Ya habían pasado 4 días desde que no veía mi hermana y a mi madre la habían citado a un juzgado por la custodia de Dani, yo también tendría que presentarme en el juicio y decidir con quién me iría, aunque yo desde el primer momento había decidido quedarme con mi madre, pero para mi hermana sería distinto ya que ella todavía era muy pequeña, y no pedirían su opinión de con quien quisiera quedarse, todo había cambiado, mi madre había buscado un trabajo y desde ayer empezó su turno así que he tenido que quedarme solo, había insistido en que me dejara trabajar pero ella solo quiere que me interese mis estudios, pero con todo lo que paso no podía dejar de pensar en que pasaría después, solo de vez en cuando me daba el gusto de pensar en él, su sonrisa y sus ojos me atrapaban olvidándome del mundo un momento, pero siempre regresaba a la realidad.
Era de mañana ya había pasado una semana desde que paso eso y yo seguía mi camino hacia la escuela, no tenía mucha prisa, desde hace algunos días se me había dado por levantarme temprano, además caminar me ayudaba a organizar mis ideas mejor, pero no podía evitar que los malos pensamientos me invadieran, pero si lo hacían no lloraba, al menos no frente a las personas, tenía que ser fuerte emocionalmente para que mi madre no tuviera que preocuparse por nada y pudiera seguir más adelante aunque eso signifique que yo me tendría que quedar atrás.
Llegue al salón pero estaba vacío, aunque no era de extrañar pues eran las 7: 10 a.m. , pero prefería estar así solo, sin que nadie me preguntase un “como estas” y le respondiera “estoy bien”, mientras las preocupaciones que atormentaban mi mente y decían a gritos “¡no lo estoy, ayúdame!”, “¡quiero que me comprendan!”, ¡ESTOY SOLO!”, pero solo las hacia un lado mientras mostraba una sonrisa y me ponía a platicar de cualquier tontería, no podía pero quería que alguien aunque sea una vez me diga…
- No estás bien… ¿cierto?
Me salí de mis pensamientos para ver quien me hablaba, cuando alce la vista me encontré con Diego, sus ojos se veían preocupados, por un momento pensé que “está preocupado por mi” pero que probabilidades hay solo hemos hablado el primer dia, y aunque siempre piense en él, no sé si el hará lo mismo. Tomo asiento en la silla del frente y me seguía mirando, como si así pudiera averiguar lo que siento, pero no quería que lo hiciera. Aparte mi mirada y le respondí con una sonrisa que siempre daba para indicar lo bien que estaba, aunque no era verdad.
- Estoy bien, no te preocupes…
- No lo estas, tus ojos no tiene brillo.
- Como puedes saberlo solo con mirar mis ojos – respondí irónicamente.
- Si estás bien… entonces porque lloras.
- ¿¡Que!?
Lleve una manos hacia mi mejilla esperando sentir las frías y húmedas lágrimas, pero, no había nada parecido, mi rostro estaba totalmente seco. Volví a fijar mi atención hacia él, sonreía y no sabía su motivo, le resultaba gracioso haberme engañado.
- Porque me engañaste con eso.-
- Porque quería estar seguro que no estabas bien, desde hace días te vez muy… triste.
- No creo que sea de tu incumbencia.
Me enojaba que pudiera saber cómo me sentía, que quería seguir como estaba, se supone que debo de aguantar para que todo lo que está alrededor no se desmorone, aun si eso significa hacerme daño a mí mismo, pero cada vez que vía su sonrisa o escuchaba su voz, simplemente me rendía, dejaba que entrara a mis pensamientos domando cada rincón y yo simplemente lo dejaba, pero al final seguiría solo. Me levante de la silla, y camine tratando de alejarme, tal vez era una equivocación y todos estos sentimientos solo eran simples ilusiones.
El dia se me había hecho muy largo, la escuela ya no se me hacía tan divertida como antes, y no por el hecho de que ya empezáramos a hacer trabajo y nos encargaran tareas, bueno si era algo de eso, pero también tenía que pensar otras cosas, el juicio para pedir la custodia de mi hermana se acercaba, y mi madre parecía que con solo mirarla te mataba, pero la comprendía yo también me sentía agobiado, de hecho me estoy dando de cabezazos en la pared, porque… la repuesta se resumen a… “¡¿cómo pude ser tan estúpido con Diego?!”, me debatía internamente en abandonar la escuela y no volverle a ver o, a afrontarle y pedirle perdón por ser un idiota nivel D, aunque ninguna de las dos me atraía mucho, así que para aclarar todo el revoltijo que tenía dentro de mi cabeza salí a dar un pequeño paseo. Mi casa quedaba cerca de un parque para niños pequeños pero a veces se me daba la idea de irme a sentar y pensar.
Cuando llegue el sol estaba a punto de ocultarse y bañaba todo el lugar de un naranja muy hermoso, no soy de los que se fijan en estos detalles pero… que persona no se dentaria por ver tal espectáculo, tal vez ese tranquilo atardecer, sin darme cuanta se llevaría todas mis preocupaciones, y haría que todo se solucionara.
Camine por todo el parque recorriendo los pequeños juegos que estaban vacíos, sin ningún niño alrededor, la noche se iba extendiendo en el cielo, lo que era mi indicador de que era hora de ir a casa y para llegar tuve que atravesar el parque. Saque di mi bolsillo mis audífonos y celular pero cuando apenas empezaba a ponérmelos, escuche como alguien gritaba ayuda, pero lo extraño es que esa voz me resulto familiar, camine o más bien corrí hacia donde venía los gritos, pare repentinamente y cuando fije mi mirada hacia donde venía la familiar voz, me encontré con dos tipos, uno de ellos era más grande que yo, y el otro era de menor estatura pero aun así lograba intimidar, después vi que habían acorralado a alguien, y ese alguien era “¡Diego!”.