A la mañana siguiente, yo fui quien hizo el desayuno. Yesung se negó mucho pero le prometí que volvería a dejar todo en su sitio después de utilizarlo. Él me dijo que desde que se fue de casa aprendió a ser muy dependiente y no recibir ayuda, por eso a pesar de tener una venda en los ojos no quería que yo hiciera cosas por él.
–Yesung, ¿por qué nunca me pediste ayuda? –pregunté mientras fritaba unos huevos.
–Porque quería cuidar de ti –dijo bajito. Tosió y luego amplió la voz–. Bueno, ya te dije lo que pasa conmigo –sonrió.
No sabía si sentirme conmovido, culpable o mal porque él a pesar de sus dificultades haya querido cuidar de mí. Es que no puedo creerlo, no es algo lógico para mí y eso me impide procesarlo. No le contesté nada y terminé de cocinar. Serví un plato con huevos para cada uno y un vaso con zumo. Los lleve a la mesa y comimos.
–Cocinas muy bien, Wookie.
–No es nada. Me enseñaron bien casa –le sonreí.
Yesung lavó los platos conmigo. Los secamos y los pusimos de nuevo en la alacena, justo como estaban ubicados desde un principio. También lavamos los vasos. En un descuido de Yesung, él me empujo y solté un vaso y se quebró en el suelo.
–Fue mi culpa, lo siento –me excuse. Me agaché y comencé a recoger los fragmentos quebrados.
–No mientas. Ser ciego no me impide sentir –se agachó también. Comenzó a palpar el piso para saber dónde estaban los cristales. Detuve su mano antes de que en ella se incrustara un vidrio gigante.
–Yo lo haré… t-tú ve por la escoba y un recogedor –respondí después de pensar rápidamente en qué podría hacer Yesung para ayudar.
Él se levantó inexpresivo y se fue a buscar las cosas. Ahora que le estoy ayudando a hacer las cosas debe sentirse inútil por no poder ver lo que hay a su alrededor. Termine de reunir los fragmentos del vaso y los puse en el recogedor cuando Yesung llegó con él. Barrí el suelo para que no quedaran vidrios por ahí.
–Lo siento mucho, Yesung –le dije triste. Sé que fue cosa suya pero ¡no puede ver! Sería muy bajo culpar a un ciego.
–Fue culpa mía, no tienes que mentir por lastima –me dijo serio.
–No es lasti…
–Claro que lo es. Solo porque ahora me falte la vista no significa que sea un estúpido incapacitado –contestó intentando no subir la voz. Me disculpe con él y bote el contenido del recogedor en una basura.
– ¿T-te parece si jugamos algo?
– ¿Cómo qué? –ya estaba más calmado Yesung. Se mostró más amable al contestar.
–Juguemos algo en la consola. Tienes algún juego de baile.
–Sí –sonrió–, tengo uno en especial.
Fuimos a la sala donde Yesung había re-acomodado el televisor. Buscamos entre los diversos CD’s y encontramos un juego de baile. La caratula estaba rayada con marcador entonces no podía ver el nombre. Yesung lo puso en la consola y cada uno cogió un control.
–Me sé los bailes de memoria así que no te preocupes porque no veo –me dijo sonriendo orgulloso. Asentí y vi la pantalla donde un muñeco virtual que comenzaba a hacer los pasos de una canción.
Someone like you sonó. Era un ritmo genial para tener pasos firmes y marcados como lo mostraba el juego. Me concentre y seguí los movimientos. De soslayo veía a Yesung quien sin ningún esfuerzo hacía a la perfección la coreografía.
Jugamos y jugamos hasta caer rendidos en el sofá. El sudor nos cubría las frentes pero teníamos una sonrisa muy ancha en el rostro.
–Ah, hace mucho no me divertía así –suspiró Yesung.
–Eh –lo miré y me resultó algo extraño.
Otra vez este sentimiento.
iliaridad.