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Tu Mentira [HunHan] por hh_mili

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Notas del capitulo:

Hola!!!!! Pues aquí estoy de nuevo, ya entre en vacaciones y pues lo primero que hice fue terminar el capítulo……..

Muchas gracias a todas las personas que comentaron…..ya podre responder a todos su RW mucho más rápido. Bueno sin nada más que decir a leer XDDDD

------------♥------------


Afortunadamente, su madre todavía no había vuelto de su partida semanal de bridge, lo cual le dio la oportunidad de guardar todas sus cosas en su antigua habitación. Y prepararse para lo que sabía iba a ser una reunión familiar ciertamente desagradable. Su padre le preparó un té y lo acogió con cariño, como siempre. Luhan se lo explicó todo de una manera sencilla y sincera, recibiendo a cambio palabras de consuelo y comprensión. No esperaba la misma reacción cuando regresara su madre.

Luhan estaba en su dormitorio del primer piso cuando eso sucedió. El retomo de Jessica fue anunciado por un clamor de voces: la alta y estridente de ella, y la baja y ahogada de su marido.

Irrumpió en su habitación sin llamar.
—Tu padre me ha dicho que has dejado a tu marido —fueron sus primeras palabras, pronunciadas con un tono de censura.

Luhan se quedó sorprendido al descubrir que su primera reacción no era de pánico, como habría sido de esperar. En lugar de ello, se irguió y se lo miró con expresión perfectamente tranquila.

—Bueno, eso no es del todo exacto. Yo no he dejado a Sehun; me ha dejado él a mí. Me echó de la villa de Dream Island, con órdenes de que estuviera fuera de su casa para cuando volviera.

Jessica se quedó completamente helada.
—¡Dios mío! ¿Cómo ha podido hacerte algo así?

—Se enteró de que estaba tomando la píldora.

—¡La píldora! —gritó—. ¿Estuviste tomando la píldora durante tu segunda luna de miel? ¡Oh, pero qué estúpido!

Luhan no había esperado menos. Pero, sorprendentemente, los insultos no lo afectaban en absoluto.

—Bueno, no todo está perdido —continuó su madre mientras caminaba de un lado a otro de la habitación, con las manos en las mejillas—. Se ha enfadado contigo, eso es todo.

Luhan casi se echó a reír. La palabra «enfadado» difícilmente podía describir el humor de Sehun. Su madre se detuvo frente a él.

—No deberías haberte marchado de su casa —lo acusó con un dedo tembloroso—. Nunca se debe abandonar voluntariamente el hogar conyugal. Esto es lo que vas a hacer: vuelve a casa ahora mismo, y cuando Sehun regrese, te disculpas adecuadamente con él y…

—No —la interrumpió el castaño con firmeza—. No pienso volver a casa, madre. Y tampoco voy a disculparme con él. Sehun no me ama. Nunca me ha amado. Lo único que quería de mí era un hijo. Me dejó embarazado deliberadamente para asegurarse de que podía tener hijos. Al contrario de lo que hizo con su antigua mujer, de la que rompió el compromiso cuando se dio cuenta de que era estéril.

—¿De veras? No es eso lo que he oído yo. Tengo entendido que ella se negó a tener hijos Pero eso no importa a la larga, el matrimonio no tiene nada que ver con el amor, hijo mío. Tiene que ver con la seguridad, con el estatus social. Sehun es un hombre brillante y muy rico. Divorciarte de él sería una locura.

—Yo no quiero seguir casado con un hombre que no me ama —replicó Luhan.

—¡Oh, por el amor de Dios!

—Sí, por el amor de Dios —pronunció otra voz a su espalda.

Luhan abrió mucho los ojos cuando vio a su padre, que normalmente desaparecía cuando su mujer sufría una crisis, entrar tranquilamente en la habitación para colocarse a su lado.

—Si te quedara un mínimo de compasión en el cuerpo, Jessica—le dijo a su esposa mientras pasaba a Luhan un brazo por los hombros con gesto cariñoso—, ahora mismo estarías consolando a tu hijo, en lugar de empujarlo a que vuelva con un hombre que no lo ama. Yo, mejor que nadie, sé lo que es estar casado con alguien que ni te ama ni te respeta, y no me gustaría que Luhan corriera esa misma suerte. Mi hijo, además, no es estúpido. Es un chico bueno e inteligente que no se merece tener un hombre cruel y mentiroso por marido. Y también se merece algo mejor que una madre que sólo piensa en el dinero.

Jessica tuvo la consideración de sonrojarse. Pero no le duró mucho.
—Si Luhan hubiera tenido la infancia de miseria que tuve yo, entonces sabría valorar mejor el dinero. ¿Pero qué sabe él de eso? ¡Si ni siquiera ha tenido nunca un empleo! Y eso es aplicable a ti también. Tú naciste con una cucharilla de plata en la boca. Los dos fueron a las mejores escuelas y recibieron la mejor de las educaciones. Ustedes no tuvieron que dejar la escuela a los catorce años para meterse a trabajar en una fábrica. A los veinte años, yo habría sido capaz de hacer lo que fuera para dejar de ser pobre.

—Incluso casarte con un hombre al que no amabas —la acusó su marido.

Luhan pudo ver la confusión dibujarse en el rostro de su madre.

—Pero eso no es cierto… Yo te amaba. Minho. Eras el hombre más bueno y encantador del mundo, y el mejor marido… pero luego perdiste todo ese dinero y… yo me enfadé tanto… —las lágrimas que afloraron a sus ojos no pudieron sorprender más a Luhan.

Nunca había visto llorar a su madre. Ni una sola vez.

Pero no, eso no era cierto. En una ocasión sí que la había visto llorar: cuando murió su abuela. Luhan tenía doce años en aquel entonces. Su madre acababa de salir del sanatorio, la víspera del funeral. Había subido a su coche; Luhan la había estado esperando fuera. Se había sentado al volante y durante un buen rato no había dicho nada. Luego había murmurado algo sobre lo envejecida que había visto a su madre, pese a los cincuenta y cinco años que tenía. Sobre lo vieja y cansada que la había visto. Fue entonces cuando estalló en sollozos. Agarrada al volante, con la cabeza baja, había llorado interminablemente. En aquel momento, consternado. Luhan no había sabido qué hacer ni qué decir.

Esa vez sí que lo supo. Se acercó a ella y la abrazó.

—Tranquila, Omma. Yo sé que amas a mi padre.

Jessica alzó la cabeza, con los ojos brillantes.
—Me has llamado «Omma».

Luhan sonrió.
—¿Te molesta?

—No, en absoluto.

—¿Y tú, Appa? ¿Te molesta que te llame así en vez de «padre»?

—Claro que no, cariño. Al contrario.

—De todas formas, tendrás que buscarte un abogado, Luhan —le señaló su madre, recuperándose rápidamente—. Los divorcios son un problema.

—No creo que éste lo sea —repuso Luhan—. No quiero nada de Sehun.

—¡Qué no quieres nada! —parecía horrorizada—. Pero… pero él tiene que pagarte por lo que te ha hecho. Quiero decir que… se lo puede permitir. Tiene muchos millones…

—Y yo —dijo su marido. Habló tan despacio que Luhan casi no lo oyó.

—¿Qué has dicho, Minho? —le preguntó su mujer.

—He dicho que yo también tengo muchos millones. Unos doscientos ochenta, según el último saldo.

Ambos se le quedaron mirando fijamente. Luhan sabía que su familia poseía dinero, pero tanto…

Su padre esbozó una sonrisa extraña, que Luhan nunca le había visto antes. Una sonrisa casi de engreimiento.

—Cuando perdí todo ese dinero con la crisis de los ochenta… en realidad lo único que perdí fue dinero de papel. Me pareció absurdo vender todas esas acciones cuando habían caído a unos niveles tan bajos, así que las conservé. Pero seguí vigilando de cerca la evolución del mercado a la espera de algún signo de recuperación, algo que no me había preocupado de hacer en los años ochenta, no iba a cometer ese mismo error por segunda vez. Tomé la decisión de que, si para el año 2000 lograba recuperar mis pérdidas y ganar algún beneficio, saldría del mercado de acciones para meterme en el negocio inmobiliario. Cosa que al final hice, con lo cual me ahorré la crisis de septiembre del año siguiente. Compré inmuebles cerca de la ciudad. Luego vi la oportunidad de adquirir títulos de rentabilidad segura a precios bajos. En resumidas cuentas, que durante los últimos años he conseguido hacer un buen capital.

Luhan se había quedado impresionado.

—Nuestro hijo no necesita recibir ningún dinero de Oh Sehun —continuó, orgulloso—. Yo tengo más que suficiente para mantenerlo. Y a ti también, amor mío —añadió, lanzando una sardónica sonrisa a su esposa.

—¡Minho! ¡Eres un hombre perverso y mentiroso! Pero también muy listo —se acercó para darle un gran abrazo—. Ahora podremos comprarnos una casa más grande…

—No vamos a hacer nada de eso, señora mía —se opuso con tono firme—. Esta casa está muy bien. Lo que vamos a hacer es embarcarnos en uno de esos cruceros de lujo, en un camarote de primera. Y viajar a París para que te compres ropa cara. ¿Te gustaría?

—Oh, Minho…

—Y Hannie no tendrá que pedirle dinero a ese canalla que tiene por marido…

—No es un canalla —protestó Luhan antes de que pudiera evitarlo.

Ambos se la quedaron mirando curioso.

—¡No irás a decirnos que todavía amas a ese hombre, después de todo lo que te ha hecho! —exclamó Jessica.

Luhan suspiró.
—Me temo que sí.

—¡Eso es ridículo!

—Jessica —le advirtió su marido—. Déjalo. No siempre podemos dejar de amar a alguien… por mucho daño que nos haya hecho.

La insinuación que contenían aquellas palabras logró acallarla.

—No pienso quedarme aquí mucho tiempo —dijo Luhan—. Me buscaré un empleo. Y luego me iré. No quiero que me mantengas, padre… quiero decir Appa… pero si realmente quieres ayudarme, quizá puedas alquilarme uno de esos pisos tuyos. Por un precio rebajado, claro.

—No hay problema, hijo. ¿Pero qué clase de empleo piensas buscar? En Seúl hay mucha competencia, no te olvides. Y tú estás muy poco calificado.

—El año pasado Wu YiFan me comentó que podría ofrecerme un empleo en su galería de arte. Me dijo que yo tenía buen ojo para las exposiciones de pintura.

—Eso suena fantástico… Y ahora, señora mía… —se volvió hacia su esposa— ¿qué tenemos para cenar?

—Pensé que te gustaría salir, cariño —repuso Jessica con tono dulce—. Al fin y al cabo, nos lo podemos permitir.

—No creo que Luhan esté de humor para salir.

—No se preocupen por mí. Yo me prepararé una tostada.

—¿Lo ves, Minho? Estará bien, no tienes que preocuparte —oyó Luhan decir a su madre mientras guiaba a su marido fuera de la habitación.

Una vez que se marcharon sus padres, se dejó caer en el borde de la cama pensando que, sorprendentemente, sí que estaba bien. Feliz no, claro. Pero sobreviviría. Había madurado mucho durante aquella última semana. Había ganado confianza, y valor. El Luhan que había perdido a su bebé había sido incapaz de enfrentarse a la verdad, o de actuar precisamente por esa verdad. El día anterior, había hecho algo más que eso. No sólo se había enfrentado a la verdad, sino que además la había expresado en voz alta, a sabiendas de las consecuencias.

Pero ahora tenía que vivir con esas consecuencias. Tenía que vivir su vida sin el hombre al que amaba.

Pensar en Sehun le provocó la inevitable punzada de dolor. Pero no lloró. Ya había llorado bastante la noche anterior, y después en el avión, de regreso a Seúl. La hora de las lágrimas ya había pasado, pero al parecer todavía no la de los recuerdos. Luhan no se arrepentía del todo de aquella segunda luna de miel. ¿Cómo habría podido hacerlo? El sexo había sido increíble. Y la pasión de Sehun había sido real. El mismo lo había enloquecido de deseo. No era amor, pero era algo.

Mientras permanecía sentado allí, recordando, se preguntó por lo que Sehun estaría haciendo en aquel momento. ¿Habría abandonado ya Dream Island? ¿O se quedaría allí hasta el martes?

Dudaba que se quedara allí solo. Volvería antes del martes. Quizá estuviera ya de camino a casa…

Casa…

Luhan contempló la habitación que había sido su refugio durante sus años de adolescencia. Era amplia, con una ventana que daba al jardín trasero, con un alféizar donde había pasado incontables horas dibujando. Estaba pintada de un tono verde claro, con ribete blanco. La cama era grande, con un colorido edredón. Los muebles eran de madera de pino. Había dos mesillas, un tocador y una estantería llena de libros de arte. En una esquina se alzaba un caballete vacío.

Nunca había cubierto las paredes con pósteres, como solían hacer los adolescentes. Sobre la cama colgaba una reproducción de Monet. Tenía un armario empotrado enorme, que en aquel momento estaba lleno de todas las cosas que se había traído de su casa. No sólo ropa, sino también sus pinturas.

Al menos tenía consigo a su primer amor, pensó. Sin él, no estaba seguro de que hubiera podido sobrevivir.

Aspirando profundamente, se levantó para sacar los dos cuadros que había pintado desde que tuvo el aborto. Cuidadosamente, los colocó uno junto a otro en el caballete, ya que no eran pinturas grandes, y volvió a sentarse en la cama para contemplarlos.

Eran autorretratos de estilo impresionista, con pinceladas gruesas y poco definidas, desnudos de cuerpo completo en blanco y negro. Eran buenos, decidió una vez más. Se los mostraría a Yifan al día siguiente, cuando fuera a solicitarle trabajo. Tenía la sensación de que le gustarían.

Y a Sehun también le habrían gustado si hubiera llegado a verlos. Aunque en realidad nunca había estado interesado en el arte y la pintura. Había fingido estarlo, pero eso había sido al principio, cuando lo estuvo seduciendo para que…
Experimentó una nueva punzada de amargura, pero intentó sobreponerse. La amargura era un sentimiento autodestructivo. Sehun tenía excusas válidas para haber hecho lo que hizo. Ahora se daba cuenta de ello. Era un alma herida, incapacitada para el amor verdadero. Incapaz de comprender los sentimientos de los demás.

La empatía no era su punto fuerte. Lo cual era una verdadera lástima. ¿Cómo podía no darse cuenta de que su comportamiento era tan cruel e insensible como lo había sido el de su padre? Todavía tenía mucho que aprender si realmente quería ser un buen padre. Muchísimo.

El corazón se le aceleró de repente cuando pensó en la píldora del día después que el médico le había dado antes de abandonar Dream Island, y que todavía no había sido capaz de tomar. Y no porque quisiera tener otro bebé, a esas alturas.

Estaba seguro de que Sehun no sería el padre maravilloso que había imaginado. Los motivos que tenía para anhelar con tanta desesperación tener un hijo no eran los más adecuados. Para Sehun no era más que una cuestión de orgullo viril, o el deseo de demostrarle a su padre que podía hacerlo mucho mejor que él.

¿Cómo podía ser Sehun un buen padre para su hijo cuando ni siquiera lo amaba a él? ¿Qué clase de ejemplo era ése?

«Piensa. Luhan», le ordenó una voz interior. «Tú no vas a volver con Sehun. Si piensas tener ese hijo, él luchará por quitártelo. Sabes que lo hará. No corras ese riesgo. Actúa mientras todavía puedas hacerlo».

Se levantó para recoger su bolso. Abriéndolo, sacó la píldora y se la llevó al baño. Una vez allí, buscó un vaso para llenarlo de agua. No había ninguno.

Nada más fácil que tragarse una pastilla. Pero, simplemente, no podía hacerlo. Al final, la escupió al inodoro y tiró de la cadena. Dejaría decidir al azar. Ocurriera lo que ocurriera, asumiría las consecuencias de sus actos. Y si llegaba a concebir un bebé, no dejaría que Sehun se lo arrebatara. Lucharía por su hijo.

En el preciso momento en que Luhan tiraba la píldora al inodoro, Sehun se despertaba del largo sueño que le lo había mantenido fuera de combate durante todo el domingo. La noche anterior por fin había encontrado unos analgésicos, mucho después de que hubiera empezado la tormenta, con aquel horrible viento que casi lo había vuelto loco, conspirando con su dolor de cabeza. Después de tomarse doble dosis de tranquilizantes, se había quedado dormido.

El sonido del móvil le arrancó un gruñido. Rodando al otro lado de la cama, buscó a tientas el teléfono y se le cayó al suelo. Estuvo a punto de caerse él también de la cama cuando se estiró para recogerlo, mientras decidía para sus adentros que nunca más volvería a tomar dosis doble de ningún medicamento…

—Oh Sehun.

—¿Es voz de resaca la que estoy oyendo? —inquirió una voz masculina—. No puedes haberte quedado dormido. Todavía no son ni las siete, es demasiado temprano para irse a la cama. A no ser que… Vaya, ¿he llamado en un mal momento?

Sehun volvió a tumbarse, suspirando. Era Chanyeol.

—En este momento, cualquier momento es malo.

—Lo siento, amigo. No pretendía interrumpir nada. Si quieres, te llamo después.

—No, no me refería a eso. Te mereces saber lo que ha pasado.

—Eso no suena nada bien…

—Desde luego. Luhan ya no está aquí. Se ha marchado a casa.

—¿Cómo? ¿Pero por qué?

—Yo le pedí que se marchara —¿pedir? Eso sí que había sido un eufemismo. Hizo una mueca al recordar su irracional comportamiento del día anterior. Había estado ciego de rabia. Aunque no tan ciego como para que la realidad de la situación resultara más que evidente. Luhan lo odiaba. Por supuesto que sí.

Pero eso no le había dado derecho a que le hiciera lo que le había hecho. Él se había mostrado ciertamente cruel en su condena de sus actos, pero no había estado del todo equivocado. ¿O sí?

—¿Se puede saber por qué diablos has hecho algo tan estúpido? —inquirió Chanyeol.

—El problema de fondo, amigo, es que Luhan lo sabe. Sabe por qué me casé con él. Te oyó a Kai y a ti hablando del tema cuando estuvo en el hospital, convaleciente del aborto. Me dijo que ustedes pensaban que estaba dormido.

—Dios, lo siento, Sehun…

—No pasa nada, Yeol. No es culpa tuya. Toda la culpa es mía.

—Pero si Luhan ha sabido la verdad durante todo este tiempo… ¿por qué ha esperado hasta ahora para decírtelo?

—No me lo dijo. Todo saltó cuando descubrí por casualidad que había estado tomando la píldora. Me enfadé mucho, como te puedes imaginar. Me hizo creer que estábamos intentando concebir un hijo cuando lo único que quería era vengarse.

—¿Vengarse? ¿Qué clase de venganza?

—Es difícil de explicar.

—Inténtalo.

—Mirando las cosas retrospectivamente, creo que estuvo intentando hacer que me enamorara de él. O al menos que enloqueciera de deseo. Se comportó de manera diferente. Y vestía de manera diferente. Se mostró… muy provocativo.

—Sexy, quieres decir.

—Sí, muy sexy. Jamás me había excitado tanto.

—¿Ni siquiera Sulli?

—Esto ha sido distinto. Como te dije antes, es difícil de explicar. El mismo me dijo en el avión que el Luhan de antes había desaparecido y que ahora tenía una nueva imagen. ¿Te das cuenta de la ironía? Una nueva imagen. Debí haberme dado cuenta en aquel momento. Quiero decir que el chico con el que me casé no era en absoluto el mismo que me llevé a Dream Island. Debí haber adivinado entonces que estaba tramando algo. El problema fue que… ¡estaba demasiado ocupado pensando en lo que tenía delante!

—Er… yo no responsabilizaría únicamente a Luhan de esa nueva imagen suya. Creo que en parte la culpa es de Baekhyun. Me dijo que lo había animado a que vistiera de una manera más sexy…

—Lo que sea. El resultado final ha sido el mismo. Luhan ha conseguido lo que quería. Que yo me haya enamorado locamente de él.

—¿Qué? Yo pensaba que aún seguías enamorado de Sulli…

—Diablos, no.

—Pero te viste con ella en uno de tus viajes, ¿no? Justo antes de que te casaras con Luhan.

—Me la encontré un día en Nueva York, eso es todo. No hicimos más que intercambiar unas palabras.

—¿Nada más?

—¡Chanyeol! No pensarás que me acosté con ella, ¿verdad?

—Bueno, yo…

—Menuda opinión debes de tener de mí… —murmuró con tono cansado.

—Yo creía que aún seguías enamorado de Sulli. Tú nunca me dijiste lo contrario.

—Ya, bueno, te lo estoy diciendo ahora…

—Y yo me alegro. Porque ésa es precisamente la razón de mi llamada. Sulli ha estado intentando ponerse en contacto contigo. En tu oficina le dijeron que estarías de vuelta el martes y que estaban seguros de que a primera hora del miércoles estarías en tu despacho. Lo sé porque tu secretaria me llamó para preguntarme si había hecho bien al no decirle a tu ex dónde estabas. Parece que Sulli le dijo que se trataba de una emergencia. De cualquier manera, dijo también que podría esperar hasta el miércoles y que concertaría una cita contigo para la hora de comer. Yo sólo quería avisarte para que estuvieras preparado. Aunque supongo que ahora eso ya no importará mucho, ya que has roto con Luhan…

—Si piensas que voy a volver con Sulli, entonces necesitas ir al psiquiatra.

—No soy yo quien necesita ir al psiquiatra, sino tú. Esta vez tuviste en tus manos al mejor chico del mundo y lo has arrojado de tu lado. Debiste haberle contado la verdad desde el principio. Entonces quizá sí que habrías tenido una oportunidad.

—Lo dudo —musitó Sehun—. ¿Tienes alguna idea de lo que puede querer Sulli de mí?

—¿Qué es lo que las mujeres como ella suelen querer? Dinero, supongo.

—Pues de mí no va a conseguir ni un céntimo.

—¿Y qué pasa con Luhan? Tendrás que salir tras él, ya lo sabes, o tendrás que responder ante mí y ante Kai, por no hablar de Baekhyun. No lo obligues a acudir a algún maldito abogado de divorcios. Dale justamente lo que se merece, que ya es mucho.

Sehun pensó en todas las cosas desagradables que le había dicho, y en la crueldad con la que lo había expulsado de la isla y de su casa de Seúl. Todavía podía ver la cara que había puesto. ¿Había sido una expresión de sorpresa o de dolor? En cualquier caso, no había discutido con él. Simplemente se había marchado.

Quizá Luhan no debería haber hecho lo que hizo, pero él había sido el principal culpable. Y si había querido vengarse de él… ¿quién podía culparlo?

—No te preocupes. Me aseguraré de localizarlo —¿para qué si no le servía todo el dinero que tenía? Tener una familia en un futuro cercano se le antojaba algo altamente improbable. Sería mejor que se tomara las cosas con tranquilidad, sin apresurarse.

—¿Entonces cuándo volverás? Si Luhan ya no está allí, podrías tomar mañana un avión.

—Eso haré.

—¿Por qué no te vienes a cenar a casa mañana por la noche? Me atrevo a asegurar que para entonces necesitarás compañía.

—¿Tú crees que Baekhyun querrá que vaya allí? Tengo la sensación de que se enfadará conmigo una vez que se entere de lo sucedido.

—No seas ridículo.

Pero a Sehun no le parecía algo tan ridículo. Siempre había sido consciente de que Baekhyun no lo apreciaba tanto como a Kai. Y entendía el porqué. Sabía que no era una persona muy agradable: era arrogante y egoísta. Y tan insensible como le había dicho Luhan que era.

—De acuerdo —dijo, suspirando—. Hasta mañana, entonces. ¿A las siete?

—A las siete estará bien. Y trae una botella. O dos. Podrás quedarte a dormir.

—Lo haré. Gracias Chanyeol.

—¿Por qué?

—Por estar siempre a mi lado. Kai y tú. No sé lo que haría sin ustedes.

Hubo un corto y tenso silencio hasta que Chanyeol soltó una carcajada:

—Cuidado Hyung. Te estás poniendo muy sentimental a tu edad…

—Supongo que será el efecto del amor —repuso, y colgó.

Chanyeol colgó lentamente el teléfono y salió en busca de Baekhyun. Estaba en la cocina, preparando la cena.

—Acabo de llamar a Sehun para avisarle de lo de Sulli… —le dijo mientras se sentaba en uno de los taburetes.

Baekhyun alzó la mirada, ceñudo.

—Ojalá no lo hubieras hecho.

—La verdad es que estuve a punto de no hacerlo. Pero entonces no habría sabido lo que sé ahora.

—¿Y qué es? —el ceño de Baekhyun se profundizó.

—Se ha acabado. El matrimonio de Sehun con Luhan.

—¡No! ¿Qué ha pasado?

Chanyeol le contó todo lo que le había dicho Sehun.

—¡Qué tontería tan grande! —exclamó Baekhyun cuando hubo terminado—. Hannie es el hombre menos vengativo que conozco. ¡Ese mandril, además de ser un canalla, está loco de remate!

Chanyeol suspiró. Sehun tenía razón: a Baekhyun no le caía demasiado bien.

—No creo que Sehun tenga toda la culpa de lo sucedido. Luhan le mintió. Le hizo creer que estaban intentando tener otro bebé cuando durante todo el tiempo estuvo tomando la píldora. Además, cambió de imagen: se vistió y comportó como el hombre más sexy del mundo.

Baekhyun esbozó una mueca.
—Y supongo que yo soy el culpable de eso.

—Eso ya se lo dije yo a Sehun…

—¡Yo sólo intenté ayudarlo en su objetivo de que Sehun se enamorara de él!

—Bueno, pues has tenido éxito. El pobre lo está pasando mucho peor de lo que lo pasó con Sulli.

—¿Ahora lo quiere de verdad? —le preguntó Baekhyun—. ¿Estás seguro? A lo mejor te ha dicho que lo ama y no es verdad.

—Por el amor de Dios, ¿por qué habría de hacer algo así? Deberías haberle oído, Baek. Está completamente destrozado.

—Me cuesta creerlo.

—Lo comprobarás por ti mismo mañana por la noche. Le he invitado a cenar.

—¡Oh, no!

—Ten un poco de compasión, amor. Está sufriendo mucho.

—Está bien… —suspiró—. Pero apuesto a que el pobre Luhan está sufriendo todavía más. Me pregunto si ya se habrá marchado de la casa.

—Imagino que sí. Dudo que quiera seguir allí para cuando vuelva Sehun.

—¿Y a dónde habrá ido? No tiene exactamente muchos amigos.

Chanyeol se encogió de hombros.
—A casa de sus padres, supongo.

—Pobre Luhan, con esa madre que tiene… Creo que llamaré a Joy para averiguar el número de teléfono y la dirección del matrimonio Lee. Su madre era amiga de la madre de Luhan, jugaba al bridge con ella, o algo parecido…

Chanyeol la miró entristecido.

—¿De verdad crees que es prudente que te metas en…?

—¡Park Chanyeol! Tengo que tolerar que hayas invitado a Sehun a cenar a casa porque es amigo tuyo. Bueno, pues yo me considero amigo de Luhan. ¿Qué clase de amigo sería si no intentara localizarlo para ofrecerle mi ayuda?

—Mientras no hagas nada más… No me gustaría que lo invitaras a vivir aquí, o algo parecido…

—Por favor, no me digas lo que tengo o no tengo que hacer, Chanyeol  —le reprendió, severo—. Soy tu socio, no tu empleado.

—Sí, amor.

—Así está mejor —y continuó cortando verdura.

Chanyeol puso los ojos en blanco en cuanto su esposo le dio la espalda. ¿Por qué algunos no podían hacer lo mismo que la mayoría de los hombres cuando una relación se acababa: emborracharse sin más y olvidarse de todo? Pero no, Baekhyun era de los que tenían que entrometerse. Cualquiera con dos dedos de frente podía darse cuenta de que el matrimonio de Sehun no tenía solución. Nada excepto un milagro podría arreglarlo.

Pero no, Baekhyun tenía que intentarlo. Suponía que era por eso por lo que era una persona tan maravillosa. Admiraba enormemente su espíritu generoso y la compasión que siempre demostraba hacia los demás.

¡Algunas veces, sin embargo, era demasiado bondadoso para su propio bien!

 

Notas finales:

Que les pareció? Bueno espero sus RW y si superamos los 5 rws lo continuare el sábado o domingo a más tardar y si no lo logramos pues igual lo continuare :)…..o también decirles que ya estamos en los últimos capítulos………

Cuídense mucho y nos vemos en el siguiente capitulo


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