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Donde Pertenezco por Judas

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Notas del capitulo:

Quien Eren y que haces en Mikasa :v

A leer!!

 

 

-Ese muchacho… ¿Dónde estará?-murmuro un hombre de oscuro cabello rubio, apretando las manos en puños tan ceñidos que los nudillos ya se veían blancos por la presión de la piel. A su lado, una mujer de bellos rasgos asiáticos sollozaba en silencio.

 

 

-Debemos informar a la policía Klaus. Lleva medio día perdido.

 

 

-Kohana.

 

 

El hombre acaricio el rostro de la mujer de forma conciliadora, pero ni siquiera aquel suave gesto era capaz de tranquilizarla.

 

 

-Debemos esperar cuarenta y ocho horas, lo sabes.

 

 

-¡Pero es apenas un niño!-estallo la mujer, sin poder contenerse-¿Cómo sabemos que esta a salvo? ¿Si tiene hambre o frió? ¡El no conoce a nadie en Francia! ¡Podría estar perdido! O incluso…

 

 

Se quebró en medio de la frase, decir en vos alta que su hijo podría estar secuestrado o muerto, era demasiado para su frágil corazón. Se cubrió los labios con las manos ahogando los chillidos de dolor y frustración. Cada hora que pasaba sin tener noticias de Eren eran como un golpe en su punto mas débil.

 

 

-Fue mi culpa-articulo con un hilo de voz, ignorando que su esposo la rodeaba con sus brazos-Debí haber prestado mas atención, debí…

 

 

-No, no fue tu culpa Kohana. Esto pudo haber pasado en cualquier momento, aquí o en casa, pero Eren habria descubierto la verdad tarde o temprano.

 

 

-Si dependiera de mí… jamás habria sabido nada.

 

 

-Tenía el derecho.

 

 

-Y por eso se escapo y ahora esta perdido.

 

 

Con esa simple declaración la ahogo una nueva ola de desesperación y el llanto histérico no tardo en hacerse presente. Un músculo palpito en la mandíbula de Klaus Ackerman mientras dejaba que su esposa se apoyara en el, pero por dentro se sentía inútil y miserable. Su hijo llevaba doce horas perdido, y aun restaban otras treinta y seis tortuosas para iniciar con su búsqueda, o en el peor de los casos, en el rastrillaje de un cadáver.

 

 

-“· Dios-suplico mirando el cielo de la mañana como si al otro lado estuvieran las respuestas a sus incógnitas-Por favor… protege a Eren. ·”

 

 

Los pasos de los dos hombres se perdían a través de los típicos murmullos de un centro clínico: pacientes, familiares haciendo visitas, especialistas médicos que guiaban a las enfermeras a realizar sus obligaciones, enfermos con heridas lacerantes, sangrantes y supurantes, tosiendo y esparciendo sus asquerosos gérmenes en el ambiente.

 

 

Oh si, era la pesadilla bacteriológica de Rivaille Ackerman.

 

 

¿Por qué hasta ahora notaba estas cosas?

 

 

Era porque en vez de estar en el ala de las habitaciones privadas estaba en el ala de “pacientes peligrosos”. No solo había sangre y gérmenes. Había gente histérica, gritos, llantos y un montón de otros molestos sonidos que comenzaban a darle migraña.

 

 

¿Y que eran pacientes peligrosos?

 

 

Según tenia entendido, gente estupida que no se dejaba tratar adecuadamente y debía ser amarrada a la cama para que no intentaran quitarse los sueros, herirse a si mismos o al personal del hospital.

 

 

¿Y que hacía el ahí?

 

 

Porque en cuanto corto la llamada con la secretaria del hospital tomo sus llaves y salio como un rayo con una dirección fija, Irvin había tratado de acompañarlo pero Rivaille se negó rotundamente. Sabia que si el rubio veía al mocoso no lo dejaría en paz sobre aquello de “obligación y deber moral”, realmente Irvin debía tomarse unas vacaciones antes de joderse la salud mental. Si no es que ya estaba dañada irreversiblemente.

 

 

-El muchacho recupero la conciencia hace algunas horas, casi después de que usted se fuera, señor Ackerman.

 

 

-¿Entonces porque estamos en este asqueroso lugar?-pregunto al doctor a si lado sin ocultar el tono despectivo en su voz, mirando a sus alrededores como si estuviera caminando a través de fuego.

 

 

-Tuvimos problemas con el-la ceja arqueada del moreno le hizo comprender que aun no se explicaba bien-Ataco al enfermero encargado de su aseo, y se necesito de al menos cuatro mas para contenerlo.

 

 

-¿Me esta diciendo que un mocoso fue capaz de…?

 

 

-De derribar a un hombre adulto del doble de su tamaño, y dejar en condiciones deplorables a los otros cuatro-explico el medico colocando los anteojos mas arriba en el puente de su nariz

 

-Eso es… interesante.

 

 

Murmuro Rivaille a la vez que llegaban a otra habitación de hospital mucho más pequeña y fría que la costosa en donde había estado anteriormente. Lo primero que el moreno noto fue al enfermero que suturaba el brazo del muchacho. Al estar aquel hombre justo enfrente de la cama, desde su perspectiva no podía ver si el adolescente estaba o no despierto.

 

 

-Luego de golpear al enfermero se arranco el suero del brazo, pero solo son pocos puntos, se recuperara.

 

 

Finalmente el enfermero termino su trabajo, tomo los implementos de sutura y se dispuso a salir. Cuando paso junto a los hombres fue más que visible el círculo negro que le rodeaba uno de los ojos, ese enfermero media por lo menos un metro ochenta de pura fibra muscular, pero al parecer nada de eso había resultado un impedimento para ser apaleado por el “indefenso paciente”. Aunque de cierta forma todo eso resultaba lógico para Rivaille, quizás el mocoso habria preferido pelear y huir antes de ser lastimado por personas desconocidas en una situación confusa. Era exactamente como las personas maltratadas reaccionaban. Una sensación calida broto de su pecho exudando levemente a través del brillo de sus ojos. Al parecer, había alguien como el en esa camilla de hospital.

 

 

-Esta despierto, señor Rivaille.

 

 

Murmuro alguien fuera de su cabeza, pronto noto que el anciano doctor le daba la espalda clavando su vista en un punto frente a el. Se acerco con calma, aunque levemente intrigado sobre el mocoso y su próxima reacción.

 

 

¿Lo insultaría?

 

 

¿Lloraría?

 

 

¿O estaría tan dañado como el doctor suponía?

 

 

No quería pensar en la última opción. De alguna forma, aquello le desagradaba.

 

 

El día anterior, entre toda la molestia del accidente y las chismosas personas a su alrededor, no reparo en el echo de que no había sido capaz de observar los ojos del adolescente, ni antes de atropellarlo ni después. Pero ahora tenia una vista completa de ese detalle.

 

 

Vida.

 

 

Esperanza.

 

 

Naturaleza.

 

 

El color de las hojas en primavera.

 

 

Un tono exacto al de una piedra preciosa, jade o esmeralda, no lo recordaba bien pero era de una belleza invaluable.

 

 

Sus ojos brillaban como faroles luminosos en una tormenta marina, resaltaban en toda la magnitud de su rostro. Pero a la admiración no le sobrevino la sensación de dulzura, de comodidad, todo lo que te genera al tener algo agradable a la vista. Por el contrario, su rostro palideció gradualmente y su estomago se estrujo, era el mismo color de ojos que el de ella. Ella…

 

 

Su difunta esposa.

 

 

Su preciada Isabel.

 

 

En aquel lúgubre lugar llamado correccional juvenil, con olor a polvo y humedad, los niños y adolescentes de caras sucias y dientes quebrados por tanto pelearse entre ellos gritaban y se revolcaban en el suelo del patio que era apenas un pequeño espacio cuadrado de tierra dura, sin un triste remanso de verde hierba fresca para agradar la vista. El reconocía las voces de cada uno de los mocosos, podía identificar claramente la voz de Farlan insultando a alguien e intercambiando puños. En otra ocasión Rivaille estaría ahí con el, luchando a su lado y defendiéndolo de la crueldad de los mayores. Ese lugar era una casa social para adolescentes conflictivos y niños que se veían envueltos en procesos judiciales. Muchos ahí eran victimas de secuestros, hijos o hermanos de ladrones o traficantes, personas adultas que se encontraban tras las rejas o camino a ellas dejando a los niños atrás en el camino, victimas de un sistema que no podía sentir ni un ápice de consideración por ellos.

 

 

Un pequeño Rivaille de trece años, huérfano de padres y con solo un familiar que solía hacerse cargo de el, comprendía lo que era la crueldad y el maltrato. Incluso antes de ser abandonado por su tío, el mismo había decidido no ser victima de los abusos de nadie, que no se dejaría dominar por los demás, el era un guerrero, no una victima y se aferraría a esa premisa sin importar los años o las vicisitudes de su vida.

 

 

Pero… el no dejaba de ser humano, por mas que los otros niños y los adultos encargados de su cuidado lo llamaran demonio o cosas peores, el no dejaba de tener esos incómodos sentimientos que algunas veces nublaban su juicio. Como cuando vio al niño rubio siendo molestado por otros cuatro mas grandes que el. O momentos anteriores, cuando observo a una niña pelirroja llorando desconsolada mientras otro niño le arrancaba las alas a una indefensa cría de gorrión. El recordaba haber visto a la niña escabullirse algunas veces para alimentar al pichón y escondiéndolo en el interior de un viejo árbol seco plantado en el patio.

 

 

Tenia unos nueve o diez años, no hablaba con nadie, si se metían con ella usualmente la niña respondía con violencia. Era extraño verla en la habitación de las niñas, sollozando sobre su cama y sosteniendo a la indefensa cría, obviamente sin vida.

 

 

-Debes dejarlo, ya esta muerto-dijo con voz monótona, ubicándose al lado de la niña. Cuando ella se incorporo a mirarlo, dejando a la criatura y su nido improvisado sobre la cama, de sus ojos verdes irradiaba rabia e impotencia.

 

 

-¡Tu que sabes! ¡Vete de aquí! ¡Te odio!

 

 

-¿Porque? Yo no mate a tu pájaro, mocosa.

 

 

Por el contrario, cuando el y Farlan habían visto a la niña llorar en el piso mientras un grupo de gorilas de quince años torturaba al pájaro, ninguno dudo en correr a su auxilio. Farlan no era muy bueno peleando, pero era bastante resistente a los golpes y no se dejaba intimidar. Rivaille a pesar de ser bajo y delgado era extremadamente ágil y fuerte para su edad, sin contar con la instrucción recibida por uno de los asesinos mas buscados del pais, un hombre que actualmente se encontraba atravesando una condena de cadena perpetúa sin posibilidad de fianza.

 

 

Ambos niños hacían buen equipo, llegaron a ese horrible lugar casi al mismo tiempo y por años solo se tenían el uno al otro como compañía y apoyo.

 

 

¿Entonces porque Rivaille decidió abandonar a su único amigo por ir atrás de una tonta niña?

 

 

No lo comprendía.

 

 

Apenas reacciono cuando la niña se arrojo contra el, golpeándolo con sus débiles puños y tratando de llegar a su cara para arañarlo, a pesar de la notoria diferencia de alturas. El arranque duro unos cuantos segundos en los que termino por abrazarse a el, escondiendo el rostro en su pecho y empapando su camisa.

 

 

El niño se quedo levemente entumecido, nadie jamás lo había tocado de esa forma. Nunca fue abrazado, nunca fue acariciado, nunca fue necesitado por nadie de esa forma. Fue criado por un hombre lleno de vicios y violento que preferiría molerlo a golpes en el suelo a sobar su cabello con suavidad. No sabia que tal cosa existiría para el, pero supo lo mucho que le incomodaba tal acto. No… no era natural. No para alguien como el.

 

 

-“· ¿Quién podría amar a alguien como tu? Que mataste a tu madre mientras estabas naciendo. Eres solo una pequeña basura. ·”

 

                                                                                    

Con esas palabras taladrando su mente, tomo a la niña suavemente de los hombros para sentarla sobre la cama, seco sus lágrimas gentilmente con la yema de sus dedos y pregunto, tratando de sonar amable:

 

 

-¿Cómo te llamas?

 

 

La niña hizo un pequeño sonido ahogado antes de contestar.

 

 

-I… Isabel…

 

 

El recuerdo fue como un destello que desapareció cuando el adolescente entorno los ojos en su dirección. Apenas podía tener los parpados abiertos, sus pupilas y la incapacidad de enfocar la vista claramente denotaban lo sedado que estaba.

 

 

Por un momento se olvido donde estaba. Con quien estaba.

 

 

Solo existían aquellos grandes y brillantes ojos verdes que lo descolocaban y removían sentimientos y heridas dentro de él que se esforzaba por ocultar.

 

 

-Tu… ¿Quién eres?

 

 

En el silencio, por que se sentía incapaz de gesticular apropiadamente, el adolescente se preguntaba algo diferente:

 

 

-“· ¿Quién soy? ·”

 

 

Notas finales:

Proximo Capitulo: Nombre

Nos vemos en el proximo cap :3 gracias por las lecturaas y reviews!! los amo y besos!


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