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La Tempestad en un Aullido por harulovesringos

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Notas del capitulo:

Hola gentecita preciosa!!! Soy yo de nuevo con la actualizacion del capítulo 5 de este fanfic! Se que prometí actualizar por lo menos una vez al mes, pero en estos dos meses que han pasado desde la última actualizacion pasaron cosas que me distrajeron y deprimieron muchísimo. Hace dos meses mi perro de 15 años comenzó a tener problemas de salud y tras dos tratamientos pensamos que se encontraba mejor, pero no, todo fue en picada y se tuvo que tomar la decisión de sacrificarla. Puede que digan que ]"es sólo un perro" pero para que entiendan lo mucho que me duele, ella era una perrita que adopté cuando tenía aproximadamente 9 meses de edad, mi tía me la regaló. En muchas situaciones estuvo al borde de la muerte y no se fue debido al gran amor que nos teníamos mutuamente. Llegó a mi vida cuando yo estaba por cumplir 4 años y me acompañó en grandes momentos de mi vida. Yo adoraba a ese perro, no saben cuánto, y ser yo quién tomó la decisión de aplicarle eutanasia fue extremadamente doloroso. Y en este último mes, llegar a mi casa y sentir su ausencia, después de 15 años de estar acostumbrada a pelearme a ladridos con ella, es de verdad muy muy deprimente. Pero al fín he podido traerles este capítulo y espero les guste y no los descepcione.

“Tú eres parte de él, y él es parte de ti...separados son solo uno, pero juntos son todo, un poder infinito vive dentro de ustedes dos. Si se juntan ambas partes del aura, una guerra entre todos los clanes se desatará, los espíritus cambiarán y se volverá mundo hostil. Deben estar separados...entiéndeme. Ya no llores, nos encontrarán. No sé cuánto pueda resistir, pero debes olvidar todo, debes vivir por sobre la maldición.


Ya, mi pequeño, si continúas llorando todo podría acabar aquí. Los escucho, ya vienen. Olvídame. Para ti no debo existir, y en tu subconsciente no quedará rastro de mi, ni de tu padre, ni de tus raíces y poderes. Por ti, y nuestro pueblo es que hago esto…


Perdóname… Te quiero, desde que supe que estabas dentro de mi...desde que supe que estaban tú y tu hermano dentro de mí… Me llené de felicidad...pensé que todo sería más fácil ahora… Pero más bien todo se fue abajo.


Me duele… No me puedo poner de pie… Mis piernas no responden. Está herida me hará hibernar, sanará con el tiempo. No moriré… Nadie sabe que me hicieron inmortal y pensarán que morí. Ya no quiero escapar más… He… Tengo sueño… Ya casi es hora…”


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-¿Qué es lo que querrá hablar conmigo?- se preguntaba Jared. Kuro se sorprendió de aquellas palabras que había escuchado. Jared se iría, después de esos días que había pasado en su casa. A pesar de ser escaso el tiempo en el que permanecieron juntos, Kuro no pudo evitar el sentir un nudo en su garganta y opresión en su pecho. Si era sincero, él no quería que el lobo se fuera de su lado, al parecer se había encariñado de sus pequeñas reacciones y de sus honestos gestos, de cómo a pesar de ser un adulto, aún tenía la inocencia de un niño y eso le había hecho crear un lazo con el peli plateado. Ciertamente era un lindo animal y resultó ser amable en algunos casos. Siempre estuvo solo, así que tener a alguien que lo recibiera en su casa, aunque hubiera sido solo un día, lo hizo llenarse de felicidad y que ahora se fuera de su lado lo hacía sentirse devastado.


-¿Te irás?- dijo Kuro en un tono bajo. Jared se giró para ver al humano y lo tomó por los hombros y lo miró directamente a los ojos con los suyos color azul grisáceo.


-Si...me necesitan en mi aldea… El clan puede estar en problemas… Tengo que irme pero...de verdad te agradezco por todo esto.- dijo Jared señalando su pie y torso lleno de vendajes bajo sus ropas. Tras de ellos se escuchó la voz de Tala, rompiendo el enlace que hicieron las miradas de ambos.


-Alpha, puedo ver que ya alcanzaste tu forma adulta ¡Felicidades! A mí aún me faltan unos meses, pero ya lo alcanzaré.- decía Tala mientras le dedicaba una mirada rápida. Jared lo miro confundido y sus orejas se pusieron en alerta.


-¿Forma adulta? Pero...estoy así por qué un brujo me hechizó, la transformación dolió mucho y aún cambio a mi forma de lobo por las noches…- respondió el peli plateado con confusión en su mirada. Quien estaba totalmente confundido desde hace un rato era Kuro, quien no entendía nada de lo que hablaban.


-Bueno...regresar a la forma inmadura aún es normal los primeros días...después solo nos convertimos cuando nos sentimos en peligro o cuando es necesario pelear… Pero se supone que la primera transformación no debería doler…joven líder Jared... ¿El Alpha no le dio la plática nunca? Estoy seguro que mi padre me comentó que el Alpha lo hizo el día en que desapareció…- dijo Tala, pensativo.


- ¿Hah? Si te he de decir la verdad...no recuerdo nada de ese día, a parte de que un auto me golpeó… Y después desperté aquí y lo encontré a él.- dijo mientras señalaba a Kuro.


-Mmm...que extraño...en fin...es tiempo de que se despida del humano y nos vayamos.- al escuchar eso las orejas de Jared bajaron y su semblante entristeció.


-Eh...si…- el peli plateado se dirigió a Kuro y sus miradas se entrelazaron de nueva cuenta. No podía evitar aceptarlo, el color de aquellos ojos le calaba hasta el tuétano y simplemente le gustaban demasiado. -Bueno… Supongo que esto es el adiós...supongo que…¿estarás bien?-


-Sí...supongo que si…-respondió Kuro con melancolía.


-Hace un rato mire la televisión, y en la cinta que estaban reproduciendo aprendí a despedirme… Supongo que así es como se hace…- Jared abrazo al pelinegro y éste correspondió. Al separarse, el de ojos azul grisáceo, aún con los brazos alrededor del menor, posó sus labios por sobre los de él. Kuro abrió los ojos como platos y se quedó paralizado por la sorpresa. La suavidad de los labios del susodicho lo hizo perderse por un momento, su mente se quedó en blanco y comenzó a dejarse llevar, cerrando sus ojos lentamente. Inmediatamente volvió en sí y se sorprendió de aquello que estaba haciendo. Lo empujó para separarse de él y Jared cayó. Tala observó lo ocurrido y enfureció, soltando un gruñido se precipitó a atacar al azabache, mordiéndole la pantorrilla. La herida comenzó a sangrar profusamente y el lobo no lo soltaba.


-¡Tala! ¡Basta!- Jared separó al lobo del azabache. -Maldición…Tengo que curar esto ya mismo…- dijo el mayor mientras veía la herida.


-¿Por qué hiciste eso?- cuestionó Kuro con ojos llorosos y temblando. El corazón de Jared palpitaba como no tenía una idea al ver su rostro de esa manera.


-Pero… ¿No es así como se despiden los humanos?-


-¡Claro que no! Bueno… no siempre…- Respondió el azabache, adolorido y aún avergonzado.


-¿Entonces cuando sí es así?- Jared se mostraba confundido con la situación. En definitiva pensaba que la sociedad humana le parecía intrigante.


-Bueno...cuando uno está enamorado de alguien más y sus sentimientos son correspondidos… E-esto… se besan…- Las mejillas de Kuro se habían teñido totalmente de carmín y escondía su rostro tras la manga de su sweater.


-¿Qué es un beso?- el lobo seguía sin comprender a lo que se refería el menor.


-B-bueno...es...cuando los labios de dos personas se unen… Así se sabe si hay compatibilidad entre una persona y otra…(*)- avergonzado contestó. -Jared...me duele…- el sonrojo de Kuro se comenzaba a disipar al mismo tiempo que todo el color de su rostro pues palidecía por la pérdida de sangre. En ese momento se desmayó y quedó en brazos del mayor.


-Oh mierda…- maldijo el más alto. Lo tomó en brazos y lo posó sobre el sillón y se puso en cuclillas a su lado, nuevamente al igual que aquella noche, invocó aquel cántico de lengua irreconocible y una luz tuvo su nacimiento en la herida que provocó Tala, haciéndola sanar.


-Joven amo...está usando poderes que no debería usar fuera de la aldea ¿Que tiene esta persona de especial para que quiera ayudarla tanto como para romper las reglas de su tío?- decía el de ojos de Esmeralda.


-Ya te lo dije… Él me salvó… Le debo mi vida… Esto es lo mínimo que puedo hacer para ayudarlo.- respondió Jared, amenazante. -Vámonos antes de que despierte.- dijo mientras se incorporaba, se dirigió a la puerta y por última vez miró a Kuro inconsciente sobre el sillón. Su rostro se tornó triste y sus orejas bajaron. “Adiós… Gracias… Por salvar mi vida…” pensó para sí mismo.


-¿Está listo?- dijo Tala.


-Sí…-contestó el otro. -Bueno… déjame un momento.- Tala salió de la habitación. No sabía por qué, pero desde que lo conoció había sentido una imperiosa necesidad de protegerlo. con su dedo índice, tocó la frente de Kuro y en ella dibujó un símbolo, parecido al final de una flecha con plumas. un conjuro que le permitiría rastrearlo en cualquier momento. El mayor salió por la puerta de la habitación.


Horas después, la herida se encontraba completamente cerrada y no había rastro de ninguna cicatriz. El azabache despertó por incomodidad en sus ojos. ¿Se había quedado dormido con las lentillas puestas? Pronto recordó lo ocurrido esa tarde. Se levantó exaltado y sintió como toda la sangre de su cabeza se iba a sus pies. Mareado volvió a sentarse sobre el sofá y volteo su mirada a su pierna. Estaba perfectamente sana y no se lo explicaba. Recordó la molestia en sus ojos y se quitó ambas lentillas café, revelando los ojos que tantos problemas le habían traído desde el orfanato. Tendría que comprar otros pues estos estaban arruinados.


Ese día había sido tal vez el peor de su vida… Su mejor y único amigo lo estaba evitando y para terminar, había sido abandonado y lastimado por ambos lobos. Esta vez… Se había quedado completamente solo. Ese había sido el último día para salir a vacaciones de invierno, pronto comenzaría a nevar.


Días después, Kuro se encontraba mirando la televisión, cuando teléfono sonó, en su corazón hubo un ligero presentimiento y su interior se estremeció con expectación. Pensó que sería Kaleb y que podría pedirle disculpas y explicarle todo, sin embargo, al momento de descolgar y pegar su oreja a la bocina, pudo reconocer la voz de Marie, su nana. Enseguida, todos los ánimos que tenía y la determinación que le había inundado el alma se fue volando. Ella llamó para invitarlo a pasar las fiestas con ella y su familia en su cabaña. Ciertamente no estaba muy animado, pero prefería eso a quedarse completamente solo en su casa en Navidad y durante el resto de las vacaciones.


Armó sus maletas para irse al día siguiente y al terminar, se metió en su cama. Recordó la mañana en la que despertó con Jared abrazado a su torso. En ese momento pensó que se veía muy tierno en aquel momento y una pequeña risa salió de sus labios. Recordó después aquella tarde y la discusión con su mejor amigo, además de los incidentes con Tala y Jared. Definitivamente no se podía sacar de la cabeza todo lo ocurrido y aún tenía un nudo en la garganta y esa opresión en el pecho que da cuando uno se siente culpable. Todo había sido muy raro desde que se encontró con Jared. Siguió con sus pensamientos dando vueltas en su cabeza, una y otra vez, impidiéndole dormir.  


A la mañana siguiente, la pesadez del insomnio de la noche anterior se hizo presente. El cuerpo le dolía y bajo sus ojos se habían formado bolsas profundas y oscuras. Tras prepararse un café cargado, haber reflexionado toda la noche en su desvelo y bostezar por enésima vez, llegó a la conclusión de que adoptaría un gato o un cachorro que lo acompañara a todos lados, eso evitaría que él se sintiera tan solo.


Preparó sus cosas en el auto, y al terminar se encaminó a la carretera donde pasaron un par de horas hasta que llegó a la cabaña de Marie. Al bajarse del auto tuvo una sensación extraña, algo que se formaba y crecía de a poco y cada vez más en su interior. Algo así como un calor de hogar, a pesar del frío invernal que hacía en el bosque. Los escalofríos y las olas de sudor en frío eran recurrentes. No había caminado ni cien metros cuando comenzó a sentirse enfermo. Se apresuró a la cabaña y golpeó la puerta hecha de madera de roble. Realmente era una linda casa y el paisaje era bellísimo.


Marie lo recibió con un fuerte abrazo, la había extrañado tanto y parecía irreal verla ahí después de todo el tiempo que estuvieron separados, afortunadamente su salud había mejorado y se le veía mucho más viva. Inmediatamente lo hizo pasar, y al final de la sala vio a los adolescentes que conoció desde niños, prácticamente desde que estaban en brazos de sus padres. Los gemelos estaban sentados frente a la televisión, Melissa cuidaba de su hermano, quien recientemente había tenido una cirugía después de un accidente, no podía caminar bien aún, por lo que se mantenía a su lado por cualquier necesidad que tuviese. En tanto Kuro entró en el campo de visión de la más joven de la casa, una enorme sonrisa se formó en su rostro y rápidamente se puso de pie. Corrió a la entrada de la cabaña y se lanzó hacia él, abrazándolo. Ya habían sido tres años en que no se veían. Kuro no pudo evitar darse cuenta de lo mucho que había crecido, a sus trece años ya medía casi lo mismo que él, que era cuatro años mayor. Por otro lado, Moses lo saludó desde su asiento, dada su condición, sonriendo cálidamente.


 

-Jared…- Un hombre de cabellera color negro, tan profundo como el ébano, lo convocó a su trono. El peli plateado se arrodilló frente a él e hizo una reverencia. -Levántate, sabes que conmigo no tienes que hacer eso…- al levantar su mirada, Jared se encontró con un rostro firme, duro, digno de un líder. Pero lo que más relucía en su rostro era una mirada fría, color azul eléctrico, un parche de cuero que cubría su ojo izquierdo y parte de una cicatriz que recorría en diagonal de un extremo de su cara al otro. Syke Ebenum, el Alpha del clan Deathhawk.

Notas finales:

Bueno, espero haya sido de su agrado y les pido una disculpa por haberlos tenido esperando (aunque se que no lo lee casi nadie). Espero y trataré de estar mejor para el próximo mes y traerles un buen capítulo! Hasta luego!!!


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