“La sangre corría por mis manos con la misma fluidez que sus lagrimas por sus ojos. Era bastante divertido el juego con ese chico alemán. Este en verdad era muy gordo tanto que fácil mente empecé a usar su pansa sus brazos y sus piernas como tambores. Asiendo así una música bastante divertida, un redoble de tambores por ahí, un ritmo muy pegajoso por allá, era un verdadero carnaval.
- “Y pensar que si no lleno hasta el tope la boca del muchacho con chocolate este arruinaría la música, que descortés.”
Cuando el tenia la piel ya muy mallugada con visibles moretones le abrí la pansa y llene su estomago con muchísimos caramelos, deliciosos caramelos, la cara del muchacho era bastante... ¿curiosa? Así que para desfilarla también llene sus intestinos, y ¿porque no? También el resto de su cuerpo. Pensándolo bien... si quitaras los moretones el chico estaría exactamente igual que hace unas horas.
- adiós pequeño, tengo que ir a jugar con mis próximos amigos. – dije al momento en que aparecía en una casa llena de trofeos.”
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Jack se despertó de golpe en ese momento, no quería seguir viendo lo que el sueño le mostraba. Simplemente esos sueños le atormentaban recordándole todo lo que había hecho, no tenia excusa. Y para rematar tenían que empezar ahora que habían pasado ya 16 horas, 6 minutos, 15 segundos y contando desde que había conseguido un nuevo amigo uno el cual no le perdonaría el jugar esos juegos. Miro a su alrededor, todo estaba cubierto por el dulce manto de la noche, encontrándose junto a él un gato negro con los ojos del mismo color con algunos pequeños detalles rojos, cosa la cual intrigo a Jack el cual le acerco una mano queriéndolo acariciar. El gato reacciono un tanto violento intentando rasguñar a Jack, cosa la cual hubiera funcionado sino fuera que él lo había inmovilizado antes de que siguiera lo tocara.
- no pequeña, (N/A: ¿como sabias que era chica? N/LJ: por sus uñas bien cuidadas) no tienes que estar rasguñando a la gente. – dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Al tiempo que miraba las almohadillas de sus patitas acariciándolas y pensionándolas un poco para que mostrara las garras. – valla que si tienes tus garitas largas... ya sé, si slender me deja tenerte de mascota te cortare las uñas :)
La gatita como si lo hubiera entendido intento zafarse con todas sus fuerzas pero no consiguió nada, Jack la sostenía muy fuerte.
- pequeña, no tienes por qué temer, slender es un buen chico, además si fueras mi mascota te daría un montón de cosas ricas todos los días, muchos juguetes y una camita muy cómoda para que te duermas. – la gatita se relajo al escuchar esas palabras, estaría bien tener un refugio estable ahora que se aproximaba la época de lluvias. – que bien pequeña, ahora vamos donde slendy, ¿te parece?
Y antes de hacer cualquier seña una nube de humo negro los rodeo y llegaron justo a la puerta principal de la mansión. La gatita estaba sorprendida “como le hicimos para llegar tan rápido? ¿Donde estamos? ¿Como es que me he dejado convencer? No, concéntrate. Solo entramos y acabare con todos para quedarme con la casa para mi solita.”. Pensó la felina al tiempo que Jack empezaba a tocar la puerta de madera. Pero esta no fue abierta por una persona sino por un tenáculo blanco.
- y yo que pensaba que te aparecerías en la cama de mi hermano. – dijo el dueño de susodicho tentáculo. Que a los ojos de la felina no solo era bastante curioso, no por el hecho de tener piel blanca, ni tampoco por solo poseer una boca llena de colmillos, sino por el hecho de no tener camisa y encima que otro chico estuviera durmiendo en sus piernas. – porciento quien es la invitada? (N/A: ¿y tu como lo sabes? N/Offendy: porque huele a mujer. N/A: okey..._.)
- es una gatita que me encontré el bosque y quería preguntarle a slender si nos la podíamos quedar. – dijo tan feliz como siempre.
- Por mi no hay problema y sé que a Esplendor tampoco le molestaría, pero en verdad no se que piense mi hermano.
- Okey, le preguntare. Crees que este despierto?
- Es lo más seguro. Te estuvo esperando toda la tarde. – con esa noticia no pudo evitar sentirse muy feliz el payaso. Así que fue directamente al segundo piso, 4 puertas a la izquierda, la habitación de su amigo.
Se podía escuchar en el fondo una canción la cual siempre alegraba a Jack, la cual solo había escuchado toda de esa manera 3 veces, ya que, las demás las había tocado el mismo en el acordeón.
- pop goes the weasel... – canturreó Jack al entrar ala habitación sorprendiendo a slender el cual no vestía su típico traje negro. Sino un pants y una camisa sin mangas floja y ligera a modo de piyama.
- ¿¡QUE NO TEAN ENSEÑADO A TOCAR LA PUERTA!? – regaño-grito slender
- Nop – respondió el payaso juguetonamente – además no podía con ella en los brazos – dijo poniendo delante de él a la gatita – ¿podemos tenerla de mascota? – dijo al momento de poner ojos de cachorro bajo la lluvia en invierno.
- Está bien – dijo soltando un suspiro, nadie podía contra esa mirada. – pero más te vale que no le haga nada a izanami.
- Descuida esta pequeña no le haría daño a tu querida zorrita izanami (N/A: no es un insulto, es que en verdad es un zorro hembra)
- Como sabias de ella? – pregunto Slender un tanto confundido, ya que Jack se había ido de la casa antes de verla....
- Offender me hablo de ella – mintió a la vez que se le caía una gotita de sudor a todo el estilo de anime. – tal vez mañana me la presentes – dijo esbozando una sonrisa.
- Claro, bueno, buenas noches – dijo indicándole la puerta para que el payaso se fuera del cuarto.
- Pero... cuál es mi cuarto? – dijo poniendo una cara de “yo no rompo ni un plato” causándole a Slender una ligera jaqueca.
Tengo que admitir que Slender estaba en un aprieto. Durante este tiempo que había esperado al payaso había asimilado la idea, pensaba que una persona mas no haría mucho bulto y que en esa enorme casa habían cuartos que nunca visitaba, pero fue hasta que el payaso pregunto eso que recordó el porqué muchas no las visitaba. Algunas de ellas estaban hasta el tope de tesoros que Esplendor se encontraba por los alrededores. Otros tenían juguetes de Offender. Otros tantos eran almacenes de dulces. El único que quedaba era el cuarto donde guardaba los juguetes de izanabi y algunas cosas como sus “notas” y regalos de sus hermanos y sus padres. No podía dejarle quedarse en ninguno de esos cuartos. Quedaría el ático y el sótano, pero en el sótano se dormía izanami...
- ¿y qué tal si duermes en la ati-
- me niego – dijo poniendo sus brazos en forma de “X”, no quiero estar en el ático.
- ¿Porque? ¿Te asusta lo que pueda estar en ese lugar? – dijo slender con una sonrisa de burla muy a su manera, la cual desapareció al ver que Jack bajaba su mirada.
- Solo ... no quiero.- en su voz se notaba la tristeza, cosa la cual la pudo notar Slender fácil mente
- Está bien entonces te puedes quedar en mi cuarto
- ¿Enserio? – dijo el payaso entusiasmado
- “¿En serio?” – pensó la gatita entusiasmada.
- Si – soltó en un suspiro arrepintiéndose de inmediato – pero ella tendrá que estar en el ático.
- Claro – dijo el payaso al cual casi le salían orejitas de cachorro el cual obedeció de inmediato a su amo.
Pero a cierta personita no le había agradado para nada la idea y se dispuso a intentar arañar a su ahora dueño, cosa la cual no permitió Jack subiendo como rallo al ático y acomodando todas las cosas para que su mascota estuviera cómoda durante la noche. Una cama muy suave, leche, una caja de arena, cobijas bastante calentitas, e incluso un juguete de un ratoncito por si acaso.
- hasta mañana pequeña – dijo sonriendo muy tiernamente Jack. – que pases dulces sueños.
Después de eso Jack abandono la habitación dejando a una minina muy deseosa de seguirlo, pero no había nada que hacer. Pasaría hay esa noche y después vería como alegrárselas mañana.
Esa noche fue muy calmada para todos, los hermanos mayores en el sillón, uno cuidando el sueño del otro. Y otros 2 en una cama, uno abrasándose al otro, y aunque el mayor se intento zafar en un principio termino cediendo al ver como Jack empezaba a temblar, tal vez a causa de una pesadilla.
Pero había otras 2 que no conciliaban el sueño. Una gatita muy curiosa por lo que pasaba abajo y un cierto asesino el cual se sentía inspirado, recordando una y otra vez su encuentro de la mañana.
Pero no todo era felicidad ya que las pesadillas seguían atormentado a nuestro pequeño payaso.
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“Estaba de nuevo en la casa del muchacho alemán. Pero esta vez me veía desde afuera. Tenía que admitir que me ponía los pelos de punta verme tan cerca de ese niño el cual llevaba su cara manchada, o más bien, cubierta de chocolate. Casi bañada.
- Quiero mas – demando el niño
- Aquí tienes – dije al momento que le daba más barras de chocolate.
- Dame. – dijo el al momento que me las arrancaba de la mano.
Luego de un buen rato repitiendo lo mismo llego un punto que mencione
- Ya no tengo más, se acabo – recuerdo que lo había dicho para que dejara de comer y jugáramos.
- ¿Y caramelos?
- Te los acabaste ayer.
- Entonces no sirves para nada ya, vete.
- No quieres jugar algo?
- Claro que no, le perdiere a mi mama más chocolate.
- Sabes, si quisieras jugar a un juego podría ir yo a buscar el chocolate.- los ojos del niño pusieron atención en mi, al fin después de mucho tiempo me había visto a la cara otra vez.
- Primero el chocolate y después jugamos. – recuerdo que esa fue la gota que derramo el vaso, el solo me veía como un surtidor de chocolates. ¿Que se creía?
- Claro que sí. – dije sonriendo como en ese entonces sonreía cuando jugaba a mi juego favorito.
Desaparecí solo para ir al ático para prepararlo, quería divertirme mucho con él y eso aria incluso recuerdo tararear mi canción favorita mientras preparaba todo para los juegos que jugaríamos hoy...”