Cuando Luhan despertó en el hospital, su madre estaba ahí para decirle que su amado había muerto, y contenerlo mientras lloraba. Luchando con sus propias lágrimas, ella puso su cabeza de sobre el hombro y alisó su pelo mientras lloraba, sabiendo que el dolor de las heridas de Luhan no eran nada comparadas con la miseria que estaba sintiendo por la pérdida de su amante.
El dolor de perder a un ser querido es como ningún otro. Llega a tu cuerpo; colándose bajo tu piel y rompiéndote los huesos, agarrando tu corazón del talón con fuerza… que solo quieres que deje de latir. Así fue como Luhan se sintió. Su cuerpo se destruía por el dolor de su aflicción, devorándose su energía y cordura. Día tras día, Luhan se echaba en la cama del lado de Minseok, metiendo la mano bajo el colchón, deseando nunca haber tirado la pequeña caja de hojas de afeitar que una vez había estado allí. Ya habían pasado dos semanas desde la muerte de Minseok, y Luhan pasaba cada minuto deseando haber muerto con él.
La madre de Luhan tocó la puerta antes de permitirse entrar. Arrodillándose al lado de la cama, le jaló la mano de debajo del colchón, sosteniéndola con las suyas propias.
—¿Luhan, cariño? ¿No crees que sea hora de que vayas a ofrecer tus respetos? Luhan volvió su cabeza hacia la almohada. No había sido capaz de ir al funeral. No solo sus heridas lo mantenían alejado, sino también el pensamiento de la cara de los padres de Minseok ¿Qué pasaría si lo culpaban por la muerte de su hijo? Tal vez tuvieran razón.
—No tengo derecho. dijo él, su voz se amortiguaba por la almohada.
Su madre lo jaló de los hombros hasta que estuvo sentado.
—Tienes todo el derecho. Él te amó y tú lo amaste. Nadie puede cambiar eso.
Luhan rompió en llanto.
—¡Pero es mi culpa! ¡Es mi culpa que este muerto! ¡Debería haber muerto yo en lugar de él!
—No. No, cariño. No es tu culpa. No es su culpa tampoco. Minseok murió a causa del miedo. Esos chicos le tenían miedo a él… y a ti, a lo que tenían. Ese miedo los llevo al enojo. Limpió las lágrimas de los ojos de Luhan. Descargaron esa ira en ustedes y fue demasiado lejos. Pagarán su error en la cárcel.
Presionó los puños en sus ojos y gritó: ¡NO ES SUFICIENTE! ¡ELLOS DEBERÍAN MORIR TAMBIÉN! Se ahogó en un sollozo. ¡Mierda, ellos lo mataron!
Lo tomó de las muñecas y las jaló hacia abajo. Sé que estás enojado, amor. Sé que sientes mucho dolor, e incluso si pensáramos que con el tiempo se irá atenuando, nunca lo hará.
Luhan se golpeó el pecho con su puño. ¡Pero duele tanto! ¡Siento como si estuviera muriendo y solo quiero que termine!
Su madre sacudió la cabeza. Pero tienes que seguir adelante. Tienes que vivir tu vida y tratar de ser feliz ¿No es eso lo que Minseok hubiese querido? Se paró, jalando también hacia arriba a Luhan. Vamos a ver a Minseok, así puedes decirle cuanto lo amaste y a su vez tranquilizarlo porque vivirás una vida feliz. No creo que sea capaz de descansar en paz sabiendo que tu estas triste por él.
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Una pequeña sonrisa se curvó en los labios de Luhan mientras miraba la sonrisa torcida de Minseok y sus grandes ojos marrones. La foto estaba en un marco de plata, al frente de la urna de Minseok, junto a un par de auriculares y una pequeña estatuilla de ciervo.
—Te ves tan contento ahí. Me pregunto qué te habría hecho sonreír de esa forma. Se limpió una lágrima que bajaba por su mejilla. Quería verte sonreír así todo el tiempo. Quería ser la razón de que sonrieras. Quería devolverte todo el amor que tú me diste y la felicidad que me trajiste. Agachó su cabeza mientras lágrimas caían de sus ojos hacia el suelo. Nunca, jamás dejaré de amarte, Minseok. Eres lo mejor que me pasó, y te agradezco… por todo. Te amaré, por siempre.
—Él te amó también.
Luhan se dio la vuelta. Una mujer con el pelo negro recogido hacia atrás con un moño estaba parada en la entrada. Su rostro se mostraba cansado y no llevaba maquillaje, pero aun así se podía ver que era hermosa. Luhan pudo notar de inmediato de donde había heredado Minseok su buen aspecto.
—Eres la madre de Minseok.
Ella asintió y se acercó parándose frente a él. Tengo que admitirlo, no estaba muy contenta cuando supe que el “ciervo” de Minseok era otro muchacho. Siempre asumí que eras una chica. Él hablaba de cómo deseaba volver a Corea para estar cerca de su “ciervo”, su amor verdadero. Estaba preocupada que fuera un amor unilateral y que terminara con el corazón roto. Buscó sus ojos llenos de lágrimas y sonrió. Pero ahora veo que no lo era. Así me es más fácil mandarlo al cielo, sabiendo que era amado también. Incluso si era otro hombre. Amor es amor.
Luhan inclinó su cabeza hacia ella. ¿Me culpas por la muerte de Minseok?
Ella suspiró y desvió la vista. Lo hice al principio. Pero estaba enojada y necesitaba alguien a quien culpar. Volvió a mirarlo. Luhan no fue tu culpa, recuerda eso.
Él asintió y se mordió el labio.
—Tengo algo para ti. Sacó un sobre grande de su cartera y se lo entregó.
—¿Qué es esto? preguntó él, dándolo vueltas en sus manos. En el frente estaba la dirección de Minseok y en la dirección de retorno estaba la de una gran disquera.
—Lo abrí pensando que Minseok había enviado algo de su propia música. Pero en realidad es acerca de ti, por lo tanto deberías tenerlo.
—Gracias dijo, sosteniendo el sobre con fuerza sobre su pecho.
La madre de Minseok sonrió y se estiró para tocar suavemente su rostro. Gracias.
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Luhan fue al río y se sentó en el mismo lugar que habían estado aquel día. Sacó la carta y la abrió. Adentro había una carta dirigida a Minseok de uno de los estudios de grabación más importantes de Corea.
Estimado Sr. Kim:
Nos gustaría agradecerle por enviarnos el CD demo de Luhan. Estaríamos encantados de que él estuviera dispuesto a reunirse con nosotros y tener una audición en privado. Sentimos que su voz e imagen serian una gran adición a nuestra familia de artistas.
El resto de la carta se fue volviendo borrosa a medida que Luhan trataba de entender lo que estaba leyendo ¿Cuándo había ocurrido esto? Entonces recordó como Minseok se había quedado despierto toda la noche trabajando en su laptot y que había ido a “caminar” temprano en la mañana. Luhan sacó de su mochila la laptot de Minseok. Aunque nunca la hubiera usado, la había mantenido cerca de él ya que era una de las pocas cosas que le quedaban de Minseok. La abrió y esperó impacientemente a que se encendiera. En el medio de la pantalla había una carpeta titulada “ciervo”. Luhan lo clickeó, abriéndolo para ver un archivo mp3 y todas las fotos que se habían sacado juntos. Abrió el mp3 y escuchó su propia voz, cantando dulcemente. Él rio y se ahogo en un pequeño sollozo, luego abrió las fotos en una presentación de diapositivas.
Imágenes de él y Minseok sonriendo y riendo fueron pasando lentamente en la pantalla mientras la música sonaba. Fotos de ellos abrazando a su mamá, Luhan sacando la lengua a la cámara mientras Minseok le hacía orejas de conejo, una selca de ellos besándose. Luhan sonreía y se reía ante cada imagen que aparecía en la pantalla, lagrimas caían de su rostro. Él se las limpio y asintió. Gracias, Minseok. Lo hare bien en la audición. Solo mira, voy a hacer que te sientas orgulloso y viviré una vida feliz.