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Al caer la tarde por miss_seragaki

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Notas del capitulo:

Una fría noche de invierno. Una cobijita perdida, dos padres, su hijo y su hija.

Conforme avanza la noche, la neblina cae sobre las montañas alrededor de nosotros. Hace un rato que dejó de nevar. No puedo sentir el frío como los demás, pero incluso yo me doy cuenta de que la temperatura ha bajado bastante. Me alegra que la casa tenga calefacción central, pues de otra forma, no hubiéramos podido venir de vacaciones por las fiestas debido a la condición de Koujaku.

 

Sin despegar la mirada del fuego de la habitación que compartimos mi esposo y yo, me pregunto si los niños ya estarán dormidos. Debería ir a verlos para asegurarme.

 

Escucho a Koujaku en el baño. Creo que tiene otro ataque de tos. Sé que intenta hacer el menor ruido posible para no inquietarme, pero ya debería saber que me doy cuenta. Siempre me doy cuenta.

 

Toco la puerta.

 

- ¿Koujaku? - pronuncio su nombre sin esconder mi preocupación.
-Estoy bien -responde con un fingido tono animado, pero vuelve a toser. Al escucharlo, intento abrir la puerta, pero tiene puesto el seguro. No puedo evitar fruncir el ceño.

-¿Tienes el inhalador?
-Sí -responde esta vez con voz rasposa y apagada-. ¿Ya se durmieron los niños?
-Iba a verlos.
-Ve. Ya sabes cómo se ponen al día siguiente si no duermen bien.

-Koujaku…

 -Estoy bien. Ya sabes que la doctora dijo que mientras no fume y tome los medicamentos mejoraré en poco tiempo.

 

Dejo escapar un suspiro frustrado.

 

-Ya regreso, entonces.

-Sí.

 

Mientras salgo de la pieza y camino hacia el cuarto de nuestro hijo, me siento irritado. Ya sé lo que dijo la doctora. Ya sé que Koujaku no está muriéndose. Pero él ya debería saber que no importa que tan leve sea su enfermedad, no dejaré de preocuparme por él, y tampoco dejaré de fastidiarlo para que siga su tratamiento. No es solo porque lo amo… es también porque tenemos dos hijos y no quiero que vean sufrir a su padre o que lo pierdan.

 

Hace un año y medio decidimos tener otro hijo. No tuvimos que hablarlo mucho. Sencillamente sabíamos que era el momento adecuado.

 

Decidimos tener una niña. Puede que fuera capricho mío, pero quería que nuestra hija tuviera el sedoso pelo negro y los ojos color grana de Koujaku. Y los laboratorios cumplieron mi capricho. Nuestra hija es la perfecta combinación entre nosotros dos. Siempre que la veo, vestida con hermosos kimonos y con el cabello primorosamente adornado con flores y moños, me parece que no hay niña más hermosa en el mundo. Pero también estoy seguro de que si Koujaku sigue tratándola como hasta ahora, la hará igual de vanidosa que él.

 

Elegimos su nombre porque Koujaku quería ponerle algo japonés, pero yo no quería algo que sonara extraño en alemán. Así que en lugar de “Hannah”, le pusimos “Hana”. Es nuestra hermosa flor. Hana será una mujer muy hermosa, pero creo que, como dice mi hermano, seré un padre espantosamente celoso.

 

No me importa. Es mi hija. Mía y de Koujaku. Nadie merece ponerle una mano encima a la niña que es retoño del hombre que me pertenece.

 

Me asomo a la habitación de Erich. Sonrío al ver a mi precioso niño rubio durmiendo pesadamente mientras abraza a Beni. Hace un par de años, pasamos su chip a un modelo más nuevo porque Koujaku insistió en quedarse con él. Erich parece adorarlo también. Nunca terminaré de entender cómo pueden apegarse tanto a un Allmate.

 

Me asomo después a la habitación de mi niña. La veo sentadita en su cama, mirando para todos lados con gesto incómodo mientras la lucecita de noche ilumina su carita redonda.

 

-¿Hana? -entro.

-Papi-dice ella con mucha seriedad. Su carita está surcada de lágrimas. Al notarlo, me acerco a ella y me siento a su lado.
-¿Qué pasa, princesa?
-Bu no está -responde mientras se cruza de brazos, luciendo terriblemente acongojada.
-¿No recuerdas donde la viste por última vez? -le pregunto mientras le limpio las mejillas blancas y tersas.

 

Ella niega con la cabecita, meciendo sus coletitas color azabache de un lado para el otro.

 

Bu es la mantita preferida de Hana. Erich y yo se la regalamos hace cinco meses, cuando ingresaron a Koujaku en el hospital por una bronquitis severa. Durante las tres semanas que estuvo internado, Hana y Erich no pudieron verlo. Erich se portó muy valiente y todos los días le escribía notas que yo le entregaba, pero Hana lloraba desconsolada todas las noches. Fue a Erich a quien se le ocurrió regalarle la mantita roja aromatizada con el perfume de sándalo y mirra de Koujaku. Solo así logramos que durmiera hasta el amanecer.

 

-Papi, quiero a Bu -se recarga en mí, y me rodea con sus frágiles bracitos. Quisiera poder sentir su calor y la textura de su piel, pero debo conformarme con aspirar el perfume a flores de su pelo y con escuchar su respiración.
-Ya es muy tarde para buscarla -le explico con paciencia-, pero mañana la encontraremos.
-Papi…

-Hagamos un trato -propongo con una sonrisa- esta noche puedes dormir con nosotros y mañana encontraremos a Bu.

 

Mi pequeña posa sus ojos carmesí en mí, evaluando cuidadosamente la propuesta.

 

-Está bien.

 

Sonrío y me levanto, cargándola. Hana rodea mi cuello con sus bracitos, y me da un beso en los labios. Yo también la beso, sintiendo apenas el sabor dulce de su boquita, y salgo con ella para ir a la habitación principal.

 

Koujaku está en la cama, recargado en la cabecera mientras lee. Nunca deja de asombrarme lo joven que luce, considerando que me lleva ocho años. A pesar de que no está en las mejores condiciones de salud, luce casi tan joven como cuando comenzamos a salir hace casi una década. A veces me pregunto si me veré más viejo que él pronto. Odio un poco a los japoneses por envejecer más lentamente…

 

Mi esposo levanta la mirada y sonríe.

 

-Princesa -Koujaku deja su libro y le extiende los brazos.
-¡Papi Kou! -Hana estira los brazos con un gesto algo dramático. La pongo sobre la cama para dejarla ir con él, y ella gatea hasta Koujaku. Se recarga en su pecho-. No encuentro a Bu.
-Ahh, esa Bu es muy traviesa -le dice mientras le acaricia el cabello-. Debe estar jugando a las escondidas.
-Mañana buscaremos a Bu -me estiro, cansado- pero hoy la princesa dormirá con nosotros.
-Me parece una excelente idea, Noiz -me dice y su rostro se ilumina con una sonrisa. Maldición. Sigue siendo tan guapo.

 

Koujaku mete a Hana bajo las cobijas mientras yo me cambio. Parece que están intercambiando secretos, porque hablan en voz baja y se ríen quedamente.

 

Cuando me meto a la cama, Hana se acurruca a mi lado. La abrazo, y luego le doy un beso a mi esposo. Koujaku, como siempre antes de dormir, me besa acariciando mi lengua suavemente con la suya. Puedo saborear el gusto amargo de los medicamentos que acaba de tomar, y me siento aliviado porque está siguiendo su tratamiento.

 

Me siento tan feliz que tomo su mano y lo muerdo para marcar mis dientes en su carne. Él se sonroja, y me mira ligeramente irritado, pero yo le sonrío como si acabara de hacer una travesura, y beso el lugar que acabo de morder. A estas alturas, Koujaku ya debería saber que no dejaré de marcarlo. Es mío y todo el mundo tiene que saberlo.

 

Apago las luces, y Koujaku y yo nos abrazamos, sosteniendo a Hana entre nosotros.

 

Hana se duerme rápidamente, mientras Koujaku la mira con adoración. Yo me limito a contemplarlos mientras mil cosas me dan vueltas en la cabeza.

 

Erich acaba de entrar a la primaria, y está en una escuela más grande, donde no conoce a todos los niños ni a los maestros. ¿Podrá hacer amigos? ¿Lo molestarán porque es diferente? ¿Y cómo va a reaccionar él si lo tratan mal? No quiero que haga las mismas cosas que yo…

 

Y luego, está la enfermedad de Koujaku. Si hubiera insistido en ir al hospital antes, tal vez no se hubiera enfermado… ya sé que estará mejor pronto, pero también sé que el daño a sus pulmones no se curará. El solo pensar que podía pasarle algo peor… me asusta. Ahora sé lo mucho que duele que alguien que amas esté sufriendo…

 

La puerta se abre lentamente, y Erich me mira con ojos adormilados.

 

-¿Papá? -dice mientras me muestra la manta de Hana- la dejó en mi cuarto.
-¿No tienes frio? -le pregunto con una sonrisita, y él asiente.

 

Sin hacer más preguntas, se trepa en la cama, del lado de su padre, y lo abraza. Koujaku sonríe y se acomoda para poder rodéalo con el brazo, mientras yo dejo a Bu cerca de Hana para que la vea cuando despierte.

 

Puede que Mink tenga razón cuando dice que no hay una felicidad perfecta. Siempre hay dificultades, y las cosas no salen como las planeaste. Pero tengo a las tres personas más importantes de mi vida conmigo, y si pudiera hacer que esta fría noche de invierno durara para siempre, lo haría.

 

Para mí, esta es la felicidad perfecta.

 

Notas finales:

 Dedicado a la gente hermosa del grupo de DMMd de Facebook, especialmente a la Conejita linda, quien me sugirió escribir esta historia <3

 

La verdad me había quedado con ganas de escribir un poco sobre la pequeñita que Kou y Noiz quieren tener el shot “Al caer la tarde”, así que puede decirse que esta es una secuela. Y como me he propuesto escribir al menos un shot o un capítulo de otra historia por semana (porque para ser escritor aunque sea amateur, hay que escribir shingao), este es el shot que toca :D

 

Hana es un nombre que siempre me ha gustado y por eso quise usarlo. El juego entre “Hana” y “Hannah” me pareció algo que haría Noiz para que su hija tuviera un nombre casi alemán pero también algo japonés. Y suena lindo.

 

Por mucha dulzura que escriba, no puedo evitar fastidiar la vida de los personajes de alguna manera, pero es que como “dice” Mink (lol, pobre Papá Canelas, solo lo menciono y no aparece), no hay felicidad perfecta. Así que, mi Koujaku sufre de principios de EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, en su forma de bronquitis crónica) provocado por una enfermedad respiratoria mal cuidada y por tantos años de fumar. Ya sé, soy horrenda y mala. Merezco un zape. D: Pero si Kou no fuma y se cuida, estará bien. Imagino que Noiz tiene que comprarle sus parches y chicles porque si no entra en chibi-beast mode por falta de nicotina (algo así como Badou de DOGS XDD). Afortunadamente, me parece que Noiz lo mantiene vigilado para asegurarse de que no fume y tome sus medicinas. Y bueno, Koujaku se hace responsable de sí mismo porque es un adulto con dos hijos.

 

En fin, dejo de aburrirlos con mis divagaciones desmañanadas.

 

Sigan hacia el tercer y último capítulo de esta pequeña saga.


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