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Ángel o Demonio por Dama de Luz

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Notas del fanfic:

Parejas:

YOOSU

MINJAEYUN

Notas del capitulo:

espero les guste.

“Ángeles y Demonios nacen del mismo vientre.

El mal y el bien se nutren de la misma fuente.

Y cuando nos desgarra el amor

No vemos que lo mejor puede ser lo peor

Y lo que más deseamos nos lleva a la muerte.”

 

Hay veces que nuestras vidas están predestinadas a que lleguemos a convertirnos en algo o en alguien que quizás no deseamos, pero eso no siempre es malo.

 

En la estación de tren, un hombre con apariencia nerviosa e intranquila estaba sentando en un banco cerca de las vías del tren, mirando a un ejecutivo que no paraba de hablar por teléfono. En su interior, había nacido desde hace mucho el deseo de venganza.

Todos los días se sentaba en el mismo sitio, mirando a ese hombre deseando que algo le ocurriese, pero él no se atrevía a hacerle nada. Aunque esos deseos de venganza fueron alimentados lentamente por una niña…una dulce y adorable niña, de rostro angelical, pero con el alma más oscura y podrida que la del diablo.

La joven muchacha, bajo las escaleras mecánicas y como todos los días se sentó al lado de ese hombre que…con desesperación se mordía las uñas, pensando en que hacer...no se decidía.

-Tienes que hacerlo…-le dijo la niña con voz dulce.

-¿Perdón?-pregunto el hombre algo contrariado mirando a ese angelical rostro.

-Tú sabes que lo tienes que hacer…..vienes aquí todos los días, te sientas a esperarlo…lo miras y lo miras…pero luego…-negro con la cabeza mirando al hombre.

-¿Quién eres tú?-volvió a preguntar ese hombre, aún sin entender que quería esa niña, aunque en su interior la ira se alimentaba lentamente.

La niña, con una suave y dulce sonrisa, poso su mano sobre la mano del hombre, que descansaba sobre sus rodillas.

-Alguien que no quiere que sufras más…tú no te mereces este tormento...el si se lo merece… míralo…allí esta. Te ha quitado lo que más querías, y ahora estas solo…ha llegado el momento-susurró las últimas palabras, para después ver como el hombre se levantaba de su sitio, y se dirigía hacia el ejecutivo y lo empujaba hacia las vías del tren, justo cuando este pasó. Así de esa forma lo mato.

 

 

“- Ten compasión, piedad, amor. Sí, amor…..Piadoso amor que me atormenta. Amor de un solo…pensamiento, inocente……que nunca se aparta…Amor puro, sin máscaras, sin una sola mancha….Quiero tenerte entero….Para que por fin seas todo, todo mío.”

Un joven que a simple vista parecía un ángel, estaba leyendo atentamente un poema en mitad de la clase. Todos estaban atentos a lo que la maestra decía, pero él…él prefería leer esas odas y poemas que por alguna razón apaciguaban su alma, y le ayudaban a sentirse mejor. Su aspecto, era muy refinado y totalmente atractivo tanto para hombres como para mujeres.

Alto, delgado, piel pálida, labios rojos como la sangre y los cabellos de color cobrizo oscuro. Todos lo llamaban el angelito, por unas alas que tenía tatuadas en la espalda, pero claro, el no sabía nada de eso.

-Park Yoochun…-la profesora, paseaba entre los pupitres de sus alumnos, dándoles el boletín de notas, mientras su mirada iba dirigida hacia el joven que seguía en su mundo-Shim Changmin…-cada vez estaba más cerca de ese chico que ni cuenta se daba de lo que se avecinaba-Kim Jaejoong-lo llamo una vez-Kim Jaejoong!-lo llamo nuevamente, atrayendo finalmente la atención de dicho joven.

 Este, cerró rápidamente el libro de poemas mirando a su profesora, más pálido de lo que normalmente estaba.

-S…Si...-dijo el pelirrojo oscuro, alzando la mirada tratando de ocultar el libro con poca discreción.

-¿Jaejoong, en que planeta andas? Dile a tus padres que vengan a hablar conmigo-le dijo la joven profesora mirándolo seria.

-No metas a mis padres en esto por favor…-dijo el joven mirándola con algo de suplica.

-¿Les dices tú que venga o los llamo yo?-le dio a elegir la joven mujer.

El chico no dijo nada mas, solo tomo el boletín de notas, y bajo la cabeza, empezando a recoger sus cosas ya que la campana del fin de las clases había tocado. Sin darse cuenta, había atraído nuevamente la mirada de alguien de la case. Su nombre, Shim Changmin. Un chico de la misma edad que Jae, pero totalmente diferente. Su aspecto, era igual que el del pelirrojo, pero totalmente distando a él en realidad. Era el chico más alto de la clase, sus ojos eran marrón oscuro y su cabello castaño con reflejos dorados. Atento, miraba al pelirrojo oscuro, con algo más que internes en la mirada.

Jae salió de clase, acompañado de sus dos mejores amigos, Yoochun y Junsu, que eran pareja. Los tres reían de algún comentario del más pequeño de los tres, en este caso el animado Junsu, pero el mayor de todos, se alejo un poco de ellos cuando estos empezaron con sus mimos y carantoñas. Sin dejar de sonreír, paso su mirada por los alumnos algo agitados que caminaban hacia la salida del instituto, pero su mirada se detuvo en un hombre, que llevaba capucha y estaba parado en mitad de la multitud.

El joven, frunció el ceño ladeando un poco la cabeza, mirando más atento a ese extraño, que levanto la cabeza lentamente, pero aun así no se lograba verle el rostro por culpa de la capucha.

-Chun...-llamo a su amigo-¿Yoochun, quien es ese tío?-pregunto señalando con la cabeza en la dirección de ese hombre.

El pelinegro se acerco a su amigo y miro hacia donde este le señalaba, pero no vio nadie.

-¿Qué tío?-pregunto el joven pelinegro.

-Ese, el de la capucha-dijo nuevamente el pelirrojo oscuro, señalando esta vez con la mano, pero se dio cuenta de que había desaparecido.-n...nada olvídalo…me lo abre imaginado-dijo mirándolo con una suave sonrisa, caminando hacia las puertas de salida.

 

Al lado de la puerta, había dos chicos de unos 14 años, que no se atrevían a salir por la puerta del instituto.

¿La razón? Unos gamberros de su clase que no paraban de molestarlos, por lo menos a uno de ellos dos le hacían la vida imposible.

-Allí siguen esos…-dijo el más bajo mirando con nerviosismo hacia la puerta.

-Bueno…ya se cansaran...-contesto el más alto que miraba hacia el mismo lugar.-lo mejor es esperar…

De pronto los matones, miraron hacia esos dos jóvenes que se pusieron un poco más nerviosos de lo que ya estaban.

-Disimula tío….nos están mirando-dijo nuevamente el más bajo.

El chico más alto suspiro y miro hacia las personas, viendo como su hermano se acercaba hacia la salida.

-Jae…-lo llamo acercándose a él, con la esperanza de que los ayudase. –Vamos juntos a casa?-pregunto el chico.

Una sonrisa ladina apareció en el rostro del mayor.

-Vaya, que simpático de repente… ¿y eso? –le pregunto sin dejar de sonreír.

-P...Pues...no sé...así  podemos ir hablando-ofreció el menor aun deseoso de que su hermano no lo dejase tirado.

-¿De que el niñato de Baeck, os esta acosando a Youngminnie y a ti?-pregunto son una sonrisa de superioridad, mientras miraba a su hermano, que era un poco más bajo que el, la piel algo bronceada, y el cabello negro ondulado.

-A mi no me acosa…pero con Youngmin se pasa un montón-confeso el menor.

-Mira, Ricky, te lo he dicho un millón de veces, no te metas donde no te llaman. Es más, si hay uno que se lleva todos los palos…pues tú no te los llevas-dijo como sentencia, alejándose de su hermanito, para ir hacia casa.

El menor, miro a su hermano con algo de desprecio, pero no dijo nada, solo se quedo allí viendo como se alejaba.

El pelirrojo se tomó su tiempo para llegar a casa, ya que sus notas, no eran de lo mejor ese trimestre…más bien había suspendido 5 de las 14 asignaturas que tenia, y sabia de que las cosas en su casa no estarían muy bien.

Nada más entrar por la puerta de casa, su madre lo recibió con una sonrisa, al igual que su padre, que estaba sentado en su mesa de trabajo que había en el salón.

-Hola Joongie. ¿Qué tal las clases hijo?-pregunto su padre, que durante un momento dejo su trabajo, para mirar a su hijo mayor.

El joven, desvió la mirada con gesto de molestia, y se encogió de libros, sacando de su mochila el pele de color azul en donde estaban apuntadas sus notas, entregándoselas a su madre, que con una amplia sonrisa las tomo. Pero esa sonrisa se desvaneció al ver las desastrosas notas de su primogénito.

-¿Y esto?-pregunto con voz seria y gesto de desagrado-Lo has hecho a propósito porque si no, no lo entiendo.-acoto mientras zarandeaba con suavidad el boletín de notas.-pues de momento, no sales en toda la semana, y si tengo que estudiar contigo, estudiare. –sentencio la mujer.

-Imposible…tengo una fiesta, no puedo faltar-dijo alarmado el menor.

-hombre, seguro que podrán hacerla sin ti-le dijo su padre, que había estado atento a toda la conversación.

-Pero, es para el viaje de fin de curso-se alarmo un poco más el chico.

-¡Que para ti se han acabado las fiestas! Vete a tu cuarto a estudiar-le ordeno la mujer muy enfadada, aunque se controlo, ya que no quería hacer algo de lo que se arrepintiese después.

-¿Y para qué queréis que estudie tanto?-pregunto revoltoso- ¿para acabar en el paro como el?-le dijo a su madre, señalando con la mano a su padre- iros a la mierda…

No acabo de decir la última palaba, y su progenitora, ya le había pegado una cachetada que le hizo boletar la cara.  Con rabia e ira, el pelinegro miro a su madre para después dirigirse hacia la salida. Al ver eso, su padre se levanto de la silla llamándolo con algo de preocupación.

-¿Jaejoong, a dónde vas?-le pregunto obteniendo como única respuesta un portazo.- ¡Jaejoong!-los dos padres suspiraron, mirando hacia la puerta de roble color claro que se había cerrado por la fuerza empleada. Su madre, aun preocupada por la actitud de su primogénito, miraba por la ventada de la cocina como este, se paseaba de un lado a otro, mirando con asco y rabia hacia su casa.

Abajo, en la calle, el pelirrojo se movía nervioso con ganas de pegar a alguien, mientras miraba hacia la casa. Las horas pasaban, y el no entraría en casa, hasta que su madre no le pidiese perdón. Ya era de noche y estaba cansado, por eso se sentó en un banco que había delante de su finca.  A lo lejos escucho los ladridos de unos perros y cuando ladeo la cabeza, para ver de dónde venían esos ladridos,  vio a dos grandes pitbull de pelaje negro brillante. Tras ellos, su dueño. Un chico igual que el de alto, con la tez algo bronceada, un cabello oscuro como la noche, pero con alguna que otra mecha rubia, y los ojos negros como el carbón, se sentó a su lado.

-¿Estas bien?-pregunto con voz algo preocupada-¿puedo ayudarte en algo?

El pelirrojo sonrió al ver al chico y se relajo un poco.

-No...Gracias-sonríe con suavidad mientras miraba a los enormes canes.

- te veo muchas veces cuando los paseo-dijo el chico con una galante sonrisa.-soy...Kiseop…

El joven volteo el rostro y sin borrar la suave sonrisa de sus labios contesto.

-Yo, Jaejoong…

-Encantado-dijo aun sonriendo con suavidad-¿Estás seguro, de que no quieres contarme lo que te pasa?-pregunto mordiéndose un poco el labio inferior.

Jae, se recostó sobre el respaldo del banco y con voz de rabia y llanto mezclada miro nuevamente hacia su casa.

-Ojala me muriese yo ahora mismo….se iban a enterar-mordió sus labios para no decir algo más.

El joven con movimientos muy sensuales, se acercó un poco más al otro joven. Apoyando su cabeza en su brazo.

-¿Tan grave es lo que te han hecho?-pregunto con voz coqueta.

El mayor miro al chico y con voz llorosa contesto a su pregunta.

-Me han castigado, toda la semana sin salir…

-Alguna razón habrá…-susurro el joven-

-Es que tengo una fiesta...no puedo faltar…-su voz fue un poco suplicante.

-¿Y, hay alguien verdad? Estas loquito por esa persona…-contesto con cierta sensualidad en la voz.

Una sonrisa embobada apareció en el rostro del pelirrojo moviendo sus dedos algo nervioso.

-Bastante...-dijo con nerviosismo en su voz.

El chico sonrojado, miro nuevamente a los canes, que estaban recostados en el suelo, mirándolo atentamente, como si el tuviese algo diferente. Por eso mismo el pelirrojo, no vio que los ojos del menor que estaba a su lado, se volvieron totalmente negros, haciendo que jae lo mirase con cierto deseo en la mirada.

-Vas a ir a esa fiesta, Jaejoong….-dijo serio el pelinegro-tienes que ir…-susurro

-¿Y qué hago si no me dejan?-pregunto mirándolo como embobado.

-Mejor que se mueran ellos…a que te mueras tú…-dijo con un soplido de maldad en su voz.

El pelirrojo soltó una risita entre sorprendida e incrédula, sin despegar la mirada de ese extraño chico.

-¿Estas de coña no?-pregunto divertido

El otro chico, hizo una mueca, que mas bien lo que intentaba era una sonrisa, y le siguió la corriente.

-Claro…-su voz sonó decepcionada, pero sonrió acercándose al chico, casi rozando sus labios-hacía mucho tiempo….que no encontraba un alma tan pura como la tuya…-dijo mirándolo a los ojos, dejándole ver esos ojos negros y diabólicos.-nos vemos otro día vale?-le sonrió y se levantó del banco, caminando con paso elegante volviendo sobre sus pasos. Con un movimiento, saco las cadenas de sus dos perros y estos se levantaron del suelo siguiendo a su amo. Unos truenos distrajeron al pelirrojo que alzo la mirada, sorprendiéndose de lo rápido que empezó a llover. Cuando volvió a buscar a ese joven, este había desaparecido, pero no se quedo a pensarlo dos veces ya que se estaba calando hasta los huesos.

Entro en casa corriendo empezando a quitarse la ropa mojada. Todo el departamento estaba a oscuras, pero de la habitación de sus padres se escuchaban cuchicheos que solo le hicieron enfadar nuevamente. Con paso rápido fue a la cocina y abrió la nevera, tomando una botella de agua. Bebió directo de la botella y repaso la estancia con la mirada, viendo que sobre la mesa había un cuchillo para cortar el bizcocho que estaba recién hecho. Lo miro durante un momento, pero después negro con la cabeza, y de volteo para dejar el agua en su sitio. Extrañamente, sintió como si alguien le acariciase la espalda y volvió a voltearse, mirando nuevamente el cuchillo. Ya sin pensárselo dos veces, tomo el utensilio, y entro al cuarto de sus padres, asesinándolos, clavando ese cuchillo con fuerza y rabia en sus cuerpos.  Cuando reacciono y se dio cuenta de sus actos, el miedo lo invadió y salió de la casa corriendo, dejando el cuchillo en el suelo del pasillo. Con miedo bajo a la calle, y se quito la sudadera que aun tenia sobre el cuerpo, quedándose solo en una camiseta de tirantes que solía llevar debajo. Se limpio las manos y las mejillas manchadas de sangre y con paso rápido se alejo del lugar, buscando un teléfono. Necesitaba…debía llamar a su mejor amigo. Sabía que él le ayudaría.

 

Notas finales:

me gustaria saber su opinion.


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