablos se cree que es? -hablaba Mike, notablemente molesto. Brad no comprendía porque.


 


-¿Qué sucede?


 


-Es... ¡Es que esa niña me saca de quicio! ¿Cómo se le ocurre decir eso a Chester?, ¡parece que estuviera evitándonos en la pequeña entrevista que le hicimos a los demás y ahora, nos falta el respeto de esta manera! –estaba alterado, y conducía a gran velocidad en dirección a un semáforo. -¿Qué diablos le sucede?


 


-Pues tampoco ayuda que como un infante entres al auto y no le contestes nada. –dijo el otro cruzándose los brazos, luego de haberse puesto el cinturón. –Y además actúas como si eso nunca pasara, ya estamos más que acostumbrados a que Chester tenga, bueno... ese tipo de fans. –agregó en tono calmo el de rulos, a lo que Shinoda pareció enfadarse un poco más.


 


-Entonces, no me gustan ese tipo de fans para Chazy –. Su tono era frío y su expresión nula, Brad no entendía muy bien porque pero intento alivianar el ambiente con una broma.


 


-¿Acaso estás celoso de tu amiguito Chazy? –le dijo en tono burlón. Mike frenó de forma brusca, en parte por el semáforo en rojo y en parte por escuchar lo que dijo su amigo, que lo dejó algo incómodo.


 


-¿A qué te refieres con eso? –preguntó haciéndose el desentendido. Brad aprovecho para hacer unas preguntas que hace mucho requerían respuestas.


 


-Solo era una broma, Michael. Pero ahora que tocamos el tema... últimamente te comportas muy raro cuando estas con él –. El nipón palideció, tragó grueso y quedó sin habla.


 


Hubo una pausa, y Brad, lo notó, notó el estado de Shinoda y también la reacción extraña que Chester le causaba en este último tiempo con su presencia. Necesitaba saber que sucedía.


 


-No creas que no me di cuenta... lo miras de una manera diferente, no como tu compañero de locuras, como antes lo era. De hecho me animaría a decir, que no lo tratas como... ¡como siempre, Mike! –dijo haciendo ademanes con las manos. -¿Qué es lo que les pasa? –. Mike solo se concentraba en manejar ya que el semáforo lo había permitido, encendiendo la luz verde para la calle que tomaban él y Brad. -¡Vamos! Sé que él no lo debe de estar notando, pero yo sí. Y soy tu amigo, estoy para lo que necesites si quieres hablar de eso Mike. –dijo Brad, algo preocupado ya que Mike era muy sociable y compañero de sus conocidos, y especialmente de todos en la banda.


 


Realmente era raro que algo esté ocurriendo con su mejor amigo, se le ocurrió pensar que tal vez el rapero encontró sustancias entre la bolsa de Chester y tal vez se sentía decepcionado de él o algo así, y por eso no lo trataba como antes. ¿O quizá discutieron? Eso no era posible, Chester lo seguía tratando como era habitual, e incluso más cariñoso, tal vez al notar el cambio del nipón. Brad le dio una palmada al hombro, el otro lo miró vencido.


 


-Creo... creo que me siento diferente con él -dijo luego de estacionarse para hablar más tranquilos. Brad no lo interrumpió, solo lo miró dándole a entender que era todo oídos. -Digo, no es algo que me pase todos los días... pero tengo Chester... me hace sentir cosas. C-cosas muy fuertes. –luego añadió con un hilo de voz. –Más fuertes que los sentimientos que cargo por Anna. –contó entre murmullos, estaba fuertemente ruborizado. La cabeza de Bradford trabajaba tratando de procesar la reciente e impactante información.


 


-Un momento... estás diciendo que... Tú... Y Chester... ¿Tú y él? –balbuceaba confundido, aunque atando cabos cualquiera podía darse cuenta. Las miradas, los abrazos y esos besos en la frente sobre el escenario. Todo era tan obvio ahora. ¿Por esto Chester actuaba así tan... amoroso? Entonces Mike, estaba algo tímido con respecto a eso y algo celoso en realidad con lo de la chica de hace rato, ¡Eso es! –Oh, Mike, yo... no me refería a eso, pero obviamente tiene más sentido. Pensé que tenían algún tipo de problema. -dijo encogiéndose de hombros.


 


No tenía ni la menor idea de cómo reaccionar ante este hecho, pero era claro que no lo inquieto demasiado, lo cual hacia que Mike lo mire incrédulo y casi con enojo por tomarse este gran problema de una manera tan simple.


 


-¡Es un problema Brad! ¡Lo es carajo! –dijo con una voz elevada. Golpeó el volante y recargó su cabeza en él, aunque más calmado comentó luego: –Él tiene una esposa, hijos... y yo... yo tengo una mujer, un niño y un recién nacido. Dime, ¿eso no es un jodido problema? –lo miró con los ojos cristalizados. Se sentía tan desesperado y tan avergonzado de admitirlo por primera vez a alguien. –Tengo miedo por lo que vaya a pasar, pero ya no amo a mi esposa... ¡Dios! Tenemos tantos problemas y sé que es por mí. Y a él no se lo he dicho aún. Él no sabe de esto que siento por él. –confesó con voz rota. Dejó caer un par de lágrimas silenciosas que se apresuró en secar. Brad comprendió que no era como en un principio pensó, y sintió que Mike estaba sufriendo demasiado y tal vez estaba a punto de ahogarse en un vaso de agua, las cosas eran mucho más simples. O al menos así las veía el guitarrista.


 


-Esto... supera lo que yo pensaba, pero pienso que deberías decírselo. -dijo muy seriamente Brad. Le pareció la forma más fácil de solucionarlo todo. Chester podría elegir que no, pero podría también decir que sí, y eso le devolvería la felicidad que hace rato le faltaba a Mike. Quizá Chester le niegue totalmente la oportunidad, pero le ofrezca otra alternativa. Tal vez puedan ayudarlo.


 


-Ama a Talinda, lo sabes... ¿Por qué se fijaría en mí?


 


-Porque eres Mike Shinoda, ¡Una persona sin igual!, ¡Porque eres jodidamente atractivo!, ¡Porque sé que tarde o temprano terminará cediendo! –dijo Brad, para incentivarlo un poco. Los dos reían, eso era lo que le agradaba de Brad, siempre que podía, le sacaba una sonrisa. -¡Solo mírate! ¿A quién no le gustaría esa sonrisa? Oh sí... es cierto, no a mí, no me gustan los hombres. –aclaró el de rulos, con algo de seriedad fingida. –Claro que no podemos decir lo mismo de Chester. -dijo haciendo alusión a la vez que Bennington les presentó a un apuesto chico, antes de conocer a Talinda. -Tienes todas las de ganar, solo inténtalo... el que no arriesga no gana y si se da pues mejor para ti o ¿no? –preguntó. –Si no sucede puedes seguir tu camino.


 


-Sí... creo que el que no arriesga no gana, ¿verdad? Quiero intentarlo.


 


-¡Ese es mi muchacho! –dijo dándole un abrazo que el otro correspondió.


 


Nada podría salir tan mal, Brad lo veía como una forma de que Mike deje de pensar en Chester y luego se concentre en su familia. Y las cosas se daban de otro modo, por el lado del medio nipón, serian provechosas, ya que en verdad parecía cargar sentimientos fuertes para el tatuado, y para Chester... bueno, si él lo permitía serian por razones buenas, ¿no?


Para Brad no tenía nada de malo, debía decírselo para poder quitarse la duda y curiosidad. Todo volvería a ser exactamente igual luego de que Mike aclare el lio que tenía en su cabezota.


 


-¡Gracias! Siempre estás ahí para mí dándome consejos cuando todo se me va de las manos. –le dijo todavía abrazándolo. Brad podía sentir cuan preocupado lo traía toda esta situación. Si Chester podía arreglar lo roto que estaba Shinoda por los problemas de su casa, entonces él trataría de ayudarlo en todo lo posible.


 


-Para eso estoy Mikey, para eso estoy... -le contestó el hombre de tez blanca y rulos alborotados. –Pero sin enamorarse de mí, ¿ok? –advirtió y ambos rieron.


 


Mike se sentía más confiado, sin duda sacarlo todo afuera y hablarlo con alguien le había hecho muy bien. «Quiero intentarlo» resonaba en su cabeza, al menos así se quitara la duda que hace meses no lo dejaba tranquilo. Duda que hubiera nacido ya hace algunos años y necesitaba, ahora, una respuesta inmediata.

Notas finales:

¿Qué les pareció? Espero que les haya agradado... ¡Recibo todo! Consejos, quejas, tomates, cachetadas... 


Sobre los chicos de la banda "Paranoia": Mia y Vanessa son personajes de mi autoría, es decir, son de yo, me pertenecen a mí._.


El guitarrista está inspirado en Frank Iero de My Chemical Romance, también quiero que me pertenezca pero eso lastimosamente no es posible T_T


Ah, y si se lo preguntan, sí, voy a agregar a Gerard y va a haber destrosha 7u7


Alex es Alex Turner y si no saben, es pasiv... digo, es cantante en Arctic Monkeys c: me gusta esa banda. Y tambien un poco The Last Shadow Puppets, su banda paralela. (si quieren ver yaoi miren su video "Bad Habits" Dioh, casi se besan! e_e)


Espero que les haya gustado. Gracias por leer y comentar  ♥


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