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Donde Pertenezco por Judas

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Notas del capitulo:

¿Notaron que ya no tardo tanto?

xP

 

 

-¿Pero que hizo?-se escucho chillar a una voz femenina tras su espalda.

 

 

¿Lo habían descubierto?

 

 

Como un resorte se alejo de Eren buscando poner una prudencial distancia entre ellos, descubriendo que la mujer se acercaba para volver a asegurar al adolescente con correas, este le miraba directamente a los ojos como suplicándole que le ayudara. Rivaille se mordió el labio inferior para seguidamente sujetar la muñeca de la enfermera sin mucha delicadeza.

 

 

-¿Qué se supone que estas haciendo?-siseo el moreno, la amenaza latente en cada palabra.

 

 

-Es un  paciente peligroso, debe ser contenido-rebatió la mujer, tratando de hacer frente a un hombre que la superaba en amplios aspectos como presencia y fuerza, no así en estatura.

 

 

-¿Peligroso? Yo lo veo bastante tranquilo.

 

 

Y ciertamente, lo estaba. Eren se aferraba suavemente a la espalda del hombre tirando de su camisa, usándolo como un escudo contra aquella inoportuna mujer.

 

 

¿Qué habria sucedido si no llegaba a tiempo?

 

 

¿La vería maltratando a Eren?

 

 

O…

 

 

¿Qué habria echo él si la enfermera no se hubiera presentado?

 

 

Rivaille y la adusta enfermera se miraron por varios segundos, en una silenciosa pelea que ninguno estaba dispuesta a perder entre el intento de amarrar a Eren y el impedimento de tal acción. Finalmente la mujer perdió, liberando su extremidad de la dolorosa constricción de la firma mano masculina. Se acaricio suavemente la muñeca entumecida, sin dejar de destilar odio por cada poro de su cuerpo.

 

 

-Si este muchacho va a seguir aquí, tengo órdenes expresas de sedarlo y amarrarlo, el personal ya recibió demasiadas agresiones de él y de su parte. O se quedan aquí y acatan las reglas. O pagan la cuenta y se largan.

 

 

Muy en el fondo Rivaille sabía que la mujer tenía razón. Eren era demasiado agresivo e impulsivo, por no decir un mocoso quisquilloso que desde que despertara no lograra aportar nada relevante a su propia identidad salvo su nombre. Era como un perro salvaje que solo confía en el humano que lo salvara, y el resto del mundo fuera su enemigo.

 

 

Suspiro mientras la misma pregunta volvía una y otra vez a su cabeza

 

 

¿En que se había metido?

 

 

-Nos iremos.

 

 

No dio más explicaciones ni la mujer las pidió. Lo éticamente correcto seria facilitarle el número de otros institutos clínicos, quizás hasta tratar de convencer al hombre de que el joven aun necesitaba un tiempo de hospitalización. Pero ciertamente no le importaba, el enano gruñón y el mocoso idiota ya le habían causado demasiados problemas. Le dedico una mirada viperina al adolescente y salio del cuarto dando un sonoro portazo. La lengua de Rivaille escupió, casi sin contenerlo:

 

 

 

-Maldita loca, de seguro no coge hace meses.

 

 

A continuación giro hacia el vagabundo, observándolo de forma reprobatoria. Quería volcar toda su molestia y frustración en él pero lo cierto era que ambos tenían la culpa. Rivaille no era precisamente bueno dándose a querer y su mocoso obviamente tenia problemas con personas que no fueran el.

 

 

-“· Y me conoce hace apenas dos dias. ·”-penso el moreno siendo esto lo mas destacable de toda la situación (siendo que gran parte de estos dos dias se lo había pasado inconsciente). Quizás cuando lo conociera mejor terminaría desagradándole como al resto. De nuevo la incomodidad de cuando pensaba en algo que no le gustaba se presento, y trato de rechazar la sensación casi al instante

 

Ahora debían irse del lugar y…

 

 

Y…

 

 

¿A dónde demonios llevaría al mocoso?

 

 

Eran casi las doce en punto de la noche en la casa de Irvin Smith. El lugar se encontraba sumido en el silencio y la oscuridad como era habitual. Los hombres que allí vivían solían pasar muy pocas horas del día en la residencia. Sus trabajos (fiscal y policía respectivamente) les consumían tanto tiempo que eran esporádicos los momentos que compartían, pero solían aprovecharlos.

 

 

Justamente esa noche podían descansar tranquilos sin el cansancio o la preocupación de la alarma que indicaría el inicio de un nuevo día laboral. En la mañana el fiscal no tenía compromiso alguno mas haya de un almuerzo programado con un cliente mientras que el policía tenia el día completamente libre debido a que fumigaban el destacamento policial.

 

 

Eran esas pequeñas excepciones en sus vidas en las que ambos apreciaban la falta de compromisos y la mutua compañía. No importaba lo que hicieran ni donde lo hicieran, mientras estuvieran juntos.

 

 

Ahora mismo ambos se encontraban recostados sobre la gran cama matrimonial, buscando recuperar el aliento y permitir que los hilos de Morfeo los arrastraran a su mundo. Irvin se encontraba de lado acariciando las manos que descansaban en sus costillas y Mike a su espalda, rodeándolo en un círculo protector con sus brazos. Desnudos, apenas recuperando el aliento de la reciente actividad y completamente exhaustos, se entregaron al silencio del cuarto para conciliar el sueño.

 

 

Hasta que el celular del rubio comenzó a trinar incesantemente, provocándole un notorio sobresalto.

 

 

¿Quién rayos molestaba a esas horas?

 

 

Mike se recostó sobre su espalda cubriéndose los ojos con un brazo mientras Irvin se apresuraba a contestar.

 

 

-¿Hola? ¿Quién habla?-murmuro conteniendo un bostezo.

 

 

-Soy yo idiota, ¿O es que tengo que anunciarme antes de llamarte?

 

 

-Rivaille-murmuro obviando el hecho de que había contestado sin mirar la pantalla del celular, el equivalente a luz solar directamente en sus ojos-¿Qué necesitas?

 

 

-¿Recuerdas el vagabundo que atropelle?

 

 

-Como no podría, estuve todo el día tratando de que retiraran la denuncia. Si Mike no hubiera…

 

 

-Te dije que no necesito tu ayuda ni la de tu esposo, Smith. Pero…-en ese momento un suave” ¿Rivaille? ” Sonó al otro lado de la línea-¡Cállate mocoso!

 

 

-¿Qué sucede, Rivaille?

 

 

-¡Rivaille!-nuevamente aquella voz, solo que mas alto y demandante, como un niño pequeño que reclamaba algo a su padre.

 

 

El aludido gruño como animal rabioso dejando escuchar sonidos entrecortados y un quejido.

 

 

-A la próxima te atropellare mas fuerte, lo juro. Escucha Irvin, necesito que…

 

 

Y en ese momento el aparato abandono sus oídos. Se giro para encontrar a Mike tomando el teléfono.

 

 

-Dices que puedes con tus propios problemas, asumo que ahora también podrás.

 

 

Ese era su esposo: Mike, un hombre directo y de pocas palabras. Una vez transmitido el mensaje e ignorando a Rivaille que seguía discutiendo con quien sabe quien al otro lado de la línea el hombre colgó la llamada y apago el aparato, devolviéndoselo a su esposo. Irvin lo miro intrigado.

 

 

-Se esta comportando como un niño caprichoso-respondió el policía, advirtiendo las intenciones de hablar del otro.

 

 

-Rara vez nos pide algo, quizás…

 

 

-Quizás lo educamos mal. Regresa a dormir, es tarde.

 

 

En parte le daba la razón a Mike por las contradictorias disposiciones de su hijo adoptivo. Por otra estaba realmente agotado, se dispuso a tratar de conciliar el sueño una vez mas. Y el teléfono de Mike vibrando termino por arrebatarle las ganas de dormir.

 

 

El policía se rasco la cabeza en un gesto cansado mientras tomaba su teléfono.

 

 

-¿Cómo te atreves a colgarme el teléfono? Maldito perro-cariñosas palabras de salutación del joven hombre.

 

 

-Así que enserio necesitas algo-murmuro fatigado.

 

 

-Y espero que no me lo nieguen.

 

 

Irvin observo silenciosamente a su esposo recostado boca arriba con el teléfono a un lado de la cara y los ojos cerrados, denotando su cansancio. Esa noche definitivamente no seria tranquila.

 

 

-¿Qué?-los orbes se abrieron de par en par, llamando la atención del rubio-Por supuesto que no. Si no sabes que hacer con el déjalo en un refugio de indigentes o a una estación de policía.

 

 

-¿Qué pasa, Mike?

 

 

-Rivaille, ni yo ni Irvin podemos, es tu responsabilidad-Mike fruncía el seño gravemente mientras escuchaba a la voz en el teléfono-las amenazas y los insultos no funcionan conmigo mocoso-el otro despotricaba en un tono algo alto.-Has lo que quieras, mi respuesta es no y punto.

 

 

Colgó la llamada y procedió a apagar el aparato y guardarlo tal y como hiciera con el de Irvin.

 

 

-¿Qué sucede?-demando Irvin levantando un poco la voz a lo que Mike solo atino a recostarse y frotarse los ojos.

 

 

-Tu muchacho quiere que alojemos al tipo que el atropello.

 

 

-Maldición Smith creí que tenías huevos. Pero se nota quien lleva los pantalones en tu matrimonio. Muy bien, no te necesito, ve a pudrirte lejos de mi vista, jodido muerde almohadas.-

 

 

Y tecleando las últimas letras con fuerza tal que no dudaba de haber dañado de alguna forma su celular envió el mensaje. No le quedaba otra opción. Mientras marcaba los números empujaba la silla de ruedas en la que el mocoso iba cómodamente, observando todo a su alrededor con curiosos ojos.

 

 

-Que divertido ser tú, mocoso. Sin ninguna preocupación más que comer y cagar.

 

 

El adolescente lo observo casi al instante, percibiendo el tono condescendiente de aquellas palabras. No había entendido ni tres letras de lo dicho, pero suponía que no era nada bueno. Irremediablemente sus ojos se cristalizaron y su labio inferior comenzó a temblar.

 

 

¿Por qué se ponía de esa forma al pensar que Rivaille estaba molesto con el?

 

 

Le desagradaba. No lo soportaba.

 

 

-Oye, ¿Qué sucede contigo?-murmuro el adulto al ver al menor temblando y emitiendo sonidos ahogados con la garganta.

 

 

Eren se negó a mirarlo, sintiendo las lagrimas escocer en sus ojos. Un cúmulo de sensaciones vagamente familiares comenzaban a dominarlo.

 

 

Frustración.

 

 

Inseguridad.

 

 

Tristeza.

 

 

Todo producto de esa sensación de decepción y soledad. En su interior, sentía que detestaba no cumplir con las expectativas propias y ajenas, no quería ser una carga que no era capaz de elegir por si mismo.

 

 

-”· Ahora mismo estas decepcionando a esta persona, que lo único que hace es ayudarte. ·”

 

 

Aquella silenciosa afirmación de su inconsciente no logro más que deprimirlo y que en su corazón se instalara una sensación de molestia y frustración contra si mismo. Comenzaba a odiar la situación, a no saber ni quien era ni que era lo que lo rodeaba.

 

 

Ajeno a los atribulados pensamientos del menor, Rivaille termino la llamada con Hanji con un humor e los mil demonios al mismo momento que llegaba al estacionamiento de autos del hospital. Una zona de subsuelo bastante grande en la que no demoro en encontrar su vehículo con la vista y dirigirse hacia el.

 

 

¿Cómo rayos se le había olvidado que ya estaban en periodo de vacaciones?

 

 

Un mes completo de no hacer nada más que aburrirse en su departamento. Y la lunática de su secretaria que no podía ayudarlo con su”problema”porque salía de la ciudad. Maldita. Mil veces maldita ella, Irvin y Mike. Jamás les pedía ayuda y la única vez que realmente los necesitaba le daban la espalda.

 

 

Aunque no debería sorprenderse, probablemente. Kenny solía decir que no puedes confiar en los otros porque cuando menos te lo esperas estos te clavan un puñal por la espalda. Los seres humanos eran naturalmente egoístas, y quien no lo era lo seria eventualmente o terminaría muerto. Durante años compartió aquel pensamiento (tenia cicatrices que demostraban la veracidad de aquellas sabias palabras) pero al parecer en algún punto ese pasado violento, esa breve pero inolvidable infancia comenzaba a mermar en sus acciones inconscientes.

 

 

¿De que otra forma estaría involucrado en la situación actual?

 

 

 

Ah, era eso.

 

 

Se estaba ablandando.

 

 

Su cuerpo fue azotado por una repentina ráfaga de viento frió. El no tenía ninguna obligación de pedir favores como no tenia obligación de ayudar a alguien más de la cuenta.

 

 

-Levántate-ordeno en voz baja pero firme al adolescente.

 

 

Este le miro con ojos brillosos. Pero esta vez Rivaille no se compadeció de esa patética imagen. Lo tomo del cuello de la chaqueta (los del hospital al menos le regresaron las prendas al mocoso y, para su suerte o pesar, algún enfermero lo ayudo a vestirse) y lo obligo a ponerse en pie. Automáticamente el tobillo de Eren comenzó a punzar por la presión ejercida, le dieron calmantes por lo que el dolor estaba reducido parcialmente pero aun quedaban remanentes del accidente.

 

 

Sin mucha delicadeza empujo la silla de ruedas lejos de su vista. Solo en ese momento fue capaz de discernir en las dimensiones del adolescente. Delgado, de extremidades largas y proporcionadas, y obviamente alto en comparación. Lo sobrepasaba por varios centímetros, diez probablemente lo que obligaba al mocoso a inclinar el cuello en su dirección.

 

 

Eren no había tenido la oportunidad de ver tan de cerca la cara del hombre o de estar tan cercano a el. Los separaban apenas milímetros de tocarse, y ese echo que debería ser suficiente para sonrojarlo se veía relegado a segundo plano por los confusos pensamientos que experimentaba y la mirada afilada del moreno. No estaba molesto, estaba estoico como una piedra. Inalcanzable como nunca lo percibiera hasta ahora.

 

 

-Ten-Observo como el hombre le extendía unos papeles pequeños y con curiosos dibujos-Te alcanza para comprarte comida.

 

 

Al notar que el adolescente seguía escrutándolo con esa odiosa expresión empujo el dinero bruscamente en el bolsillo de la chaqueta de este y procedió a darle la espalda para entrar en su auto. Debía terminar con el asunto ahora que podía. Ahora que comprendía su problema.

 

 

 

Los años de soledad, la monotonía entre el trabajo y la rutina con la molesta de Hanji y el entrometido de Irvin le hicieron olvidar los golpes, los disparos, las muertes. Las duras lecciones que su tío se había esforzado por introducir dentro de su cabeza.

 

 

-Estas solo, pequeño enano.

 

 

Tenía cinco años, y un alcoholizado Kenny lo pateaba en el suelo.

 

 

-Nadie nunca dará una mierda por ti.

 

 

Nueve años, luego de partirle el labio de un puñetazo por contestarle.

 

 

-No les des nada tú tampoco.

 

 

La última ves que lo vio, a sus once años, detrás de un vidrio en la prisión donde cumpliría condena hasta que se pudriera.

 

 

Kenny era un bastardo, lo sabia, pero a su vez uno muy listo. Comprendía a los seres humanos de formas en las que Rivaille no lo lograría hasta llegar a la etapa adulta. El era plenamente conciente de la oscuridad que todos llevamos en nuestro interior, y el solo la aprovechaba para su beneficio. Era un asesino a sueldo, a fin de cuentas.

 

 

Giro la llave del auto consiguiendo abrirlo. Solo debía meterse e irse de allí, y toda la pesadilla terminaría…

 

 

-Rivaille…-las palabras sonaron temblorosas y húmedas, dejando ver el estado dramático del joven.

 

 

-Lo dices tanto que pierde su sentido, sabes.

 

 

Si había algo que podía decirse de Rivaille Ackerman era que odiaba las demostraciones de afecto, mas precisamente que lo tocaran sin su consentimiento. Pero algo que era incluso tabo para quienes lo conocían era la aversión casi extrema a ser tocado por la espalda, cuando no veía venir a la persona que se atrevía a tal acto repulsivo, desagradable y repudiable para con el.

 

 

Pero Eren no considero este echo mientras recargaba su cabeza contra el centro de la espalda y cerraba los puños sobre la cintura del hombre. La mueca de sorpresa fue imperceptible para el menor. Una suerte de destello sobre su pasado, Específicamente a una noche que lo hacia sentir vulnerable e indefenso.

 

 

-P…perdón…-buscaba en su mente la palabra que escuchara muchas veces de las personas que lo examinaban, recién ahora comprendía su significado-Perdóname.

 

 

Silenciosas lagrimas cayeron por sus mejillas y se impregnaron en el saco ajeno mientras se negaba a cruzar la mirada con el moreno, solo permaneció ahí, apoyándose en el contrario como un flotador que lo mantenía lejos de la profundidad del mar. No sabia porque, pero necesitaba a Rivaille, de formas que en su inocencia no podía comprender.

 

 

-Mierda.

 

 

Fue lo único que logro murmurar el mayor mientras poco a poco la impresión y el sobrecogimiento lo abandonaban, permitiéndole ser mas conciente del calor en el rostro y manos del vagabundo que le generaban una sensación de relajación tal que no podía ocupar su mente en alejarlo y golpearlo.

 

 

Su determinación flaqueo mientras el olor natural del adolescente llego a sus fosas nasales. Debajo de la peste a medicinas y cloro yacía una sutil fragancia natural, amaderada y fresca que le recordaba a los profundos bosques de las provincias francesas. Eren era como la vida, la naturaleza. Y probablemente… aferrarse a el era lo que necesitaba para regresarse a si mismo a la vida.

 

 

Notas finales:

 Proximo Capitulo: Touluse

>.<

Besos y gracias por las lecturas :D

Ya casi 2.000 <3


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