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Donde Pertenezco por Judas

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Notas del capitulo:

Estoy que me caigo del sueño (U-U)zZZ

 

 

En muchos aspectos, era curiosa la forma en la que las cosas sucedían. Como en un momento te ves a ti mismo desarrollando un estilo de vida que no variaba en años, y luego, de forma repentina te encontrabas en un punto completamente contrario del inicial. Prácticamente arrastrado por la situación. Como si se tratase de una obra de marionetas y tu vida es relegada a las decisiones de una persona ajena a ti. De esa forma era se sentía el Ackerman.

 

 

Admiro las maletas previamente llenadas con ropa y artículos de primera necesidad (según su criterio) descansando junto a la puerta de su habitación, en una de las caras del cuarto las luces sonrosadas del amanecer se colaban por la ventana desprovista de cortinas, tiñendo el cuarto de un curioso tono rojizo.

 

 

Rivaille se encontraba de frente a la cama, secando su cabello húmedo con una toalla y con la mano libre quitaba el nudo de la única prenda que llevaba encima y envolvía sus caderas. Era un hombre bajo, siempre lo fue, pero debajo de la ropa formal, los elegantes trajes, los caros zapatos y guantes de cuero se camuflaban los duros ángulos de una escultura griega. La comparación se debía, simplemente, a la palidez de su piel ahora hidratada y levemente iluminada por el agua de la ducha caliente como a los macizos y bien formados músculos debajo de esta. Era un espectáculo de hombre, uno que desnudo parecía resplandecer a la luz crepuscular.

 

 

Peino su oscuro cabello hacia atrás mientras se inclinaba a recoger su ropa interior y comenzar a deslizarla a través de sus piernas hasta descansar cómodamente en sus muslos, a ellas le siguieron los pantalones oscuros y la camisa blanca. En cuanto sus dedos rozaron los pequeños botones guió la vista hacia su cajón de noche, llevado por la viveza del pasado y el conocimiento casi obsesivo sobre todo lo que caía en su poder busco con una mano el cajón de la mesilla extrayendo un pedazo de papel, una antigua foto de un tiempo que consideraba muerto y enterrado. Los músculos de su vientre se contrajeron duramente, otorgándole una protección casi de acero que en lugar de causar pavor, invitaba a cualquier casual visitante al análisis físico de aquel cuerpo. El comprobar la dureza de aquel torso, brazos y piernas, era una fantasía erótica de muchas y muchos confirmar si la piel de Rivaille sabía dulce como la leche ya que tanto se le parecía.

 

 

Ignorando aquellas banales cuestiones Rivaille se dejaba caer al borde de la cama. La noche se hacia presente velozmente, ocasionando que ante la visión común las imágenes en la foto fueran muescas borrosas sin ayuda de alguna luz. Pero el podía identificar a las tres personas ahí retratadas.

 

 

Era el lugar donde, alguna vez, todo iniciara y terminara para el. Una ciudad a la cual nunca volvería. El lugar donde vio a sus seres queridos morir frente a sus ojos. La encarnación misma del infierno en tierra. E irónicamente, a donde se dirigía por la cura de un pequeño dolor en culo que respondía a un único nombre: Eren.

 

 

Sus recuerdos divagaron hasta los eventos de esa misma noche…

 

 

-Esto me parece increíble-finalizo el anciano una vez leído y releído los exámenes para finalmente comenzar a masajearse los nudillos, en un gesto de nerviosismo.

 

 

-¿El que?-pregunto hastiado de la actitud enigmática del profesional clínico.

 

 

-Los exámenes y las radiografías indican una lesión del lóbulo temporal.

 

 

-¿Quiere decir que el mocoso esta idiota?

 

 

-¡Señor Ackerman!

 

 

Rivaille lanzo una mirada cansada al anciano, realmente no estaba para rodeos de ningún tipo. El hombre prácticamente lo había arrastrado a su oficina en cuanto tuviera las últimas pruebas en su poder. Y cuando el podría estar trabajando en su despacho, descansando en casa o incluso pasando tiempo con el mocoso que ahora repetía su nombre como loro amaestrado debía estar metido con el anciano y su cara de necesitar laxante para cagar mas cómodamente.

 

 

-Como decía-enfatizo elevando los anteojos mas arriba sobre el puente de su nariz-el lóbulo temporal es la zona donde se regulan, entre otras cosas, los recuerdos de las personas. Las lesiones que el joven sufrió bloquearon su capacidad de procesar las memorias de largo plazo, es como si una persona borrara un pizarrón escrito dejándolo completamente en blanco.

 

 

-Pero el dijo su nombre-señalo el moreno.

 

 

-Lo que nos indica que la lesión no es muy grave. Al menos no lo suficiente para operar. Lo importante aquí es la perdida de sus habilidades sociales y el lenguaje, es un caso bastante llamativo.

 

 

-No me importa si es el descubrimiento medico de la era o un raspón en la muñeca. Lo que quiero es arreglarlo.

 

 

-El paciente no es una maquina, señor. No es algo que se solucione en un día o dos.

 

 

Maldición. Rivaille comenzaba a perder la paciencia. O más bien, desde el día antes de ayer la tenía perdida. Había pasado poco menos de día y medio desde que atropellara al mocoso, y apenas catorce horas desde que pudiera hablar. Decir aquellas dos simples palabras: su nombre, y el de Rivaille.

 

 

Era extraño que el mismo se planteara deshacerse de Eren, mandarlo al mismo diablo una vez que pudiera ponerse en pie y cortar el problema de raíz. Pero en ves de eso estúpidamente se paso todo el maldito día en el hospital. Bordeaban ya las once de la noche y el aun no volvía en casa. Seria fácil admitir que estaba preocupado, que se quedo en aquel cuarto mientras el mocoso era visitado por grupos de médicos y siquiatras por decisión propia, pero Rivaille no era de la clase que se dejaba vencer, ni siquiera por el mismo o sus impulsos. Al parecer, efectivamente el problema del mocoso tenia arreglo, pero uno que costaba dinero y demandaba de el de formas que jamás imaginaria.

 

 

-Como sea… ¿Cómo va a curarse el mocoso?

 

 

-No es un proceso fácil. El lóbulo temporal es una de las partes del cerebro más primordiales y delicadas. Y dado que ya es una suerte que de por si no resultara con lesiones graves aun puede haber riesgos.

 

 

Sin más el hombre tomo un pequeño block de notas y comenzó a escribir unos números con una caligrafía apresurada y un tanto ilegible para muchas personas, pero no para él. Era uno de los efectos residuales de las apresuradas clases universitarias que obligaban a los alumnos a escribir rápido y retener la información. Probablemente su caligrafía no era tan distinta.

 

 

-¿Ilse Lagner?

 

 

-Es una de las mejores profesionales en lo que lesiones cerebrales se refiere. Además tiene un Licenciatura en Psiquiatría y Psicoanálisis.

 

 

-Alto. Se supone que el problema es biológico. El mocoso se hirió la cabeza, no es como si estuviera loco o algo así.

 

 

Bueno… la forma en como ataco a los enfermeros y el escándalo que hizo cuando el doctor le pidió a Rivaille que fuera a hablar con el a su despacho demostraban otra cosa. El hombre aun podía sentir todas las miradas sobre el cuando el mocoso lloraba llamándolo. Era la sensación mas malditamente incomoda del mundo (Rivaille quería creer que era vergüenza, no Empatia porque el adolescente sufría por el, aparentemente). Cuando cruzo la mirada con el mayor, este parecía estar rememorando los mismos sucesos.

 

 

-Eso no podemos saberlo-aclaro con ojos adustos e inteligentes-Comuníquese con ella, le aseguro que no se arrepentirá.

 

 

No respondió, tan solo empujo el papel en un bolsillo de su pantalón y se cruzo de brazos desviando la vista. Tratando de buscar un orden a su atribulada vida actual. No lo había notado, la primera ves que estuvo en el consultorio del hombre estaba decorado, de forma adusta pero decorado al fin. Ahora mismo las paredes se hallaban desprovistas de los cuadros que demostraban los estudios profesionales del hombre. Lo único que seguía allí era el monótono escritorio de algarrobo y la mullida silla giratoria.

 

 

-¿Que? ¿Esta redecorando o algo así?-lanzo bruscamente. No porque le importara sino porque quería quitar el estrés que sentía concentrándose en alguna banalidad.

 

 

-¿Eh?... no-respondió el medico tomado por sorpresa-Hoy es mi ultimo día aquí, simplemente. Mañana empieza mi jubilación.

 

 

-Ya veo. Suerte con eso.

 

 

Era una pregunta incomoda ni bien salio de sus labios, no tenia ganas de soportar lo que suponía una charla barata y extensa de un anciano rememorando sus años de gloria. Atino a responder lo más parecido a un cumplido que podía soltar y se aventuro fuera del consultorio, llevado casi automáticamente hacia el lugar donde esperaba el vagabundo ya se hubiera calmado.

 

 

-“·Fueron solo veinte minutos. Maldito mocoso. ·”

 

 

Aun podía escuchar claramente en su mente los gemidos de dolor y la forma desesperada en que lo llamaba por su nombre. Las parcialmente catorce horas que se había pasado ahí no se alejo del mocoso ni un segundo, observándolo desde una esquina del cuarto mientras el era analizado de pies a cabeza. Bueno, casi, el no había permitido que lo desnudaran, ya que solo presentaba heridas superficiales en un brazo y una pierna no era necesario que personas extrañan tocaran ese juvenil cuerpo, que sus manos surcaran los pliegues que ni siquiera el se atrevía a descubrir. Oh no, nadie tocaría al mocoso mientras el estuviera presente.

 

 

Camino de forma mas apresurada sin siquiera notarlo. No, no dejaría a nadie hacerlo porque de seguro al adolescente tampoco le agradaría. Si, eso era.

 

 

-¡Guah!-escucho del cuarto en el que ya se hallaba a pocos metros de distancia. Apretó el paso y entro sin más, sin anunciarse. Encontrando al “vagabundo” amarrado de brazos y piernas a la cama, llorando como un pequeño animalito enjaulado. En cuanto este lo miro directamente, Rivaille se sintió empequeñecer ante el dolor y la felicidad que expresaban los orbes esmeraldas. Dolor de estar atado, y felicidad de verlo a él en el marco de la puerta como si… el fuera importante para el mocoso, no, único. Era esa la forma en la que se sentía. Como si el mundo alrededor se desdibujara en irreconocibles piezas y para el menor solo fuera perceptible el. Allí. En ese preciso momento.

 

 

Los pulmones de Rivaille se pusieron pesados, pero su corazón se sentía extrañamente ligero. Aunque las dudas y la inseguridad seguían presentes en su mente.

 

 

-Rivaille-lo llamo el adolescente con una rasgada voz nasal. Como si hubiera gritado o llorado por horas. O ambas al mismo tiempo.

 

 

Sus cejas se juntaron y un peligroso gesto de furia desfiguro los rasgos cincelados del moreno.

 

 

¿Por qué estaba Eren atado?

 

 

Se acerco a la cama y sin delicadeza desanudo las correas de cuero de piernas y brazos del adolescente. Este, sin pensarlo mucho, se arrojo a los brazos del hombro, escondiendo el rostro en su pecho y manchando con sus lágrimas la pulcra camisa blanca.

 

 

No, esa molesta sensación otra vez. Las manos de Rivaille se encontraban en el aire a ambos lados del adolescente, tan solo centímetros lo separaban de abrazarlo, de estrecharlo más íntimamente contra su cuerpo. El lo sabia, sabia que quería sentir a Eren mas cercano a el y que este lo sintiera, pero…

 

 

¿Era correcto?

 

 

¿Estaba bien?

 

 

No fue capaz de impedir que el fantasma de Isabel regresara a el.

 

 

¿Cuántos abrazos no le había negado a la mujer?

 

 

¿Cuántas veces buscado su cuerpo solo por placer y no por verdaderamente desear tenerla cerca?

 

 

¿Cuántas noches ambos durmieron espalda con espalda, solo porque Rivaille detestaba ser tocado?

 

 

Lo detestaba…

 

 

Estaba seguro de que detestaba ser tocado, independientemente de la persona. Pero con Eren… no lo detestaba.

 

 

No detestaba que el lo hiciera.

 

 

¿Por qué no podía sentir un inmediato rechazo a su toque?

 

 

Lo único que sabia era que quería permanecer así mucho más tiempo. Solo que tenia el pleno conocimiento de que no era correcto. El era un adulto. El adulto que había atropellado a un adolescente vagabundo, para ser mas precisos.

 

 

Mordiéndose el labio, tomo a Eren de los hombros y lo aparto de el con brusquedad. Sino no lo hacia de una vez sabia que seria incapaz de hacerlo. Eso pareció desanimar al muchacho, mientras sus ojos enrojecidos volvían a cristalizarse. Buscando consolarlo aunque sea un poco, acaricio su cabello gentilmente mientras usaba un pañuelo para limpiar sus ojos y nariz. Visto desde esa perspectiva, el realmente lucia como un niño. Uno pequeño, y muy solo.

 

 

-¿Te sientes mejor?

 

 

En un suave movimiento su mano descendió de la cabeza a la mejilla del joven, y desde allí su dedo pulgar se encontró en contacto con el labio superior. Era una delicada caricia, tan delicada que el propio Eren se sentía sonrojar y atribular irremediablemente. La boca del adolescente se separo para intentar responder a la vez que acariciaba la delgada falange.

 

 

Suave.

 

 

Dulce.

 

 

Erótico.

 

 

Eran las palabras que pasaban por la mente de Rivaille. Ese muchacho definitivamente seria su perdición.

 

 

Notas finales:

Proximo Capitulo: La partida 2parte

Tuve que cortar el cap sino quedaba muy largo y no me dejaba subir D: me retiro a dormir e.e gracias por tanto ♥

 

+EDITADO+


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