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La Tempestad en un Aullido por harulovesringos

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaa personitas del internet!!! Se que me tardé un poooooquis con este cap pero se compensa, es más largo que los demás!(creo... :v) pero bueno, espero que les guste aunque sea un poco.

-Sabes que no debes hacer eso frente a mí…- mencionó Syke después de que Jared entrara dentro de su campo de visión.

-Sé que no te gusta que me arrodille ante ti, tío… pero sabes que siento la obligación de hacerlo. Desde que era un niño, trataste a mi padre y a mi como parte de tu familia desde que nuestro clan nos rechazó. Y cuando mi padre fue asesinado por el clan Moonlight, me acogiste como a tu propio hijo. Desde que soy un cachorro he estado eternamente agradecido y todo mi respeto está dirigido a ti.- el Alpha se veía nostálgico. Pensar que lo tenía todo en un momento, y que en cuestión de días lo perdió todo. Se perdió en sus pensamientos recordando esa noche en que soltó su mano y cayeron al abismo. Después, miró nuevamente la figura de Jared. -Levántate, mírame a los ojos.- el susodicho se puso de pie. -Debo hablar contigo sobre lo que está a punto de suceder… La llama del reloj del aura de Palladin está a punto de agotarse… Alguien deberá sucederlo pronto, sin embargo Tala aún no ha logrado cambiar a su forma adulta, por lo cual el consejo aún lo considera inmaduro para tomar el cargo. Nuestro shaman ha predecido que la fecha está próxima. Y su estado no promete mucho. Desde que los malditos humanos le hirieron con ese pedazo de frío metal, no hemos podido hacer mucho… Por eso te llame, para que durante el tiempo en el que Tala se transforme y adquiera sus responsabilidades, tú puedas ser mi consejero si es que Palladin perece antes de lo de Tala.- explicó el mayor. Jared estaba confundido pues no sentía capaz de tomar el cargo de consejero y aunque era su deber convertirse más adelante en el Alpha de la manada, mucho menos. Aún sentía que no poseía la sabiduría suficiente para saber qué y cómo aconsejar a su tío. -¡Oh, es cierto! Lo estaba olvidando, ya que has cambiado a tu forma adulta, es tiempo de que se realice el ritual para conocer el color de tu aura y el tipo de poder que posees. Además, debemos darte tu reloj del Aura. En unos días se realizará la ceremonia. Esta noche y las próximas noches hasta la ceremonia deberás ir a purificarte a la cascada.-

-Bien… Pero tío… Aún no estoy seguro de poder serte útil.- tartamudeo el peliplateado con inseguridad en su voz.

-No te preocupes hijo, sé que lo harás bien, todo el clan dependerá de ti algún día, así que será una oportunidad para que ganes experiencia para cuando se a mi hora de partir.- respondió Syke, mirando a Jared, expresando su cariño y apoyo en una sonrisa.

-Está bien tío. Te veré más tarde.- el menor hizo una reverencia y se retiró del lugar.

 

Los gemelos estaban muy felices de ver a Kuro después de tanto tiempo, siempre cuando eran pequeños pasaban vacaciones y días festivos juntos y cuando sus padres tenían compromisos, se quedaban en casa de Kuro y Marie los cuidaba a todos.

-¡Ojitos! ¡Te he extrañado mucho!- expresó con euforia para después darle un beso en la mejilla.

-Parece ser que a ti es a la única persona a la que le gustan mis ojos, Melissa.- decía él, soltándose de su abrazo.

-Sabes que siempre me han gustado las cosas raras.- respondió ella con un tono juguetón.

-¡Oh! ¿Me estás diciendo raro?- preguntó Kuro con malicia. Comenzó a perseguirla mientras ella corría por la casa y gritaba como cuando eran niños.

-¡Melissa! ¡Eres muy ruidosa!- Gritó Moses desde el otro lado del salón.

-Lo siento hermanito, es que ya extrañaba mucho a ojitos.- decía la menor mientras abrazaba a Kuro del brazo. Pasaron la tarde riendo y Moses quejándose de lo ruidosos que eran todos. Llegando la noche Kuro ayudó al que consideraba su hermano menor a llegar a su habitación y Marie y Melissa le mostraron posteriormente al de ojos bicolor la suya para que pasara la noche y prendieron un fuego en la chimenea para mantener el lugar caliente. A pesar de eso, Kuro encontraba el lugar y el frío muy acogedor. En su alcoba había un ventanal y un balcón que le permitía ver el bosque desde lo alto de la montaña y podía admirar la belleza del verdor de la naturaleza y la ligera capa de blanco que comenzaba a caer.

 

Así pasaron unos días y el bosque se cubrió de nieve. Nuevamente se encontraba viendo los árboles y escuchaba el llamado de los pájaros por la mañana, el aullido de los lobos en caza. Recordó esos días en que pensó que había encontrado un amigo en el la carretera junto al mismo bosque en el que se encontraba ahora. Esos llamados le hacían recordarlo a él y a su vez su pecho se llenaba de una sensación indescriptible, era como sentirse nostálgico… pero no sabía exactamente qué era aquello que sentía. En sus manos sostenía una taza de cálido té verde con flores de Jazmín, con el cual atemperaba sus manos. Marie y los gemelos habían ido en el auto al hospital a que los enfermeros removieran uno de los yesos que tenía Moses, además de una revisión general de los dos pues compartían una enfermedad heredada de su madre que, aunque no era realmente mortal, podía traer dificultades si no se atendía.

 

Kuro decidió salir a caminar un poco por el bosque nevado. Aunque la cabaña fuese la que se encontraba más alto en la montaña, habían varios parajes que los cazadores habían formado cuando era temporada. Él caminaba y admiraba toda la naturaleza a su alrededor, podía apreciar todo lo que había ahí. Desde el mas pequeño animal hasta el árbol más majestuoso. El resplandor del sol de amanecer que apenas comenzaba a asomarse sobre la nieve hacía que todo tuviera un aire mágico con toda esa reflexión de la luz. El olor de los abetos le hacía disfrutar esa época especial. El azabache refregaba sus manos cubiertas por guantes contra sí mismas para evitar perder el calor, una bufanda rodeaba su cuello y cubría su nariz y boca. Una gruesa chamarra hacía que no muriera de hipotermia. Caminaba distraído, y no ponía atención al camino, sólamente admiraba su alrededor. Tras caminar durante más o menos una hora, se encontró con un valle a la mitad de la montaña. Un río atravesaba el valle y la capa superficial de él se encontraba congelada y a pesar de eso, al ser el agua tan cristalina, se podía observar a los peces nadar pacíficamente.

Kuro estaba anonadado, no podía creer que tanta belleza pudiera existir en un lugar así. La nieve cubría todo en una capa espesa y el entorno blanco hacía ver el paisaje tan prístino, tan puro.

La nieve hizo un crujido, un sutil y apenas audible sonido resonó a sus espaldas. El azabache volteó rápidamente, pero no pudo encontrar rastro de la fuente del sonido. Otro sonido a sus espaldas se manifestó y nuevamente giró sobre sus talones para confirmar que no estaba loco. De repente es crujido se intensificó, y lo que parecía ser solo un individuo se convirtió en varios. De atrás de los árboles se dieron a conocer uno, dos, seis lobos que rodeaban su ser, acechándolo y caminando a su alrededor en una trayectoria circular. El pelaje pinto de los lobos, crema, gris y café; sus ojos verdes y fauces afiladas intimidaron al menor.

Podía sentir como la adrenalina se empezaba a producir y a llenar su torrente sanguíneo, su ritmo cardiaco acelerarse y cómo el sudor perlaba su frente e inundaba sus palmas.

La formación de los lycanos comenzó a romperse y adoptaron otra alineación, y se juntaron frente a él, acercándose sigilosamente. El instinto de autoconservación de Kuro se hizo presente y vio la oportunidad de dar la vuelta y salir corriendo en dirección opuesta.

'Sobrevivir' era todo lo que estaba en la mente del menor y corría tan rápido como sus piernas se lo permitían. Sus pulmones dolían por la respiración tan agitada. Corrió y corrió hasta que no hubo más camino. Un peñasco estaba frente a él y se giró para encarar nuevamente a la jauría de lobos que lo perseguía. Cada vez más, un paso a la vez, las bestias se acercaban entre gruñidos y alaridos, mientras que el chico se acercaba cada vez más al abismo.

Un ataque, y todo se oscureció. Una muñeca sosteniendo la suya fue lo último que recuerda.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

El atardecer estaba haciéndose presente y el sol comenzaba a descender por el horizonte. El fuego de la hoguera empezaba a arder e iluminar a su alrededor con un fulgor color ámbar. El más viejo y sabio del clan preparaba las cosas para la celebración. El futuro Alpha estaba por recibir la insignia de su adultez, el reloj del Aura.

Skyscreamer, el shaman del Clan Deathhawk cantaba las viejas enseñanzas, mientras con su magia hacia figuras con las llamas relatando su historia. La hora de la ceremonia se acercaba y el tributo ya estaba preparado. La diosa Sentine sería la que le otorgaría la gracia del Aura para Jared y revelaría el atributo del joven lobo. Llegaba la hora y el chico de cabello plateado entraba lentamente a la zona sagrada, aquel valle en medio de la montaña. Con el calor de la hoguera, la nieve comenzaba a derretirse y a revelarse el verdor y el color de las flores de aquel lugar. Una capa hecha de pieles de conejo adornaba su espalda y la corona ceremonial hecha con ramas entretejidas y flores secas se posaba sobre sus suaves cabellos. Llegó frente a Skyscreamer y se arrodilló. Este poso sus manos sobre sus hombros y comenzó a pronunciar palabras en el idioma de la tribu, aquel mismo idioma en el que Jared pronunció el conjuro para calmar a Kuro aquella noche.

De pronto, sus ojos resplandecieron en una luz color azul y el sabio comenzó a cantar, posicionando su mano izquierda sobre la unión de las clavículas del joven lobo, mientras que él lanzó su cabeza hacia atrás y su vista se dirigió hacia el cielo en el cual las estrellas comenzaban a aparecer. El susodicho entró en un trance. Poco a poco, un objeto de luz se manifestó bajo su palma y lo tomó entre sus dedos. Aquel objeto se materializó en oro y cristal, y en su interior, energía que lentamente corría en forma de infinito de arriba a abajo, recorriendo todo el reloj.

El color del Aura de Jared estaba constituido por matices de rojo y azul claro. Skyscreamer miró el reloj del Aura de, extrañado. Recordaba que la última vez que vio el color azul en un Aura, fue pocos años antes del incidente más grande del clan y de que la guerra estallara en su punto más grande. Sin embargo, conservó sus pensamientos para sí mismo. Hizo un ademán para indicarle al menor que extendiera su mano y, obedeciendo, Jared recibió el artefacto que hacía oficial su conversión en un hombre de la tribu. Todos los miembros del clan se encontraban presenciando aquella ceremonia y en tanto el ahora adulto se puso de pie, invocó su nueva arma de batalla. Una lanza de energía que relampagueaba apareció en su mano, pues su tribu formaba parte de los clanes del rayo, que presentaba los colores de su aura, el rojo en el centro que se difuminaba en azul hacia los filos de la cuchilla. En aquel instante, todos soltaron un grito de alegría y júbilo. La celebración estaba por comenzar y bailaban las danzas tradicionales de los clanes del rayo, mientras que los cazadores del clan traían los tributos a la diosa Sentine, que después degustarían entre todos.

Desde que había comenzado el día tenía un extraño presentimiento, había sentido cómo su hechizo funcionaba, las palpitaciones de su corazón se habían acelerado y en su estomago sentía un mal presentimiento. Se encontraba sentado junto a su tío y la sensación de náuseas no se había ido, en cambio iba incrementando cada segundo. Enseguida que llegaron los cazadores llegaron a presentar el tributo, el de cabellos plateados comprendió todo. Quien estaba en el suelo junto a varios venados, inconsciente y con un golpe en la frente, era nada más y nada menos que el mismo Kuro. En el momento en el que lo vio, se levantó precipitadamente de su asiento y corrió a mirarlo.

-¿Un humano?- se preguntó el Alpha, extrañado, pues jamás había tenido un humano como tributo para la diosa. Por alguna extraña razón, la presencia del azabache menor le hizo sentir palpitaciones.

-¿Qué significa esto?- gritó Jared al aire. El lobo tomó en brazos al otro y apoyó su oreja al pecho del mismo. Vaya que el muchacho tenía suerte, pues pudo aún escuchar un suave latir de su corazón. Soltó un suspiro pesado tras separarse que representaba alivio, miró su rostro, se veía tan pacífico mientras dormía...

-No se preocupe joven amo, está inconsciente aún, pero queríamos traerlo así para que usted mismo lo ofreciera a Sentine.- Habló Starhatcher, el capitán de los cazadores.

-No me refería a eso... ¿Es que acaso no sintieron mi conjuro sobre él?- respondió Jared, enfurecido. Un gruñido surgió de sus fauces y Starhatcher no pudo hacer más que arrodillarse.

-¿De qué hablas, Jared?- preguntó Syke, levantándose de su asiento. El menor, con Kuro acunado entre sus brazos, se acercó a su tío.

-Éste chico es quien me salvó, cuando después de que me perdí me golpeara un artefacto grande y de metal. Me llevó a su morada y atendió mis heridas, me alimentó y se aseguró de que estuviera recuperado. A él es a quien le debo mi vida y no creo que merezca que lo matemos... Tío... Por favor... ¡Haz algo!- la voz de Jared estaba llena de emociones. No muy convencido, el Alpha miró el rostro del muchacho y su corazón dio un vuelco, por la impresión sus ojos se abrieron cual platos y cayó aplastando su esponjosa cola con el peso de su cuerpo. Las plumas de pavo real de su túnica de pelaje negro de oso quedaron desparramadas a su alrededor.

Su ritmo cardiaco estaba tan acelerado cuál caballos salvajes. En el momento en el que miró su rostro vio frente a sus ojos el vivo reflejo de alguien a quien había conocido diecisiete años atrás.

-¿Tío?- el preocupado Jared se arrodilló frente a él.

-Estoy bien...es sólo que...hacía mucho tiempo que no veía a un humano...- se excusó, escondiendo la verdad de su sobrino. -Llevémoslo a mi casa... estoy en deuda con él...- dijo el de la cicatriz. Haciendo un ademán con la mano llamó a uno de los soldados y éste se aproximó. -Dile a Skyscreamer que necesito verlo en mi casa, lo más rápido que puedas.- El soldado asintió con una reverencia y se encaminó rápidamente a hacer el encargo.

Habiendo llegado a la casa del Alpha y de su sobrino, acomodaron al chico en la cama de la habitación Jared sobre la colcha hecha con mullidas pieles de varios conejos. Casi inmediatamente se presentó el shaman en el lugar, quien preparó una infusión de hierbas medicinales. Pidió que enderezaran al chico y así le hicieron beber el menjurge que habían preparado. Minutos después, el de ojos heterocromaticos despertó, revelando sus bellas orbes brillantes. Jared lo ayudó a incorporarse y acarició su cabeza. Kuro parpadeó varias veces al recuperar la conciencia y poder enfocar mejor su vista, la cabeza le dolía pues al caer, la mano de un desconocido lo sostuvo por la muñeca, pero su cabeza rebotó contra una piedra del peñasco. Sus recuerdos estaban confusos. Lo primero que vió al despertar fue el rostro preocupado de Jared frente a él, quien estaba acariciando gentilmente su cabello y frotando el pulgar de su mano izquierda sobre su mejilla. En segunda instancia saboreó el brebaje en su lengua, sutilmente dulce.

-En... ¿En dónde estoy?- habló Kuro.

-¡Kuro!- exclamó para abrazarlo y pegar su frente con la de él. Para las tribus de lobos, éste gesto representaba amistad y cariño. -¿Por qué estabas por aquí? Los cazadores te trajeron aquí como un tributo a Sentine.- dijo, sacando su reloj del Aura. -Mírame ¡Soy todo un adulto ahora! ¡Mañana me harán los tatuajes de la familia principal!- entusiasmado, Jared le mostró el objeto al más pequeño, quien no podía entender nada de lo que estaba sucediendo.

-Jared... ¿Dónde estoy?- reiteró.

-¡Ah! Ésta es mi habitación, estás en casa de mi tío. Estamos en mi tribu, la del clan de los Deathhawk.- respondió tomando sus manos. Se incorporó e intentó levantar a Kuro, quien inmediatamente regresó a las pieles de conejo. Sus rodillas estaban tambaleantes y sus piernas débiles. Skyscreamer, observaba desde el fondo de la habitación. Pensaba y analizaba la situación. Había algo muy raro con ese humano, algo que tendría que descubrir. Se levantó y tomó nuevamente el brebaje, se acercó al menor.

-Tómalo, te hará bien. Joven amo, déjele descansar. Fue un fuerte azotón ese que se dio.- se cabello largo y rubio cenizo descendía por sus hombros y sus ojos color amatista destacaban por debajo de sus cansados párpados y su tersa piel canela. A pesar de ser uno de los individuos más antiguos del clan, tenía una apariencia muy joven.

-Gracias.- Kuro respondió el gesto tomando entre sus manos el recipiente con el remedio. Sabía como un té de flores silvestres.

-Skyscreamer, le agradezco todo lo que ha hecho, puede ir a descansar.- Jared se incorporó y tomó entre sus manos las de el sabio.

-No hay de qué, mi señor. Hágame saber cualquier cosa que necesite.- respondió retirándose del lugar.

-Esto sabe bien...- soltó el azabache desde su lugar. -Ese chico si que sabe hacer remedios...- añadió.

-¿Chico? ¡ESE HOMBRE TIENE MÁS DE DOSCIENTOS AÑOS!- respondió al mayor entre carcajadas.

-¿Qué? Pero si se ve apenas mayor que yo...- estaba muy sorprendido, nunca lo hubiera imaginado.

-¡Lo sé! Parece increíble ¿no?- ambos sonreían el uno al otro.

-Me alegra volverte a ver... Kuro...- el de cabellos plateados re direccionó su mano a la mejilla del azabache. Éste desvió la mirada y en sus mejillas se acumuló toda la sangre de su rostro. -¡Es cierto! Tienes que conocer a mi tío. Iré por él.- Se levantó precipitadamente y salió de la habitación.

Tomó otro sorbo de la bebida y acarició el suave pelaje bajo sus manos. Observó su entorno, había muchos adornos que intuyó eran tradicionales del clan en las paredes. Por las pequeñas ventanas que estaban pudo ver cómo las estrellas resplandecían en el cielo. Sonrió al presenciar todo ese panorama. Escuchó un par de andares acercándose hacia donde estaba él y volteó a ver la entrada de la habitación donde se encontró por primera vez con el líder del clan. Nunca en su vida se había encontrado con alguien como él, omitiendo el hecho de que no era un humano. El hombre era sumamente masculino y, aunque no era el más musculoso, ciertamente estaba bien dotado. Sus fuertes brazos y abdomen marcado, al igual que rostro afilado le hicieron temblar. Su azabache y larga cabellera que se sentía como la noche lo asombró. Además, ese azul que se cargaba en el único ojo que le restaba, tan familiar. Se miraron fijamente durante unos minutos.  Lo primero en lo que se fijó el Alpha fue en el ámbar y el azúl que adornaban el fino rostro del chico. Este tipo de síndromes era común en los lobos, pero no pensaba que fuera posible en los humanos. Especialmente el ámbar le traía recuerdos y tenía sentimientos encontrados.
-¿Tío?- escucharon ambos, saliendo de su ensimismamiento. El Alpha estaba preocupado, acababa de conocer al menor y comenzaba a sentir la necesidad de protegerlo, algo que sólo había sucedido una vez en el pasado con aquel a quien juró amar durante toda su vida. Aquel que sólo vivía en sus recuerdos. Sin embargo, el hecho de que fuera un humano hacía que por poco lo odiara, puesto que un humano había provocado el lento deterioro de la salud de su mejor amigo y consejero.
-¿Sí?- respondió.
-No, nada, solo me preguntaba el por qué no habías dicho nada...- complementó Jared.
-Simplemente observaba al humano que trajiste. Debe regresar al lugar donde vino, no puede quedarse aquí...- sentenció el mayor.
-Lo sé tío, lo entiendo. Pero es muy tarde para que vuelva ahora. Ya viste que nuestros cazadores lo confundieron con una presa... Quién sabe qué hubiera pasado si no hubiera estado yo aquí. Te suplico que lo dejes quedarse esta noche.- Syke suspiró con resignación y miró el rostro determinado pero a la vez los ojos de perrito de su sobrino. Soltó una pequeña risa y sonrió de medio lado, aunque esa sonrisa era apenas visible. Colocó su mano sobre los cabellos plateados y los despeinó un poco.
-Está bien, sólamente porque te debo un favor...- respondió el mayor, mirando a Kuro.
-¡U-usted no me debe nada!- tartamudeó con nerviosismo y eufórico. -¡Más bien soy yo el que le debe el que no me hayan comido!- rió nervioso.
-Bueno...por qué no mejor lo dejamos, así estaremos a mano.- Syke se puso en cuclillas, poniéndose al nivel del rostro de Kuro. -Por cierto, éste enano no ha tenido la decencia de decirme tu nombre...- continuó, reprendiendo a Jared con la voz, quien bajó las orejas un momento y se sonrojó por el descuido.
-Mi... Mi nombre es Kuro, señor...- el muchacho aún se encontraba nervioso, no sabía si era por lo que había sentido al verlo por primera vez o si era por las vibras que emanaba.
-Kuro, nunca había escuchado ese nombre... ¿De dónde es?- cuestionó el mayor con curiosidad, cual cachorro, su cabeza se había inclinado un poco y una de sus orejas había caído un poco y eso hizo enternecer al de ojos heterocromáticos.
-Bueno, mis padres eran Japoneses y ellos me llamaron así, siempre les dije que parecía nombre de gato... Pero soy adoptado, y mi tipo de sangre es diferente a la suya... dicen que tengo sangre azul porque es extraña... y que al parecer es de este país... Según ellos que me encontraron en el bosque, pero... bueno eso no importa...- terminó su frase riendo nerviosamente. -Lo siento,  a todo esto, es un gusto conocerlo su alteza...- Kuro inclinó la cabeza en señal de respeto.
-Digo lo mismo, pequeño. Me agradas,  a pesar de ser humano. Yo soy Syke Ebenum,  a tu servicio.- el Alpha se presentó. -Bien, me despido por esta noche.- Se incorporó y mirando al menor les deseó una buena noche. Se peinó el flequillo con los dedos y lo acomodó para posteriormente retirarse del lugar.
-Vaya...pensé que te odiaría...- soltó Jared en un suspiro.
-¿Por qué lo haría? No le he hecho nada...- respondió Kuro.
-Bueno... Tú en especial no...pero uno de tu raza es quien casi mata a su mejor amigo. Mira, mi tío dice que él está casi solo en el mundo, y que si no fuera por mi y Palladin, se habría suicidado hace mucho.-
-¿Pero que acaso él nunca tuvo familia?- cuestionó el menor.
-Si... fue lo más raro que ha pasado en nuestra historia, él tenía una pareja con quien se apareó y tuvieron un hijo, pero ese niño y su pareja murieron. Es por eso que cuando llegamos mi padre y yo a este clan, rezagados de otro, y aún tras la muerte de mi padre, él me adoptó como a su propio hijo. Aunque a veces es un poco sobre protector... creo que busca compensar la muerte del suyo...-
-Oh... ya veo... es una historia un poco triste.. -
-Sí, ciertamente ha sufrido mucho... Bueno, no importa, vayamos a dormir ¿de acuerdo?- el joven lobo, que en algún momento se había sentado a un lado del menor, se incorporó en sus dos piernas. -Dormiré en la habitación de al lado, si necesitas algo no dudes en buscarme. Duerme bien... - rápidamente se puso en cuclillas y acarició el pelo azabache, se levantó y comenzó su andar fuera de la habitación.
La noche comenzaba a avanzar y Kuro se encontraba acurrucado en la manta sobre la cual lo habían acostado cuando estaba inconsciente, perdido en su sueño. Nuevamente pudo ver a dos individuos, iguales a los de su sueño anterior sentados a la orilla de un acantilado, se mantenían juntos, se daban cariños y se encontraban tomados de las manos con los dedos entrelazados, mirando cómo el sol salía por el horizonte e iluminaba de distintos colores de rojo, naranja y violeta las nubes y el cielo. El más bajo, de cabellos largos, lacios y rubios, acariciaba su vientre apenas abultado suavemente y tarareaba una canción en voz baja, mientras el más alto estaba recostado en el hombro del otro y con su otra mano acariciaba un mechón del cabello del otro que caía a un lado de su rostro.
-No nos queda mucho tiempo...- dijo el rubio, repentinamente.
-No... pero no quiero irme...- el azabache levantó la mirada y ancló sus ojos azules en los color dorado del otro. Pegaron sus frentes y cerraron los ojos, disfrutando la muestra de cariño del otro para después dedicarse un beso corto, pero lleno de sentimientos.

En la oscuridad de la noche del bosque, lo único que podía observarse era el resplandor de las estrellas y en los lagos se reflejaba la luz de la preciosa luna que remontaba el cielo. En el silencio se escondían y sigilosos se movían a través de los árboles. Se acercaron cada vez más a la residencia del Alpha y tras revisar los alrededores y confirmar que no había moros en la costa, comenzaron su tarea. Agazapados se aproximaron los miembros del clan Moonlight y decidieron atacar por la habitación del futuro joven Alpha. Ya junto dicho lugar, se transformaron en su forma adulta dos lobos, uno de pelaje color gris oscuro y otro de pelaje negro. No había manera de que sus cuerpos pasaran por la pequeña ventila que había en la habitación del Deathhawk, por lo que decidieron realizar un conjuro. Ambos hicieron un pequeño corte en uno de sus dedos índice y una pequeña gota comenzó a brotar de ellos, con la cual dibujaron un tipo de remolino en lapas a de sus manos, sus cuerpos rápidamente se transformaron en charcos de agua que se filtraron of debajo de la pared, apareciendo nuevamente dentro de la habitación. Vieron sobre las pieles un pequeño bulto cubierto. Comenzaron a trabajar rápido y no pusieron mucha atención al bulto que estaban abduciendo. Lo levantaron y cargaron con los cobertores incluidos y lo introdujeron dentro de un saco grande, utilizaron el mismo conjuro para salir y así se dirigieron al territorio Moonlight. Fue así que Kuro desapareció esa noche en la oscuridad del bosque.

Notas finales:

Bueno, ya tengo en proceso el próximo capítulo y espero este les haya gustado! (aunque sea un poquito gggg) Ojalá se puedan tomar un minutito de su tiempo para dejar un review! Recuerden que se aceptan comentarios, críticas constructivas...amenazas de muerte...

Los espero en la siguiente actualizacion! se que no me escriben y que son fantasmas pero aun así se aprecian las lecturas, pero me gustaría conocerlos más! HASTA LA PRÓXIMA!!


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