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Mío por Almuchi

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Notas del capitulo:

Bueno, este Shot fue creado para un concurso, sin embargo, no me gustó o no lo sentí al nivel para ello. Así que decidí mejor publicarlo y escribir otro para dicho concurso.

Disfruten.

 

Disclaimer:

Los personajes no son míos.

La historia es de mi propiedad.

 

¡A leer bajo su propia responsabilidad!

Kise y Kuroko son pareja. Ha pasado un tiempo desde que dejaron la escuela y viven juntos. El ex jugador de Kaijo es un novio muy amoroso y tierno. Bueno, de él se puede esperar eso y mucho más. No sólo era codiciado por su belleza.

 

Kise cuida mucho de su pareja, y le demuestra su cariño todo el tiempo. Kuroko es diferente. A pesar de serpareja el menor no ha cambiado en cuánto a actitud. Es reservado como siempre y rechaza el cariño del rubio, sólo cuando éste se pone muy pesado.

 

En fin, no hay nada inusual a la forma en la que se trataban con anterioridad; A excepción de los besos y caricias que se dan muy a menudo, por supuesto.

 

Sin embargo, hay algo que descoloca a la ex sombra en sobremanera: Kise es muy atractivo y lo sabe. No por nada es el modelo más reconocido de Japón. Pero eso no es nada malo. Kise es muy lindo y a Kuroko le encanta, es decir, el pequeño es un pervertido en cubierto y no puede negarlo. Se ha descubierto a sí mismo mirando el redondo culo de su novio cuando usa esos jeans tan ajustados.

 

El problema es que su novio atrae a muchas chicas dispuestas a "algo más" con el rubio. Por supuesto, nadie sabe que ambos son pareja. A Kise no le molesta en absoluto, pero Kuroko niega tener una relación abierta que pueda interferir con su trabajo, profesionalismo y privacidad. Además, de seguro muchas lo mirarían peor que de costumbre. Siempre estuvo acostumbrado a ser "una sombra" y que nadie notara su presencia. Pero, vamos, siendo amigo del rubio eso era algo imposible. Lo veían más que antes, aunque no tanto. Y sólo por el hecho de ser el "mejor amigo" de Kise para los medios, las chicas lo odiaban sin razón.

 

Kuroko no era una persona celosa ni mucho menos. Si así lo fuera, no dejaría que continuara con ese trabajo. Además, él está seguro que Kise lo ama a él y sólo a él. No tiene dudas ni desconfía de su pareja. Por supuesto que no es celoso.

 

Aún así, a pesar de todo, Kise da una oportunidad a todos sus pretendientes y los rechaza como es debido, aunque eso ólo lo haga ver amabe y de buen corazón; sin mencionar más atractivo que de costumbre. Otra razón más por la que muchos van detrás del modelo.

 

Kuroko y Kise siempre son vistos juntos en todos lados y para las chicas eso es una gran oportunidad.

Cuando el rubio entró a otra tienda más -por un gorro que le había encantado-, Kuroko decidió esperarlo sentado en un banco fuera del local, diciendo que estaba cansado de caminar todo el día. Aunque esa era una excusa, pues el menor sabía que una chica los seguía. Imposible el olvidar esa cara.

Una jovencita de su misma edad o menor, muy bonita y de ojos verdes, grandes ojos verdes que observaban a Kise, a su Kise.

Se acercó hasta él y preguntó por su "amigo", nada nuevo para él. Le extendió una carta, obviamente dirigida al rubio.

 

— ¿Podrías entregársela, por favor? — Hizo una pequeña reverencia, tartamudeando al hablar.

Kuroko pudo haber rechazado la carta, decirle que Kise ya tenía pareja. O mejor, que era gay y la persona que estaba viendo era su novio. Pero no lo hizo. El pequeño sonrió levemente antes de hablar:

— ¿Por qué no va a su casa? Sé que a él le gustas. — La joven no pudo evitar sonrojarse y sonreír denotando emoción. Anotó la dirección que Kuroko le indicaba en su carta con una birome que guardaba y salió corriendo y despidiéndose rápidamente de Tetsuya. Agradeciéndole por ser tan amable.

Kuroko la vio irse y no mostró expresión en su rostro. Esperó a Kise para ir a su casa. Una vez el rubio terminó sus compras pudieron hacerlo.

 

Kise decidió hacer la cena. Tetsuya entró a la cocina y avisó que habían llamado de su trabajo, y lo requerían urgentemente.

— ¿Ahora? Y yo que quería cenar con Tetsucchi...— Suspiró haciendo un puchero infantil que a el pequeño se le hizomuy tierno.

— Tienes que ir, Ryota-kun. Es tu trabajo.

— Está bien, ¡Pero volveré lo más rápido posible!

— Te esperaré.

Kise se acercó a su novio e inclinó su cuerpo un poco para estar más cerca del rostro contrario. Tan inexpresivo como siempre, pero con esa pequeña luz en sus ojos, que brillaban sólo para él. Kuroko tomó las mejillas del rubio, acariciándolas suavemente con las yemas de sus dedos. Unieron sus labios lentamente en un ósculo. Kise abrazó a Kuroko profundizando el contacto. Kuroko sintió derretirse ante aquel beso de inicio suave, pero apasionado con el pasar de los minutos. Ryota era muy bueno en lo que hacía y Kuroko lo amaba por ello, era una de las tantas cosas que le gustaban de su novio, pero que jamás mencionaría en voz alta. Ya tenía mucho ego el rubio como para levantárselo aún más.

Sus lenguas se encontraron y Kise aprovechó que su pareja se distrajo en intentar seguirle el ritmo, fue su oportunidad y logró colar su mano bajo la prenda superior de menor. Sin embargo, Kuroko lo detuvo al ver sus intenciones y Ryota soltó un puchero. Su novio se acercó nuevamente hasta besar su cuello y luego sus labios como recompensa, dejando en claro -aunque sin palabras- que más tarde tendría loque quería. Rypta sonrió y muy contento partió a su trabajo.

 

Kuroko estaba solo en casa. Debía preparar todo, hoy tenía una invitada muy importante. Colocó todo en su lugar, como siempre. Y se fijó que nada faltara. Pero, ¿Dónde estaba? Siempre tenía uno a mano, ¿Dónde lo dejó esta vez?

Revisó bajo su cama y en el baño, al parecer no estaba allí. Abrió el gran ropero de su habitación y entonces lo encontró ¡Que suerte! Sin eso no podría seguir. Meno mal que encontró aquel frasco.

Una vez en la sala, dejó el objeto sobre la mesa ratona, debía estar a mano. Justo después, y tan a tiempo, el timbre sonó.

Cruzó el pasillo y abrió la puerta. La joven estaba allí, aunque algo decepcionada, esperaba que fuera Kise quien le abriera y no su "amigo". Kuroko la invitó a pasar y la chica se sentó en el sofá. No pudo evitar observar sus ojos, sus grandes verdes ojos.

 

— ¿Y Kise-kun? — Preguntó luego de un rato de incómodo silencio.

— Ha ido a comprar unas cosas. En seguida volverá.

— Ya veo. — Observó el lugar, una casa grande si. De muchos lujos, por supuesto Kise era un modelo y recibía mucho dinero. Lo único que le incomodó eran las fotos. Había fotografías, muchas fotografías de Kise con el chico de cabellos celestes. Demasiadas a su parecer. — ¿Y tú que haces aquí? — Intentó disimular su incomodidad por la poca presencia, pero presencia aún así del chico. Su voz denotaba algo de molestia, tapada por una sonrisa fingida que Kuroko pudo notar forzada.

— Kise-kun necesitaba ayuda y vine por eso. Pero en cuanto venga la dejaré

sola con él. — Al parecer la chica se alegró al oír aquello, puesto que su sonrisa cambió completamente. Aun así, observaba a Kuroko con cara de pocos amigos.
El aludido ofreció preparar té y la chica asintió confirmando su idea. Kuroko fue hacia la cocina.

Allí estaba, justo donde lo dejó. Listo para usar. Tomó entre sus manos el afilado cuchillo de carnicero y volvió a la sala, donde la muchacha estaba sentada de espaldas a él. Sin poder siquiera sentir su presencia.

 

Kise estaba molesto, ¿Cómo era eso de que lo llamaban urgentemente y al final no era nada? Alguien debió equivocarse y eso no le gustaba. ¡Le habían quitado tiempo con su novio! ¡Su Tetsucchi! Y eso que ya tenía poco debido a su trabajo.

Suspiró una vez más de camino a casa, al menos no tendría trabajo esa noche y podría pasarla con Tetsuya. Sonrió al imaginar la cara de su pareja cuando lo vea y apuró el paso para llegar cuánto antes.

 

La joven se aburría un poco. Al menos tenía oportunidad de charlar con el pequeño, al menos hasta que Kise apareciera. Podría si no se tardara tanto en preparar un poco de té. Refunfuñó acomodándose un poco en el sofá, viendo el lugar. En la mesa había un extraño frasco vacío. ¿Para qué sería? Quiso pensar en las posibilidades y que tal vez el modelo era coleccionista de algo, que le dio mucha curiosidad, pero sintió una fría corriente helarle la piel de su nuca e instintivamente llevó una mano a la zona afectada.

Recorrió sus dedos por la nuca y observó su mano. Sus ojos se abrieron con sorpresa cuando un líquido rojo se vio teñido en ésta y, con temor, se levantó del sofá hasta toparse con el causante de aquello.

Kuroko sostenía el cuchillo levemente manchado de sangre mientras la observaba tan inexpresivo como siempre.

— ¡¿Qué crees que haces?! — Gritó atemorizada, alejándose con la respiración agitada. Pero Kuroko no respondió y sólo se acercó, intimidándola aún más.

La joven corrió hasta la puerta, seguida de Tetsuya. Intentó abrirla cuando el cuchillo se clavó justo a su lado. Tenía miedo, temor de verlo. Ni siquiera tenía fuerzas para escapar ahora, el temor le invadía.

Los ojos grandes de Kuroko se mantenían inexpresivos, sin ningún brillo particular. Y su rostro estoico daba mucho más miedo que el de cualquier psicópata, de esos que ríen y se divierten con la matanza. No, su mirada era diferente, completamente indescifrable. Nadie puede saber que está pasando en su cabeza, y mucho menos en este momento.

Quedó congelada sin poder moverse cuando sintió que quitó el cuchillo de la puerta. Quiso gritar, pero su voz no salió cuando fue apuñalada por la espalda. Kuroko dio vuelta el cuerpo agonizante para ver sus ojos verdes. Esos grandes ojos verdes que miraban a Kise. Su Kise.

Su expresión cambió a una inocente, casi tierna. Como si se tratara de un perrito curioso, que no sabe lo que está pasando y observó a la contraria. La chica quería llorar, implorar y pedir ayuda. Kuroko no oyó las suplicas de la mujer, estaba embobado con ese ojo, aquel que le estorbaba demasiado, acercó el cuchillo un poco más y enterró el filo en el ojo izquierdo, muy lentamente, mientras la muchacha no podía evitar un grito de dolor agonizante. Kuroko movió el filo alrededor del orbe, hasta sacar su ojo izquierdo, prosiguiendo con lo mismo en su derecho.

El cuerpo de la mujer ya podría llamarse cadáver, y Kuroko sostenía los ojos de éste en su mano. Caminó con tranquilidad hacia la sala y guardó los ojos en el frasco. Pero, no podía dejarlo ahí, arruinaría completamente el estilo de su sala. Y Kise se molestaría si los veía.

Entró en su habitación hasta guardar el frasco en su cajonera, donde estaban los demás frascos con todos esos ojos. Aquellos que antes miraron a Kise, a su Kise. Ahora suyos, parte de su colección.

Tuvo que volver a la sala y mover el cuerpo de la puerta. Kise vendría pronto. El había inventado lo de su trabajo para recibir a su invitada. Y ahora el cuerpo estorbaba, ¿Cómo iba a entrar su novio si estaba ahí? Que desperdicio. Terminó por correrlo hasta dejarlo en el suelo de la sala, al lado de la mesita ratona. Observó sus manos y cuerpo cubiertos de sangre. Esa noche debía darse un baño.

En ese momento la puerta se abrió y un muy contentoKise entró a la casa, feliz de poder pasar tiempo con su novio. No dudo en casi correr hacia la sala. Al llegar, se encontró con la escena: Kuroko manchado de sangre y el cadáver de una jovencita en el suelo y sin ojos.

— ¿Tetsucchi? ... — El aludido volteó hasta encontrarse con su novio, que suspiraba nuevamente.

— Volvió a pasar, Ryota-kun. — Kise se acercó hasta él, limpiando la sangre de su rostro, para darle un beso de bienvenida.

— Limpiaremos esto, Tetsucchi. — No podía culparlo de nada, ya no más. De algún modo, Kise se sentía el culpable de todo esto. Y es que, en verdad, todo era su culpa. Recuerda la primera vez que él cometió el mismo acto. Fue mucho más directo y terminó matando a Kagami. Aún tiene guardado los ojos del pelirrojo, en la cajonera, junto con los de Tetsu. Al parecer lo había influenciado demasiado.

Kuroko sonrió, aferrándose a su pareja hasta darle un tierno abrazo. Kise aceptó el gesto, abrazándolo con más fuerza, hasta recibir una queja del menor.

Kuroko tiene su manera de amar, él no es celoso. Solamente cuida lo suyo. Y Kise lo ama por eso; él también tiene sus ataque después de todo. Kuroko y Kise se aman a su manera y eso es suficiente para ellos.


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