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Say Hello to the Bad Guy por Leyn

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Notas del capitulo:

Hola<3. Quería agradecer todas sus opiniones, me ayudaron bastante;__; (Y hablo en serio, shit, yo me demoro meses en continuar, MESES).

 

En fin, aquí el segundo capítulo.

II. The game played right

 

Jimin se detuvo en la salida de la casa, incrédulo, y las sirenas de los automóviles policiales se hicieron oír al instante, irrumpiendo en la quietud del desolado barrio.

—Mierda, estos tipos están pisando el acelerador a fondo —le dijo Hoseok por el micrófono—. Están entrando al callejón... ¡Jimin, tienes que irte de allí!

Lo corroboró cuando el ruido del motor se estuvo haciendo cada vez próximo. En medio de la confusión, Jimin corrió instintivamente hacia la parte trasera de la casa y comenzó a trepar por el mural. Se impulsó en un apresurado salto y la superficie rocosa lastimó sus brazos y parte de su rostro y cuello que estaba al descubierto, pero sólo dejó escapar un silencioso quejido y siguió. No había tiempo para detenerse y lo sabía.

Una vez que llegó a la cima, pasó sus piernas hacia el otro lado y vio a lo lejos cómo las luces rojas y azules se acercaban a gran velocidad a su posición. Con ello supo que aún tenía un poco de ventaja y por supuesto no se iba a dar el lujo de desperdiciarla. Se acomodó en su posición y saltó rápidamente hacia abajo.

Creyó que eso había sido suficiente, creyó que ellos entrarían en la casa y la revisarían por completo, perdiendo su tiempo y dejándole escapar. Pensó que así sería porque eso era lo que siempre pasaba, pero para su sorpresa, el alumbrado de todos los callejones siguientes se encendió por completo, iluminando toda la zona y, por consecuencia, dejándole a la deriva.

Y Jimin sabía exactamente de quién era obra.

 

Pero… ¿qué estás haciendo? —masculló.

 

Chasqueó la lengua. Sin perder ni un segundo más, comenzó a correr por la calle en la dirección contraria de donde venían los automóviles.

—¡Jimin, otra patrulla se dirige hacia el siguiente callejón! —alertó Hoseok—. Maldición, ¿cómo se enteraron que estábamos aquí?

—¿Desde qué lado? —preguntó Jimin.

—Izquierdo.

—Muy bien, es todo lo que necesito saber.

Cuando llegó a la salida de la calle, las sirenas de los coches ya comenzaban a resonar varios metros más allá, pero ya era tarde. Demasiado tarde.

—Hay un par de imbéciles a pie peinando la zona un poco más adelante, ten cuidado —dijo Hoseok por el auricular, pero fue apresuradamente interrumpido por la voz de Yoongi.

—Déjalo, yo me ocupo de ellos.

—¿Suga? —preguntó Hoseok—.  ¿Y tú qué haces aquí?

—Sabía que no podrían hacerlo solos, así que vine con Namjoon. No creo que les venga mal un poco de ayuda… ¿O me equivoco? —Jimin escuchó a Suga reírse tras el parlante y casi pudo visualizar a Hoseok retorciendo su micrófono en ese mismo momento.

—Vamos, sólo entretenlos y cállate —fue lo último que oyó por parte de Jung.

 

Agitado, Jimin se detuvo en una esquina del pasaje al que había llegado; éste daba directamente con una de las salidas del sector. Podía ver los altos edificios de la ciudad irguiéndose al frente, contrastando totalmente con el inhabitado barrio, pero mientras trataba de reponer su respiración, su atención se fijó hacia un lado; un par de cuadras más a la derecha de la esquina en que se encontraba, vio un pequeño artefacto rodando por la acera, expulsando una gran cantidad de humo blanco que se fue extendiendo hacia los lados. Jimin torció una sonrisa y presionó el botón de su micrófono.

—Suga, espero que hayas ocupado el gas lacrimógeno de baja intensidad.

—Sólo traje el único que quedaba equipado en mi cinturón, esperemos que no les sea tan letal —rió el otro en respuesta—. En fin, eso los entretendrá un gran rato. Es hora de irnos… ¿Vienes, Jimin?

—Tengo algo pendiente —contestó Jimin, y se dispuso a seguir su camino hacia delante, esta vez a paso lento—. ¿Por cierto, vieron a Jungkook?

—Está en el auto con los demás. ¿Seguro que no vienes con nosotros?

—Seguro —respondió con simpleza, y al salir del pasaje, dobló luego de ver una parada de transporte cercana, dirigiéndose hacia ella—. Bueno, los veo luego.

Desconectando su audífono, se sentó en el extenso banco y se quedó mirando la vía siendo atravesada por los automóviles junto con la gente pasando por el otro lado de la calle; la avenida parecía tan llena tal como si fuera un horario punta del atardecer o algo así.

Una ligera corriente de aire frío chocó contra sus brazos descubiertos y las heridas que tenía comenzaron a arder. Sólo en ese momento Jimin recordó que las tenía.

En vista de ello, se dispuso a incorporarse, pero el repentino vibrar de su celular en el bolsillo le hizo desistir. Resoplando con fuerza, sacó su móvil.

 

Era una señal activa que se había enviado a su GPS y marcaba un edificio contiguo a un centro comercial. El trayecto trazado era realmente corto y prácticamente lineal. Jimin levantó una ceja y luego alzó la vista, corroborando que el edificio indicado estaba a su vista, exactamente al frente. Efectivamente, la aplicación acertaba con su «posición actual aproximadamente a dos minutos del destino». Sus comisuras se alzaron en una sonrisa. ¿Acaso estaba incitándole a que fuera con él? ¿Tanta confianza tenía?

 

Se levantó de su asiento y fue hacia el cruce de la calle. Tras unos segundos, el semáforo dio el paso, y cuando los automóviles se detuvieron para que los peatones transitaran, Jimin ni siquiera pensó en replanteárselo. Con el móvil en mano, comenzó a seguir el recorrido que se le indicaba.

Fue sólo cuestión de un momento.

Jimin se detuvo frente a la edificación y miró por última vez el GPS. Una anotación había aparecido en el punto de destino, indicaba «piso 4, puerta 27».

Guardando su celular, Jimin se acercó a la entrada y las puertas automáticas se abrieron. Dio un paso hacia delante y buscó el ascensor con la mirada. La recepción estaba tranquila, las personas iban de un lado a otro a su propio ritmo, y la música Lounge tocaba en un volumen moderado desde los parlantes que estaban adheridos arriba, junto a los focos iluminadores.

Creyó que no se le sería dado el acceso por su actual condición, pero para su sorpresa, el guardia en su asiento sólo levantó la vista hacia él y luego la volvió a su revista. Al parecer alguien había dado aviso sobre un tipo con aspecto de que recién venía de una pelea callejera, se aparecería por ahí.

 

Escondió las manos en los ajustados bolsillos de su pantalón negro y se encaminó hacia al ascensor, sin dirigirle la vista a nadie. Tras unos segundos, las puertas de éste se abrieron de par en par y Jimin entró, agradeciendo mentalmente ser el único, porque seguramente alguien se incomodaría si viese los raspones rojizos en sus brazos, cuello y rostro.

En el dorado y largo teclado que había a un extremo, presionó el botón que marcaba el número 4 y las puertas se cerraron a la brevedad.

No hizo falta de mucha espera. Cuando el ascensor se abrió al llegar al piso, Jimin salió a paso lento, fijándose de reojo en las inscripciones numéricas de cada puerta que pasaba. Pero al posicionarse frente a una en específico, notó que ni siquiera tenía que corroborar su número. Estaba particularmente entreabierta, era la única.

Jimin se acercó cuidadosamente y posó una mano en esta, ejerciendo presión hasta que el umbral se abrió lo suficiente. Sin replanteárselo, se introdujo en el apartamento silenciosamente.

La combinación de colores de la decoración y muebles de sala principal era únicamente de gris, negro y plateado, y sumándolo a que las luces estaban en su más baja intensidad, la iluminación era escasa.

Justo antes que Jimin diera un paso más, un brazo le rodeó por el cuello y la puerta se cerró sigilosamente detrás.

—Hola.

—¿Qué…? —Jimin se removió inmediatamente y subió sus dos manos hasta el brazo del joven con intenciones de quitárselo, pero éste afianzó su agarre sobre su cuello, pasándole a llevar las heridas y robándole un silencioso siseo.

—Quería ser amable contigo, pero veo que no te agrada mucho… No pasa nada, me gusta que seas así —murmuró entonces, ascendiendo con su otra mano un arma que deslizó por los costados de Jimin hasta ubicarla sobre su sien—. Pero abstente de hacer un movimiento apresurado, Park. Ahora, baja las manos.

Frunciendo el ceño, Jimin obedeció y dejó caer los brazos con cuidado, incapaz de oponer resistencia porque sabía que estaba en desventaja, su arma se la había entregado a Jungkook.

—¿Quién… eres? —preguntó finalmente, con un poco de dificultad.

—Vaya. ¿Dónde quedaron mis modales? —dijo el desconocido con implícita ironía, soltándole. Jimin se giró para verle y cayó en cuenta que ya no llevaba el antifaz de antes—. Taehyung. Probablemente no me conozcas, y por cierto… lamento lo de la policía, a juzgar por tus heridas creo que me sobrepasé un poco.

Él le miró, alzándose de hombros y Jimin le contempló con recelo unos segundos. Esa actitud suya le hacía creer que probablemente no le importaba en lo más mínimo.

—No tengo tiempo para esto —Jimin observó a Taehyung levantar una ceja, expectante—. ¿Por qué le hiciste eso a Jungkook? ¿Tienes algún problema con él?

Hubo un par de segundos en silencio, donde Jimin avanzó un paso hacia Taehyung buscando intimidarle.

—Oh, ¿Jungkook? —Taehyung soltó una cautelosa risa sarcástica y pasó de Jimin, dirigiéndose al centro de su sala de estar—. ¿Crees que me importa Jeon? En lo absoluto.

—No soy idiota. ¿Lo habrías encerrado por nada? —la voz de Jimin había sonado particularmente agresiva—. Si no es precisamente Jungkook lo que te interesa, ¿entonces qué es lo que buscas de él?

—Conmovedor… —Taehyung murmuró, aún de espaldas. Nunca creyó que aquel tipo que estuvo persiguiendo por tanto tiempo fuese tan sobreprotector—. Verás, tú eres el que me importa.

Solo entonces la expresión de Jimin pareció cambiar. Taehyung pudo notarlo de inmediato.  

—¿…Yo?

—He visto a algunos de ustedes, sé cómo han burlado la seguridad de joyerías de alto prestigio, de estaciones policiales, y ningún imbécil jamás ha logrado seguirles el rastro. Podían hacer un asedio limpio y nadie nunca se iba a enterar, pero yo siempre estuve al tanto de cada movimiento. Quise entrar al juego, encendí alarmas cuando estas nunca se activaron, controlé las cámaras de seguridad para que enfocaran en sus posiciones, pero tú siempre lograste escapar. Nunca pude captarte, eras capaz de eludir incluso a alguien como yo.

Hizo una pausa.

¿Alguien actuando entre las sombras? Jimin tomó en cuenta el peso del asunto, no pintaba precisamente bien. Miró hacia un lado, con un montón de preguntas rondándole, hasta que Taehyung le sacó de sus pensamientos al volver a hablar. 

—No recuerdo haberme entretenido tanto con un seguimiento en línea anteriormente —continuó éste—, cada vez que intentaba acorralarte, tú huías. Jamás alguien había sido capaz de evadirme de ese modo. Y siempre que fallaba, me convencía más de la idea de lo hábil que eres.

De pronto, Taehyung se volteó y caminó hacia Jimin, quien le observaba con los labios particularmente abiertos, como si quisiese decir algo, pero no, nada salía de su boca.

—Nunca antes me había interesado tanto en alguien, ¿sabes? Es por eso que cada vez tenía más ganas de conocerte —susurró cuando se encontró frente a Jimin y ubicó una mano en su hombro, mientras, con sigilo, subía nuevamente la pistola hacia su cabeza, sin miramiento alguno, tal como si no temiese efectivamente dispararle—. Y ahora que lo hago, me pareces incluso más atrayente en persona.

Jimin exhaló el aire. Pensaba que un movimiento en falso podía costarle la vida.

—¿Qué es lo que quieres?

Taehyung guardó silencio un momento.

—Digamos que además de divertirme, te quiero a ti.


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