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Amortentia. por UsamiSaori

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Notas del fanfic:

Un pequeño AU Crossover que hice nada más por diversión. ¡Dejen sus comentarios, onegai! Y disculpen si fallé en algún detalle del mundo de Naruto o Harry Potter, tengo una memoria desastrosa.


¡Disfruten!

Notas del capitulo:

Todo en las notas del fic!

Tocaba pociones.


            Observó su horario cinco veces tratando de asegurarse de que no fuera así. Pero por más que mirara y mirara el pergamino, que entornara los ojos o le pasara la varita encima, en aquel trozo de papel seguía poniendo pociones con Slytherin. Y peor. CON SLYTHERIN. A Naruto le dolía la cabeza del sólo pensarlo. Le dolían las mejillas debido a la mueca que estaba poniendo en la cara. Estaba parado en medio del pasillo, mientras los demás alumnos pasaban a su lado, chocándolo como si no estuviera allí.


            Sintió un golpecito en la nuca. Se volteó lentamente.


            —Profesor Iruka —dijo como si estuviera encantado de verlo. El maestro ese día no llevaba su capa, solamente un traje viejo de color gris que resaltaba (de alguna forma) la cicatriz que tenía sobre la nariz.


            —Naruto, ¿Qué haces en medio del pasillo? ¿Te echaron un encantamiento petrificador o qué? —cada vez que Iruka le hablaba, Uzumaki sentía que estaba siendo regañado por un padre muy impaciente. No le desagradaba, por alguna razón.


            —Err… no, estaba asegurándome de que mi horario no estaba mal.


            —Tienes pociones ahora, ¿No? Con Slytherin.


            El rubio abrió los ojos como platos, anonadado ante la cantidad de información que el profesor conocía al respecto. Iruka se rió en el acto de forma estruendosa y le dio un golpecito en el hombro al menor.


            —Me tomé la libertad de leer y memorizar tu horario —comentó como si fuera lo más normal del mundo—. Para evitar que te escapes de clase y todo eso.


            —Ahh… bueno, ya me voy a clase… ¡Adiós!


            Salió despedido como una snitch. Prefería saltarse todas las tonterías del profesor Iruka por lo menos en aquel momento en el que ya se encontraba absolutamente fastidiado por el hecho de que tenía que ir a una clase que odiaba con la casa que odiaba donde estaba el muchacho al que odiaba. No necesitaba los regaños de Iruka para darse cuenta de que sería un día de mierda. Como si pociones no fuera la peor asignatura, tenía que tomarla con Sasuke Uchiha. El muy cabrón.


            Al final, no halló la forma de evitarlo, así que bajó por las escaleras hasta las mazmorras y entró al salón cinco segundos antes de que la profesora Shizune (quien además era la enfermera) cerrara la puerta de un portazo. El único lugar libre estaba al lado de Sakura Haruno, su mejor amiga de extraño cabello color chicle de fresa. Y de la cual estaba enamorado, por supuesto.


            Arrastró los pies hasta su asiento y se sentó en el taburete, notando que al lado de Sakura estaba, justamente, Sasuke. Es que ella estaba colada por él. O algo así.


            —Casi no llegas —murmuró Sakura a modo de reproche, inclinándose un poco hacia él. Ella era de Gryffindor al igual que él, siempre lo regañaba por no tomarse en serio los estudios. Parecía una auténtica Ravenclaw—. La profesora Shizune ha estado berreando por cinco minutos acerca de la impuntualidad. Creo que discutió con la directora acerca de algo.


            —Lo siento, ¿Si? No me emocionaba venir.


            Sakura suspiró.


            —Mira, ya sé que no te agrada Sasuke ni pociones, pero lo necesitas si quieres ser auror.


            —Ya sé, ya sé…


            —¡UZUMAKI, HARUNO! —exclamó la profesora, dando un golpe a la mesa—. Si tienen algo importante que decir, díganlo para toda la clase.


            —Disculpe, profesora Shizune —dijeron al mismo tiempo.


            Cuando finalmente la profesora se calmó un poco, se pasó los dedos por el cabello oscuro y centró sus ojos negros en todos los alumnos. Naruto pintarrajeaba en un pergamino, sin prestar atención. La profesora inició un discursillo acerca de las pociones que podían influenciar a las personas de formas magníficas y cosas así. Entonces, se paró detrás de su escritorio y le quitó la tapa a un caldero que tenía allí arriba. Al instante, Naruto levantó la cabeza, atraído por el olor.


            Tomates frescos. Madera quemada. Lluvia.


            Tres cosas que quizás no guardaban relación la una con la otra, pero que por algún motivo atraían al rubio de una forma increíble. Notó que no era el único atraído por el aroma. Sakura por poco no se subía a la mesa para acercarse más al caldero. Aunque Sasuke no parecía tan atraído, se notaba a leguas que no podía evitar estirar un poco el cuello y olfatear. La profesora soltó unas risillas y volvió a echarle la tapa al caldero.


            —¿Alguien puede decirme qué poción es ésta?


            —¡Amortentia! —exclamó Sakura al instante, con las mejillas algo coloradas al decirlo. Naruto se preguntaba si acaso ella había olido lo mismo que él—. Es un poderoso filtro de amor. Pero más que amor, más bien genera una poderosa obsesión a quien la bebe.


            —Excelente. Diez puntos para Gryffindor —concedió Shizune caminando hasta posicionarse frente al escritorio—. Ya están en séptimo año. Y se me ha ocurrido una idea fantástica para ponerles la nota final sin tomar un examen.


            Todo el mundo gritó contento al oír que no habría un examen, principalmente Naruto. Sakura lo miró con desdén.


            —Prepararan la poción de Amortentia. Su preparación es MUY, muy difícil. Les tomaría mínimo tres semanas terminarla… pero ese es el motivo por el cual quiero que lo hagan —explicó. Todo el mundo estaba sorprendido—. Aquel que haga la mejor poción, no sólo obtendrá un Extraordinario, sino que también un premio secreto.


            Un alumno levantó la mano, pero la profesora lo detuvo levantando la suya.


            —Que lo sepan, no les será permitido llevarse ni una gota de su poción una vez terminada. Salga bien o no —advirtió la mujer—. Esta poción puede parecer inofensiva. Pero es una de las más peligrosas que nunca encontrarán… En fin, ¡Comencemos!


            Antes de siquiera empezar, Naruto ya sabía que sacaría la peor nota.


            Hubiera preferido un jodido examen antes de tener que lidiar con preparar una poción tan complicada. Todos los días que se pasaron con la cara frente al caldero, Naruto hacía lo imposible para seguir la receta, copiar lo que hacía Sakura y pedirle algo de ayuda de paso. Su poción lucía tan mal que la profesora Shizune no se acercaba a su mesa de trabajo. En cambio, la de Sakura estaba seguramente a punto de ser la mejor de la clase. Pero, también la de Sasuke parecía estar bien.


            Así que al final de las tres semanas, la profesora Shizune se paró frente a la clase, observó con ojo crítico a todos y comenzó a revisar los calderos. Se suponía que, si la poción salía bien, debía tener un color rosa brillante y, obviamente, tener el aroma de lo que más te atrae. O algo así. Naruto sabía que la suya no había salido nada bien porque ni se acercaba al aroma que había percibido en la poción de la profesora. Su poción olía a fango. Jamás a tomates, madera quemada y lluvia.


            En el salón predominaban las pociones de color rojo escarlata, granate, fucsia y rosa pastel. En cambio, había solamente cuatro calderos con pociones rosa brillante y de aroma atractivo. Los calderos de Sasuke, Sakura, Hinata y Neji eran los que estaban obviamente perfectos. Mientras pasaba, la profesora le daba una olfateada al caldero y más o menos por el gesto de su cara ya comprendías tu destino.


            Cuando olisqueó los calderos de los cuatro mencionados, sonrió como si acabara de ver al amor de su vida. Cuando se inclinó sobre la poción verdosa y fangosa de Naruto, su rostro parecía albergar un odio asesino. No dijo nada, siguió revisando los calderos y luego volvió a su escritorio.


            —Bueno, han superado mis expectativas. No esperaba muchas pociones perfectamente hechas, así que estoy contenta con los resultados —comentó colocando las manos sobre el escritorio—. La nota la sabrán en su momento. Dejen los calderos en su lugar, yo los revisaré de nuevo y luego vaciaré. ¡Eso es todo por hoy! Pueden retirarse a su siguiente clase.


            El olor a tomates frescos, madera quemada y lluvia provenía del caldero de Sakura de una forma tentadora. Desde que habían terminado, no había podido apartar la nariz del caldero… y si… no, era una mala idea. Pero… en cambio, si le daba esa poción a Haruno, seguramente ella estaría, por lo menos unos instantes, rendida a sus pies. Quizá incluso cuando se le pasara el efecto, se daría cuenta de que también albergaba sentimientos por él.


            —¿Naruto? Vámonos ya, tenemos transformaciones —apremió Sakura jalándolo de la manga de la capa.


            —¿Eh? Ah, sí… me quedaré un rato… para… hablar con la profesora sobre este estropicio —mintió el rubio señalando con el pulgar su caldero de líquido fangoso. La pelirrosa sonrió.


            —Oh, está bien. Le diré al profesor Iruka. ¡Nos vemos más tarde!


            —Nos vemos.


            La vio marchar, tan linda como siempre. Frente a él pasó Sasuke, que miró el caldero del muchacho con una sonrisa de petulancia. Sí, ya sé que tu poción es buenísima. La huelo desde aquí. Pensó Naruto con rabia. Una vez el salón vacío, aprovechó que la profesora estaba de espaldas para tomar una botellita, quitarle la tapa, llenarla de la Amortentia del caldero de Sakura, taparla de nuevo y salir pitando de la clase.


            La profesora Shizune se volteó hacia la clase al sentir algo raro, pero cuando no halló a nadie se encogió de hombros y siguió con su trabajo.


 


El resto del día las ganas lo habían carcomido, pero antes de la cena, tuvo una idea maravillosa. Se metió al baño de los chicos, que estaba completamente deshabitado gracias a que los alumnos se dirigían al gran comedor en ese momento, y, usando uno de los lavabos para evitar derramar nada en el suelo, se dispuso a echarle a una botella de jugo de calabaza algunas gotas de Amortentia.


            Sakura amaba el jugo de calabaza. Y cuando se sentaran juntos en el gran comedor, ya hallaría la forma de servirle en su vaso del jugo con Amortentia. Seguramente no sería muy difícil. La botella tenía grabada una S, porque había sido de algún Slytherin o algo así (la verdad, no recordaba ni siquiera donde había encontrado la botella), pero no le prestó atención. Justo cuando tapó la botella con el jugo adulterado… unas ganas increíbles de ir al baño se apoderaron de él.


            Torpe, dejó la botella sobre el lavabo y corrió hacia el cubículo más cercano, cerrando la puerta de un portazo.


 


Si algo le daba asco a Sasuke, era comer sin lavarse las manos. La última clase que había tenido en el día había sido Cuidado de Criaturas Mágicas y LITERALMENTE, era el único Slytherin al que le había interesado lavarse las manos. La sola idea de comer después de tocar los bicharrajos que habían manipulado en clase, le daba nauseas. Así que entró en el baño, dándose cuenta de que era el único allí.


            Asquerosos, murmuró para sí, acercándose a un lavabo para lavarse no sólo las manos, sino también los antebrazos, hasta los codos. Entonces, sus ojos se fijaron sin querer en una botella que estaba en el lavabo continuo.


            —¿Cómo…? —Sasuke tomó el objeto entre sus manos, observando la letra S en el grabado. Tenía una pequeña marca de rotulador al comienzo de la letra. Sí, no cabía duda, era su botella extraviada—. ¿Por qué demonios mi botella está aquí?


            Destapó el recipiente y cuando se disponía a derramar sus contenidos, el dulce aroma de la calabaza se coló por sus fosas nasales. Pero había algo extraño en aquel aroma. No era el típico aroma a calabaza. Había algo escondido que lo llamaba a beber aquella bebida. La olisqueó de cerca, asegurándose de que no tenía veneno y… le dio un sorbo, sin preocuparse de los resultados.


 


Naruto salió del cubículo, suspirando de alivio. Se sobresaltó al mirar hacia los lavabos.


            Sasuke estaba allí. Parado frente al lavamanos, mirándose al espejo, luciendo extrañamente nervioso. No llevaba su capa, sólo unos pantalones negros, una camisa blanca, su corbata verde y plateada y un sweater gris. En cuanto Naruto se acercó un poco más, el moreno lo vio a través del espejo y su expresión cambió de tal forma que al rubio le dio tanto miedo que hubiera orinado incluso con su vejiga vacía.


            Uchiha estaba sonriendo. Pero no sonriendo como burlón ni nada. Sonriendo de forma… encantada. Sasuke parecía estar mirando al amor de su vida. Naruto se volteó, tratando de asegurarse de que no estuviera fijándose en alguien detrás de él. Detrás no había absolutamente nadie. Lo estaba mirando a él. Lo estaba mirando a Naruto. Como si quisiera comérselo con la mirada.


            —¿Sasuke? ¿Qué…? —tragó, nervioso—, ¿… estás haciendo aquí? No, mentira. Esa es una pregunta estúpida. ¿Estás… bien?


            —Ohh, perfectamente —exclamó acercándose unos cuantos pasos—. Acabo de encontrar mi preciada botella y, ¿Qué crees? ¡Estaba llena de un exquisito jugo de calabaza!


            Naruto abrió los ojos como platos, se inclinó un poco a la izquierda y vio, con horror, que la botella con la poción de Amortentia estaba vaciada hasta la mitad. Volvió la mirada a Sasuke, quien seguía sonriendo ensimismado. Joder.


            —Err… yo… Sasuke, has bebido Amortentia.


            —¿Amortentia? ¡NOO, TONTO! —se rió de forma escandalosa. Parecía un borracho—. Ju-go-de-ca-la-ba-za. ¡Y el mejor del mundo, además!


            —Mira, yo me voy al gran comedor. Tú deberías quedarte aquí por un rato y… —disimuladamente, caminó hacia los lavabos y se escondió la botella en la capa—… deberías, no sé, relajarte.


            Sasuke caminó con andar de supermodelo hasta él y, para el asombro del rubio, lo agarró con fiereza del cuello de la camisa y lo acercó hasta tal punto que sus narices casi se rozaban. Naruto pudo oler en el cabello de Sasuke el aroma a madera quemada y lluvia. Por alguna razón, eso no le pareció extraño ni le llamó la atención. Uzumaki comenzó a sudar frío.


            —No podré relajarme hasta que me cumplas un deseo.


            —¿Qué quieres? ¿Más jugo? ¡Puedo traerte más si quieres! —gritó el muchacho de Gryffindor, cada vez más atemorizado por lo que podría ocurrir.


            —No, no quiero jugo de calabaza —Sasuke sacudió la cabeza, medio fastidiado—. Te quiero a ti, imbécil.


            No lo dijo como un insulto, más bien como un coqueteo agresivo. Y aplastó sus labios con violencia sobre los de Naruto.


            El rubio, con algo de dificultad, apartó al de cabello oscuro de un empujón, intentando componer el rostro y recuperar el aliento. Sentía que estaba colorado hasta las orejas. Carajo, la Amortentia era en serio fuerte. Y peligrosa. Naruto retrocedió torpemente, hasta chocar la lumbar contra uno de los lavabos.


            —S-Sasuke, detente. Estás bajo la influencia de la Amortentia y, además, esto no está bien. Tú y yo somos hombres, no puedes…


            —¿Que no puedo qué? No seas cobarde, miedosito. Todo estará bien…


            Notó que se le entumecía el pulgar de los pies. Luego los pies. Luego los tobillos. Luego las pantorrillas. Sasuke avanzó como un bólido y volvió a besarlo con tanta fuerza y con tanta emoción, que Naruto se vio incapaz de quitárselo de encima. Lo intentó por dos minutos enteros. Pero fue inútil. Dejó de luchar contra Uchiha, pero no por la razón correcta.


            De repente… lo deseaba. O algo así. No habría problema, ¿Verdad? Nadie lo sabría nunca y cuando pasaran los efectos… ¿En qué estaba pensando? Su cabeza comenzaba a darle vueltas, pero su cuerpo lo venció. Sacó la varita del bolsillo y lanzó un hechizo a la puerta para cerrarla. Así, si alguien intentaba entrar, lo sabría antes.


            Se dejó besar por Uchiha, abriendo su boca para invitarlo a adherir su lengua a la acción. Sasuke aceptó la invitación con gusto y antes de siquiera poder asimilarlo, estaban enredando sus lenguas con la del otro en un gesto bastante pasado de la raya. Entonces, sintió una de las manos de Sasuke acariciarlo ahí. Justo arriba del pantalón. Dio un respingo, se separó.


            —¡Ah!


            —Estás duro —señaló el de ojos negros como si no fuera nada.


            —Bueno… —intentó explicarse el de ojos azules, avergonzado.


            —No pasa nada —el Slytherin se pegó a su cuerpo bruscamente, arrimando sus caderas a las de Naruto, que dio otro respingo al sentir el bulto de Uchiha—, yo también lo estoy.


            Sin pedirle permiso, Sasuke deshizo la correa del cinturón de Naruto y le desabotonó los pantalones y bajó su cierre. Uzumaki no opuso resistencia, pero se sintió muy extraño cuando la mano del moreno se entrometió en su ropa interior y comenzó a acariciarlo ahí. Involuntariamente empezó a jadear, con la cara roja como un tomate y una maraña de ideas en la cabeza.


            —Tócame tú también, Naruto.


            Tomó la mano del Gryffindor y la colocó sobre la hebilla de su cinturón. Naruto obedeció la solicitud del muchacho e hizo lo mismo que el otro. Con la mano que tenía libre, Naruto sostenía a Sasuke por la nuca. Con su mano libre, Sasuke se apoyaba en el lavabo para así no separarse del rubio mientras se besaban. Algunas veces, se separaban del otro unos centímetros, sólo para gemir o pronunciar el nombre del otro.


            De repente Naruto se había olvidado de Sakura, la Amortentia y la cena.


 


Al día siguiente, Naruto se dirigió al gran comedor sintiéndose asqueroso y tramposo. No había podido dormir al pensar en lo que habían hecho Sasuke y él. Se sentía extraño. Lo último que había pasado, era que ambos se habían corrido y luego de limpiarse, Naruto salió por patas antes de que Sasuke volviera en sí y le pateara la mierda. Derramó el jugo de calabaza con Amortentia y se prometió que nunca más haría una tontería así.


            Caminó con pesadumbre y se sentó junto a Sakura, quien leía un libro mientras desayunaba unas tortitas y huevos revueltos. Naruto se sirvió el desayuno sin prestar atención después de saludarla, y unos minutos después, mientras jugueteaba con la comida, se sorprendió de que alguien tomara asiento a su lado. El gran comedor no estaba lleno, así que todos podían sentarse donde querían.


            Giró la cabeza lentamente, para hallar a Sasuke Uchiha, nada más y nada menos.


            —Buenos días —saludó el moreno llenando su plato con comida.


            —B-buenos días —saludó Naruto. ¿Acaso él lo recordaba todo? ¿Le daría una paliza luego? Porque se lo merecía. De hecho, quería que lo mandara a la enfermería y lo deje inconsciente por una semana.


            —¡Buenos días, Sasuke! —exclamó Sakura con entusiasmo.


            Sintiéndose aún más desgraciado, Naruto siguió comiendo y de repente se fijó, accidentalmente, en el plato del Uchiha. Huevos revueltos, salchichas y… dos rebanadas de tomate. Tomates frescos, madera quemada, lluvia. No podía ser cierto.


            Sakura se lo había dicho el día que empezaron a preparar la poción.


            —La Amortentia huele distinto para cada persona. Huele como algo que te atrae. Quizá incluso como la persona a la que estás destinada a amar —informó sonriendo un poco—. Yo por ejemplo, en la poción de la profesora Shizune, olí uvas, incienso y shampoo de flores.


            Sasuke olía a madera quemada y a lluvia.


            Le gustaban los tomates.


            NO. NO. NO. Y NO.


            —¿Sabes? No me puedo sacar algo de la cabeza —murmuró Sasuke, en plan “no quiero que Sakura escuche”.


            —¿Ah, sí? —inquirió Naruto, asustado.


            —Sí. La Amortentia me olía a fideos instantáneos, piel de zorro y a una mañana soleada. Lo cual se me hace extrañísimo.


            Ay, no.


            —Ah, me apetece jugo de calabaza —anunció el moreno y al decirlo, sonrió un poco de lado.


            AY, NO.


            … Sasuke lo recordaba todo.

Notas finales:

¡Espero que les haya gustado! Gracias por leer.

Ja ne~


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