Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tu Mentira [HunHan] por hh_mili

[Reviews - 87]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

Hola!!!!!!!!! Aquí estoy de nuevo…….perdón por el retraso xd

Muchas muchas gracias por sus rws las responderé dentro de unos horas jejejeje…..bueno pues que les puedo decir….este es el penúltimo capítulo….ahhhh ya me puse sensible….sin nada mas que decir pues a leer se dijo…

-------------♥-------------

 

Para cuando regresaron sus padres, Luhan ya se había lavado la cara y recuperado lo suficiente para decirles con aparente tranquilidad que Sehun se había presentado allí para declararle su amor. Lo habían hablado, les dijo, e iban a intentarlo de nuevo. Añadió también que no pensaba apresurarse en volver al hogar conyugal, sino que Sehun pretendía cortejarlo de nuevo, como cuando fueron novios.

Su padre se había quedado impresionado y su madre se había puesto a dar saltos de alegría.

—¡Qué maravillosa noticia, cariño! —había exclamado—. Quién sabe… ¡el próximo año a lo mejor hasta me haces abuela!

A la mañana siguiente, Luhan se despertó y lo primero que hizo fue ir a una farmacia por dos pruebas de embarazo. ”Negativo” habían marcado ambas. De manera extraña, la llegada de la evidencia de que no había concebido le provocó una ligera punzada de decepción. Después de un viaje al cuarto de baño, bajó para prepararse una taza de café, lo cual le recordó la conversación con Sehun  la noche anterior, Realmente se había mostrado muy duro con él. Demasiado.

Sintiéndose culpable, miró el reloj de la cocina: eran poco más de las ocho. No era demasiado temprano para llamar a Sehun y disculparse. Si él había podido ser lo suficientemente maduro como para ir a buscarlo para pedirle perdón, seguro que él podría hacer lo mismo. Además, tampoco había sido enteramente inocente de lo que había sucedido en Dream Island. Nunca debió haberle dejado pensar que estaban intentando tener un bebé. Eso había sido una maldad por su parte.

Sin pensárselo dos veces, descolgó el teléfono inalámbrico y marcó el número.

—Residencia Oh —respondió Seulgi.

—Seulgi, soy Luhan. ¿Está Sehun?

—No, ha salido para la oficina. Quizá lo localice en el teléfono del coche.

—No, no me gusta llamarlo cuando está conduciendo. Esperaré a que llegue. Ah, y… Noona, tenía usted razón. Sehun me quiere. Vino a verme anoche y hemos decidido volver a intentarlo.

—Sabía que algo bueno debía de haber sucedido. Esta mañana estaba de muy buen humor. Entonces… ¿cuándo volverá a casa?

—Aún no. Pronto, quizá. Me estoy haciendo el difícil.

—No es una mala táctica con hombres como él. Pero cuidado: ya sabe que la paciencia no es una de las virtudes del señor Oh Sehun.

Luhan se echó a reír.

—Ya lo sé. Seguiremos en contacto, Seulgi. Adiós.

Luhan colgó, todavía sonriendo. Era bueno que gente como Seulgi también pensara que Sehun lo amaba. Eso reforzaba su confianza. Sabía que su marido no tardaría mucho en llegar al centro de la ciudad. Media hora a lo sumo, dependiendo del tráfico. SM ocupaba uno de los pisos altos de un bloque de oficinas de Goulburn. Sehun solía tener por costumbre entrar a las ocho y media. Desayunaría primero y después lo llamaría al móvil.
Veinte minutos después, eso era precisamente lo que estaba haciendo.

—¡Luhan! ¡Qué alegría que me hayas llamado tan pronto!

—Sehun, he estado pensando…

—¿Sí?

—Me porté fatal contigo anoche.

—No, no, te mostraste perfectamente razonable. Y sensato.

—¿De veras?

—Absolutamente. Tienes todo el derecho a no confiar en mí. A no creerme.

—Pero yo te creo…

—¿Y confías también?

—Sí, también confío en ti.

—Oh, Hannie…amor…

Parecía emocionado, lo cual lo emocionó también.

—Llévame a cenar esta noche por ahí —le pidió con voz ronca—. A algún lugar especial y romántico.

—Hecho. ¿A las siete y media?

—De acuerdo.

—Estupendo.

—No estoy embarazado —le informó de pronto, deseoso de librarse de aquel último resto de duda—. Cuando dejas de tomar la píldora, suelen alterarse tus hormonas un par de días. A no ser, por supuesto, que te hayas quedado embarazado por accidente.

—Bueno, eso no pudo haber sucedido, ¿verdad? Quiero decir que… nosotros no mantuvimos relaciones sexuales después de que yo te tirara las píldoras.

A Luhan no le gustó que lo hubiera llamado así: «tener relaciones sexuales» en lugar de «hacer el amor».

—El esperma puede vivir durante cuarenta y ocho horas, Sehun. Yo creía que ya lo sabías.

—Oh. Bueno, supongo que sí. En teoría. Pero no se me ocurrió la posibilidad.

—A mí sí.

—Oh, Hannie, lo siento. Seguro que estabas muy preocupado.

—Desde luego.

—Hannie…

—¿Sí?

—Quiero que sepas que te amo y que quiero que vuelvas conmigo… aunque no quieras tener hijos.

—Aprecio mucho que me digas eso, Sehun. Pero puedes estar tranquilo. Quiero tener hijos. Que hoy haya no haya pasado ha hecho que me dé cuenta de las ganas que tengo de tenerlos. Por muy extraño que pueda parecer, casi me he sentido un poquito… decepcionado.

—Sé que serás una madre maravillosa.

—Padre…— dijo entre dientes— Soy hombre así que Padre… en fin, eso espero.

—Amor, debo dejarte, cariño. Esta mañana tienen que ponerme al tanto de todo lo que ha pasado durante mi ausencia. Lo siento.

—No pasa nada. Nos vemos esta noche.

Esa misma mañana, algo más tarde, recibió una llamada de Yifan para informarle de que una cliente estadounidense había visitado la galería y se había enamorado de una de sus pinturas: la que tenía por título Desesperación.

Dos cosas persuadieron a Luhan de que la vendiera. La primera era la sorprendente oferta de cuarenta mil dólares. Y la segunda era el dato de que la mujer volaría de vuelta a Los Angeles ese mismo día.

—De acuerdo, pero quiero que retires la otra pintura del escaparate —le dijo a Yifan—. Envuélvemelo, por favor. Dentro de un rato pasaré a recogerlo.

Fue durante el trayecto al centro para recoger la pintura cuando decidió que no quería esperar hasta la noche para ver a Sehun. Era demasiado tiempo. Quería verlo ya. Así que, una vez recogida la pintura, en lugar de volver a casa de sus padres, puso rumbo a SM. Faltaba poco para la hora de comer. Durante la comida, le contaría lo de las pinturas. Se había quedado muy sorprendido cuando se lo mencionó la noche anterior.

Encontró un lugar en el aparcamiento de varios pisos que se alzaba frente al edificio donde trabajaba Sehun. Cinco minutos después subía en el ascensor hasta su planta. Según le habían contado. SM no era como las demás agencias de publicidad. No se permitía el descuido en cuestiones de ropa, ni siquiera en los creativos. Los jeans rotos estaban prohibidos. Imperaban los trajes.

Así que cuando Luhan empujó la puerta de cristal que llevaba a la zona de recepción, se alegró de haberse vestido y arreglado bien. No reconoció a la atractiva rubia que atendía el mostrador principal.

—¿Dónde está Soohee? —preguntó directamente.

—Ha salido a comer. ¿En qué puedo ayudarlo, señor?

Evidentemente era nueva.

—He venido a ver a mi marido. El señor Oh Sehun.

La joven abrió mucho sus enormes ojos azules.

—¡El señor Oh! Lo siento… No me había dado cuenta… Yo pensé que… Oh, perdone, debo de parecerle una tonta. Mire, creo que el señor Oh Sehun está ocupado con alguien en este momento.

Luhan suspiró: sabía que debería haber llamado. Pero ahora estaba allí. Y no iba a marcharse sin haber visto a Sehun, al menos unos minutos.

—¿Sabe quién es? ¿Alguien importante?

—Yo, er… no estoy segura —balbuceó, azorada—. Pero su secretaria me dijo que no le pasara ninguna llamada.

—Oh, no hay problema. Pediré consejo a Soohee antes de entrar.

La secretaria pareció aliviada de poder transferirle la responsabilidad a otra persona.

—Oh, sí, eso será lo mejor. Soohee decidirá lo que es más oportuno.

Luhan se alejó de recepción por el pasillo que separaba los despachos de los ejecutivos de la sala principal de trabajo. El de Sehun estaba justo al final. La mesa de Soohee se encontraba vacía. Parecía como si hubiera salido, así que decidió sentarse a esperarla. Una vez instalado en el sillón de cuero, el silencio reinante la hizo ser cada vez más consciente de las dos voces procedentes del despacho de Sehun. No podía entender lo que estaban diciendo, pero una de ellas era femenina.

Cuando reconoció las palabras «lo siento muchísimo», aguzó todavía más los oídos. Pero fueron los sollozos de la mujer los que la hicieron levantarse. ¿Quién diablos estaría allí con Sehun? Tenía que averiguarlo.

Sehun acababa de abrazar a una sollozante Sulli cuando la puerta del despacho se abrió de golpe y Luhan apareció en el umbral. Por un instante, se quedó petrificado, mudo: la imagen perfecta del esposo traicionado. Hasta que giró sobre sus talones y se marchó.


Sehun se apartó de Sulli y corrió tras él. Lo alcanzó en el pasillo.

—No te precipites a sacar conclusiones —le dijo, y la llevó de vuelta al despacho de Soohee. Una vez dentro, sin soltarlo, cerró la puerta de una patada.

—¡Eres un canalla sin conciencia…! —le insultó mientras forcejeaba con él, golpeándolo en el pecho y en la cara.

—No es lo que tú piensas. Déjame explicarte.

—¡No! —chilló, ruborizado—. ¡No pienso dejar que me expliques nada!

—Entonces déjame que te lo explique yo.

Se quedó paralizado al escuchar la voz de Sulli. La última persona que hubiera querido que le explicase nada era la ex de Sehun. La mujer a la que probablemente seguía amando. ¿Por qué si no la habría abrazado con tanta ternura?

—¿Por qué debería hacerte caso? —le espetó Luhan.

—Porque mañana por la noche… —replicó la mujer en un tono de voz extrañamente tranquilo— probablemente estaré muerta.

¡Muerta! Luhan se le quedó mirando más que asombrado. No tenía aspecto de enferma. Quizá un poco delgada. Y tensa. Sí, parecía tensa y cansada. Estaba pálida y tenía los ojos congestionados. Aunque, por supuesto, había estado llorando.

—No tengo ningún motivo para mentirte —continuó Sulli—. Tengo un tumor cerebral maligno. He venido a Seúl para operarme. La operación, muy arriesgada, tendrá lugar mañana: es mi única esperanza. Pero las posibilidades de que salga bien no son muchas, según me han dicho, Así que no podría quitarte a Sehun, ni aunque quisiera. Sehun te ama. Luhan a ti y sólo a ti. Él mismo me lo dijo hace cinco minutos. Simplemente me estaba ofreciendo un poco de consuelo… y de perdón.

Luhan se volvió hacia su marido, que asintió lentamente con la cabeza.

—Necesitaba su perdón —continuó Sulli—. Sin él, no podía enfrentarme a la muerte.

«Oh. Dios», exclamó Luhan para sus adentros, lanzando a Sehun una desesperada mirada. Sulli esbozó una sonrisa triste.

—Me pesaría terriblemente sobre la conciencia que mi aparición de hoy pudiera perjudicar de algún modo su relación. Por favor. Luhan, créeme. Tu marido es un hombre maravilloso. De lo que más me arrepiento es de no haberlo apreciado en su justo valor mientras estuve con él. Mi única excusa es casi un tópico: vengo de una familia desestructurada. Muy desestructurada. De niña tuve que soportar cosas horribles, que me dejaron incapacitada para tener hijos. Todo ello me convirtió en una mujer amargada. Odiaba a los hombres. Hasta que descubrí que mi belleza física me daba la oportunidad de hacérselo pagar —se volvió hacia él—. Nunca debí haberme relacionado contigo, Sehun. Pero estaba obsesionada con la venganza, y con la idea de tenerlo todo, materialmente hablando. Te hice daño, lo sé, y lo lamento mucho. El hombre con el que estoy ahora… él sabe la verdad sobre mí y me quiere, a pesar de todo. Mañana estará conmigo en el hospital, y yo espero despertarme por él. Pero si no lo hago, me gustaría morir con la conciencia tranquila. Ya le he pedido perdón a Sehun. Pero me gustaría contar también con el tuyo. Luhan.

—¿El mío?

—Sí, Por lo que veo, tengo la sospecha de que lo que hice pudo haber influido en tu matrimonio con Sehun. Espero que no, pero tu reacción de hace un momento me da que pensar. No dejes que nada ni nadie te impida amar a este hombre. Se merece tu amor. Y se merece tener hijos. Será un padre fabuloso.

—Eso lo pienso yo también —repuso Luhan, y lo tomó de la mano.

—Muy bien, entonces. Tengo que irme. He de estar en el hospital sobre las tres.

—¿Qué hospital? —le preguntó Sehun.

—Royal Price Alfred.

—Iremos a verte mañana.

La expresión de Sulli era tan triste, que a Luhan se le saltaron las lágrimas.

—Preferiría que no fueran. Estaré en buenas manos. Cuídense mucho.

—Tú también.

—Hunnie… —sollozó Luhan cuando Sulli se hubo marchado.

Sehun no pronunció una palabra. Simplemente lo acercó hacia sí y la estrechó en sus brazos.

—Te amo demasiado… —pronunció al fin.

Luhan alzó la cabeza y allí estaba: aquella mirada que siempre había anhelado ver. No la del deseo, sino la del amor.

El amor profundo y verdadero.

Él suspiro que lanzó fue de completa satisfacción.

 

Notas finales:

Que les pareció? Espero sus RWS lo actualizare el sábado xddd gracias gracias 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).