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Donde Pertenezco por Judas

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Notas del capitulo:

Acabo de notar que tengo la opcion de3 editar capitulos e,e *luego de subir el cap se va a poner a editar los errores de ortografia* :P

 

 

Desde Paris a Toulouse eran exactamente trece de horas de viaje en auto. Si hubiera sido por Rivaille habrían recorrido todas ellas en profundo mutismo y sin ninguna desviación en el camino, acortando la brecha a quizás unas doce u once horas pero su pequeño acompañante parecía oponerse a esa y a todas las idea del conductor.

 

 

Ni bien salieran del departamento Eren se negó a subirse al asiento trasero del auto, (de nuevo aquella dependencia que tanto incomodaba al mayor) así que no tuvo otra opción más que permitirle ir a su lado en el asiento del acompañante. No era porque quisiera tener al mocoso lejos, tan solo consideraba que si en algún momento del trayecto este quería dormir un rato la parte de adelante seria definitivamente incomoda, y tampoco quería que llenara el cinturón de seguridad con baba. Incluso podría simplemente haberlo puesto en el lugar y zanjado el asunto.

 

 

¿Pero como podías decirle que no a una persona que siempre parecía al borde del llanto?

 

 

Mientras recorrían un poco menos de la mitad del trayecto Rivaille se dedico a echar furtivas miradas a su compañero. A detallar parte por parte como los diferentes estados de los rayos solares eran atrapados por su brillante cabello castaño. Como los ojos viajaban curiosos a los árboles y vehículos que atravesaban la carretera, varias veces se inclinaba demasiado hacia la ventanilla de su puerta y el hombre tuvo que jalarlo de la chaqueta para evitar que sacara la cabeza completamente.

 

 

Demonios. Nunca había visto a nadie demostrar tanto interés por un puñado de pasto y unos cuantos autos aburridos con gente tan aburrida como ellos. O quizás solo como el conductor allí presente. Eren deambulaba en aquel mundo dentro de su mente que se encandilaba con las tranquilas maravillas de las campiñas francesas.

 

 

Si el mayor tenia que dar crédito a algo era que aquello le agradaba, el ser capaz de permitirle descubrir nuevas cosas a Eren llenaba sus pulmones de algo mas que aire, como a hormonas de adolescente y la sensación de la piel mas delicada del vagabundo aun atrapada en sus dedos.

 

 

Era algo que no se había podido quitar en toda la noche ni en la mañana ni mucho menos en las cinco horas que llevaba manejando, con el sol del mediodía calentando la cabina y dando un ambiente un poco más cómodo y relajado.

 

 

A Rivaille no le gustaba el sol ni los dias despejados, los consideraba pesados y agobiantes. Pero cuando desvió una vez más la mirada y Eren volvía a asomar la cabeza demasiado fuera para su gusto, con una suave sonrisa plantada en los labios y el sol delineando su contorno como una especie de aparición divina supo que cada día soleado que viviera, cada rayo solar que se colara a su visión le recordarían al adolescente dependiente y demandante. Al vagabundo que atropello por accidente en un día cualquiera.

 

 

Eren era pura luz y vitalidad.

 

 

Calido como el principio del otoño.

 

 

Tan dorado como un sol.

 

 

Un sol que brillaba para el.

 

 

Pero que no era suyo. Nunca seria suyo.

 

 

El estomago de Eren gruño. Rivaille no se detuvo. Rivaille bostezo un par de veces mientras Eren analizaba su ropa como si recién supiera que estaba allí. Eren sonrió cuando una mariposa se coló en el auto. Rivaille no se inmuto más que para sacudirse el insecto cuando se poso en su pelo.

 

 

El adolescente no podía poner en palabras lo que sentía, su naciente hambre se escondió en un rincón muy remoto de su anatomía cuando la pequeña criatura de alas amarillas y naranjas entro en contacto con las hebras oscuras del mayor. En ese preciso instante se dio cuenta de que no solo necesitaba a Rivaille porque le provocaba una sensación de confianza y pertenencia, había algo más allí. Lo noto mientras la mariposa aleteaba y sacudía los cortos cabellos.

 

 

Había algo en el. En Rivaille. Que sacudía el alma y el corazón de Eren como la mariposa a sus alas.

 

 

Algo había en las largas pestañas del mayor, que hacían al adolescente desear que la plata que resguardaban se posicionara en el y nunca cambiaran de dirección.

 

 

Definitivamente algo se escondía en las palabras indescifrables de Rivaille, en la forma rítmica y acompasada en la que sus labios se movían al hablar que empujaban a Eren a querer pegar su cara con el contrario para descubrir el punto en que podía sentirse uno con Rivaille.

 

 

La pelea termino y Eren lo considero un empate. Rivaille sacudía la mano en una dirección y la mariposa se dirigía al punto contrario en la cabeza morena hasta que se canso y salio del auto con la misma suavidad con la que había entrado.

 

 

-Puto insecto. Necesito un baño.-declaro luego de horas de silencio, mientras prestaba atención a un letrero que indicaba un hotel de paso a menos de diez kilómetros.

 

 

Ni la fatiga de Rivaille ni el hambre de Eren hicieron al primero el querer detenerse. Por supuesto que no. Solo la sensación de haber tenido a una criatura nauseabunda sobre su persona, que se la pasaba entre las malditas y antihigiénicas plantas todo el tiempo lo arrastro a necesitar asearse con urgencia.

 

 

Eren no dijo nada (nunca decía mucho, de todas formas) pero con los años ese fue el primer y más gracioso evento que ambos compartieran. Y por el cual nunca dejaría de torturar al abogado.

 

 

Rivaille horrorizado por una mariposa.

 

 

Y luego la gente pensaba que él era la chica de la relación.

 

 

El lugar era más o menos decente. La fachada jugaba a ser una imitación de una casa renacentista, con su exterior de piedra veteada en varios tonos de gris combinando con las puertas y ventanas de madera oscura. Hostales como esos abundaban en las carreteras de la zona de los Altos Pirineos, recurrentemente visitados por turistas y franceses agobiados de sus trabajos que solo deseaban descansar por un momento de sus agitadas vidas laborales.

 

 

Rivaille era de la clase trabajadora, no tomaba muchas vacaciones y siempre lucia estresado. A ojos ajenos tenia toda la apariencia de ser una persona que necesitaba la escapada que se”daba” con el apuesto jovencito que no se alejaba de su persona. Aunque el estrés y la fatiga no eran su motivo de viaje eso no le impidió a la mujer de la recepción echarles una mirada zorruna, combinándola perfectamente con su ceja arqueada y su sonrisa que el mayor denomino de”vieja pervertida”. Tan desesperado por un baño estaba que no considero esos factores como pistas. Sumado el hecho de que alquilo una habitación nupcial con una cama matrimonial como mobiliario predominante (aunque en defensa del adulto era la única disponible), Rivaille solo necesitaba una ducha, probablemente una para el mocoso también y seguirían el camino hasta Toulouse.

 

 

Su cuarto estaba en el segundo piso de la casona, en uno de los extremos más alejados de la entrada principal. En el camino hacia el cuarto la ansiedad del abogado aumentaba gradualmente, sus hombros temblaban y no podía parar de jugar con las llaves del hotel entre sus dedos provocando un tintineo velado por las voces de las personas que caminaban o solo charlaban entre ellos descansando en los marcos de las habitaciones. Al parecer las vacaciones llegaron para todos en el mismo periodo de tiempo. Tanta aglomeración comenzaba a arrastrarlo a un inevitable estado de pánico, hasta tenia la impresión de que atravesaba un pasillo interminable que a sus ojos se achicaba con cada paso mientras el oxigeno se le hacia caliente y pesado en los pulmones.

 

 

Demonios. Odiaba cuando sus malditas manías tomaban el control.

 

 

Eren lo miro de hito en hito. Definitivamente había algo malo en Rivaille, hasta parecía… asustado.

 

 

¿Pero de que?

 

 

Incluso en su estado actual de “desmemoriado” no pudo evitar preocuparse, el mayor siempre lucia seguro e imponente ante sus ojos, como una figura perfecta de control y criterio agregando una pizca de irónico mal humor. Pero jamás habria esperado esa clase de reacciones.

 

 

Eren caminaba dos pasos detrás de él y le era imposible no dejar de notar sus gestos, el abogado buscaba ansiosamente con la mirada los números del cuarto correspondiente a su llave. Su pecho se elevaba y bajaba velozmente, hasta podría jurar que lo veía temblar. Supo que debía hacer algo, aunque no estaba seguro de qué precisamente y que tan bien lo tomaría el otro.

 

 

Entonces recordó que las ocasiones en las que Rivaille tocaba su piel, cuando se tomaban de las manos (mas específicamente cuando Rivaille lo jalaba para arrastrarlo a algún lado) o apenas se rozaban con ropa de por medio. El hormigueo que precedía a la comodidad. La revitalizante electricidad que recorría su piel activando cada una de sus terminaciones nerviosas, dejándolo a merced de una desconocida hipersensibilidad que solo tenia un único catalizador, casi como si su cuerpo reconociera en el contrario un bálsamo de gozosa paz y comodidad. Y si era de esa forma para Eren…

 

 

¿Por qué no podría ser así para Rivaille?

 

 

Con esa resolución en mente guió la vista hacia la mano libre del contrario que sacudía las pálidas falanges de forma descoordinada y errática golpeteando suavemente contra la palma. El vagabundo trago grueso, conciente de que Rivaille probablemente lo alejaría con aquella fiera mirada plateada o rehuiría del contacto de la misma forma nerviosa con la que su mano derecha jugaba con las llaves. Pero no pudo evitar la necesidad de tocarlo, de que con ese pequeño gesto, fuera capas de retribuir una mínima parte de lo que recibía.

 

 

Su propia extremidad izquierda se abalanzo al encuentro de la nívea piel. Sucedió que cuando los dedos aceitunados acariciaron la mano contraria y atravesaron el terreno hasta llegar al parámetro del dedo anular, más de la mitad de camino que necesitaba para cubrir la extremidad y rodearla con seguridad el mayor detuvo su caminar, a la vez que Eren detenía el propio movimiento.

 

 

Creyó que lo alejaría, que le diría alguna cosa en ese tono de voz bajo empañado de molestia o que hasta lo golpearía. Pero el más bajo solo dio media vuelta hacia el cuarto con las siglas 116. Giro la llave y se introdujo como si su vida dependiera de ello no sin antes arrancar de la mano derecha del joven la maleta que lo había echo cargar (si Eren no colaboraba con dinero, lo haría con trabajo) y emprendiendo carrera hacia el cuarto de baño.

 

 

Eren no supo hacer mas que introducirse a la habitación cerrándola tras de si y arrojándose de forma inconsciente contra la cama. De alguna forma sintiéndose decepcionado de si mismo.

 

 

Ni siquiera era capaz de darle la mano a la persona que representaba su todo en esos momentos.

 

 

Despreciable.

 

 

Cobarde.

 

 

Patético.

 

 

Fueron las sensaciones bullentes dentro de su pecho que no supo dar nombre  mientras las esmeraldas de sus ojos se escondían tras los parpados.

 

 

Sucio… tan sucio.

 

 

Rivaille se quito la ropa a jirones, desesperado. Ni siquiera la doblo como solía hacerlo, solo la arrojo en el suelo sin contemplaciones como si el contacto de las prendas lo quemara. Cuando se supo completamente desnudo se metió dentro de la ducha y abrió el grifo, sintiendo como el agua helada lo empapaba. No le importo.

 

 

Asqueroso. Cada parte de si mismo.

 

 

Ni siquiera se preocupo de regular el agua a una temperatura más calida mientras comenzaba a frotarse el cabello con los dedos. Recordó todos y cada uno de los lugares donde el asqueroso insecto se había posado y se restregó con fuerza, no era consiente de como se arrancaba algunas hebras azabache en medio de pleno ataque. Su mente solo tenia espacio para percibir la suciedad que cubría su cuerpo de arriba a abajo.

 

 

La suciedad de la mariposa se encontraba impregnada en el como un cáncer, Rivaille se sentía tan repulsivo como la mierda más pútrida y asquerosa del universo. A través del agua su vista era borrosa así que no supo si lo que tomo era acondicionador o jabón liquido, pero ahogo sus manos con el líquido de textura áspera y se lo paso por toda la cabeza. Al instante su nariz capto el aroma a empalagosas rosas.

 

 

Odiaba los aromas florales.

 

 

No supo cuanto tiempo fue el que estuvo encerrado en el baño, ni la fuerza con la que se frotaba el cuerpo en un intento desesperado por sentirse menos sucio. Porque si bien solo su cabello había sido tocado por el insecto Rivaille estaba seguro que sus malditos gérmenes se trasladaron hasta cubrir todas las zonas de su cuerpo.

 

 

De un momento a otro la piel le ardía repeliendo la suciedad o quizás solo reaccionando a las furiosas uñas propias que marcaban músculos y piel. La cabeza le palpitaba, quiso creer que era una migraña y no su cuero cabelludo debido a la buena parte de cabello arrancado de raíz. Su mente no reaccionaba más haya que del reflejo de su trastorno obsesivo-compulsivo.

 

 

Debía estar limpio.

 

 

Necesitaba asearse.

 

 

Se arrancaría partes de si mismo hasta sentirse impoluto nuevamente.

 

 

-“· Estas tan sucio, mocoso asqueroso. ·”

 

 

Apretó los dientes con fuerza ante el sonido traído desde el infierno de su pasado. Era tan palpable para el como el cuerpo que maltrataba en esos momentos, bajo las agujas del agua helada.

 

 

Golpeo la pared con el puño una vez. Dos veces. Tres veces.  A la quinta sus nudillos ya sangraban y la ansiedad lo abandonaba con lenta amargura. Regresándole el resto de los sentidos.

 

 

Se había lavado al completo con jabón corporal, la vista se encontraba borrosa debido a que buena parte del líquido se colara a sus ojos. El cuero cabelludo le palpitaba con fuerza, señalando cada zona donde se arrancara su propio pelo. Los brazos y piernas le palpitaban por culpa de sus uñas. De seguro le quedarían marcas como si una maldita prostituta lo hubiera usado para limarse las garras. Pero por sobre todas las cosas tuvo frió. El mismo frió que experimentara cuando su último día de estancia en aquel horrible orfanato. Temblaba de frió con los huesos claramente entumidos por las señales eléctricas transmitidas por los músculos. Lo que menos necesitaba en esos momentos era una enfermedad.

 

 

Regulo el agua a una temperatura apropiada.

 

 

Comprobó que el jabón corporal y los acondicionadores para el cabello fueran nuevos (de ninguna manera usaría unos usados) y procedió a completar un aseo mas o menos normal. Tan solo le tomo cinco minutos.

 

 

Veinte minutos de histeria y apenas pocos minutos para hacer lo que debía hacer.

 

 

Quizás entre el y Eren era más que claro quien era el del problema mental.

 

 

Hasta donde suponían los primeros doctores Eren era normal antes del accidente. Rivaille en cambio llevaba dañado desde pequeño y dudaba de hallar un arreglo a su cabeza.

 

 

Solo esperaba que el mocoso corriera con mejor suerte.

 

 

No quería dormir. Se negaba a descansar. Necesitaba llegar a Toulouse cuanto antes para que su mocoso recibiera tratamiento. Sin embargo, ni bien se vio a si mismo dentro de la habitación, cambiado y con el cuerpo oliendo a perfume de mujer (maldito jabón de rosas) fue azotado por la imagen frente a el.

 

 

Eren yacía sobre la cama durmiendo de lado, la ropa levemente desordenada y colgando floja a sus costados, todo parecía ser una o dos talles mas grandes desde esa perspectiva y el rostro tan sereno como cuando lo admiro por primera vez, hacia pocos dias cuando estuvo en coma inducido. Viéndolo en retrospectiva era como si hubieran pasado años, usualmente los periodos de vida que uno no disfruta siempre parecen largos y tortuosos. Rivaille no podía decir que gozaba plenamente su situación actual, pero tampoco la odiaba. Tan solo… era confuso.

 

 

Llevado por impulso o simple capricho cortó el espacio que los separaba a tan solo pocos milímetros de distancia. Su espalda aplasto la cama y el rostro ladeado para mirar en profundidad la serenidad juvenil contraria. Eren era precioso a sus ojos, tan joven y apuesto sin dejar de ser masculino. Rivaille jamás miro a un hombre como lo hacia en estos momentos y nunca lo hizo luego de Eren.

 

 

Probablemente cinco horas y media de viaje lo habían fatigado, por que de un momento a otro se hallo sumido en la bruma de su mente. Completamente a oscuras del mundo exterior. Su mente conciente mermaba poco a poco, siendo arrastrada por los oleajes de la memoria…

 

 

Su cuerpo dormido se tenso ante un contacto externo extraño. Ambos dormían. Ambos se movieron. Rivaille se sintió más cómodo retozando de lado. Eren fue golpeado por una ligera corriente helada y busco la fuente de calor más próxima. Su cuerpo se abrazo a la espalda caliente y tonificada del adulto. Pero fue cuando su rostro quedo pegado al cuello pálido y jadeo una pesada exhalación toda la calma se convirtió en una espiral de frió y suciedad. Percibió cientos de manos ultrajándolo, manchando todos los rincones posibles de su anatomía.

 

 

Rivaille se vio a si mismo boca abajo, sobre el mugroso colchón de su cama en el orfanato. Ya no era un hombre de veintiocho años, volvía a tener los fatídicos trece años. Regresaba a su complexión delgada, baja e indefensa ante el adulto que lo sorprendió con la guardia baja.

 

 

-No… ¡NO!

 

 

Grito con terror, no podía estarlo reviviendo, no otra vez. Por favor…

 

 

-Calla, pequeña mierda.

 

 

La mano pesada le tiro del cabello hundiéndole la cara contra la almohada, sofocándolo. Pero incluso aunque ya había pasado por ello, volvió a encogerse de terror cuando el hombre le deslizo los pantalones por debajo de su cintura.

 

 

Cerró los ojos.

 

 

-Basta. Basta. BASTA.

 

 

Repitió con el poco oxigeno que llegaba a sus pulmones mientras a su espalda el silencio y la expectación de los futuros sucesos le carcomían, rasgándole el alma en tiras sádicamente dolorosas.

 

 

Era imposible viajar al pasado.

 

 

Nadie podía traer del pasado personas, objetos o emociones.

 

 

Pero Rivaille podía jurar que el dolor que experimentaba su interior era real. Que la desgarrante sensación de su carne siendo perforada e invadida no era producto de su imaginación.

 

 

Todo era tan real como su cuerpo recargado contra el pecho del adolescente, empañándose las mejillas de silenciosas lagrimas.

 

 

Ambos cuerpos en el presente.

 

 

Pero las mentes separadas entre un cielo y un infierno.

 

 

Notas finales:

Proximo Capitulo: Memoria

En este capitulo avanzamos bastante en los problemas de Levi u.u Eren no es el unico que esta mal de la cabeza.

Muchas gracias por las lecturas y los reviews! me hacen feliz n.n

Bezasos! ♥


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