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Donde Pertenezco por Judas

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Notas del capitulo:

Explicaciones al final n.n

 

 

 

-Señor… señor-escucho a un lado de su rostro.

 

 

Sintió como alguien lo sacudía, buscando llamar su atención. Automáticamente su mano apreso al ser desconocido que lo interrumpía mientras descansaba por unos minutos. Usualmente era de las personas de sueño ligero, pero por alguna razón en aquel incomodo sillón de la habitación durmió tan pesado como una roca.

 

 

Abrió los ojos perezosamente dibujando una expresión de molestia con sus cejas juntas, la joven enfermera lo observo con temor mientras su mano aun seguía prisionera de la constricción de aquel pequeño pero fuerte sujeto. El la observo fríamente por unos segundos antes de soltarla. Definitivamente ella no volvería hacer eso.

 

 

-¿Que?

 

 

-Se…-la mujer parecía que se desmayaría en cualquier momento-señor… ya son las seis de la mañana.

 

 

-¿Uh?-llevo la vista al reloj de pulsera y lo vio, las seis en punto. Soltó una maldición baja al momento en que se incorporaba y dirigía su vista al lugar que lo rodeaba.

 

 

Recordaba que eran aproximadamente las diez treinta de la noche cuando le entregaron los estudios del mocoso. A las once una enfermera apareció para confirmar los signos vitales y veinte minutos después el había ido por un café a alguna cafetería cercana. Para las doce ya se encontraba nuevamente en el cuarto, sentado en aquel duro e incomodo sillón con la idea de marcharse hasta el otro día. Tuvo sueño, pensó en descansar la vista un segundo y al parecer se quedo dormido.

 

 

Ignorando por completo a la mujer que se apresuro a revisar al durmiente adolescente y huir como alma que lleva el diablo comprobó su celular. Diez llamadas pérdidas y ocho mensajes de texto, todos de Irvin. Paso una mano por su cabello de forma despreocupada, olvido que debían encontrarse en aquel bar la noche anterior.

 

 

Metió el aparato de vuelta al bolsillo, encaminándose al pequeño baño en la habitación. Como era habitual en el, abrió el grifo del agua con sus codos y desembolso un paquete de jabón que llevaba usualmente por si acaso (ni sicótico o peor tocaría con sus manos los objetos de un hospital, por mas caro y pulcro que pareciera ¡El no lo haría!)

 

 

Apenas comenzó a hacer uso de sus extremidades cuando estas se quejaron entumeciéndose al instante, realmente había dormido en ese incomodo lugar. Volvió a confirmar la hora en su reloj, ya pasaban veinte minutos de las seis, tenia tiempo de llegar a su casa, asearse, desayunar algo y salir al trabajo. El día de ayer había sido bastante pesado en el despacho, quizás hoy con los tramites ya resueltos podría pasar por la clínica al mediodía y confirmar que el mocoso siguiera tal y como lo había dejado.

 

 

-“· Para eso pago tanto ·”-pensó con molestia tomando su saco y maletín.

 

 

Rivaille se encontró a si mismo tomando la perilla de la puerta con algo de incomodidad. Quería. Necesitaba irse. Pero sabia que su mente no estaría tranquila sin verlo al menos una ultima vez. Giro sobre su hombro y admiro el perfil que le regalaba el muchacho: el cabello desordenado sobre las cejas, los ojos suavemente cerrados, la nariz pequeña y respingada, los labios finos, levemente entreabiertos como una princesa esperando el beso que lo despertaría de su sueño inducido. Era una imagen etérea, sublime.

 

 

¿Qué tan mal la habria pasado ese mocoso en su corta vida?

 

 

Recordó la única frase que lo escucho murmurar claramente. “Mama”, había dolor en aquella simple silaba, se suponía que el hombre debería sentirse de la misma forma, dada sus situaciones probablemente similares. Pero el no tenia ningún recuerdo de la mujer que lo había traído al mundo y muerto poco después.

 

 

Para cualquiera, eso haría a Rivaille ser considerado un egoísta, pero le importaba poco. No se detenía a sufrir por las imposibilidades, los “hubiera” en su nada dichosa vida, ya tenia demasiados problemas con las tragedias que sucedieron a su alrededor para envenenarse con falsas fantasías. Pero aun así, mientras abandonaba el cuarto y a su vez aquel centro clínico, no pudo evitar sentir empatía por el vagabundo que había atropellado.

 

 

Ambos eran huérfanos de la vida, sobreviviendo como podían. Rivaille respetaba a los luchadores como el. Sin embargo, el no imaginaba que sus conclusiones no podían distar mas de la realidad.

 

 

Caminaba de un lado a otro como un león enjaulado sediento de sangre de una nueva victima. Sus zapatos ya podrían estar desgastados y el piso de madera con marcas de las suelas luego de pasar mas de treinta minutos de pie. Pasaban diez minutos de las ocho de la mañana y el hombre ya se imaginaba lo peor. Aquel joven abogado solía ser tan puntual como el Big Ben, pero el despacho se encontraba en silencio. Un mortal silencio para el rubio.

 

 

Podía escuchar claramente a la asistente morena fuera del cuarto, parloteando sin fin sobre alguna cosa que involucraba tacos altos y purpurina morada y verde. Si no hubiera estado tan preocupado por su hijo adoptivo, habria huido sin pensárselo dos veces.

 

 

Tan solo por morbosa necesidad de actuar y no recibir respuesta de ese pequeño dolor en el culo andante, el rubio tomo su celular y marco nuevamente uno de los pocos números que se sabia de memoria. El tono sonó dos veces, al tercero en el que la maldita contestadora respondería una voz cansada y monótona sonó al otro lado del auricular.

 

 

-¿Que?

 

 

Lo correcto, según el criterio de Irvin, seria preguntar si estaba bien.

 

 

-¿¡Que mierda sucede contigo Rivaille!? ¿Por qué no contestaste el puto teléfono? ¡NO ES UN ADORNO, MALDITA SEA!

 

 

Oh si, su criterio yacía en un lugar muy apartado de su conciencia.

 

 

-Deberías conseguirte un pasatiempo Smith. Soy un adulto, por si no lo sabias.

 

 

-Muy bien, adulto. Contéstame esta pregunta ¿Por qué tengo en mis manos un reporte policial que indica que un auto con una matricula A TU NOMBRE estuvo involucrado en un accidente de transito?

 

 

Escucho al otro maldecir antes de responder:

 

 

-¿Me denunciaron?

 

 

Una vena palpito furiosamente en la sien del fiscal de distrito, Irvin Smith. Caracterizado siempre por su mente fría, imperturbable, calculadora y ágil.

 

 

-¿Atropellaste a alguien, mocoso?

 

 

-Primero y principal-escucho en su oído y a sus espaldas, como un efecto de eco-Tengo 28 años y tú eres un adulto de 43, compórtate como tal.

 

 

Giro tanto como su cuello le permitió encontrando a la fuente de su migraña pasar a su lado sin inmutarse, dejando el saco en el respaldar de la silla y el maletín a un lado del amplio escritorio. Mientras el hombre moreno se desprendía de los guantes de cuero el otro parecía que estallaría cual volcán allí mismo.

 

 

-¡QUIERO UNA EXPLICACION AHORA!

 

 

-Veamos-Rivaille se digno a mirarlo-cuando yo nací tu eras un alborotado adolescente de quince años que salía y entraba del “closet” como yo cambio de camisa. Lo que explica ese moretón debajo de tu oreja.

 

 

Por un leve momento, el rostro del hombre palideció mientras se envolvía la bufanda de seda mas ceñida alrededor del cuello. Maldita sea, tanto que se había esforzado por ocultarlo. Ese fue uno de los pocos momentos en los que Rivaille gozo por ganar supremacía sobre aquél hombre al cual le debía tanto, pero a su vez, no dejaba de irritarlo.

 

 

-S…sabes a… lo…

 

 

-¿Qué sucedió, Irvin? ¿Mike te lo dio muy duro anoche?

 

 

-¡Sabes a lo que me refiero!-bramo golpeando el escritorio, recuperando control sobre si mismo y la situación.

 

 

-¿Que quieres saber?-murmuro el otro, sin dejar de desafiarlo con la mirada.

 

 

-Todo.

 

 

Oh, cuando Irvin se ponía de esa forma no había broma cruel o comentario sarcástico que lo hiciera desistir.

 

 

En cuanto fue consiente de si mismo, de la oscuridad que lo rodeaba, de los sonidos indescifrables, las palabras, los aromas. Supo que de alguna forma estaba dormido, pero lucido, y a la vez, ligeramente mareado.

 

 

No podía sentir las extremidades, el estomago se le estrujaba deseando vomitar aunque no sentía esa incomodidad de cuando ingieres demasiada comida, era una sensación que se expandía por su laringe hasta su boca, podía sentir en la lengua y los dientes un sabor asqueroso a medicina. Nunca había experimentado algo similar, pero le desagrado por completo.

 

 

Sin saber que hacer, pues sus ojos se hallaban pesados como toneladas del más duro metal, intento mover los dedos. Al principio sintió escozor, como si no lo hubiera echo en mucho tiempo lo cual lo impulso a realizar mas movimientos. Al instante sus piernas comenzaron a friccionarse contra un material suave. La segunda cosa de la que tuvo certeza fue que estaba recostado. Pero al instante detuvo sus leves movimientos al escuchar un sonido no muy lejos de su posición.

 

 

Quizás lo mas sensato era tratar de comunicarse con quien fuera que había aparecido allí, pero Eren no era del tipo confiado. Era más bien del tipo obsesivo siempre alerta a un posible ataque, huraño y tosco en el mejor de sus dias.

 

 

Regularizo su respiración y fingió estar en el mundo de los sueños, escuchó pasos a su alrededor. Un movimiento sobre su muñeca le hizo reaccionar estremeciéndose levemente. Había algo en su mano, dentro de su piel, era delgado, largo y dolía al más mínimo esfuerzo o contacto.

 

 

La persona pareció ignorarlo, pero lo que sucedió a continuación recargo al cuerpo del adolescente con suficiente energía (o desesperación) para hacerlo reaccionar. Primero fue capaz de percibir la falta de la suave presión de las sabanas sobre el, pero luego unas manos rudas y nada delicadas rozaron sus muslos, quitando una prenda que ni el mismo sabia que poseía pero pudo apreciar su falta en cuanto el frió le erizo la piel. Comenzó a temblar.

 

 

¿Qué iban a hacerle?

 

 

Y cuando finalmente el desconocido lo tomo de la cintura desnuda, ignorando el dolor de su brazo inyectado con el suero asesto un fuerte puñetazo en su rostro. Casi al instante sus ojos se abrieron, dilatándose hasta que el verde de sus ojos era apenas visible por la oscura pupila desacostumbrada a la fuerte luz de día. Estaba completamente cegado, apenas si podía percibir las formas a su alrededor, el sujeto que había golpeado gritaba en algún idioma desconocido mientras otras figuras grandes e imponentes llegaban a su auxilio.

 

 

La luz, los gritos, su imposibilidad para ver lo que lo rodeaba desataron una migraña devastadora. Literalmente su cerebro palpitaba y presionaba en el cráneo con fuerza, el muchacho creía que en cualquier momento explotaría por el agobiante dolor de su cabeza. Sin fuerza cayo al piso, sosteniéndose con ambas manos los cabellos y jalando de ellos de forma desesperada. Dolía, dolía tanto que prefería morir allí mismo a seguir soportando otro agónico minuto.

 

 

Lo cuerpos comenzaron a rodearlo, jalándolo y tratando de ponerlo en pie. Con un dolor horrible en su cabeza y el brazo escurriendo un liquido caliente forcejeo con sus captores, peleo como un animal salvaje aferrándose a la vida con uñas y dientes. Golpeo, pateo, araño y mordió tanto como pudo a través de su momentánea ceguera y aun a pesar de saber o no si esas personas querian ayudarlo o lastimarlo. Pero el no se detendría a averiguarlo.

 

 

Finalmente fue tumbado en el duro suelo mientras varias masas de músculo presionaban su pecho y piernas, alguien se aferro de su cabeza mientras flexionaba el brazo entumecido por la perdida de sangre. Quería llorar del dolor en su cuerpo, pero lo único que pudo hacer fue gritar de impotencia mientras otro objeto largo y delgado era nuevamente enterrado en su brazo, llevándolo a un nuevo estado de inconciencia.

 

 

-¿Porque?-escucharon algunos enfermeros que murmuro el joven mientras sus ojos volvían a cerrarse. Unos no comprendieron el idioma, solo unos pocos identificaron que el pequeño agresor hablaba en alemán.

  

 

Termino por contarle toda la historia hasta el punto donde descendía de su vehículo para atender la llamada de su antiguo tutor legal. El hombre, al terminar de oír el relato se dejo caer en una de las dos sillas libres.

 

 

-Mierda. ¿En que estabas pensando?

 

 

-En que tenia muchas ganas de atropellar vagabundos, Irvin. Luego correría a degollar a las monjas del Notre Dame, solo para no perder la costumbre.

 

 

En otro momento se habria reído.

 

 

-¿Acaso no entiendes lo grave que es esto?

 

 

-Entiendo que lleve al mocoso a una clínica y cuando se recupere lo dejare donde lo encontré.

 

 

-Pero… ¿Y si no se recupera tal como el medico dijo?

 

 

-Hanji-dijo en voz imperturbable sabiendo que la mujer escuchaba tras la puerta-tráeme un café.

 

 

-Rivaille, esto es serio. Te acusan de intento de homicidio.

 

 

-El abogado que tomara ese caso perdería patéticamente, no hubo negligencia de mi parte y no fue mi culpa, el mocoso fue quien se paro en medio de la calle.

 

 

-No quiero que termines como Kenny, Rivaille-musito el mayor, posando sus brillantes ojos azules en la figura mas pequeña frente a el. Como siempre Rivaille lucia imperturbable, casi relajado, pero el lo conocía bien, sabia de la tormenta que se ocultaba tras los oscuros ojos grises, estaba conciente de que acababa de clavar una daga en el que no cicatrizaría ni el tiempo remediaría el dolor. Así funcionaba ese hombre, el jamás olvidaba o perdonaba.

 

 

-Te estas haciendo viejo Irvin, te preocupas demasiado. Me presentare en la central de policía donde se radico la denuncia, me encargare de mis problemas YO MISMO-enfatizo la última frase elevando un poco la voz.

 

 

-Sabes que yo…

 

 

-¿Rivaille?-la secretaria apareció desde el marco de la puerta, observado a su jefe con el seño fruncido.

 

 

-¿Y mi café?

 

 

-Te llaman de una clínica privada, dicen que es importante. Línea cuatro.

 

 

Sin esperar otro segundo mas presiono el botón del teléfono de la oficina, llevo el auricular a su oído y apenas lo hizo una voz irreconocible declaro monótonamente.

 

 

-Señor Ackerman, el paciente de la habitación 409 acaba de recuperar la conciencia.

 

 

Notas finales:

Proximo CApitulo: ¿Quien eres?

 

Me disculpo por la demora u.u pero mi monitor se quemo y tuve que esperar a que lo repucieran e.e pero ya estoy trabajando en el tercer capitulo y creo que ya lo voy a tener completo en poco n.n quiero aprovechar para aclarar dos pequeños occ que me permiti hacer:

*La mama de Eren, como todos ya sabemos no tiene ojos verdes, pero como no pensaba usar a Griya en esta historia, termine haciendolo asi n.n

*Se que el nombre del Heichou es Levi y no Rivaille, pero el segundo me parecia un nombre mas "afrancesado" asi que lo preferi n.n y hablando de frances... hace poco me entere que efectivamente Levi es frances O.o (true history) cosas de la vida no? xP

Gracias por leer y apoyar esta loca idea que salio de mi cabeza :3 repito, es mi primer yaoi asi que estoy un poco insegura e//e sus opiniones y comentarios me animan a seguir n3n besos! 

 

 


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