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Tu Mentira [HunHan] por hh_mili

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Notas del capitulo:

Ahi esta la continuacion, lamento mucho la tardanza tuve algunos preblemas y tuve tiempo de nada :(

------------♥------------

 

Dream Island no era una isla grande. Y tampoco se encontraba lejos de tierra firme. Pero toda ella reunía los requisitos que debía tener una escapada romántica: pequeñas y numerosas playas de arenas blanquísimas, variedad de restaurantes dirigidos por los mejores chefs del mundo y un surtido de alojamientos de cinco estrellas para todos los gustos: desde el elegante hotel situado al pie de la playa principal hasta las villas individuales que salpicaban los jardines tropicales.

La villa de dos dormitorios que Sehun había reservado para su segunda luna de miel era la única que tenía playa privada además de piscina. Era escandalosamente cara y solían alquilarla familias reales y estrellas de rock, o al menos eso le habían contado a él.

Esa vez iba a ocuparla un excéntrico millonario coreano dispuesto a gastar una fortuna para impresionar y hacerle un hijo a su esposo.

Pero no era precisamente en eso en lo que estaba pensando Sehun cuando el avión aterrizó en Cairns y de allí viajaron por fin en helicóptero a Dream Island. En realidad, estaba pensando en hacer el amor con Luhan.

El tiempo que tardaron en llegar a la villa, a bordo de un buggy de playa que atravesó la densa selva tropical, lo irritó sobremanera. Pero su frustración quedó al margen cuando vio lo que había alquilado por dos mil dólares al día. La villa de estilo oriental no sólo era lujosa, sino que además estaba perfectamente acondicionada para el tipo de episodios eróticos que había tenido oportunidad de planear en el avión. Tenía un inmenso dormitorio con una cama enorme y un opulento baño de madera de teca con doble ducha y jacuzzi. El salón era igualmente adecuado, con varios cómodos sofás, lujosas alfombras y una gran pantalla de plasma.

Si a todo ello se añadía una absoluta intimidad, el resultado era el entorno perfecto para lo que Sehun había estado pensando.


Pero primero tenía que deshacerse del diligente empleado que los había escoltado hasta allí, y que llevaba ya diez minutos enseñándoles la villa.

—Sólo tienen que descolgar cualquiera de los teléfonos… —estaba diciendo el hombre, que ya les había mostrado el salón, el dormitorio, el baño y la cocina— y la recepción del complejo contestará inmediatamente. Les atenderemos a cualquier hora del día o de la noche. Hemos descubierto que los matrimonios de luna de miel prefieren este método, en lugar de que los empleados de limpieza se presenten cada mañana. La cocina está bien aprovisionada de todo lo necesario, pero también servimos comidas y cestas de picnic. Toda la comida y la bebida están incluidas en la tarifa. No se carga gasto extraordinario alguno a los huéspedes que alquilan esta villa en concreto, ni siquiera en los restaurantes. Les entregó las llaves de su buggy, aunque no lo necesitarán para ir a la playa. Como ya habrán podido ver, se encuentra a menos de cincuenta metros de la puerta. Lo necesitarán, sin embargo, para acercarse a los restaurantes. Creo que no me he olvidado de nada… ¿Tienen alguna pregunta? —terminó con una radiante sonrisa.

—Estoy seguro de que nos lo ha explicado todo —le dijo Sehun mientras se guardaba la llave del buggy, después de lo cual sacó un billete de cincuenta dólares de la cartera—. Gracias —y le tendió el dinero.

—Muy agradecido, señor.

—Y yo a usted por marcharse de una vez —musitó entre dientes mientras el empleado se alejaba.


Al fin se había quedado a solas con Luhan… que, por cierto, había desaparecido: debía de haber ido al dormitorio principal. Inmediatamente se dirigió hacia allí. En efecto, allí estaba, de pie en medio de la habitación, contemplando la cama.

La mirada de Sehun, sin embargo, se vio atraída no tanto por la cama, sino por el cabecero. Era de mimbre color cereza, como el resto del mobiliario. No había postes, pero sería perfectamente posible atar al cabecero un pañuelo de seda, o una corbata. Era una pena que no hubiera traído ninguna…

—¿Qué te parece? —inquirió, dándose cuenta de repente de que Luhan no había pronunciado una palabra desde que llegaron. Tampoco había tenido muchas oportunidades, con aquel empleado que había estado hablando por los codos desde el instante en que los recogió en el helipuerto.

Luhan aspiró profundo y dejó escapar el aire lentamente, intentando recuperar la confianza en sí mismo que Sehun había logrado imbuirle esa mañana. Pero era inútil. El nuevo Luhan, el Luhan atrevido y sensual, estaba definitivamente en peligro de trocarse de nuevo en el pobrecito Luhan, en un deprimente proceso que empezó en el momento en que Sehun había reclinado su asiento y cerrado los ojos para quedarse dormido en seguida.

Al principio se había maravillado de su capacidad para relajarse cuando debía de haber estado tan excitado como él. Pero luego, al ver que se había quedado tranquilamente dormido, le habían entrado ganas de llorar.

Al final, también había reclinado su asiento y había intentado poner la mente en blanco; pero no había podido, acosado por inquietantes pensamientos. Evidentemente, todavía le quedaba mucho trecho para convertirse en la clase de hombre capaz de excitar a su experimentado marido. Una vez que Sehun superó la primera sorpresa que le produjo su «nueva imagen», en realidad se había mostrado más divertido que excitado, una sospecha que se vio confirmada cuando se quedó dormido.

Para cuando el avión aterrizó en Cairas y de allí se trasladaron a Dream Island… ya estaba arrepentido de haber ido. Forzando una sonrisa, se volvió hacia él.

—Todo esto ha debido de costarte una fortuna.

—Y que lo digas. Pero ha merecido la pena hasta el último céntimo. Me encanta la intimidad de este lugar. Creo que voy a hacerme nudista, al menos durante los diez próximos días. ¿Te animas?

Al ver su expresión de horror. Sehun comprendió que el Luhan con el que había viajado en avión esa mañana seguía siendo el mismo de antes. Evidentemente Luhan quería cambiar, deseaba probar cosas diferentes. Pero para un cambio tan radical se necesitaba mucho coraje y un alto grado de confianza en sí mismo que a veces podía faltarle, como le estaba ocurriendo en aquel mismo momento. Podía entender perfectamente lo que debía de estar sintiendo.
Pero no estaba dispuesto a que se refugiara de nuevo en su concha.

En cualquier caso, tendría que ir más despacio de lo que había planeado en el avión, y rebajar sus expectativas, al menos las inmediatas.

—Bueno, lo primero es lo primero. ¿Tienes hambre? Hay un montón de comida en la cocina.

—No, gracias —respondió, incómodo—. Ya he comido bastante en el avión. Pero creo que tomaré una ducha. Hace más calor aquí de lo que pensaba que haría en esta época del año.

—Es verdad. Y es una buena idea. Me ducharé contigo.

Vio que ponía unos ojos como platos, confirmándole lo que había sospechado: Luhan estaba sufriendo una crisis de autoconfianza.

La súbita vulnerabilidad de su rostro lo dejó conmovido. De repente, aquel aire de inocencia le pareció absolutamente encantador. Pero la hora de la inocencia había pasado. Ese día él le había demostrado que podían compartir algo más que una agradable experiencia sexual, y Sehun deseaba precisamente eso. Lo deseaba con desesperación.
Además, sabía que no le estaría haciendo ningún favor si permitía que se refugiara de nuevo en su tímida naturaleza.

—Te gustará —le dijo, sonriente—. Confía en mí.

¡Qué confiara en él! Luhan no habría podido imaginar una expresión más irónica. Pero en aquel momento no se trataba de confianza, sino de vergüenza. Sintió que le ardía la cara mientras se imaginaba a sí mismo desnudo ante él. O, más que desnudo, desnudado.

Sehun, por su parte, se había quedado sorprendido al ver que se ruborizaba por segunda vez. Pero no había tiempo para hablar. ¡Era la hora de la acción!

El menor se dejó abrazar y besar en un principio, contento de dejarle la iniciativa. Después de todo, eso se le daba muy bien: mandar. Se había mostrado extremadamente dominante cuando se conocieron, deslumbrándolo de tal forma, que había tenido poco tiempo para preocuparse o sorprenderse de que se hubiera fijado en él. Pero eso era lo que necesitaba en ese momento: entregarse ciegamente a la pasión que Sehun parecía demostrarle. Por eso había aceptado aquella segunda luna de miel. Para volver a hacer el amor con él una vez más.

Por otro lado, no se hacía ilusiones sobre el futuro de su matrimonio. ¿Cómo habría podido, cuando él no deseaba tener otro bebé?

Se recordó que no debería haberse sentido culpable. Era él quien debería sentirse arrepentido. Pero Sehun y la culpa eran términos incompatibles. Era un ser implacable, de sangre fría…

No. lo de la sangre fría no era cierto, pensó con un gemido mientas se dejaba abrazar. La evidencia de su deseo, clavándose con desesperada urgencia en su vientre, así lo demostraba. Excitado, le echó los brazos al cuello y pudo sentir su pecho estrechamente apretado contra el duro muro del de Sehun.

De alguna manera el mayor consiguió levantarlo en brazos sin despegar los labios de su boca, y el beso se prolongó mientras pasaban del dormitorio al baño. Segundos después lo bajaba al suelo, decidido a sacarle la camisa por la cabeza.

—Por mucho que me encante esta camisa… —le dijo mientras la arrojaba descuidadamente a un lado— tendrá que desaparecer.

Sin dejar de mirarlo a los ojos. A Luhan le pareció que transcurría una eternidad hasta que su pecho quedo totalmente expuesto. El corazón le latía a toda velocidad.

Sólo entonces Sehun bajó la mirada.

—Pero esto es todavía más precioso…

Luhan aspiró profundamente, preparándose para la inminente caricia. Pero la caricia no llegó. En lugar de ello. Sehun apoyó las manos en la cintura de sus pantalones blancos.

Esa vez el pulso se le disparó. Muy pronto, Sehun podría ver con sus propios ojos lo que se había hecho. ¿Se quedaría sorprendido? ¿Agradado, complacido? ¿Le gustaría ese tipo de cosas? Luhan suponía que a la mayoría sí.

Esperaba que a Sehun también. No podría soportar ver una mirada de disgusto o desagrado en sus ojos…

—Hunnie —pronunció de repente.

—¿Qué?

—Yo… tengo que decirte algo.

—Espero que no sea nada malo.

—En realidad no…

—Eso suena todavía peor.

Se arrepintió de haber hablado. Cada vez le resultaba más incómodo confesarle lo que simplemente estaba a punto de descubrir por sí mismo. Pero ya era demasiado tarde.

—Ayer… —empezó, tragando saliva… cuando fui al salón de belleza, yo, er… me hicieron un trabajo a la cera.

Sehun frunció el ceño, sorprendido.

—¿Y?

—Que me lo hicieron por todo el cuerpo.

Vio que arqueaba las cejas. Pero luego sonrió. Una sonrisa decididamente sensual.

—Pequeño pícaro…

Esa vez le encantó su rubor, la manera en que podía sentirse avergonzado y excitado al mismo tiempo… Hasta que conoció a Luhan, no había querido saber nada de vírgenes. Siempre había preferido chicos con experiencia.
Pero al fin había descubierto por qué algunos hombres tenían esa debilidad por las chicos vírgenes, especialmente aquéllos que se mostraban dispuestos a aprender los numerosos y variados placeres de la carne. Que era precisamente el caso de Luhan en aquel momento. Tenía la cabeza llena de infinitas posibilidades eróticas, y posturas…

—Dame sólo un segundo, Hannie —le dijo mientras empezaba a desabrocharse los botones de la camisa—. Creo que debo desnudarme antes de seguir adelante contigo. Estás tan sexy ahora mismo… —añadió al terminar de quitársela—. Me gustaría tenerte medio desnudo durante todo el tiempo que estemos aquí. O quizá desnudo del todo, sólo con ese collar que te hace ver sexy…

Luhan se alegró de que hubiera mencionado él collar, dándole una excusa para bajar la mirada en lugar de clavarla en su desnudez. Se había olvidado de lo avasalladoramente masculino que era el cuerpo de su esposo.

—Casi me da lástima que tengas que quitártelo —continuó él, con sus calcetines volando hacia el otro lado de la habitación, junto con el resto de su ropa—. Pero siempre podrás ponértelo después cuando salgamos de la ducha.

La imagen que convocó con aquellas palabras lo dejó sobrecogido. La idea de exhibirse desnudo ante él únicamente con un collar le resultaba demasiado… intimidante.

—Pero lo primero es lo primero —añadió él mientras se disponía a desabrocharle el botón de los pantalones—. No sé tú, pero yo de repente estoy sudando de calor.

Con un brillo de deseo en sus ojos oscuros, le bajó la cremallera, descubriendo el bóxer casi embarrado blanco. Estaba a punto de bajarle el pantalón cuando Luhan se quedó sin aliento.

Pero, casi inmediatamente. Sehun se detuvo.

—Creo que tendrás que descalzarte primero.

Así lo hizo.

—Y ahora el resto —ordenó él—. Hazlo. Quiero verte.

Un nudo le subió por la garganta. Pero no tenía más remedio que obedecerlo, tan excitado como estaba. Era cruel la capacidad que tenía de despertarle aquel deseo… Cruel y despiadada.

Resistirse carecía de todo sentido. En algún momento de la última semana había alcanzado un punto de no retomo, y nada excepto la muerte podía detenerlo ya.

Sehun no estaba muy seguro de que fuera a hacerlo, lo de desnudarse delante de él. ¡Pero sí! ¡Lo hizo!
Aquella muestra de obediencia le provocó una sensación de triunfo. Se sentía orgulloso de que un chico tan tímido hubiera hecho algo tan atrevido. Descarado, incluso.

Pero esa satisfacción quedó pronto olvidada ante la vista de su cuerpo. ¡Qué hermoso era! Tenía una figura perfectamente proporcionada y deliciosa cintura, caderas y generosas, piernas largas y bien torneadas.

Quizá no debería haberse sentido tan sorprendido. Pero lo cierto era que nunca antes la había visto desnudo de pie ante él: solamente tumbado en la cama, habitualmente cubierto por las sábanas.

—Pareces un dios griego —murmuró mientras lo barría con la mirada—. No, no te cubras… —le advirtió al ver que se llevaba las manos a cuerpo tapándose—. Quiero mirártelo —«y tocarte. Y lamerte», añadió para sus adentros.

Y Luhan se iba a dejar. Iba a dejar que le hiciera todo lo que gustara con él.

Ciertamente, seguía tenido una expresión de asombro en los ojos. Pero junto al asombro estaba la excitación. Su pecho subía y bajaba al ritmo de su respiración, entreabría levemente los labios en su esfuerzo por llenarse de aire los pulmones. Sehun estaba seguro de que, si en ese instante hubiera estirado la mano hacia su miembro, lo habría sentido muy, muy palpitante.

Luhan ansiaba que dejara de mirarlo de una vez e hiciera algo. Lo que fuera. Ya le había supuesto un verdadero tormento terminar de desnudarse, sobre todo cuando tuvo que quitarse la ropa interior. Nunca se había sentido tan vulnerable en toda su vida, ni tan excitado tampoco.

—Quédate donde estás —le ordenó él—. No te muevas. No te cubras.

Luhan cerró los puños a los lados mientras lo veía descorrer la pantalla de la ducha y meterse dentro para abrir los grifos. Se tomó su tiempo para ajustar la temperatura del agua y la dirección de los dos potentes chorros antes de reunirse nuevamente con él.

—Vamos —lo tomó de la mano.

Lo llevó al centro del plato, donde los dos chorros se encontraban, y la colocó de manera que el agua cayera sobre él como una tormenta tropical, por delante y por detrás. El gemido que soltó Luhan fue de sorpresa, porque jamás había imaginado que la sensación del agua pudiera resultar tan erótica. Cuando cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás para apartarse el pelo de la cara, el impacto de los dos chorros en su cuerpo provocó que se endureciera aún más.

Cuando volvió a abrir los ojos, vio que Sehun había entrado en la ducha y estaba de pie frente a él.
Estaba a punto de atraerlo hacia sí cuando lo miró a los ojos. Nunca había visto tanto deseo en los ojos de una persona como Luhan.

Le pidió que se diera la vuelta para poder abrazarlo por detrás. Apretándolo contra su cuerpo con un brazo y empezar a masturbarlo, utilizó su mano libre para prepararlo convenientemente. Pero no tardó en descubrir que no hacía tanta falta la masturbación. Ya tenía tres dedos y no vacilaba mientras acudía al encuentro de su mano y alzaba las nalgas de la manera más provocativa posible. No tenía sentido andarse con preliminares. ¡Tenía que entrar en él ya, rápido!

Cuando Sehun lo hizo volverse de nuevo, le echó los brazos al cuello y alzó la pierna derecha para rodearle la cadera. En esa posición, se preparó para penetrarlo.

—Sí… —gruñó en el instante en que sintió su carne cerrándose sobre la suya.

El ronco gemido de Luhan fue como un reflejo de su propio placer. Placer y pasión. No le bastaba con estar dentro: el deseo de moverse era tan violento como urgente. Sehun lo llevó en vilo hasta la pared de azulejos, buscando un
punto de apoyo.

No hubo ternura alguna en aquel acto: sólo la desesperada necesidad de desahogar la frustración de los últimos meses. Pero no era una frustración puramente física, sino también emocional.

Empezó con las embestidas tan anheladas para su cuerpo… hacía ya tanto tiempo que no sentía aquella cavidad caliente que lo envolvía mientras el salía y entraba ahora de una manera frenética. Sentía el aliento de Luhan chocar con la piel de su cuello. Sentía esa cálida sensación cada vez que gemía jodidamente muy cerca de su oído. Así como también los reprimía con su boca en un pasional y arrebatador beso. Era demasiado, empezó a embestir el menudo cuerpo de Luhan de una forma desgarradora, se odiaba por no aguantar tanto en un momento como este…

Quería experimentar el orgasmo de Luhan tanto como el suyo propio. Sólo entonces podría saber con seguridad que había vuelto a recuperar a su esposo y que podían tener un futuro juntos. Porque había llegado a temer que su segunda relación seria terminara fracasando como el primero.

Pero ya no. Evidentemente Luhan todavía lo amaba y lo deseaba. «Más que nunca», añadió para sus adentros con una jubilosa sensación de triunfo cuando lo sintió derretirse en sus brazos, en perfecta sintonía con su propio clímax.

Apoyando ambas manos en la pared, cerró los ojos con fuerza y se concentró en paladear la intensidad de sus contracciones internas que apresaban su miembro. Contracciones que se prolongaron una y otra vez, mientras Sehun se vertía en él de la manera más satisfactoria posible.

Hasta que finalmente cesaron, y Luhan dejó su esencia entre los dos cuerpos mientras dejaba caer los brazos a los lados. Con un suspiro saciado, Sehun se retiró; sólo entonces abrió los ojos, y se quedó sorprendido al ver que tenía los ojos llenos de lágrimas.

—¡Luhan! ¡Cariño! —exclamó, preocupado y alarmado—. ¿Qué pasa?

No parecía capaz de responder. Simplemente movió la cabeza de lado a lado, con las lágrimas rodando por las mejillas.

—¿Te he hecho daño?

Volvió a negar con la cabeza.

—Estás cansado —lo meció cariñosamente en sus brazos—. Los viajes cansan mucho —o eso o había experimentado algún tipo de depresión después del orgasmo. Había personas que se emocionaban mucho después de hacer el amor, sobre todo si habían tenido un orgasmo como el de Luhan por el grito que había dado. Nunca antes lo había visto llorar después de hacerlo. Pero la gente cambiaba. Y Luhan había cambiado.

Tampoco podía descartar que aquellas lágrimas tuvieran algo que ver con el bebé que hacía tan poco había perdido.

—Vamos bajo el agua —le dijo, al ver que empezaba a temblar de frío—. Así está mejor, ¿no te parece? Date la vuelta y apóyate en mí, que voy a dejarte todo limpio.

No había tenido intención de excitarlo de nuevo con el gel. Tampoco había imaginado que pudiera suceder tan rápido. Pero en el instante en que le rozó los muslos con la mano, lo sintió endurecerse. Sintió que todo él se excitaba. ¡Increíble!

Apenas unos segundos antes se había quedado totalmente saciado, convencido de que tendría que esperar a recuperarse antes de volver a hacer el amor con el menor. Pero ahora ya no estaba tan seguro. Por supuesto que podría. Sin embargo… ¿le dejaría que le hiciera lo que tenía en mente?

Sólo había una manera de averiguarlo.

—Espera un poco, precioso —le dijo mientras cerraba los grifos—. Se impone un cambio de escenario.

Luhan apenas tuvo tiempo para pensar antes de que se viera enérgicamente secado con una toalla y envuelto en otra. Y tampoco quería hacerlo. Pensar sólo serviría para entristecerlo, como le había ocurrido hacía unos minutos, después de que Sehun le hubiera hecho el amor de una manera tan brusca en la ducha.

Había disfrutado mucho, desde luego. No había tenido ninguna queja. ¿Pero qué había hecho su mente después? Lo había impulsado a desear la luna; eso era. Le había hecho desear lo que no podía tener: su amor.

¡Como si eso pudiera suceder! Podía acicalarse y vestirse de la manera más provocativa del mundo, y lo único que podría esperar de Sehun sería que lo deseara algo más… Había estado con una top model, por el amor de Dios, y no la había amado. ¿Qué posibilidades tenía él?

«Concéntrate en el sexo, Luhan», se ordenó con severidad mientras se dejaba llevar en brazos al dormitorio. «Al menos podrás disfrutar».

—Agárrate a mi cuello —le dijo él mientras aguantaba su peso con una mano y retiraba la colcha de la cama con la otra.

Las sábanas eran de satén de color crema; Sehun lo tumbó y acto seguido le quitó la toalla. Se tendió a su lado. Gotas de agua perlaban su marcado pecho.

—Así está mucho mejor —murmuró mientras le apartaba el cabello todavía húmedo de la cara—. Estamos mucho más cómodos.

Lo besó entonces. Lo besó y acarició hasta que lo dejó todo excitado, temblando. Cuando se cernió sobre él, Luhan contuvo el aliento a la espera de sentirlo nuevamente dentro. Pero Sehun no hizo nada de eso. Con los ojos muy abiertos, vio que empezaba a deslizar los labios todo a lo largo de su cuerpo, trazando un sendero de besos. Primero por su torso, su estómago, su vientre…

«Oh, Dios», pensó, aturdido, cerrando los dedos sobre las sábanas.

Una parte de su ser se estremeció al imaginárselo allí abajo, haciéndole lo que le estaba haciendo. Pero al resto de su persona no le importó lo más mínimo. ¡Sobre todo teniendo en cuenta lo mucho que estaba disfrutando!

Sus labios y su lengua parecían estar en todas partes, besándolo, lamiéndolo, chupándolo. Sus dedos se mostraban igualmente implacables, aumentando su erótico tormento con una preparación increíblemente íntima. No podía creer que le estuviera haciendo todas aquellas cosas. No podía creer que estuviera disfrutando tanto con aquellas escandalosas libertades que él se estaba tomando con su cuerpo.

Y tampoco podía creer que se hubiera detenido tan de repente. El grito que soltó fue de pura frustración.

—Confía en mí —le pidió Sehun con la cabeza apoyada sobre la leve curva de su vientre, antes de deslizar los dedos por la suave piel de su muy bajo vientre sin tocar su miembro—. Me encanta verte así —murmuró con una sonrisa perversa.

Era un hombre perverso, pensó Luhan sin aliento, cuando lo sintió reanudar sus caricias. Más perverso de lo que había imaginado. La tensión que le estaba provocando por dentro era tanto de placer como de dolor. De tormento y de éxtasis. En aquel momento habría sido capaz de hacer lo que fuera por él…

Pero una vez más Sehun volvió a interrumpirse y alzó la cabeza.

—Es increíble —le dijo con una expresión casi perpleja—. Yo creía que ya no podía más, y de pronto resulta que sí. Pero como en el avión me dijiste que debíamos ser sinceros el uno con el otro, tengo que confesarte que no soy un gran aficionado a la postura del misionero. Así que… ¿te importaría que probáramos algo diferente?

No esperó su respuesta. Simplemente se incorporó y lo ayudó a sentarse. Después, sentado frente a él, lo atrajo hacia sí y lo acomodó sobre sus muslos, con las piernas bien abiertas mientras empezaban los movimientos pélvicos haciendo que su entrada sintiera la gran excitación de su esposo.

Y, antes de que Luhan pudiera darse cuenta, lo levanto y penetró.

—No es la mejor posición del mundo para que alguien pueda moverse —gruñó mientras la aferraba de las caderas—. No tengo mucho espacio para apoyarme, así que tú tendrás que colaborar. Con tus músculos internos. Apriétame todo lo que puedas, hacia atrás y hacia adelante. Sí, así… Aaaah, sí…

Ya no dolía tanto como hace unos instantes en el baño, su miembro quedaba más apresado entre los dos vientres aumentando el deseo al ver como el mayor echaba la cabeza hacia atrás mientras el sostenía el vaivén entre sus cuerpos. Un delicioso y desquiciante vaivén para Sehun, más si Luhan apretaba sus muslos haciendo la presión de su estrecha entrada más excitante que había sentido su cuerpo.

El mayor abrió los ojos y lo vio morderse el labio mientras se auto penetraba cada vez más rápido cada vez más cerca del clímax.

—¿Ves lo bien que se te da? Y a ti también te gusta. Puedo verlo. — le susurró mientras lo sujetaba de las caderas.

¿Qué si le gustaba?, se preguntó Luhan, admirado. Le encantaba. Pero quería más.

—Bésame —le ordenó.

A Sehun le emocionó aquella apasionada exigencia. Era justamente lo que quería en un esposo. Alguien con necesidades que fueran un reflejo de las suyas propias. Nunca había imaginado que Luhan podría estar a la altura de aquellas expectativas; que fuera capaz de proporcionarle el grado de placer que había disfrutado con Sulli.

Pero se había equivocado. Luhan prometía ser una pareja aún más excitante. Y la perspectiva de enseñarle todo lo que sabía también lo era. Además, nunca le daría motivos para sospechar que su placer podía ser fingido. No, su placer era real, su amor era real… Todo él era real.

—Be… bésame… ahh… de... una buena vez ngg…— Imploró entre gemidos asombrándose de poder pronunciar palabra mientras sentía como el mayor llegaba cada vez más al fondo.

Le acunó el rostro entre las manos y lo besó, ansioso de devorarle la boca y la lengua sintiendo los chillidos que eran gemidos reprimidos. Las caderas de Luhan seguían moviéndose como si tuvieran voluntad propia, ahora de rodillas yendo de arriba hacia abajo, sintiendo como rechinaba la cama y casi automáticamente rebotaba en el colchón cada vez que pedía más con sus músculos tensándose y distendiéndose alrededor de su miembro…

—¡HUNNIE MÁS!... sí… sí… más — se retorció entre gritos al sentirlo rozar con cada penetración su próstata.

El rubio se puso de rodillas, Sin salir de él se apoyó en su brazo para quedar semi acostado con su cabeza y hombro en la cabecera de la cama para empezar a embestir frenéticamente mientras Luhan aún seguía bailando encima de su –cada vez más palpitante- miembro. Mientras que con su mano libre Lu se empezaba a masturbar siguiendo el ritmo de ese baile erótico.

El agua de la ducha que fue remplazada por el sudor que perlaba todo el cuerpo de ambos. Sólo los gemidos y el sonido de sus pieles chocando era la única música que llenaba la habitación así como el típico olor a sexo.

El clímax le robó a Sehun el aliento, arrancándole un grito ronco, pudo jurar que había llenado de su semilla más de la cuenta a su lindo esposo. Por un instante temió que fuera a sufrir un colapso cardiaco, tal fue la opresión que le atenazó el pecho, como si se lo hubieran apretado con un tomo. Pero luego sobrevino el orgasmo de Luhan sintiendo explotaba entre ellos, y ya no sintió nada que no fuera placer. Oleada tras oleada de placer mientras se erguía de nuevo sentándose en la cama. ¡Un placer glorioso, arrebatador, explosivo!

Estaba empezando a volver a la realidad cuando sintió la boca de Luhan, cálida y húmeda, en el cuello. Se había acurrucado en su regazo, abrazado a él… y el suspiro que soltó fue el de un hombre saciado, feliz.

Aquel suspiro le provocó una satisfacción enorme, incomparable. Si alguien en el mundo se merecía estar contento, saciado, ése era su esposo Oh Luhan. Lo único que le faltaba era concebir un bebé. Con un poco de suerte, en una semana, sería capaz de hacerle eso también.

Mientras tanto…

Esperó unos minutos antes de moverse, hasta que resultó obvio que se había quedado dormido. Con mucho cuidado, lo tumbó en la cama antes de apartarse y salir de su interior. Bostezó; él también estaba cansado.

¿Qué sería lo siguiente que intentaría con él?, se preguntó cuándo ya empezaba a adormilarse.

Las posibilidades, sin duda, eran infinitas…

Notas finales:

Ahora empiezo a responder sus RW. 

Me dicen que tal esta si. Muchas gracias por sus hermosos comentarios ^^


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